31/10/2013, Jueves de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,31b-39)

Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza.» Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Salmo responsorial (Sal 108, 21-22. 26-27. 30-31)
R. Sálvame, Señor, por tu bondad.

Tú, Señor, trátame bien, por tu nombre, líbrame con la ternura de tu bondad;
que yo soy un pobre desvalido, y llevo dentro el corazón, traspasado. R.

Socórreme, Señor, Dios mío, sálvame por tu bondad.
Reconozcan que aquí está tu mano, que eres tú, Señor, quien lo ha hecho. R.

Yo daré gracias al Señor con voz potente, lo alabaré en medio de la multitud:
porque se puso a la derecha del pobre, para salvar su vida de los jueces. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 31-35)

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: -«Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»  Él contestó: -«Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas -a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor.”»

31 octubre 2013. Jueves de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

En este día previo a la gran solemnidad de Todos los Santos, podemos orientar nuestra mirada y pensamiento hacia la santidad, viéndola y “gustándola” como la meta de nuestra vida.

Y podemos hacerla de un modo sencillo y muy ignaciano: Repitiendo y saboreando en la oración la petición preparatoria que nos propone San Ignacio para el inicio de todas las meditaciones y contemplaciones. Ojalá nos acostumbremos y la aprendamos de memoria y con ella iniciemos no sólo la oración sino los actos principales de cada día.

La oración es esta: “Pedir gracia a Dios nuestro Señor para que todos mis intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente al servicio y alabanza de su divina majestad”.

En realidad esta petición es como una manera más resumida de decir el “Tomad y recibid” de la contemplación para alcanzar amor, que termina con ”dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta”. Pues si nos fijamos un poco, nos damos cuenta que recibir el amor y la gracia de Dios es lo mayor que podemos recibir, pues es recibir y “hacer propia” la misma vida de Dios, hacer mío a Dios mismo.

Y esto en realidad es lo que pedimos en la oración preparatoria, pues a Dios le pedimos que Él mismo haga todo de modo que nos encuentre siempre completamente abiertos a su acción y donación de amor: Que todo lo que soy, hago, siento y deseo (intenciones, acciones y operaciones) esté orientado directamente a que Dios reine en mí. Como esta apertura sin condiciones a Dios en mi corazón y en mi vida es imposible que la consiga yo solo, se lo pido a Dios mismo que me lo consiga, que me lo regale.

En suma, hoy nuestra oración puede consistir en recitar pausadamente la oración preparatoria y en ir abriendo mi ser, mi hacer, mi sentir y mi desear al Ser, al Hacer y al Desear de Dios en mí.

30/10/2013, Miércoles de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 26-30)

Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. Sabemos también que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Salmo responsorial (Sal 12, 4-5. 6)
R. Yo confío, Señor, en tu misericordia.

Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío; da luz a mis ojos
para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «Le he podido», ni se alegre mi adversario de mi fracaso. R.

Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 22-30)

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: -«Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: -«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. " Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

30 noviembre 2013. Miércoles de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Durante esta última semana se nos invitaba a vivir según el Espíritu, dejar al Espíritu obrar en nosotros y abandonar las obras de la carne.

Esta semana los santos nos indican el camino y nos siguen gritando que se puede. Se nos llama a levantar la mirada hacia lo alto, que es lo mismo que en la semana anterior.

Lo digo porque vivir en el mundo que es nuestra vocación y conseguir que como dice S Pablo todo nos sirva para bien o lo que es lo mismo encontrar a Dios en todo es bien costoso. Se nos va pegando el barro del mundo en el camino y cada vez, por lo menos a mí, me cuesta mas caminar. No porque sea un gran pecador sino porque voy usando más criterios humanos que divinos, mi mente se va conformando más con lo que valora el mundo y a me veo con muchos deseos mundanos.

Los santos nos ayudan a levantar la mirada, a que miremos lo que ellos miran, a contemplar a Dios. No podemos como dice S Pablo amar a Dios, sino tenemos trato con Él. Si el enamorado deja de tratar con la amada y se dedica a dispersarse con las demás, al final acabará amando a las otras.

Es necesario compartir muchos ratos con Jesús y gozarse con su compañía y con aquello con lo que Jesús goza. La tibieza no puede reinar en una relación de amor, porque sino ¿qué amor apasionado será? Y sino es un amor apasionado, mejor no amar. Los santos han amado apasionadamente.

Pedir al Espíritu que llene nuestros corazones de su ardor.

Da igual que nos sintamos pobres, hoy en la oración pensar que es la pobreza del hombre lo que atrae la misericordia de Dios. Que nuestro vacío de Dios, se puede convertir en un vacío para Dios, para que Él lo pueda llenar.

El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Dejar al Espíritu que hable por nosotros con palabras y obras. Este es el mejor antídoto contra la tibieza.

Luchemos por abrirnos de par en par a lo que el Espíritu nos mueva, que no pueda decirnos Jesús de dónde somos porque no tenemos trato con Él, sino más bien entrar conmigo al banquete eterno que tanto he deseado comer con vosotros.

29/10/2013, Martes de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 18-25)

Hermanos: Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos la primicia del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardando con perseverancia.

Salmo responsorial (Sal 125, 1-2ab. 2cd-3, 4-5, 6)
R. El Señor ha estado grande con nosotros

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R.

Hasta los gentiles decían: “El Señor ha estado grande con ellos.”
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R.

Que el señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R.

Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 18-21)

En aquel tiempo, decía Jesús: -¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.» Y añadió: -¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»

29 octubre 2013. Martes de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

De la carta de San Pablo a los Romanos subrayo la frase “Y una esperanza que se ve, ya no es esperanza”; quisiéramos comprender por entero a Dios y también a nosotros; esto es algo que nos resulta imposible, que nos supera, porque sólo se puede comprender cuando uno ha llegado a la Vida Eterna. Mientras tanto hay que fiarse, siguiendo las enseñanzas de Jesucristo con plena confianza y esperanza, apoyándonos en María y también ayudándonos con más personas que quieren seguir a Jesucristo y con los sacramentos. Si alguno de estos soportes falla, es cuando nuestra esperanza empieza a cojear.

Una esperanza que no se ve se refleja en muchas situaciones cotidianas: una materia de estudio que no consigo aprender, una persona que pido por que cambie y la veo igual o peor, situaciones que no entiendo y no sé cómo debo actuar... tenemos que saber aguardar.

La mayoría de las cosas, entonces, sólo las podemos comprender en el Cielo, en el Reino de Dios; pero resulta que este Reino tampoco comprendemos cómo es, y sólo podemos acercarnos a su comprensión mediante algunas comparaciones que nos ofrece Jesús, como es en el caso del Evangelio de San Lucas: nos cuenta cómo de un pequeño grano puede salir un arbusto donde además sirva de vivienda para los pájaros; uno ve un grano dos días seguidos y sigue siendo el mismo grano; tiempo después, si hemos trabajado bien, se ha transformado. Vemos una situación o una persona dos días seguidos y sigue siendo la misma, pero si obramos y oramos bien y con esperanza, se habrá transformado.

Pues bien, empecemos con nosotros mismos: nos vemos al espejo y pasan dos días y seguimos siendo iguales físicamente: sabemos que vamos a cambiar, poco a poco. Mirémonos al otro “espejo”, seguimos teniendo las mismas virtudes y los mismos fallos un día que el siguiente, pero este cambio sí que lo tenemos que trabajar nosotros; pero no queramos ser una persona hoy y otra mañana, nos engañaríamos, aunque sí sepamos con plena confianza y esperanza que con la ayuda de Dios, trabajándonos en cada detalle, cada minuto, escogiendo de cada vez el bien y rechazando el mal, nos cosecharemos y, pasado un tiempo, nos habremos transformado. Pero esto nos lo tenemos que creer antes de verlo, y la tarea empieza en la oración de esta mañana acudiendo al Señor para que nos reponga fuerzas.

28/10/2013, Santos Simón y Judas Tadeo, apóstoles

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22)
Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 12-19)

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

28 octubre 2013. Santos Simón y Judas Tadeo, apóstoles – Puntos de oración

Hacer nuestra oración diaria acompañados de los Apóstoles siempre es una seguridad porque ellos son la roca de la fe. Fueron amigos del Señor y dieron la vida por el Evangelio. Ya esto nos bastaría para estar un rato de silencio considerando lo que supone vivir junto a Cristo y llegar a dar la vida por Él.

Nos ponemos en la presencia de Dios pidiendo la intercesión de San Simón y San Judas.
San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, a causa de los numerosos favores que consigue a sus devotos que le rezan con fe.

Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.

A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos predicando la Palabra de Dios por todas partes. Ambos fueron llamados por Jesús para formar parte del grupo de sus 12 preferidos o apóstoles. Ambos recibieron el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el día de Pentecostés y presenciaron los milagros de Jesús en Galilea y Judea y oyeron sus famosos sermones muchas veces; lo vieron ya resucitado y hablaron con él después de su santa muerte y resurrección y presenciaron su gloriosa ascensión al cielo.

San Judas Tadeo escribió una Carta que está en la Biblia, en la cual ataca a los agnósticos y dice que los que tienen fe pero no hacen obras buenas son como nubes que no tienen agua, árboles sin fruto, y olas con sólo espumas, y que los que se dedican a los pecados de impureza y a hacer actos contrarios a la naturaleza sufrirán la pena de un fuego eterno. 

Aquí tenemos dos aspectos en los que fijarnos para centrar un poco más la oración.
  1. Nuestra fe tiene que ir acompañada con buenas obras. Sin ella es algo muerto, como nos dice el apóstol San Judas, es como árboles sin fruto.
  2. Por otra parte nos alerta de las malas obras que nos separan de Dios y de la salvación eterna.

Según la antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por medio, y a San Judas Tadeo cortándole la cabeza de un hachazo, por eso a San Simón lo pintan con una sierra y a San Judas Tadeo con un hacha en la mano.

Jesús eligió a sus discípulos. Entre ellos a los dos que celebramos en este día. Jesús nos elige a cada uno de nosotros para que estemos con él y para enviarnos a predicar.

Como todos los santos, ellos son nuestros intercesores ante Dios. Pero también y ante todo, ellos son los grandes modelos para nuestra propia vida. Quieren ser nuestros guías en el camino hacia el Padre.

Ahora, ¿de dónde sacaron estos dos santos la fuerza para vivir esta vida ejemplar? ¿Cuál es el misterio de su vida?

El misterio de su vida se llama Jesucristo. El misterio de su vida es: seguirle a Cristo por todos sus caminos. Desde que fueron llamados por el Señor - tal como escuchamos en el Evangelio de hoy - le siguieron generosa y fielmente, cumpliendo su misión de apóstol. Incluso se fueron a países lejanos y desconocidos para anunciar el mensaje de su Maestro.

También nosotros, en nuestro Bautismo, fuimos llamados, por primera vez, a la imitación de Cristo. Y desde entonces, Dios repitió y renovó esta invitación muchas veces y de muchas maneras. También hoy Dios vuelve a llamarnos, en la fiesta de estos grandes apóstoles.

Seguir a Cristo es penetrar en el camino del amor. Pero quien comienza a amar, comienza a sufrir. Y Jesús nunca ocultó que seguirle es duro. No ofrece seguridad sino riesgo. No nos ofrece caminos de triunfo, sino el fracaso de la cruz. Porque el que le sigue, acepta también la suerte de su Maestro: el sufrimiento y la cruz.


En la vida de nuestros santos apóstoles tampoco faltó dolor y sufrimiento. Lo aceptaron por amor a Cristo. Y siguieron a su Maestro hasta la última entrega: coronaron su vida por el martirio.

27/10/2013, Domingo de la XXX semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura del libro del Eclesiástico (35,12-14.16-18)
El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia.

Salmo responsorial (Sal 33,2-3.17-18.19.23)
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. R.


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.16-18)
Estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14)

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

27 octubre 2013. Domingo de la XXX semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Comenzamos nuestra oración con la misma que utilizaba el publicano del evangelio de hoy: “¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”. No hay nada como decir verdades para sentirse bien. La verdad nos hace libres, y a la verdad, según santa Teresa, se llega caminando por la humildad. Decir a Dios “…ten compasión de este pecador” no es más que reconocer humildemente nuestra condición. El fariseo, erguido en el Templo rezando, empezó bien, porque empezó dando gracias, el problema fue que era por autocomplacencia de su propia “fidelidad” y no por la verdadera fidelidad de Dios para con él.

Tenemos que rezar poniéndonos en nuestro lugar, si no es posible que Dios no escuche. Dios no justifica la autocomplacencia, solo justifica la humildad. Dios es un Dios justo, proclama la primera lectura de hoy. El salmista sí que supo componer su oración de forma correcta:

Bendigo al Señor en todo momento, 
su alabanza está siempre en mi boca; 
mi alma se gloría en el Señor: 
que los humildes lo escuchen y se alegren.


Primero bendice al Señor, proclama que lo alaba siempre y en él se gloría –no en sí mismo-, y se hace consciente de que sólo los humildes pueden escuchar a este Dios y encontrar la alegría. La humildad da alegría. El soberbio quizá consiga más cosas en primera instancia, pero estará triste a la larga. El humilde se llena de alegría desde el primer momento y para siempre.

Empecemos, pues, humildemente la oración y todos los días de nuestra vida. Luego podemos seguir contemplando en la oración la escena de Jesús contando a la gente esta parábola de hoy. Yo me imagino a Jesús muchos días en el Templo o en la sinagoga de Nazaret, antes de salir a su vida pública, observando las actitudes de la gente, de los fariseos y de los publicanos, de los buenos y de los malos que de todo habría. Luego me lo imagino haciendo oración de todo y componiendo la parábola que luego diría. Y, por último, me lo imagino diciendo con gran cariño, pero con dicción firme y valiente, esta parábola.


¡Qué bonito sería escuchar directamente, con la imaginación, estas palabras de Jesús!

26/10/2013, Sábado de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 1-11)

Hermanos: Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no pudo hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, lo ha hecho Dios: envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado. Así, la justicia que proponía la Ley puede realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu. Porque los que se dejan dirigir por la carne tienden a lo carnal; en cambio, los que se dejan dirigir por el Espíritu tienden a lo espiritual. Nuestra carne tiende a la muerte; el Espíritu, a la vida y a la paz. Porque la tendencia de la carne es rebelarse contra Dios; no sólo no se somete a la ley de Dios, ni siquiera lo puede. Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no, es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 1-9)

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: -«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: -«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»

26 octubre 2013. Sábado de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

  1. Oración preparatoria hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en pie en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
  1. Petición: Señor, que aprendamos de ti, que eres manso y humilde de corazón.
  1. Puntos para orar: Imaginar la escena del evangelio de hoy. Meternos en ella a observarlo todo. Jesús habla con los que se le acercan.

Nuestra vida tiene un final. El otoño que nos rodea nos habla de ello. La vida pasa y nuestra muerte, mi muerte se acerca. No sé cuándo ni cómo pero sé cierto que voy a morir.

En la escena del evangelio que meditamos hoy se presentan a Jesús algunos a contarle las últimas noticias: la muerte violenta de unos galileos a manos de Pilatos. Y Jesús aprovecha la noticia para hacernos caer en la cuenta de lo importante. No se para a comentar la noticia superficialmente como podemos hacer nosotros: qué barbaridad, qué injusticia, no hay derecho, que mala suerte, etc. Va a lo esencial. A lo que verdaderamente nos importa en todo momento, a la necesidad de convertirse. Eso es lo que nos debe de preocupar al oír noticias así.

Y después Jesús nos cuenta una parábola para mostrarnos la paciencia de Dios, su paciencia, que mostró en la cruz, y enseñarnos cuál ha de ser nuestra respuesta: la conversión con frutos de buenas obras. La parábola queda abierta. En ella no se dice si al final la higuera fue cortada como estéril. La higuera somos nosotros. La paciencia de Dios aguarda durante todos los momentos de nuestra vida. Seremos al final examinados por nuestros frutos de buenas obras y de amor en la muerte. Y ahí seremos, o echados al fuego o almacenados en el granero, como sugiere otra parábola similar.

Y para ayudarnos en la conversión, hemos sido rodeados de la providencia del Señor, de ese estiércol que podemos no valorar, de esas circunstancias personales, a veces dolorosas o incomprensibles, que podemos ver hasta con asco, pero que son la mano amorosa de Dios invitándonos en el ahora, a dar el fruto que él nos pide.

Por eso, si nos dejamos conducir por el Espíritu, como nos dice San Pablo, seremos vivificados en nuestros cuerpos mortales y podremos esperar la resurrección que, a pesar del otoño de nuestra vida, en que todo parece que tiende a la muerte, sabemos que podemos esperar la primavera de la resurrección que Cristo nos ganó con su Pasión y muerte en la cruz.

  1. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.”
  1. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.
  1. Y un propósito: en estos días que quedan del mes de octubre, rezar el rosario como un regalo a la Virgen por la conversión propia y de todos los que me rodean.

25/10/2013, Viernes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (7, 18-25a)

Hermanos: Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mi carne; porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mí. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos. En mi interior me complazco en la ley de Dios, pero percibo en mí cuerpo un principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias.

Salmo responsorial (Sal 118, 66. 68. 76. 77. 93. 94)
R. Instrúyeme, Señor, en tus leyes.

Enséñame a gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos. R.

Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes. R.

Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo. R.

Cuando me alcance tu compasión, viviré, y mis delicias serán tu voluntad. R.

Jamás olvidaré tus decretos, pues con ellos me diste vida. R.

Soy tuyo, sálvame, que yo consulto tus leyes. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 54-59)

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: -«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»

25 octubre 2013. Viernes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Estamos en los últimos días del mes de octubre, mes de la misiones, cargado de significado cristiano, de responsabilidad apostólica, de ilusiones y de proyectos. El santoral empieza con Santa Teresita, doctora de la Iglesia y patrona de las misiones; y después de celebrar santos de la categoría de San Francisco de Borja, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Pedro de Alcántara o el gran misionero San Antonio María Claret, termina prácticamente, día 30 de octubre,  con el San Alonso Rodríguez, uno de los grandes de la Compañía de Jesús. Un gran místico que destacó por su humildad.

Como oración preparatoria a la meditación de hoy, propongo esta de San Antonio María Claret: "¡Oh Corazón de María, fragua e instrumento del amor, enciéndeme en el amor de Dios y del prójimo!".

Como composición de lugar podemos pensar en el mundo de hoy, en su complejidad, en todos los hombres, siempre necesitados de ser redimidos del pecado; y también en los creyentes y en su responsabilidad de anunciar el Evangelio.

La primera lectura es de la carta de San Pablo a los Romanos (Rm 7, 18-25a):

El realismo de estas palabras nos hace a san Pablo muy próximo a nuestros problemas y debilidades. Él, como nosotros, pensaba una cosa y la deseaba, pero la carne exigía su parte, y le frenaba sus impulsos de bondad. Gracias, Pablo, por mostrarnos que es en la debilidad donde se hace presente y actuante el poder de Dios misericordioso y fiel.

Nos muestra la más dramática descripción de la «condición humana»: el hombre es un ser dividido, que aspira al bien y que hace el mal.

Es siempre un error y es superficial, acusar a los demás, al mundo, para justificar o excusar las propias caídas: el mal es mucho más radical que todo esto, «habita» en el hondón de nuestra conciencia que está falseada. “No hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero”.

¿Por qué esa lucha en el fondo de nuestro ser? ¿Por qué hay en nosotros lo mejor y lo peor? ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte? Jesucristo. Por esta liberación, gracias sean dadas a Dios por Jesucristo, nuestro Señor. El optimismo de san Pablo no es ingenuo. Es la conclusión de un análisis riguroso de la impotencia del hombre para salvarse. La Eucaristía, entre otros medios, nos ofrece la comunión con Aquel que "quita el pecado del mundo".

El evangelio de hoy (Lc 12, 54-59) nos habla de la necesidad de discernir los signos de los tiempos: ¿Por qué será, sugiere Jesús,  que personas que saben mucho sobre el conocimiento de las tierras, vientos, nubes, leyes, aconteceres de interés más o menos material,  no se muestran también expertas en discernir los signos del tiempo presente, que es tiempo de Cristo y del Espíritu?

Nuestro tiempo es único, el que nos ha tocado en suerte, y en él hemos de fructificar espiritual, cultural, socialmente.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et Spes (n. 4), actualiza el Evangelio de hoy: «Pesa sobre la Iglesia el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio (…). Es necesario, por tanto, conocer y comprender el mundo en que vivimos y sus esperanzas, sus aspiraciones, su modo de ser, frecuentemente dramático».

Dios no ha abandonado su mundo. Como recordaba san Juan de la Cruz, habitamos en una tierra en la que anduvo el mismo Dios y que Él llenó de hermosura.

Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.

       Cántico espiritual, San Juan de la Cruz.

24/10/2013, Jueves de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6, 19-23)

Hermanos: Uso un lenguaje corriente, adaptándome a vuestra debilidad, propia de hombres; quiero decir esto: si antes cedisteis vuestros miembros como esclavos a la inmoralidad y al desorden, para el desorden total, ponedlos ahora al servicio de la justicia para vuestra santificación. Cuando erais esclavos del pecado, la justicia no os gobernaba. ¿Qué frutos dabais entonces? Frutos de los que ahora os avergonzáis, porque acaban en la muerte. Ahora, en cambio, emancipados del pecado y hechos esclavos de Dios, producís frutos que llevan a la santidad y acaban en vida eterna. Porque el pecado paga con muerte, mientras que Dios regala vida eterna por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos
pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 49-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres Contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

24 octubre 2013. Jueves de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Octubre es el mes del Rosario y el mes de las Misiones, pues se abre con la fiesta de la patrona de las misiones, santa Teresa del Niño Jesús, y se celebra el Domund. Hoy la Iglesia hace memoria de un gran misionero, San Antonio María Claret, fundador de los Hijos del Corazón Inmaculado de María, que llevan parroquias en muchas de nuestras ciudades. Nuestra oración hoy va a mirar a este santo. La oración colecta nos invita a pedir ese celo apostólico que distinguió a Claret, para que trabajemos por ganar almas para Cristo:

Oh Dios, que concediste a tu obispo san Antonio María Claret una caridad y un valor admirables para anunciar el Evangelio a los pueblos, concédenos, por su intercesión, que, buscando siempre tu voluntad en todas las cosas, trabajemos generosamente por ganar nuevos hermanos para Cristo. Por nuestro Señor Jesucristo.

El Evangelio de hoy contiene una expresión de Jesús que nos muestra su sed de que todos los hombres se salven: “He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!”. El fuego en el que deben arder todos los corazones es el del amor de Dios. Del mismo modo, nuestros corazones tienen que arder en deseos de que todos conozcan a Cristo y así puedan encontrar el sentido y la plenitud de sus vidas, salvando sus almas. San Antonio tiene una descripción de lo que debe ser un apóstol que deberíamos hacer nuestra:

Yo me digo a mí mismo: Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra, se goza en las privaciones, aborda los trabajos, abraza los sacrificios, se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

Por fin, acudimos a la Virgen. Ella es la gran educadora del corazón de los misioneros y apóstoles. A Ella, a su Corazón Inmaculado, se consagró San Antonio María Claret. La Virgen alcanza para sus hijos el no cansarse nunca de estar empezando siempre, la alegría de sembrar dejando que otros recojan los frutos, pues uno es el que siembra u otro el que siega. El Corazón de María es el refugio y la esperanza del misionero. Terminemos nuestra oración consagrándonos a Ella.

23/10/2013, Miércoles de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6, 12-18)
Hermanos: Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la justicia. Porque el pecado no os dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. Pues, ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! ¿No sabéis que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia? Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.

Salmo responsorial (Sal 123, 1-3. 4-6. 7-8)
R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte - que lo diga Israel -,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes. R.
Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador;
la trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 39-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» Pedro le preguntó: -«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?» El Señor le respondió: -« ¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

23 octubre 2013. Miércoles de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

  • Hoy festividad de San Juan de Capistrano. Nace a finales del siglo XIV en un pueblecito que lleva su nombre, en los Abruzaos italianos; llegará a ser el hombre más famoso de su tiempo en toda Europa, su fama se extenderá en múltiples facetas por varias naciones de este viejo mundo. Era elegante, inteligente y gran soñador. Por cuestiones políticas cae en la cárcel. Un día quiere huir y, de hecho lo hace, pero cae de nuevo en manos de los enemigos que le castigan duramente. Durante la noche tuvo ensueño, como si San Francisco le invitara a formar parte de su orden. Sale de la cárcel, entrega cuanto tiene y empieza una vida de peregrino recorriendo varias ciudades y predicando con gran ardor la doctrina de Jesucristo.  Aunque tenía novia.  Pero hacen un discernimiento y ella ingresa como religiosa en un convento.   Juan fue asimismo un gran reformador de la vida religiosa y un gran enamorado de Jesucristo.
  • Nos los recordaba el Papa Francisco en Asís. Aquí en Asís, aquí cerca de la Porciúncula, me parece oír la voz de San Francisco, que nos repite: ¡Evangelio, Evangelio! Me lo dice también a mí: Pongo mi nombre: ¡Se servidor del Evangelio! Si yo no logro ser un servidor del Evangelio, ¡mi vida no vale nada!
¡Todos tenemos necesidad de salvación!  ¿Salvación de que? Del mal. El mal obra, hace su trabajo. Pero él no es invencible, y el cristiano no se resigna ante el mal. Y vosotros jóvenes, ¿queréis resignaros frente al mal, las injusticias, las dificultades? Nuestro secreto es que Dios es más grande que el mal. ¡Es verdad! Dios es más grande que el mal. Dios es amor infinito, misericordia sin límites, y este Amor ha vencido el mal en su raíz en la muerte y resurrección de Cristo. ¡Este es el evangelio, la buena nueva!: el amor de Dios ha muerto en la cruz por nuestros pecados y ha resucitado. Con él podemos luchar contra el mal  y vencerlo todos. ¿Creemos en ello o no? Los jóvenes responden: ¡Sí! Pero ese sí debe ir en la vida. Si yo creo que Jesús ha vencido al mal y me salva, debo seguir a Jesús, debo ir por el camino de Jesús toda la vida.        

Esto nos ayudará al meditar la primera lectura

Meditemos con paz el salmoNuestro auxilio es el nombre del Señor
Y pidamos que el Señor nos auxilie. Para poder estar salvos de lo malo que nos ampara esta vida.

¿Cuánto me ha dado el Señor? ¿Soy consciente? Vida, familia, inteligencia, conocer a Jesús, una Institución donde le conozco y le pueda amar más y mejor. ¿Cómo aprovecho la gracia?

Dentro del año de la Fe: La regla cuatro de los Cruzados nos dice:
El Cruzado vivirá cada día con mayor plenitud la vida de fe. Pondrá los ojos y su corazón en la Señora, rasgará las apariencias de cosas, personas y acontecimientos, para descubrir en todos, en todo  y siempre, la realidad de un Dios Padre providente que gobierna el mundo sirviéndose de sus criaturas. Así se llena de paz inalterable el sentirse hijo de tan buen Padre.


Pregunto al Señor ¿he recibido mucho?, ¿cuánto debo darte? Si no puedo, al menos tengo el deseo de amarte.

22/10/2013, Martes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5, 12. 15b. 17-19. 20b-21)

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos. Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y así como reinó el pecado, causando la muerte, así también, por Jesucristo, nuestro Señor, reinará la gracia, causando una justificación que conduce a la vida eterna.

Salmo responsorial (Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tú voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R.

«- Como está escrito en mi libro - para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.

Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor» los que desean tu salvación. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 35-38)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

22 octubre 2013. Martes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

*Primera lectura: El texto tomado de la carta a los Romanos pone en contraste nuestra anterior vida de pecado y nuestra vida de redimidos por la sangre de Cristo.

Pero observemos que la fuerza del discurso de San Pablo no recae tanto sobre la etapa de pecado –todos somos deudores del pecado-  sino sobre la etapa feliz, la etapa de nuestra reconciliación y vida en Cristo y por Cristo, en el cual renacemos como felices hijos de Dios por el amor.

Al inicio de la creación, hubo un amor desbordado de Dios que nos hizo a su imagen y semejanza. Por el pecado se eclipsó esa “semejanza” al introducir la “desemejanza” o vida al margen de Dios.

Y en el misterio de la Encarnación-Redención, la bondad de Dios no tuvo límites en su don, y nos entregó a su Hijo, para que nos enseñara a amar al modo divino. ¿Podemos aspirar a más, de parte de Dios, y no responder con fidelidad de nuestra parte?

Nuestra tierra ha de ser, en Cristo y con Cristo, amor, paz, solidaridad, vida en las manos y en las entrañas de Dios nuestro Padre.

En varios momentos de nuestra oración decimos: "tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros": los Kyries, el Gloria, el Cordero de Dios. Hemos de sentirlo desde dentro, cuando lo decimos, y pedirle a Dios que nos ayude a vencer las herencias del primer Adán en nuestra vida y nos haga pasar, con el nuevo Adán (Cristo), a la plenitud de su vida. Si, con ocasión de esta página de Pablo, queremos ampliar más lo que la Iglesia piensa del "pecado original" y sus consecuencias para la humanidad, podemos leer los números 396-409 del Catecismo de la Iglesia Católica.

*Salmo: Quien quiera trabajar a favor del Reino de Dios debe abrir sus oídos para escuchar al Señor, y poner todo su corazón y fuerzas en hacer su voluntad. Por eso Jesús nos enseña tanto a orar con los labios como con la vida diciendo: Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Jesús mismo nos dice que su alimento es hacer la voluntad de Quien lo envió. Si queremos ser un signo de salvación y del amor de Dios para los demás, si queremos pasar haciendo el bien, hemos de aprender a escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Así acercaremos de forma concreta entre nosotros el Reino de Dios, que es Reino de Santidad y de Vida, de Justicia, de Amor y de Paz. El final del salmo nos recuerda que buscar al Señor ya lleva en sí la alegría y el gozo, y es camino de salvación y de felicidad.

*Evangelio: El Evangelio de hoy nos pide que nos preparemos para la llegada del Señor. Ante este desafío de responder a la llamada de Jesús de estar alertas, como servidores de su Iglesia, estamos invitados como personas de fe a comprometernos y hacer nuestro este tesoro del Reino de Dios anunciado por Jesucristo.

Debemos promover: fraternidad, solidaridad, alegría, esperanza, justicia, verdad y caridad. Porque nuestra búsqueda constante de cristianos ha de ser: revestirnos del hombre nuevo, que se ha renovado a imagen de Dios y ser partícipes de su Reino, que es la verdadera riqueza y el auténtico tesoro inagotable. Si nuestro tesoro más preciado es el Señor, también nuestro corazón debe estar en el Señor.

"Que el Espíritu del Señor Resucitado, nos muestre como a los apóstoles, su voluntad en la elección de nuevos caminos de cooperación en la misión para llevar la verdad, la justicia y la paz, según el Evangelio, a todos los hombres de nuestro tiempo." (Juan Pablo II).

  ORACIÓN FINAL:

Porque te has complacido, Señor, en la humildad de tu sierva, la Virgen María, has querido elevarla a la dignidad de Madre de tu Hijo y la has coronado de gloria y esplendor; por su intercesión, te pedimos que, a cuantos has salvado por el misterio de la redención, nos concedas también el premio de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

21/10/2013, Lunes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4, 20-25)

Hermanos: Ante la promesa de Dios Abrahán no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: «Le valió», sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

Salmo responsorial (Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75)
R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.

Nos ha suscitado una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. R.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza. R.

Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 13-21)

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: -«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.» Él le contestó: -Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?» Y dijo a la gente: -«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.» Y les propuso una parábola: -«Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

21 octubre 2013. Lunes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

            En los puntos de oración de hoy haremos hincapié en la necesidad de que para progresar en la vida cristiana no debemos atarnos a los bienes, riquezas y demás cuestiones propias de este mundo ya que nos impiden entregar el corazón a Dios y a los demás y por lo tanto nos impiden ser libres y nos mantienen atados a la mediocridad. No es que las riquezas y bienes de este mundo sean malos, ni mucho menos, sino que el problema está en poner el corazón y nuestra esperanza en ellos. Para ello, como repite el Papa en numerosas ocasiones, reparte tus riquezas con los más necesitados, como se nos recordaba ayer con la celebración del DOMUND. Ésta es una estrategia preciosa para vencer el apego a los bienes materiales: “la mejor manera de reducir el apego y la estrechez de mi corazón es transformar mis bienes en beneficio para los demás”.

Pongamos nuestra oración en manos de María para que ella se la presente al Señor.

20/10/2013, Domingo de la XXIX semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura del libro del Éxodo (17, 8-13)

En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín. Moisés dijo a Josué: - «Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mafiana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano.» Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.

Salmo responsorial (Sal 120, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8)
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.


Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.


No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa el guardián de Israel. R.


El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. R.


El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. R.


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3, 14-4,2)

Querido hermano: Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 1-8)


En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: - «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara." » Y el Señor añadió: - «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

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