1/1/2017, Santa María, Madre de Dios

Lectura del libro de los Números (6, 22-27)
El Señor habló a Moisés: - «Di a Aarón y a sus hijos: esta es la fórmula con que bendeciréis a los hijos de Israel: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz." Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré. »
Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. 
R.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. 
R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)
Hermanos: Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacía Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto; conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

1 enero 2017. Santa María, Madre de Dios – Puntos de oración

“Los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre”. Nada mejor para hacer nuestra oración en este primer día del año que imitar a los pastores de Belén e ir corriendo a adorar al Niño envuelto en pañales y acostado en el pesebre. Sigamos el orden que nos propone el evangelio, dirigiéndonos primero a María, luego a José y, por fin, al Niño.
El primer día del Año está dedicado a la maternidad divina de María. Así, nos dirigimos a la Madre de Dios para pedirle su ayuda y su intercesión. Una forma ideal de empezar el Año es consagrarnos a Ella, ofrecerle cuanto somos y tenemos, para que sea nuestra Madre; pedirle que nos ayude a aspirar a la santidad, dejándole a Dios hacer en nosotros. La siguiente oración está tomada de San Luis María Grignon de Monsfort y es parte de la consagración a la Virgen conocida como “esclavitud mariana”, porque consiste en hacerlo todo por María, con María, en María y para María, a fin de que nuestra vida sea por Cristo, con Él y en Él para gloria del Padre:
Os saludo, ¡oh María Inmaculada!, tabernáculo viviente de la Divinidad, en donde la Sabiduría eterna escondida quiere ser adorada por los ángeles y los hombres; os saludo, ¡oh Reina del cielo y de la tierra!, a cuyo imperio está sometido todo lo que hay debajo de Dios. Os saludo, ¡Oh refugio seguro de los pecadores!, cuya misericordia no falta a nadie; escuchad los deseos que tengo de la divina Sabiduría y recibid para ello los votos y las ofrendas que mi bajeza os presenta.
Yo, N…………………, pecador infiel, renuevo y ratifico hoy en vuestras manos los votos de mi bautismo. Renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y me entrego enteramente a Jesucristo, Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz tras Él, todos los días de mi vida; y a fin de que sea más fiel de lo que he sido hasta ahora, os escojo hoy, ¡oh, María!, en presencia de toda la corte celestial, por mi Madre y Señora. Os entrego y consagro, en calidad de esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y aun el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, otorgándoos entero y pleno derecho de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, a vuestro agrado, a la mayor gloria de Dios, en el tiempo y la eternidad.
Después de hablar con la Madre, nos fijamos en san José: Él es el humilde servidor del misterio de la Redención, el custodio de los tesoros del Señor: Jesús y María. Gracias a él se cumplen las profecías, pues cada vez que se le revela el ángel del Señor en sueños, él responde inmediatamente y con una fe obediente hace posible que los designios de salvación de Dios se realicen en la historia de los hombres. Así que a José le vamos a pedir que en este nuevo año sepamos vivir de fe y que los proyectos de amor de Dios sobre la humanidad puedan realizarse en medio de nosotros porque decimos nuestro , nuestro hágase a la voluntad amorosa de Dios.

Nos detenemos al fin, ante el Niño acostado en el pesebre: “El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”. Estas palabras de la bendición en el Antiguo Testamento se encarnan en Jesús. Él es el rostro de Dios que se ha hecho visible y cercano a nosotros. Mirar a Jesús niño es ver la bondad de Dios que se ha manifestado para nosotros, para mí. Y Jesús es nuestra Paz. Su nacimiento es el nacimiento de la Paz en este mundo de tinieblas. Ha venido “para guiar nuestros pasos por el camino de la Paz”. Hoy, Jornada de Oración por la Paz en el mundo, pidamos a Jesús que sea nuestra Paz, que la llevemos en el corazón y que seamos en este nuevo año “artesanos de la Paz”, como nos pide el Papa Francisco en el mensaje que ha escrito para este día. “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra Paz a los hombres de buena voluntad”.

31/12/2016, Séptimo día de la Octava de Navidad – San Silvestre I

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 18-21)
Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.
Salmo responsorial (Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. 
R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque. 
R.
Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. 
R.
Comienzo del santo evangelio según san Juan (1, 1-18)

En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.  Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

31 diciembre 2016. Séptimo día de la Octava de Navidad – San Silvestre I – Puntos de oración

En este tiempo de Navidad nos dejamos iluminar por el gran regalo que Jesús Niño nos trae, que no es otro que la confianza en alcanzar, sin mérito alguno nuestro, la vida eterna.
Si este mayor regalo, que ninguno otro pueda soñarse mayor, lo recibimos gratuitamente de la sonrisa de un Niño, a través de la cual se nos ofrece la comunión con la vida de Dios, se nos está indicando el camino que debemos recorrer en esta vida temporal y pasajera.
Y el camino es: Alegrarse de recibir gratuitamente tantos bienes y dones… Acogerlos, reconocerlos y dar gracias… Ponerlos a disposición de Dios y de los hermanos…
Ante Jesús Niño, en presencia de su Madre y de San José, y del coro inmenso de los ángeles del cielo, y de la inmensa muchedumbre de todos los santos, que son como los pastores que reciben la noticia y glorifican al Dios en el cielo y en la tierra, repetimos el coloquio de los Ejercicios, con mucho afecto: 
¿Qué ha hecho Cristo por mí,
qué hace Cristo por mí,
qué quiere hacer por mí?
Todo lo sucedido y vivido en este año que acaba, todo lo que vendrá en el próximo año nuevo y en los siguientes hasta el fin de mi vida, está marcado por la presencia del dulce Niño de Belén y su promesa de vida en plenitud y santidad: Al fin, todo es gracia.
Vivir pendiente de la voluntad del Padre, reconocida, adorada y cumplida como gracia presente, en cada instante… Prepararse para acoger la mayor de las gracias, la vida eterna, cuando el Padre disponga. En definitiva, vivir como los tres de Belén, colgados de la providencia del Padre, en la fe y la confianza de que el amor de Dios está activo y no me abandona nunca, más bien, lo dispone todo para mi bien y crecimiento en santidad. Un amor que me espera, si se puede decir así, con ansiedad, con esperanza, para colmarme de su inmensa sobreabundancia.
Si alcanzamos en la oración el sentimiento interior de sabernos amados ahora gratuitamente, y esperados en el cielo con alegría y grandes deseos, entonces podremos continuar nuestro triple coloquio:
¿Qué he hecho por Cristo,
qué hago por Cristo,
qué debo hacer por Él?

Que la Virgen de Belén, con su humildad y ternura, y San José, con su servicialidad y asombro, nos introduzcan en el camino del agradecimiento y la apertura a la gracia de Dios, que inicia y cumple en cada uno de nosotros todo bien. Así superaremos el vértigo que provocan nuestras limitaciones y miserias y con ánimo interior renovado proseguiremos el camino de la santidad  en el año nuevo.

30/12/2016, Viernes de la Octava de Navidad – La Sagrada Familia

Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)
El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos. Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros. Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado. Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor. Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor. Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.
Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. 
R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. 
R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (3,12-21)
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-15.19-23)

Cuando se retiraron los magos, el ángel del señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atacaban contra la vida del niño». Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.

30 diciembre 2016. La Sagrada Familia – Puntos de oración

Podemos empezar nuestra oración pidiendo el don de ver con la “vista imaginativa” a la Virgen en Nazaret. Una habitación sin apenas muebles, Ella sentada en una pequeña silla, la Biblia abierta, el niño jugando con un palito, tomado de la carpintería de san José. La Madre un ojo en el libro y otro sobre el pequeño. Al fondo el ruido del trabajo, José va dando forma apropiada a la madera, un tablón que después será una puerta sencilla le ocupa en estos momentos.
De pronto, María levanta los ojos hacía el techo y empieza a recordar pasados acontecimientos.
En el recuerdo quedan aquellos tres personajes extranjeros, unos Magos venidos de tierras lejanas. Decían que les había guiado la “estrella de Jacob”, que pararon en Jerusalén a preguntar por el “rey de los judíos”, extraño título que nunca usaría un israelita. María guardaba todo en su corazón y cuando pasaron muchos años, toda una vida, recordará ese título de “rey de los judíos”. Lo volvería a utilizar otro extranjero para referirse a Jesús, cuando le condenó a morir en una cruz. 
Herodes mismo se había interesado por esta historia que traen los Magos. De aquel rey  déspota, nada bueno podía esperarse .Apegado patológicamente al trono, había matado a tres de sus hijos para proteger su “tesoro”.
Los Magos vinieron a adorar a su Hijo, al niño que ahora juega y en aquel momento acababa de nacer. Le trajeron oro como si fuera rey, le trajeron incienso como si fuera Dios y mirra… Nicodemo ungiría el cuerpo inerte de Jesús con esta sustancia, para prevenir que no se corrompiera.
A continuación de aquello se desencadenaron una serie de hechos. Recuerda aquella noche en la que José le susurra al oído: “levántate, el niño corre peligro, nos vamos”. No hicieron falta más palabras, estaban acostumbrados al misterio. Tardaron poco en recoger, poco se tarda en recoger las pertenencias de un pobre. José guarda los regalos de los Magos y ella entiende, luego vería a José ayudarse del oro para poderse establecer como inmigrante en “tierra extraña”.
Aquel viaje por el desierto, en algunas ocasiones veía el mar a lo lejos. Solo frecuentaban las poblaciones para lo indispensable: comprar algo de comida, José era prudente. Rumores y más rumores de atrocidades cometidas por Herodes, niños muertos en Belén. 
La Virgen guarda todas estas cosas en su corazón, llora por los niños y sobre todo por sus padres. Es el dolor inconsolable del que pierde lo que más puede querer, el hijo que colmaba tantas ilusiones. Siente que los niños de Belén han muerto “en lugar de…” su Hijo. Siente el aliento fétido de la serpiente que les sigue,  buscándolos para acabar con el niño.
Aquella “tierra extraña” tiene algo de familiar, por allí ha peregrinado su pueblo en tiempos de José y Jacob y por allí ha vuelto a peregrinar, esta vez en sentido contrario, en tiempos de Moisés. La Madre como lectora de la Biblia, reconoce en aquellos pasajes la historia de su pueblo.
Unos años viviendo en paz en Egipto, el niño crecía como todos los niños. Otra noche José volvió a soñar, un ángel le dijo que era el momento de volver. Vuelven a Galilea, José el “prudente” prefiere esquivar Judea, se establecen en una aldea llamada Nazaret.
Salimos del  recuerdo para incorporarnos en la vivencia del momento presente. Ella sentada en una pequeña silla, la Biblia abierta y el niño jugando con el palito.
Leamos la primera lectura del Eclesiástico desde el corazón de María. Ella está viendo al Niño-Dios cuando lee: “El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos”. ¿Qué sentimiento puede albergar un corazón humano, cuando todo un Dios se “anonada” en obediencia hacía la criatura?.

Pidamos hoy a la Virgen la gracia de la contemplación, que en el templo de nuestro momento presente nos encontremos en adoración. No nos olvidemos de pedir también por el más necesitado.

29/12/2016, Quinto día de la Octava de Navidad – Santo Tomás Becket

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 3-11)
Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -y esto es verdadero en él y en vosotros -, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Salmo responsorial (Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. 
R.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. 
R.
El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 22-35)

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción - y a ti misma una espada te traspasará el alma - para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

29 diciembre 2016. Quinto día de la Octava de Navidad – Santo Tomás Becket – Puntos de oración

Este precioso pasaje evangélico que la Iglesia nos propone hoy resulta entrañable. Nos narra el cumplimiento de la promesa hecha por Dios al anciano Simeón.
La esperanza de un anciano basada únicamente en una promesa es, ciertamente, una lección para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. En una época donde las promesas no valen nada, donde la palabra dada no tiene valor alguno, la promesa hecha por Dios a Simeón nos interpela. Y nos interpela porque nosotros, los creyentes, también somos hijos de nuestro tiempo y nos vemos influenciados y mediatizados por las coordenadas intelectuales y mentales de nuestra época. Si somos sinceros con nosotros mismos tenemos que reconocer que cuando rezamos a Dios, nos cuesta creer que somos escuchados, o que si tuviéramos fe moveríamos montañas o que no tenemos nada que temer porque: “hasta los pelos de nuestra cabeza están contados”. Por eso, porque no tenemos fe es por lo que a menudo vivimos la vida sin esperanza, agobiados, entristecidos, amargados.
Llama la atención que Simeón, a pesar del tiempo de espera, bendijera a Dios y bendijera a María. Y esto es porque confiaba en el Señor, porque sabía que nuestro Dios es el Dios del tiempo y de la historia y que no tiene prisa. Los que vivimos en la era digital y del “click”, llevamos muy mal los tiempos de espera, o que las cosas no funcionen al ritmo que nosotros esperamos: el ordenador, el móvil, el wifi, el metro… y aplicamos estas coordenadas mentales a la vida de fe.
Simeón espera el tiempo de Dios porque confía en su promesa y en su infinita sabiduría. Por eso sólo tiene palabras de agradecimiento y de bendición, no de resentimiento por la tardanza. Y por eso entre tantos otros que habría ese día en el atrio del templo, es el único que sabe distinguir al Salvador. Es el hombre de fe que espera contra toda esperanza y que sabe ver a Dios en lo cotidiano, en la sencillez de un niño recién nacido.
Sospecho que no es casualidad que el evangelio de este día empiece con esta frase: “Cuando se cumplieron los días de la purificación…” y aunque ciertamente no se refiere a Simeón podemos aplicarlo a éste. Porque Simeón en su larga vida también pasaría momentos buenos y malos, y estoy seguro que también tuvo que pasar sus etapas de purificación como cualquiera de nosotros. Y todo ello también estaría incluido en esa promesa hecha por Dios hasta llegar a cumplirse también en él los “días de la purificación”. Posiblemente había que purificar esos ojos para que fuesen capaces de rasgar las apariencias y poder ver en un niño al Mesías del Señor.

Que el ejemplo del anciano Simeón nos ayude a vivir estos días de Navidad con esperanza.

28/12/2016, Los Santos Inocentes

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)
Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por os nuestros, sino también por los del mundo entero.
Salmo responsorial (Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8)
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. 
R.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. 
R.
La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2, 13-18)

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta. «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

28 diciembre 2016. Los Santos Inocentes – Puntos de oración

Antes de iniciar nuestro rato de oración hacemos el esfuerzo de ponernos en la presencia de Dios. Estos días es más fácil porque consiste en meternos dentro del portal y allí asombrarnos tanta misericordia que se derrama por nosotros.
            Cuenta una antigua leyenda que cuando los pastores recibieron el aviso del nacimiento del mesías y todos se dispusieron a acercarse a Belén con regalos para el recién nacido, uno de ellos, muy joven, no tenía nada para llevarle y se fue con las manos vacías. Al llegar a la cueva encontraron a la Virgen con el niño en brazos; los pastores se acercaron para entregarle los sencillos regalos que portaban. María no podía tomar los regalos porque estaba sujetando al niño, vio al pequeño pastor a su lado con las manos vacías y le pidió que sujetara al niño mientras tanto.
            Que tu oración hoy transcurra de la misma manera: con Jesús niño en tus brazos porque te ha pedido la Madre que se lo guardes un momento. Si tienes las manos vacías puedes conseguir ese premio. Mira al niño y aprovecha para decirle todo lo que quieras.
            Hoy celebra la Iglesia la fiesta de los santos inocentes. Herodes se ve burlado por los magos que no pasaron de nuevo por su palacio para decirle quién era el “mesías” nacido en Belén. Y en uno de sus gestos característicos manda matar a todos los niños de Belén y alrededores. Son los primeros mártires que dieron la vida por Cristo; la Iglesia los venera como mártires y como santos.
            Hoy son muchos millones los niños que son sacrificados con el aborto, niños que son asesinados dentro del seno de sus madres, sólo en España unos cien mil legalizados el año pasado, que los no declarados son más. Estos niños son asesinados porque molestan a mi bienestar, porque no vienen en el momento adecuado. Le pedimos al Señor por el alma de todos esos niños: que se conviertan en más ángeles que velan por los seres humanos.
            También José, María y el niño tuvieron que salir huyendo porque Herodes los buscaba para matarlos. Cuántas familias de cristianos y no cristianos también tienen que huir de su tierra porque son buscados para matarlos. Millones de personas forman esos ríos de desterrados y desplazados que huyen de la guerra y del odio. Muchos de ellos llaman a nuestras puertas europeas y no les abrimos. No quiero entrar en temas políticos y demás pero la sagrada familia también tuvo que huir un día.

            Ahora, de nuevo, te invito a entrar en el portal acompañado de todos estos deportados y háblale a Jesús con palabras de ternura, de perdón, de misericordia: Señor, te pido por todos los que persiguen a tu Iglesia, por los que persiguen a los cristianos: alcánzales, un día, la gracia de conocerte y de amarte.

27/12/2016, San Juan, Apóstol y Evangelista

Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1, 1-4)
Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.
Salmo responsorial (Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12)
R. Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. 
R.
Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. 
R.
Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 2-8)

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. » Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.  Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

27 diciembre 2016. San Juan, Apóstol y Evangelista – Puntos de oración

Ayer la Iglesia nos presentaba a nuestra consideración, el primer testigo de la fe en el Hijo de Dios, y las consecuencias de este testimonio: el martirio.
Hoy nos presenta a S. Juan Apóstol y Evangelista, el segundo testigo cualificado de la luz que es Jesucristo…
El primero aparece derramando su sangre.
El segundo viviendo en amor virginal, hasta el martirio blanco…
Cuando uno ora sus vidas, no sabe con quién quedarse, pues lo que aporta uno, lo complemento el otro…
Hoy podía ser un día muy bonito para plantearnos en nuestra oración personal, la transcendencia de nuestro martirio blanco, que es castidad en un mundo de sensualidad…
Hoy más que nunca, se nos pide ser testigos blancos de Cristo, pero nos surge de inmediato la pregunta: ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo conseguirlo?  ¿Cómo alcanzar semejante gracia?
Si miramos al apóstol S. Juan quizás encontraremos algunas claves válidas para lograrlo.
1. Cristo lo llama estando en su vida ordinaria, laborando… Momento presente…
2. Sigue al Maestro a la primera insinuación de su llama, y lo hace dejándolo todo… Generosidad…
3. Aun siendo el más joven del grupo de los doce, es capaz de captar lo que los otros, con mayor edad, no logran alcanzar…Profundidad de pensamiento…
4. El acto más audaz de su vida fue el reclinar su cabeza en el pecho del Señor en la última cena. Esto no lo improvisa en ese momento de su vida, supone ya en él, el haber tenido un nivel de intimidad y confianza con Jesús notable. Amor.
5. Es curioso, que aun siendo el más joven, será el único de los doce que estará al pie de la Cruz. Confianza audaz.
6. No habiendo otro..., e insisto, siendo el más joven..., Jesucristo le entrega a su Madre, y en él a todos los demás...; y es que de los que son pequeños es el Reino de los Cielos… María será para él un trocito de Cielo en la tierra… Mariano.

Y así,  te animo a seguir ponderando su vida en tu oración de este día,  sopesando estos u otros valores que tú puedas descubrir en él..., y de este modo te animes a vivir hoy, en el mundo contemporáneo, tu martirio blanco bautismal…

¡Feliz y santo día del Apóstol virgen!

26/12/2016, San Esteban, protomártir

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 8-10; 7, 54-60)
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: - «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: -«Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: -«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró.
Salmo responsorial (Sal 30, 3cd-4. 6 y Sab. 16bc-17)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. 
R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. 
R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10, 17-22)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

26 diciembre 2016. San Esteban, protomártir – Puntos de oración

Antes de comenzar a meditar la Palabra, conviene, siguiendo el consejo de San Ignacio de Loyola purificar nuestra intención y caer en la cuenta de lo que quiero. Puede ayudar para ello repetir con el corazón, muy despacio, la siguiente oración del mismo Ignacio: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
Hoy las lecturas nos presentan a Esteban, protomártir. Pidamos su intercesión, para que nuestro corazón no vacile y siga siempre, solo y en todo al Señor.
Pero reflexión o hacerse preguntas, no es hacer oración. Un monólogo con uno mismo no es oración. La oración es diálogo, apertura y comunicación con Dios. La oración es un camino de amistad, que no consta sólo de palabras y conceptos, sino sobre todo de miradas, afectos, llamadas y respuestas. Oración es intimidad. Y más en Navidad...
Por eso, para entrar en amistad y en el servicio de nuestro Señor, lo mejor será sumergirse en la escena del Evangelio, contemplar la mirada con que Jesús acaricia a sus amigos (hoy, aquí, ¡a mí!), y hablar con Él de amigo a Amigo, de corazón a Corazón.
¿Cómo impactaría, cómo se grabaría a fuego en el corazón de Pablo, el testimonio de fe, amor y perdón de San Esteban? ¿Sería exagerado afirmar que la fecundidad de la posterior misión de Pablo, fue regada por la sangre de Esteban?
Hacer silencio, haciendo una pausa larga, metiéndome en la escena, permaneciendo junto a las capas depositadas a los pies de Saulo, escuchando su respiración, dejándome alcanzar por esas palabras finales de Esteban que suenan a victoria: “Señor Jesús, recibe mi espíritu, no les tengas en cuenta este pecado”.
· ¿Qué afectos se mueven en mí?
· ¿De qué modo toca mi vida (aquí, ahora) esta escena?

El nacimiento de Jesús, no es algo lejano. El nacimiento de un niño lo cambia todo en casa (horarios, trabajo, relaciones, desvelos, prioridades...). ¿Qué supone tu nacimiento, Señor, en mi vida de creyente? La Iglesia nos presenta al día siguiente a Navidad, a San Esteban. ¿Casualidad? ¿Puede separarse el pesebre de la cruz? ¿La Encarnación es lejana a la Pasión y Resurrección? “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.

24/12/2016, Misa matutina

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 1-5. 8b- 12. l4a. 16)
Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán: - «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda.» Natán dijo al rey: - «Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo.» Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán: -«Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía? Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va edificar una casa. En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él padre y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre."»
Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» 
R.
Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» 
R.
Él me invocará-. «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en la sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»

24 de diciembre – Puntos de oración

“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto…” Y nos visita hoy. Hoy es Nochebuena. El Verbo ya se había encarnado en la Anunciación del Ángel a María, pero hoy ve la luz el que es la Luz. Y viene “para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz…”. Que consoladoras y precisas son las palabras de Zacarías en la víspera de la Natividad del Señor. Os propongo empezar la oración con este cántico, conocido también como Benedictus.
Hace unos días escuchaba en una charla, la interpretación que daba San Juan de la Cruz a la Encarnación. Al hacerse hombre, Dios contrae nupcias con la humanidad. Matrimonio entre Dios y su criatura. Y el santo lo expresa de manera bellísima en sus “Romances sobre la Encarnación”, que escribió cuando estuvo encarcelado en Toledo, precisamente durante los días de Navidad. Aquí os dejo un fragmento:
(El Padre)
Ya ves, Hijo, que a tu esposa
a tu imagen hecho había,
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía;
pero difiere en la carne
que en tu simple ser no había.
En los amores perfectos
esta ley se requería:
que se haga semejante
el amante a quien quería;
que la mayor semejanza
más deleite contenía;
El cual, sin duda, en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.

(El Hijo)
Mi voluntad es la tuya
justicia y sabiduría,
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía.
Iré a buscar a mi esposa,
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos,
en que tanto padecía;
y porque ella vida tenga,
yo por ella moriría,
y sacándola del lago
a ti te la volvería.

(Narrador: coro)
Entonces llamó a un arcángel
que san Gabriel se decía,
y enviólo a una doncella
que se llamaba María,
de cuyo consentimiento
el misterio se hacía;
en la cual la Trinidad
de carne al Verbo vestía;
y, aunque tres hacen la obra,
en el uno se hacía;
y quedó el Verbo encarnado
en el vientre de María.
Y el que tenía solo Padre,
ya también Madre tenía,
aunque no como cualquiera
que de varón concebía,
que de las entrañas de ella
él su carne recibía;
por lo cual Hijo de Dios
y del hombre se decía.
Y quedó el Verbo encarnado
en el vientre de María.

Y lo primero que vio el Verbo encarnado al venir a este mundo fue a la Madre. Acudamos a este encuentro en esta noche santa. En la intimidad de nuestro corazón, metámonos, como dice Abelardo en sus meditaciones, en ese cruce de miradas:
“¡Quién pudiera entrar en el cruce de estas miradas! ¿Cómo pudiste soportarlas, Madre? Yo quiero entrar en ellas. Y de hecho estoy en ellas. Porque ese niño ve en tu rostro a su Iglesia. Tú eres imagen y principio de la Iglesia.
¿Me engaño si me entrometo en esas miradas y caricias y las recibo para mí? ¡No! Porque soy Iglesia, somos Iglesia. Jesús nos mira. Jesús me mira y me ve en ti, y me acaricia. Las primeras miradas y caricias de ese niño fueron también para mí. Y las primeras miradas de ti, Madre de Él y Madre mía, también eran para mí. Necesitamos entrar en ellas. Captar lo que hay en ellas: la misericordia de Dios está en la tierra. Nos ha nacido un Salvador, hijo de Madre Virgen.”

¡FELIZ Y SANTA NAVIDAD!

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