La primera lectura de hoy nos expone la carta de san Pablo a los
Gálatas donde explica su historia personal de conversión y su relación con los
otros apóstoles. Quizá sea un bonito momento por nuestra parte de hacer memoria
de nuestra historia personal como militante cristiano. ¿Cómo era yo antes de
ser alcanzado por Jesucristo en unos Ejercicios Espirituales, o en un
Campamento, o el día de mi confirmación…? ¿Qué pasó después? ¿Cómo soy ahora? O
dicho con palabras ignacianas ¿qué he hecho yo por Cristo?, ¿qué hago por
Cristo?, y, sobre todo, ¿qué voy a hacer por Cristo, a partir de ahora?
Y todo ello
con una mirada retrospectiva agradecida por tantos dones recibidos, y con una
mirada proyectiva ilusionada por tantos dones que todavía el Señor tiene
preparados para regalarnos. El salmo nos puede ayudar mucho a ser agradecidos y
confiados en la misericordia de este Padre bueno.
Y mientras
tanto, el presente. El evangelio nos presenta a dos hermanas, las dos
entregadas a la causa de Jesús. Las dos quieren a su Señor y creen servirlo a
su manera. ¿A cuál me parezco yo más? Jesús no desprecia a ninguna, pero
antepone una actitud a la otra. Lo importante es la contemplación de Jesús,
pero nosotros que somos laicos en medio del mundo nos quedamos con otra
comprensión más completa de este pasaje evangélico, y es que, la mejor parte es
la contemplación, pero lo mejor es tomar las dos partes. Ser contemplativos en
acción. Y ser, contemplativos en la acción. Y, para ello, nada mejor que ser
activos en la contemplación.
Dediquemos
un rato a meditar en este juego de palabras que acabamos de exponer, pero sobre
todo, dediquemos un buen rato a escuchar lo que Jesús quiera decirnos.