1/1/2016, Santa María, Madre de Dios

Lectura del libro de los Números (6, 22-27)
El Señor habló a Moisés: - «Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz." Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré. »
Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. El Señor tenga piedad y nos bendiga.
El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. 
R.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. 
R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)
Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo corno les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

1 de enero de 2016. Santa María, Madre de Dios – Puntos de oración

El Señor se fije en ti y te conceda su paz”: En este primer día del Año pedimos sobre nosotros la bendición del Señor y el primer don con el que Dios nos bendice es su Paz. La Iglesia celebra en este día la Jornada Mundial de la Paz, implorando a Dios este don para la humanidad y convocándonos a todos a edificarla con nuestra vida. La Paz según la Sagrada Escritura es mucho más que una ausencia de conflictos; designa un estado de armonía entre los hombres que es consecuencia de vivir como hijos de Dios y de sabernos hermanos. Es un fruto que comienza en el corazón como consecuencia del perdón de los pecados y la reconciliación con Dios y se expande a la relación con el prójimo. Por eso pedimos al Señor que nos dé su favor y su Paz a lo largo de este año.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba! (Padre)”. Ser hijos de Dios exige que nos parezcamos a nuestro Padre y nuestro Padre es misericordioso. El Papa Francisco ha puesto como lema para la Jornada de la Paz una frase que nos invita a salir de nosotros mismos para parecernos al Padre: “Vence la indiferencia y conquista la paz”. Y es que “Dios no es indiferente. A Dios le importa la humanidad, Dios no la abandona”. Meditemos estas palabras del Mensaje con las que el Papa quiere que sacudamos toda indiferencia culpable al comenzar este año nuevo:
La misericordia es el corazón de Dios. Por ello debe ser también el corazón de todos los que se reconocen miembros de la única gran familia de sus hijos; un corazón que bate fuerte allí donde la dignidad humana —reflejo del rostro de Dios en sus creaturas— esté en juego. Jesús nos advierte: el amor a los demás —los extranjeros, los enfermos, los encarcelados, los que no tienen hogar, incluso los enemigos— es la medida con la que Dios juzgará nuestras acciones. De esto depende nuestro destino eterno (Mensaje, 5).
Los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre”. Hoy es la Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Ella es la Puerta de la Misericordia por la que ha entrado en el mundo Jesús, la Paz verdadera. Ella es nuestra intercesora en este día primero de Año: en sus brazos encontramos a Jesús. Nos llenamos de dulzura al sentir que tenemos una Madre que nos cuidará y protegerá a lo largo de este Año, que estará siempre cerca. Hoy es un día muy apropiado para renovar nuestra consagración al Corazón de Jesús por medio del Inmaculado Corazón de María y así llenarnos de confianza en que recibiremos toda gracia para mantenernos en el camino de la santidad a lo largo del nuevo año que comenzamos. Nos ayudarán estas palabras del Papa comentando lo que la Virgen de Guadalupe le dijo a Juan Diego. Eso mismo nos dice a cada uno de nosotros en este día de Año nuevo:

Ella le decía a San Juan Diego: ¿Por qué tienes miedo, acaso no estoy yo aquí que soy tu madre? Está cerca. Él y su Madre. La misericordia más grande radica en su estar en medio de nosotros, en su presencia y compañía. Camina junto a nosotros, nos muestra el sendero del amor, nos levanta en nuestras caídas –y con qué ternura lo hace– nos sostiene ante nuestras fatigas, nos acompaña en todas las circunstancias de nuestra existencia. Nos abre los ojos para mirar las miserias propias y del mundo, pero a la vez nos llena de esperanza. “Y la paz de Dios… custodiará vuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús” (Flp 4,7).

31/12/2015, Séptimo día de la Octava de Navidad – San Silvestre I

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 18-21)
Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.
Salmo responsorial (Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. 
R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque. 
R.
Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. 
R.
Comienzo del santo evangelio según san Juan (1, 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: - «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

31 diciembre 2015. Séptimo día de la Octava de Navidad – San Silvestre I – Puntos de oración

En este último día del 2015, y a modo de recapitulación del año transcurrido, podemos orar con las dos actitudes que San Ignacio atribuye a la Virgen María en la Encarnación, que, a su vez, es el momento culminante que recapitula toda la historia de la salvación. Se trata de “HUMILLARSE Y DAR GRACIAS”.
Humillarse es colocarse en el “sitio” que nos corresponde como criaturas ante Dios. Humillarse es reconocer la propia nada ante el Señor omnipotente y Creador. Humillarse es saberse amado sin motivo por el Dios todo-amor. Humillarse es encontrarse con el Dios encarnado, con el Divino Niño de Belén, porque hasta el sitio del hombre, nuestro “sitio”, ha querido abajarse e instalarse, “acampar”, nuestro Dios peregrino en busca del hombre, de cada persona, por muy indigna que pueda parecer. Así nuestro Dios se ha hecho misericordioso.
Humillarse es hacer balance de un año de gracia a punto de cerrarse y descubrir nuestra respuesta insuficiente ante tanto bien recibido. Descubrir sin desaliento ni desconfianza que nuestro amor es débil e inconstante, que nuestros miedos y cobardías siguen arrollando a menudo nuestros mejores propósitos, que somos ricos en intenciones y buenas palabras, pero que nuestros hechos y obras son pobres y limitados.
Humillarse es reconocer que todo lo bueno que hay en nosotros, que nos ha sucedido o hemos protagonizado en este último año, lo hemos recibido de Otro, del Dios Amor. Humillarse es también aceptar el misterio del dolor, de las ausencias irrecuperables, de los límites insuperables, de los propios pecados de acción y de omisión y ver en todo ello un designio de misericordia, porque nos vacía de toda satisfacción propia y nos abre a un acto de fe desnudo, sin apoyos humanos, sólo fiado en Dios salvador, a imitación de la Virgen María en Nazaret.
Y entonces brotará un cántico de ACCIÓN DE GRACIAS, en donde la propia Reina y Señora Nuestra, Santa María,  podrá prolongar su himno de alabanza y adoración eterna. ¿Qué mejor fin de año que prestar nuestro corazón vacío, arrepentido y agradecido a la Virgen, nuestra Madre, para que su Voz sea nuestra voz, su Canto, nuestra alabanza?

Y así, a través de la Virgen María, seremos hechos uno con Dios y, como al fin del mundo, en este fin de año, en el Año de la Misericordia, nuestro Dios clemente y misericordioso lo será todo en todos.

30/12/2015, Sexto día de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,12-17)
Os escribo, hijos míos, que se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os escribo, jóvenes, que ya habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, que ya conocéis al Padre. Os repito, padres, que ya conocéis al que existía desde el principio. Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo - las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero -, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Salmo responsorial (Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. 
R.
Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. 
R.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 36-40)

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

30 diciembre 2015. Sexto día de la Octava de Navidad – Puntos de oración

Podemos empezar nuestra oración recitando el salmo. Hoy corresponde el salmo 95.
“Alégrese el cielo, goce la tierra”.
Las lecturas del día se refieren a la voluntad de Dios, la alegría en la alabanza al Señor y nos hablan de una viuda anciana profetisa.
El primer párrafo de la carta de san Juan nos subraya lo que más le gusta al Señor y  a su Iglesia: el perdón, la misericordia. Ha venido el perdón a la humanidad porque el que existía desde el principio se manifiesta en la ternura de un recién nacido, se manifiesta también en la humildad del que depende de otros para todo o en la indigencia del que no tiene nada.
Contrasta su mensaje con aquel que nos recuerda Juan sobre  la “arrogancia del dinero”, resume el evangelista los dos caminos en los últimos párrafos del pasaje de su carta,  seleccionado: “Y el mundo pasa, con sus pasiones.  Pero el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre”. Vamos eligiendo en nuestra vida entre lo provisional (la arrogancia)   y lo eterno (la misericordia del Padre).
El salmo 95 es un canto al Señor como Dios, “Decid a los pueblos el Señor es Rey”. La naturaleza se muestra alegre, con cánticos y proclamaciones pues llega la victoria de nuestro Dios. Manifiesta el contraste entre la grandeza del Creador y la humildad del niño que nos libera.
La anciana profetisa Ana “es la imagen por excelencia de la persona verdaderamente piadosa. En el templo se siente simplemente en su casa. Vive cerca de Dios y para Dios en cuerpo y alma. De este modo, es realmente una mujer colmada de Espíritu, una profetisa. Puesto que vive en el templo-en adoración- está allí cuando llega Jesús”. (Benedicto XVI).
Francisco asimila habitualmente a la mujer viuda con la Iglesia. En esta ocasión será en su faceta orante, en el centro, como el corazón  bombeando vida a todos los miembros. Leamos despacio el evangelio desde este punto de vista, poniendo nuestra Iglesia en el puesto de esta “mujer muy anciana”.
La Iglesia es una “mujer muy anciana” que de jovencita vivió unos años casada,  cuando  el novio se hizo carne y habitó entre nosotros.  Luego viuda durante mucho tiempo,  “sirviendo a Dios con ayunos y oraciones”. Finalmente, el evangelio enumera la tarea de la Iglesia y por lo tanto de cada uno de sus miembros,  durante el  adviento y navidad: “hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén”.
Pidamos hoy a la Virgen la gracia de la contemplación, que en el templo de nuestro momento presente nos encontremos en adoración, una actitud que nos permita reconocer el “paso” de  Jesús por nuestra vida.

29/12/2015, Quinto día de la Octava de Navidad – Santo Tomás Becket

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 3-11)
Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Salmo responsorial (Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. 
R.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. 
R.
El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 22-35)

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

29 diciembre 2015. Quinto día de la Octava de Navidad – Santo Tomás Becket – Puntos de oración

El evangelio de hoy nos habla, entre otras muchas cosas, de la providencia de Dios, y lo vemos encarnado en la persona del viejo Simeón. De manera preciosa y en unas pocas líneas el evangelio nos deja entrever cómo Dios ha ido entretejiendo los hilos de la vida de cada uno de los personajes de este evangelio para que todos ellos confluyan en el momento y en el sitio preciso y, aparentemente, por casualidad.
Nos dice el texto que, cuando llegó el tiempo de la purificación los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén. Como explican los teólogos la purificación de la Virgen no era estrictamente necesaria ya que su embarazo y su parto habían sido producidos milagrosamente y, por tanto, sin menoscabo de su pureza. Sin embargo, sí era necesario para que coincidiera maravillosamente en el tiempo y en el espacio con Simeón. Este vivía entonces en Jerusalén, nos dice también el texto, pero no sabemos si siempre fue así o anteriormente vivió en otra ciudad. En cualquier caso, había recibido un oráculo del Espíritu Santo que le había asegurado que no vería la muerte antes de ver al Mesías. Y con esta esperanza vivía aguardando.
Misteriosamente fue impulsado por el Espíritu a ir al templo, justo cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley. Dice Santo Tomás que, en Dios, lo primero en la intención es lo último en la ejecución. Es lógico: si, por ejemplo, yo quiero traer al Santísimo Sacramento a mi barrio o a mi facultad, primero tendré que construir una capilla, luego pintarla, luego amueblarla, luego pondré un altar y luego un sagrario para, finalmente, poner al Señor en el sagrario. La intención primera es la que me lleva a dar todos esos pasos previos que conducen a llevar a término mi intención.
Podemos suponer que la providencia divina tejió un montón de hilos a lo largo de la larga vida de Simeón, y de la de María y José, para acabar confluyendo en este episodio del evangelio de hoy.

Así es también en nuestra vida pesar de todo lo que nos pueda parecer. Es el amor misericordioso del Señor el que conduce nuestra existencia de manera misteriosa, pero providente, para llevarnos a la plenitud. Es la promesa que mantenía vivo y esperanzado a Simeón. Es la promesa que le hizo ver en un niño recién nacido al Salvador. Es la promesa que nos hace Dios también a nosotros. Que sepamos vivir esperanzados y descubrir la mano providente de Dios en los pequeños o grandes acontecimientos de nuestra vida.

28/12/2015, Los Santos Inocentes

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)
Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por os nuestros, sino también por los del mundo entero.
Salmo responsorial (Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8)
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. 
R.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. 
R.
La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2, 13-18)

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta. «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

28 diciembre 2015. Los Santos Inocentes – Puntos de oración

Antes de iniciar nuestro rato de oración hacemos el esfuerzo de ponernos en la presencia de Dios. Estos días es más fácil porque consiste en meternos dentro del portal y allí asombrarnos tanta misericordia que se derrama por nosotros.
Hoy celebra la Iglesia la fiesta de los santos inocentes. Herodes se ve burlado por los magos que no pasaron de nuevo por su palacio para decirle quién era el “mesías” nacido en Belén. Y en uno de sus gestos característicos manda matar a todos los niños de Belén y alrededores. Son los primeros mártires que dieron la vida por Cristo; la Iglesia los venera como mártires y como santos.
Hoy son muchos millones los niños que son sacrificados con el aborto, niños que son asesinados dentro del seno de sus madres, sólo en España unos cien mil legalizados el año pasado, que los no declarados son más. Estos niños son asesinados porque molestan a mi bienestar, porque no vienen en el momento adecuado. Le pedimos al Señor por el alma de todos esos niños: que se conviertan en más ángeles que velan por los seres humanos.
Pero estos millones de niños no son los únicos mártires de esta época. Dicen que el siglo XX ha dado más mártires que toda la historia de la cristiandad y este siglo XXI va por el mismo camino. Hoy están muriendo miles de cristianos por no renegar de su fe: la persecución religiosa en los países musulmanes es enorme: si tienes ocasión puedes ver los siguientes vídeos:
-   Sacerdote decapitado por ser cristiano https://www.youtube.com/watch?v=ZnHoM-Ghouw
-   Ataque a una iglesia cristiana en Nigeria https://www.youtube.com/watch?v=xo_ael5A4oA
-   Crece la persecución contra los cristianos https://www.youtube.com/watch?v=ESRiHDLNlmw
-   Historia de Asia Bibi  https://www.youtube.com/watch?v=R4hTghvOsiE
Sólo son algunos de los muchos ejemplos. Te invito a rezar por todos estos mártires que entregan su vida por Cristo. Algunos son niños que son tan fuertes para morir antes que renegar de su Dios.

Ahora, de nuevo, te invito a entrar en el portal acompañado de todos estos mártires y háblale a Jesús con palabras de ternura, de perdón, de misericordia: Señor, te pido por todos los que persiguen a tu Iglesia, por los que persiguen a los cristianos: alcánzales, un día, la gracia de conocerte y de amarte.

27/12/2015, Domingo dentro de la Octava de Navidad – La Sagrada Familia (Ciclo C)

Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. 
R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. 
R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3, 12-21)
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.  Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.  Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: - «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» Él les contestó: - « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

27 diciembre 2015. Domingo dentro de la Octava de Navidad – La Sagrada Familia (Ciclo C) – Puntos de oración

"Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua." Así comienza el evangelio de este día dedicado a la Sagrada Familia. Según el Deuteronomio 16,16 "Tres veces al año se presentarán todos los varones al Señor, tu Dios, en el lugar que él elija: Por la fiesta de los Ácimos, por la fiesta de las Semanas, y por la fiesta de las Tiendas. Y no se presentarán al Señor con las manos vacías." La Pascua se celebraba en la primavera y era la más importante de las tres fiestas anuales.
            "Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre." Un joven judío llegaba a la mayoría de edad a los 12 años y comenzaban para él las obligaciones de la Ley. Es muy posible que esta fuera su primera vez, y como consecuencia, nos podemos imaginar la impresión que produciría en el joven, la ciudad, el Templo y las ceremonias sagradas...
            "Cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres." No creemos que hubiera habido descuido, ni por parte de José ni de María. Jesús se aleja de ellos para cumplir un designio divino de madurez y de responsabilidad, dejándonos a todos un claro ejemplo para nuestra vida. Tarde o temprano nosotros también tendríamos que "despegarnos" de nuestros padres, para seguir el camino trazado por la voluntad del Padre de los cielos.
            "Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas...." Escribe Orígenes: "Sus padres, que no lo sabían, lo buscan solícitamente y no lo encuentran. Lo buscan entre los parientes, lo buscan en la caravana, lo buscan entre los conocidos: y no lo encuentran entre ellos... A Jesús no se le encuentra entre los parientes y consanguíneos; no se le encuentra entre los que corporalmente le están unidos. Mi Jesús no puede ser hallado en una nutrida caravana. Aprende dónde lo encuentran quienes lo buscaban, para que buscándolo también tú puedas encontrarlo como José y María. Al ir en su busca —dice— lo encontraron en el templo. En ningún otro lugar, sino en el templo; y no simplemente en el templo, sino en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Busca, pues, tú también a Jesús en el templo, búscalo en la Iglesia, búscalo junto a los maestros que hay en el templo y no salen de él. Si de esta forma lo buscas, lo encontrarás.

            "Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba." Sigue Orígenes escribiendo: "Todos —dice— quedaban asombrados. ¿De qué se asombraban? No de sus preguntas, con ser admirables, sino de sus respuestas. Formulaba preguntas a los maestros y, como a veces eran incapaces de responderle, él mismo daba la respuesta a las cuestiones planteadas. Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. Aquella respuesta versaba sobre los asuntos que Moisés ignoraba y acerca de los cuales el Señor le instruía. Unas veces es Jesús quien pregunta, otras, es el que responde. Y, como más arriba hemos dicho, si bien sus preguntas eran admirables, mucho más admirables sin embargo, eran sus respuestas. Por tanto, para que también nosotros podamos escucharlo y pueda él plantearnos problemas, roguémosle y busquémosle en medio de fatigas y dolores, y entonces podremos encontrar al que buscamos. No en vano está escrito: "Tu padre y yo te buscábamos angustiados." Conviene que quien busca a Jesús no lo busque negligente, disoluta o eventualmente, como hacen muchos que, por eso, no consiguen encontrarlo. Digamos, por el contrario: «¡Angustiados te buscamos!», y una vez dicho, él mismo responderá a nuestra alma que lo busca afanosamente y en medio de la angustia, diciendo: ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?

26/12/2015, San Esteban, protomártir

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 8-10; 7, 54-60)
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: - «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: -«Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: -«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró.
Salmo responsorial (Sal 30, 3cd-4. 6 y Sab. 16bc-17)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. 
R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. 
R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10, 17-22)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

26 diciembre 2015. San Esteban, protomártir – Puntos de oración

Mt 10, 17 – 22
Al iniciar nuestra oración en estos días de la Navidad podemos hacerla con las indicaciones que nos dice san Ignacio cuando propone esta escena del evangelio en la experiencia del mes de Ejercicios Espirituales:
1º Ver las personas, la Virgen, san José y el Niño, metiéndome en la escena; y después reflectir en mí mismo para sacar algún provecho.
2º Mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y reflitiendo en mí mismo.
3º Mirar y considerar lo que hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza y, al cabo de tantos trabajos de hambre, de sed, de calor y de frio, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí.
¿Cómo debemos de mirar? Me viene a la memoria el pasaje de Mc 12,38-44 donde nos narra que Jesús estaba en el templo sentado frente a los cofres de las ofrendas mirando cómo la gente echaba dineros en ellos. San Marcos no dice que Jesús pasaba por allí, o que estaba orando… Dice explícitamente que Jesús está allí mirando cómo echaban dinero. Mirar lo que pasa a nuestro alrededor es una buena manera de aprender sobre los secretos del Reino que están ocultos para los sabios y entendidos, pero se revelan, de una manera sorprendente entre la vida de la gente sencilla, es decir, los sencillos de corazón.
Mirar esta escena de Jesús recién nacido entre María y José con una mirada contemplativa sobre esta realidad para extraer la sabiduría verdadera que no está en otra parte que en mirar este misterio insondable de Dios hecho hombre por mí, para redimirme de mis pecados y ponerme bajo su bandera y así conquistar todo el mundo con Él y como Él, no de otra forma por muy eficaz que sea en un primer momento, lo más sencillo y lo más eficaz es como lo hizo Jesús y hacerlo junto a Él, de esta manera nunca fracasaremos ni nos sentiremos solos, cansados ni agobiados.

Al terminar la oración recitemos conscientemente y con auténtica fe las palabras del Credo: “Por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo carne”.

25/12/2015, La Natividad del Señor – Misa del día

Lectura del libro de Isaías (52, 7-10)
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. 
R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. 
R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. 
R.
Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. 
R.
Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
Lectura del santo evangelio según san Juan (1. 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al inundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

25 diciembre 2015. La Natividad del Señor – Puntos de oración

En esta Navidad os invito a leer estas palabras del Papa Francisco en su homilía de Navidad 2014… Disfrútalas
Esta noche santa, en la que contemplamos al Niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar. ¿Cómo acogemos la ternura de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido que se acerque? «Pero si yo busco al Señor» –podríamos responder–. Sin embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien me busque, quien me encuentre y me acaricie con cariño. Ésta es la pregunta que el Niño nos hace con su sola presencia: ¿permito a Dios que me quiera?
Y más aún: ¿tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios, cercanía de Dios, ternura de Dios.
La respuesta del cristiano no puede ser más que aquella que Dios da a nuestra pequeñez. La vida tiene que ser vivida con bondad, con mansedumbre. Cuando nos damos cuenta de que Dios está enamorado de nuestra pequeñez, que él mismo se hace pequeño para propiciar el encuentro con nosotros, no podemos no abrirle nuestro corazón y suplicarle: «Señor, ayúdame a ser como tú, dame la gracia de la ternura en las circunstancias más duras de la vida, concédeme la gracia de la cercanía en las necesidades de los demás, de la humildad en cualquier conflicto».

Queridos hermanos y hermanas, en esta noche santa contemplemos el misterio: allí «el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1). La vio la gente sencilla, dispuesta a acoger el don de Dios. En cambio, no la vieron los arrogantes, los soberbios, los que establecen las leyes según sus propios criterios personales, los que adoptan actitudes de cerrazón. Miremos al misterio y recemos, pidiendo a la Virgen Madre: «María, muéstranos a Jesús».

24/12/2015, Misa del 24 de diciembre

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 1-5. 8b- 12. l4a. 16)
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: - «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.» Natán respondió al rey: - «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.» Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» 
R.
Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» 
R.
Él me invocará-. «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en la sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»

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