2 febrero 2016. La Presentación del Señor – Puntos de oración

Hace hoy cuarenta días que celebramos con gozo el nacimiento de Jesús. La Iglesia nos lo recuerda con esta fiesta entrañable y tradicional de la presentación del niño Jesús en el Templo. José y María como buenos israelitas, cumplen con el precepto de la ley de Moisés: Todo primogénito deberá ser presentado a Dios en el Templo a los cuarenta días de su nacimiento, pues es propiedad del Yavé
Al comenzar la oración, nos dirigimos al Señor y le presentamos nuestros sinceros deseos de agradarle en todo. “Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer; Vos  me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta”. Si quieres con palabras más modernas, siente en esta oración, en este día de fiesta, grandes deseos de imitar a María, de creer como ella en Jesús; y pide a Dios que todas tus intenciones sean siempre estar unido a Jesús y a María en una misma voluntad.
Popularmente la fiesta de hoy se conoce como la fiesta de las candelas, pues ha sido tradición muy celebrada en España y Latinoamérica, que el pueblo de Dios se reuniera en la puerta de la Iglesia con velas en las manos y llegado el sacerdote se encendieran, a continuación todos entraban en la iglesia entonando cánticos a Cristo como la Luz que ha venido a iluminar a los hombres. Este año en mi parroquia, el sacerdote ha pedido que todas las madres con niños menores de dos años vayan a la Iglesia para que sus hijos sean bendecidos.
En la segunda lectura, de la carta a los Hebreos, se nos dice que Jesús tenía que parecerse en todo a sus hermanos los hombres, ser de su misma carne y sangre, es decir, de la misma familia,para ser compasivo y pontífice fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Qué consoladoras son estas palabras que nos hablan de un Dios que se hace hombre, más aún hermano y que desde esa familiaridad nos salva, nos eleva, nos conforta y nos reconcilia con Él y con nosotros mismos.
El Evangelio nos cuenta la purificación de María en el Templo y la presentación de Jesús. María levanta al niño en sus brazos: Lo eleva al cielo entre sus manos de madre, lo ofrece a Dios y nos lo ofrece a cada uno de nosotros. Es el primer ofertorio del cristianismo. Durante nueve meses María ha llevado a Jesús oculto en su seno virginal, ahora lo presenta en el Templo a la vista de todos. Qué grande es la generosidad de María, nos da a Jesús, es lo que más quiere, lo único que ardientemente ama. El tesoro que Dios ha puesto en su vida y por el que todo lo ha arriesgado. Ahora, nos lo entrega y nos dice: te entrego a mi hijo, cuida de Él que Él cuidará de ti. Y a la vez que nos da a Jesús, se ofrece con Él. Madre e hijo no pueden separarse, no van a separarse nunca. A mí siempre me ha gustado mucho el lema de a Jesús por María. En mi vida se ha cumplido matemáticamente.
Y a ti una espada te traspasará el alma: el anciano Simeón es claro, o más bien duro. Nos dice el Evangelio que inspirado por el Espíritu Santo anuncia días de dolor para ambos. Jesús será como una bandera discutida, por su causa muchos caerán y se levantarán; y María sentirá un dolor inmenso, como si atravesaran su corazón con siete espadas. Siempre en el horizonte de la vida de Jesús está la cruz, desde el pesebre hasta el Calvario. San Ignacio en los Ejercicios Espirituales, en la contemplación del nacimiento,  invita al ejercitante a mirar y considerar lo que hacen (José y María), así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nascido en summa pobreza, y a cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí; después reflitiendo sacar algún provecho spiritual.  Al P. Morales le gustaba recordar es los puntos de oración: no hay redención sin cruz, sin derramamiento de sangre.
Hoy es un día para participar de la Eucaristía, aunque no sea de precepto. Y el ofertorio vivirlo con especial atención e intensidad de amor. Es un buen momento para ofrecerse a Dios, para ponerse en sus manos. En la Iglesia, también se celebra hoy el día de los consagrados y consagradas: es tradición multisecular que en este día las personas con especial consagración a Dios mediante el signo de los consejos evangélicos, laicos, religiosos o sacerdotes, renueven sus votos o compromisos de fidelidad a Cristo pobre, casto y obediente. Unámonos a todos ellos en esta acción de gracias y pidamos al Señor de la mies que envíe más operarios a su viña y que les retribuya abundantemente para el bien de todos.

Y terminemos con un coloquio con la Virgen, deja que hable tu corazón: Madre, gracias por tus desvelos, por tu intercesión ante tu Hijo, porque no me dejas ni un sólo instante. Dame la gracia de ser como tú, de ofrecerme de veras a Dios y de ofrecerme a mis hermanos. Recuérdame mis compromisos y ayúdame a cumplirlos con amor, no a regañadientes. En este año de la misericordia, alcánzame la gracia de ser misionero de la misericordia con todos, pero especialmente con los que tengo más cerca.

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