1/6/2017, Jueves de la VII semana de Pascua – San Justino

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22, 30; 23, 6-11)
En aquellos días, queriendo el tribuno conocer con certeza los motivos por los que los judíos acusaban a Pablo, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajando a Pablo, lo presentó ante ellos. Pablo sabía que una parte eran fariseos y otra saduceos y gritó en el Sanedrín: - «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, se me está juzgando por la esperanza en la resurrección de los muertos». Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten ambas cosas) Se armó un gran griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: - «No encontramos nada malo en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?». El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel. La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: - «¡Animo! Lo mismo que has dado testimonio en Jerusalén de lo que a mí se refiere, tienes que darlo en Roma».
Salmo responsorial (Sal 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11)
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. 
R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. 
R.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 
R.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (17, 20-26)

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró, Jesús diciendo: - «No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

1 junio 2017. Jueves de la VII semana de Pascua – San Justino – Puntos de oración

Estamos a la espera de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Nuestra oración comienza pues por unirnos a la Virgen María en el Cenáculo de la Iglesia y suplicar la “fuerza de lo Alto” que nos haga testigos de Cristo. Nos puede ayudar esta oración del Cardenal Verdier:

Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo,
Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia santificación.
Espíritu Santo,
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amén.

El Espíritu Santo es la persona de la Trinidad que une al Padre y al Hijo: es el Amor de Dios hecho persona, lazo de unidad. La oración sacerdotal de Jesús, que hoy se lee en el Evangelio, pide para nosotros el don de la unidad, que seamos uno como el Padre y Jesús son uno: “que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado”. El Espíritu Santo es el que nos une con Dios y entre nosotros. Donde está el Espíritu, hay unidad. Jesús alude a Él como la “gloria de Dios”: “También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno”. Así lo explica san Gregorio de Nisa: “Si se examinan atentamente las palabras del Señor, se descubrirá que el Espíritu Santo es denominado ‘gloria’. Dice así, en efecto: les di a ellos la gloria que me diste. Efectivamente, les dio esta gloria cuando les dijo: Recibid el Espíritu Santo”. Es hermoso pensar y saborear que, si el Espíritu Santo está en nosotros, nuestro cuerpo y nuestra alma son templos de la gloria de Dios.
Estamos dando los primeros pasos de la Campaña de la Visitación. Hoy podemos imitar a la Virgen en el olvido de sí misma, tratando de ser instrumentos de unidad, viviendo la espiritualidad de Nazaret, creando familia a nuestro alrededor, generando alegría, servicialidad... Si tenemos algún enfrentamiento, distancia, en nuestro corazón; si cerca de nosotros hay división, enfrentamiento... recemos esta oración de Jesús y pidamos que la gloria del Espíritu resplandezca en nosotros, trabajando por superar esa división.
Pedimos también el don de la unidad para la Iglesia, que el Espíritu Santo nos haga sentir el escándalo que representa la división de los cristianos y el grave impedimento que supone “para que el mundo crea”, para la misión que Cristo nos encomendó. Por eso, nos unimos a la oración de Jesús y pedimos con confianza que las diversas confesiones cristianas avancemos en el camino hacia la plena comunión en la fe y en los sacramentos, hasta que formemos la única Iglesia de Cristo y podamos acercarnos unidos a la Mesa de la Unidad que es la Eucaristía. Meditemos estas palabras de san Juan Pablo II en su encíclica Ut unum sint sobre ecumenismo: “Creer en Cristo significa querer la unidad; querer la unidad significa querer la Iglesia; querer la Iglesia significa querer la comunión de gracia que corresponde al designio del Padre desde toda la eternidad”.

¡Ven Espíritu Santo! ¡Ven Espíritu de unidad! ¡Ven por María!

31/5/2017, La Visitación de la Virgen María

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (12, 9-16b)
Hermanos: Que vuestra caridad no sea una fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno. Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran. Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde.
Salmo responsorial (Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6)
R. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.
El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. 
R.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. 
R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 39-56)

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

31 mayo 2017. La Visitación de la Virgen María – Puntos de oración

SUBIÓ DE PRISA A LA MONTAÑA
¿Puede el sol subir más alto? ¿Y puede quien porta al sol ascender más arriba?
Así podemos imaginar a Nuestra Señora, pequeña en su humildad, pero revestida de luz interior, que brota del Cristo que se gesta en sus entrañas.
Subir… campaña de marchas y campamentos.
Subir a lo más alto de la vida espiritual… ejercicios y convivencias.
¿Cómo subió María, si no descendiendo? Abelardo en sus Meditaciones del mes de mayo relaciona la Virgen en la Visitación con el cumplimiento perfecto del amor fraterno. Hay, pues, un descender para ponerse al servicio de los demás, que es la cumbre del ascenso.
La Virgen en la Visitación toca el límite de su pequeñez y proclama el Magníficat. ¡Curioso contraste!  Quien se sabe la más pequeña, y por tanto la más desapropiada, se siente también la más amada, la elegida de Dios entre todas las mujeres.  He aquí otra cima, también predicada y vivida por Abelardo: Las manos vacías es la cumbre de la humildad, que nos permite vivir en confianza.

Que Santa María de la Visitación nos alcance vivir su Campaña con ansias de vivir y ofrecernos para la salvación de nuestros hermanos.

30/5/2017, Martes de la VII semana de Pascua – San Fernando

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20, 17-27)
En aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vivieran los presbíteros de la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo: -«Vosotros habéis comprobado cómo he procedido con vosotros todo el tiempo que he estado aquí, desde el día en que puse pie en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, con lágrimas y en medio de las pruebas que me sobrevinieron por las maquinaciones de los judíos; como no he omitido por miedo nada de cuanto os pudiera aprovechar predicando y enseñando en público y en privado, dando solemne testimonio a judíos como a griegos, para que se conviertan a Dios y creyeran en nuestro Señor Jesús. Y ahora, mirad, me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu, de ciudad en ciudad, me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones. Pero a mí no me importa la vida, sino completar mi carrera y consumar el ministerio que recibí del Señor Jesús: ser testigo del Evangelio de la gracia de Dios. Y ahora, mirad: sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino, volverá a ver mi rostro. Por eso testifico en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos: pues no tuve miedo de anunciaros enteramente el plan de Dios».
Salmo responsorial (Sal 67, 10-11. 20-21)
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios
Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada
y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. 
R.
Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (17, 1-11a)

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús: - «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le dado sobre todo carne, dé la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».

30 Mayo 2017. Martes de la VII semana de Pascua – San Fernando – Puntos de oración

Escribe Juan de Ávila que Dios nos habla por sus enviados en el Antiguo y Nuevo Testamento excepto en el Evangelio que nos habla directamente, por sí mismo. “Lo que en otras partes ha dicho, ha sido hablar él por boca de sus siervos; y lo que habló en la humanidad que tomó, hablólo por su propia persona.” (San Juan de Ávila-Audi, Filia).
Estos días nos ha comentado Francisco, que al iniciar la oración pidamos al Espíritu Santo la gracia de recordar y entender el mensaje del Evangelio. No olvidemos ese consejo. “Cuando vosotros leéis todos los días —como os he recomendado— un trozo, un pasaje del Evangelio, pedid al Espíritu Santo: «Que yo entienda y recuerde estas palabras de Jesús». Y después leer el pasaje, todos los días... Pero antes, esa oración al Espíritu, que está en nuestro corazón: «Que recuerde y entienda»”.
Parece que el evangelio de hoy por su dificultad, nos pide una mayor intensidad en esta oración para entender este pasaje. Nos podemos sentir como aquel funcionario de la reina de los etíopes, que leyendo a Isaías no se enteraba de lo que leía. El Espíritu Santo viendo estas dificultades inspira a Felipe, subirse al carro y aclarar el texto al etíope. Nosotros también tenemos a “Felipe” para ayudarnos a entender la Biblia, nuestro Felipe es la Tradición de la Iglesia.
Surgiendo de la vida contemplativa y extendiéndose hacia las comunidades más activas, el acercamiento del creyente a la Biblia se ha venido a denominar la “Lectio Divina”. No se trataría de un aproximamiento intelectual, solamente, es mucho más, se trata de un acercamiento orante, partiendo del convencimiento que la Palabra de Dios es la base de una autentica espiritualidad cristiana. La Lectio Divina tendría cuatro momentos: la lectio propiamente, meditatio, oratio y contemplatio.
La lectio sería la lectura comprensiva del texto o pasaje. La meditatio correspondería a preguntarse: ¿Qué me dice el texto a mí?, es pasar de la comprensión a algo personal. Seguiríamos avanzando para entrar en la oratio. En estos momentos la pregunta sería : ¿Qué le digo a Dios?. No se trataría de elaborar una plegaria, bastaría más bien estar con Él. “Orar es estar muchas veces  a solas con quien sabemos nos ama”. (Santa Teresa). Finalmente si Dios nos lo concede, llegaríamos a la contemplatio. Esta fase sería llegar a sentir la  infusión secreta, pacífica y amorosa de Dios” (san Juan de la Cruz). Sentir cómo los sentimientos de Dios se transfieren a nuestra afectividad, Dios actúa con su “infusión secreta”. El alma no obra, ha negado su propia voluntad dejando actuar al Señor.
Pues apliquemos el itinerario a este pasaje del evangelio de san Juan (17, 1-5). La Iglesia ha visto representada la “oración sacerdotal” de Cristo a su Padre, desde el siglo III con san Cipriano de Alejandría. Este texto es como un resumen de la vida de Jesús, probablemente lo expresó en el escenario del cenáculo, previamente a la última cena.  Cristo aparece orando en el evangelio, siempre lo hace cuando se inicia un momento trascendental.
Cristo se dirige directamente a su Padre (V.1). El motivo es que “llegó la hora”, ¿qué hora? La de su muerte. Pide la glorificación, aquí habla como hombre no como Dios, ¿para qué?: “para que a todos los que tú le diste, les dé El la vida eterna” (V.2).  Va a comprar con su sangre la vida eterna de sus discípulos.
A continuación lavará los pies y lo hará también al que le traiciona, Judas irá con los pies limpios a venderle. Siente esta escena de Cristo arrodillado lavando los pies de Judas, siente el cruce de miradas, la mirada pura y hacia arriba de Jesús misericordioso y el cruce de miradas que rehúye Judas.  

Quedémonos leyendo, meditando, orando y contemplando este pasaje que hoy la Iglesia ha seleccionado para ti. Da gracias a Dios por haber puesto a tu alrededor tantos “Felipes” que han subido al carro de tu vida para ayudarte a entender la Sagrada Escritura.

29/5/2017, Lunes de la VII semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (19,1-8)
Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó: - «¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?». Contestaron: - «Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo». Él les dijo: - «Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?». Respondieron: - «El bautismo de Juan». Pablo les dijo: - « Juan bautizó con un bautismo de conversión, y diciendo al pueblo que creyesen en el que iba a venir después de él, es decir, en Jesús». Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas extrañas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres. Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses hablaba con toda libertad del reino de Dios, dialogando con ellos y tratando de persuadirlos.
Salmo responsorial (Sal 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab)
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios. 
R.
En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor, su nombre es el Señor. 
R.
Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (16,29-33)

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: - «Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios». Les contestó Jesús: - ¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

29 mayo 2017. Lunes de la VII semana de Pascua – Puntos de oración

Después del domingo de la Ascensión, y cuando todavía resuenan en nuestros corazones los ecos del salmo 46: “Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas”, la palabra del Señor nos sale al encuentro en el evangelio de este último lunes de pascua (lunes, sí, pero de Pascua).
En los últimos meses he tenido la misma reflexión con dos amigos en diferentes conversaciones. Y esta hace referencia al evangelio de hoy. Reflexionábamos sobre nuestra propia miseria y cómo, a raíz de una experiencia negativa, brotaba de manera inesperada una amarga decepción sobre uno mismo. Pues sí, de repente ante un fracaso, una “metedura de pata”, un “quedar en evidencia” uno se descubre más ruin y miserable de lo que se pensaba. Todos tenemos, de manera más o menos objetiva, una imagen de sí mismo, un autoconcepto, muy ligado a la autoestima, que en ocasiones la vida se encarga de desmontar. Y entonces nos descubrimos tan envidiosos, codiciosos, orgullosos y egoístas como los demás. Nos damos cuenta de que, en el fondo, nuestras intenciones no eran tan puras y desinteresadas como ingenuamente creíamos.
El Señor, hoy, en el evangelio, les advierte de esto a los apóstoles: “Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo”. Y así fue en la vida de la primitiva comunidad cristiana, que todos le abandonaron para sorpresa y decepción de ellos mismos. Las amargas lágrimas de Pedro son prueba de ello.
Pero esta, con serlo, no es la verdadera noticia. La verdadera noticia, la buena noticia es que el Señor ¡¡ya lo sabía!!. Que lo que para nosotros pudo ser un amargo descubrimiento tras un fracaso (descubrir nuestra miseria y ruindad) para el Señor no es nuevo. Jesús no se ha decepcionado contigo porque ya te conocía y sabía de lo que eras (o no eras) capaz de hacer. Sabía de lo que era capaz de hacer Judas y no por ello dejó de elegirle y amarle. Esto es lo alucinante del evangelio de hoy, que a pesar de que el Señor conoce TODO sobre mí, incluso aquellos rincones que para mí permanecen ocultos, no me rechaza y me sigue amando con locura. Con locura, sí, pero no con desconocimiento o ingenuidad. “Ahora vemos que lo sabes todo”, podemos decir también nosotros con los apóstoles.

Y nos dirá finalmente Jesús en el evangelio de hoy: “Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí”. Y la paz radica en la confianza de saber que, aunque el Señor lo conocía TODO sobre mí, no por eso deja de acogerme, perdonarme y amarme. La paz, la confianza la encontramos en El, no en nosotros.

28/5/2017, La Ascensión del Señor (Ciclo A)

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1, 1-11)
En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días.» Los que se habían reunido, le preguntaron diciendo: - «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Les dijo: - «No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y “hasta el confín de la tierra”». Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: - «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como le habéis visto marcharse al cielo».
Salmo responsorial (Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9)
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas
Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible, emperador de toda la tierra. 
R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. 
R.
Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1, 17-23)
Hermanos: El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder a favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro. Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Conclusión del santo evangelio según san Mateo (28,16-20)

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos."

28 mayo 2017. La Ascensión del Señor (Ciclo A) – puntos de oración

Antes de iniciar nuestro rato de oración, tomamos conciencia de que estamos delante del Señor. La composición de lugar es importante en este día. Incluso, si es posible es un buen día para salir al campo, en familia o en grupo, y en un lugar un poco elevado leer los textos y revivir el momento de la Ascensión del Señor.
Jesús rodeó este momento de una solemnidad inusual, tanto que los apóstoles le preguntan: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?". Jesús le da importancia a este momento y lo tiene; yo veo un momento doloroso para el Corazón de Jesús. Es el dolor de las despedidas; parece como que Jesús no se quiere ir y les contesta con un cariño inmenso: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.“
A continuación les encomienda una misión, que en ese momento no comprenden; pero cuando reciban el Espíritu Santo, comprenderán y sabrán lo que hay que hacer: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."
Muchas reflexiones se me ocurren y se te pueden ocurrir para hacer tu rato de oración. Yo me quedo con la parte final: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Llevamos 2.000 años viendo que esta afirmación ha sido realidad y lo seguirá siendo hasta el final del mundo.
No dejes pasar este momento sin ver, en segunda fila seguro, entre las mujeres que observan a la Virgen María y une tu corazón al de esta Madre que sufrió como nadie esta separación temporal.
Te sugiero una poesía de fray Luis de León y una presentación:
¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,

y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!


27/5/2017, Sábado de la VI semana de Pascua – San Agustín de Cantorbery

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,23-28)
Pasado algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos. Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor, y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan. Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.
Salmo responsorial (Sal 46,2-18-9.10)
R. Dios es el rey del mundo.
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. 
R.
Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. 
R.
Los príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (16, 23b-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

27 mayo 2017. Sábado de la VI semana de Pascua – San Agustín de Cantorbery – Puntos de oración

Nos encontramos a tan solo un día del domingo de la Ascensión... ¡El Señor se ha venido despidiendo a lo largo de toda esta semana, y como que no nos hacemos a la idea de su pronta partida junto al Padre...!
El Año Litúrgico actualiza los misterios de la vida de Cristo y nos transmite los mismos sentimientos, y las mismas gracias que los mismos conllevan...
No sé si somos conscientes de lo que todo esto supone en nuestra vida espiritual, en nuestra vida cristiana. Este producir y reproducir lo que Cristo vivió y nos alcanzó, desde su Encarnación hasta Pentecostés...
Hoy Jesús en el Evangelio nos anima a pedir al Padre en su nombre... Es más, nos insiste en decirnos, que todavía no lo hemos hecho como debiéramos.., y que por eso no hemos alcanzado la plenitud de la alegría...
"En aquel día pediréis en mi nombre..." Estas palabras del Maestro resuenan en nuestra oración personal como si aquel día fuera hoy precisamente...
Y continua diciéndonos: "y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios." ¿Os dais cuenta de lo que esto supone? "El Padre mismo os quiere, nos quiere, porque vosotros me queréis..." Nos encontramos inmersos en este océano del amor de Dios, y esto nos supera de tal manera, que no acertamos a decir palabra alguna..., y solo somos capaces de recibir amando...
Hagamos una lista grande de peticiones en nuestra oración de hoy, pongamos en ella todo lo que deseamos alcanzar, aquello de lo que tenemos más necesidad... Y al hacerlo, no nos miremos solo a nosotros mismos, sino contemplemos un mundo de menesterosos del Amor de Dios para interceder por ellos..., y entonces sí, nuestra alegría será completa...

¡Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre». Estas palabras, con las que termina el Evangelio de este día, resumen la vida de Jesucristo..., y deberían resumir también la vida de todo cristiano... Nosotros estamos en el mundo con una misión que cumplir, llevémosla a feliz término, y que cuando nos toque dejar el mundo y volver al Padre, podamos exclamar con Cristo: "Todo está cumplido…"

26/5/2017, Viernes de la VI semana de Pascua – San Felipe Neri

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,9-18)
Cuando estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión: - «No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad». Se quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios. Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo: - «Éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la Ley». Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos: - «Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos». Y les ordenó despejar el tribunal. Entonces agarraron a Sostenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se preocupara de ello. Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Áquila. En Cencreas se había hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.
Salmo responsorial (46,2-18-9.10)
R. Dios es el rey del mundo
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. 
R.
Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya: Gloria de Jacob, su amado. 
R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (16,20-23a)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «En verdad, en verdad os digo, vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».

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