Cantare eternamente las misericordias
del Señor, anunciaré tu fidelidad pro todas las edades.
Me pongo en la presencia de Dios y doy gracias por la
fiesta de ayer la Inmaculada y la apertura del Año de Gracia de la
Misericordia.
El Papa Francisco nos ha sorprendido con la apertura del
Año dedicado a la misericordia. Él ha querido adelantarlo en ese viaje a África
tan difícil y que seguro dará sus frutos. Por eso a veces no tenemos nada más
que ponernos a la escucha, delante del Señor, y dar gracias por tantas cosas.
Así lo hacía yo ayer al renovar mi entrega al Señor. Por
su misericordia soy lo que soy. Daba gracias por el ingreso de esos cuatro
cruzados. Es un regalo del Señor para ellos y para los que caminamos con ellos.
Estamos dentro del tiempo de adviento y María nos debe
ayudar a seguir preparando el gran Misterio del nacimiento de su hijo.
Hoy celebramos la fiesta de San Juan Diego; es el primer
santo indígena del continente americano. En él están representados todos los
indígenas que acogieron el evangelio que comenzaba a predicarse en tierras
americanas descubiertas recientemente. Laico toda su vida, es la figura más
relevante en la historia de la naciente comunidad cristiana indígena. En su
canonización, el 31 de julio de 2002 San Juan Pablo II se dirige a él con estas
palabras: ¡Amado Juan Diego,
“el águila que habla”! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena de
Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de su corazón, pues Ella es la
Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios.
Las lecturas de hoy nos llenan de esperanza. El Señor
todopoderoso da fuerza al cansado. Los que esperan en el Señor renuevan sus
fuerzas. El niño, el joven, el padre, la madre, los abuelos, el maestro, el
obrero, el religioso, el sano y el enfermo.
En el evangelio no se puede decir nada mejor en tan pocas
líneas.
Cuántas veces nos decía nuestra madre: “En esta vida o
te abrazas a la cruz o vives amargado.” Porque
el que diga que no tiene cruz no vive en este mundo. Cerca del Señor se lleva
todo mejor. Como cuando un amigo comparte las penas con su amigo. Nosotros
debemos hacernos amigos de Jesús.
Pensar en este tiempo de oración si estamos cerca del
sagrario o en nuestra casa; reservar un tiempo. ¿Cómo vivo la presencia de
Jesús en este adviento? ¿Es Jesús fuente de misericordia en mi vida? Cuando me
pesan los problemas, ¿acudo a Él? ¿Ofrezco esa confianza a mis conocidos cuando
me hablan y los remito a Él?
El modelo de caminar en la vida es la Virgen María ¡Una
sencilla muchacha de pueblo, que lleva en su corazón toda la esperanza de Dios!
En su seno, la esperanza de Dios ha tomado carne, se ha hecho hombre, se ha
hecho Historia: Jesucristo (Papa
Francisco).