1/1/2015, Santa María, Madre de Dios

Lectura del libro de los Números (6, 22-27)

El Señor habló a Moisés: -«Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz." Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré. »

Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo corno les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

1 enero 2015. Santa María, Madre de Dios – Puntos de oración

ORAR EL 1º DE ENERO – JESÚS, MARÍA, PAZ

  • En este día culmina la celebración solemne de la Navidad, el nacimiento del Salvador del mundo: Jesús. Lo hacemos recordando en el último día de la octava a la Madre: Solemnidad de María Madre de Dios en la octava de la Natividad de nuestro Señor. Es el día en que toda la Iglesia ora por la paz.

Empezando el año hacemos presente la bendición de Aarón. En esta bendición se resalta la triple invocación al Señor, casi como un anuncio de la Trinidad:

“El SEÑOR te bendiga y te guarde;
El SEÑOR haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
El SEÑOR alce sobre ti Su rostro, y te dé paz”” (Núm. 6:23-26).

La paz en su sentido bíblico debe ser para nosotros una petición continua. Pedir la paz para nuestro corazón, para las personas que nos rodean, para la sociedad y el mundo. Pidamos hoy con intensidad y tal vez también con san Francisco: “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz”

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.

Si encuentras en esta oración materia para tu oración de hoy no pases adelante.

  • También quisiera que acudieses a la reina de la paz. Hoy la recordamos como Madre de Dios. Es una conclusión de la Navidad. La “madre de Jesús” (Jn 2,3; Hech 1,14), la “madre de mí Señor” (Lc 1, 43), es la Madre de Dios. “Ruega por nosotros santa Madre de Dios…” Los papas han acudido a ella en momentos de angustia para pedir el don de la paz entre los pueblos.
  • Y por último invoca a Jesús “príncipe de la paz”. Hoy se celebra su onomástico. “Le pusieron por nombre Jesús”, nos dice el evangelio de hoy. Como nos enseñan los maestros espirituales haz del nombre de Jesús tu respiración a fin de que tengas siempre presente su palabra, su ejemplo, su gracia.

31/12/2014, Séptimo día de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 18-21)

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Salmo responsorial (Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. R.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque. R.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.

Comienzo del santo evangelio según san Juan (1, 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: -«Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

31 diciembre 2014. Séptimo día de la Octava de Navidad – Puntos de oración

En este último día del año 2014, y como recapitulación del año transcurrido, podemos orar con las dos actitudes que San Ignacio atribuye a la Virgen María en el momento de la Encarnación, que, a su vez, es el momento culminante y recapitulación de toda la historia de la salvación. Se trata de “HUMILLARSE Y DAR GRACIAS”.

Humillarse es colocarse en el “sitio” que corresponde al hombre ante Dios. Humillarse es reconocer la propia nada ante el Señor todopoderoso. Humillarse es saberse amado sin motivo por el Dios todo-amor. Humillarse es encontrarse con el Dios encarnado, con el Divino Niño de Belén, porque hasta nuestro “sitio”, el sitio del hombre, ha querido acercarse e instalarse, “acampar”, nuestro Dios peregrino en busca del hombre, de cada persona, por muy indigna que pueda parecer.

Humillarse es hacer balance de un año de gracia a punto de cerrarse y descubrir la insuficiente respuesta personal  ante tanto bien recibido. Descubrir sin desaliento ni desconfianza que nuestro amor es débil e inconstante, que nuestros miedos y cobardías siguen arrollando a menudo nuestros mejores propósitos, que somos ricos en intenciones y buenas palabras, pero que nuestras obras son pobres y limitadas.

Humillarse es reconocer que todo lo bueno que hay en nosotros, que nos ha sucedido o hemos protagonizado en este último año, lo hemos recibido de Otro, del Dios Amor. Humillarse es también aceptar el misterio del dolor, de las ausencias irrecuperables, de los límites insuperables, de los propios pecados de acción y de omisión y ver en todo ello un designio de misericordia, porque nos vacía de toda satisfacción propia y nos abre a un acto de fe desnudo, sin apoyos humanos, sólo fiado en Dios salvador, a imitación de la Virgen María en Nazaret.

Y entonces brotará un cántico de ACCIÓN DE GRACIAS, en donde la propia Reina y Señora Nuestra, Santa María,  podrá prolongar su himno de alabanza y adoración eterna. ¿Qué mejor fin de año que prestar nuestro corazón vacío, arrepentido y agradecido a la Virgen, nuestra Madre, para que su Voz sea nuestra voz, su Canto, nuestra alabanza?

Y así, a través de la Virgen María, seremos hechos uno con Dios y, como al fin del mundo, en este fin de año, Dios lo será todo en todos.

30/12/2014, Sexto día de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,12-17)

Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo - las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero -, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Salmo responsorial (Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 36-40)

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

30 diciembre 2014. Sexto día de la Octava de Navidad – Puntos de oración

Parece una paradoja que el lugar donde nos tengamos que santificar, acercarnos a Dios y encontrar a Dios sea el mundo. Esta es nuestra realidad teologal. Somos laicos y en el mundo, con todas sus consecuencias es donde nos quiere el Señor. Qué complicado es, aunque contemos con su gracia, porque hoy más que nunca existe un falso amor hacia el mundo. Las pasiones de la carne, la codicia de los ojos y la arrogancia del dinero, nos han envuelto en un torbellino del cual es difícil salir y tenemos tan embotada la mente que no somos capaces de discernir. Aun así somos colaboradores del Señor en la obra de la creación, la cual no está acabada y de la cual dijo Dios que era buena. No podemos, pues, huir del mundo ni aislarnos. Tampoco andar con cara avinagrada, quejándonos de todo y siendo profetas de la desolación.

Cantemos con el Salmo: alégrese el cielo y goce la Tierra. El Señor afianzó el orbe y no se moverá. El Señor es Rey.  En el canto del aleluya se oirá: Nos ha amanecido un día sagrado; venid naciones, adorad al Señor; porque una gran luz ha bajado a la Tierra.

Dios no ha abandonado a su pueblo, rompe las barreras espacio temporales y viene a reinar al mundo desde un trono que es un pesebre. Esa es la gran luz que necesita el mundo. Esa es la gran luz que estaba esperando la profetisa Ana y que no supo guardar para sí. Hablaba de Jesús a todos los que esperaban la liberación.

Así pues contemplemos al Rey de la gloria en la cuna. Llenémonos de las actitudes y formas que acoge el verbo cuando se hace hombre. Desde ahí tenemos que llegar al mundo, sin avasallar o imponer. Conformarnos con Jesús niño, pobre y humilde, carente de todo aquello que ansía el mundo, con una mirada exclusiva para su madre… Dejémonos hacer por Él. Sólo el vence al mundo, no nosotros y nuestros empeños. Dejemos traslucir su luz a través de nosotros. Llevemos el gozo y la alegría que uno experimenta en la oración cuando se acerca a besar al niño Dios en la cuna. Propongamos con nuestras vidas otra forma de vivir al mundo. Sólo si captan en nuestras vidas la luz que nace de Él, el mundo tendrá luz. No nos desanimemos una pequeña luz en mucha oscuridad es punto de referencia, permite ver a todo aquel que está al lado. Seamos luces en la noche.

29/12/2014, Quinto día de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 3-11)
Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo - lo cual es verdadero en él y en vosotros -, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Salmo responsorial (Sal 95, 1-2a. 2b-3. 5b-6)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. 
R.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. 
R.
El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 22-35)

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, corno dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

29 diciembre 2014. Quinto día de la Octava de Navidad – Puntos de oración

La oración de hoy nos puede servir de balance del año 2014; quedan tres días para finalizarlo; expongámoselo a Dios y escuchemos como lo ha visto Él.
Enlacemos con 5 puntos este pequeño autoexamen parcial de amor:
1.         Qué regalos he recibido del Señor y qué resultados le he ofrecido.
2.         Cuál ha sido el momento más importante del año y cómo he macerado sus efectos.
3.         Qué cosas me he propuesto: cuáles he hecho, cuáles tengo pendientes, cuáles he visto que no eran convenientes llevar a cabo
4.         En qué instante estoy de mi relación con Dios y cómo puedo ahondar más en ella a través de la dirección espiritual
5.         Propósitos para el 2015; estos tres días darles forma e intentar comenzarlos para poder llevarlos a cabo de forma realista.

PETICION: danos, Madre, acompañándonos en la oración, tu fortaleza para sortear y vencer las cruces, pasajeras o cotidianas, fuertes o suaves, inesperadas o esperadas, amando en cada segundo y dispuestos a hacer desde ya la voluntad de Dios en los maravillosos planes diseñados para cada uno.

28/12/2014, La Sagrada Familia

Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. 
R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. 
R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21)
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 22-40)

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: - «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

28 diciembre 2014. La Sagrada Familia – Puntos de oración

Jornada por la familia y la vida
Todos los años en este día celebramos el martirio de los santos inocentes, pero este año coincide con el domingo de la Infraoctava de Navidad, por eso la celebración que se prioriza es la del Domingo, que además es el de la Sagrada Familia.
Como cualquier otro día, nos acercamos a la oración con humildad de corazón, implorando la ayuda del Espíritu Santo para entrar en esta comunión de amor que es la meditación.
Nuestros guías en este itinerario de hoy van a ser: Jesús, María, José y también estos niños inocentes que nos dicen cómo hemos de acercarnos al Señor: siendo como niños, o sea, confiados, sencillos, amables.
El que honra a su padre expía sus pecados.
El que respeta a su madre acumula tesoros
Con estas dos frases del Eclesiástico tenemos ya una clave de acceso a la oración. Al que honra a sus padres, el Señor le escucha. Son para nosotros un camino de acercamiento a Dios, por eso hemos de estar muy atentos a sus enseñanzas y a sus indicaciones.
Jesús daba culto al Padre siendo obediente a sus padres terrenos.
Ante el misterio de su pérdida en el Templo a la edad de 12 años, deja muy claro que hay que anteponer el plan de Dios a cualquier otra preferencia.
La familia nos ayuda a conocer a Dios, a seguirle en todo momento y a saber tomar opciones que implican muchas veces posponer los más querido con tal de ser fieles a la voluntad de Dios.
Todo esto ya está anunciado en la presentación que hacen María y José de Jesús en el Templo. Pues Simeón, lleno del Espíritu profetiza lo que será del Niño.
Esta profecía nos ilumina un segundo momento de la oración.
“Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma”
Todo un programa de vida que se nos actualiza a cada uno de nosotros y que podemos sintetizar en unos puntos para meditar:
1.         La familia es el ámbito natural de crecimiento y de respuesta al plan de Dios sobre cada uno de nosotros.
2.         Jesucristo no nos deja nunca indiferentes. Hay que optar a favor o en contra.
3.         Si opto por Él, también yo seré discutido, como tantos cristianos los son en estos momentos cruciales de la historia.
4.         Solamente ante el Señor se clarifican las actitudes de los corazones.
5.         Cuanto más cerca estemos de Dios, más espadas traspasarán nuestra alma, pues nos hacemos solidarios de sus preocupaciones y de sus intereses.
6.         Necesitamos a María para permanecer fieles hasta el final.

Terminamos nuestro rato de oración haciendo un coloquio en familia, con Jesús, con María, con José y con los niños inocentes. En este coloquio pedimos a cada uno para que proteja a la familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad.

27/12/2014, San Juan, Apóstol y Evangelista

Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1, 1-4)
Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.
Salmo responsorial (Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12)
R. Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. 
R.
Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. 
R.
Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 2-8)

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. » Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.  Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

27 diciembre 2014. San Juan, Apóstol y Evangelista – Puntos de oración

San Juan era un apóstol de los más cercanos a Jesús. Él mismo dice de sí mismo que era “el discípulo amado”. Estuvo con el Señor desde el principio hasta el final. Fue uno de aquellos dos primeros discípulos que al oír de Juan el Bautista “este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, se fue detrás de él. Y fue el único que en el momento de la cruz estuvo más o menos cerca. Por eso, es un testigo cualificado de todos los acontecimientos de la vida de Jesús. Es un buen acompañante para conocer todo lo que hizo y lo que dijo.
Cuando Juan se pone a escribir cartas a los cristianos del siglo I, o al escribir su Evangelio, estamos hablando de un testigo directo. Él mismo dice que transmite lo que ha visto, lo que ha oído, lo que ha tocado. Juan es testigo, además, de la resurrección de Cristo. Llegó el primero al sepulcro y vio que estaba vacío… pero, de tal forma vacío, que no tuvo duda de que se había obrado la resurrección. Más tarde contemplaría al Señor resucitado cara a cara.
Estas consideraciones son una magnífica introducción a la oración de hoy. Necesitamos ver, oír y tocar a Jesús para luego poder ser buenos testigos. No hay vuelta de hoja, si no conocemos a Jesús, no podremos hablar de él. Podremos contar anécdotas o incluso parábolas, pero no convenceremos a nadie. Lo verdaderamente importante de nuestra labor apostólica es Jesús, y no nuestra forma de hacerlo. Por eso hay que orar mucho y bien.
Escuchamos a Jesús en su palabra, en el Evangelio principalmente. Vemos a Jesús en los demás hombres, especialmente en los más necesitados. Tocamos a Jesús en la Eucaristía, donde no sólo se deja tocar, sino comer.
Lo que no nos pudo contar Juan de Jesús, fue su nacimiento. Juan no habría nacido todavía. Pero sabemos que Juan recibió a María en su casa por encargo de Jesús en la cruz, y nadie mejor que María para contarle cómo fue todo. Podemos imaginarnos en algún momento de la oración que somos Juan y que María nos cuenta cómo fueron aquellos días del nacimiento del Mesías. Seguro que la Virgen lo contará acompañando el relato con más detalles que los que los otros evangelistas, pudieron contar.

Disfrutemos de este rato en compañía de la Madre –como si presente me hallase-.

26/12/2014, San Esteban, protomártir

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 8-10; 7, 54-60)
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: - «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: -«Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: -«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró.
Salmo responsorial (Sal 30, 3cd-4. 6 y Sab. 16bc-17)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. 
R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. 
R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10, 17-22)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

26 diciembre 2014. San Esteban, protomártir – Puntos de oración

Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
1.         Petición.  “Concédenos, Señor, la gracia de imitar a tu mártir san Esteban y de amar a nuestros enemigos, ya que celebramos la muerte de quién supo orar por sus perseguidores.” (Oración colecta de la misa).
2.         Puntos para orar: hoy, recién celebrada con gozo la fiesta de Navidad, la Iglesia nos pone ante nuestros ojos la fiesta del protomártir San Esteban. Diácono de la Iglesia de Jerusalén, hombre de buena fama, lleno de espíritu y de sabiduría, Esteban era uno de los encargados de descargar a los apóstoles de la preocupación por la administración de la Iglesia naciente y del “servicio de las mesas”. Con el nombramiento de los siete diáconos se acabarían las quejas por la falta de atención material a algunos miembros más desfavorecidos de entre los hermanos. Y Esteban, que era hombre lleno de fe y de Espíritu Santo intentó convencer en sus ratos libres a los judíos de la sinagoga de los libertos que Jesús era el mesías esperado por el pueblo. Lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Esto suscitó la envidia de los judíos, que eran incapaces de hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba Esteban. Llevado ante el Sanedrín, intentó llevarles a completar la fe en el Dios de Israel, para que admitieran a Jesús como el mesías. Y viendo la cerrazón de sus corazones y a pesar de la gracia y del poder que se derramaba a través de su predicación aceptó la muerte y pidió a Jesús, al que veía ya glorioso antes de morir, que aceptará su espíritu. Imitando a Jesús en la cruz, en el momento justo antes de morir, pidió al Señor con voz potente: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. El poder que Dios da a Esteban no es un poder de destrucción sino un poder de construcción. Si no puede convencerlos a través de su fogosa predicación, su sangre será elocuente ante sus perseguidores. Saulo será quizá un fruto de esa elocuencia cuando la visión misericordiosa del Señor le deje ciego en el camino de Damasco poco después. Y con la muerte de Esteban se desataba la primera persecución sobre la Iglesia naciente. Y esto fue motivo de que se dispersaran muchos cristianos y la semilla de la Buena Nueva se difundiera por el resto de Judea y Samaria. Considerar que, hoy en día, lo mismo que en la Iglesia primitiva, Dios no abandona a su Iglesia. La ola de persecuciones que, en muchas partes del mundo sufre la Iglesia, nos parecen males y lo son, pero en los planes de Dios, no sabemos los bienes que puede traer aparejado tanto sufrimiento de los cristianos perseguidos. El ejemplo de Esteban y de tantos hermanos nuestros, mártires contemporáneos, son una llamada a ser fieles a Cristo en el ambiente, a veces adverso, que nos toca vivir. Imitar a Esteban renunciando a todo tipo de venganza o de malquerencia hacia nuestros enemigos. Perdonarles el mal que nos hacen. Ser enemigos del mal que hacen pero imitar a Esteban en pedir a Dios por ellos y por su conversión y el perdón de sus pecados.
3.         Para preparar el rato de oración de hoy podemos leer el capítulo 7 del libro de los Hechos de los apóstoles donde se narra el discurso, lleno de sabiduría y de elocuencia de Esteban ante sus hermanos de sangre en el Sanedrín, así como su muerte. También podemos leer el salmo 30 que nos pone la liturgia para este día.
4.         Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con Jesús, Avemaría a la Virgen.
5.         Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.

6.         Repetir a lo largo del día“Tú que eres mi roca y mi baluarte, por tu nombre dirígeme y guíame” (Salmo 30, 4)

25/12/2014, La Natividad del Señor

Lectura del libro de Isaías (52, 7-10)
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. 
R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. 
R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. 
R.
Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. 
R.
Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
Lectura del santo evangelio según san Juan (1. 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al inundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

25 diciembre 2014. La Natividad del Señor – Puntos de oración

¡Feliz y santa fiesta de Navidad!
¿Qué celebramos en Navidad?
La gracia Dios ha aparecido. El Verbo Eterno de Dios se ha hecho hombre. San Juan nos dice: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios" (Jn 1,1) y "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14). El profeta Isaías predijo: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una grande luz... un hijo nos ha nacido, un niño se nos ha dado. Ha recibido el señorío sobre sus hombros, y será su nombre: «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Padre Sempiterno», «Príncipe de la Paz»." (Is 9,1.5.).
En la Navidad, el Hijo único que sólo el Padre conoce, nacido en Belén, nacido para llevar la vida a los hombres, nos ha hecho capaces, de conocer a Dios, y de entrar desde aquí abajo a la vida eterna. San Juan nos dice, "de su plenitud hemos recibido gracia sobre gracia" (Jn 1,16). Y luego agrega: "A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, venido del seno del Padre, Él lo ha contado".
Desde aquella noche de Belén, podemos decir que han pasado muchos años. ¿Sigue siendo la Navidad actual, algo nuevo para el hombre de hoy?
Creo que el mensaje de Navidad del Papa Francisco para hoy responde perfectamente a esta pregunta. Meditemos su mensaje en el silencio de la oración:
"La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien un poco de silencio, para oír la voz del Amor."
Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma. El pino de Navidad eres tú, cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida. Los adornos de Navidad eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida. La campana de Navidad eres tú, cuando llamas, congregas y buscas unir. Eres también luz de Navidad, cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia, alegría y la generosidad.

Los ángeles de Navidad eres tú, cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor. La estrella de Navidad eres tú, cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor. Eres también los reyes Magos, cuando das lo mejor que tienes sin importar a quien. La música de Navidad eres tú cuando conquistas la armonía dentro de ti. El regalo de Navidad eres tú, cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano. La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la bondad está escrita en tus manos. La felicitación de Navidad eres tú, cuando perdonas y restableces la paz, aun cuando sufras. La cena de Navidad eres tú, cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu lado. Tú eres, sí, la noche de Navidad, cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche al Salvador del mundo sin ruidos ni grandes celebraciones; tú eres sonrisa de confianza y de ternura, en la paz interior de una Navidad perenne que establece el Reino dentro de ti. Una muy Feliz Navidad para todos los que se parecen a la Navidad.

24/12/2014, Miércoles de la cuarta semana de Adviento

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 1-5. 8b- 12. l4a. 16)
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: - «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.» Natán respondió al rey: - «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.» Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» 
R.
Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» 
R.
Él me invocará-. «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en la sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. »

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