13 septiembre 2016. Martes de la XXIV semana de T.O. – San Juan Crisóstomo – Puntos de oración

“Ven Espíritu divino, enciende nuestros corazones en tu Amor, muéstranos tu verdad y que todos seamos unos en el amor”
En el día de hoy, la liturgia de la Palabra que nos ofrece la Iglesia nos invita a orar en torno a la unidad. Se lo hemos pedido en esta invocación al Espíritu Santo y se lo queremos pedir en esta oración. Os ofrezco tres ideas en torno a este tema tan bonito:
- La unidad como fruto de la unión con Jesucristo: como nos dice San Pablo en la primera lectura, nos hacemos uno al beber la Sangre de Cristo, al beber de su Espíritu, al ser bautizados en un único amor.
- La unidad como fruto de la aceptación de la Voluntad de Dios: no es resignación, sino unión voluntaria y amorosa a la Voluntad de Dios sobre cada uno de nosotros. Esa unión en la diversidad de carismas y vocaciones es posible cuando cada uno quiere vivir según el plan de salvación que Dios tiene para cada uno de nosotros y será Dios mismo el que creará una preciosa tela unida, con los diferentes hilos que somos cada uno de nosotros. Todos juntos en el lugar que Dios nos quiere, que es vivir la voluntad de Dios en cada uno de nosotros, pero unidos en la misión de Jesucristo, nuestro cuerpo.
- La unidad como causa de la paz y la alegría (Salmo). Si el ser humano es social por naturaleza, esto le lleva a poder ser pleno solamente en unidad. Por tanto, de la sana unidad entre nosotros, brotará una alabanza y un himno de acción de gracias al Señor: alegría y paz como fruto de estar todos unidos en el amor que pacifica y alegra el corazón.
Por último, para vivir este don de la unidad, es necesario levantarnos de nuestra tumba. El lugar del hijo es junto a la Madre. Como en el Evangelio, el Señor nos pone en nuestro lugar. Aunque estemos muertos, aunque estemos caídos y estemos en lo más hondo de nuestra tumba, la voz del Señor que nos dice “levántate” puede devolvernos la vida y ponernos en nuestro lugar. Esto es fruto del llanto de la Madre. La petición de la Virgen que nos da vida y nos “pone en nuestro lugar”…

Dejémonos que el Señor, en este rato de oración, nos ponga en nuestro lugar, nos conceda la paz, la alegría y la unidad.

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