¡Qué humano es el evangelio de
este día.., y al mismo tiempo que divino...! Humano en cuanto a la reacción que
tienen Santiago y Juan, al ver que son rechazados por ese pueblo de
samaritanos, por el solo hecho de ir en dirección a Jerusalén..; y que divino
por la actitud de Jesús, que reprende a estos dos hermanos y continua sin más
su camino...
¿Y nosotros, que hubiéramos hecho en
semejante ocasión..? Creo
que Santiago y Juan representan a toda la humanidad, y con ella a nosotros
también... ¡Qué fácilmente devolvemos mal por mal, y qué difícilmente nos
sobreponemos al mal de los demás...!
Algunas traducciones, traducen las
palabras de Cristo así: "¡No sabéis de que espíritu sois..!
Hoy puede ser un buen día para
examinar nuestro espíritu, por
ver si es concorde con el del Evangelio, pues fácilmente podemos salirnos del
mismo, bajo capa de necesidad, conveniencia e incluso mayor Gloria de Dios...
¿En qué consiste el espíritu del
Evangelio? Decir
evangelio, y decir Cristo, es, o debería ser lo mismo... A mi entender, creo
que el mejor resumen de ese espíritu de Cristo se encuentra en las
Bienaventuranzas. Pongámonos a examen:
¿Tengo un espíritu de pobreza...,
tanto material como espiritual...?
¿Tengo un espíritu de mansedumbre...,
ante un mundo de violencia..?
¿Sé lo que es llorar por el otro...,
o maldigo la hora en que el otro me hace llorar...?
¿De qué tengo yo hambre en mi vida?
¿Es de justicia, de amor y de paz...?
¿Qué lugar ocupa la misericordia en
mi acontecer diario...?
¿Cómo miro a los demás, hay limpieza
en mi corazón?
¿Trabajamos por la paz…?
¿Que siento cuando me persigue la
incomprensión, el olvido o la negligencia de los otros...?
Ya sé Señor, de que espíritu soy, pero necesito la fuerza de tu amor para poder vivirlo en
mi acontecer de cada día... ¡No me niegues tu Santo Espíritu, y así seré una
sola cosa contigo...!
S. Pablo nos dice en su carta a los
Romanos: "A
nadie devolváis mal por mal. Procurad lo bueno ante toda la gente. En la medida
de lo posible y en lo que dependa de vosotros, manteneos en paz con todo el
mundo. No os toméis la venganza por vuestra cuenta, queridos; dejad más bien
lugar a la justicia, pues está escrito: "Mía es la venganza, yo daré lo
merecido, dice el Señor. Por el contrario, si tu enemigo tiene hambre, dale de
comer, si tiene sed, dale de beber: actuando así amontonarás ascuas sobre su
cabeza. No te dejes vencer por el mal, antes vence el mal con el bien..."
(Rom. 12,17-21).
Que hoy salgamos de nuestra oración
con el firme propósito de "no devolver mal por mal" sino todo lo
contrario... Esto lo conseguiremos, si miramos a Jesús como él nos mira a
nosotros desde la Cruz...