28 abril 2015. Martes de la cuarta semana de Pascua – Puntos de oración

ES SEÑOR ES MI PASTOR

Durante todo este tiempo pascual nos resulta relativamente fácil ponernos en la presencia de Dios, a través de Jesús Resucitado, pues se va apareciendo personalmente, y a la comunidad, en distintos momentos.

Hoy, de forma real, pero de una manera distinta, también se me aparece a mí en la oración y, sobre todo en la Eucaristía. “Soy yo, no temas

Que la fe me ayude a descubrir su presencia y que ningún miedo o turbación me lleve a confundirle con el hortelano, ni con los ángeles.

En el Evangelio de este día se le conmina a Jesús con un ultimátum: “Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente”

La respuesta de Cristo se remite a sus obras, y también les hace un reproche severo: “Pero vosotros no creéis porque no sois ovejas mías

Nosotros en la oración de este día queremos decirle a Jesús que sí somos sus ovejas, que Él sí es nuestro verdadero Pastor. Y repitiendo en lo profundo del corazón estas afirmaciones, que son también deseos, se nos puede pasar mucho tiempo de la meditación.

Resalta la comunión de vida que Él crea con sus fieles. Para la cual son necesarias dos condiciones fundamentales:

1. Conocimiento del Pastor

2. Escuchar su voz

Ayer Jesús se definía a sí mismo como la puerta de las ovejas. Después se define como el único y auténtico Pastor para un solo rebaño. Y lo es por tres razones:

a. Porque está dispuesto a dar la vida por su ovejas en el momento de peligro. “El buen pastor da la vida por sus ovejas, en cambio el asalariado, cundo ve venir al lobo…”

b. Porque conoce a sus ovejas y es conocido por ellas. “Yo soy el buen pastor que conozco a las mías, y las mías me conocen a mí, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre

c. Porque, de hecho, entrega su vida por los suyos. “Yo doy mi vida por las ovejas”

Por todo esto Jesús se convierte de verdad en mi Pastor. Y me envía para que también los que están lejos entren a formar parte de este rebaño, tal como hemos escuchado en la primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Se pusieron a hablar también a los helenistas, anunciándoles la buena noticia del Señor Jesús

Los Apóstoles mandaron a Bernabé y establecieron en Antioquía de Siria una segunda cabeza de puente para la misión a los griegos, es decir a los paganos.

El Cristo resucitado no queda en mera fórmula para nuestra vida, es mi Pastor y me convierte en amigo y misionero de todos los ámbitos sociales, los nuevos paganismos de nuestra sociedad.

Allí, en Antioquía es donde empezaron a llamar cristianos a los discípulos del Señor.

Terminamos haciendo un coloquio de amor con este Pastor que nos ama y nos protege. Y lo hacemos de la mano de María, la Madre del Resucitado.

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