1/5/2018, Martes de la V semana de Pascua – San José Obrero


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14, 19-28)
En aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dándole por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad. Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.
Salmo responsorial (Sal 144, 10-11. 12-13ab, 21)
R. Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. 
R.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. 
R.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (14, 27-31a)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo».

1 mayo 2018. Martes de la V semana de Pascua – San José Obrero – Puntos de oración


Comenzamos nuestra oración poniéndonos en la presencia del señor. Le pedimos al espíritu santo que nos ilumine y a la Virgen que nos ayude a decir que sí como ella hizo.
Hoy en la primera lectura se narra cómo san Pablo cuando iba predicando fue apedreado y echado de una ciudad y tras esto volvió a la ciudad junto con el resto de los discípulos. Y luego cuenta la lectura como visitaba y animaba las distintas comunidades cristianas.  De esta lectura podemos ver como san Pablo ante una gran dificultad y rechazo, de hecho, lo daban por muerto después de ser apedreado, vuelve y continúa con su cometido a pesar del dolor, del sufrimiento y del rechazo. Esto es un reflejo de lo que debería ser hoy nuestra vida.  Hoy gracias a Dios en nuestros ambientes no se apedrea a nadie, pero sí que todos hemos sufrido o visto otras formas de rechazo ante el que intenta ayudar, el que intenta enseñar o simplemente el que intenta vivir su fe. Sin embargo, aunque no nos tiran piedras parece que nos cuesta más que a san Pablo pasar el trago del sufrimiento y el rechazo e insistir en nuestro camino. Hoy se nos recuerda que nuestro camino conlleva el sufrimiento, pero un sufrimiento que salva y santifica ya que simplemente seguimos el camino del que murió por todos nosotros en una cruz.
Por otro lado, el evangelio nos cuenta como Jesús les va anunciando a los apóstoles el momento de la despedida. Me gustaría que nos parásemos en las primeras líneas:
“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde.”
Jesús nos da la paz, pero una paz que solo Él puede dar y además que busca calmar nuestro corazón para que no dude. Sin duda Jesús nos está invitando creer a recibir la Fe que nos regala y que no nos abandona, aunque Él no esté. La Fe que nos tranquiliza y nos da la paz para afrontar la vida de una forma nueva y renovada. Os invito a que recibáis hoy esa llamada a creer a recordar estas palabras que Jesús dijo a sus discípulos y que posteriormente reforzaría con la venida del espíritu santo.
Por último, hoy celebramos la festividad de San José Obrero. Un santo sencillo que descubrió el camino de la santidad en el trabajo de carpintero y en la familia de Nazaret. Simplemente hay que recordar que el trabajo o el estudio todavía para muchos es la tarea a la que más horas dedicamos a lo largo del día y que es un camino de santidad. Pidamos a San José su intercesión para que nos ayude a realizar nuestro trabajo de una manera ejemplar sobre todo en el trato con los demás.
Finalmente no podemos olvidar que hoy es el primer día de Mayo, el mes de la Virgen. Las tres ideas anteriores se resumen en ella. María nos enseñó a sufrir y a seguir adelante a pesar del dolor, también fue la primera en creer, en tener Fe en todo lo que Jesús dijo y por último fue una madre ejemplar. Simplemente podemos quedarnos con Ella e intentar imitarla día a día a lo largo de este mes y de los siguientes.
Hoy tener un buen dialogo con María, hablar con ella y comentarle todos nuestros deseos y propósitos para que este mes sea un gran regalo para ella.

30/4/2018. Lunes de la V semana de Pascua


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14, 5-18)
En aquellos días, cuando en Iconio se produjeron conatos de violencia de parte de los gentiles y de los judíos, con sus autoridades, para maltratar a Pablo y a Bernabé y apedrearlos; al darse cuenta de la situación, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y alrededores, donde se pusieron a predicar el Evangelio. Había en Listra, sentado, un hombre impedido de pies; cojo desde el seno de su madre, nunca había podido andar. Estaba escuchando las palabras de Pablo, y este, fijando en él la vista y viendo que tenía una fe capaz de obtener la salud, le dijo en voz alta: - «Levántate, ponte derecho sobre tus pies». El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia: -«Los dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos». A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio. Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando y diciendo: «Hombres, ¿qué hacéis? También nosotros somos humanos de vuestra misma condición; os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo “que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen”. En las generaciones pasadas, permitió que cada pueblo anduviera por su camino; aunque no ha dejado de dar testimonio de sí mismo con sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia». Con estas palabras, a duras penas disuadieron al gentío de que les ofrecieran un sacrificio.
Salmo responsorial (Sal 113 B, 1-2. 3-4. 15-16)
R. No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria
No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»? 
R.
Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas. 
R.
Benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (14, 21-26)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él». Le dijo Judas, no el Iscariote: - «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?» Respondió Jesús y le dijo: - «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».

30 abril 2018. Lunes de la V semana de Pascua – Puntos de oración


Las palabras del evangelio de hoy se podrían meditar sin comentario, simplemente leyendo y mirando al Sagrario. Pero por si no basta esto, hoy los puntos los dará alguien con cierta autoridad, como es San Agustín. En su Comentario al Evangelio de San Juan comenta el evangelio de hoy versículo a versículo. Sus palabras solamente se pueden entender desde la meditación y cerca de Jesús, o cerca del Corazón de la Virgen:
21. «El que tiene mis mandamientos y los guarda…» Quien tiene presentes los mandamientos en la memoria y los guarda en la vida; quien los tiene en sus palabras, y los practica en sus obras; quien los tiene en sus oídos, y los practica haciendo; quien los tiene obrando y perseverando, «ése es el que me ama». El amor debe demostrarse con obras, para que su nombre no sea infructuoso.
«…y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré» Pero ¿qué es eso de le amaré? ¿Es que al presente no ama? Se explica esta dificultad por lo siguiente: «y me manifestaré a él.», esto es, hasta tal punto lo amaré, que me manifestaré a él, y obtendremos como premio de nuestra fe la visión. Entonces nos amaba hasta concedernos la fe; después hasta darnos la visión. Ahora amamos creyendo lo que veremos, mas entonces amaremos viendo lo que hemos creído.
Prometió que sería visto por sus amadores, como Dios con el Padre, y no a la manera que era visto en la tierra, en cuerpo, y hasta por los malos (Ad Paulinam de videndo Deo cap. 1).
22. Como el Señor había dicho “Todavía un poco, y el mundo no me verá, pero vosotros me veréis” (Jn 14,19), le interroga acerca de este punto Judas, no el traidor que se denominaba Iscariotes, sino aquel que dejó una epístola entre las Escrituras canónicas. Por eso dice: «Le dice Judas – no el Iscariote -: “Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?”» Le pregunta la causa por qué se ha de manifestar a ellos y no al mundo. Y el Señor le explica la causa por qué se ha de manifestar a ellos y no a los extraños, a saber: porque lo aman, y aquéllos no. Respondió Jesús y les dijo: “Si alguien me ama, guardará mis palabras”, etc.
23. «Jesús le respondió: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará…”» El amor aparta del mundo a los santos. Es el único que hace a los concordes habitar en la mansión en que el Padre y el Hijo moran. Ellos dan este amor, a los que concederán por fin su contemplación. Hay cierta manifestación interior de Dios, que los impíos desconocen por completo, porque para éstos no hay manifestación alguna de Dios Padre y Espíritu Santo. La del Hijo pudo existir, pero en carne, que no es tampoco como aquélla, ni pudo ser por mucho tiempo, sino por breve, y esto no para alegría, sino para condenación; no para premio, sino para castigo. Después continúa: «” …y vendremos a él”» En efecto, vienen a nosotros, si vamos nosotros a ellos; vienen con su auxilio, nosotros con la obediencia; vienen iluminándonos, nosotros contemplándolos; vienen llenándonos de gracias, nosotros recibiéndolas, para que su visión no sea para nosotros algo exterior, sino interno, y el tiempo de su morada en nosotros no transitorio sino eterno. Por eso continúa: «“… y haremos morada en él.”».
¿Creerá alguien quizá que porque el Padre y el Hijo habitan en sus escogidos, se excluya al Espíritu Santo? ¿Pues no dice más arriba hablando del Espíritu Santo: “Con vosotros habitará y en vosotros estará”? (Jn 14,17). ¿O es que hay alguien tan inclinado a lo absurdo que crea que con la venida del Padre y del Hijo, se apartará el Espíritu Santo para ceder el puesto a personas mayores? Mas a este pensamiento natural, responde la Sagrada Escritura, cuando dice: “Para que permanezca eternamente con vosotros” (Jn 14,16). Tendrá, pues, la misma mansión que el Padre y el Hijo por toda la eternidad. Porque ni el Espíritu Santo viene sin Ellos, ni Ellos sin El. Mas para hacer la separación de la Trinidad, se dicen algunas cosas de cada una de las personas separadamente. Sin embargo, no pueden entenderse excluyendo las otras, por la unidad de sustancia.
24. Acaso quiso establecer cierta distinción con la palabra al decir “palabras” en plural: «El que no me ama no guarda mis palabras», para que cuando se refiriese a “la palabra” (esto es, el Verbo) que no es de sí misma sino «del Padre que me ha enviado», esto se entendiese de El mismo. Porque El no es Verbo de sí mismo, sino del Padre; así como tampoco es imagen de sí mismo, sino del Padre; ni Hijo de sí mismo, sino del Padre. Por eso atribuye con mucha razón al Autor de todo cuanto hace igualmente, porque de El le viene el serle igual en todo.
25. «Os he dicho estas cosas estando entre vosotros.» La convivencia que les promete para lo futuro es distinta de aquella que al presente les concede. La primera es espiritual y radica en lo interior; ésta corporal y susceptible de manifestarse a lo exterior por los ojos y los oídos.
26. «Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.» Sugerirá (esto es, nos traerá a la memoria) y aun debemos entender que se nos manda no olvidar, que los salubérrimos preceptos que Cristo nos conmemoró, pertenecen a la gracia.

29/4/2018. Domingo V de Pascua (Ciclo B)


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9, 26-31)
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé, tomándolo consigo, lo presentó a los apóstoles y él les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había actuado valientemente en el nombre de Jesús. Saulo se quedó con ellos y se movía con libertad en Jerusalén, actuando valientemente en el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los helenistas, que se propusieron matarlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso. La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.
Salmo responsorial (Sal 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32)
R. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan: ¡viva su corazón por siempre! 
R.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. 
R.
Mi descendencia lo servirá, hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: «todo lo que hizo el Señor». 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,18-24)
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón ante él, en caso de que nos condene nuestro corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo. Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Lectura del santo evangelio según san Juan (15, 1-8)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

29 abril 2018. Domingo V de Pascua (Ciclo B) – Puntos de oración


* Primera lectura: A los dos años después de su conversión, Pablo se dirige a Jerusalén buscando el contacto con la primitiva comunidad cristiana. No se le sería fácil, pues todos se acordaban del antiguo perseguidor y lo miraban con recelo, pero medió su amigo Bernabé, de origen helenista, igual que Pablo y lo presentó a los apóstoles. En su carta a los Gálatas (1, 18-24), Pablo nos dice que en este viaje vio únicamente a Pedro y a Santiago. El autor de los Hechos no especifica, y habla, en general, de los apóstoles, pues lo único que le importa es hacer constar que Pablo fue aceptado por los jefes de la comunidad primitiva.
Pablo permaneció en Jerusalén quince días (Gál 1, 18), poco tiempo para realizar una actividad evangélica entre los helenistas. Tampoco debemos suponer que tuviera tiempo para actuar en los medios judíos, hablando en las sinagogas.
Con todo, quince días bastaron para que se atrajera el odio de sus enemigos y corriera el mismo peligro que Esteban, a quien Pablo iba a suceder con el mismo espíritu universalista.
Con la ayuda de los hermanos, esto es, de los fieles de Jerusalén, Pablo salva su vida embarcándose en Cesarea y huyendo a su ciudad natal. En Tarso debió predicar intensamente el evangelio, pues se corrió la voz en las comunidades cristianas de Judea que decían: "El que nos ha perseguido predica ahora la misma fe que antes quiso liquidar" (Gál 1,23).
* Segunda lectura: Si la verdadera comunión con Dios está reservada para la eternidad (1 Jn 3, 2), ¿cómo podemos saber si nos acompaña ya en este mundo? ¿Qué seguridad podemos tener ante Dios si no podemos siquiera percibir su presencia? Este pasaje puede muy bien servir de marco a estas preguntas.
Juan llama la atención sobre este principio: así como no puede uno contentarse con un conocimiento puramente abstracto de Dios, de igual manera no puede uno amar a sus hermanos con solo palabras (v. 18). Esta experiencia auténtica del amor fraterno nos proporciona plena seguridad ante Dios; nos permite reconocer la presencia permanente de Dios en nosotros (v. 21) y confiere a nuestra oración la certeza de ser oída (v. 22; cf. Jn 15, 15-17).
El mandamiento que nos proporciona seguridad ante Dios y nos garantiza su presencia entre nosotros es doble: creer en el nombre de Jesucristo y amarnos los unos a los otros (v. 23). Nosotros somos hijos de Dios por nuestra fe, y la caridad fraterna fluye de esta filiación (1 Jn 2, 3-11).
* Evangelio: Lo mismo que el pasado domingo en el evangelio del Buen Pastor, nos sorprende ahora la afirmación absoluta de Jesús: "Yo soy la verdadera vid". No dice que fue o que será, pues Él es ya la verdadera vid, la que da el fruto. Tales afirmaciones deben escucharse desde la experiencia pascual y con la fe en la resurrección del Señor. Jesús vive y es para todos los creyentes el único autor de la vida y el principio de su organización. De él salta la savia, y él es el que mantiene unidos a los sarmientos en vistas a una misma función: "dar fruto". Jesús es la cepa, la raíz y el fundamento a partir del cual se extiende la verdadera "viña del Señor".
Entre los sarmientos y la vid hay una comunión de vida con tal de que aquéllos permanezcan unidos a la vid. Si es así, también los sarmientos se alimentan y crecen con la misma savia. Jesús ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo, y lo estará si le somos fieles. Él no abandona a los que no le abandonan.
ORACIÓN FINAL
Dios todopoderoso, confírmanos en la fe de los misterios que celebramos, y, pues confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero, te rogamos que, por la fuerza salvadora de su resurrección, merezcamos llegar a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

28/4/2018, Sábado de la IV semana de Pascua


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 44-52)
El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía: -«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra"». Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Salmo responsorial (Sal 97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4)
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. 
R.
El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. 
R.
Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,7-14)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: - «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: - «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

28 abril 2018. Sábado de la IV semana de Pascua – Puntos de oración


La oración de cada día y en cada momento del día tiene una finalidad, conocer al Señor. Porque si lo conozco, no hay otra posibilidad que seguirle. Estos días de Pascua están llenos de encuentros y de búsquedas según aparece en los textos del Evangelio que nos proponen la liturgia de estos días.
Los apóstoles están tan desorientados, acobardados, con miedo y llenos de temor, que es el Señor el que toma siempre la iniciativa. Ellos han perdido la esperanza. Han quedado paralizados. No esperan ni creen en Jesús resucitado.
Entonces el Señor se hace presente. Una presencia especial. Comunica la paz, renace la alegría y se recuperan las fuerzas hasta adquirir una fuerza del Espíritu que los desborda. Se hace incontenible. Es la perresía de la que hablan los Hechos de los Apóstoles
Este conocimiento pasa de la cabeza al corazón. Entonces hay una correspondencia de amor que con su presencia todo lo transforma.
Esta oración no solamente es para conocerle y amarle sino también para descubrir que el Señor me conoce y me ama para que me una a Él en la misión. Para que le siga.
San Ignacio repite con frecuencia esta petición a lo largo de los Ejercicios Espirituales adaptándose al momento vital en que se encuentre el que hace los EE. “Demandar lo que quiero: será aquí, pedir conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga”. (104)
Ahora solo queda saborear este texto que sale de los labios de Jesús: Dijo Jesús a sus discípulos “Si me conocierais a mí, conocerías también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto” …  “Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré”.
Santa Madre de Cristo resucitado: inúndame en el gozo de la Pascua.

27/4/2018. Viernes de la cuarta semana de Pascua


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 26-33)
En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga: - «Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que lo habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy"».
Salmo responsorial (Sal 2,6-7.8-9. 10-11)
R. Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy». 
R.
«Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza». 
R.
Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (14, 1-6)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: - «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: - «Yo soy el camino y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

27 abril 2018. Viernes de la cuarta semana de Pascua – Puntos de oración


Con la antífona de entrada y la oración colecta en la Misa, la Iglesia quiere darnos la entrada a la oración más grande que es la Eucaristía y como nos indicaba el papa Francisco, es una forma de orar extraordinaria que debemos aprovechar, pues después de ponernos en la presencia de Dios tanto en una como en otra, debemos de empezar, mejor arrancar con ímpetu de pelea para que sea dinámica, viva, activa, original.
Mirad cómo empieza la antífona: “Señor, con tu sangre has adquirido para Dios, hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes. Aleluya”. (Ap 5,9-10). A este versículo del Apocalipsis, solo le falta unas admiraciones al comienzo y al final para que nos ponga en marcha nuestra oración: “Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean encaminadas al servicio y alabanza de su divina Majestad”. Si con su sangre nos ha adquirido, a todos los pueblos, tribus, naciones, ¿Qué más podemos desear? ¿No es suficiente para que nos dispongamos en la actitud que nos pide san Ignacio al comenzar la oración?
Con esta disposición inicial, sin dejadez, pereza, acedia, rutina o aburrimiento, arranquemos siempre con grande espíritu, ánimo y liberalidad y habremos ganado más de la mitad de la oración; al vernos Jesús en esta disposición, ¿no se va a volcar, mejor, aparecer porque estamos en Pascua, le vamos a ver y vamos a creer como los apóstoles estamos viendo en estas apariciones de película, que hemos ido viendo en estos días de Pascua?
Pero fijaros cómo sigue en la oración colecta (descubrir el hilo conductor en la Liturgia de la Misa, cómo están trabadas unas a otras, las oraciones, las lecturas, el prefacio es sorprendente). Dice: … “con la sangre derramada de tu Hijo, haz que vivamos siempre en ti y en ti gocemos al encontrar la felicidad eterna”. ¡Qué preciosa la sangre derramada del Hijo de Dios que nos da tal vida! Por ti, en ti y en ti gocemos.
Ahora sí: hemos arrancado, nos ha despertado el clarín de la entrada, la sangre del Señor nos ha puesto en disposición de servicio: “por ti”, “en ti”. En su presencia nos vamos a la primera lectura que entra en la historia de los comienzos, Pablo, en los Hechos con la conversión que ha tenido, mejor decir aparición como a los apóstoles, es de los que ve y cree y se pone a disposición total del Señor: “¿Qué quieres que haga?” También nosotros debemos salir de la oración con esa disposición: ¿Señor que quieres de mí?”
Los miércoles que puedo voy a repartir credenciales a la Asociación de Amigos del Camino en la calle Carretas 14 y les pregunto o me preguntan pues tienen que rellenar una encuesta en la que deben indicar los motivos por los que hacen el camino y me acuerdo de esta pregunta y pienso que a ellos también sin darse cuenta, el Señor les está sugiriendo esta pregunta. Yo les digo que el Camino es como la vida, te va a sorprender, te vas a  descubrir a ti mismo en esos ratos de silencio caminando solo que tendrás, y dirás como muchos me han dicho: “El Camino me ha transformado, me ha cambiado” y querrás repetir para completar, agradecer o perfilar, como aquella pareja que volvían para agradecer el niño que habían tenido y llevaban en un carrito tirado por la bici,  o aquellos que deciden darse a los demás, en voluntariados,  hospitalidades, etc.
Quizá sea una pregunta que debe estar siempre en nuestra oración pues siempre quiere cosas nuevas cada día el Señor que descubrimos cuando al final del día en el examen nos las da a conocer.
Los Apóstoles no cesaban de anunciar lo que había ocurrido con Jesús y “como Dios lo resucitó de entre los muertos”. Ellos vivían la Pascua así tenemos que imitarles en este tiempo  y como en otra oración nos dice la Iglesia que “estamos resucitados”, estamos con él, en él y por él, esto nos tiene que llenar de gozo, esto es la Pascua, esto es lo que no podemos  dejar de anunciar desde el silencio de la oración, al deber de cada día, estudio- trabajo cuando se acaba el curso, cuando empieza el mes de mayo y en el evangelio nos dice Jesús que es el Camino, la Verdad y la Vida.
Inmaculada Madre de Dios, concédenos el gozo de la Pascua. Amén, Aleluya.

26/4/2018. San Isidoro de Sevilla


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2, 1-10)
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman». Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Salmo responsorial (Sal 118, 99-100. 101-102. 103-104)
R. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.
Soy más docto que todos mis maestros, porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus mandatos. 
R.
Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido. 
R.
¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca!
Considero tus mandatos, y odio el camino de la mentira. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 13-16)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

26 abril 2018. San Isidoro de Sevilla – Puntos de oración


Nos ponemos en presencia del Señor invocando al Espíritu Santo y rezando la oración preparatoria, que es pedir gracia a Dios nuestro Señor para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.
Estamos en el tiempo pascual celebrando la alegría de la resurrección del Señor y esperando en oración la gran fiesta de Pentecostés en la que El Espíritu se derrama en abundancia. Entre esos dones se nos da el don de sabiduría. Pablo, en su carta a los corintios, nos dice que no habla con la sabiduría de los hombres sino con la de Dios que le ha sido dada por El Espíritu, para que nuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios. Pidamos con insistencia esos dones: que esa sabiduría escondida se nos dé para nuestra gloria, porque Dios lo tiene así pensado para los que le aman.
En el salmo se nos dice que lámpara es la palabra de Dios para nuestros pasos, luz en mis senderos. Meditar la palabra de Dios y sus mandatos nos hace felices y sabios. Sus promesas nos dan alegría, una alegría que no nos puede dar el mundo. Cumplirlos nos ayudan a andar en la verdad.
El evangelio nos habla de ser la luz y la sal del mundo. Este evangelio es un mandato del Señor, siempre me costaba entenderlo. Primero, porque no me gusta la comida salada y, segundo, porque cuando pensaba en luz del mundo me imaginaba todo el globo terráqueo. Hasta que me di cuenta de que me gusta esa pizquita pequeña de sal en los huevos fritos, en las patatas, y entendí que tenemos que ser esa pizquita que da el toque de gracia, esa pizquita que conserva y hace transmitir esa gracia que da El Señor la noticia del evangelio. Me di cuenta también que cuando entramos en la iglesia buscamos esa pequeña luz que nos avisa dónde está el Sagrario, donde está El Señor. Y me di cuenta de que tenemos que ser como esa pequeña llama que anuncia a los hermanos que El Señor ha resucitado que nos ama y que ha vencido a la muerte y al pecado.
Pidamos con insistencia que el Espíritu Santo nos regale sus dones y sus frutos.
Pensemos si es nuestra alegría escuchar y meditar la palabra de Dios todos los días.
Miremos si nuestra cara refleja alegría, si sonreímos cada vez que comulgamos, porque todo un Dios está dentro de nuestro corazón. Miremos si ponemos ese toque de sal en nuestras conversaciones, en nuestras actividades cotidianas, seamos esa luz pequeña que anuncia que tenemos y llevamos al Señor.
Terminamos con un coloquio con nuestra Madre.

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