1/12/2015, Martes de la primera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (11, 1-10)
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.
Salmo responsorial (Sal 71, 1-2, 7-8. 12-13. 17)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. 
R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. 
R.
Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. 
R.
Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 21-24)

En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: - «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.» Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: - «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»

1 diciembre 2015. Martes de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

“¡Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!”: Con esta súplica del Adviento iniciamos nuestra oración, y procuramos repetirla a lo largo del día unidos a la Virgen de la esperanza. Dentro de una semana es la fiesta de su Inmaculada Concepción y el comienzo del Año de la Misericordia.
Escuchamos hoy en la primera lectura de Isaías la promesa del Mesías que va a traer la justicia y la paz universal. Es un gran poema mesiánico que anuncia al Salvador, ungido por el Espíritu del Señor, que hace justicia a los pobres y desvalidos y realiza el sueño de la paz. La profecía canta un nuevo paraíso, porque la paz se extiende a la creación: los animales se reconcilian entre sí y con el hombre, y el hombre está reconciliado con Dios: el conocimiento del Señor lo llena todo, como las aguas el mar.
Este esperanzador anuncio de los profetas comienza a realizarse en María Inmaculada. Ella, concebida sin pecado original, es el inicio de este mundo nuevo, es la aurora de la salvación: su fe virginal nos trae al Mesías. María es la puerta de la misericordia: “Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cf. Ef 1,4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón” (Misericordiae vultus3). Por eso queremos vivir el adviento muy cerca de Ella, para que interceda por nosotros y, como hijos suyos, seamos instrumentos de instrumentos de misericordia y de paz, preparando la venida del Señor.
Podemos unir algunas frases de la Palabra de Dios hoy con el mensaje que el Papa Francisco nos ha dejado en se reciente viaje a África como “peregrino de paz” y “apóstol de esperanza”:
“Juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados”. Esto ha pedido el Papa en un barrio marginal de la capital de Kenia: “Quiero llamar a todos los cristianos, en particular a los pastores, a renovar el impulso misionero, a tomar la iniciativa frente a tantas injusticias, a involucrarse con los problemas de los vecinos, a acompañarlos en sus luchas, a cuidar los frutos de su trabajo comunitario y celebrar juntos cada pequeña o gran victoria. Sé que hacen mucho pero les pido que recuerden que no es una tarea más, sino tal vez la más importante, porque los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio”.
“El novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea”: El cuidado de la creación y la cultura de la paz están profundamente unidas: “Existe una clara relación entre la protección de la naturaleza y la construcción de un orden social justo y equitativo. No puede haber una renovación de nuestra relación con la naturaleza, sin una renovación de la humanidad misma (cf. Laudato si’, 118). En la medida en que nuestras sociedades experimentan divisiones, ya sea étnicas, religiosas o económicas, todos los hombres y mujeres de buena voluntad están llamados a trabajar por la reconciliación y la paz, el perdón y la sanación” (En Nairobi).
“El león comerá paja con el buey”: Comencemos por acercarnos y aceptar al que es diferente a nosotros: “En primer lugar, la unidad. Como todos saben, éste es un valor fundamental para la armonía de los pueblos. Se ha de vivir y construir teniendo en cuenta la maravillosa diversidad del mundo circundante, evitando la tentación de tener miedo de los demás, del que no nos es familiar, del que no pertenece a nuestro grupo étnico, a nuestras opciones políticas o a nuestra religión. La unidad requiere, por el contrario, crear y promover una síntesis de la riqueza que cada uno lleva consigo. La unidad en la diversidad es un desafío constante que reclama creatividad, generosidad, abnegación y respeto por los demás” (a las autoridades en la capital de R. Centroafricana).
“Está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar”: En la raíz de todo, la oración: “¿Por qué suceden las divisiones, las peleas, las guerras, las muertes, los fanatismos, las destrucciones entre los jóvenes? ¿Por qué existe ese deseo de destruirnos?...Manuel preguntaba, ¿cómo hacer para que un fanatismo ideológico no nos robe a un hermano, no nos robe a un amigo? Hay una palabra que puede parecer incómoda pero yo no la quiero evitar, porque ustedes la usaron antes que yo; la usaron cuando me trajeron contándome los rosarios que habían rezado por mí; la usó el Obispo, cuando presentó que se prepararon para esta visita con la oración. Y lo primero que yo respondería es que un hombre pierde lo mejor de su ser humano, una mujer pierde lo mejor de su ser humano, cuando se olvida de rezar, porque se siente omnipotente, porque no siente necesidad de pedir ayuda, delante de tantas tragedias” (a los jóvenes en Kenia).

Con María, la Virgen Inmaculada, preparemos la venida del Señor como nos está pidiendo el Papa. “¡Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!”

30/11/2015, San Andrés, apóstol

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10, 9-18)
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación,- y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: « ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio! » Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje. »
Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. 
R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4, 18-22)

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

30 noviembre 2015. San Andrés, apóstol – Puntos de oración

Empezamos nuestro rato exclusivo con el Señor, invocando al Espíritu Santo. Recordamos que siempre en nuestro rato diario de oración estamos acompañados por la presencia maternal de María. A san José, siguiendo un consejo del padre Morales, le pedimos por nuestra perseverancia.
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás”. Alguien que tenga un corazón asentado en la certeza de que Dios lo resucitó, se salvará. No solamente por esa convicción intelectual, sino porque habrá llevado una vida coherente con la misma. “El hombre piensa más con el corazón que con la cabeza” nos repetía el padre Morales.
Las lecturas de hoy nos hablan de mensaje y predicación. El evangelio siguiendo este hilo nos narra la elección de los cuatro primeros apóstoles dedicados a estas tareas. Siempre y con más intensidad quizás actualmente el ejemplo o coherencia de vida, da autenticidad y peso a la palabra predicada.
Si un monseñor dice necesitar para vivir un piso de 400 metros cuadrados, suscita duda o simplemente no se ve mucha coherencia con profesar con los labios que “Jesús es el Señor”. Jesús es Dios, pero es el pobre del pesebre, el humilde artesano de Nazaret, es el que ora y pasa hambre en el desierto, el que se humilla y guarda cola para ser bautizado por Juan, el que predica las bienaventuranzas, el que no tiene donde reclinar la cabeza, finalmente el que pasa haciendo el bien y muere despojado de todo en una cruz.
Este pasaje de la elección de Andrés y Pedro, Santiago y Juan resulta abrupto si no se tiene en consideración otro de Juan 1 (35-42), que es claro precursor de este. Jesús se ha ganado a Andrés y este le lleva a su hermano Simón, al que cambiará su nombre por el más apropiado a su misión: Pedro.
Francisco, sucesor de Pedro, nos recuerda que Andrés es el Patrón del Patriarcado Ecuménico, cargo que nos alienta a salir de nuestros límites y comodidades para buscar y escuchar a los “otros”. “Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan”.
En 2014 el día de San Andrés, estando Francisco en Turquía nos habló de tres voces a las que no podemos dejar de oír para ser plenamente discípulos de Jesús: los pobres, las víctimas de los conflictos y los jóvenes.
· Los pobres no solo nos piden ayuda material, que también lo hacen. Nos piden sobretodo que les ayudemos a defender su dignidad, que les ayudemos a recuperar sus energías espirituales para poder construir su propia historia.
· Las víctimas de los conflictos. Viendo el sufrimiento de los más débiles e indefensos, de esos niños con ojos tristes, ropa sucia y muchas veces ensangrentada, que nos muestra la tele. ¡Qué ridículas quedan nuestras disputas y nuestras comodidades!.
· Los jóvenes atención prioritaria de nuestra Cruzada-Milicia. Muchos de ellos viven sin esperanza, vencidos por la desconfianza y resignación. Nosotros estamos obligados a valorar y transmitir el auténtico humanismo que brota del evangelio y la experiencia de la Iglesia. No olvidando las herencias más significativas de los pioneros de nuestro carisma: la mística campamental y los ejercicios espirituales, presentándolos en el lenguaje que el joven entienda. 

Acabar nuestra oración con un coloquio con el Maestro, recordando que no nos predicamos a nosotros mismos, no somos divos, predicamos a Cristo y este en la integridad de su vida, reflejada en el evangelio.

29/11/2015, Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo C)

Lectura del libro de Jeremías (33, 14-16)
«Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-justicia".»
Salmo responsorial (Sal 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14)
R. A ti, Señor, levanto mi alma.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. 
R.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
R.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3, 12-4,2)
Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre. En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 25-28. 34-36)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

29 noviembre 2015. Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo C) – Puntos de oración

Con este domingo da comienzo el tiempo de Adviento, ese precioso periodo del año mezcla de esperanza y alegría. Y de todas las lecturas del día de hoy me quedo con estas palabras:
“Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra”.
¡¡Tened cuidado!! Que sólo son cuatro semanas!! ¡¡Tened cuidado!! Que el consumismo de nuestro tiempo y los agobios de la vida pueden hacernos vivir como si Dios no existiera, distrayéndonos de lo más importante, la Navidad que se avecina. Y es que este tiempo lo establece la Iglesia precisamente para prepararnos para el nacimiento del Señor, el acontecimiento central.  Y ¿cómo prepararnos?: rezando con fe, viviendo con esperanza y ejerciendo la caridad durante estas cuatro semanas.
Pidiendo con fe, pues somos conscientes de nuestra debilidad y sabemos, quizás por advientos anteriores, nuestra incapacidad para cumplir nuestros buenos propósitos y vivir con coherencia. Necesitamos empezar este tiempo de adviento suplicando la fuerza del Espíritu para vivir con coherencia nuestra fe.
Viviendo los agobios de la vida desde la esperanza de sabernos amados, ¡y perdonados! ya desde antes de haberlo merecido. Sabiendo que el Señor vendrá, y “caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra”. Porque el Señor viene para todos, también para aquellos que no le esperan. Un lazo de amor que no nos dejará caer al abismo, que acaso se haga esperar, pero que nos salvará de hundirnos (quizás en la mediocridad, quizás en la desesperación). Como hizo con San Pedro caminando sobre las aguas, o con la viuda de Naín caminando tras el féretro de su hijo, o con la mujer adúltera a punto de ser apedreada. La esperanza fundamentada  en la misericordia del Señor de la que nada ni nadie nos podrá separar.
Y, por último, ejercitando la caridad. Porque el amor, la caridad, es lo único que cuando más repartes, más tienes. Cuatro semanas para darnos a los demás renunciando a uno mismo, en cosas pequeñas, pero concretas. El ejercicio frecuente de la caridad nos hará tener el alma fresca y dispuesta, en actitud de salida, que diría el Papa Francisco.

“Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos”.

28/11/2015, Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (7, 15-27)
Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi fantasía. Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello. Él me contestó, explicándome el sentido de la visión: -«Esas cuatro fieras gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el Reino y lo poseerán por los siglos de los siglos.» Yo quise saber lo que significaba la cuarta fiera, diversa de las demás; la fiera terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y pateaba las sobras con las pezuñas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza, y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que los otros. Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó. Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos. Después me dijo: -«La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, diverso de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después vendrá otro, diverso de los precedentes, que destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley. Dejarán en su poder a los santos durante un año y otro año y otro año y medio. Pero, cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder, y será destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos.
Salmo responsorial (Daniel 3, 82. 83. 84. 85. 86. 87)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor. R.
Bendiga Israel al Señor. R.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor. R.
Siervos del Señor, bendecid al Señor. R.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor. R.
Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 34-36)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

28 noviembre 2015. Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!
Con estas palabras nos recibía el padre Morales en estas fechas con motivo del nuevo año litúrgico: hoy, sábado, esta tarde, cuando salga la primera estrella, comenzará el año nuevo con el primer domingo de adviento.
La lectura del Evangelio de hoy nos invita a estar preparados porque no sabemos ni el lugar ni la hora; lo que sí es cierto es que un día nos tendremos que presentar ante el juicio de Dios. Ese día, no sé vosotros, pero yo estoy seguro de presentarme ante el Señor no con las manos vacías, sino más bien llenas de miserias. Ese día necesitaré la misericordia de Dios. No estoy seguro de hacer méritos para lograr la salvación; pero de lo que sí estoy seguro es que la misericordia de Dios no me abandonará en ese momento.
Sé que no me abandonará porque he visto al ser más cargado de miserias presentarse y Dios Padre le ha abierto las puertas del paraíso: Jesús ha cargado con todos nuestros pecados y miserias y Dios ha tenido misericordia de Él. Es cierto que ha querido cargar con esas miserias voluntariamente pero Jesús se ha sentido realmente culpable por todas ellas.
Este año vamos a vivir de una forma especial el año de la misericordia. Es bueno que aprendamos las obras de misericordia para con los demás. Pero es mucho más importante que sintamos la misericordia de Dios para con nosotros. Te invito a sentir, en este rato de oración, de una forma especial, esa misericordia divina sobre ti. Siente cómo te ama Dios, siente cómo te perdona, siente cómo te quiere, hasta dar la vida por ti.

No podemos dejar pasar este día sin acordarnos de la Inmaculada. Ella es la que te va a hacer sentir el amor del Padre sobre ti de una forma especial. Prepara la fiesta de la Madre con mucho afecto y no salgas de la oración sin pensar qué le puedes regalar ese día tan grande.

27/11/2015, Viernes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (7, 2-14)
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas. La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana. La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le dijeron: -« ¡Arriba! Come carne en abundancia.» Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder. Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias. Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmo responsorial (Dn 3, 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor. R.
Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. R.
Manantiales, bendecid al Señor. R.
Mares y ríos, bendecid al Señor. R.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor. R.
Aves del cielo, bendecid al Señor. R.
Fieras y ganados, bendecid al Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 29-33)

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: -«Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»

27 noviembre 2015. Viernes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El evangelio que hoy nos presenta la Iglesia en este último viernes del Año Litúrgico, está tomado del discurso escatológico de S. Lucas en su capítulo 21. Si lo leemos en su contexto nos resultará más fácil su ponderación.
Jesús está anunciando la ruina de Jerusalén, con objeto de poder llegar al corazón de sus oyentes. Muchos de ellos se sienten orgullosos, no solo de su ciudad y de su templo.., sino también de la institución religiosa a la que pertenecen, el pueblo de Israel.
El Señor les está anunciando, que todo aquello que brilla o que está en su esplendor, dejará de estarlo y dejará de serlo… Él les habla de un cielo nuevo y de una tierra nueva, para que se abran a las realidades eternas, aquellas que no perecen…
Los comentaristas nos dicen, que cuando S. Lucas describe la Parusía, no tiene como objetivo el satisfacer la curiosidad de sus oyentes, dándoles a conocer los detalles del fin del mundo, sino sobre todo, quiere destacar la figura de Jesucristo, el Hijo del hombre, que vendrá en el esplendor de su gloria, y que los fenómenos llamativos, solo resaltarán su venida.
La venida del Señor, a unos causará temor y a otros producirá gozo, dependiendo del sentido que cada uno haya dado a sus vidas… Para nosotros, los cristianos, debería ser un alivio y un gran regalo. Fijaros lo que dice el versículo anterior al que comienza hoy el evangelio: “Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación.” (Lc. 21,28).
Es necesario que pasemos por estos hechos, de una u otra manera, antes o después de la venida del Señor,  pues no son destructivos, sino transformativos… Es lo mismo que le ocurre al no nacido, cuando ya ha nacido.., o cuando se pasa de la infancia a la adolescencia…
Siempre nos impresiona la caída del cielo o de la tierra… Estos fenómenos precederán a la venida gloriosa de Jesús. Es como si las criaturas quisieran opacarse, para que solo Dios resplandezca… “Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios…” (Lc.21,31).

Vivamos en gozosa esperanza, sabiendo que la venida del Señor, será para todos nosotros una realidad en el momento de la muerte. Que así sea…

26/11/2015, Jueves de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (6, 12-28)
En aquellos días, unos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios. Entonces fueron a decirle al rey: -«Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración, durante treinta días, a cualquier dios o cualquier hombre fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?» El rey contestó: -«El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.» Ellos le replicaron: -«Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni al decreto que has firmado, sino que tres veces al día hace oración a su Dios. » Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo. Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole: -«Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, un decreto o edicto real es válido e irrevocable.» Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones. El rey dijo a Daniel: -«¡Que te salve ese Dios a quien tú veneras tan fielmente!» Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel. Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir. Madrugó y fue corriendo al foso de los leones. Se acercó al foso y gritó afligido: -« ¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones ese Dios a quien veneras tan fielmente?» Daniel le contestó: -« ¡Viva siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra ti.» El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos y esposas. No hablan llegado al suelo, y ya los leones los habían atrapado y despedazado. Entonces el rey Darlo escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: -« ¡Paz y bienestar! Ordeno y mando que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones.»
Salmo responsorial (Dn 3, 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor. R.
Témpanos y hielos, bendecid al Señor. R.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor. R.
Noche y día, bendecid al Señor. R.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor. R.
Rayos y nubes, bendecid al Señor. R.
Bendiga la tierra al Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 20-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

26 noviembre 2015. Jueves de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Lc 21, 20-28
Al empezar la oración hay que pedir luz al Espíritu Santo, ponerme en la presencia de Dios consciente de ante quién estoy y de qué voy a hacer para que ese encuentro con Él solo sea como todo el día, ordenado en su servicio y alabanza.
Siempre es bueno orar al ritmo de la vida de la Iglesia, ahora nos encontramos al final del año litúrgico en la que las lecturas que se nos proponen nos hablan del final de los tiempos, de asedios, de señales cósmicas, de guerras, de destierros, etc. Según Jesús hay que ver algo más que meros sucesos, son también acontecimientos en los que Dios nos habla. Esos acontecimientos nos deben de hablar de nuestros rompimientos del plan de Dios, de nuestros pecados que nos dejan reducidos a escombros como el templo de Jerusalén, de nuestros rechazos de la salvación que Jesús nos trae a cada uno de nosotros.
Con todos estos acontecimientos de dolor, muerte y destrucción la misericordia de Dios se despierta y no somos rechazados por Dios para siempre. Su rechazo es una especie de aviso para que demos el paso a nuestra conversión e iniciemos el camino que tantos santos en la historia de la Iglesia han recorrido después de caer en el pecado han oído la palabra de Jesús que les decía y que hoy nos dice a cada uno de nosotros “levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación”, esos pecadores perdonados que son los santos han creído siempre que Dios es rico en misericordia.
De todos los acontecimientos negativos de los hombres Dios siempre tiene planes salvadores, pues la muerte no tiene la última palabra. De hecho, la ruina de Jerusalén, y la destrucción su templo fueron decisivas para la implantación del Reino; pues la naciente comunidad cristiana, de origen judío, tuvo la oportunidad de extender el evangelio a todo el mundo y anunciar la salvación a todos los hombres.
Cada conversión personal donde nos abrimos a la acción del Espíritu Santo, cada victoria del amor sobre el egoísmo, cada celebración del sacramento de la reconciliación, cada Eucaristía celebrada son pasos hacia la venida gloriosa de Jesucristo que nos liberará definitivamente. Ningún otro nos puede liberar, ni bajo el cielo ni sobre la tierra se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos y en quien podamos confiar. Por eso tengamos ánimo; se acerca nuestra liberación, es ya realidad presente aquí y ahora.

Al final de la oración no debemos olvidarnos de darle gracias a Dios Padre por las gracias recibidas, por su luz y por su fuerza, y a la vez pedir perdón por tantas veces como he cerrado el oído para no escuchar sus palabras de salvación.

25/11/2015, Miércoles de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28)
En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban. Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: -« ¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario. Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.» Entonces Daniel habló así al rey: -«Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Habéis alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas no lo has honrado. Por eso Dios ha, enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido." La interpretación es ésta: "Contado": Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas.»
Salmo responsorial (Dn 3, 62. 63. 64. 65. 66. 67)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos
Sol y luna, bendecid al Señor. R.
Astros del cielo, bendecid al Señor. R.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor. R.
Vientos todos, bendecid al Señor. R.
Fuego y calor, bendecid al Señor. R.
Fríos y heladas, bendecid al Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 12-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

25 noviembre 2015. Miércoles de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

POR CAUSA MÍA…
Oración para preparar nuestra oración:
Señor que durante este día en todas mis obras, mis palabras, mis oraciones, te reconozca presente y lo haga todo sabiendo que tú estás a mi lado y me proteges.
Profundizamos en el evangelio.
Lee detenidamente el texto del evangelio y deja que todo se vaya ordenado, deja que resuene en ti cada palabra, hasta que una vaya haciendo eco en tu corazón. Para cada uno será distinta. A mí me ha venido esta… “por causa mía”. La repite dos veces el Señor. Es el centro de todo el Evangelio, la llamada del Señor a seguirle, a compartir sus trabajos, sus alegrías, su amor por los hombres.
Por causa suya: os echarán, os perseguirán, os harán compadecer, os traicionarán, os matarán, os odiaran… No te canses de leerlo y acéptalo. Mira si alguna vez esto ha pasado en tu vida, si está pasando. Hasta que no llegue ese momento, nuestro seguimiento del Señor aún no será completo. Hermanos nuestro en muchas partes del mundo lo están pasando: expulsados, perseguidos, odiados, asesinados. Y sin renegar de la fe. Solo aman y piden la conversión de sus perseguidores
Porque se cumple también en quien le sigue el resto de las palabras del evangelio:
·  tendréis ocasión de dar testimonio,
·  yo os daré palabras y sabiduría,
·  con vuestra perseverancia salvareis vuestras almas.
El que sigue al Señor, afronta el riesgo del seguimiento y no lo rechaza, se ve confortado y consolado por el Señor. Él nos da fe, palabras, sabiduría, fortaleza, y perseverancia. ¿Necesitamos algo más para vivir? Realmente no.
Oración final:

Señor, hazme hoy valiente en tu testimonio, fiel a ti en mi comportamiento, y perseverante en tu amor hasta el último día de mi vida.

24/11/2015, Martes de la XXXIV semana de T.O. – San Andrés Dung-Lac y compañeros

Lectura de la profecía de Daniel (2, 31-45)
En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: -«Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenía la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.»
Salmo responsorial (Dn 3, 57. 58. 59. 60. 61)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor. R.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor. R.
Cielos, bendecid al Señor. R.
Aguas del espacio, bendecid al Señor. R.
Ejércitos del Señor, bendecid al Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 5-11)

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -«Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: -«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero al final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

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