29/05/2009, Viernes de la 7ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 25, 13-21

En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: -«Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, corno Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 11-12. 19-20ab
R. El Señor puso en el cielo su trono.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo. Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 15-19

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: - «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: - «Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le contesta: - «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: - «Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: - «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: - «Sígueme.»

Puntos de oración 29 mayo 2009.

Composición de lugar: al comenzar nuestra oración situarnos en el cenáculo donde los apóstoles se dedicaban a la oración con María, la Madre de Jesús. Nos sentimos unidos a toda la Iglesia, a todos los cruzados y militantes en este día, a las almas contemplativas: todos esperando la venida del Espíritu Santo, necesitados de un nuevo Pentecostés.

Súplica: Me pueden ayudar a pedir el don del Espíritu las oraciones de la liturgia de la Misa en estos días previos. Aquí tienes algunos ejemplos de súplicas para saborear en silencio y comprender la importancia del Espíritu Santo en nuestra vida cristiana:

  • Derrama sobre nosotros, Señor, la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras.
  • Te pedimos, Dios de poder y de misericordia, que envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de su gloria.
  • Que tu Espíritu, Señor, nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad.

Evangelio: El diálogo de Jesús resucitado con el apóstol Pedro es uno de los más conmovedores de todo el evangelio.

  1. Jesús le pregunta a Pedro tres veces si le quiere, porque tres veces le había negado en la Pasión. La respuesta humilde, pero sincera del apóstol repara su anterior cobardía, consuela el corazón de Cristo y restaura la paz del corazón: “Tú sabes que te quiero”. Yo también me siento llamado a reparar mis miserias y pecados expresándole a Cristo que le quiero, con toda mi pobreza, pero con todo mi corazón.

  2. Jesús le pregunta si le quiere más que nadie: “¿me amas más que estos?”. Esta pregunta sólo puede hacerla quien ama mucho, quien ha amado primero y merece una respuesta total de amor. Por eso, es una pregunta que contiene una declaración de amor del Señor, que sigue amando a Pedro, a pesar de su miseria. Jesús también me lo pregunta a mí desde su presencia escondida en el sagrario, cada vez que le recibo en la comunión, en la intimidad del corazón. ¿Qué le responderé si me lo pregunta hoy, ahora?

  3. Después de haber comprobado su amor, Jesús le encomienda a Pedro la misión de cuidar en su nombre a las almas: “apacienta mis corderos”. Jesús sólo puede encomendarnos una misión de ayudar a las almas si le amamos. El amor a Cristo lleva a amar a los hombres. Es la prueba de que ha madurado nuestro amor al Señor: cuando Él nos confía las almas por las que ha derramado su sangre. ¿Sabéis lo que pedía San Juan Bosco a Jesús, movido de su amor a los jóvenes?: “Dame almas y quítame lo demás”.

Para prolongar la oración en todas las acciones del día: Haz de tu corazón un cenáculo unido a María, donde cada latido, cada pensamiento, cada palabra, cada paso que des se transformen en invocación: “Ven, Espíritu Santo, luz, fuerza, amor” y en declaración de amor a Jesús: “Tú sabes que te quiero”.

28/05/2009, Jueves de la 7ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 22, 30; 23, 6-11

En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos. Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: - «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.» Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: - «No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?» El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel. La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: - «¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»

Salmo responsorial Sal 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.» El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: - «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

Puntos para la oración 28 mayo 2009.

Cuidemos en nuestra oración comenzar poniéndonos en la presencia de Dios, hacer el ofrecimiento del día y rezar en este tiempo de pascua el Regina.

“Cuando oréis decid Padre”.

Hemos ido meditando en esta semana el capitulo 17 del evangelio según san Juan. Jesús se dirige al Padre. Cuando enseñó a sus discípulos a orar les dijo «cuando oréis decid: ¡Padre…!».

En una ocasión dijo Jesús: «voy a mi Padre y vuestro Padre», enfatiza así que su Padre es nuestro Padre, por eso nuestra oración debe ser la oración de los hijos. Oración llena de confianza, oración en unión con Jesucristo en quien se basa nuestra confianza (nos atrevemos a decir Padre).

Nuestra oración es al ritmo de la liturgia. Hemos vivido el domingo pasado la solemnidad de la Ascensión del Señor. Se me ocurre que la Ascensión va seguida de una oración intensa: «perseveraban unánimes en la oración con María, la madre de Jesús» y unida a esa oración eclesial la oración de Jesús ante el Padre donde vive para siempre intercediendo por nosotros. La liturgia nos presenta esta oración de Jesús

Sintamos que intercede por nosotros Jesucristo: «ruego también por los que crean en mí por la palabra de ellos». Su petición es de comunión entre todos los cristianos: «que sean uno». Esta unidad es reflejo de la unidad entre el Padre y el Hijo, unidad de amor. Y siendo el amor difusivo de sí, no se encierra en si mismo sino que busca que todos puedan creer: «para que el mundo crea».

Entremos en estos días en el Cenáculo de Jerusalén y supliquemos con María la venida del Espíritu Santo. María es la madre de la unidad y el Espíritu Santo es el artífice de la unidad; ponen en nosotros lo que Jesús ha pedido.

¡Ven Espíritu Santo! ¡Madre de la unidad, une a todos los que creen en Jesús para que el mundo crea!

27/05/2009, Miércoles de la 7ª semana de Pascua.

Primera Lectura: Hechos 20,28-38

"Os dejo en manos de Dios, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia"

En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: "Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos.

Pablo habla de tener cuidado de aquellas personas que el Esíritu Santo nos encomienda, personas por las que Jesús murió. El riesgo de que lobos sin piedad atacarán. Riesgo, mayor aún, de ser nosotros los que “si no actuamos como pensamos acabemos pensando como actuamos” y además arrastraremos a otros…

¿Soy consciente de que ME SON DADAS las personas con las que trato; personas a las que también les alcanza la sangre redentora de Jesús?

Pidamos ESTAR vigilantes junto a María para “olfatear” de lejos al Malo; ojo a los falsos amigos, ojo a las inocentes páginas de Internet, atención a las pérdidas de tiempo, la falta de caridad…

Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: "Hay más dicha en dar que en recibir.""

Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.

Que nuestro amor con los que compartimos la fe esté hecho también de estos gestos; orar juntos, sentir la ausencia, el beso y abrazo al separarnos y acompañar hasta ..el autobús, el tren ,metro…

Salmo Responsorial: 67

"Reyes de la tierra, cantad a Dios".

Oh Dios, despliega tu poder, tu poder,
oh Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. R.

Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor,
que avanza por los cielos,
los cielos antiquísimos,
que lanza su voz, su voz poderosa:
"Reconoced el poder de Dios." R.

Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder, sobre las nubes.
¡Dios sea bendito! R.

¡Sí ¡Abramos nuestro corazón para descubrir el poder y majestad de nuestro Dios. Que la belleza, la grandeza y el orden de la creación nos invitan a cantar y tocar…Volvamos nuestros ojos a los Cielos. Y vayamos descubriendo en los tonos y cambios de la luz, el dedo de su Creador. Y démosle el tributo de nuestra acción de gracias, de nuestra sonrisa.

Puntos 27 mayo 2009

AL PADRE DE LOS CIELOS,¿ POR QUE TE QUIERO TANTO? QUE YO SIN TI ME MUERO….(Abelardo)

  • Evangelio: Juan 17,11b-19

"Que sean uno, como nosotros"

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.

AHORA estamos bajo el amparo del PADRE: fue la petición de Jesús. Pero lo pide porque antes El Padre nos dio a Jesús…esto da para meditar un ratico ¿no?

Llama la atención que la petición al Padre de que nos guarde tenga como objetivo QUE SEAN UNO. Bien conocía las profundas raíces del pecado y sus funestas consecuencias; del orgullo a la división, de aquí a la guerra y de ésta a la muerte, el odio, los rencores…

Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad."

No necesitaría comentario.

¿Me alegro que Jesús esté en el Padre? Es decir, ¿Enraízo mi esperanza-MI AUTÉNTICO SENTIDO DE VIVIR, en que un día estaré con Ellos?

Una prueba que estoy en el bando de Cristo es recibir de algún modo odio, risitas, burlas, humillación…Si es así buena señal.

¡Qué bonito oír de Jesús; no los retires del mundo!

¡Feliz novedad!: mi corazón no tiene que estar aquí abajo sino con El (no son del mundo)

Terminemos meditando esta cadena de palabras; CONSAGRADOS EN LA VERDAD Y ENVIADOS: el envío (ir a nuestros ambientes de estudio y trabajo tiene que hacerse con ese poso de que es Jesús quien me envía, es su palabra la que tengo que decir (¡qué responsabilidad descubrir “LA VERDAD” de la tarea que realizo! O sea, cómo realizarla para que hable del Señor.

Haciendo el examen de este rato de oración reforcemos las luces recibidas pidiendo ser constantes en vivirlas.

PARA TERMINAR ACORDÉMONOS DE MARÍA CON UN TEXTO DE ABELARDO

“¡Volved al rezo del Rosario en familia, individualmente, por las calles! (...) Tú puedes ir por las calles rezando el Rosario. Dándote cuenta de que estás convirtiendo tu ciudad en un templo. Ésta es la fuerza de los seglares que estamos inmersos en el mundo y, por lo tanto, amamos en el mismo sitio del desamor, reparamos en el mismo sitio en que se ofende y conquistamos almas en el mismo sitio en que las conquista el pecado”.

LECTURAS SANTA MISA 26 MAYO 2009

ANTÍFONA DE ENTRADA (Jr 3, 15)

Yo les daré pastores que sean conforme a mi corazón y que los guíen con sabiduría. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que concediste a san Felipe Neri el don de servirte y de ayudar al prójimo con sencillez y alegría, infunde en nosotros tu Espíritu de amor para que sepamos vivir alegremente el Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo...

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 20, 17-27

En aquellos días, hallándose Pablo en Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la comunidad cristiana de Éfeso. Cuando se presentaron, les dijo:

"Bien saben cómo me he comportado entre ustedes, desde el primer día en que puse el pie en Asia: he servido al Señor con toda humildad, en medio de penas y tribulaciones, que han venido sobre mí por las asechanzas de los judíos. También saben que no he escatimado nada que fuera útil para anunciarles el Evangelio, para enseñarles públicamente y en las casas, y para exhortar con todo empeño a judíos y griegos a que se arrepientan delante de Dios y crean en nuestro Señor Jesucristo.

Ahora me dirijo a Jerusalén, encadenado en el espíritu, sin saber qué sucederá allá. Sólo sé que el Espíritu Santo en cada ciudad me anuncia que me aguardan cárceles y tribulaciones. Pero la vida, para mí, no vale nada. Lo que me importa es llegar al fin de mi carrera y cumplir el encargo que recibí del Señor Jesús: anunciar el Evangelio de la gracia de Dios.

Por lo pronto sé que ninguno de ustedes, a quienes he predicado el Reino de Dios, volverá a verme. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie, porque no les he ocultado nada y les he revelado en su totalidad el plan de Dios".

Salmo responsorial Sal 67

R/. Reyes de la tierra, canten al Señor.

A tu pueblo extenuado diste fuerzas, nos colmaste, Señor, de tus favores y habitó tu rebaño en esta tierra, que tu amor preparó para los pobres. R/.

Bendito sea el Señor, día tras día, que nos lleve en sus alas y nos salve. Nuestro Dios es un Dios de salvación porque puede libramos de la muerte. R/.

ACLAMACIÓN (cfr. Jn 14, 16) R/. Aleluya, aleluya.

Yo le rogaré al Padre y Él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, dice el Señor. R/.


Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 17, 1-11

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: "Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique, y por el poder que le diste sobre toda la humanidad, dé la vida eterna a cuantos le has confiado. La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.

Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame en ti con la gloria que tenía, antes de que el mundo existiera. He manifestado tu nombre a los hombres que tú tomaste del mundo y me diste. Eran tuyos y tú me los diste. Ellos han cumplido tu palabra y ahora conocen que todo lo que me has dado viene de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste; ellos las han recibido y ahora reconocen que yo salí de ti y creen que tú me has enviado. Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por éstos, que tú me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío. Yo he sido glorificado en ellos. Ya no estaré más en el mundo, pues voy a ti; pero ellos se quedan en el mundo".

Puntos para la oración 26 mayo 2009.

Jesús comienza su oración al Padre declarando que ha llegado "la hora" tan deseada, a la que tantas veces se ha referido en su vida (7, 30; 8, 20; 12, 23; 13s.) Se trata de la hora de su testimonio y de su muerte, del cumplimiento de toda la voluntad del Padre y de la salvación de los hombres. Su primera petición es para que el Padre convierta esta hora en la hora de su glorificación, pues la gloria del Hijo está unida a la glorificación del Padre (cf 11, 4; 13, 31).

La glorificación que desea Jesús no es más que la consecuencia lógica del poder que ha recibido "sobre toda carne" (es decir, sobre todos los hombres), al ser distinguido con la vocación mesiánica, Jesús ejerce este poder salvando a los hombres y dando la vida eterna a cuantos creen en él. Esta es su gloria y la del Padre.

Pero la salvación de los hombres y la vida eterna consisten precisamente en el reconocimiento de Dios y la aceptación de su enviado, Jesucristo.

El "hijo del hombre", esto es, el mismo Hijo de Dios hecho hombre, pide al Padre que se revele toda la gloria de la divinidad en su naturaleza humana, después de haber cumplido la obra que le encomendara (Cf. Lc 24, 26; Fil 2, 9-11).

Jesús dice de qué manera ha cumplido su obra en los discípulos y hace la presentación de éstos al Padre, de quien él los ha recibido (cf. 6, 37 y 44s.; 8, 47; 10, 2). Jesús ha llamado a estos discípulos y los ha sacado de un mundo incrédulo (cf. 1, 10), los ha elegido (cf. 15, 19) y les ha manifestado el nombre del Padre: quién es Dios y cómo quiere ser Dios para los hombres.

Les ha revelado el nombre del Padre en todas sus palabras y en todas sus obras, y el mismo Padre invisible se ha manifestado en el rostro de Jesús (12, 44s.; 14, 9). Y los discípulos han recibido la revelación de Dios por Jesús y en Jesús, han creído en Dios y en su enviado y permanecen en la fe.

Y hecha la presentación de los discípulos al Padre Jesús intercede expresamente por ellos en su oración. No va a pedir por el mundo incrédulo, sino por los que han creído. Jesús apoya su petición en tres puntos: los discípulos son también del Padre, pues de Él los ha recibido: ellos le han aceptado como enviado del Padre, y ahora van a quedarse solos en el mundo sin su presencia. Por eso los encomienda a la solicitud del Padre.

Para nuestra oración, gocemos de la presencia eucarística de Jesús. Es ahora su presencia entre nosotros en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Saboreemos sin prisa esta presencia de Cristo recitando con amor y fe sencillas oraciones, como el “Adoro Te devote” de Sto. Tomás de Aquino o la oración de San Ignacio de Loyola “Alma de Cristo...santifícame...”.

IDEAS DE ABELARDO PARA ESTAR CON MARÍA PREPARANDO PENTECOSTÉS:

Perseveraban unidos en la oración, con María, la Madre de Jesús (Act 1, 14)

Así que Jesús ascendió a la derecha del Padre, la Iglesia huérfana esperó el Consolador prometido. Y lo esperó apretándose al Corazón de la Madre. Y en oración incesante con Ella, se les dio el Espíritu Santo, Aquel de quien el Verbo se encarnó en María Virgen.

Hoy la Iglesia, tú y yo, hemos de volver a aquel Pentecostés inicial, para realizar la venida que el Espíritu Santo quiere hacer [hoy].

La gravedad de los tiempos actuales no se le oculta a nadie que no esté ciego (...) La mano de Dios no va a estar abreviada, pero nosotros hemos de colaborar haciéndonos esencialmente evangélicos, es decir pequeños, niños que permitan a la Virgen desarrollar toda su fortaleza y ternura maternal. El mundo conocerá entonces la omnipotencia de la Esclava del Señor. Ella hará de cada hijo, que filialmente se abandona a su acción maternal, otro Cristo. Testigos vivos del Evangelio. Corazones a través de los cuales se perciban los latidos de amor del Corazón de Jesús y del Corazón de la Virgen. El mismo Cristo que se encarnó del Espíritu Santo en María Virgen, se hará presente en ti, criatura débil e insignificante, porque es en la debilidad donde culmina su poder.

REVISTA ESTAR Agua viva, p. 67 (Octubre 1987)

23/05/2009, Sábado de la 6ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18,23-28

Pasado algún tiempo en Antioquía, emprendió Pablo otro viaje y recorrió Galacia y Frigia, animando a los discípulos. Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. Lo habían instruido en el camino del Señor, y era muy entusiasta; aunque no conocía más que el bautismo de Juan, exponía la vida de Jesús con mucha exactitud. Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Su presencia, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Salmo responsorial Sa146,2-18-9.10

R. Dios es el rey del mundo.

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.

Los príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán; porque de Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 23b-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.»

Puntos de oración 23 mayo 2009.

“Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre”

Preparación de la oración

Petición: Madre: que le conozca, que le ame, que le siga.

Composición de lugar: Ver a Jesús en el Cenáculo, en un ambiente de máxima intimidad con los suyos, con aire de despedida. Después de la última Cena, Jesús les abre su Corazón. Es el momento de las confidencias más íntimas.

Ideas para la oración

La liturgia nos va preparando para la celebración inmediata de la gran fiesta de la Ascensión del Señor. Dentro de las confidencias íntimas, Jesús nos muestra su unidad con el Padre. El acontecimiento de la Ascensión se enmarca en esta unidad:

1. “Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre”. Es el resumen de la vida de Jesús. Nos enseña su unidad tan íntima con el Padre. Su vida parte del Padre y vuelve de nuevo al Padre. Y entre medias, cuando ha sido enviado al mundo, todo su interés ha estado en hacer la voluntad del Padre.

Así tiene que ser también nuestra vida: de la Trinidad venimos, a la Trinidad volveremos, y entre medias nuestra vida ha de ser para la mayor alabanza y gloria de la Trinidad.

2. “Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará”. Jesús nos revela al Padre. Él es nuestro Padre, y como hijos en el Hijo, todo lo que le pidamos nos lo concederá. Jesús quiere alimentar nuestra confianza en el Padre.

“Pedid y recibiréis”. “Pide, que soy tu Padre”, como nos decía el P. Rafael Delgado en los Ejercicios Espirituales del verano. Si Dios es mi Padre, ¿me negará lo que le pido con confianza audaz de hijo? Preguntémonos: ¿qué es lo que más necesito? ¿Qué es lo que más necesitan los que Dios ha puesto a mi lado? ¿Creo que Dios quiere concederlo, para que nuestra “alegría sea completa”? ¿Creo realmente que Dios quiere que alcancemos la plenitud de la alegría, viviendo en Jesús, pidiendo en el nombre de Jesús?

3.- “El Padre mismo os quiere...”. Jesús busca encender nuestro amor al Padre. Dice Abelardo en unos Ejercicios dirigidos a los militantes que «el mandamiento más importante no es “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”, sino que el primer mandamiento es creer que Dios me ama. De ahí nace todo. Hasta que no te des cuenta del amor que Dios te tiene, entonces tu amor en Dios es pequeñísimo. Claro, sabes que Dios te ama, que es bueno, que es tu Padre... todo lo que tú quieras, pero es que una cosa es eso, y otra cosa es que pase al corazón» (Septiembre 1979).

4.- “...Porque vosotros me queréis”. Terminemos nuestra oración con un diálogo íntimo con Jesús: ¡Qué confianza me das, Señor! Tú sabes lo débil que es mi amor hacia Ti, y sin embargo Tú dices que te queremos... Me alegra tanto oírlo de tus labios... ¡Sí, Jesús, Tú sabes que te quiero! Pero Tú quieres que te quiera mucho más. Aumenta mi amor. Que se haga práctico, operante, envolvente en todo lo que hago, digo, pienso, soy... Podemos repasar la canción de Abelardo: “¿Qué quiero mi Jesús? Quiero quererte... Quiero amable Jesús, quiero abismarme en ese dulce abismo de tu herida... Quiero perderme en Ti, Jesús, y no encontrarme, y así, perdido en Ti, eternizarme”.

Oración final

«Hay que decirle a la Santísima Virgen: “Madre, que le quiera” ¿Cómo le quiero? Si me meto dentro de Ti, como Tú». «Madre, madrecita mía en la fe, haz que yo crea en el amor de Dios para conmigo, que Dios me quiere inmensamente» (Abelardo).

22/05/2009, Viernes de la 6ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 9-18

Estando Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión: - «No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo, y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciudad son pueblo mío.» Pablo se quedó allí un año y medio, explicándoles la palabra de Dios. Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron en masa contra Pablo, lo condujeron al tribunal y lo acusaron: - «Éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la Ley.» Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos: - «Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, arreglaos vosotros. Yo no quiero meterme a juez de esos asuntos.» Y ordenó despejar el tribunal. Entonces agarraron a Sostenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal. Galión no hizo caso. Pablo se quedó allí algún tiempo; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se afeitó la cabeza, porque había hecho un voto.

Salmo responsorial Sal 46, 2-3. 4-5. 6-7

R. Dios es el rey del mundo.

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado. R.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 20-23a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada.»

Puntos para la oración 22 de mayo 2009.

CUATRO ACTITUDES DE MARÍA PARA MEDITAR

1ª Ntra. Sra. del No saber, No comprender, del buscar.

María aparece en el evangelio no sabiendo, no comprendiendo y buscando. En la Anunciación: ¿cómo será esto, puesto que no conozco varón? Y la respuesta que recibe María será una evasiva “el poder del altísimo te cubrirá con su sombra” En la pérdida del Jesús en el Templo “ellos no comprendieron” “tu madre y tus hermanos te buscan. María busca a Jesús por la carabana.

El no saber desencadena una busqueda (los sabios, los ricos y los satisfechos no buscan porque lo tienen todo)

Los hambrientos, los ignorantes, los pobres son los que buscan y desean.

La actitud de búsqueda que se debe tener (“el buscar y hallar...”) es la de encontrarse con la sorpresa, con lo desconocido.

Cuando te encuentras en lo desconocido te abandonas a lo que quieran darte o decirte.

Que el evangelio nos sorprenda siempre, que no lo tengamos todo sabido, controlado.

Se camina cuando se busca algo. Jesús a lo largo de su vida caminó porque buscaba “No se le ha dado el conocer esto al Hijo, sino al Padre.

2ª Nuestra Señora de la Buena Mirada.

En la Anunciación:

  1. Dios mira a María.
  2. María se siente mirada.
  3. María se alegra.
  4. María se engrandece.
  5. María mira el mundo como la mira Dios y como ella es mirada.

La mirada de Dios es la mirada del padre del hijo pródigo, puesto en la puerta de su casa esperando al hijo.

Mis confesiones son siempre las mismas y yo soy siempre el mismo Pero mi experiencia de Dios no es siempre la misma.

3º.- Nuestra Señora del nuevo lenguaje, de las nuevas palabras.

María es la iniciadora del lenguaje de Jesús, la que le enseña a hablar

Ella tiene que ser mi maestra para aprender el nuevo leguaje del Evangelio: los que están cerca son los lejanos, los que estaban arriba están ahora abajo, las prostitutas y fariseos son los primeros en el Reino, la viuda que hecha dos monedas y el fariseo que hecha mucho, para Jesús es la mujer la que más da.

En San Ignacio dolor, vituperio, oprobios, injurias son palabras negativas que se convierten en positivas por el CONMIGO (dolor con Cristo doloroso).Es la transformación de lo inconveniente en oportunidad.

4ª.- Nuestra Señora del dejar hacer.

Mc. 4,26-29 La parábola de la semilla. Es una combinación entre la actividad e inactividad, la acción – abandono, hacer de dejar hacer.

Dios actua por medio de las dificultades, que si no fuera por ellas no podría actuar. Dios no sólo trabaja cuando todo sale bien.

No siempre soy yo el que me abajo, sino que la propia vida es la que me abaja y es Dios el que me va labrando en el dejarme hacer.

20/05/2009, Miércoles de la 6ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 17,15.22-18,1

En aquellos días, los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron con encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen con Pablo cuanto antes. Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: - «Atenienses, veo que sois casi nimios en lo que toca a religión. Porque, paseándome por ahí y fijándome en vuestros monumentos sagrados, me encontré un altar con esta inscripción: "Al Dios desconocido." Pues eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y lo que contiene, él es Señor de cielo y tierra y no habita en templos construidos por hombres, ni lo sirven manos humanas; como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo. De un solo hombre sacó todo el género humano para que habitara la tierra entera, determinando las épocas de su historia y las fronteras de sus territorios. Quería que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo dicen incluso algunos de vuestros poetas: "Somos estirpe suya." Por tanto, si somos estirpe de Dios, no podemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Dios pasa por alto aquellos tiempos de ignorancia, pero ahora manda a todos los hombres en todas partes que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre designado por él; y ha dado a todos la prueba de esto, resucitándolo de entre los muertos.» Al oír «resurrección de muertos" unos lo tomaban a broma, otros dijeron: - «De esto te oiremos hablar en otra ocasión.» Pablo se marchó del grupo. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más. Después de esto, dejó Atenas y se fue a Corinto.

Salmo responsorial Sal 148,1-2.11-12.13.14

R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

- Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos. R.

- Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. R.

- Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra. R.

- Él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 16,12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará.»

Puntos de oración 20 mayo 2009.

1. Ven Espíritu Santo, te estamos esperando. Nuestro Señor Jesús nos ha dicho que cuando vengas nos guiarás hasta la verdad plena. Ven, Espíritu de verdad.

2. Santa María, Maestra de oración, que guardabas todas las cosas en tu corazón para que fueran pasadas por el amor de Dios que anidaba en él, enséñanos a orar y de paso enséñanos a amar.

3. Ahora que tenemos reciente la obra musical sobre san Pablo es fácil hacer una composición de lugar. El discurso en el areópago de Atenas es una de nuestras canciones (vale cantarla como musiquilla de fondo). Hoy, las lecturas de la Misa nos lo traen a nuestra meditación. Dicen autores modernos y comunicadores de masas que este discurso es una de las obras maestras de la oratoria.

Empieza hablando directamente a los atenienses de lo que conocen para de ahí explicarles lo que no conocen. En un magnífico diálogo de fe y de cultura, Pablo los va llevando de los dioses antiguos al verdadero Dios. Un Dios que para ellos es desconocido y que Pablo se empeña dárselo a conocer. ¿Conocen a Dios nuestros compañeros? ¿Estamos dispuestos a dárselo a conocer?

Pablo conocía muy bien a Jesús porque lo había encontrado un día camino de Damasco, pero más todavía porque pasó los primeros años desde su conversión estudiando sobre él y rezando con las comunidades cristianas primitivas. Los apóstoles ya habían recibido el Espíritu Santo y ahora todos los que se iban acercando a ellos lo iban conociendo también. Pablo, no sólo lo recibe, sino que es instrumento para que lo reciban libremente todos los gentiles.

Es el Espíritu el que nos da a conocer, por tanto, a ese Dios desconocido. Pablo, tú y yo, sólo tenemos ese camino. Por eso es tan importante invocarle y pedir que venga sobre nosotros. El próximo Pentecostés del domingo 31 de mayo, ojalá que sea una vendaval en nuestras vidas y en nuestra Milicia. Depende de que lo pidamos todos estos días.

¡Ah, y eso sí, orando con María!, como los apóstoles, que no se separaban de ella ni un momento, porque ella sí que conocía bien al resucitado, a Jesucristo, y ella sí que sabía recibir bien al Espíritu Santo; fue la primera en recibirlo un día en Nazaret, y quedó hecha su Esposa.

4. Te queremos conocer profundamente, Jesús, hijo de María, resucitado, que nos dijiste que nos enviarías el Espíritu Santo para ayudarnos en ese conocimiento. Aquí nos tienes dispuestos a dar discursos si es necesario, aunque tengamos que sufrir las risas de tantos filósofos que no quieren ni oír hablar de tu resurrección. Pero algunos acabarán creyendo como Dionisio el areopagita, Dámaris..., Pepa, Susana, Pedro, Yasmina, Kevin Eduardo, Kamila...

Martes de la 6ª semana de Pascua.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 22-34

En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo. A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos: - «No te hagas nada, que estamos todos aquí.» El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó: - «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?» Le contestaron: - «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.» Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.

Salmo responsorial Sal 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8

R. Señor, tu derecha me salva

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.»

Puntos para la oración 19 de mayo 2009.

Para que te puedas imaginar la escena te copio la parte inmediatamente anterior de los Hechos de los apóstoles.

“Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora. Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades; y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos”.

Imagínate la escena. Los amos convencen a otros con falsas razones. Míralos entrando en la casa de los vecinos, comentando, yendo a donde otros, invitándoles a algo para ganárselos hasta que forman un tumulto suficiente como para poder prender a Pablo y Silas. Los empujones, las patadas. Seguro que les agarran de los pelos para que no se escapen. Casi es un linchamiento. No son policías que les esposan limpiamente y les conducen en una furgoneta, sino turbamulta. Entra ahora en la mente de Pablo, ¿qué puede pensar en esos momentos? Quizás se acuerda de lo que él participó con Esteban, de lo que le pasó a Jesús. ¿Se defendería? Va metido en la mancha de gente que le arrastra de allá para acá, ante un tribunal que actúa injustamente. Cuando les agarran no saben si acabarán libres o muertos. ¿Te ha pasado a ti alguna vez algo de esto? ¿Qué harías si te pasase? Es buena cosa que lo pienses para que se vaya modelando tu alma con los criterios adecuados para cuando te pase algo parecido, que seguramente te ocurrirá antes o después.

Ya han juzgado a Pablo y a Silas y empiezan a darles la paliza “legal”. Sigue pensando en lo que ellos tenían en la cabeza y en lo que vas a tener tú en un caso semejante. Lo mismo cuando les meten en la cárcel donde seguramente todos los demás eran maleantes, ladrones, borrachos y abusones depredadores de la sociedad. Continúa así con las escenas hasta que el carcelero se intenta suicidar.

Hasta ahora nos hemos puesto en la piel de Pablo, y simultáneamente nos hemos planteado qué haría yo en tales circunstancias, pero lo importante de la oración es pedir, suplicar algo reiteradamente al Señor. Aquí podría ser “Jesús dame un corazón semejante al tuyo”. Cuando esta noche te vayas a acostar, después de rezar las tres avemarías, se lo pides y mañana al levantarte y al llegar al lugar donde vas a hacer la oración, lo vuelves a pedir y te recuerdas todo lo que vas a meditar. Eso son las adicciones de San Ignacio. Lo siguiente es lo que ya te sabes, te arrodillas y no eres capaz de pensar en esto ni en ninguna otra cosa interesante, fundamentalmente tienes imaginaciones locas, pero Dios te va transformando por dentro. En general le interesa mucho que no tengas una oración consolada para que no pienses ¡Qué bueno soy! Para que sea Él sólo el que te transforme.

Ahora te imaginas a Jesús que está asomado a un balcón del cielo contemplando lo que pasa. Yo creo que sería algo parecido a lo que siente una madre cuando va a presenciar una oposición de su hijo y el tribunal le empieza a preguntar cosas difíciles, ¿las sabrá responder o le suspenderán? Y cuando ve que acierta plenamente, da saltos de alegría. Allí estaba el tribunal de la vida examinando a Pablo sobre cómo se reacciona ante un caso problemático y Pablo responde de maravilla. El resultado final es que se parece más a Jesús, que gana cielo y que redime almas, las almas de los que tiene allí delante. Una injusticia inmensa se ha transformado en un éxito rotundo de Dios sobre el mal.

Acaba diciendo algo a María.

También puedes pensar cómo reaccionó Jesús ante situaciones semejantes, o sobre nuestra impotencia y la necesidad del Paráclito que aparece en el evangelio. Y en cómo se produce el fruto de la oración que te comenté antes.

18/05/2009, Lunes de la 6ª semana de Pascua.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 11-15

En aquellos días, zarpamos de Troas rumbo a Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, colonia romana, capital del distrito de Macedonia. Allí nos detuvimos unos días. El sábado salimos de la ciudad y fuimos por la orilla del río a un sitio donde pensábamos que se reunían para orar; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: - «Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa.» Y nos obligó a aceptar.

Salmo responsorial Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b

R. El Señor ama a su pueblo

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas, con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 26-16, 4a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.»

Puntos de oración 18 mayo 2009.

Introducción: Mediado ya el mes de nuestra Señora, ponernos en presencia de Dios de la mano de la Virgen. Rezar muy despacio un Ave María o el Ángelus, pidiendo la gracia de la oración.

Saborear en la oración durante muchos días el eco de estas palabras impresionantes de Jesucristo, que la Iglesia nos ofrecía en el Evangelio del domingo: “Como el Padre me ha amado, así os amo yo. Permaneced en mi amor… Os digo esto para que vuestra alegría llegue a plenitud” (Jn 15, 9ss).

Esta promesa de Cristo es impresionante: Somos amados con todo el amor de un Dios, cualitativa y cuantitativamente. Reflexionemos:

1. No es el amor de Cristo un amor humano cualquiera, aunque nos amó con corazón de hombre y padeció y murió por nosotros realmente, como un ser humano verdadero que era. El amor humano, aunque maravilloso si es verdadero, es muy limitado, pues está sometido a nuestra condición limitada temporal y espacial:

  • No amamos lo que no conocemos o lo que no existe. Antes de que existiéramos no nos amaba nadie.
  • Cuando existimos, amamos y nos aman algunas personas, pero con cuántas limitaciones de carácter, de sentimientos, de estados de ánimo… Y otras muchas no nos aman, aun en nuestra familia, grupos, iglesia.
  • Cuando desaparezcamos de este mundo, que será relativamente pronto, seremos olvidados irremisiblemente.

2. Pero el amor de Dios en Cristo no es así. El Corazón humano divino de Cristo sabe conjugar perfectamente el verbo amar en tres tiempos:

  • pasado: Me amó antes de que yo existiera. Por eso me creó. Si no me hubiera amado, más que me amaron mis padres, yo no existiría.
  • presente: Me ama ahora que existo, pero no porque exista ni por mis buenas obras. Me ama porque “Dios es amor” (1Jn, 4,16). Me ama esté como esté mi alma. Me ama con amor de predilección hacia los pecadores (le acusaron los fariseos de ser amigo de pecadores). Con su misericordia me fortalece y me restaura.
  • futuro: Me amará eternamente. Cuando todos se hayan olvidado de mí. Cuando las flores de mi tumba se hayan marchitado. Cuando mis cenizas sean dispersadas por el viento y no quede de mí ni el recuerdo… “Con misericordia eterna, te quiero” (Is, 54, 5).

3. “Creéis en Dios, creed también en mí…” (Jn 14, 1). Nos interesa mucho oír estas palabras en la oración de la boca del mismo Cristo, a través de su Evangelio. Son palabra de Dios.

Cuando a nuestro interior lleguen las voces de la desconfianza y del desaliento; cuando experimentemos la soledad, la persecución el abandono de los hombres, recordemos la palabra de Cristo: “Como el Padre me ha amado, así os amo yo. Permaneced en mi amor…” (Jn 15, 9 ss). Dios no puede amarnos de otra manera, ni dejar de amarnos como nos ha dicho, porque dejaría de ser Dios, lo que es imposible.

“Os digo esto para que vuestra alegría llegue a plenitud” (id.)

Que la Virgen Madre nos prepare el corazón para ese mes maravilloso de junio, que es el del Corazón Jesús.

17/05/2009, Domingo de la 6ª semana de Pascua.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: -«Levántate, que soy un hombre como tú.» Pedro tomó la palabra y dijo: -«Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.» Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió: - «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?» Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

Salmo responsorial Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4

R. El Señor revela a las naciones su salvación

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera-, gritad, vitoread, tocad. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-10

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su I-lijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os Ramo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Puntos de oración 17 mayo 2009. (Juan 15, 9-17)

Al iniciar nuestra meditación diaria, siempre hay que tener en cuenta las recomendaciones que hacen los grandes maestros espirituales, uno de ellos es Fray Luis de Granada que proponía cinco partes de toda meditación: 1ª Preparación del corazón. 2ª Lectura sosegada del pasaje escogido. 3ª Meditación de lo leído. 4ª Acción de gracias. 5º Petición de lo que nos conviene.

Seguimos en el tiempo de Pascua que la Iglesia nos propone para seguir “gozándonos intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor” (S. Ignacio).

“Amor”, “amar”: son palabras que se repiten continuamente en las lecturas de hoy. En estos textos se está tratando el núcleo más profundo de la fe cristiana. Amor es la palabra que mejor resume el mensaje de Jesús. No en vano el cristianismo ha sido calificado como la “religión del amor”, éste es sin duda el secreto de la rápida difusión del cristianismo en el mundo hostil romano, es la que los mismos paganos decían respecto de los cristianos: “Mirad cómo se aman”.

Esa rápida difusión no fue debido ni al prestigio personal de los creyentes, ni a la existencia de grandes filósofos ni apologetas, lo que hizo en primer lugar difundirse el evangelio: fue el amor, la generosidad, la coherencia de aquellos creyentes, lo que hizo que el mensaje de Jesús creciese como la semilla de mostaza.

“Quien no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” y debemos “permanecer en el amor” ya que es una actitud central y vital que penetra toda la persona y así realizar la vieja esperanza profética de cambiar nuestro corazón de piedra –egoísta, insensible, encerrado en el estrecho círculo de nuestros caprichos e intereses- para tener un corazón de carne –sensible, afectuoso, que sabe comprender y disculpar, que está abierto al amor de todos. Permanecer en el amor, es lo mismo que permanecer en Cristo.

Jesús nos dice: “Os he hablado de esto para que mi alegría esté con vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud”. Éste es el secreto del Evangelio, ser capaz de convertir el amor en la clave y en el eje de nuestra vida.

En el año 202, Santa Perpetua fue encarcelada en Cartago, separada de su hijo pequeño. Ella misma decía: “Jamás había experimentado tinieblas semejantes. ¡Qué día aquel tan terrible! Me sentía atormentada por la angustia de mi niño… Por fin, logré que se quedara conmigo, y al punto me sentí con nuevas fuerzas… y súbitamente la cárcel se convirtió en un palacio, de suerte que prefería morar allí antes que en ninguna otra parte”.

En un mundo, tan vacío de sentido, el camino del amor es el camino del encuentro de Dios.

Al final de nuestra meditación, terminar con un coloquio con la Virgen María, en este mes de Mayo dedicado a Ella para que nos prepare a recibir al Espíritu Santo como preparó a los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén.

16. Levántate, toma contigo al Niño y a su Madre y huye (Mt 2, 13)

¡Huye al silencio! ¡Aléjate del ruido! Toma al Niño y a su Madre. No vas solo.

Acuérdate: Lo único necesario es que Dios esté contento de ti. Lo que piensen los hombres no es lo que importa, sino lo que piensa Dios (...)

La unión continua con Dios que el entendimiento no logra, la puedes obtener con la voluntad adhiriéndola a la de Él.

No dejes de buscar la cruz aun en los gozos lícitos que Dios quiere. Somos tan bajos que es la única manera de purificar la intención.

Preocúpate de las cosas de Dios y deja en sus manos las tuyas.

El olvido total de sí y el morir al yo hasta que sea Cristo el que vive en mí, es el holocausto secreto que hace santos. En este lugar se detienen las almas fervorosas y por no pasar de aquí se despiden de la santidad.

Estar siempre a lo que Dios quiere y buscar cruz o aceptarla es tarea que debemos dejar a nuestra Madre. Ella hará posible lo imposible.

La santidad es algo imposible al hombre solo. No así a quien se entrega a la Virgen y le deja a Ella hacer.

Si no eres capaz de amar, vete al sagrario y déjate amar.

La fe viva, el celo de la gloria de Dios, el bien de las almas y el amor a la Santísima Virgen pídelo siempre y procúralo en todo. (*)

(*)Aguaviva, pp. 233-234 (Febrero 1979)

16/05/2009, Sábado de la 5ª semana de Pascua.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16,1-10

En aquellos días, Pablo fue a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo que se llamaba Timoteo, hijo de un griego y de una judía creyente. Los hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes de él. Pablo quiso llevárselo y lo circuncidó, por consideración a los judíos de la región, pues todos sabían que su padre era griego. Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para que las observasen. Las Iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día. Como el Espíritu Santo les impidió anunciar la palabra en la provincia de Asia, atravesaron Frigia y Galacia. Al llegar a la frontera de Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron Misia a un lado y bajaron a Troas. Aquella noche Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que le rogaba: «Ven a Macedonia y ayúdanos.» Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.

Salmo responsorial Sal 99, 1-2. 3. 5

R. Aclama al Señor, tierra entera.

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. R.

Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 15,18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: "No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra." Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.»

Puntos para la oración 16 mayo 2009.

En esta lectura de los Hechos de los Apóstoles, de hoy, descubrimos con claridad que el Espíritu Santo se comunica con fuerza irresistible a las personas que hacen silencio y ayuno, que se acercan, y esperan amando. De aquí la importancia que tiene para avanzar en esta escuela de oración iniciarla en la presencia de Dios.

El salmo 99 de este día también nos impulsa a entrar y permanecer en la presencia de Dios. “Aclama al Señor, tierra entera” repetimos.

Nuestra oración ha de cumplir las condiciones que nos indicva este salmo:

  • para bendecir al Señor con todo el corazón
  • Permanecer en su presencia, acompañarle en el sagrario y sacar fuerzas para, servir, ayudar a las personas con las que me encuentre en este día.
  • Para llegar a Él debo de caminar, penetrar en el santuario y permanecer en su presencia cantando y dando gracias.

¿Cuál es el motivo por el que debo de bendecir, aclamar al Señor, permaneciendo alegre en su presencia y dar gratis a mis hermanos los dones recibidos en la oración?

Las razones las encuentro también en el salmo. Describe las actitudes del Señor con respecto a sus criaturas: “El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades”. Justamente describe nuestras propias carencias. Nos podemos definir precisamente por nuestra infidelidad hasta en las cosas más pequeñas, somos miseria pero no aceptamos con facilidad las limitaciones de los demás. El pecado y la concupiscencia ocultan la bondad.

Y para terminar un texto del evangelio de hoy. “Recordar lo que os dije: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; sin han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra”. Para no olvidar que somos del bando del crucificado y no podremos llegar a la luz sin pasar por el sufrimiento.

Súplica: Santa María, en este mes de mayo, alcánzanos el don de la alegría de la Pascua.

14. María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón (Lc 2, 19)

Dios se hace hombre. Se encarna en un niño débil y pequeño. Es el Amor que se abaja para acercarnos a Él. Y elige a una Madre Virgen para que Ella nos dé al Hijo que se ha encarnado en sus entrañas maternales.

Contemplemos a la Virgen. ¡Miradla! Tan recogida, tan íntima. Absorbida a solas con su Dios. Lo lleva en su vientre. Le sobra todo lo demás. Se cumple en Ella la frase de san Agustín: “¿Qué te falta a ti, pobre, si tienes a Dios? ¿Qué tienes tú, rico, si te falta Dios?”.

Querido lector: Eres rico. Cuando se nos habla de riqueza en el Evangelio, no debemos pensar en los que tienen muchos bienes materiales. Piensa en que tú también tienes un tesoro que difundir. Tienes mucha riqueza que comunicar. Puedes ponerla al servicio de la Iglesia. En estos momentos el mundo es país de misión. Y el mundo entero está necesitado de misión.

El objetivo de esta misión es la conversión. Reconciliación con Dios primero. Así podremos, después, reconciliarnos con nuestros hermanos. Tras reconciliarnos con Dios no podremos quedarnos tranquilos en nuestra apatía. Saldremos dispuestos a difundir el Evangelio con la alegría de nuestras vidas, como salieron aquellos pastorcillos de la cueva de Belén.

Comenzaremos por hacernos santos en lo pequeño, sacrificándonos en las cosas ordinarias. Ésta es una santidad asequible a todos (...)

Vivimos agobiados por tanto ruido. Estamos necesitados de contemplación. Hoy el hombre huye de las ciudades buscando el silencio, la naturaleza, el aire puro no contaminado. Sólo le falta abismarse en Dios, embeberse, encontrar el alivio de su sed precisamente en Él (...)

En este encuentro es donde renacerá un mundo nuevo, porque la vida divina volverá a irrumpir otra vez sobre la tierra. Cuando Dios venga al corazón de cada hombre, cuando se reproduzca en nosotros una encarnación, cuando digamos como la Virgen: “Hágase” y permanezcamos firmes en el “estar” junto a la Cruz de cada día, entonces se realizará una nueva encarnación. Oremos mucho y ofrezcámonos para que así suceda”. (*)

(*) Aguaviva, pp. 256-257 (Diciembre 2000)

14/05/2009, Jueves de la 5ª semana de Pascua. San Matías, Apóstol

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 15-17. 20-26

Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): -«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartía el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella", y también: "Que su cargo lo ocupe otro. " Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.» Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezaron así: -«Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Salmo responsorial Sal 112,1-2.3-4.5-6.7-8

R. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R.

De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. R.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R.

Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Puntos de oración 14 mayo 2009.

Composición de lugar:

Es importante centrar la imaginación durante la oración imaginándonos la escena que vamos a meditar. Para los que tienen más imaginación es fácil aunque también pueden distraerse con facilidad. Todos debemos tener puesta la atención en Dios.

La fiesta del día es la elección del Apóstol San Matías. Podemos imaginarnos el cenáculo donde están reunidos dos apóstoles, presentan a dos candidatos para sustituir a Judas, echan a suertes y es elegido Matías como enviado de Jesús para anunciar al Buena Nueva a todos.

Para los que deseen meditar además el evangelio del día pueden centrar la imaginación viendo a Jesús rodeado de sus amigos más íntimos y como les habla muy confidencialmente. Imaginemos que uno de los presente somos nosotros. ¿Qué me dice Jesús?

“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor”.

Nadie puede amar si no se sabe amado, primero de sí mismo y después por los demás. Jesús es el modelo de amigo, de enamorado, de esposo, padre, madre,… porque sabe que es amado por Dios, por su Padre.

El amor es unidad, siempre une a las personas que se aman. Por lo tanto amar a Jesús es querer ser como él, querer estar unido a él, querer cumplir sus palabras, deseos, mandamientos.

“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.

Lo que más quiere Jesús es vernos felices, contentos, realizados y por eso nos pide que nos amemos. Porque no puede realizarse plenamente la persona que no ame. A mayor amor mayor felicidad.

Aquí nos podemos detener a meditar en algunos ejemplos de la vida de Jesús que demuestran la manera de amar de Jesús:

  • A todos, sin hacer acepción de personas.
  • Con caridad: curaba enfermos, consolaba a los amigos, acompañaba a recién casados…
  • Con obediencia al Padre.
  • Hasta las últimas consecuencias muriendo en la Cruz.
  • Perdonando a sus enemigos.
  • Salvando, sin condenar.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

Amor con amor se paga. El amor no puede pagarse con dinero, ni con obras, sólo con amor. Por lo tanto lo que Jesús quiere es que correspondamos a su amor con amor. Y esto es también lo que necesitan las personas con las que vivimos o nos cruzamos: ser amadas. El fruto que dura es el amor. La fe y la esperanza terminan pasando pero el amor permanece eternamente. Este es nuestro destino permanecer en el amor de Jesús.

Conclusión:

Antes de concluir la meditación debemos examinarnos sobre el amor. La referencia es el Señor, su estilo, sus gestos, palabras, mandamientos.

¿Amo a todos? ¿Los amo como Jesús? ¿Soy egoísta, interesado, indiferente?

Que Santa María madre del Amor Hermoso bendiga nuestra oración, nos alcance de su Hijo la gracia de amarle sin medida y de servir con caridad perfecta.

13. Fueron con presteza y encontraron a María (Lc 2, 16)

¡Buscad a Jesús!..., pero nos faltan fuerzas, y esas fuerzas las encontramos en la Inmaculada. Busquemos a Jesús en María.

“En la Virgen, decía el mariscal Hindemburg, encuentro yo todos los valores que necesita un hombre para la vida”. ¡Mirad a María! Es vuestra Madre. A una madre no se la tiene miedo.

Los ojos de la Virgen tienen dulzura. Los ojos de la Virgen tienen belleza. Los ojos de la Virgen tienen comprensión. Los ojos de la Virgen tienen bondad. Los ojos de la Virgen tienen ternura. Los ojos de la Virgen tienen caridad. Los ojos de la Virgen tienen inocencia. Los ojos de la Virgen tienen candor. Los ojos de la Virgen tienen pudor –ese valor que tanto se ha perdido hoy-. Los ojos de la Virgen tienen humildad, tienen mansedumbre, tienen fortaleza, tienen todo lo que tú necesitas. Los ojos de la Virgen Nazarena, puros, limpísimos, transparentes, tienen a Dios.

¡Cuánto beneficio me ha hecho esta poesía de las carmelitas descalzas de Duruelo! ¡Contemplad también vosotros los ojos de la Virgen! Encontraréis todo lo que necesitáis para vuestra vida espiritual: los ojos de la Virgen tienen a Dios y lo comunican, te llevan a Jesús. A Jesús por María y, por Jesús, al Padre.

Salgamos (...) decididos a ser todos de María, y con María, por el Papa, como consigna de lucha. Hagamos esto y veréis cómo nuestras oraciones se escuchan, cómo entonces estamos salvando a nuestra juventud, haciendo Iglesia por todos los confines de la tierra. (*)

(*) Luces en la Noche, pp. 193-194. Vigilia de la Inmaculada en la Basílica de la Merced (7.12.1978)

13 DE MAYO. Virgen de Fátima.

13 mayo 1917. Tierras de Portugal. Leiría, Aljustrel, Boleiros, Valinhos, El Cabezo, Fátima. Juegan Lucía, Jacinta y Francisco en lo alto de una colina. A sus pies, en el declive, la Cova de Iría. Acercan piedras para rodear un matorral. Centellea un relámpago...

Sorprendidos los tres pastorcitos, Lucía, la mayor, insinúa temerosa: "Es mejor irnos a casa. Está relampagueando, y puede venir una tronada". Asustados, descienden corriendo. Conducen sus ovejas hacia la carretera. Llegan a media ladera. Alcanzan una corpulenta encina.

"Yo soy del cielo..."

Nuevo relámpago. "No era propiamente relámpago, sino más bien el reflejo de una luz que se aproximaba... Encima de una carrasca. Ven una Señora vestida toda de blanco, más brillante que el sol y esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua transparente". Atónitos, desconcertados todavía, se detienen...

"Estábamos tan cerca que quedábamos dentro de la luz que Ella esparcía... Como a metro y medio de distancia". La Virgen les habla: "No tengáis miedo. Yo no os hago daño". Lucía le pregunta: "¿De dónde es Usted?" Y la Virgen, sonrisa de Dios, irradiando serenidad, responde: "Yo soy del cielo"...

Palabras que seducen...

El diálogo continúa. Lucía añade: "¿Y qué es lo que Usted quiere de mí?". María replica suplicante: "Vengo a pediros que volváis aquí durante seis meses seguidos el día trece, y a esta misma hora. Después os diré quien soy y lo que quiero. Y todavía volveré una séptima vez". (Lucía, IV Mem.).

Advertencia amorosa, invitación apremiante, confianza alentadora. Este es el mensaje de la Virgen apareciéndose en Fátima. Belleza que cautiva, palabras que seducen, pureza y sencillez que enamoran.

Advertencia amorosa

Una advertencia insistente cargada de angustia maternal. "Dios va a castigar el mundo por sus crímenes y pecados por medio de la guerra, el hambre y la persecución a la Iglesia y al Santo Padre... Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, ella esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas" (Apar. 13–7–1917).

O reformarse o sucumbir. Es el dilema. O renovar en Dios nuestra mentalidad y vida cumpliendo la divisa paulina (Rom 12,2), o naufragar en tiempo y eternidad.

Seria advertencia para el mundo, y en particular para España. Ordena que "sus obispos se reúnan en retiro y determinen una reforma en el pueblo, en el clero y en las Órdenes religiosas" (Lucía, c. 4–5–1943).

Invitación apremiante

Las almas se condenan. En Fátima como en Lourdes, la Virgen contempla desgarrada el lúgubre espectáculo... Hijos suyos se precipitan en el infierno. Hay que salvarlos. Nos habla al dirigirse a los pastorcitos. "Rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno porque no tienen a nadie que se sacrifique y rece por ellos" (Apar. 4–8–1917).

"La salvación de muchos depende de la oración y penitencia voluntaria de los miembros de la Iglesia", escribirá años adelante Pío XII. "Es verdaderamente un misterio terrible sobre el cual jamás puede meditarse lo suficiente" (Myst. Corp., 29–6–1943).

La invitación que nos hace la Virgen es apremiante. Esperanzada y suplicante, se dirige con emoción a los tres niños desde la primera aparición: "¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que os quiera enviar en reparación por los pecados con que es ofendido y en súplica por la conversión de los pecadores?" (13–5–1917).

El 13 de julio, tercera aparición, la consigna se hace imperiosa. "Sacrificaos por los pecadores. Decid muchas veces, sobre todo cuando hagáis algún sacrificio. ¡Jesús!, es por Tu amor, por la conversión de los pecadores, y en reparación por los pecados que se cometen contra el Inmaculado Corazón de María".

Confianza alentadora

Fátima es mensaje de esperanza. Tendréis que "sufrir mucho" si hacéis de vuestra vida ofrenda permanente por la salvación de las almas, "pero no temáis. La gracia de Dios será vuestra fortaleza" (13–5–1917). Como a Lucía, nos repite: "Nunca te dejaré. Mi Corazón será tu refugio y camino que te conducirá hasta Dios" (13–6–1917).

Honda crisis en la Iglesia. Vastos sectores se dejan contagiar. Todo se vuelve naturalismo, antropología, esclavitud al dato sociológico. Un mundo narcisista obstinado en autodestruirse. Un hombre que se imagina el ser supremo. Una Europa cristiana que se desintegra. Al mismo tiempo, la amenaza del comunismo ateo extendiéndose por todas partes. Miles de hombres y mujeres encandilados con sus sofismas o esclavizados a su tiranía. En España, degradación progresiva de costumbres, la familia se erosiona, deterioro de la fe en un pueblo que va dejando de creer en Dios y en Sus Mandamientos.

Fátima, aurora de esperanza en este caos. La Virgen Blanca vencerá. "Rusia se convertirá" después de "esparcir sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia". Un grito jubiloso de victoria: "Por fin, mi Corazón Inmaculado triunfará" (13–7–1917).

Triunfará María sirviéndose en Fátima, ahora y siempre, de almas insignificantes. A una de ellas Jesús le acaba de revelar: "Mi Madre vencerá a Satanás. Es la Medianera. Es Mi Madre y la vuestra. Es el Pilar de Mi Iglesia. Las pequeñas almas conducidas por mi Santa Madre, tienen poder para cambiar el curso de las cosas".

"Vivir en fe oscura y verdadera..."

Advertencia, invitación, es el mensaje de Fátima como el de Lourdes. Eco eterno y siempre actual del Evangelio.

Es impulso irresistible a pasar por la tierra mirando al cielo, "a vivir acá como peregrinos, pobres, desterrados, huérfanos, secos, sin camino y sin nada, esperando allá todo". A vivir "en fe oscura y verdadera, y esperanza cierta, y caridad entera" (Juan de la Cruz, c. a J. Pedraza, 12–10–1589). Es vivir en serenidad imperturbable, pues "si creemos que Jesús subió a lo Alto, no perdamos la paz en la tierra, non ergo turbemur in terra" (S. Agustín).

Sorprendente identidad

El mensaje de Fátima es el eterno del Evangelio. Si la aparición de la Virgen es advertencia, invitación, confianza, eso mismo es el Evangelio... No podía ser de otra manera. Si María nos trajo entonces el Evangelio al ser Madre de Jesús, ahora nos lo actualiza. Sin adición ni resta.

El Evangelio de Jesús es advertencia. Nos anuncia que estamos de paso, que tenemos un alma que salvar. "¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde su alma?" (Lc 9,25). Nos previene de un peligro siempre amenazante. Dejarnos absorber por lo temporal y caduco. "Marta, Marta, te afanas y agitas, y te dejas
empujar por muchas cosas. Una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será arrebatada" (Lc 10,41–42).

El Evangelio es también invitación a la conversión. "Si no hacéis penitencia, todos pereceréis" (Lc 13,15). Invitación también al seguimiento de Jesús. "Venid en pos de Mí" (Mt 4,19). "Si alguno quiere venir en pos de Mí, tome su cruz cada día, niéguese a sí mismo y sígame" (Mt 16,24; Mc 8,34; Lc 9,23).

Advertencia, invitación, pero también confianza. "Tened ánimo, soy Yo, no temáis" (Mt 14,27). "Tened confianza. Yo he vencido al mundo" (Jn 16,33). "Venid a Mí todos los cansados y agobiados, y Yo os aliviaré. Aprended de Mí que soy paciente y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas" (Mt 11,28–29).

Exquisita fidelidad

Emociona la delicadeza de aquellos pastorcitos. Cumplen con exquisita fidelidad el encargo de la Virgen. Multiplican sacrificios ofrecidos por la conversión de los pecadores y para reparar las ofensas contra el Corazón Inmaculado de María. Los tres se hacen oración permanente. Repiten incansables la súplica que María les enseñó.

Los tres se ofrendan incondicionales, pero cada uno matiza sus sacrificios. Les imprimen un sello peculiar. Francisco los hace porque quiere "consolar a Dios". Pocos días después de la primera aparición, conduce sus ovejas al pasto. Se encarama en una piedra y dice a las dos: "Vosotras no vengáis aquí, dejadme solo". Ellas se alejan corriendo tras las mariposas. Horas después le ofrecen comida. "No —dice—, comed vosotras". Más tarde se acercan de nuevo invitándole a rezar el rosario. "¿Qué estás haciendo ahí tanto tiempo?", pregunta Lucía. Le responde: "Estoy pensando en Dios. ¡Está tan triste por tantos pecados! ¡Si yo pudiera darle alegría!"

Francisco "era de pocas palabras, y para hacer oración y ofrecer sus sacrificios le gustaba esconderse hasta de Jacinta y de mí. Muchas veces le sorprendíamos tras una pared o detrás de unas matas donde se escapaba con disimulo. Allí rezaba, o como decía él 'pensaba en Nuestro Señor, triste por tantos pecados'".

Al ir a la escuela solía decir a Lucía. "Mira, vete tú, y yo me quedo aquí en la iglesia con Jesús escondido. No vale la pena ir a la escuela, porque de aquí a poco me voy al cielo... Al salir me llamas..." Ya enfermo, al pasar Lucía por su casa camino de la escuela, acostumbraba a decirle: "Vete a la iglesia y da muchos recuerdos míos a Jesús escondido. Lo que más pena me da es no poder estar ya unos buenos ratos con Él" (Lucía, IV Mem. ).

Jacinta, en cambio, vivía obsesionada por la conversión de los pecadores. Ofrecía, antes y durante su enfermedad, costosos sacrificios para librarlos del infierno. Le repugna la leche. Su madre se la lleva al lecho. Un día caluroso le ofrece también un racimo de uvas frescas. Se acuerda de la Virgen, lo rechaza y toma la leche. Al quedarse a solas con Lucía, le comenta: "Lo ofrecí diciendo a Jesús. Es por Tu amor y por la conversión de los pecadores".

Su madre se acerca a los tres mientras jugaban. Les ofrece unos higos tentadores. Jacinta se sienta al lado de la cesta con los dos. Coge el primero. De repente se acuerda, y dice: "Todavía hoy no hemos hecho ningún sacrificio por los pecadores. Tenemos que hacer éste". Suelta el higo, y mientras cae en la cesta, repite el ofrecimiento: "Jesús, es por Tu amor..." "Allí los dejamos todos —concluye Lucía—, para convertir a los pecadores".

Jacinta enferma. Está aún en Fátima. Lucía a su lado. "¿Estás mejor?", pregunta. "Ya sabes que no mejoro. ¡Tengo tantos dolores en el pecho! Pero no digo nada. Sufro por la conversión de los pecadores".

Primeros días de julio de 1919. Hospital de Lisboa. Lucía le dice si sufre mucho. "Sí, sufro —responde—, pero lo ofrezco todo por los pecadores y para reparar al Inmaculado Corazón de María. ¡Me gusta tanto sufrir por Nuestro Señor y Nuestra Señora para darles gusto! Ellos quieren mucho a quien sufre para convertir pecadores" (Mem. I).

Sencilla lección

Sorprende la sencilla y elocuente lección que nos dan con su vida ofrecida los tres pastorcitos. Generosidad y constancia impropias de niños. Señalan ruta a todas las edades. Tan conscientes y responsables, tan maduros en la fe. Precursores de un Concilio que "predica la reforma de la Iglesia que consiste en cambiar los propios pensamientos y gustos según la voluntad de Dios" (Pablo VI, 7–8–68).

Francisco, Jacinta, Lucía, creyentes auténticamente maduros. En sus tiernos años alcanzan la edad adulta en la fe. Madurez que consiste precisamente en conseguir el espíritu de infancia liberándose del fárrago científico, de una falsa mayoría de edad. Escalan esta cumbre mirando a la Virgen. Ella, sencillez sublime, les recuerda con amor inefable la divisa de Jesús: "Si no os hacéis como niños..."

"Cumplir los propios deberes..."

Cristo–Iglesia es el mensaje de Fátima y Lourdes. Es el Evangelio iluminando el corazón y encarnándose en la vida de cada bautizado.

Una vida que se hace oración permanente, eso es el cristiano. Ofrenda total por la conversión de los pecadores, por la salvación de las almas. No se contenta con horas o días sueltos. Hace oración toda su vida con la súplica de Fátima siempre en el corazón. Su sed de almas no se sacia con actuaciones aisladas. Le exige el apostolado de todos los minutos viviendo con María "escondido en Cristo Jesús" (Col 3,3), bajo la mirada del Padre...

Una vida que arde como llama hasta extinguirse silenciosa. Repite sin cesar: "Cristo ha padecido por mí para que siga sus huellas" (1 Pe 2,21)... Si Él entrega su vida por mí, yo debo entregarla por mis hermanos (1 Jn 3,16). Una vida consciente y responsable. Se inmola con permanente y martirial fidelidad, hasta verter la propia sangre con generosa plenitud de fuente.

Una vida convencida de que "España, y el mundo se salvarán por la oración" (Corazón de Jesús a M. Maravillas, Escorial, 1923). Pero por la oración permanente hecha vida, que "haga comprender a las almas que la verdadera penitencia que Él ahora quiere y exige, consiste, sobre todo, en el esfuerzo que cada uno tiene que imponerse para cumplir con los propios deberes religiosos y de orden temporal" (Lucía, c. 4–5–1943).

"Pasan... mundos enteros...
y quedan en pie..."

Una vida que confía mirando a María. Ella puede "congregar en la unidad los hijos de Dios que están dispersos" (Jn 11,52). En el corazón de todos, por muy alejados que nos parezcan, encuentra siempre eco la voz de Dios. Aún en el ateo existencialista o marxista.

En un arranque de sinceridad, todos nos harían la confidencia de uno. "He llegado hasta el ateísmo intelectual. Imaginaba un mundo sin Dios, pero ahora veo que siempre conservé una oculta fe en la Virgen María... En momentos de apuro, se me escapa maquinalmente esta exclamación: 'María, Madre de misericordia, favoréceme'... María es, de todos los misterios, el más dulce. La mujer es la base de la tradición en las sociedades, es la calma en la agitación, el reposo en las luchas. La Virgen es la sencillez, la ternura. Sedes sapientiae. Así, sapientiae, y no scientiae. Asiento de la Sabiduría...

Pasan imperios, teorías, doctrinas, glorias, mundos enteros, y quedan en pie la eterna calma, la eterna virginidad y la eterna maternidad. El misterio de la pureza y el misterio de la virginidad" (Unamuno, Diario íntimo).

Tomás Morales, S.J. Semblanzas.

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