30/6/2014, Lunes de la XIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Amos (2, 6-10. 13-16)

Así dice el Señor: «A Israel, por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer, profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas en el templo de su Dios. Yo destruí a los amorreos al llegar ellos; eran altos como cedros, fuertes como encinas; destruí arriba el fruto, abajo la raíz. Yo os saqué de Egipto, os conduje por el desierto cuarenta años, para que conquistarais el país amorreo. Pues mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro cargado de gavillas; el más veloz no logrará huir, el más fuerte no sacará fuerzas, el soldado no salvará la vida; el arquero no resistirá, el más ágil no se salvará, el jinete no salvará la vida; el más valiente entre los soldados huirá desnudo aquel día.» Oráculo del Señor.

Salmo responsorial (Sal 49, 16bc-17. 18-19. 20-21. 22-23)
R. Atención, los que olvidáis a Dios.

«¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?» R.

«Cuando ves un ladrón, corres con él; te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal, tu boca urde el engaño.» R.

«Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.» R.

«Atención, los que olvidáis a Dios, no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 18-22)

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: -«Maestro, te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: -«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.» Otro, que era discípulo, le dijo: -«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Jesús le replicó: -«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»

29/6/2014, Solemnidad de san Pedro y san Pablo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 1-11)
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenla intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua, Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: -«Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: -«Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció, y el ángel le dijo: -«Échate el manto y sígueme.» Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y a¡ final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: -«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»
Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9)
R. El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4, 6-8. 17-18)
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

29 junio 2014. Solemnidad de san Pedro y san Pablo – Puntos de oración

“Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará”. Esta frase que dice Jesús a Pedro clarifica varias cuestiones: 
a) Que en el plan de Dios no está el que mientras Él actúa nos quedemos mirando, si no que quiere nuestra ayuda, cada uno en su lugar, y quiere líderes activos para llevar su enseñanza por todo el mundo.
b) Quiere que todos los que le seguimos, los cristianos, estemos unidos, y que cuando él no esté en Persona, tengamos a alguien que nos guíe, el Papa, persona de referencia. El primero que desempeñó este cargo fue San Pedro. 
c) Pedro fue elegido por Dios; todos los Papas son elegidos por Él y tienen una especial intercesión del Espíritu Santo
d) “El poder del infierno no la derrotará”. La iglesia, anuncio del bien, no será derrotada por el mal; confiemos plenamente que el bien tiene más poder que el mal, el amor más que el odio; el demonio tiene más poder que nosotros, pero Dios más poder que el demonio.
¿Y ahora? ¿Qué me va a decir Jesús en la oración? (Tú eres...., y de ti voy a hacer..., y te pido...). Estemos atentos a la voz del Señor que nos guía en nuestro caminar, no tengamos los oídos taponados.

Imitando las virtudes de la Virgen María, que supo decir sí con plenitud al “Tú serás la Madre de Dios”, orientémonos hacia el Señor y su plan de salvación en y con nosotros. Así sea.

28/6/2014, Inmaculado Corazón de María

Lectura de las Lamentaciones (2, 2. 10-14. 18-19)

El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob, con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá; derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes. Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza. Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura mis entrañas; se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mí pueblo; muchachos y niños de pecho desfallecen por las calles de la ciudad. Preguntaban a sus madres: ¿Dónde hay pan y vino?», mientras desfallecían, como los heridos, por las calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus madres. ¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén? ¿A quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella? Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte? Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas; y no te denunciaban tus culpas para cambiar tu suerte, sino que te anunciaban visiones falsas y seductoras. Grita con toda el alma al Señor, laméntate, Sión; derrama torrentes de lágrimas, de día y de noche; no te concedas reposo, no descansen tus ojos. Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia; derrama como agua tu corazón en presencia del Señor; levanta hacia él las manos por la vida de tus niños, desfallecidos de hambre en las encrucijadas.

Salmo responsorial (Sal 73, 1-2. 3-4. 5-7. 20-21)
R. No olvides sin remedio la vida de tus pobres.

¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados,
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada. R.

Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio; el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea, levantaron sus propios estandartes. R.

En la entrada superior abatieron a hachazos el entramado;
después, con martillos y mazas, destrozaron todas las esculturas.
Prendieron fuego a tu santuario, derribaron y profanaron la morada de tu nombre. R.

Piensa en tu alianza: que los rincones del país están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado, que pobres y afligidos alaben tu nombre. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 5-17)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: -«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. » Jesús le contestó: -«Voy yo a curarlo. » Pero el centurión le replicó: -«Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: -«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y al centurión le dijo: -«Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.» Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

28 junio 2014. Inmaculado Corazón de María – Puntos de oración

Ayer celebrábamos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Y hoy, como no podía ser de otra manera, la memoria del Corazón Inmaculado de la Virgen María.

Dejándonos envolver en el amor de estos dos corazones tendríamos más que suficiente para nuestro rato de meditación. Porque la oración no es otra cosa que tratar de amor con aquel que sabemos que nos ama, como nos recuerda Santa Teresa de Jesús.

Ya en el año 1643 San Juan Eudes, fue el primer apóstol de la devoción a los sagrados Corazones de Jesús y María. Y comenzó a celebrar esta memoria a pesar de la gran oposición de los jansenistas.

El Papa Pío XII en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, consagraba el 8 de Diciembre, la Iglesia y el género humano al Corazón Inmaculado de María. Extendía esta esta fiesta litúrgica a toda la Iglesia latina, fijándola el día 22 de Agosto, octava de la Asunción de María a los cielos. Hoy ha sido acertadamente colocada al día siguiente del Sagrado Corazón de Jesús.

El Papa todo de María, San Juan Pablo II, declaró la conmemoración de naturaleza obligatoria.

Vemos cómo la Iglesia, a los largo del desarrollo histórico va colocando fiestas y celebraciones en los momentos más adecuados para alimentar e impulsar la piedad del pueblo cristiano.

Una sola idea debiera centrar nuestra oración en este día, y es la frase con la que concluye el evangelio que se proclama: “Su Madre conservaba todo en su corazón”

Repitiendo y haciendo eco de esta afirmación es como nos podemos adentrar en el conocimiento del Corazón de María y también en el de Jesús.

Conservar en el corazón es la clave fundamental de la vida interior para que, poco a poco, se vaya esclareciendo el misterio de Dios en nuestras vidas. Como le ocurrió a María en tantos momentos.

Conservar en el corazón nos hace:

  • Más contemplativos. Personas de vida interior
  • Pacientes en las circunstancias de la vida
  • Atentos a las luces que Dios va mandando puntualmente
  • Comprensivos con lo que nos pasa a nosotros y con lo que les ocurre a los demás.
  • Nos capacita para tener un corazón maternal: atento a lo que necesita el otro.
  • No precipitarnos ante las cosas que no comprendemos en el momento.
  • Estar atentos y dispuestos a responder adecuadamente en cada situación, próspera o adversa.

Conservemos en el corazón, como María la Madre de Jesús.

Corazón Inmaculado de María, ¡haz nuestro corazón semejante al tuyo!

27/6/2014, Sagrado Corazón de Jesús

Lectura del libro del Deuteronomio (7,6-11)

En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo: «Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones. Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.»

Salmo responsorial (Sal 102,1-2.3-4.6-7.8.10)
R. La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16)

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30)

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

27 junio 2014. Sagrado Corazón de Jesús – Puntos de oración

Sagrado Corazón en vos confío. Te lo repito: Sagrado Corazón en ti confío.

Es la oración que brota de nuestro pequeño corazón hacia el Corazón grande de Cristo. Es la confianza en un corazón que es bueno, inmensamente bueno. El corazón, como símbolo de los sentimientos del hombre, manifiesta en Cristo lo más bueno y sublime del hombre. Cristo, arquetipo, del ser humano, tiene un corazón perfecto, es decir, un corazón misericordioso.

Si tenemos que parecernos a Cristo e imitarlo para ser santos y salvos, sólo nos queda acercarnos todo lo que podamos a esa misericordia. Cristo nos pide acercarnos a él, porque su yugo es suave y su carga ligera. Es la carga suficiente para que pueda ser llevada sin que nos hunda, pero sin que esté falta de peso. La suavidad del yugo de Cristo es la justa para que no nos haga daño, pero para que se pueda transportar la carga justa.

Cristo no miente, y Cristo nos dice que es manso y humilde de corazón, y allí sí que se puede descansar bien a gusto. San Juan, en el capítulo cuarto de su primera carta apostólica, nos indica cómo es el amor de Dios, y nos dice cómo tenemos que amarnos nosotros. Es una carta preciosa, y es impresionante la declaración del versículo ocho: “Dios es amor”. Pero en el evangelio de san Mateo que leemos hoy, es el propio Jesús el que nos dice cómo se entiende ese amor. “Nadie conoce al Padre sino el Hijo”, así que para explicarnos cómo es el amor del Padre nos explica cómo es su propio corazón.

Nos queda rezar hoy gozándonos en el amor del Padre que es lo mismo que el Corazón del Hijo.

Bendice alma mía al Señor, porque la misericordia del Señor llena la tierra y dura siempre.

26/6/2014, Jueves de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de los Reyes (24, 8-17)

Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre. En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron. Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada. Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios. El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. Se llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo según las órdenes del Señor. Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos -diez mil deportados-, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe. Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, todos los ricos -siete mil deportados-, los herreros y cerrajeros -mil deportados-, todos aptos para la guerra. En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.

Salmo responsorial (Sal 78, 1-2. 3-5. 8. 9)
R. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre.

Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad, han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas. Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo, y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. R.

Derramaron su sangre como agua en torno a Jerusalén, y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar siempre enojado? ¿Arderá como fuego tu cólera? R.

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. R.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 21-29)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: 'Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados." El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente. » Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

26 junio 2014. Jueves de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

2. Petición.  Hacemos nuestra la petición de la oración colecta para la fiesta de San Pelayo: “Señor Padre Nuestro, que prometiste a los limpios de corazón la recompensa de ver tu rostro, concédenos tu gracia y tu fuerza para que, a ejemplo de san Pelayo, mártir, antepongamos tu amor a las seducciones del mundo y guardemos el corazón limpio de todo pecado. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

Como petición extra, para la oración y para todo el día, puede estar también pedir al Señor por la persona y las intenciones del Director General de los Cruzados de Santa María, José Luis Acebes, pues hoy es su cumpleaños. Y pidamos para todos cruzados, militantes y colaboradores el sentido de docilidad al Espíritu Santo, que pasa por el espíritu de obediencia a nuestros directores legítimamente constituidos, para que se cumpla lo que dice la Carta a los Hebreos: “Obedeced a vuestros pastores y sed dóciles, pues ellos se desvelan por vuestro bien, sabiéndose responsables. Que puedan cumplir su tarea con alegría y no lamentándose, pues lo contrario no os traería cuenta” (Heb 13,17)

3. Puntos para orar: Hoy es San Pelayo. Fue un mártir de la castidad a los 15 años a principios del siglo X, en la España de la Reconquista. Nació en Galicia. Era sobrino del obispo de Tuy. Tras la derrota de las tropas cristianas en la batalla de Valdejunquera (920), fue apresado por Abderramán III junto con su tío y llevado a Córdoba como rehén. En la cárcel hizo apostolado entre los guardias y presos.  El califa, atraído por su figura lo invitó a apostatar y a satisfacer sus deseos carnales. El joven se mostró valiente e intrépido ante sus requerimientos, que rechazó con vehemencia. Cuenta la tradición que le replicó al califa: "Si, oh rey, soy cristiano. Lo he sido y lo seré por la gracia de Dios. Todas tus riquezas no valen nada. No pienses que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo, que es mi Señor y tuyo aunque no lo quieras". Fue descuartizado y sus restos echados al Guadalquivir. Recogidos por cristianos piadosos de Córdoba fueron enterrados y posteriormente, en el reinado de Ramiro III de León fueron llevados a León y posteriormente a Oviedo donde son venerados actualmente en el monasterio de monjas benedictinas de San Pelayo de esa ciudad.

San Pelayo es un ejemplo de valentía y de amor a la castidad, especialmente actual en nuestro mundo, tan sexualizado y esclavizado a los placeres carnales. Es un ejemplo de valentía y fortaleza especialmente para la juventud. Es un militante cristiano que en las heroicas circunstancias de la España del siglo X supo mantenerse fiel a Cristo. Un cristiano que vivió la Campaña de la Visitación con valentía y audacia, no acobardándose ante las tentaciones del mundo y la carne y confiando en Cristo, amor de su vida. Fue un cristiano que escuchó las palabras de Cristo y edificó su casa sobre la roca que es Él.

4. Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con Jesús, Avemaría a la Virgen.

5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.

25/6/2014, Miércoles de la XII semana de Tiempo ordinario

Lectura del segundo libro de los Reyes (22, 8-13; 23, 1-3)

En aquellos días, el sumo sacerdote Helcias dijo al cronista Safán: -«He encontrado en el templo el libro de la Ley. » Entregó el libro a Safán, y éste lo leyó. Luego fue a dar cuenta al rey Josías: -«Tus siervos han juntado el dinero que había en el templo y se lo han entregado a los encargados de las obras.» Y le comunicó la noticia: -«El sacerdote Helcías me ha dado un libro.» Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el contenido del libro de la Ley, se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asalas, funcionario real: -«Id a consultar al Señor por mí y por el pueblo y todo Judá, a propósito de este libro que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él.» Ellos llevaron la respuesta al rey, y el rey ordenó que se presentasen ante él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Luego subió al templo, acompañado de todos los judíos y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, chicos y grandes. El rey les leyó el libro de la alianza encontrado en el templo. Después, en pie sobre el estrado, selló ante el Señor la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. El pueblo entero suscribió la alianza.

Salmo responsorial (Sal 118, 33. 34. 35. 36. 37. 40)
R. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes.

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente. R.

Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R.

Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. R.

Inclina mi corazón a tus preceptos, y no al interés. R.

Aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra. R.

Mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 15-20)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

25 junio 2014. Miércoles de la XII semana de Tiempo ordinario – Puntos de oración

Estamos terminando el mes de Junio dedicado al Corazón de Jesús. Durante este mes la Iglesia nos ha invitado a mirar al Amor y a su fuente: el Corazón de Cristo. Un momento privilegiado para mirar a Jesús y sobre todo, para dejarse mirar por Él es la oración de cada día. San Juan de Ávila nos recomienda prepararnos para este encuentro, así:

Preparación próxima: “buscar un lugar conveniente y apartado del bullicio… Desocuparse de todos los negocios y de toda conversación”.

Preparación inmediata:

1. Suplicar a Dios «que os hable en vuestro corazón con su viva voz, mediante aquellas palabras que de fuera leéis, y os dé el verdadero sentido de ellas».

Y el mismo Jesús nos recuerda lo que dijo a sus discípulos cuando le preguntaron por la manera de hacer oración: “Cuando oréis, decid: Padre…”

Meditación del Evangelio, Mt 7, 15-20

“Cuidado con los profetas falsos, esos que se os acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces” En el Antiguo Testamento, Dios había advertido a menudo que nos pusiéramos en guardia contra los "falsos profetas". Jesús dice que son semejantes exteriormente a los profetas auténticos: se visten con la capa de la buena doctrina y de la buena moral... por lo tanto son difícilmente reconocibles. Así el gran peligro para la Iglesia, generalmente no proviene de sus enemigos externos, fácilmente conocidos, sino de aquellos que aparentando una vida normal... son de hecho, "lobos" rapaces, incluso cuando pretenden hablar en el nombre de Dios.

“Por sus frutos los reconoceréis”: Jesús es realista. "Mirad y ved cómo actúan..." El verdadero valor de una persona se manifiesta por lo que hace. Por ejemplo, se puede hablar mucho de la Iglesia y no obedecerla prácticamente. Jesús se enfrentó durante toda su vida a los escribas y fariseos, que eran aparentemente gentes muy religiosas. La docilidad al Espíritu y la humildad son los frutos por los que se reconoce al profeta auténtico.

¿”Se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos”: ¡Un "buen" fruto! La calidad de una fruta depende de la calidad del árbol. Señor, transforma mi corazón para que sea como una ¡fruta buena! de la que puedan alegrarse y alimentarse los demás.

“Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos”: Es un buen criterio, para evaluar una acción, el considerar a la larga, sus resultados... ¿Cuáles han sido las consecuencias concretas de esta acción, de esta opinión?

“Todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa al fuego”: Nos recuerda la alegoría de la viña (Jn 15, 6...) donde Juan insiste en la unión con la vid para tener vida y dar fruto. San Mateo insiste sobre la urgencia de la conversión: el juicio de Dios está cerca. ¿Habremos sido un árbol sano? ¿Cuál habrá sido nuestra fecundidad?  Esto es verdad para cada uno de nosotros, si no nos preocupamos de dar fruto para la vida eterna.

Podemos terminar hoy la oración así: Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío. Repítelo muchas veces, ahora y a lo largo de todo el día. Piensa que Jesús es el mejor de tus amigos, el incomparable, que nunca te fallará. Escucha los latidos de su Corazón que te dicen: fíjate en mí que soy manso y humilde. ¡Ven, no te quedes fuera! ¡No tengas miedo!

24/6/2014, Natividad de san Juan Bautista

Lectura del libro de Isaías (49, 1-6)

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenla mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel - tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza -: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»

Salmo responsorial (Sal 138, 1-3. 13-14. 15)
R. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.

Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. R.

No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 22-26)

En aquellos días, dijo Pablo: -«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66. 80)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -«¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: -«Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

24 junio 2014. Natividad de san Juan Bautista – Puntos de oración

Damos comienzo a nuestra oración desde la súplica humilde: ¡Padre, en el nombre de Jesús, danos tu Espíritu! Le pedimos a la Virgen que nos acoja en su Corazón de Madre para orar, escuchando la Palabra de Dios y guardándola en nuestro corazón para que dé fruto en este día.

Hoy celebramos el nacimiento de Juan el Bautista, el precursor del Mesías, que le preparó el camino con su mismo nacimiento, su vida y predicación y su mismo martirio. En nuestra campaña de la Visitación, esta fiesta es un hito relevante, porque Juan Bautista fue santificado en el seno de su madre santa Isabel cuando fue visitada por María que llevaba ya en su seno a Jesús.  Por eso se la aplican las palabras de la primera lectura: “Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre”. En su comentario a este día, el P. Tomás Morales presenta a san Juan Bautista como el espejo en el que se tiene que mirar todo aquél que se pone en manos de la Virgen para dejarse modelar por Ella. Así, la Virgen, en esos tres meses que permaneció en la montaña de Judea, hizo que el alma del futuro precursor de su Hijo, se preparara para su misión, contagiándole tres grandes virtudes: humildad, pureza y fortaleza:

– El Bautista cumplió su misión con humildad, dejando paso a Jesús y desapareciendo después. Sabía que él no era el Mesías, sino la voz que grita en el desierto. Hemos escuchado en la segunda lectura que decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias”. Y cuando llegue dirá: “es preciso que Él crezca y que yo mengüe”. Le pedimos a la Virgen: “Enséñanos la humildad, para que nos pongamos a nosotros mismos en el centro, sino que dejemos que Jesús sea el centro de nuestra vida. Que al cumplir nuestro deber hoy no busquemos más que la gloria de Dios y no la nuestra”.

– Juan se retiró al desierto y vivió austeramente; su corazón era virginal, totalmente entregado a su misión. La Virgen modeló en él un corazón en olvido total de sí mismo, lleno de celo por la llegada del Reino de Dios. Le pedimos con confianza: “Danos un corazón como el tuyo, María, alcánzanos la virtud de la pureza en este verano para que nos parezcamos a esos neveros de alta montaña que en el calor del estío permanecen y no cesan de manar agua; danos un corazón limpio para ser cauces de vida divina para las almas”.

– Para cumplir su misión, Juan Bautista recibió por medio de María una gran fortaleza: para predicar en medio del desierto un bautismo de conversión sin desanimarse, para denunciar a Herodes su adulterio y acabar sus días encarcelado y finalmente, degollado. Ella, que permaneció al pie de la cruz, contagia fortaleza a los que se abandonan en sus manos para acoger la voluntad de Dios y ser fieles hasta el final. A Ella le pedimos con esperanza: “Tú que eres fuerte como la Torre de David alcánzanos fortaleza para cumplir hoy nuestra misión, para tomar nuestra cruz y seguir a Jesús”.

Al concluir nuestra oración pedimos a san Juan Bautista que seamos hoy como él humildes, puros y fuertes, para vivir la Campaña de la Visitación preparando los caminos para que Jesús llegue a las almas.

23/6/2014, Lunes de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de los Reyes (17, 5-8. 13-15a. 18)

En aquellos días, Salmanasar, rey de Asiría, invadió el país y asedió a Samaria durante tres años. El año noveno de Oseas, el rey de Asiría conquistó Samaria, deportó a los israelitas a Asiría y los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en las poblaciones de Media. Eso sucedió porque, sirviendo a otros dioses, los israelitas habían pecado contra el Señor, su Dios, que los habla sacado de Egipto, del poder del Faraón, rey de Egipto; procedieron según las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado ante ellos y que introdujeron los reyes nombrados por ellos mismos. El Señor había advertido a Israel y Judá por medio de los profetas y videntes: -«Volveos de vuestro mal camino, guardad mis mandatos y preceptos, siguiendo la ley que di a vuestros padres, que les comuniqué por medio de mis siervos, los profetas.» Pero no hicieron caso, sino que se pusieron tercos, como sus padres, que no confiaron en el Señor, su Dios. Rechazaron sus mandatos y el pacto que había hecho el Señor con sus padres, y las advertencias que les hizo. El Señor se irritó tanto contra Israel que los arrojó de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá.

Salmo responsorial (Sal 59, 3. 4-5. 12-13)
R. Que tu mano salvadora, Señor, nos responda.

Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas estabas airado, pero restáuranos. R.

Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona.
Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo. R.

Tú, oh Dios, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas.
Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil.

Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,1-5)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Déjame que te saque la mota del ojo", teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

23 junio 2014. Lunes de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¿Qué es la oración?  La oración es la gran puerta de entrada en la fe. Quien ora ya no vive de sí mismo, para sí mismo y por sus propias fuerzas. Sabe que hay un Dios a quien se puede hablar. Una persona que ora se confía cada vez más a Dios. Busca ya desde ahora la unión con aquel a quien encontrará un día cara a cara. Por eso pertenece a la vida cristiana el empeño por la oración cotidiana. Ciertamente no se puede aprender a orar como se aprende una técnica. Orar, por extraño que parezca, es un don que se recibe a través de la oración. No podríamos orar si Dios no nos diera su gracia.  (Youcat Pag. 270)

Terminamos ayer las fiestas fuertes del tiempo litúrgico con el Corpus Christi. Muchos hemos acompañado a Jesús por las calles de nuestras ciudades y pueblos. Cantemos al amor de los amores, Dios está aquí… Venid adoradores adoremos a Cristo redentor... Le hemos acompañado chicos y grandes. Niños vestidos con el traje de primera comunión. Le hemos recibido en nuestro corazón y hemos caminado dentro y acompañándole en la custodia.

Muchos días  a lo largo del curso comenzaba las clases a primera hora. He intentado ir a misa antes de las clases para que Jesús  viva más dentro de mí y me de fuerzas para ver en mis alumnos a Jesús. “Mi secreto es muy sencillo: yo rezo y mediante mi oración me hago una con el amor de Cristo y comprendo que orar es amarle, que orar es vivir con él y esto significa hacer verdad sus palabras. Orar es para mí estar 24 horas el día unida a la voluntad de Jesús, vivir para él por él y con él.” (Beata Teresa de Calcuta)

Para ello comenzamos nuestro tiempo de oración en este lunes del mes de junio.

Celebramos la Fiesta de un gran santo amigo de San Juan Bosco: San José Cafasso. Se acostumbra referirse a san José Cafasso como a un santo de la Congregación Salesiana, y eso se comprende en razón de que José era amigo íntimo y director espiritual de san Juan Bosco; sin embargo, se trata de un error: san José Cafasso fue un sacerdote secular que ayudó mucho y entendió a San Juan Bosco. Nació en el mismo lugar que fue cuna de san Juan Bosco y de otros muchos notables hombres de la Iglesia. Juan Bosco y José Cafasso se encontraron por primera vez un domingo del otoño de 1827, cuando aquél era un chiquillo vivaracho y éste un joven sacerdote. «¡Lo vi y hablé con él!», anunció orgullosamente Juan al llegar a casa. « ¿A quién viste?», le preguntó su madre. «A José Cafasso. Y yo te digo que es un santo, mamá»

La lectura: -«Volveos de vuestro mal camino, guardad mis mandatos y preceptos, siguiendo la ley que di a vuestros padres, que les comuniqué por medio de mis siervos, los profetas.»

Que tu mano salvadora, Señor, nos responda, nos dice el Salmo

Eso esperamos, que nos responda el Señor en este rato de oración a nuestras dudas: de final de curso, de caridad con el prójimo con nuestros familiares, amigos, nuestras comunidades. El evangelio, corto y con mucho jugo: No juzgaras y no serás juzgado. Qué bien vemos las faltas de los demás. Fíjate como lo dice el evangelio.

Porque te fijas en la mota que tiene tu hermano y no ves la viga en el tuyo.  Pedir al Señor que nos haga ver nuestras faltas o que otros nos las descubran.

Acudamos al Corazón de Jesús en su mes y digamos de ti yo si me fío.

22/6/2014, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Ciclo A)

Lectura del libro del Deuteronomio (8, 2-3. l4b-l6a)
Moisés habló al pueblo, diciendo: -«Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.»
Salmo responsorial (Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20)
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10, 16-17)
Hermanos: El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.
Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 51-58)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: -«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: -«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: -«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

22 junio 2014. Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Ciclo A) – Puntos de oración

Hoy nos sirve de meditación la homilía de San Juan Pablo II, en la Misa de la Solemnidad del “Corpus Christi”,  en San Juan de Letrán (jueves 11 de junio de 1998):
1. «Tú caminas a lo largo de los siglos » (canto eucarístico polaco).
La solemnidad del Corpus Christi nos invita a meditar en el singular camino que es el itinerario salvífico de Cristo a lo largo de la historia, una historia escrita desde los orígenes, de modo simultáneo, por Dios y por el hombre. A través de los acontecimientos humanos, la mano divina traza la historia de la salvación.
Es un camino que empieza en el Edén, cuando, después del pecado del primer hombre, Adán, Dios interviene para orientar la historia hacia la venida del «segundo» Adán. En el libro del Génesis se encuentra el primer anuncio del Mesías y, desde entonces, a lo largo de las generaciones, como atestiguan las páginas del Antiguo Testamento, se recorre el camino de los hombres hacia Cristo.
Después, cuando en la plenitud de los tiempos el Hijo de Dios encarnado derrama en la cruz la sangre por nuestra salvación y resucita de entre los muertos, la historia entra, por decirlo así, en una dimensión nueva y definitiva: se sella entonces la nueva y eterna alianza, cuyo principio y cumplimiento es Cristo crucificado y resucitado. En el Calvario el camino de la humanidad, según los designios divinos, llega a su momento decisivo: Cristo se pone a la cabeza del nuevo pueblo para guiarlo hacia la meta definitiva. La Eucaristía, sacramento de la muerte y de la resurrección del Señor, constituye el corazón de este itinerario espiritual escatológico.
2. «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan vivirá para siempre» (Jn 6,51).
Acabamos de proclamar estas palabras en esta solemne liturgia. Jesús las pronunció después de la multiplicación milagrosa de los panes junto al lago de Galilea. Según el evangelista san Juan, anuncian el don salvífico de la Eucaristía. No faltan en la antigua Alianza prefiguraciones significativas de la Eucaristía, entre las cuales es muy elocuente la que se refiere al sacerdocio de Melquisedec, cuya misteriosa figura y cuyo sacerdocio singular evoca la liturgia de hoy. El discurso de Cristo en la sinagoga de Cafarnaum representa la culminación de las profecías veterotestamentarias y, al mismo tiempo, anuncia su cumplimiento, que se realizará en la última cena. Sabemos que en esa circunstancia las palabras del Señor constituyeron una dura prueba de fe para quienes las escucharon, e incluso para los Apóstoles.
Pero no podemos olvidar la clara y ardiente profesión de fe de Simón Pedro, que proclamó: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (Jn 6, 68-69).
Estos mismos sentimientos nos animan a todos hoy, mientras, reunidos en torno a la Eucaristía, volvemos idealmente al cenáculo, donde el Jueves Santo la Iglesia se congrega espiritualmente para conmemorar la institución de la Eucaristía.
3. «In supremae nocte cenae, recumbens cum fratribus...».
«La noche de la última cena, recostado a la mesa con los Apóstoles, cumplidas las reglas sobre la comida legal, se da, con sus propias manos, a sí mismo, como alimento para los Doce».
Con estas palabras, santo Tomás de Aquino resume el acontecimiento extraordinario de la última cena, ante el cual la Iglesia permanece en contemplación silenciosa y, en cierto modo, se sumerge en el silencio del huerto de los Olivos y del Gólgota.
El doctor Angélico exhorta: «Pange, lingua, gloriosi Corporis mysterium...».
«Canta, lengua, el misterio del Cuerpo glorioso y de la Sangre preciosa que el Rey de las naciones, fruto de un vientre generoso, derramó como rescate del mundo».
El profundo silencio del Jueves Santo envuelve al sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Parece que el canto de los fieles no puede desplegarse en toda su intensidad ni tampoco, con mayor razón, las demás manifestaciones públicas de la piedad eucarística popular.
4. Por eso, la Iglesia sintió la necesidad de una fiesta adecuada, en la que se pudiera expresar más intensamente la alegría por la institución de la Eucaristía: nació así, hace más de siete siglos, la solemnidad del Corpus Christi, con grandes procesiones eucarísticas, que ponen de relieve el itinerario del Redentor del mundo en el tiempo: «Tú caminas a lo largo de los siglos». También la procesión que realizaremos hoy al término de la santa misa evoca con elocuencia el camino de Cristo solidario con la historia de los hombres. Significativamente a Roma se la suele llamar «ciudad eterna», porque en ella se reflejan admirablemente diversas épocas de la historia. De modo especial, conserva las huellas de dos mil años de cristianismo.
En la procesión, que nos llevará desde esta plaza hasta la basílica de Santa María la Mayor, estará presente idealmente toda la comunidad cristiana de Roma congregada alrededor de su Pastor, con sus obispos colaboradores, los sacerdotes, los religiosos, las religiosas y los numerosos representantes de las parroquias, de los movimientos, de las asociaciones y de las cofradías. A todos dirijo un cordial saludo.
Quisiera saludar en particular a los obispos cubanos que, presentes en Roma desde hace algunos días, han querido unirse a nosotros hoy, a fin de dar una vez más gracias al Señor por el don de mi reciente visita e implorar la luz y la ayuda del Espíritu para el camino de la nueva evangelización. Los acompañamos con nuestro afecto y nuestra comunión fraterna.
5. Al celebrar hoy la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, el pensamiento va también al 18 de junio del año 2000, cuando aquí, en esta basílica, se inaugurar á el 47° Congreso eucarístico internacional. El jueves siguiente, 22 de junio, solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, partirá desde esta plaza la gran procesión eucarística. Además, congregados en asamblea litúrgica para la Statio orbis, el domingo 25 celebraremos la solemne eucaristía unidos a los numerosos peregrinos que, acompañados por sus pastores, vendrán a Roma desde todos los continentes para el Congreso y para venerar las tumbas de los Apóstoles.
Durante los dos años que nos separan del gran jubileo, preparémonos, tanto individual como comunitariamente, para profundizar el gran don del Pan partido para nosotros en la celebración eucarística. Vivamos en espíritu y en verdad el misterio profundo de la presencia de Cristo en nuestros tabernáculos: el Señor permanece entre nosotros para consolar a los enfermos, para ser viático de los moribundos, y para que todas las almas que lo buscan en la adoración, en la alabanza y en la oración, experimenten su dulzura. Cristo, que nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, nos conceda entrar en el tercer milenio con nuevo entusiasmo espiritual y misionero.
6. Jesús está con nosotros, camina con nosotros y sostiene nuestra esperanza. «Tú caminas a lo largo de los siglos », le decimos, recordando y abrazando en la oración a cuantos lo siguen con fidelidad y confianza.
Ya en el ocaso de este siglo, esperando el alba del nuevo milenio, también nosotros queremos unirnos a esta inmensa procesión de creyentes.
Con fervor e íntima fe proclamamos: «Tantum ergo Sacramentum veneremur cernui...».
«Adoremos el Sacramento que el Padre nos dio. La antigua figura ceda el puesto al nuevo rito. La fe supla la incapacidad de los sentidos». «Genitori Genitoque laus et iubilatio... ».
«Al Padre y al Hijo, gloria y alabanza, salud, honor, poder y bendición. Gloria igual a quien de ambos procede». Amén.

Oración Final: Oh Dios, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz, proclamó como Madre nuestra a santa María Virgen, Madre suya, concédenos, por su mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

21/6/2014, Sábado de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de las Crónicas (24, 17-25)

Cuando murió Yehoyadá, las autoridades de Judá fueron a rendir homenaje al rey, y éste siguió sus consejos; olvidando el templo del Señor, Dios de sus padres, dieron culto a las estelas y a los ídolos. Este pecado desencadenó la cólera de Dios contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas para convertirlos, pero no hicieron caso de sus amonestaciones. Entonces el espíritu de Dios se apoderó de Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá, que se presentó ante el pueblo y le dijo: -«Así dice Dios: ¿Por qué quebrantáis los preceptos del Señor? Vais a la ruina. Habéis abandonado al Señor, y él os abandona.» Pero conspiraron contra él y lo lapidaron en el atrio del templo por orden del rey. El rey Joás, sin tener en cuenta los beneficios recibidos de Yehoyadá, mató a su hijo, que murió diciendo: -«¡Que el Señor juzgue y sentencie!» Al cabo de un año, un ejército de Siria se dirigió contra Joás, penetró en Judá, hasta Jerusalén, mató a todos los jefes del pueblo y envió todo el botín al rey de Damasco. El ejército de Siria era reducido, pero el Señor le entregó un ejército enorme, porque el pueblo había abandonado al Señor, Dios de sus padres. Así se vengaron de Joás. Al retirarse los sirios, dejándolo gravemente herido, sus cortesanos conspiraron contra él para vengar al hijo del sacerdote Yehoyadá. Lo asesinaron en la cama y murió. Lo enterraron en la Ciudad de David, pero no le dieron sepultura en las tumbas de los reyes.

Salmo responsorial (Sal 88, 4-5. 29-30. 31-32. 33-34)
R. Le mantendré eternamente mi favor.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R.

«Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo.» R.

«Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos y no guardan mis mandatos.» R.

«Castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas;
pero no les retiraré mi favor ni desmentiré mi fidelidad.» R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 24-34)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

14 junio 2014. Sábado de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

En la oración de este día te propongo que reflexiones sobre la confianza en el Señor, al hilo de lo que nos dice el Evangelio de este día. Puede que en la vida estés pasando una época complicada, que te vayan las cosa mal, puede que “se te venga el mundo encima”; no te preocupes, no te agobies y ten confianza en el Señor ya que él nos cuida y nos da lo necesario para cada día, como le pedimos en el Padrenuestro “danos hoy nuestro pan de cada día”. No decaigas, ten ánimo, porque si Dios se preocupa de dar de comer cada día a unos pequeños pajarillos y viste precioso a solo unos lirios, cómo no va a ocuparse con todo cariño a la mayor obra de la Creación que eres tú, el hombre, hecho a su propia imagen y semejanza, su criatura más preciosa. Fíate del Señor y persevera en su amor y no tengas miedo, porque estás en sus manos.

Para vivir esto y confiar, es necesario creer en la providencia divina por la cual Dios nos da lo mejor para cada uno de nosotros y lo que más necesitamos para nuestra salvación y no te abandona.

Por estas dos cosas, la confianza en el Señor y la providencia divina, no debemos tener miedo de nada, como ya nos indicaba San Juan Pablo II con su ¡No tengáis miedo!, porque Dios te ama. No tengas miedo por el futuro, porque aún no ha llegado y no sabes cómo será y por lo tanto preocuparse por él es absurdo. Al contrario, ¡vive el momento presente! y santifícate en el ahora. Vive el momento presente y ahora que estás rezándole, en silencio, háblale, Él ya sabe lo que más necesitas. Dios proveerá.

Al final de la oración pídele a la Virgen que te cuide y pide la intercesión de San Luis Gonzaga, patrón de la juventud cristiana, cuyo santo celebramos hoy.

20/6/2014, Viernes de la XI semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de los Reyes (11, 1-4.9-18. 20)
En aquellos días, cuando Atalía, madre del rey Ocozías, vio que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real. Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio; así, se lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte. El niño estuvo escondido con ella en el templo durante seis años, mientras en el país reinaba Atalía. El año séptimo, Yehoyadá mandó a buscar a los centuriones de los caria s y de la escolta; los llamó a su presencia, en el templo, se juramentó con ellos y les presentó al hijo del rey. Los centuriones hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres, los que estaban de servicio el sábado y los que estaban libres, y se presentaron al sacerdote Yehoyadá. El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David, que se guardaban en el templo. Los de la escolta empuñaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ángulo sur hasta el ángulo norte del templo, para proteger al rey. Entonces Yehoyadá sacó al hijo del rey, le colocó la diadema y las insignias, lo ungió rey, y todos aplaudieron, aclamando: «¡Viva el rey!» Atalía oyó el clamor de la tropa y se fue hacia la gente, al templo. Pero, cuando vio al rey en pie sobre el estrado, como es costumbre, ya los oficiales y la banda cerca del rey, toda la población en fiesta y las trompetas tocando, se rasgó las vestiduras y gritó: -«¡Traición, traición!» El sacerdote Yehoyadá ordenó a los centuriones que mandaban las fuerzas: -«Sacadla del atrio. Al que la siga lo matáis.» Pues no quería que la matasen en el templo. La fueron empujando con las manos y, cuando llegaba a palacio por la puerta de las caballerizas, allí la mataron. Yehoyadá selló el pacto entre el Señor y el rey y el pueblo, para que éste fuera el pueblo del Señor. Toda la población se dirigió luego al templo de Baal; lo destruyeron, derribaron sus altares, trituraron las imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar. El sacerdote Yehoyadá puso guardias en el templo. Toda la población hizo fiesta, y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado en el palacio.
Salmo responsorial (Sal 131, 11. 12. 13-14. 17-18)
R. El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.» R.

«Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» R.

Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré porque la deseo.» R.

«Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia, sobre él brillará mi diadema.» R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6, 19-23)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! »

20 junio 2014. Viernes de la XI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Después de acostado, ya que me quiera dormir, por espacio de un Avemaría pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo el ejercicio que tengo de hacer.” (San Ignacio – primera adición – ejercicios espirituales). 
Al día siguiente: iniciaremos nuestro rato exclusivo con el Señor, poniéndonos en su presencia y recordando la oración preparatoria de san Ignacio:
“Pedimos gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”.
Invocamos al Espíritu Santo, siguiendo al Papa pedimos la gracia del don de piedad. Entendiéndole  como  el auténtico espíritu religioso de confianza filial, que nos permite rezar y darle culto con amor y sencillez, como un hijo que habla con su padre.
Recordamos que siempre en nuestro rato diario de oración estamos acompañados por la presencia maternal de María. A san José le pedimos por nuestra perseverancia.
Sujetemos nuestra imaginación, metiéndonos en una escena en la que Jesús de pie con su túnica blanca de una sola pieza en un pequeño monte,  con discípulos a su alrededor, uno de ellos podemos ser  cada uno de nosotros. Jesús empieza a hablarnos del peligro de la riqueza.
Las lecturas de hoy nos hablan de los apegos de Dios y los apegos del hombre.
Dios está buscando ayudar a su pueblo. “El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella” (salmo 131).  Ha elegido a un descendiente de su ungido David para ponerle al frente de su pueblo. (Apego de Dios-amor a su pueblo).
En la primera lectura el ansia de poder de Atalía quiere cambiar el plan de Dios. Ella ha escogido el ídolo del poder para su propio beneficio, se ha equivocado de camino y pagará con su vida su error. (Apego del hombre-poder). 
No es Dios quien la castiga, Dios perdona siempre. El castigo viene de los hombres que solo perdonan algunas veces.
Dios desea nuestra fidelidad: «Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.». Ahora, conoce el barro del que estamos hechos y nos ama por El mismo, para mantener eternamente su alianza.
“Dios no está ciego, nos dice san Juan de Ávila. Dios nos ve con nuestras imperfecciones, miserias, limitaciones. Y sin embargo nos ama a pesar de todo esto, porque Él es el Amor, es la bondad, es la perfección” (Abelardo de Armas – Febrero 2001 – Agua viva).
El pasaje del evangelio nos empieza hablando del desapego a las riquezas: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón”.
Jesús refleja en su comentario lo que ha visto en las casas de Palestina. En cofres y arcones se guardaban telas, trajes, tejidos valiosos, también ocultos en tierra. Al mismo tiempo alimentos y todo tipo de grano.
La polilla acribilla los tejidos, el grano es buscado por insectos y roedores  para su sustento. Los ladrones robaban fácilmente, horadando las casas palestinas, hechas de argamasa y adobe. Acordémonos del paralítico al que descuelgan por el techo, “hecha una abertura” desmontando en un momento el tejado.
Así son las riquezas de la tierra, tarde o temprano desaparecen. O te las roban o las dejas. “No he visto nunca un camión de mudanzas detrás de un entierro”, dijo el Papa Francisco. 
Continúa el evangelio  con una  extraña referencia a la luz, que nosotros podemos interpretar como la luz interior de nuestra fé.  “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! ».
El ojo es sinónimo de corazón, se me ocurre que hay una relación inversa entre nuestros apegos a cualquier tipo de riqueza y la intensidad de nuestra fe, nuestra confianza en Dios. Cuando el corazón está lleno  de cosas, de autosuficiencias, la presencia de Dios es más débil, más tenue:” el ojo está enfermo”.
Por el contrario, si vivimos abandonados en Dios “sin creernos personitas”, nuestra fe se agiganta. En este mismo sermón poco más adelante, Jesús nos pone el ejemplo de los lirios del campo, las florecillas que sin preocuparse no carecen de nada.
De ellas Jesús dijo que “no tejen ni hilan, pero ni el rey Salomón se vistió con mayor esplendor”.  Nos alentó a contemplarlas e imitarlas dándonos la clave de nuestra felicidad: “No andéis preocupados por vuestra vida”.

Acabemos nuestras reflexiones con un coloquio con Jesús.  San Ignacio nos lo precisa: “el coloquio se hace, propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor: cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas. Y decir un Pater noster”.

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