8 octubre 2015. Jueves de la XXVII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Las lecturas de hoy nos recuerdan cuántas veces vivimos en la desconfianza sin recordar lo que puede el Señor en nosotros si le dejamos. La súplica de nuestra oración de hoy puede ser: “Señor, que confíe en tu Amor” y podemos situarnos al inicio de la oración como uno de esos “arrogantes” que menciona la primera lectura que entregan su vida al placer y que ignoran la Palabra del Señor. Podemos imaginarnos la vida de esos israelitas que habían traicionado al Dios de sus padres ante el ejemplo de los pueblos paganos y su modo de razonar: “Nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan a Dios y quedan impunes”. Podemos imaginarnos también ese resto de Israel que se mantiene fiel a la Ley del Señor que sufrían las injusticias de los otros. Que observaban la aparente buena suerte de los malos y, sin embargo, perseveraban confiando en el Señor.

Después, podemos dejar que esa situación ilumine nuestra vida, señalando esos momentos en que nos dejamos llevar por las apariencias y nos dejamos conquistar por el mundo. Y esos otros en los que nos abandonamos en sus manos para seguir siendo fieles a pesar de las dificultades o de caminar a contracorriente. Desde esa reflexión, volvamos el corazón al Señor diciendo: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor” y ver cómo nos responde: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre” o “A los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas”. En iniciar un coloquio con Él que nos sostiene en silencio en contraste con las desalentadoras apariencias del mundo.

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