1 septiembre 2010, miércoles de la XXII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. Retomamos la oración. Volvemos a lo nuestro, aquí y ahora. En España, tras un largo periodo de vacaciones; en Perú (en medios píos) tras los festejos por su patrona Santa Rosa. Yo acabo de salir de un fin de semana de Ejercicios Espirituales en los que he VUELTO a lo esencial. En uno y otro sitio me viene la idea de VOLVER, VOLVER. Os comparto una reflexión que me han pedido los alumnos acerca de qué significa SER IGLESIA EN EL SIGLO XXI:

En cuanto me propusieron una reflexión sobre tema tan sugestivo, se me presentó la primera respuesta: JESÚS: VOLVER A LOS COMIENZOS. Sí, el título de un libro, de Pachi Sáez de Maturana, y publicado por nuestra Casa de Estudios. ¿Por qué? Como escribió el literato Gonzalo Torrente Ballester: "Por mucho que corran los siglos siempre habrá en algún rincón del planeta alguien que cuente una historia y alguien que quiera escucharla". Ninguna tan apasionante como la de Cristo. Podemos pensar que ya está todo dicho o escrito pero cada día aparece algo nuevo sobre Cristo. Hoy, aquí y ahora en el Perú, en el siglo XXI, en el 2010, Él nos interpela y nos dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo? (Mc 8, 27). Y yo le digo que es la Vida de mi vida, la razón de mi existir, el Amor encarnado, la Solución de toda la problemática de un mundo en marcha, excluyente, que no termina de globalizar la solidaridad.

Ser Iglesia ahora es ser Cristo, reencontrarle personal y colectivamente, como pueblo y cuerpo, y como dice Aparecida (n.244) “fascinados y llenos de estupor ante la excepcionalidad de quien les hablaba, ante el modo cómo los trataba, correspondiendo al hambre y sed de vida que había en sus corazones”.

Ser Iglesia es dejar que Cristo transforme nuestras vidas para cambiar el mundo para su Reino, el de la verdad, la justicia, la paz, la caridad, la felicidad. Ser Iglesia es seguir la huella de Cristo, surcar los caminos de futuro entre los que están a nuestro lado, especialmente los más necesitados, salvando lo perdido, resucitando lo que yace muerto.

Ser Iglesia es escrutar los signos de los tiempos a la luz de la Palabra de Dios y responder con valentía y sinceridad. Con un sí a la vida, sí a la paz, sí al desarrollo integral, sí a la comunión sin fronteras, a la imaginación de la caridad. Es crear lazos, puentes, no sólo entre movimientos, parroquias, asociaciones eclesiales o de inspiración católica, sino con grupos de todo credo pero con los que convergemos en ideales comunes por el bien de la humanidad.

Ser Iglesia es arriesgar horizontes de fidelidad y comunión con la autoridad sin perder un sincero espíritu de crítica y creatividad.

Ser Iglesia es apostar por ser más, ensanchando la razón, sin miedo a la libertad. Enraizados en la oración pero proyectados en la acción.

Ser Iglesia es vivir el discipulado y la misión como María, Madre y Maestra, en la entrega total del “hágase” de la Anunciación y en la perseverancia indesmayable del “estar” del Calvario.

Ser Iglesia en el Siglo XXI es vivir a lo Teresita de Lisieux, conscientes del realismo de nuestras miserias pero audazmente esperanzados en la Misericordia de un Dios que nos ama.

Ser Iglesia es ser con todos, sabiendo escuchar, respetando e impulsando todos los carismas, potenciando especialmente el gigante dormido que es el laicado para que como Cristo lleve la Buena Nueva, el mayor bien, al mayor número.

2. Carta I de San Pablo a los Corintios 3,1-9. Somos cooperadores de Dios, campo de Dios, edificio de Dios. Esto es cosa seria, Señor. Gracias por ficharme para tu equipo. Seguro que este curso ganaremos el nuevo mundial. Esto de cooperadores de Dios, me recuerda al chiste con que inicia Abelardo “Un seglar descubre la oración” cuando dice que un elefante y un mosquito emprenden una carrera y tras un trecho le suelta el mosquito: “¡Vaya polvareda que hemos armado entre los dos!”. Pues sí, ENTRE LOS DOS. Si yo no hablo, Dios se queda mucho; si no camino, Dios se queda paralítico…Me necesita. ¡Qué bien, Señor, cuenta conmigo para lo que quieras!

3. El Salmo es una maravilla: ¡Feliz el pueblo (España, Perú) que el Señor se eligió como herencia! ¡Cómo resuenan las palabras del Corazón de Jesús al Beato P. Hoyos en Valladolid: Reinaré en España (e Hispanoamérica) y con más predilección que en otras naciones! Nuestra Patria tiene una misión en la historia y yo formo parte de ella. He recibido un precioso legado y tengo la responsabilidad de incrementarlo. España y Perú, sin la Iglesia, no serían nada. Que por nada del mundo dejemos de ser la herencia del Señor.

4. Evangelio según San Lucas 4,38-44. Curación de la suegra de Pedro. Y curación de todos los enfermos y anuncio a todos de la “Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado”. Sí, todo lo has hecho bien; tu oficio es curar, salvar, anunciar buenas-nuevas. ¿Y yo? “¿En qué me ocupo?, ¿en qué me encanto? Loco debo ser pues no soy santo” (Lope de Vega)

5. Atención, que estamos en la Escuela de María. Septiembre, mes de la Biblia, es también uno de los meses con más fiestas marianas: Día 8, la Natividad; día 12, Dulce Nombre; día 15, Nuestra Señora de los Dolores; día 24, Nuestra Señora de la Merced. Con Ella, la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Lee, medita, saborea, madura en tu corazón, como María la Palabra del Señor.

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