Lectura de la primera carta del apóstol san
Pedro (4,7-13)
Queridos hermanos: El fin de todas las
cosas está cercano. Sed, pues, moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo,
mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los
pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin protestar. Que cada uno, con el
don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos
administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que
hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del
encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de
Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los
siglos. Amén. Queridos hermanos, no os extrañéis de ese fuego abrasador que os
pone a prueba, como si os sucediera algo extraordinario. Estad alegres cuando
compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su
gloria, reboséis de gozo.
Salmo responsorial
(Sal 95, 10.11-12. 13)
R. Llega el Señor a regir la tierra.
R. Llega el Señor a regir la tierra.
Decid a los pueblos: "El Señor es
rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente." R.
él gobierna a los pueblos rectamente." R.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R.
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R.
Delante del Señor, que ya llega, ya
llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(11, 11-26)
Al día siguiente, cuando salió de
Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver
si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo
de higos. Entonces le dijo: -«Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo
oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que
traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que
vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y
los instruía, diciendo: -« ¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para
todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de
bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían
miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una
manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana
siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y
dijo a Jesús: -«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Jesús
contestó: -«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte:
"Quítate de ahí y tírate al mar", no con dudas, sino con fe en que
sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis
en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os
pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro
Padre del cielo os perdone vuestras culpas. »