SAN FRANCISCO DE ASIS
Te puedes meter el cuadro en la cabeza para poder hacer la oración. Francisco está pisando la tierra. Es libre, pisotea el mundo. Necesita muy poco vestido, algo de comida y el campo para andar y cantar. Está abrazado a Jesús: la ilusión de su vida y Jesús crucificado le mira tiernamente y le abraza. ¿A qué parte del cuerpo tiene pegadita su boca? Él descuelga un brazo para ponérselo por el hombro. Yo creo que los angelitos están para rellenar el hueco, por eso de la simetría y supongo que traen el libro de las reglas. A Francisco no le hacía ilusión escribirlo. Quería que la regla fuese “el evangelio”.
Con esta imagen en la memoria te puedes dirigir a la oración. Esta vez va a ser un poco de razonamiento (de tres potencias).
Primero nos fijamos en la pobreza. Ser pobre es esperarlo todo y solo de Jesús. Tiene que ser emocionante, cuando ves que se te acaba el tiempo porque te has dedicado a cosas buenas y lo necesitas… y te fías solo de Jesús. He puesto el ejemplo de la pobreza de tiempo por no poner el del dinero. Cuando te va faltando porque haces lo que puedes, pero la crisis, el número generoso de hijos, que además tienes en acogido en tu casa a un tío soltero y cojo… Y trabajas todo lo que puedes, pero no llega… confiar sólo en Dios, y aunque te mueras, no importa, porque tu finalidad en la tierra no es vivir mucho y bien (la famosa calidad de vida) sino aprender a amar y a recibir amor. Cuando entiendes que Dios te llama a una obra mucho más grande que tus posibilidades, como gobernar toda la iglesia y te fías sólo de Él y no de tu pobre inteligencia. ¿Qué será para mí vivir pobre?
Saliendo a la periferia. En su conversión sale de una vida instalada, con su tienda de telas, su oposición aprobada, su trabajo estable… Lo arriesga todo por no se sabe qué. Hace unos días, un amigo mío, la empresa donde trabaja, le cambió a una ciudad bien lejana. Su novia también tenía trabajo en una empresa local pero sin posibilidad de traslado y le dijo “adiós” por no perder su puesto. No. El que ama lo arriesga todo y aunque todavía no están casados piensa dejar el trabajo para buscar otro en la tal ciudad, a ver si le sale. Francisco, más. No tiene sitio donde dormir ni ropa de recambio, pero se despreocupa de sí mismo para dedicarse a los demás. Canta y se va por los pueblos grandes y por los pequeños predicando. Pero no dedicado siempre a los que son rentables socialmente o económicamente. También predica a “lo tonto”. Extremo más notorio es predicar a los pájaros o a los peces. ¿Qué será para mí salir a la periferia?
Sencillez, lección profunda. Si le basta con una casa pequeña, no quiere una grande. Si le basta con un colegio normal para sus hijos, no quiere el mejor (más caro). Si un médico de su seguro le atiende suficientemente bien, no va al mejor (más caro). Su carro, su celular, su ropa, sus vacaciones… Por eso en su pequeño convento, que ya está atiborrado de gente, si llega uno más y no le dicen: “lo siento, ya no cabes”. Se aprietan un poco más y le dan un cachito de colchón con suelo (porque no llega a los pies), es lo mismo que tienen los otros, pero entra y se siente acogido. ¿Qué será para mí vivir con sencillez?
Amor a Jesús y este crucificado. Es el motor de todo. La novia no deja el trabajo y se muda si no es por amor. Nadie se compra uno un carro de segunda mano, pudiendo comprar uno de primera, si no es por amor. Puedes acabar la oración abrazado a Jesús, como en el cuadro. Pidiéndole pensar como él, ver el mundo desde sus ojos, amar a la gente desde su corazón, despreciar cualquier tipo de riqueza desde su sabiduría y así ser libre para amar y hacer lo que quieras, es decir lo que te parezca más justo, más adecuado, más parecido a lo que haría Jesús. No creo que seas capaz, pero podrías estirarte un poco la cabeza para llegar a besarle en la llaga que te lleva a su corazón.
María, ayúdanos tú.