1/3/2016, Martes de la tercera semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Daniel (3, 25. 34-43)
En aquellos días, Azarías se detuvo a orar y, abriendo los labios en medio del fuego, dijo: - «Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas. Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados. En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados. Que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados. Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro, no nos defraudes, Señor. Trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor.»
Salmo responsorial (Sal 24, 4-5ab. 6 y 7bc. 8-9)
R. Señor, recuerda tu misericordia.
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. 
R.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. 
R.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35)

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: - «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contesta: - «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la Perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

1 marzo 2016. Martes de la tercera semana de Cuaresma – Puntos de oración

La primera lectura de hoy nos presenta el cántico de Azarías. Este cántico evoca el tiempo del exilio de Israel en Babilonia, cuando tres jóvenes judíos fueron condenados al fuego del horno ardiente por el rey Nabucodonosor porque se habían negado a adorar la estatua que él había levantado.
La oración de Azarías gira en torno a la tragedia del pueblo israelita, castigado por Dios con el exilio; es una confesión del pueblo por sus pecados, El pueblo de Israel  representado por Azarías está y se siente desamparado. Israel ha sido castigado por sus pecados justamente, y parece como si Dios hubiera retirado las promesas de su alianza. Israel se halla como una grey dispersa, sin jefe ni caudillo, sin profeta que les comunique las revelaciones de su Dios. En sustitución de los sacrificios, que no se pueden ofrecer porque no tienen templo, el protagonista se ofrece humildemente a Dios. Como compaginarlo con la fidelidad de Dios a su alianza.
En esta trágica situación del presente, la esperanza busca su raíz en el pasado, o sea, en las promesas hechas a los padres. Así, se remonta a Abrahán, Isaac y Jacob, a los cuales Dios había asegurado bendición y fecundidad, tierra y grandeza, vida y paz. Dios es fiel y no dejará de cumplir sus promesas. Aunque la justicia exige que Israel sea castigado por sus culpas, permanece la certeza de que la misericordia y el perdón constituirán la última palabra. Ya el profeta Ezequiel refería estas palabras del Señor: «¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado (...) y no más bien en que se convierta de su conducta y viva? (...) Yo no me complazco en la muerte de nadie» (Ez 18,23.32).
Sólo Dios, por su misericordia, puede salvar a su pueblo; quiere como ofrenda un corazón contrito y humilde. Un arrepentimiento seguido de sinceros propósitos de una vida nueva.
Por tanto, podemos considerarlo enmarcado dentro de una oración penitencial en esta cuaresma, que no desemboca en el desaliento o en el miedo, sino en la esperanza, la pascua.
Podemos acercarnos al Señor ofreciéndole el sacrificio más valioso y agradable: el «corazón contrito» y el «espíritu humillado». Es precisamente el centro de la existencia, el yo renovado por la prueba, lo que se ofrece a Dios, para que lo acoja como signo de conversión y consagración al bien.
Con esta disposición interior desaparece el miedo, se acaban la confusión y la vergüenza, y el espíritu se abre a la confianza en un futuro mejor, cuando se cumplan las promesas hechas a los padres.
La frase final de la súplica de Azarías, tal como nos la propone la liturgia, tiene una gran fuerza emotiva y una profunda intensidad espiritual: «Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro» (v. 41). Es un eco de otro salmo: «Oigo en mi corazón: "Buscad mi rostro". Tu rostro buscaré, Señor»

Quiero unir para terminar estas últimas frases con el evangelio. El rostro del Señor que expresa todo su ser es la compasión y la misericordia. Si la buscamos con ansiedad y nos llenamos de ella, no podemos relacionarnos con los demás de otra manera sino con vínculos o lazos de amor y perdón. Pedir hoy en la oración que transforme nuestro corazón a semejanza del suyo, que obremos como tú has obrado por y en nosotros.

29/2/2016, Lunes de la tercera semana de Cuaresma

Lectura del segundo libro de los Reyes (5, 1-15a)
En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria. Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra. En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y dijo a su señora: - «Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaria: él lo libraría de su enfermedad.» Naamán fue a informar a su señor: - «La muchacha israelita ha dicho esto y esto.» El rey de Siria le dijo: - «Ven, que te doy una carta para el rey de Israel.» Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: - «Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad.» Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: - «¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí.» El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: «¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel.» Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: - «Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará, limpia.» Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: - «Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?» Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: - «Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes.» Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: - «Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel.»
Salmo responsorial (Sal 41, 2. 3; 42, 3. 4)
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. 
R.
Tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? 
R.
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. 
R.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4, 24-30)

En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: - «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

29 febrero 2016. Lunes de la tercera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Las lecturas del día de hoy nos hablan de humildad, de la humildad que debe orientar nuestra búsqueda de Dios. A menudo nos enfadamos con Dios porque nos creemos con derecho a algo. Como creyentes tenemos derecho a que el Señor nos regale en la oración, nos salgan las cosas bien, se cumplan nuestras peticiones en el tiempo y modo que nosotros determinamos. Como practicantes tenemos derecho a que se nos reconozca nuestra entrega, se nos agradezca nuestra generosidad, se nos premie nuestra piedad. Y cuando las cosas no son así es cuando nos ponemos furiosos, nos frustramos, pataleamos. Estamos en la época que más hablamos de derechos a pesar de que, posiblemente, sea la época en que más están siendo vulnerados los derechos humanos: derecho a decidir mi sexo, derecho a tener un hijo, derecho a rehacer mi vida... ¡Hasta se proclama el derecho al aborto! Aunque seamos creyentes, no estamos libres de esta corriente de pensamiento que también se manifiesta en la vida del espíritu.
Algo así le pasó a Naamán el sirio, un hombre notable y muy estimado por su señor que acumulaba éxitos en su carrera militar. Como era un hombre importante, se creyó con derecho a ser curado de su lepra, ¡para ello llevaba una fortuna en regalos, dinero y oro! Además llevaba una carta de recomendación ¡nada menos que del rey de Siria! Era un recomendado de su señor. Por ello, cuando no se le trató de acuerdo con su status se puso furioso y se marchaba.
A pesar de esto, no debía ser mal tipo el tal Naamán: su Señor le estimaba mucho, la muchacha israelita al servicio de su esposa le debía apreciar pues fue ella la que puso en su conocimiento la existencia del profeta que le curaría. Además, cuando se marchaba furioso después de las palabras de Eliseo, sus servidores se le acercaron para rogarle que aceptara humildemente las indicaciones del profeta.
Y fue precisamente este gesto de humildad el que le trajo la curación de su enfermedad. Y es que el orgullo es como una lepra que nos va comiendo y nos hace ir perdiendo la sensibilidad a las cosas de Dios, como la lepra la sensibilidad de los miembros. En cambio la humildad, el no creernos con derecho a nada, nos hacer ver la vida con gratuidad, nos permite ver a Dios en los pequeños o grandes acometimientos de la vida cotidiana. Por eso es por lo que Naamán pudo exclamar: «Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel». Después de hacer un humilde acto de fe es cuando descubrió a Dios, y además quedo curado de su enfermedad.
Que no nos pase a nosotros, creyentes, practicantes y devotos, como a los fieles de la sinagoga de Nazareth, que por ser paisanos de Jesús se creyeron con el derecho a un trato especial. Nos dice el evangelio que todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo. ¡Qué tremendo que mi orgullo sea capaz de expulsar a Dios de mi vida, de despeñarlo.

Que la Virgen María, la escogida de Dios, precisamente por su humildad, nos ayude a entrar en este tiempo de cuaresma por caminos de humildad.

28/2/2016, Domingo de la tercera semana de Cuaresma (Ciclo C)

Lectura del libro del Éxodo (3, 1-8a. 13-15)
En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: - «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza. » Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: - «Moisés, Moisés.» Respondió él: - «Aquí estoy.» Dijo Dios: - «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.» Y añadió: - «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.» Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo: - «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.» Moisés replicó a Dios: - «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?» Dios dijo a Moisés: - «"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: `Yo-soy' me envía .a vosotros".» Dios añadió: - «Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación".»
Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7. 8 y 11)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. 
R.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. 
R.
El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. 
R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10, 1-6. 10-12)
No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 1-9)

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: - « ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: - «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".»

28 febrero 2016. Domingo de la tercera semana de Cuaresma (Ciclo C) – Puntos de oración

Hoy es domingo y vamos a procurar hacer nuestro rato de oración dedicando toda la atención y todo el tiempo necesario. La lectura de la sagrada escritura debe ser hoy más tranquila y haciendo oración con ella.
            Nos ponemos en la presencia de Dios y hacemos un acto puro de amor de Dios. Recordamos con Santa Teresita y nos ofrecemos a ser amados por Jesús en este rato de oración; ojalá se prolongue para siempre.
            Los textos de las lecturas de hoy nos ayudan a sentir la misericordia de Dios. En la primera lectura vemos como el corazón de Dios se enternece por los sufrimientos que su pueblo está pasando en Egipto y manda a Moisés para que saque al pueblo del estado de postración y esclavitud en que se encuentra: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a liberarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel”.
            Estas palabras están cargadas de verdadera misericordia: Dios se fija en las miserias de su pueblo y se le enternece el corazón. Dios siempre se está fijando en nosotros  y siempre escucha nuestras peticiones, se fija hasta en los detalles más ínfimos. Saber que tengo al Señor mirándome con cariño, con amor y que está siempre dispuesto a ayudarme y a darme todo lo que más me conviene: “El Señor es compasivo y misericordioso”.
            El Evangelio de San Lucas es el evangelio de la misericordia. Las parábolas más jugosas aparecen en este evangelio. Jesús se muestra paciente y misericordioso. Yo veo reflejado a Jesús en el personaje del criado: el Señor quiere cortar la higuera porque lleva mucho tiempo sin dar fruto y el criado interviene: “Señor, déjala todavía este año, yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”
            Dar otra oportunidad más es cosa de Jesús, siempre te da otra oportunidad; estoy seguro que si ese año sigue sin dar fruto, le pedirá al señor una nueva oportunidad. Qué  alegría me produce tener un señor así: siempre intercede ante el Padre y siempre te da una nueva oportunidad. Tenemos un buen abogado.
Te invito a ver el siguiente video: https://www.youtube.com/watch?v=3R8UkUIhKnQ

            Terminaremos nuestro rato de oración pidiéndole a la Virgen que haga nuestro corazón como el suyo, que nosotros también seamos misericordiosos y aprendamos a dar una nueva oportunidad a los que nos rodean.

27/02/2016, Sábado de la segunda semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Miqueas (7, 14-15. 18-20)
Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y Galaatl, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.
Salmo responsorial (Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. 
R.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. 
R.
No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. 
R.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15, 1-3. 11-32)

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

27 febrero 2016. Sábado de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

Hoy nos presenta la Iglesia una de las tres parábolas de la misericordia, que nos narra el capítulo 15 del evangelio de S. Lucas, es la parábola del hijo pródigo. De las tres parábolas, es la más bella, la más profunda, y la más completa.
Es una respuesta de Jesús a las críticas que le hacen los escribas y fariseos, cuando le ven recibiendo y comiendo con los pecadores, los "proscritos" en Israel. El Señor ya había dejado claro que Él había venido a salvar a los pecadores y no a los que se consideraban justos, y no creían tener necesidad de salvación.
La primera reflexión que podíamos hacernos en nuestra oración de hoy, bien podría ser la siguiente: ¿Por qué el padre de familia no salió en su búsqueda, como el pastor de la oveja perdida o la mujer de la moneda..., sino que esperó a que regresara...? Algunos, se pierden en la vida debido a su propia necedad..., otros por descuido de quienes tienen responsabilidad sobre ellos..., pero en este caso, más bien creemos que la pérdida fue debida a al libre albedrío del hijo, y el padre tenía que esperar hasta que el hijo recapacitada, se sintiera quebrantado y estuviera dispuesto a regresar... Si aplicamos este hecho a nuestras vidas, nos daremos cuenta de la enorme responsabilidad que tenemos, ante el ejercicio de nuestra libertad...
La segunda reflexión que os brindo consistiría en ponderar los signos con los que el padre cubre la desnudez de su hijo: El manto, el calzado y el anillo, demuestran que no es un sirviente, sino que es el hijo, a pesar de lo que ha hecho y de cómo vuelve.., y es que la dignidad de hijos de Dios nunca se pierde...
La tercera reflexión, no puede por menos de llevársela el hijo mayor, con sus actitudes, sus palabras, y sus sentimientos... Al enterarse de lo que ocurría en la casa, no quiso entrar... Cuando escucha a su padre, no solo no lo entiende, sino que lo acusa y lo condena... Yo os invito a que nos revisemos un poco a la luz del hijo mayor, pues quizás podamos descubrir lo que no sabíamos y quizás éramos... No vaya a ser que nos quedemos fuera de la fiesta del gozo y de la alegría de Dios, al final de nuestra vida de fidelidad...

¡Cuánto podemos aprender en la vida, si somos capaces de ponderar la vida de los demás a la luz de los ojos del Padre de los Cielos...! ¡Y cuanto podemos perder, si solo nos vemos a nosotros mismos, en nuestras pequeñas o grandes fidelidades de cada día...! ¡Es necesario que salgamos de nosotros mismos para ponderar lo que no somos…, lo que no tenemos…, o lo que creemos ser, sin serlo...; solo así veremos con los ojos del Padre, amaremos con el corazón del Padre, y seremos como el Padre, hombres y mujeres misericordiosos...

26/2/2016, Viernes de la segunda semana de Cuaresma

Lectura del libro del Génesis (37, 3-4.12-13a. 17b-28)
José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: - «Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos.» José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: - «Ahí viene el de los sueños. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños.» Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: - «No le quitemos la vida.» Y añadió: - «No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él.» Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer. Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: -«¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra.» Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas. Estos se llevaron a José a Egipto.
Salmo responsorial (Sal 104, 16-17. 18-19. 20-21)
R. Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Llamó al hambre sobre aquella tierra: cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo. 
R.
Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción, y la palabra del Señor lo acreditó. 
R.
El rey lo mandó desatar, el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa, señor de todas sus posesiones. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (21, 33-43. 45-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: - «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le contestaron: - «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.» Y Jesús les dice: - «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.» Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

26 febrero 2016. Viernes de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

Mt 21, 33 - 46
Al iniciar la oración, como nos indica san Ignacio, debo caer en la cuenta de que Dios me está esperando, ponerme en su presencia, escuchar lo que Él quiere decirme y contarle lo que yo tengo en mi corazón.
En este tiempo fuerte de Cuaresma que la Iglesia nos propone para que en el Año de la Misericordia no nos cansemos de pedir la conversión, siempre nos estamos convirtiendo, tenemos este rato de oración con el pasaje evangélico que hoy nos propone la liturgia.
Esta parábola de los viñadores homicidas es un buen resumen de la historia de la salvación de cada uno de nosotros por Dios. El hijo del dueño de la viña es arrojado de ella y asesinado fuera de la viña por aquellos a los que el dueño se la había arrendado. Es una alusión manifiesta a la muerte de Jesús fuera de Jerusalén.
La viña que empezó representando al pueblo de Israel, ahora representa a la Iglesia, por tanto los nuevos arrendatarios de la viña somos cada uno de nosotros de lo que Dios Padre espera frutos fecundos y abundantes.
La parábola es una llamada a la conversión para que abramos los ojos y reconozcamos a Jesús como el hijo de Dios enviado a recoger los frutos. Los primeros cristianos al orar esta parábola, la entendieron como una advertencia de Cristo y como una invitación del Señor a dar frutos según Dios, puesto que se la habían confiado. La fe y la oración han de reflejarse en frutos para no defraudar las esperanzas del Señor en este tiempo que nos ha tocado vivir.
Para que sea eficaz en nosotros esta parábola, nos la hemos de aplicar personalmente. Debemos  producir frutos de conversión y misericordia en este tiempo cuaresmal para que seamos unos viñadores que los frutos que recolectamos los ponemos a la disposición del dueño de la viña y de todos los hermanos y así no nos adueñaremos de aquello que no nos corresponde, de esta forma no caeremos en la tentación de convertirnos en homicidas.
Antes de terminar la oración hagamos un pequeño repaso de cómo van calando en nuestro corazón las enseñanzas de Jesús y pidamos a la Virgen de Lourdes que nos ponga junto a su Hijo para que con nuestro ejemplo evangélico de amor, humildad y misericordia sincera robustezca a los vacilantes, que guiados por su Espíritu caminemos juntos por el camino de la verdad y así el mundo crea y se convierta.

25/2/2016, Jueves de la segunda semana de Cuaresma

Lectura del libro de Jeremías (17, 5-10)
Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones.»
Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. 
R.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. 
R.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16, 19-31)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: - «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. " Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

25 febrero 2016. Jueves de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

“Sólo cuando las dificultades de nuestros hermanos nos interpelan, podemos iniciar nuestro camino de conversión hacia la Pascua. Es un itinerario que comprende la cruz y la renuncia.” Papa Francisco
Esta frase del Santo Padre puede iluminar nuestra reflexión. Las dos lecturas de la Palabra de Dios en este día nos hablan de los dos caminos que podemos elegir en la vida: confiar en Dios o confiar en el hombre y en los bienes terrenales.
“Bendito quien confía en el Señor”
La confianza en el Señor, según el profeta Jeremías, nos lleva a la felicidad (será “bendito” dice el texto), pues Dios no defrauda al que se fía de Él, y lo compara con la imagen de un árbol frondoso, plantado junto a la corriente, que no deja de dar fruto. En cambio, aquel que busca su seguridad en el hombre, apartándose de Dios y de su voluntad, será como un cardo del desierto que no verá el bien; Jeremías lo llama “maldito”.
A uno lo llevaron al seno de Abrahán y al otro lo enterraron.
También el pasaje evangélico nos muestra dos caminos:
 El elegido por el rico Epulón, que ponía su confianza en los bienes de esta tierra, pues se ocupaba solamente de vestir y comer con opulencia y tenía una gran indiferencia por quien, a su puerta, pasaba necesidad
 Y el del mendigo Lázaro, que ponía su confianza en el Señor. El final de la parábola evangélica nos muestra cómo su fe no queda defraudada por Dios, que lo lleva a gozar del Paraíso. En cambio, el egoísmo del rico lo hunde en el fracaso y la tristeza; el Evangelio dice: “lo enterraron” y lo muestra sufriendo en el infierno.

Pidamos al Señor que nos conceda vivir este tiempo de gracia, como nos decía el Papa Francisco, dejándonos interpelar por las dificultades de nuestros hermanos, sin dejarnos arrastrar por la indiferencia del mundo contemporáneo.

24/2/2016, Miércoles de la segunda semana de Cuaresma

Lectura del libro de Jeremías (18, 18-20)
Dijeron: - «Venid, maquinemos contra jeremías, porque no falta la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta; venid, lo heriremos con su propia lengua y no haremos caso de sus oráculos.» Señor, hazme caso, oye cómo me acusan. ¿Es que se paga el bien con mal, que han cavado una fosa para mí? Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo.
Salmo responsorial (Sal 30, 5-6. 14. 15-16)
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu tú, el Dios leal, me librarás. 
R.
Oigo el cuchicheo de la gente, y todo me da miedo;
se conjuran contra mí y traman quitarme la vida. 
R.
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (20, 17-28)

En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: - «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.» Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: - «¿Qué deseas?» Ella contestó: - «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: - «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: - «Lo somos.» Él les dijo: - «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: - «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

24 febrero 2016. Miércoles de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

Ofrecemos nuestras vidas al Corazón de Cristo, por medio del Corazón Inmaculado de Santa María, nuestra Reina y Madre, todos nuestros trabajos, alegrías y sufrimientos. Y lo hacemos uniéndonos por todas las intenciones por las que se inmola continuamente sobre los altares.
Vamos avanzando en el camino de la Cuaresma al igual que Cristo, según nos muestra la lectura del Evangelio de hoy, va avanzando hacia su meta de entrega total al designio del Padre como víctima de propiciación por nuestra salvación. Jesús empieza a hablar con claridad y aun así, los suyos, no le entienden. “Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado”, para que se burlen, se mofen, lo azoten, lo denigren, lo crucifiquen. Sin embargo, los suyos, los más cercanos a Él, están en otra onda, con otras aspiraciones. En el pórtico de la Pasión, después de varios años de compartir vida, todavía no han entendido. Esta puede también ser nuestra disposición. Después de ser acogidos como hijos de Dios, después de ser admitidos en su seguimiento, quizá, todavía, estamos con la mente y el corazón puestos en otros objetivos rastreros. No estamos convertidos. No pensemos que sí.
Pero Jesús, como Maestro, siempre va un paso adelante. Él nunca va a exigir lo que no ha vivido. Si alguien está abatido, Él ya lo estuvo. Si no veo el camino, si no entiendo lo que me pasa, si no hay luz en mi vida, Él ya lo pasó. Y este es el camino que Cristo nos marca: “el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, el que quiera ser el primero, que sea esclavo de los demás. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”.
El Papa Francisco, en una homilía en la que comentaba estos textos del Evangelio, nos dice lo siguiente: “Con la imagen del cáliz, les da la posibilidad de asociarse completamente a su destino de sufrimiento, pero sin garantizarles los puestos de honor que ambicionaban. Su respuesta es una invitación a seguirlo por la vía del amor y el servicio, rechazando la tentación mundana de querer sobresalir y mandar sobre los demás. Frente a los que luchan por alcanzar el poder y el éxito, los discípulos están llamados a hacer lo contrario. Por eso les advierte: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor. Con estas palabras señala que en la comunidad cristiana el modelo de autoridad es el servicio. El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia. Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad. En efecto, con su pasión y muerte él conquista el último puesto, alcanza su mayor grandeza con el servicio, y la entrega como don a su Iglesia”.

Nos ponemos en compañía de la Virgen María nuestra madre. Ella quiso asociarse a la situación de esclavo de su Hijo. Siendo la mayor de la raza humana, superior a los ángeles y a todo ser espiritual, quiso abajarse y coger el último lugar. Que ella nos ayude a entregarnos en el servicio a los demás.

23/2/2016, Martes de la segunda semana de Cuaresma – San Policarpo

Lectura del libro de Isaías (1,10.16-20)
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: - «Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid y litigaremos - dice el Señor -. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor.»
Salmo responsorial (Sal 49, 8-9. 16bc- 17. 21 y 23)
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
«No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.
pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños. 
R.
¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? 
R.
Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú?;
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: - «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

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