1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz
y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y
rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios (EE 46):
“Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente
ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.”
2. Petición. Hoy es la fiesta de los santos
Felipe y Santiago el Menor. Utilizamos como petición la oración colecta de la
misa de hoy: “Señor, Dios nuestro, que nos alegras todos los años con
la fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago; concédenos, por su
intercesión, participar en la muerte y resurrección de tu Hijo, para que
merezcamos llegar a contemplar en el cielo el esplendor de tu gloria.”
3. Composición de lugar. (una imagen que nos ayude a
centrar la imaginación al hacer la oración): Jesús conviviendo con sus primeros
discípulos.
4. Puntos para orar:
En este día
de Fiesta de estos dos apóstoles me voy a centrar en el apóstol Felipe que es
el que aparece más en el evangelio. Me encanta la figura de Felipe. Es un
ejemplo de seguidor entusiasta de Cristo desde el principio. Seguramente era
discípulo de San Juan Bautista como los apóstoles Juan y Andrés. Jesús lo llamó
a seguirle al día siguiente de que Jesús estuviera con ellos y hablara con
Simón y le cambiara el nombre por Pedro. Es el primer discípulo al que el Señor
le dice de forma directa “Sígueme” (Jn 1, 43). Quizá Jesús lo
hizo porque era algo indeciso, pero una vez que fue llamado le siguió con
fidelidad. Entusiasmado, enseguida habla de Jesús a un amigo suyo, Natanael, “un
israelita de verdad en quién no había engaño”, y vence sus prejuicios
sobre Jesús con el reto: “ven y verás” (Jn 1, 46). Felipe
aparece algunas veces más en el evangelio. Por ejemplo en la primera
multiplicación de los panes y peces (Juan 6, 1–15). Debía ser un joven sencillo
y despierto, hábil para hacer cálculos y previsiones de todo tipo. En todo
grupo humano siempre encontramos a alguien con el don de calcular rápidamente
cómo dar de comer a muchos o cuál será el camino más corto para ir a cualquier
sitio, sin necesidad de google maps. Me imagino a Jesús antes de multiplicar
los panes, con Felipe sentado a su lado en la montaña y charlando
tranquilamente. Y alza los ojos y ve mucha gente y le dice a Felipe: “Con
qué compraremos panes para que coman estos” y añade el evangelio,
escrito por San Juan, testigo directo del hecho: “lo decía para
probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer” Y pienso que es un
detalle de humor y de confianza de Jesús con su joven discípulo. Y me imagino
la expectación sonriente del resto de los discípulos que conocían bien a
Felipe, calculador nato. Y a esa pregunta llena de humor y de confianza del
Señor, que crea familia y buen ambiente, responde Felipe como un resorte ante
la sonrisa del resto “doscientos denarios de pan no bastan para que a
cada uno le toque un pedazo”. Y al lado está el joven Andrés que tiene el
don de ser un tío práctico y que acaba de hacer amistad con un muchacho que
tiene cinco panes de cebada y dos peces. Y se lo hace saber al Maestro pero sin
estar muy convencido de que esto vaya a solucionar nada. Y me encanta el
proceder de Jesús, Hijo de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, suma
inteligencia y suma bondad, pero con una familiaridad y sencillez exquisita con
el grupo de sus jóvenes apóstoles y con un “santo piruleo” en el trato, que les
hace estar a gusto con él sin formalismos y sin rigideces, a pesar de los
milagros y signos que ven a su lado que les hace decir en alguna ocasión “¿Quién
es este, que hasta el viento y el agua le obedecen?” (Lc 8, 25).
Y en el
evangelio encontramos algunos pasajes más, encantadores, en que Jesús se
manifiesta también con esta sencillez, familiaridad y humor con sus
discípulos, como por ejemplo:
En el milagro
en que está andando sobre el lago yendo hacia la barca donde los discípulos
reman fatigados, Jesús “hizo ademán de pasar de largo”. (Mc 6, 48).
En el camino
a Emaús, Jesús resucitado camina con dos desengañados discípulos, hablando como
si no fuera con él, sobre lo que acababa de pasar en la Pasión y los va
acompañando sin prisas en dirección contraria a Jerusalén. Se manifiesta y
desaparece de su lado en la venta, y al regresando a todo correr donde estaban
reunidos los Once le vuelven a ver que se aparece otra vez en el cenáculo.
En la lago de
Tiberíades. Desde la orilla Jesús resucitado les dice, con santa sorna, a los
apóstoles que habían estado toda la noche pescando y volvían de vacío: “Muchachos,
¿tenéis pescado?”(Jn 21, 5). Y creo que esta pregunta con ese tono tan
particular, lleno de amigable humor, aparte de la inesperada y sobreabundante
pesca, sería parte de la clave para que el apóstol Juan reconociera el sello
inconfundible de Jesús (cf. Jn 21, 7) que no había cambiado mucho en su manera
de tratarlos, a pesar de la novedad de la resurrección.
5. Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen en este inicio del mes de mayo. Avemaría.
6. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el
rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo
conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o
dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al
hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.
7. Durante el día: Todos los días, pero especialmente
en este mes de Mayo, podemos dedicar un rato a rezar el Rosario a la Virgen. Es
una oración que desde fuera puede parecer aburrida, pero que cuando se reza
habitualmente se va descubriendo su belleza y valor. Por la calle, en una
iglesia tranquila, cuando estamos en casa, antes de acostarnos, a cualquier
hora, cuando mejor nos venga, no dejar de rezar esta oración maravillosa tan
recomendada por la Iglesia en todos los tiempos.
8. Enlaces a la wikipedia con información
adicional de los santos apóstoles que celebramos hoy:
Apóstol
Felipe: https://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_el_Ap%C3%B3stol
Apóstol
Santiago el menor: https://es.wikipedia.org/wiki/Santiago_el_Menor