30/6/2016, Jueves de la XIII semana de T.O. – Santos protomártires de Roma

Lectura de la profecía de Amós (7, 10-17)
En aquellos días, Amasías, sacerdote de Betel envió un mensaje a Jeroboam, rey de Israel: -«Amós está conspirando contra ti en medio de Israel. El país no puede ya soportar sus palabras. Esto es lo que dice Amos: Jeroboam morirá a espada e Israel será deportado de su tierra». Y Amasías dijo a Amós: -«Vidente, vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan y allí profetizaras. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino». Pero Amós respondió a Amasías: -«Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: "Ve, profetiza a mi pueblo Israel". Pues bien, escucha la palabra del Señor: Tú me dices. "No profetices sobre Israel y no vaticines contra la casa de Isaac". Por eso, esto dice el Señor: "Tu mujer deberá prostituirse en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán por la espada, tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en un país impuro e Israel será deportado de su tierra"».
Salmo responsorial (Sal 18, 8. 9. 10. 11)
R. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. 
R.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. 
R.
El temor del Señor es puro y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. 
R.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino;
más dulces que la miel de un panal que destila. 
R.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (9, 1-8)

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En eso le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: -«¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados». Algunos de los escribas se dijeron: -«Éste blasfema». Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: -«¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate- y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados - entonces dice al paralítico -: "Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa"». Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

30 junio 2016. Jueves de la XIII semana de T.O. – Santos protomártires de Roma – Puntos de oración

“Después de acostado, ya que me quiera dormir, por espacio de un Avemaría pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo el ejercicio que tengo de hacer.” (San Ignacio – primera adición – ejercicios espirituales). 
Al día siguiente: iniciaremos nuestro rato exclusivo con el Señor, poniéndonos en su presencia y recordando la oración preparatoria de san Ignacio:
“Pedimos gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”.  Esta oración  está en las antípodas del proceder de Amasías (primera lectura).
El sacerdote, que está en connivencia con el poder político, cizañea en contra del profeta Amós: “El país no puede ya soportar sus palabras”. ¿Es el país, el que no puede soportar sus palabras, o es él mismo el que no soporta la presencia del justo?
Amasías quiere  echar al profeta de su proximidad. “Vidente, vete, huye al territorio de Judá”. El sacerdote representa a tantos hombres, que reservan o reservamos, parte de las intenciones, acciones y operaciones para nosotros mismos y no al servicio de Dios.  
Si nosotros hiciéramos selección de un profeta, Amós no sería el elegido. Le diríamos: “no tienes el perfil adecuado”. Amós no es hijo de profetas, no parece tener ningún “master” en Escritura Sagrada, en su “currículum” aparece: pastor y cultivador de sicomoros, nada de “experto en profecías”. Pero Dios tiene “otro punto de vista” y lo elige como profeta.   Una vez más, es Dios quien elige, no somos nosotros los que elegimos, es “Él” el que elige.
Del evangelio resaltamos: “¡Ánimo!, hijo, tus pecados te son perdonados”.  Abelardo, comentaba este pasaje, recordando que Dios había venido a buscar pecadores y los hombres le llevaban enfermos físicos para que los curara: “Jesús salta de la parálisis corporal al alma paralizada por el pecado. Entra en lo profundo del corazón humano y, leyendo los deseos de este hombre postrado en una camilla, le dice: “¡Ánimo!, hijo, tus pecados te son perdonados”.  (Abelardo de Armas- Agua viva – Junio 1982).
La parálisis corporal toca nuestra sensibilidad, provocando sentimientos de compasión hacia el enfermo. Jesús nos habla de la parálisis que no se ve, ese entumecimiento del alma que provoca la tristeza del pecado.  A nosotros nos dice lo mismo que al paralítico: “¡Ánimo!, levántate”. Sal de la mediocridad, confiando en mí y si dudas, pide ayuda: “Señor creo en ti, pero ayuda a mi incredulidad “.
Al final Jesús es Dios, que elige a quien quiere para anunciarle y libra de todo tipo de parálisis a quien confía en Él.

Acabemos nuestras reflexiones con un coloquio con Jesús.  San Ignacio nos lo precisa: “el coloquio se hace, propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor: cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas. Y decir un Pater noster”.

29/6/2016, Solemnidad de san Pedro y san Pablo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 1-11)
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenla intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua, Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: -«Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: -«Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció, y el ángel le dijo: -«Échate el manto y sígueme.» Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y a¡ final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: -«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»
Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9)
R. El Señor me libró de todas mis ansias.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. 
R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. 
R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. 
R.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. 
R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4, 6-8. 17-18)
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

29 junio 2016. Solemnidad de san Pedro y san Pablo – Puntos de oración

San Pedro y san Pablo son considerados tradicionalmente como las dos columnas sobre las que se asienta la Iglesia. Pedro, la roca designada por el mismo Cristo sobre la cual edificará la Iglesia. Pablo, apóstol de los gentiles, de los ateos diríamos hoy; viajero infatigable, fundador y animador de numerosas comunidades cristianas. Dos personalidades muy diferentes pero unidas por una misma misión y ambas laceradas por una profunda herida o debilidad.
En el caso de San pablo, es él mismo quien nos dice: “…me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia». Mucho se ha discutido sobre qué sería esa espina, pero los estudiosos no han logrado ponerse de acuerdo en ello. Sólo sabemos, que era algo que arrastraba en el tiempo y que le servía…” para que no tenga soberbia”.
En cuanto a Pedro, la imagen que se puede desprender de la lectura de la Sagrada escritura es que era un bravucón, decidido y fuerte en apariencia pero débil de carácter. Tiene en su currículum, el récord de haber negado al Señor... ¡tres veces consecutivas! Y luego, a lo largo de su vida como cabeza de la Iglesia parece que en un par de ocasiones más, no supo estar tampoco a la altura de las circunstancias. Dicen que, después de la crucifixión del Señor, de tanto llorar tenía el rostro marcado por dos profundos surcos. Lo que también se desprende de la lectura de los hechos de los apóstoles y de sus cartas, es su profunda humildad.
Y es que, aunque nos cueste entenderlo, Dios no nos necesita santos, nos necesita humildes. La “espina” de Pablo y la debilidad de Pedro fueron los medios de los que se sirvió el Señor para mantenerlos humildes y, por tanto, dóciles a la acción del Espíritu. Cefas, la piedra sobre la que se asentó la Iglesia es una base sólida porque se asentaba sobre un cimiento de humildad. Pablo, a pesar de su debilidad, se le dijo: “Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad”.
Es decir, ni la debilidad de uno ni la de otro, fueron obstáculo suficiente para que fueran santos. Por eso la Iglesia nos los pone como modelos en este día, porque a pesar de sus debilidades, fueron santos, porque fueron humildes.

Recordemos para terminar, que también fue la humildad de una doncella de Nazaret, lo que atrajo la mirada de Dios sobre aquella que habría de escoger para ser la corredentora del género humano y madre de su Hijo. La Madre de Dios y esclava del Señor simultáneamente.

28/06/2016, Martes de la XIII semana de Tiempo Ordinario – San Ireneo

Lectura de la profecía de Amós (3, 1-8; 4, 11-12)
Escuchad la palabra que el Señor ha pronunciado contra vosotros, hijos de Israel, contra toda tribu que saqué de Egipto: «Solo a vosotros he escogido, de entre todas las tribus de la tierra. Por eso os pediré cuentas de todas vuestras transgresiones». ¿Acaso dos caminan juntos sin haberse puesto de acuerdo? ¿Acaso ruge el león en la foresta sino tiene una presa? ¿Deja el cachorro oír su voz desde el cubil si no ha apresado nada? ¿Acaso cae el pájaro en la red, a tierra, si no hay un lazo? ¿Salta la trampa del suelo si no tiene una presa? ¿Se toca el cuerno en una ciudad sin que ese estremezca la gente? ¿Sucede una desgracia en una ciudad sin que el Señor la haya causado? Ciertamente, nada hace el Señor Dios sin haber revelado su designio a sus servidores los profetas. Ha rugido el león, ¿quién no temerá? El Señor, Dios ha hablado ¿quién no profetizará? Os transformé como Dios transformó a Sodoma y Gomorra y quedasteis como tizón sacado del incendio. Pero no os convertisteis a mí - oráculo del Señor -. Por eso, así voy a tratarte, Israel. Sí, así voy a tratarte: prepárate al encuentro con tu Dios.
Salmo responsorial (Sal 5, 5-6. 7. 8)
R. Señor, guíame con tu justicia.
Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. 
R.
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. 
R.
Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo en tu temor. 
R.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 23-27)

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: -«¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Él les dijo: -«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: -«¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».

27/6/2016, Lunes de la XIII semana de Tiempo Ordinario – San Cirilo de Alejandría

Lectura de la profecía de Amos (2, 6-10. 13-16)
Así dice el Señor: «A Israel, por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer, profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas en el templo de su Dios. Yo destruí a los amorreos al llegar ellos; eran altos como cedros, fuertes como encinas; destruí arriba el fruto, abajo la raíz. Yo os saqué de Egipto, os conduje por el desierto cuarenta años, para que conquistarais el país amorreo. Pues mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro cargado de gavillas; el más veloz no logrará huir, el más fuerte no sacará fuerzas, el soldado no salvará la vida; el arquero no resistirá, el más ágil no se salvará, el jinete no salvará la vida; el más valiente entre los soldados huirá desnudo aquel día.» Oráculo del Señor.
Salmo responsorial (Sal 49, 16bc-17. 18-19. 20-21. 22-23)
R. Atención, los que olvidáis a Dios.
«¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?» 
R.
«Cuando ves un ladrón, corres con él; te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal, tu boca urde el engaño.» 
R.
«Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.» 
R.
«Atención, los que olvidáis a Dios, no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 18-22)

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: -«Maestro, te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: -«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.» Otro, que era discípulo, le dijo: -«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Jesús le replicó: -«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»

27 junio 2016. Lunes de la XIII semana de T.O. – San Cirilo de Alejandría – Puntos de oración

Me imagino que el evangelio de hoy, como el del domingo pasado, ha podido cuestionar a algún joven, pues toca el tema de la vocación... Aprovecho la oportunidad de estas líneas para invitar a quien me lea a que ore por las vocaciones, y si está en etapa de discernimiento, que no deje de hacerlo... Voy a responder a una sola pregunta para que hagáis oración sobre ella: ¿Cómo saber si Dios me llama?
·         Partimos de la base, y esta es, que solo Dios sabe:
o   Quién ha sido llamado...
o   Quien ha sido elegido por El...
o   Y quién tiene las condiciones idóneas o necesarias para dar una respuesta a esa llamada que Dios le ha hecho...
o   Nosotros, nos acercamos a ese conocimiento de Dios, con un pobre y limitado discernimiento...

·         1º. Se dice.., o se cree erróneamente.., que el joven que tiene vocación, tiene que SENTIRLA...
o   El riesgo de este criterio,  es quedarse en puros sentimientos, y apenas desaparece el elemento sensible, desaparece con él todo lo  que se creía una posible vocación o llamada.
o   ¡Cuántas vocaciones no se han suscitado en encuentros de pastoral.., charlas.., o retiros...! ¡Pero eran meras vocaciones emocionales. Cuando desaparece la causa, desaparece también el efecto.

·         2º. El joven que tiene vocación, tiene que comenzar a plantearse seriamente lo que REALMENTE QUIERE…
o   Si realmente quiere seguir a Jesucristo de cerca.., deberá poner los medios para lograrlo...
o   Es el momento de la voluntad, la cual interviene con toda su fuerza y dinamismo, entrando en acción, y poniendo los medios para alcanzar el objetivo.

·         3º. Al llegar a este momento de la voluntad..., más que el del sentimiento o el de las emociones..., surge la necesidad de la VIDA INTERIOR.
o   Es una necesidad imperiosa.
o   Y así el orar, entre otras cosas, se convierte en el elemento catalizador de toda vocación...
o   El trato asiduo con el Señor en el silencio de la oración, la lectura espiritual seria, los exámenes de conciencia y la recepción de los sacramentos,  van haciendo madurar la decisión a tomar, y fortaleciendo el deseo de una entrega generosa y total...
o   Sin vida interior la voluntad estaría muy limitada.., y el dejar para asumir.., no llegaría nunca...

·         4º. Y así llegamos a un detalle fundamental, que muchas veces pasa desapercibido…: Se necesita TIEMPO y AYUDA EN EL DISCERNIMIENTO.
o   Creo que todos sabemos que el tiempo prueba la calidad de las obras; y lo que se hizo sin contar con el tiempo, el tiempo se encargará de destruirlo... Hay que saber esperar pacientemente el paso de Dios por el alma. 
o   San Juan de la Cruz dice: que el fruto dulce y sabroso, se da en tierra árida y seca.
o   Las mejores vocaciones han sido aquellas en que no se ha precipitado su maduración personal. Todo tiene su tiempo, y hoy el joven vive en una sociedad, en un mundo, en el que falta la serenidad, el saber esperar. Todo se quiere pronto y rápido...
o   Siempre ha sido mala consejera la prisa, y más en este campo, en que está en juego nuestro destino y nuestra felicidad...
o   Además hay que ayudar al candidato en el discernimiento. Nadie se hace olímpico de la noche a la mañana, sin un buen entrenador... Este tiempo de espera, requiere Dirección Espiritual seria, constante y fiel.

·         Ya hemos visto:
o   1º Que la vocación no es UN MERO SENTIMIENTO...
o   2º Que la vocación requiere una VOLUNTAD FUERTE Y DÓCIL...
o   3º Que sin VIDA INTERIOR no vamos a ninguna parte...
o   4º Hay que saber esperar y pedir consejo.

·         Preguntémonos antes de finalizar nuestra oración personal en este día:
o   ¿Qué he hecho yo por las vocaciones...?
o   ¿Qué hago...?
o   ¿Qué puedo hacer por ellas…?

o   Podemos hacer y mucho.., desde un discernimiento serio por ver si Dios a mi me llama.., hasta esa oración de súplica humilde y confiada que todo lo alcanza del Señor, cuando pedimos alguna gracia para los demás...

“Señor Jesús, me impresiona verte caminar con paso firme hacia  Jerusalén, a la entrega total y plena...

Dame la confianza suficiente, para que yo acepte los nuevos retos que la vida me vaya presentando, y vivir así con gozo tu seguimiento”. Que así sea...

26/6/2016, Domingo de la XIII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura del primer libro de los Reyes (19, 16b. 19-21)
En aquellos días, el Señor dijo a Elías: - «Unge profeta sucesor tuyo a Elíseo, hijo de Safat, de Prado Bailén. » Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: - «Déjame decir adiós a, mis padres; luego vuelvo y te sigo.» Elías le dijo: - «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?» Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Ellas y se puso a su servicio.
Salmo responsorial (Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11)
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. 
R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. 
R.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 
R.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (5, 1. 13-18)
Hermanos: Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.» Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente. Yo os lo digo: andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. En cambio, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 51-62)

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: - «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: - «Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: - «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro le dijo: - «Sígueme.» Él respondió: - «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: - «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios. » Otro le dijo: - «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: - «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

26 junio 2016. Domingo de la XIII semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Lc 9, 51-62
Al iniciar la oración es conveniente comenzar con una cierta preparación externa que nos llevará a la actitud interna del conocimiento del Señor, siendo consciente de qué es lo que voy hacer y ante quién lo voy a hacer poniendo en práctica las 5 adiciones ignacianas.
No está de más  recordar que los evangelios no están escritos para leerlos como se lee un libro de literatura o una biografía, no están escritos en primer lugar para hacer historia; al final del evangelio de san Juan nos dice que, narra los hechos de la vida de Jesús “para que creáis”. El evangelio de san Lucas que estamos leyendo este año presenta los hechos y las palabras de Jesús como el camino de encuentro con el Señor y como un camino de encuentro con la fe.
El texto del evangelio de hoy empieza: “Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir al Jerusalén”. Esta “subida a Jerusalén” es una subida hacia la muerte. Esta decisión es una decisión fundamental en la vida de Jesús: inicia el camino hacia su muerte. Desde esta decisión irrevocable de Jesús de subir a Jerusalén, se entienden mejor las exigencias que el Maestro plantea.
Las exigencias de Jesús a los que deciden seguirle son muy duras; nos pueden parecer incluso inhumanas como la de seguirle inmediatamente, sin poder despedirse de los seres queridos y ni siquiera enterrar al padre, nos puede parecer de una dureza muy difícil de aceptar. Incluso nos puede parecer estar en contradicción con lo que les dice a los hijos de Zebedeo, que les regaña por querer hacer llover fuego.
Pero Jesús, en este contexto de su decisión irrevocable de subir a Jerusalén, nos dice que puede haber momentos en la vida en que es necesario poner en segundo plano los amores más nobles de la persona ante el único valor absoluto: la causa del Reino de Dios. Si recordamos el pasaje de Lc 2 41-45 en el que Jesús se queda en Jerusalén sin saberlo sus padres no debió ser muy distinto a lo que Él nos exige en este pasaje. ¿Cuántos mártires a lo largo de la historia de la Iglesia han tenido que renunciar a lo más sagrado, como es la vida, por amor al Reino de los cielos? Pensemos en este rato de oración cuantas pequeñas renuncias tenemos que ir haciendo para que cuando nos llame el Señor no nos ocurra lo que al joven rico que le dio la espalda y se marchó.

Al terminar nuestra oración, pedidle al Señor que nos conceda un corazón semejante al suyo, manso y humilde, y saber descubrir la Voluntad de Dios para con nosotros por la intercesión de Santa María.

25/6/2016, Sábado de la XII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de las Lamentaciones (2, 2. 10-14. 18-19)
El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob, con su indignación demolió las plazas fuertes de Judá; derribó por tierra, deshonrados, al rey y a los príncipes. Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza. Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura mis entrañas; se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mí pueblo; muchachos y niños de pecho desfallecen por las calles de la ciudad. Preguntaban a sus madres: ¿Dónde hay pan y vino?», mientras desfallecían, como los heridos, por las calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus madres. ¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de Jerusalén? ¿A quién te compararé, para consolarte, Sión, la doncella? Inmensa como el mar es tu desgracia: ¿quién podrá curarte? Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas; y no te denunciaban tus culpas para cambiar tu suerte, sino que te anunciaban visiones falsas y seductoras. Grita con toda el alma al Señor, laméntate, Sión; derrama torrentes de lágrimas, de día y de noche; no te concedas reposo, no descansen tus ojos. Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia; derrama como agua tu corazón en presencia del Señor; levanta hacia él las manos por la vida de tus niños, desfallecidos de hambre en las encrucijadas.
Salmo responsorial (Sal 73, 1-2. 3-4. 5-7. 20-21)
R. No olvides sin remedio la vida de tus pobres.
¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados,
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada. 
R.
Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio; el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea, levantaron sus propios estandartes. 
R.
En la entrada superior abatieron a hachazos el entramado;
después, con martillos y mazas, destrozaron todas las esculturas.
Prendieron fuego a tu santuario, derribaron y profanaron la morada de tu nombre. 
R.
Piensa en tu alianza: que los rincones del país están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado, que pobres y afligidos alaben tu nombre. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 5-17)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: -«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. » Jesús le contestó: -«Voy yo a curarlo. » Pero el centurión le replicó: -«Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: -«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y al centurión le dijo: -«Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.» Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

25 junio 2016. Sábado de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano”.
Al analizar los textos del Evangelio, es oportuno prestar atención siempre a los pequeños detalles. El centurión es un pagano, un extranjero. No pide nada, sino que apenas informa a Jesús que su empleado está enfermo y que sufre horriblemente. Vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Detrás de esta actitud de la gente ante Jesús está la convicción de que no era necesario insistirle mucho a Jesús. Era suficiente con ponerle en conocimiento los problemas y sufrimientos. Y Jesús haría el resto. ¡Actitud de ilimitada confianza! De hecho, la reacción de Jesús es inmediata: “¡Yo iré a curarle!”
La humildad conquista el corazón de Dios. El centurión se lo roba con unas pocas palabras: “Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano”. Nosotros estamos llamados a hacer lo mismo, sin perder la ocasión de arrancar al Señor misericordia para nosotros y para los demás. Lo podemos hacer, porque Jesús desea, ardientemente, que todos entremos en su Reino. Él quiere sanarnos del egoísmo y elevar nuestras capacidades, haciéndonos partícipes de su vida. Solo basta abrirnos a sus posibilidades, el resto es su obra.
Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).
Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así nuestra oración?
¿Es así nuestra fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo).
 Y Jesús previó aquello que estaba aconteciendo en la época en que Mateo escribía su evangelio: “Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
El mensaje de Jesús, la nueva Ley de Dios proclamada en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas es una respuesta a los deseos más profundos del corazón humano. Los paganos sinceros y honestos como el centurión y tantos otros que vinieron de Oriente o de Occidente al cobijo y calor de la Iglesia, perciben en Jesús una respuesta a sus inquietudes y le acogen. El mensaje de Jesús es una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. El Reino de Cristo es Cristo mismo. La amistad verdadera con Cristo es la mejor que podemos tener en esta vida, anticipo de la vida eterna.
Oración final:

Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

24/6/2016, Natividad de san Juan Bautista

Lectura del libro de Isaías (49, 1-6)
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenla mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel - tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza -: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Salmo responsorial (Sal 138, 1-3. 13-14. 15)
R. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. 
R.
Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma. 
R.
No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. 
R.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 22-26)
En aquellos días, dijo Pablo: -«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66. 80)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -«¡ No! Se va a llamar Juan. » Le replicaron: -«Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

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