1/11/2016, Solemnidad de Todos los Santos

Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4. 9-14)
Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: -«No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.» Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: -«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!» Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: -«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.» Y uno de los ancianos me dijo: -«Ésos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: -«Señor mío, tú lo sabrás.» Él me respondió. -«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.»
Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,  él la afianzó sobre los ríos. 
R.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. 
R.
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-3)
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 1-12a)

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

1 noviembre 2016. Solemnidad de Todos los Santos – Puntos de oración

Nos ayuda a iniciar nuestra oración lo que la Iglesia pide en la Misa de este día: “Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos, concédenos, por eta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón. Por Jesucristo, nuestro Señor”. Se presenta en esta oración a los Santos como una “multitud de intercesores” para alcanzar misericordia. Podemos recordar a esos santos concretos que son para cada uno “amigos” y modelos, con los que tenemos una especial relación, porque nos han ayudado su ejemplo o sus escritos o hemos sentido su ayuda. Les pedimos con confianza que nos ayuden en el camino de la santidad.
Mediante este rato de oración nos preparamos interiormente para participar con fe viva en la Eucaristía de este día de precepto. Nuestra liturgia en la tierra se asocia a la alabanza continua de nuestros hermanos que ya han llegado a la Jerusalén celestial y contemplan gozosos el rostro de Dios. La primera lectura de hoy se asoma a esa liturgia del cielo en la que los redimidos por la sangre de Cristo, “vestidos con vestiduras blancas y palmas en las manos”, aclaman: “La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos”. Hoy podemos vivir la Eucaristía conscientes de nuestra unión con los santos, alabando con ellos a la Trinidad Santísima, sintiendo su intercesión por nosotros.
En la plegaria eucarística, después de la consagración siempre pedimos ser asociados a los santos en el cielo, encabezados por la Virgen Madre de Dios:
“Que Él (Cristo) nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre su ayuda” (Plegaria III).
“Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas” (Plegaria II).
Así, saboreando la Misa de este día como anticipo de cielo, nos llenaremos de deseos de santidad y de confianza al ver que tantos hombres y mujeres, débiles y pecadores como nosotros, han alcanzado la gloria del cielo por la misericordia del cielo:

“Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, acéptanos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires... y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos sino conforme a tu bondad” (Plegaria I).

31/10/2016, Lunes de la XXXI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2, 1-4)
Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
Salmo responsorial (Sal 130, 1. 2. 3)
R. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad. 
R.
Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado así está mi alma dentro de mí. 
R.
Espera Israel en el Señor ahora y por siempre. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 12-14)

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

31 octubre 2016. Lunes de la XXXI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La oración es justamente para encontrarse con Jesús, con el verdadero Hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos del pecado. Hablemos con Él con confianza, como lo haría su madre en los días de Nazaret, así saldremos de la oración confiados y dispuestos a dar testimonio de Cristo en los ambientes donde nos desenvolvemos, en oficinas y fábricas, en aulas y hospitales, en la calle y en las familias.
Hoy, el Señor nos enseña el verdadero sentido de la generosidad cristiana: el darse a los demás. «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa» (Lc 14,12).
El cristiano se mueve en el mundo como una persona corriente; pero el fundamento del trato con sus semejantes no puede ser ni la recompensa humana ni la vanagloria; debe buscar ante todo la gloria de Dios, sin pretender otra recompensa que la del Cielo. «Al contrario, cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos» (Lc 14,13-14).
El Señor nos invita a darnos incondicionalmente a todos los hombres, movidos solamente por amor a Dios y al prójimo por el Señor. «Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente» (Lc 6,34).
Esto es así porque el Señor nos ayuda a entender que si nos damos generosamente, sin esperar nada a cambio, Dios nos pagará con una gran recompensa y nos hará sus hijos predilectos. Por esto, Jesús nos dice: «Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo» (Lc 6,35).

Pidamos a la Virgen la generosidad de saber huir de cualquier tendencia al egoísmo, como su Hijo. Que María Reina y Madre de la Iglesia sea nuestra fuerza y que siempre esté en nuestros corazones, para ello digámosle repetidamente, ahora y durante todo el día: María,totus tuus, ego sum.

30/10/2016, Domingo de la XXXI semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura del libro de la Sabiduría (11, 22-12, 2)
Señor, el mundo entero es ante ti como un grano en la balanza, como gota de rocío mañanero sobre la tierra. Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo, no lo habrías creado. ¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?, o ¿cómo se conservaría, si tú no las hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todas las cosas porque son tuyas, Señor, amigo de la vida. Pues tu soplo incorruptible, está en todas ellas. Por eso, corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor.
Salmo responsorial (Sal 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14)
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mí rey
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. 
R.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. 
R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. 
R.
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. 
R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1, 11-2,2)
Hermanos: Oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 1-10)

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, data prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prosa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

30octubre 2016. Domingo de la XXXI semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Empezamos nuestro rato de oración ofreciendo el día de hoy,  pidiendo ayuda al Espíritu Santo y mendigando la misma a nuestros intercesores.
La primera lectura debe leerse en clave de misericordia. En ella la inmensidad de Dios es comparada con la pequeñez del hombre.“Señor, el mundo entero es ante ti, como un grano en la balanza”. ¿Qué somos cada uno de nosotros  en comparación con el Universo? Una mota de polvo en una playa… “una gota de rocío mañanero en la tierra”.
Pues siendo tan pequeños, Dios no nos olvida, nos tiene en cuenta, nos ha elegido uno a uno para darnos la vida, ha pensado en cada uno de nosotros como unos padres en el niño que viene: ¿Cómo  será su carita? ¿Qué nombre le pondremos?. Está deseando perdonarnos si caemos. “Te compadeces de todos, porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo no lo habrías creado”.
Nos corrige sin ira, con paciencia “es clemente y misericordioso”. “Corriges poco a poco a los que caen”.
Si después de estas reflexiones, el corazón aún le percibimos seco, insensible, entremos en la escena del evangelio y sintiéndonos Zaqueo, el pequeño, subámonos a un sicomoro para ver a Jesús que pasa, cerca de nosotros.
Abelardo nos decía sobre esta escena, Zaqueo sube con dificultad,  al árbol para ver  a Jesús y baja rápidamente del árbol para tratarle personalmente, para conocerle, para  hospedarle en su casa.
“Zaqueo subió al árbol porque quería ver a Jesús, y éste le mando bajar para conocerle mucho más: verle, escucharle, palparle, tenerle hospedado en su propia casa” (Abelardo de Armas – Aguaviva – febrero 1987).
En nuestra cabeza la santidad se concibe como subir, esforzarse, echarle coraje y puños a la vida. Nos creemos autónomos y cuando fallamos nos contrariamos y desfondamos. Jesús en este pasaje nos habla de alcanzar el Reino de los cielos bajando.
Olvidamos que nuestro modelo es Cristo que siendo Dios se humilló haciéndose hombre (exinanivit). Por eso Zaqueo le encuentra bajando. Jesús viene en busca del hermano perdido para traerlo a la casa del Padre. En este evangelio el pródigo se llama Zaqueo, pero pródigos somos todos en algún momento de nuestra vida.

Acabemos nuestras reflexiones con un coloquio con Jesús. Examinemos con el Maestro nuestro corazón, pidiendo a la Virgen nos preste su “corazón para amarle” a Él y a los hermanos. Que ella nos libre de esa dureza de corazón que nos hace insensible a las necesidades de los que nos rodean.

29/10/2016, Sábado de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (1, 18b-26)
Hermanos: De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.
Salmo responsorial (Sal 41, 2. 3. 5bcd)
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
R.
Tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
R.
Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 1. 7-11)

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te diga: "Cédele el puesto a éste". Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

29 octubre 2016. Sábado de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy el Señor en este Evangelio nos habla de la humildad. A simple vista las palabras del Señor pueden parecer un consejo de buenos modales, una norma de prudencia o una manera de conducirse en un mundo en el que nos movemos por motivos de vanidad o gloria humana.
Pero la actitud de Jesús y su testimonio de vida desmienten esta manera de conducirse por el mundo, por tanto, el asunto debe ser más profundo de lo que parece. El que nació en un establo donde nadie le vio nacer, el que se puso en la cola de los pecadores que iban a ser bautizados por Juan Bautista ¡Dios haciendo cola!, no tiene sentido que actúe, y anime a sus discípulos a actuar, para “quedar bien”.
Lo que Jesús nos plantea realmente es una llamada a la humildad, pero a la humildad de corazón en un mundo en el que nos movemos por motivos inconfesables: prestigio, vanidad, honor, envidia… Esta humildad de corazón nace de la certeza de saberse amado por Dios. Saberse amado, aunque sea sin mérito propio, y de una manera incondicional, por un Dios padre providente hace que nuestro corazón se encuentre colmado, pleno, rebosante, de tal manera que todo lo demás pase a ser secundario. Conoce ¡oh cristiano tu dignidad! Decía un autor clásico. Porque ¿Hay mayor dignidad que ser hijo de Dios?
Si Dios es mi padre… ¿qué me puede faltar? Es lo que cantan las carmelitas descalzas en sus conventos. Es por esto que ellas viven felices, colmadas, plenas y también humildes, y todo esto junto.
¡Cuántos disgustos, berrinches y frustraciones nos evitaríamos si, conscientes de esta realidad, viviéramos al margen del que dirán! ¡Cuánto sufrimiento por no sentirnos suficientemente reconocidos en casa, en el trabajo, en la familia, en clase, en el equipo! ¡Cuántos desvelos y afanes por destacar, por decir la última palabra, por “trepar”. Y esto incluso entre los que nos llamamos cristianos.
¡Qué libertad la del que no necesita del halago de los demás, ni de los aplausos, ni se irrita por el progreso de los que le rodean! Esa es la libertad de los hijos de Dios. De esa libertad nace la magnanimidad, la generosidad, el desapego a las cosas y el afecto a las personas, porque no se las ve como competidores.

Pidamos a la Virgen en este sábado que nos alcance conocer y vivir esta verdad, porque “humildad es saber andar en verdad”.

28/10/2016, San Simón y San Judas, apóstoles

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22)
Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. 
R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 12-19)

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

28 octubre 2016. San Simón y san Judas, apóstoles – Puntos de oración

El Evangelio de hoy parece un poco superficial pero es mucho más profundo: Jesús tiene que hacer una elección importante y para ello se retira una noche a orar; por la mañana ya lo tiene claro y elige a 12 de entre sus discípulos más cercanos y los llama apóstoles. Te invito a leer de nuevo la lista y no se te olvide añadir tu nombre al final de la relación.
Entre ellos hay algunos muy conocidos y sabemos casi todo lo que hicieron, otros escribieron los relatos de la vida del Señor como un evangelio; todos dieron su vida por Cristo y murieron mártires. Pero el motivo más importante de su elección es que fueron elegidos para estar con Él; por lo tanto si quieres ser apóstol de Cristo piensa que lo más importante es estar con Él. Vamos a acercarnos a los pensamientos de uno de los grandes místicos del siglo XX: el hermano Rafael:
“¡Ah!, Señor, qué feliz soy en mi retiro. Cuánto te amo en mi soledad… Cuánto quisiera ofrecerte lo que no tengo, pues ya te lo he dado todo. Pídeme, Señor, más; ¿qué he de darte? ¿Mi cuerpo? Ya lo tienes; es tuyo. ¿Mi alma? Señor, ¿en quién suspira sino en Ti para que de una vez la acabes de tomar? ¿Mi corazón? Está a los pies de María, llorando de amor, sin ya nada querer, más que a ti. ¿Mi voluntad? ¿Acaso, Señor, deseo lo que Tú no deseas? Dímelo… dime, Señor, cuál es tu voluntad, y pondré la mía a tu lado. Amo todo lo que Tú me envíes y me mandes, tanto salud como enfermedad, tanto estar aquí como allí, tanto ser una cosa como otra. ¿Mi vida? Tómala, Señor Dios mío, cuando Tú quieras. ¡Cómo no ser feliz así!”
Como ves el verdadero apostolado se fragua en la oración, y en una oración encendida y cercana al Señor. Algunas veces es complicado esto de orar sin cesar, orar siempre y continuamente como nos pide san Pablo: Orad sin cesar. Pero puedes ayudarte de los deseos: tu deseo es tu oración, si tu deseo es continuo, también tu oración es continua. Desea mucho amar a Dios, desea mucho estar siempre en oración y desear se puede hacer de una forma racional.

Termina tu oración pidiéndole a la Virgen que haga realidad todos tus deseos.

27/10/2016, Jueves de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6, 10-20)
Hermanos: Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas de Dios, para poder aguantar las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire. Por eso, tomad las armas de Dios para poder resistir en el día malo y manteneros firmes después de haber superado todas las pruebas. Estad firmes; ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza de la justicia; calzad los pies con la prontitud para el evangelio de la paz. Embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno. Poneos el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia, por todos los santos. Pedid también por mí, para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas, y tenga valor para hablar de él como debo.
Salmo responsorial (Sal 143, 1. 2. 9-10)
R. ¡Bendito el Señor, mi alcázar!
Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. 
R.
Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. 
R.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo, de la espada maligna. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 31-35)

En aquel día, se acercaron unos fariseos a decir a Jesús: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte». Jesús les dijo: -«Id y decid a ese zorro: "Mira, yo arrojo demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día quedará consumada. Pero es necesario que camine hoy y mañana y pasado, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido. Mirad, vuestra casa va a ser abandonada. Os digo que no me veréis hasta el día en que digáis: "¡Bendito el que viene en nombre del Señor!"».

27 octubre 2016. Jueves de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La escena del evangelio de este día es exclusiva de S. Lucas.., probablemente sucede en Perea, territorio del domino de Herodes Antipas.
¿Quién está utilizando a quien...? ¿Los fariseos a Herodes, o Herodes a los fariseos...? Lo cierto es, que ante el prestigio creciente de Jesús, se teme una revuelta..., o se temen más aún todavía sus milagros... Es necesario metan miedo y desacreditarlo..., y lo harán sin ningún reparo.
Pero Jesucristo no atenderá esta insidia malévola, y les responderá con una firmeza y una seguridad que no dejan dudas... Le llama a Herodes "zorra" por la astucia que muestra, y les muestra a los fariseos sus credenciales mesiánicas: "hoy y mañana..., y al día tercero consumaré mi obra..." Y es que a Jesús solo le interesa la voluntad del Padre y su cumplimiento...
Pero dejemos las controversias..., y metámonos en el centro de esta página evangélica al recordar hoy en nuestra oración estas palabras de Jesucristo:
"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían!
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido.
¿Por qué me quedo con estos versículos? Muy sencillo, porque a mi parecer resumen perfectamente el clamor de Dios y los deseos de su Corazón, en este momento histórico de su vida...
Jesucristo es consciente del rechazo de su pueblo, ya no solo de Herodes o de los fariseos.., pero esto no lo intimida, ni le resta las fuerzas necesarias para seguir ofreciéndose por él, y seguir amándolo...
¿Y nosotros, como reaccionamos cuando nos vemos rechazados, olvidados, o preteridos a los demás...? ¿Reaccionamos con esta caridad, con esta comprensión, que manifiesta el Señor en estos versículos...? Mis queridos hermanos, ¡cómo nos cuesta seguir sus pasos…! ¡Cómo nos cuesta abrazarnos a la humillación o al desprecio…! ¡Cómo nos cuesta no reivindicar..., no acusar..., no buscar culpables..., y no obstante, seguir amando a pesar de todo...!

La imagen de la gallina que intenta cobijar a sus polluelos, resume perfectamente la actitud de Dios que se nos da, frente a nuestras necesidades perentorias... Hoy puede ser un día muy bonito para transformar nuestros sentimientos, dejándonos acoger por Dios bajo sus alas... Que así sea.



26/10/2016, Miércoles de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6, 1-9)
Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque eso es justo. «Honra a tu padre y a tu madre» es el primer mandamiento al que se añade una promesa: «Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra». Padres, no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos según el Señor. Esclavos, obedeced a vuestros amos de la tierra con respeto y temor y temblor, con la sencillez de vuestro corazón, como a Cristo. No por las apariencias, para quedar bien ante los hombres, sino como esclavos de Cristo que hacen, de corazón, lo que Dios quiere, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a hombres. Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre se lo pagará el Señor. Amos, comportaos también vosotros del mismo modo, dejándoos de amenazas; sabéis que ellos y vosotros tenéis un amo en el cielo y que ese no es parcial con nadie.
Salmo responsorial (Sal 144, 10-11. 12-13ab. 13c:d-14)
R. El Señor es fiel a sus palabras
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. 
R.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. 
R.
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 22-30)

En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén. Uno le preguntó: -«Señor, ¿son pocos los que se salven?». Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; pero él os dirá: "No sé quiénes sois". Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas". Pero él os dirá: "No sé de donde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad" Así será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».

26/10/2016, Miércoles de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Antes de comenzar a meditar la Palabra, conviene seguir el consejo de San Ignacio de Loyola y purificar nuestra intención, cayendo en la cuenta de lo que quiero. Puede ayudar para ello repetir con el corazón, muy despacio, la siguiente oración: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
La Palabra de Dios que hoy nos brinda la Iglesia nos coloca ante una de las verdades más fuertes de nuestra vida: hemos nacido para no morir nunca. Fuimos creados por amor, por el Amor. Nuestra vida se sostiene por el amor que el Amor deposita en cada uno de nosotros. Y seremos juzgados al atardecer de la vida en el amor, por el Amor.
¿Es el amor, es el Amor, el que rige mi vida? ¿O son las relaciones de poder, las envidias, el éxito, el bienestar, el placer, la moda, las influencias... los motores de mi vida? En la primera lectura tenemos algunas pistas para concretar: “No como quien sirve a hombres, sino como esclavos de Cristo” (Ef 6,1-9)
Merecería la pena hacerse sinceramente estas preguntas, pues nos va la vida en ellas.
Pero reflexión o hacerse preguntas, por sí mismo, no es hacer oración. Un monólogo con uno mismo no es oración. La oración es diálogo, apertura y comunicación con Dios. La oración es un camino de amistad, que no consta sólo de palabras y conceptos, sino sobre todo de miradas, afectos, llamadas y respuestas.
Por eso, para entrar en amistad y en el servicio de nuestro Señor, lo mejor será sumergirse en la escena del Evangelio, y contemplar la mirada con que Jesús expone sus amistades, sus conocidos, su juicio.
“Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”. Pero no esperéis entrar por méritos propios o haciendo negociaciones con el portero. Es el Señor  quien abre y cierra dicha entrada. Todo es gracia. Haber comido y bebido con Él (¿Eucaristía frecuente?) no asegura nada. No es una cuestión de cumplimientos, sino de dejarse alcanzar por su amor, por el Amor.

“Señor, que tu mirada me reconozca en el atardecer de mi vida. Que mi vivir te resulte reconocible, no ajeno. Que no busque ser perfecto en mi vida, sino dejarme perfeccionar por Ti, por tu Amor, por tu Pasión. Acepto ser de los primeros, los del medio o de los últimos en esta vida, con tal de ser de tus íntimos en el cielo. Madre ayúdame”.

25/10/2016, Martes de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5, 21-33)
Hermanos: Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a si mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne». Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.
Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. 
R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. 
R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 18-21)
En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé?

Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas». Y dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».

25 octubre 2016. Martes de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración preparatoria
“Aumenta nuestra fe esperanza y caridad y para conseguir tus promesas concédenos amar tus preceptos” (Del domingo XXX)
Nuestra oración
El evangelio de hoy comienza con una pregunta de Jesús. Esto siempre es sugerente pues muchas veces nuestra oración es una pregunta elevada a Dios. Otras veces es una pregunta sobre nuestra vida y el deseo de comprender algún aspecto de lo que nos está pasando.  A veces la pregunta nos abre aspectos de la realidad.
Hoy Jesús pregunta ¿A que es semejante el Reino de Dios o a que lo compararé? Conocemos la respuesta de Jesús… a un grano de mostaza, a la levadura
Te propongo dos maneras de orar hoy con este Evangelio.
1. Con las respuestas de Jesús. Mirar tu vida y ver en ella como está creciendo en ti la fe, la vida espiritual, la percepción de Dios. Como decíamos en nuestra primera oración, como está creciendo la fe, la esperanza la caridad. Y de igual manera, que cosas hay en tu vida que están fermentando hasta llenarlo todo.
Es muy sencillo, pero quizás hace tiempo que no lo haces, y te estás perdiendo ver la acción de Dios en tu vida. Quizás estés triste, quizás arrastres la vida, sin darte cuenta del crecimiento de Dios en ti, a tu alrededor, en lo que te rodea. 
Ayer una persona de la parroquia me decía: cada día cuando te levantes da gracias a Dios por todo lo que has conseguido en tan poco tiempo. ¿Eres consciente? Y  me sorprendió lo que me decía. ¿Eres consciente?  Esto es lo que te propongo para la oración de hoy. Ser consciente del amor de Dios que está haciendo crecer el Reino y descubrir cómo, de qué manera. Apunta las respuestas y te asombrarás de lo que está ocurriendo. Puede pasar que el Reino sea maravilloso a tu lado y tu aún no te hayas dado cuenta
2. Elige, si quieres, otras comparaciones del Reino de Dios en tu vida. No es que haya que enmendarle la plana al Señor, sino hacerle decir a Él: El Reino de Dios, en tu vida, se puede comparar a… Y llena la oración de comparaciones. Se parece a esta persona que trabaja a mi lado, este médico que me está curando, este amigo que me alienta, estas personas que me ayudan.

 ¿Con que comparar el reino de Dios en tu vida?

24/10/20164, Lunes de la XXX semana de T. Ordinario – San Antonio Mª Claret

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,32–5,8)
Hermanos: Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. De la fornicación, la impureza, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Tampoco vulgaridades, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de lugar. Lo vuestro es alabar a Dios. Tened entendido que nadie que se da a la fornicación, a la impureza o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos falaces; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos. Antes sí erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el Señor.
Salmo responsorial (Sal 1,1-2.3.4.6)
R. Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. 
R.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. 
R.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,10-17)

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y estaba encorvada, sin poderse enderezar de ningún modo. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, se puso a decir a la gente: «Hay seis días tenéis para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos días, y no en sábado». Pero el Señor le respondió y dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre, y lo lleva a abrevar? Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?» A decir estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba por todas las maravillas que hacía.

24 octubre 2016. Lunes de la XXX semana de T. O. – San Antonio Mª Claret – Puntos de oración

“Vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros…”… Me parece, es lo central del mensaje evangélico que hoy nos propone la iglesia en este inicio de semana. Vivir en el amor. Para empezar, propongo como método para orar la oración repetitiva. Estoy leyendo un libro sobre la oración donde se dice que este método tiene un efecto pacificador y permite que un deseo, una intención del alma, se exteriorice mediante el cuerpo y se enraíce al mismo tiempo en el corazón. Se trata de que, una vez puestos en la presencia de Dios y sosegado el interior, me quede con alguna frase de las lecturas y la repita lentamente y desde el corazón, a un ritmo pausado, como si se tratase de nuestra respiración. “Vivir en el amor”, “Dios es amor”, “Cristo se entregó por nosotros”… son algunas frases que os propongo usar en este día. Podría ayudar a este momento de oración ver una imagen de Cristo crucificado. En Perú, en este mes de octubre, se venera de manera especial la imagen del Señor de Los Milagros, cuya devoción se ha extendido por los cinco continentes. Adjunto su imagen al final del texto, por si os ayuda. Alguno con esto ya podría tener la oración hecha.
Pero se podría adentrar más en las lecturas de hoy que, claramente, guardan una especial relación. San Pablo en la primera lectura recuerda a la comunidad de Éfeso que “en otro tiempo erais tinieblas…”. Las primeras comunidades cristianas eran conformadas principalmente por conversos, hombres y mujeres que al recibir el Espíritu Santo (manifestación de la Misericordia de Dios) dejaban atrás una vida de pecado, muchas veces de escándalo público; ya el apóstol brinda en el texto algunos rasgos de este comportamiento. Todos nosotros también hemos experimentado, de alguna manera u otra y en mayor o menor medida, ese toque misericordioso de Dios que nos hizo cambiar de vida, o al menos, a estar convencidos de tener que hacerlo y aspirar a ello con todas sus consecuencias. Quizá nuestra conversión no fue tan evidente de cara al exterior como la de los de Éfeso, pero tanto ellos en su momento, como nosotros ahora, tenemos necesidad de estar en permanente conversión. Para ello, la exhortación de San Pablo es clara: “Sed imitadores de Dios, como hijos queridos…”, e inmediatamente concreta la idea señalando el modelo, el Verbo encarnado: Jesucristo, que practicó la BONDAD, la COMPRENSIÓN y el PERDÓN. Podemos aprovechar un momento de la oración para evaluarnos en estos tres aspectos de la vida del Señor.

Quizá después de esta pequeña evaluación, vemos que en algún momento hemos sido como el jefe de la sinagoga que menciona Lucas en el evangelio. El Señor, que conoce muy bien lo que había en su corazón, aprovecha la oportunidad para darle una lección de misericordia y nos la puede dar también hoy a nosotros. Dejémonos en este día “desencorvar” por Jesús, como lo hizo aquella mujer enferma… “enderecemos” nuestra vida bajo su mirada, que estemos en permanente conversión y escuchemos con ternura que nos dice “Quedas libre de tu enfermedad…”.

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