29/9/2012, Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Lectura de la profecía de Daniel (7, 9-10. 13-14)

Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Salmo responsorial (Sal 137, 1-2a. 2b-3. 4-5. 7c-8)
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (1, 47-51)

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: -«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: -«¿De qué me conoces?» Jesús le responde: -«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: -«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: -«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: -«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

29 septiembre 2012. Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael – Puntos de oración

Hoy celebramos la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Si los ángeles son servidores y mensajeros de Dios, los arcángeles son aquellos que tienen una misión muy especial, anunciando cosas de gran trascendencia en la historia de la salvación. Por eso tienen un nombre propio que designa su misión. Vamos a conocer lo que significa cada uno y a pedirle que nos ayude conforme a ese papel que juegan en la providencia con la que Dios nos guía y ayuda.

“¿Quién como Dios?”
Es la enseña,
Es el grito de Miguel
Y el orgullo de Luzbel
Al abismo se despeña”

El nombre de Miguel significa “¿Quién como Dios?”, pues le encargó de precipitar en el abismo la soberbia de aquél ángel que apropiándose de su belleza pretendió se semejante a Dios. Se le representa luchando contra el demonio y la Iglesia le invoca para que le defienda de los ataques del diablo. Es frecuente que su imagen esté en la parte interior de los tornos y puertas de los monasterios de clausura como queriendo impedir que el Maligno entre a turbar a sus moradores. Podemos pedirle que nos ayude a defendernos de los engaños del insidioso enemigo de nuestras almas y que nos enseñe a guardar las puertas de nuestros sentidos para nada malo entre a turbar la paz de nuestros corazones.

Gabriel trae la embajada
Divina y le lleva al Padre
El “sí” de la Virgen Madre,
Del sol de Cristo, alborada.

Gabriel significa “Fortaleza de Dios”, porque anunció la María la encarnación de Aquél que en la humildad de nuestra carne habría de ser el Príncipe de la Paz que mostrara la victoria de Dios sobre el mal a todos los pueblos. A él le pedimos que siga llamando a las puertas de nuestros corazones y llevando a Dios el “sí” de muchas almas en las que Cristo siga encarnándose para llegar a todos los hombres.

Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
Y nos da la medicina
Que cura nuestra ceguera.

El arcángel Rafael curó la ceguera de Tobías y guió a su hijo en el viaje que emprendió para tomar esposa y buscar la curación de su padre. Su nombre significa “Dios cura” o “medicina de Dios”. A él le podemos pedir que nos guíe en nuestro caminar para que experimentemos la Providencia amorosa de Dios en el cumplimiento de nuestras tareas y en todos los viajes que emprendamos. También le encomendamos a nuestros guías y directores espirituales para que sepan guiarnos y curarnos de nuestras cegueras interiores.

Gracias, Señor, por tu ayuda y protección a través de tus ministros del cielo.

28/9/2012, Viernes de la XXV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiastés (3,1-11)

Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de derruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de desechar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.

Salmo responsorial (Sal 143,1a.2abc.3-4).
Bendito el Señor, mi Roca

Bendito el Señor, mi Roca, mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio. R.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?;
¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo; sus días, una sombra que pasa. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,18-22)

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»

28 septiembre 2012. Viernes de la XXV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

28 tiempos diferentes expone el libro del Eclesiastés, y posiblemente se queda corto. ¡Cuántas cosas que hacer a lo largo de una vida! Algunos lo quieren vivir todo en un día y viven ajetreados por el tiempo que les atropella. A nosotros nos puede pasar igual si no dedicamos un tiempo a orar. Precisamente el autor del Eclesiastés se olvida de poner este tiempo tan importante. Tiempo para orar… Y, también, orar el tiempo. Así es el militante cristiano, dedica tiempo para la oración, pero no para separarse del mundo o huir de los asuntos temporales, sino para ser capaz de acercarse a la entraña del mundo con las entrañas de Dios en el alma. Ser Dios para llenar el tiempo de Dios. Por eso oramos todos los días.

Y, después de estas consideraciones oradas, podríamos acercarnos un momento al pasaje del Evangelio para responder una vez más a esa pregunta que Jesús nos hace directamente. Este evangelio es de esos que no necesita darle vueltas a ver qué me quiere decir. Lo dice bien claro: “Y, vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. En el pasaje del Evangelio hay una respuesta del “valiente” Pedro (otras veces anduvo un poco más temeroso), pero es una respuesta teológica: “El Mesías de Dios”. Vamos nosotros a hacernos la pregunta de Jesús un poco más personalizada: “Y tú, Javier (María, Antonio, Ester…), dime, ¿quién soy para ti?”

Respondamos sinceramente, audazmente, generosamente... Nos debe llevar esta respuesta un buen rato de nuestro tiempo de oración. ¿Cómo vamos a responder?:

  • Sinceramente: “Eres mucho para mí, pero a veces te fallo como Pedro.”
  • Audazmente: “Eres la cumbre de mis anhelos, ayúdame a llegar a ti.”
  • Generosamente: “Eres cada una de mis horas, por eso te las entrego todas.”
  • Poéticamente: “Eres mi sol, mi norte, el mar inmenso donde me sumerjo.”
  • Sencillamente: “Tú eres todo para mí.”
  • Ardientemente: ”Eres el cantar de mis cantares. Esposo mío. Amado mío.”

Hay muchas más actitudes y respuestas posibles, pero esas serán en tu oración, en tu encuentro personal con él, donde se verifiquen. ¡Buen tiempo de oración!

27 septiembre 2012. Jueves de la XXV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Nos ponemos en la presencia de Dios al comienzo de este rato de oración. Si estamos en una capilla con la presencia del Señor en un sagrario: le miramos y sobre todo nos dejamos mirar por Él. Si no contamos con la presencia eucarística del Señor, miramos dentro de nuestro corazón en gracia de Dios y lo sentimos presente.

Herodes era un hombre muy supersticioso y de la misma manera que un día temió y respetó a Juan Bautista, hasta que su miedo y sus ganas de quedar bien le llevaron a matarlo. De la misma manera tenía miedo de Jesús. Más adelante tuvo la oportunidad de matarlo y se lo devolvió a Pilatos sin hacerle ningún daño.

Sólo se tiene miedo a Dios cuando no se vive de acuerdo con la conciencia. “El apóstol Pablo dice: Hay entre vosotros quienes no conocen a Dios. Yo os digo que están en esta ignorancia todos los que no quieren convertirse a Dios. Porque rechazan la conversión por la única razón de que se imaginan que es severo este Dios que no es más que suavidad; imaginan que es duro e implacable aquel que es todo misericordia; creen que es violento y terrible aquel que sólo desea nuestra adoración” (San Bernardo).

Él conoce nuestras debilidades y pecados pues murió por ellos en la cruz. Él conoce nuestra miseria y nos ama por ello: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”.

El triunfo más grande del demonio en nuestros tiempos ha sido hacernos ver a Dios como el gran justiciero que está esperando que caigamos para darnos el golpe mortal. La mayoría de las personas que nos rodean no se convierten porque creen que Dios no les puede perdonar tanto pecado. Él, que ha venido a salvarnos, se encuentra con un mundo que rechaza ser salvado. Ha venido a amarnos y rechazan ese amor. Ha venido a darse por entero en la Eucaristía y no es recibido.

En este rato de oración te invito a ofrecerte de corazón a este buen Dios para ser por un momento todo lo que Dios espera de los hombres: ofrécete para ser salvado, para ser perdonado, para ser su lugar de descanso, para ser amado,… Y además díselo a Jesús, díselo con muchas palabras y de muchas maneras. Para que entre tanto grito de odio y rechazo también Él escuche una respuesta de amor y acogida.

Pídele a la Virgen que te ayude, Ella en su humildad sabe sentirse elegida por Dios.

26/9/2012, Miércoles de la XXV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de los Proverbios (30, 5-9)

La palabra de Dios es acendrada, él es escudo para los que se refugian en él. No añadas nada a sus palabras, porque te replicará y quedarás por mentiroso. Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: aleja de mi falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «¿Quién es el Señor?»; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.

Salmo responsorial (118, 29. 72. 89. 101. 104. 163).
Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.

Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad. R.

Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R.

Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. R.

Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra. R.

Considero tus decretos, y odio el camino de la mentira. R.

Detesto y aborrezco la mentira, y amo tu voluntad. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 1-6)

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: -«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.

23/9/2012, Domingo de la XXV semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B)

Lectura del libro de la Sabiduría (2, 12. 17-20)

Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima; lleva una vida distinta de los demás y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y se gloria de tener por padre a Dios. Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»

Salmo responsorial (Sal 53, 3-4. 5. 6 y 8)
R. El Señor sostiene mi vida.

Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras. R.

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte, sin tener presente a Dios. R.

Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.

Lectura de la carta del apóstol Santiago (3, 16-4, 3)

Queridos hermanos: Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 30-37)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: -«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó -«¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: -«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

23 septiembre 2012. Domingo de la XXV semana de Tiempo Ordinario (Ciclo B) – Puntos de oración

S. Juan Clímaco exhortaba a sus discípulos a orar con un método sencillo, basado en la Palabra de Dios: “Si quieres aprender a orar, toma un texto y escoge un límite de tiempo”
Es lo que nosotros hacemos normalmente en nuestra oración personal, tomamos el Evangelio del día, y luego reservamos un tiempo para orarlo... Entonces, el Espíritu Santo, maestro de oración, nos va introduciendo poco a poco en el misterio de Dios y de su vida.
El Señor ya había advertido a sus discípulos de que se cuidaran mucho de “la levadura de los fariseos y de Herodes”, pues el deseo de poder es de todos y de siempre…
Sin embargo, parece que hoy el Evangelio nos abre una ventana interior sobre los doce, y nos descubre que a pesar de todo “soñaban” con el poder y lo que el poder supone o significa…
Si Cristo ha renunciado a un poder terreno y a una gloria mundana, significa que todos los que a lo largo de la historia intentemos seguirle de cerca o de lejos.., también tenemos que dar por hecho esta renuncia… Es más, se nos pide que transformemos nuestros deseos ocultos de poder, en actitudes de servicio y de entrega a los demás… Solo así nos libraremos de esta tención universal…
Si nos fijamos en la primera parte del Evangelio de este domingo.., ¿Verdad que nos resulta un tanto grosero, que después de que Jesús anunciara una vez más su muerte.., los discípulos se pusiera a discutir entre ellos quien era el más importante…? ¡Es para no salir de nuestra admiración y sorpresa…!
Pero cuidado.., ¡cuantas veces estando a la cabecera de un ser querido que está a punto de marchar a la eternidad, no surgen preguntas.., diálogos.., o discusiones sobre los bienes de quien agoniza y el como y el cuando se deben tocar... ¡Que incongruencia! ¡Que sin sentido…! ¡Pero que actual…! Y no obstante, lo más seguro es que alguien podría argüir razones de un enorme peso específico para hacerlo…
Es necesario separar constantemente en nuestra vida lo que corresponde a la realidad de lo terreno y lo que corresponde a la realidad de lo celestial… Porque de lo contrario lo terreno se impondrá sobre lo celestial, por ser más pragmático o tangible…
Viene entonces el Señor a recordarnos que en la lógica del Reino de los Cielos el más grande es el que asume el último puesto, y el que sirve… El discípulo si quiere hacerse agradable a los ojos de Dios, deberá hacerse pequeño como un niño y aparecer ante los demás con la sencillez de los pequeños.
Pensemos que los niños en tiempos de Jesús no ocupaban el lugar de atención del cual hoy disfrutan.., entonces no interesaban.., no contaban a nivel social.., y eran molestos…
¿Qué pretende Jesús con todo esto? Nada más ni nada menos que hacer entrar a sus discípulos en un estilo de vida y en una forma de relacionarse. Hoy como ayer necesitamos liberarnos de esa dinámica social donde lo más importante es el poder.., el dinero.., y la fama.
Cambia mi corazón Señor; sólo tú puedes liberarlo de sus deseos de gloria y de poder, sólo tú puedes sanar su orgullo y hacerlo simple y desprendido como el tuyo. Dame la gracia de amar el ultimo lugar, ese que nadie desearía quitarme.”
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Actuales ruinas de Cafarnaún y Mar de Galilea. Casa de Pedro

22/9/2012, Sábado de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 35-37. 42-49)

Hermanos: Alguno preguntará: «¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?» ¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, fue un ser animado.» El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Salmo responsorial (Sal 55, 10. 11-12. 13-14)
R. Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios. R.

En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre? R.

Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8, 4-15)

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: -«Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: -«El que tenga oídos para oír, que oiga.» Entonces le preguntaron los discípulos: -«¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: -«A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»

22 septiembre 2012. Sábado de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Salir, como el sembrador, de mí mismo, para entrar en la presencia de Dios. Salir de la rutina de cada día con el corazón abierto y despierto para acoger la semilla que se me regala el Señor, el Sembrador.

Viviendo en su presencia toda mi vida encuentra sentido. La razón, es el amor que Dios me tiene y me transforma. Sólo tengo que ser consciente de su amor, entonces el amor de Dios me invade e inunda. Me desborda y me hace capaz de amar a los demás, a cambio… de nada.

El evangelio de hoy me ayuda a reconocerme por dentro. ¿Cuál es mi disposición ante la Palabra que siembra el Sembrador en mi interior? Jesús arrastra a muchas personas cuando pasa por los caminos, de pueblo en pueblo. Primero atrae a las personas con su sola presencia. Después habla al corazón… Entonces es irresistible.

Según esté preparado el corazón así será la cosecha.

La simiente puede caer: - Al borde del camino - En terreno lleno de piedras

  • Entre zarzas - En tierra buena y preparada.

¿Estoy dispuesto a quitar y a cavar para que la tierra sea buena, esté preparada para la siembra? ¿En qué disposición me encuentro?

Jesús mismo explica el sentido de la parábola. Estas son sus palabras:

  • “La semilla es la palabra de Dios
  • Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
  • Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
  • Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran.
  • Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando”.

Yo todavía estoy entre los que escuchan. ¿En qué apartado me encuentro?

Descubro que la mayor dificultad para dar fruto es que aniden en nuestro corazón las tres tentaciones que padece Jesús en el desierto: en palabras de san Ignacio de Loyola: afán de riquezas, vano honor del mundo y crecida soberbia.

PEDIR Y SUPLICAR A MARÍA: que me de un corazón noble y generoso, capaz de escuchar la palabra, guardarla y perseverar para para dar fruto.

21/09/2012, San Mateo Apóstol

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4, 1-7. 11-13)

Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vinculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Salmo responsorial (18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los limites del orbe su lenguaje. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9, 9-13)

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: -«Sígueme.» Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: -«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. »

31 septiembre 2012. San Mateo Apóstol – Puntos de oración

Petición: Te pido, Señor, por nuestros pastores. Alcánzales la luz del Espíritu Santo para que sean maestros fieles de la verdad y el Papa principio de unidad y de amor en toda la Iglesia.

Puntos para la reflexión:

La fiesta de un apóstol, hoy de San Mateo, nos retrotrae siempre a los orígenes de nuestra fe. Y a la vez nos une con nuestros pastores actuales, pues los obispos son los sucesores de los apóstoles.

Por ello hoy es un día especialmente apropiado parar orar por mi pastor, por el obispo de mi Diócesis. Para pedir por él y por todas sus preocupaciones. Y a la vez para que ese amor sea efectivo, estar disponible a trabajar por la Iglesia particular.

Por eso hoy mi oración adquiere un carácter de compromiso. ¿Qué puedo hacer yo por la Iglesia? Porque todos tenemos una misión en este cuerpo que es la Iglesia. Porque como decía el apóstol San Pablo

Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo

Es verdad, a todos nos ha dado un don. Unos son pastores y obispos, pero otros somos profetas en medio del mundo, o maestros entre los nuestros para enseñarles el camino hacia el cielo, o evangelizadores del equipo de fútbol, la cola de la carnicería, el estudio en la biblioteca.

¿Qué don me has dado a mí Señor? ¿Cómo edifico tu Iglesia? ¿Qué hago por ti, mi Dios?

Ideas para la contemplación:

Después de haber pensado esto, me puedo poner yo también, como Mateo en mi propio puesto de cobrador de impuestos. Estoy con mis negocios propios, distintos a los de Mateo, pero igualmente injustos muchas veces.

Y Jesús pasa a mi lado, y también a mí me dice que le siga, que lo deje todo y vaya tras él.

Mateo lo hace. ¿Y yo?

¿Invitaré a cenar a Jesús a mi casa? ¿Le ofreceré mi mesa? ¿Dejaré todo lo mío por seguirle? ¿Pondré mi vida al servicio de su causa, de su Reino? ¿Me dejaré perdonar sabiendo que él ha venido a curar a los enfermos?

Muchas preguntas para hablarlas a solas con él.

20/9/2012, Jueves de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 1-11)

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

Salmo responsorial (Sal 117, 1-2. 16ab-171. 28)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R.

«La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa.»
No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. R.

Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7, 36-50)

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: -«Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora. » Jesús tomó la palabra y le dijo: -«Simón, tengo algo que decirte.» Él respondió: -«Dímelo, maestro.» Jesús le dijo: -«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debla quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?» Simón contestó: -«Supongo que aquel a quien le perdonó más.» Jesús le dijo: -«Has juzgado rectamente.» Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: -«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama. » Y a ella le dijo: -«Tus pecados están perdonados.» Los demás convidados empezaron a decir entre sí: -«¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz. »

20 septiembre 2012. Jueves de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La sola contemplación de la escena evangélica basta como tema para la oración. Una situación muy típica en la vida de Jesús, un amigo que, como tantos, le invita a comer a su casa. Y en este momento una mujer que realiza un gesto excepcional, de una gran delicadeza, impulsada por un amor profundamente agradecido.

El fariseo escandalizado ante semejante demostración, se pregunta como Jesús permite a la mujer este exceso de confianza.

Cristo le tiene que hacer ver al anfitrión que no ha tenido en cuenta con el los detalles de atención que esta mujer esta teniendo. Ojalá no nos pase a nosotros lo mismo, que no nos tenga que decir Jesús que nos faltan detalles de afecto para con él. Pues entonces, como nos dice san Pablo en la carta a los Corintios, habremos malogrado nuestra fe.

19/9/2012, Miércoles de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 31-13, 13)

Hermanos: Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca. ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

Salmo responsorial (Sal 32, 2 3. 4-5. 12 y 22)
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. R.

Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7, 31-35)

En aquel tiempo, dijo el Señor: -«¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón. »

19 septiembre 2012. Miércoles de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Al comenzar nuestra oración de este día queremos afinar el oído para escuchar a

Jesús. Que él cure nuestra sordera para así ser acogedores de su palabra y de los criterios que nos transmite.

¿A quién se parecen los hombres de esta generación? Una pregunta que se prolonga a través de los siglos.

Se parecen a unos niños

Esta afirmación de Cristo nos tiene que hacer pensar por la sencilla razón de que Dios nos ha creado para ser maduros, para progresar constantemente. No podemos permitirnos a nosotros mismos ser infantiles, superficiales…

Por eso la oración de cada día nos adentra en el mundo de la profundidad, espiritual y humana. Nos planteamos las cosas desde la óptica de Dios. Aprendemos no solamente a rezar, sino también a pensar, en las cosas de Dios y en las cosas de los hombres.

Y, en este sentido nos ayuda mucho la primera lectura del día, de San Pablo a los

Corintios.

No se trata de hablar muchas lenguas, de tener don de profecía o de repartir todos los bienes en limosna. Esto está bien, pero no vale de nada si no tenemos amor.

El amor es el que nos hace auténticos y maduros, con él dejamos de ser chiquillos superficiales.

El amor nos adentra en las profundidades más grandes del conocimiento de Dios y del conocimiento de los hombres. Todas las cosas han de pasar, pero el amor permanece para siempre.

Con él aprendemos sin límites. Esperamos sin límites. Creemos sin límites.

Pidamos al Señor que nos conceda amar de verdad. Entonces viviremos de verdad y seremos plenamente felices.

Todo el amor nace de Dios, brota de Él y a Él ha de retornar, pasando por la vida de nuestros hermanos los hombres.

Pedimos a María, Madre del Amor Hermoso, que nos acompañe en este caminar

para que Jesús no nos tenga que juzgar como a niños entretenidos en juegos.

18/9/2012, Martes de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

San Pablo a los Corintios (12, 12-14.27-31a)

Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas, el don de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿0 todos son profetas? ¿0 todos maestros? ¿0 hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan? Ambicionad los carismas mejores.

Salmo responsorial (Sal 99, 2. 3. 4. 5)
R. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. R.

Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.

«El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7, 11-17)

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío onsiderable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: -No llores.» Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: -«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! » El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: -«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

18 septiembre 2012. Martes de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Lc 7 11-17

Al iniciar la oración, como nos indica san Ignacio, debo caer en la cuenta de que Dios me está esperando, ponerme en su presencia, escuchar lo que Él quiere decirme y contarle lo que yo tengo en mi corazón.

El relato del Evangelio de hoy nos presenta plásticamente dos comitivas que salen al encuentro. Una de ellas es una comitiva de muerte: a la puerta de la ciudad de Naín, un gentío acompaña el féretro de un joven, hijo único de su madre viuda. Algunos comentaristas han visto cierto paralelismo de este episodio con la muerte de Jesús, Hijo único en los brazos de su madre viuda.

A la puerta de la ciudad, esa comitiva de muerte se encuentra con otra comitiva que viene en dirección contraria: Jesús acompañado por sus discípulos, y se produce el encuentro entre el dolor y el desamparo de la pobre viuda con la misericordia y el amor del que pasó por la vida haciendo el bien: “¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate…”. Y Jesús se lo entregó a su madre.

Hoy sigue habiendo entre nosotros comitivas de muerte. Pero también es verdad que se está haciendo todo lo posible para diluir esas comitivas. Actualmente la comitiva de la muerte se ha diluido, pero queda ahí, en lo profundo de cada corazón humano, que sigue experimentando su tragedia y su desgarrón, aunque no lo pueda manifestar, porque a nadie le gusta hablar de los muertos y nos sentimos incómodos ante su recuerdo.

Ante estas comitivas secretas de muerte, sigue hoy saliendo al encuentro la comitiva de vida de Jesús. En el Libro 1º de los Reyes la mujer sunamita se quejaba amargamente al profeta Elías: “¿has venido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?” ¡Es triste pensar que para muchas personas la presencia de Dios en sus vidas se caracteriza por la presencia de la muerte de un ser querido que es un castigo de Dios.

Es consolador subrayar que la primera vez que S. Lucas califica a Jesús como “el Señor” es para decir que “le dio lástima y le dijo –a la viuda- no llores”. Jesús siente en su corazón la misma pena que todas las personas sienten ante la muerte del hijo de una pobre viuda.

Los cristianos debemos trabajar para que entren en contacto estas dos comitivas de la muerte y la vida, es verdad que no vamos a poder devolver a la vida a quien está muerto. Pero podemos entregar a tanta madre viuda, a tanto ser humano con el corazón destrozado, nuestro propio corazón, capaz de expresarse y entregarse como lo hizo Jesús a la viuda de Naín.

17/9/2012, Lunes de la XXIV del Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11, 17-26. 33)

Hermanos: Al recomendaros esto, no puedo aprobar que vuestras reuniones causen más daño que provecho. En primer lugar, he oído que cuando se reúne vuestra Iglesia os dividís en bandos; y en parte lo creo, porque hasta partidos tiene que haber entre vosotros, para que se vea quiénes resisten a la prueba. Así, cuando os reunís en comunidad, os resulta imposible comer la cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comerse su propia cena y, mientras uno pasa hambre, el otro está borracho.

¿No tenéis casas donde comer y beber? ¿0 tenéis en tan poco a la Iglesia de Dios que humilláis a los pobres? ¿Qué queréis que os diga? ¿Que os apruebe? En esto no os apruebo. Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: -«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía. » Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: -«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. Así que, hermanos míos, cuando os reunís para comer, esperaos unos a otros

Salmo responsorial (Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17)
R. Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R.

«Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.

Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor» los que desean tu salvación. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7, 1-10)

En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenla enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: -

«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga.» Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: -«Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: -«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.» Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

17 septiembre 2012. Lunes de la XXIV del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La oración de hoy lunes de la XXIV semana del tiempo ordinario, nos lleva derechos a la Eucaristía.

Si has leído los textos para este día, que están más arriba, antes de entrar en este comentario, seguro que te ha llegado al alma lo que dice Pablo: “Yo he recibido una tradición que procede del Señor y que a su vez os he transmitido: “Que el Señor Jesús la noche que iba a ser entregado, tomó pan y pronunciando la acción de gracias (te lo puedes estar representando, ponte cerca de Él y escucha:) lo partió y dijo: ESTO ES MI CUERPO…

Y desde entonces estas palabras se repiten en todo el mundo por lo menos unas cinco veces por segundo.

¿Qué tienen?

¿Por qué atraen a todos los hombres?

¿Por qué no hay acontecimiento religioso importante en el que no estén presentes’

Porque en ellas está Jesucristo presente para purificarnos, alimentarnos, hacernos sus amigos partícipes de vida eterna.

“Por eso cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva”.

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!

Cómo deseamos hacerle presente, tenerle entre nosotros, pero es más, darse en comida ¡Qué milagro tan grande! ¡Qué banquete! Jamás la mente humana podría pensarlo ni imaginar.

No es extraño que el salmo nos recuerde: “Proclamad la muerte del Señor hasta que vuelva”

Que este texto de san Pablo a los corintios haya llenado el espacio de tu oración. Es tan penetrante que muchos encuentran en él el proyecto de su vida, su ideal, algo que estaban buscando y que han encontrado como los de Meaux en la Fracción del Pan.

Pero el evangelio con la curación del siervo del centurión, con la respuesta que le da a Jesús y que repetimos todos los días en la misa cuando nos acercamos a comulgar: Señor, no soy digno de que entre bajo mi techo…, puede rematar tu oración en este día.

Pero no olvides que de la oración tienes que sacar lo que necesitas como cuando tienes sed y acudes a la fuente. ¿Qué he sacado hoy? ¿He saciado mi sed? (por lo menos una comunión espiritual) La eternidad en la cabeza, el mundo a los pies y Dios en el corazón. ¿Salgo con más ganas de cumplir su voluntad, que su voluntad se cumpla en mí? ¿De ser grano de trigo, de poner mis talentos a trabajar?

Que Santa María nos guíe y nos dé la alegría para trabajar en su viña.

16/09/2012, Domingo de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de Isaías (50, 5-9a)
El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
Salmo responsorial (Sal 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9)
R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco. R.
Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor: «Señor, salva mi vida» R.
El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas, me salvó R.
Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. R.
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 14-18)
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»
Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 27-35)
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»

16 septiembre 2012. Domingo de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Petición: Señor, que quiera seguirte en pasar toda injuria, toda incomprensión, toda humillación.
Puntos para la reflexión:
Las lecturas de este día, recién celebrada la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz y Nuestra Señora de los Dolores, vuelve sobre el misterio de la Cruz. Desde la primera lectura en el que el profeta nos muestra con realismo cómo será el sufrimiento del siervo de Yavhé, hasta el mismo Jesús, que nos augura su futuro padecimiento en la Cruz y nos anima a ser discípulos suyos… tomando también nuestra cruz.
Pero, ¡cómo nos cuesta aceptar ese camino! Lo vemos en cada uno de nosotros cuando nos toca sufrir, especialmente si es injustamente. Y lo vemos en Pedro, que se revela así a Jesús y le quiere apartar de ese camino.
Pero Jesús nos lo advierte claramente. No hay otro camino para ser cristiano, no hay otra forma de seguirle, no hay otra manera de ser discípulo.
Aquel que quiera seguirle, que tome su cruz, esa que todos tenemos, esa que el mismo Cristo cargó, porque Él cargó también con nuestra cruz. Y que le siga.
Porque, a fin de cuentas, eso sí, será una cruz más suave y llevadera, porque él la lleva con nosotros, porque él la lleva por nosotros, porque simplemente estamos con él.
Para la oración:
Podemos renovar en nuestra oración personal el ofrecimiento que Ignacio de Loyola pone al final de la meditación del Rey Eternal:
Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación, con vuestro favor y ayuda, delante vuestra infinita bondad, y delante vuestra Madre gloriosa, y de todos los sanctos y sanctas de la corte celestial, que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual como spiritual, queriéndome vuestra sanctísima majestad elegir y rescibir en tal vida y estado.
Sí, hoy queremos renovar nuestra voluntad de seguir a Cristo en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza… ¿Seremos capaces de pronunciar hoy esta oración contemplando a Cristo Crucificado? Mejor dicho, ¿quién tendrá un corazón tan frío que no quiera asemejarse a Jesús y pasar por lo que él pasó?
Así, ante Cristo, actualizar y agradecer las veces en que se han reído de mí, he sido incomprendido, o postergado por ser cristiano. Las veces en que siento que se ha cometido una injusticia conmigo. Las veces que he sido otro Cristo.
Y con todo esto tener un coloquio con Jesús en la Cruz.
Y María, siempre al pie de la cruz de sus hijos, de la de Cristo y de la mía.

15/9/2012, Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores

Lectura de la carta a los Hebreos (5, 7-9)

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Salmo responsorial (Sal 30, 2-3a. 3b-4. 5-6. 15-16. 20)
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia

A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí. R.

Ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. R.

Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. R.

Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos. R.

SECUENCIA

La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
¡Oh, cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
Y ¿quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo.
Porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea.
Porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio.
Porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén.
Porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.

Lectura del santo evangelio según san Juan (19, 25-27)

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: -«Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: -Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

15 septiembre 2012. Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores – Puntos de oración

“¿Por qué tan afligida nuestra Señora?”

Pronto será declarado Doctor de la Iglesia San Juan de Ávila. Vamos a acudir a uno de sus sermones para meditaren los Dolores de la Virgen al pie de la cruz. Pregunta el Santo: “¿Por qué, Señor, afligiste tanto a la Madre y al Hijo? ¿Qué culpa tienen? Ovejas son inocentísimas… ¿Por qué se cuece a Jesucristo en las lágrimas de su Madre?” Y volviéndose a María, le dice: “¿Quién agotará tu dolor? No hay ya consuelo para ti”.

Hoy se nos invita a considerar los dolores de la Virgen unida a la cruz de su Hijo, asociada a su Pasión, como nueva Eva junto a Aquél que recrea al hombre con su muerte de cruz: “Adán y Eva perdieron el mundo. Cristo y María lo han recobrado”. Al contemplar su corazón traspasado y sus lágrimas no podemos menos que pararnos en el camino y preguntarnos cómo ese corazón inmaculado, maternal y virginal, de María ha podido sufrir tanto. El Maestro Ávila encuentra una profunda razón: para que nadie se sienta desamparado en sus tristezas y angustias, pues mirando a la Virgen encuentre consuelo al entender que sin culpa alguna más padeció la Madre de Dios. Así, quien tuviere alguna cruz –y, ¿quién no la tiene?- “tenga dechado de paciencia en la Virgen y diga: Pues más trabajada fue mi Señora, la Virgen”.

Los Dolores de nuestra Señora, prolongando la Pasión de Jesús, han de movernos a frutos de conversión al comprender que sufrieron por nosotros, por amor al hombre y a mí en particular:

“Pues por amor de ti atribula el eterno Padre hoy a la Virgen, para que tú saques consuelo y provecho; por tu amor atormentan hoy a la Madre ya la Hijo; sábelo por amor suyo conocer y agradecer; sábete aprovechar. No hayan agora padecido la Madre y el Hijo tan grandes trabajos y tormentos en balde; en balde sería si no hubiese quien se aprovechase del fruto de ellos” (San Juan de Ávila).

“Sábete aprovechar”, nos dice el ya próximo Doctor. Seguramente, una forma de hacerlo es recordar el ejemplo del P. Eduardo Laforet, que se sintió llamado a ser misionero por medio del dolor a imitación de la Virgen al pie de la Cruz. Ella nos enseña el valor redentor de la cruz de cada día, llevada con amor a Dios y a los hermanos. Dejemos que nuestro querido Eduardo, nos dirija las últimas palabras de estos puntos de oración:

  • Un misionero de la + es aquél que sabe descubrir el sufrimiento y transformarlo en oración, repitiendo constantemente en su corazón: “Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores.

  • El misionero de la + vivirá siempre en unión con María, que le ha sido dada como Madre al pie de la Cruz. Para más amarla e imitarla meditará los misterios de su vida en el rezo diario del Santo Rosario.

14/9/2012, Exaltación de la Santa Cruz

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que, al nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Salmo responsorial (Sal 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38)
R. No olvidéis las acciones del Señor.

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclina el oído a las palabras de mi boca: que voy a abrir mi boca a las sentencias, para que broten los enigmas del pasado. R.

Cuando los hacía morir, lo buscaban, y madrugaban para volverse hacia Dios; se acordaban de que Dios era su roca, el Dios Altísimo su redentor. R.

Lo adulaban con sus bocas, pero sus lenguas mentían: su corazón no era sincero con él, ni eran fieles a su alianza. R.

Él, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (3, 13-17)

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: -«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

14 septiembre 2012. Exaltación de la Santa Cruz – Puntos de oración

Hoy viernes, 14 de septiembre, día de la semana en que recordamos la muerte de Cristo en la cruz, coincide con la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Esta fiesta se empezó a celebrar en la Iglesia al día siguiente de la fiesta de la dedicación de la basílica de la Resurrección, erigida sobre el Sepulcro de Cristo, en Jerusalén.

Se presenta así la Cruz de Cristo como símbolo de su victoria y signo que aparecerá en el cielo anunciando a todos la segunda Venida.

Oremos pues hoy junto a esta Cruz que nos trajo la salvación, donde Cristo se entregó por nosotros, se entregó por mí.

Pidamos al Señor que nos limpie también a nosotros de toda culpa, él que, ofrecido en el ara de la cruz, quitó el pecado del mundo.

Pidámosle: Señor Jesucristo, lleva a la gloria de la resurrección a los que has redimido en el madero salvador de la cruz.

Pidamos, pidamos con insistencia, pidamos por todos los que nos rodean, por aquellos que vamos a tratar en este nuevo curso, por nuestros amigos, por nuestra familia, por los que más queremos, por los más alejados.

Y demos gracias también al Padre por el gran don de su Hijo en la cruz. Siguiendo el texto del prefacio de la misa de hoy, hagámoslo, porque es nuestro deber y salvación darle gracias siempre y en todo lugar.

Porque él ha puesto la salvación del género humano en el árbol de la cruz, para que donde tuvo origen la muerte (por el árbol del paraíso), de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol (el maligno), fuera en un árbol vencido.

Reflexionemos: ¿Cómo poner la cruz de Cristo en el centro de nuestra vida, que es ponerle a Él? Empezar con pequeños gestos: la cruz en la mesilla de noche y en la mesa de trabajo o estudio en casa. La cruz al cuello o en el bolsillo cuando voy por la calle, al trabajo o al estudio, en los ratos de ocio y en los ratos de convivencia con mis amigos o mi familia.

Dedicar tiempo a meditar sobre el misterio de la cruz. Oración tranquila y pausada que nos ayude a penetrar en ese que es el verdadero misterio, con mayúscula, que encierra tanta sabiduría y tanta misericordia.

Cristo en medio siempre, clavado en su cruz, anunciando la salvación. Poco a poco nuestra vida irá transmitiendo eso.

El modelo: la Virgen María. Ella estaba al pie de la cruz, recibiendo la divina gracia, meditando en su corazón y derramando luego desde el cielo a todos sus hijos las gracias recibidas.

María, enséñame a estar, enséñame a creer, enséñame a entregarme.

13/9/2012, Jueves de la XXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8, 1b-7. 11-13)

Hermanos: El conocimiento engríe, lo constructivo es el amor. Quien se figura haber terminado de conocer algo, aún no ha empezado a conocer como es debido. En cambio, al que ama a Dios, Dios lo reconoce. Vengamos a eso de comer de lo sacrificado. Sabemos que en el mundo real un ídolo no es nada, y que Dios no hay más que uno; pues, aunque hay los llamados dioses en el cielo y en la tierra -y son numerosos los dioses y numerosos los señores-, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien procede el universo y a quien estamos destinados nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien existe el universo y por quien existimos nosotros. Sin embargo, no todos tienen ese conocimiento: algunos, acostumbrados a la idolatría hasta hace poco, comen pensando que la carne está consagrada al !dolo y, como su conciencia está insegura, se mancha. Así, tu conocimiento llevará al desastre al inseguro, a un hermano por quien Cristo murió. Al pecar de esa manera contra los hermanos, turbando su conciencia insegura, pecáis contra Cristo. Por eso, si por cuestión de alimento peligra un hermano mío, nunca volveré a comer carne, para no ponerlo en peligro.

Salmo responsorial (Sal 138, 1-3. 13-14ab. 23-24)
Guíame, Señor, por el camino eterno.

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. R.

Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
e doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras. R.

Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos, mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 27-38)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

13 septiembre 2012. Jueves de la XXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy vamos a preparar la oración de mañana con los textos del evangelio de Lucas. Evangelio que daría para meditar mucho por su abundante doctrina.

En presencia del Señor y de la mano de María nos dejamos conducir por el Espíritu. Anoto como, en un abanico, las frases destacadas por si a la primera nos invitan a orar

Amad, haced el bien, orad; presenta tu mejilla al que te hiere.
Si te roban, dale el doble; amad a vuestros enemigos.
Prestad sin esperar nada; ser compasivo como el Padre.
No juzgar, no condenar, perdonar, dad.
La medida que uséis la usarán con vosotros

Me detengo en el texto: “¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada…”

¿Quién puede tener estos sentimientos nacidos del amor respecto al que obra contra nosotros? Muy pocas personas y en pocas ocasiones. ¿Quién amará pues sino el que se siente desbordado por el AMOR? Y, ¿cómo se siente, se acoge y se expresa la persona llena de Amor? Según las palabras de Cristo, el que sus actos siempre se realizan con esa expresión (y no reacciona en la medida ni la forma de la ofensa). Por ejemplo si alguien me traiciona y busco rezar, presentarla al Señor y pedir la gracia de perdonar... Esta es la lógica del Amor pues pone su interés en que esa persona llegue a cambiar y deje de hacerse daño y no tanto en lamentarse con la ofensa recibida.

¡Es duro, difícil y desafiante este mensaje (para nuestra apatía y comodidad de espíritu)!

Conocemos personas que han comprometido su vida con estas palabras del Señor. No son de otro planeta y entendemos que es posible. Estamos aquí, orando, meditando, recogiendo el corazón para interiorizar este evangelio. Si acogemos esta palabra en el interior pidiendo gracia, El hará que fructifique (perdonemos, amemos al enemigo…) a su debido tiempo.

Os invito a alzar un poco más la mirada; pensemos en el Padre del Cielo cada vez que somos ofendidos y que sus palabras resuenan en nuestro corazón invitándonos a perdonar, no juzgar, amar al enemigo. Cuando somos ofendidos por cualquier motivo pero, sobre todo por el hecho de ser cristianos ó porque defendemos sencillamente la verdad…nuestro sufrimiento no lo es también en el Padre? Si reaccionamos con violencia, desaire ú odio ¿no le dañamos nosotros aún más, pues tanto nos ha regalado?

Nos encaminamos a celebrar la exaltación de la Santa Cruz (día 14). Jesús en su cruz, callaba por fuera y por dentro rogaba al Padre. Trató con todo amor a los compañeros de condena y esa actitud curaba su propia alma de la amargura y el abandono en que vivió los últimos momentos de su vida.

Santa María estaba recogiendo la sangre, al pie de la cruz, que se vertía (sangre toda enamorada). Sangre, en pago de las ofensas que le hicieron. Ella se dejó, por ser una con el Hijo, desgarrar el corazón para que tú y yo aprendamos; “Amad a vuestros enemigos”.

12/9/2012, Miércoles de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Dulce Nombre de María

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (7, 25-31)

Hermanos: Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mí parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor. Estimo que es un bien, por la necesidad actual: quiero decir que es un bien vivir así. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre? No busques mujer; aunque, si te casas, no haces mal; y, si una soltera se casa, tampoco hace mal. Pero estos tales sufrirán la tribulación de la carne. Yo respeto vuestras razones. Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.

Salmo responsorial (Sal 44, 11-12. 14-15. 16-17)
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu Señor. R.

Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes, la siguen sus compañeras. R.

Las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 20-26)

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: -«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.

¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

12 septiembre 2012. Miércoles de la XXXIII semana de T.O. – Dulce Nombre de María – Puntos de oración

Nos puede ayudar en nuestra oración el texto de la homilía que pronunció el Beato Juan Pablo II, en Banska Bystrica, a 190 km. al nordeste de la Bratislava (Eslovaquia), en la Misa que presidió en la memoria litúrgica del Dulce nombre de María, en el año 2003:

"Mi corazón exulta en el Señor" (Salmo responsorial). Con íntima alegría y profundo reconocimiento a Dios me encuentro hoy en esta plaza junto a vosotros, queridos hermanos y hermanas, para celebrar la memoria del Santo Nombre de María.

El lugar en el que nos encontramos es particularmente significativo en la historia de vuestra ciudad: Recuerda el respeto y la devoción de vuestros padres por el Señor Todopoderoso y la Virgen Santísima y, además, el intento de profanación de esta herencia preciosa, perpetrado por un régimen oscuro en años aún no lejanos. De todo ello es testigo silencioso la columna de la Virgen María.

Os saludo a todos desde lo más profundo de mi corazón: en primer lugar a vuestro obispo, monseñor Rudolf Balaz, a quien agradezco las cordiales palabras que me ha dirigido, y al obispo auxiliar, monseñor Tomas Galis. Saludo también a los sacerdotes, a los religiosos, las religiosas, los seminaristas y también los laicos que en los diferentes campos son fuerzas vivas de esta Iglesia diocesana y, por último, a todos los que han venido de las diócesis y países vecinos.

Con deferente cordialidad mi saludo se dirige también al señor presidente de la República y a las autoridades civiles y militares presentes. A todos les doy las gracias por la ayuda preciosa que han ofrecido a la preparación de mi visita.

"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38), dice María en el pasaje evangélico que acabamos de escuchar. Se dirige al arcángel Gabriel, que le comunica que Dios la llama a ser madre de su Hijo. La encarnación del Verbo constituye el punto decisivo del "proyecto" manifestado por Dios desde el principio de la historia humana, después del primer pecado. Quiere comunicar a los seres humanos su misma vida, llamándolos a transformarse en hijos suyos. Es una llamada que espera la respuesta de cada uno. Dios no impone la salvación; la propone como una iniciativa de amor, a la que es necesario responder con una libre decisión, también motivada por el amor.

El diálogo entre el Ángel y María, entre el cielo y la tierra es, en este sentido paradigmático: podemos sacar de él algunas indicaciones para nosotros.

El ángel presenta las expectativas de Dios para el futuro de la humanidad, María responde atrayendo responsablemente la atención a su presente: Es novia de José, a quien se le ha prometido como esposa (Lc 1,34). María no presenta objeciones al futuro de Dios, pero pide luz sobre el presente humano en el que está implicada. Ante su petición, Dios responde entablando un diálogo con ella. A él le gustan las personas responsables y libres.

En todo esto, ¿qué lección nos da María? María nos enseña el camino hacia una libertad madura. En nuestra época no son pocos los cristianos bautizados que todavía no han hecho suya su fe de forma adulta y responsable. Se llaman a sí mismos cristianos, pero no responden con plena responsabilidad a la gracia recibida; todavía no saben lo que quieren ni porqué lo quieren.

Esta es la lección que tenemos que aprender hoy: Es urgente educarse a la libertad. En particular, es urgente que, en las familias, los padres eduquen a la justa libertad a sus hijos, para prepararles a dar la respuesta oportuna a la llamada de Dios. Las familias son el vivero en que se forman las plantas de las generaciones futuras. En las familias se forja el futuro de la nación.

Precisamente en esta perspectiva, deseo que el Sínodo diocesano, que os preparáis para celebrar, constituya una ocasión privilegiada para relanzar la pastoral familiar y encontrar caminos nuevos para el anuncio del Evangelio a las nuevas generaciones de esta noble tierra eslovaca.

"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). María cree y por eso dice sí. Es una fe que se hace vida: se hace compromiso con Dios, que la colma de sí con la maternidad divina, y compromiso con el prójimo, que espera su ayuda en la persona de su prima Isabel (Lc 1,39-56). María se abandona libre y conscientemente a la iniciativa de Dios, que realizará en Ella sus maravillas, mirabilia Dei.

Ante la actitud de la Virgen, cada uno de nosotros es invitado a reflexionar: Dios tiene un proyecto para cada uno, a cada uno le dirige su "llamada". Lo que cuenta es saber reconocer esta llamada, saberla acoger, sabe ser fieles.

Queridos hermanos y hermanas, ¡hagamos sitio a Dios! En la variedad y riqueza de las diversas vocaciones, todos estamos llamados, siguiendo el ejemplo de María, a acoger a Dios en la propia vida y a recorrer con Él los caminos del mundo, anunciando su Evangelio y dando testimonio de su amor.

Que este sea el compromiso que todos juntos tomemos hoy, poniéndolo con confianza en las manos maternas de María. Que su intercesión nos obtenga el don de una fe fuerte, que haga limpio el horizonte de la existencia y transparentes la mente, el espíritu y el corazón. ¡Amén!

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