18 octubre 2016. San Lucas, evangelista – Puntos de oración

Hoy celebramos la fiesta de san Lucas, evangelista.
Su evangelio. El evangelio de la misericordia en este año de la misericordia nos hace ver, gustar y palpar  las delicadezas del corazón de Cristo. Recordando cualquiera de sus parábolas, como la del “hijo pródigo”, mejor, la del “padre misericordioso” son encontramos en la presencia  nuestro más fiel amigo que nunca falla.
En la antífona de entra en la Eucaristía de hoy nos habla de salir, Dejar de ser nuestro propio centro y ser punto de circunferencia con esas cuatro palabras: pies del mensajero, que anuncia, trae, pregona la victoria. El mensajero está siempre en marcha. Lleva un mensaje que debe de anunciar y pregonar. Y con más razón si es la buena noticia, que significa evangelio.
San Lucas aparece en la carta de san Pablo a Timoteo. La verdad que son unos versículos entrañables. Se dirige a Timoteo, su “hijo en la fe” para desahogarse que se siente sólo. Sólo Lucas está conmigo, su médico. Este es el texto: “Querido hermano: Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente, y se ha marcha a Tesalónica; Crescente se ha ido a Galacia; Tito a Dalmacia, Sólo Lucas está conmigo… la primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió…” Es un texto emocionante. ¡Cómo san Pablo es sensible a la verdadera amistad! Necesita de la presencia de los amigos. Amigos que le sostengan en la soledad y en las pruebas, que sean una imagen viva de Cristo.
Y el Evangelio de hoy es una nueva llamada a salir, a responder a la llamada de Cristo a preparar los caminos del Señor; En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos,  a todos los pueblos adonde pensaba ir él. Y les decía “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, pues al dueño de la mies que mande obreros a su mies”: Poneos en camino…, salid de vosotros mismos.

San Lucas, seguramente quedó contagiado del corazón misericordioso de María, que nos comunicó en su evangelio. Dejémonos contagiar de ese corazón virgen de María Madre.

Archivo del blog