30 de mayo de 2023, martes de la 8ª semana de Tiempo Ordinario. San Felipe Neri, presbítero

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (35, 1-15)

Quien observa la ley multiplica las ofrendas, quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión.

Quien devuelve un favor hace una ofrenda de flor de harina, quien da limosna ofrece sacrificio de alabanza.

Apartarse del mal es complacer al Señor, un sacrificio de expiación es apartarse e la injusticia.

No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues esto es lo que prescriben los mandamientos.

La ofrenda del justo enriquece el altar, y su perfume sube hasta el Altísimo.

El sacrificio del justo es aceptable, su memorial no se olvidará.

Glorifica al Señor con generosidad y no escatimes las primicias de tus manos.

Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre y paga los diezmos de buena gana.

Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con generosidad, según tus posibilidades.

Porque el Señor sabe recompensar y te devolverá siete veces más.

No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará; no te apoyes en sacrificio injustos.

Porque el Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 49, 5-6. 7-8. 14 y 23
R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio».
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.
R.

«Escucha, pueblo mío, me voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
- yo, soy Dios, tu Dios -.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí».
R.

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo.
«El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios».
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (10, 28-31)

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:

«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».

Jesús dijo:

«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Palabra del Señor.

30 mayo 2023, martes de la 8ª semana de Tiempo Ordinario. San Felipe Neri, presbítero. Puntos de oración

Al finalizar este mes dedicado a nuestra Madre y entre dos fiestas, una que la honra como Madre de la Iglesia y otra en la que la contemplamos en la Visitación a Isabel, nos cobijamos bajo su manto maternal y le pedimos que nos ayude en este rato de oración.

Pedimos que nuestros pensamientos, intenciones y actos de este día se dirijan a alabar a Dios y glorificarle con nuestra vida.

De vuelta al tiempo ordinario y con el ímpetu del Espíritu Santo que recibimos el domingo en Pentecostés, las lecturas de hoy nos proponen que ofrezcamos un sacrificio: observar la ley, apartarse del mal, glorificar al Señor, dar con generosidad, porque el Señor sabe recompensar y te devolverá siete veces más.

Al que sigue el buen camino le haré ver la salvación de Dios (Salmo 49).

En el evangelio, Pedro le dice esas palabras del salmo al Señor: te hemos seguido.

¿Y nosotros? ¿Ahora que ha terminado el tiempo de Pascua, le hemos seguido? ¿Estamos dispuestos a continuar siguiendo al Señor? ¿Nos hemos cansado o queremos continuar ofreciendo nuestro sacrificio, nuestra oración, nuestros estudios y trabajos, nuestra entrega a la familia, a los amigos, a los más necesitados?

El Señor sabe recompensar y Jesús así se lo afirma a Pedro, superando la expectativa que proponía el libro del Eclesiástico: cien veces más… y en la edad futura vida eterna.

Pongamos todo nuestro sacrificio ante el Señor en este tiempo ordinario, aunque venga con dificultades y dolores (persecuciones), que Jesús nos recompensará.

Dejémonos acompañar de María, viviendo con intensidad la campaña de la Visitación que comenzaremos mañana.

28 de mayo de 2023, domingo de Pentecostés

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2, 1-11)

Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de un viento que soplaba fuertemente, que llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.

Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo:

«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?

Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34
R.
Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.
R.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
R.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 3b-7. 12-13)

Hermanos:

Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo.

Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.

Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 19-23)

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor.

28 mayo 2023, domingo de Pentecostés. Puntos de oración

Ven Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido;
 luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; 
mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

Hoy celebramos, junto a toda la Iglesia, el día de Pentecostés. Con esta invocación al Espíritu Santo nos ponemos en presencia de Dios y pedimos que venga su Espíritu. Leemos despacio esta invocación al Espíritu Santo una vez más. Ven Espíritu Divino…

Ven Espíritu, ven y lléname, Señor, con tu preciosa unción. Purifícame y lávame, renuévame, restáurame, Señor, con tu poder. 

Pentecostés es el cumplimiento de la Pascua y su plenitud, es el comienzo de una presencia, la del Espíritu en la Iglesia y en cada uno de sus miembros: una presencia dinámica que actúa en el tiempo. 

El Espíritu Santo se queda con nosotros, se queda dentro de nosotros, es un permanecer activo, que nos transforma, nos moldea y nos hace crecer en el camino de nuestra historia, de nuestra fe, de nuestro amor a Dios y a los hermanos.

A lo largo de la historia de la Iglesia y de nuestra vida, el Espíritu Santo nos enseña todo y nos recuerda, haciéndolas comprender, las palabras de Jesús. Él, que es el amor mismo de Dios, nos lleva a amar a Jesús. 

Que hoy, especialmente, y siempre, nos acordemos de pedir luz al Espíritu Santo, ante las acciones más cotidianas del día y ante las decisiones más relevantes de nuestra vida. El Espíritu Santo, con su acción desbordante, dará respuesta a nuestras necesidades y nos colmará de sus siete dones: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Ven, Padre de los pobres; ven, dador de dones; ven, luz de los corazones. Consuelo perfecto; dulce huésped del alma; dulcísimo alivio. En el trabajo, descanso; en el calor, refugio; en el llanto, consuelo.

26 mayo 2023, viernes de la 7ª semana de Pascua

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (25, 13b-21)

En aquellos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para cumplimentar a Festo. Como se quedaron allí bastantes días, Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole:

«Tengo aquí un hombre a quien Félix ha dejado preso y contra el cual, cuando fui a Jerusalén, presentaron acusación los sumos sacerdotes y los ancianos judíos, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana entregar a un hombre arbitrariamente; primero, el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse de la acusación. Vinieron conmigo, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre.

Pero, cuando los acusadores comparecieron, no presentaron ninguna acusación de las maldades que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su propia religión y de un tal Jesús, ya muerto, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí de esto. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida el Augusto, he dado orden de que se le custodie hasta que pueda remitirlo al César».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 102, 1-2. 11-12. 19-20ab
R.
El Señor puso en el cielo su trono.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
R.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan (21, 15-19)

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, le dice a Simón Pedro:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».

Él le contestó:

«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero».

Jesús le dice:

«Apacienta mis corderos».

Por segunda vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».

Él le contesta:

«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Él le dice:

«Pastorea mis ovejas».

Por tercera vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».

Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:

«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice:

«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».

Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.

Dicho esto, añadió:

«Sígueme».

Palabra del Señor.

26 mayo 2023, viernes de la 7ª semana de Pascua. Puntos de oración

Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que a estos?

Esta es la pregunta que le hace Jesús a Pedro, tres veces.

Es cierto que tendemos a sentirnos fracasados o decepcionados cuando fallamos a la voluntad o a los planes de Dios, pero es él quien, aun conociendo nuestras debilidades, nuestras miserias, nuestros fracasos, nos dice…

 

Hijo mío, tú todavía no sabes lo que eres. No te conoces aún, no te has reconocido del todo como objeto de mi amor, por eso no sabes lo que eres en Mí, e ignoras las posibilidades que hay en ti.

Despierta y deja los malos sueños: esa fijación en los fracasos y en los fallos, en los cansancios, caídas y pasos en falso. Todo eso no es tu verdadero yo. Déjate amar y guiar y... ¡Ya verás!”

Las máscaras que llevas y los disfraces que te pones, te pueden ocultar a los ojos de los demás, quizás a tus propios ojos también, pero no pueden ocultarte a los míos.

Bajo todo ello, detrás de todo eso, más allá de tus dudas y tu pasado, yo te miro, yo te amo, yo te elijo y abro las puertas del cielo para mostrártelo. Tú eres un hijo a quien quiero. ¡Podría decir tantas cosas...! No de ese tú qué busca disfraces, sino del tú que permanece en mi corazón y que acuno cómo padre en mi regazo, del tú que puede aún manifestarse.

Haz visible lo que eres para mí. Sé el sueño hecho realidad de ti mismo. Activa las posibilidades que he puesto en ti. No hay ningún don al que no puedas aspirar. 

Llevas mi sello, mi sangre y mi Espíritu. Te beso, te amo, te libero, te lanzo... Te abro a la vida y te hago dueño.

Y si todo eso es lo que yo te hago, ¿qué te impide levantarte, andar y ser?

24 de marzo de 2023, miércoles de la 7ª semana de Pascua

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20, 28-38)

En aquellos días, dijo Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso:

«Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su propio Hijo.

Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.

Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados. De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más dicha en dar que en recibir”».

Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos. Entonces todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba de lo que había dicho era que no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta la nave.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 67, 29-30. 33-35a. 35b y 36c
R.
Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Oh Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo.
R.

Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor, tocad para Dios,
que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos,
que lanza su voz, su voz poderosa:
«Reconoced el poder de Dios».
R.

Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder, sobre las nubes.
¡Dios sea bendito!
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan (17, 11b-19)

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:

«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para tengan en sí mismos mi alegría cumplida.

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno.

No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo para que también ellos sean santificados en la verdad».

Palabra del Señor.

24 marzo 2023, miércoles de la 7ª semana de Pascua. Puntos de oración

“No hay tiempos buenos ni malos. Nosotros somos los tiempos”, decía s. Agustín.

Nuestros tiempos son convulsos, inciertos y líquidos…, ergo, en nosotros no faltarán la confusión, la incertidumbre, la perplejidad, la desesperanza, la ausencia de referencias…

Bastaría en la oración de hoy leer con atención la primera lectura, como si Pablo nos la escribiese a nosotros. ¿De qué nos habla? ¿A qué se nos va la cabeza? 

Pidamos la gracia de fijar la mirada en Cristo, de no caer en el día de hoy, tan solo por hoy, en la desesperanza. Ni en la tibieza. Ni en la moda porque es lo que se lleva (aún en lo espiritual). Ni en la crítica a los otros. No merece la pena detenerse en la crítica o en la queja, hay un Corazón sediento que amar.

Señor, si verdaderamente “hay más dicha en dar que en recibir”, concédenos tomar conciencia de que nuestra vida es decisiva para el hoy y para el mañana de la Iglesia. La santidad de la Iglesia se concreta en la vida de cada creyente. En nuestra vida se hace realidad o se difumina la santidad que a otros ha de conmover, y atraer.

Madre, que la belleza y la Gloria de tu Hijo resucitado corra las piedras de nuestros sepulcros. Que de mañana, sin esperar a otro momento mejor, con urgencia, lleguen misioneros de tu presencia resucitada a nuestras vidas. Que al ver los lienzos caídos en el suelo de nuestro día a día, descubramos los signos de la Pascua en nuestra vida.

Si nosotros somos los tiempos, llevar la Resurrección a otros pasa por resucitar nosotros mismos. No con nuestras fuerzas (es ridículo que continuemos intentándolo por nosotros mismos), sino dejando que tu Amor lo haga realidad en nosotros. Así comenzaremos a esperarlo en la vida de los demás.

23 de mayo de 2023, martes de la 7ª semana de Pascua

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20, 17-27)

En aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vivieran los presbíteros de la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo:

«Vosotros habéis comprobado cómo he procedido con vosotros todo el tiempo que he estado aquí, desde el día en que puse pie en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, con lagrimas y en medio de las pruebas que me sobrevinieron por las maquinaciones de los judíos; como no he omitido por miedo nada de cuanto os pudiera aprovechar predicando y enseñando en público y en privado, dando solemne testimonio a judíos como a griegos, para que se conviertan a Dios y creyeran en nuestro Señor Jesús.

Y ahora, mirad, me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu, de ciudad en ciudad, me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones. Pero a mí no me importa la vida, sino completar mi carrera y consumar el ministerio que recibí del Señor Jesús: ser testigo del Evangelio de la gracia de Dios.

Y ahora, mirad: sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino, volverá a ver mi rostro. Por eso testifico en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos: pues no tuve miedo de anunciaros enteramente el plan de Dios».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 67, 10-11. 20-21
R.
Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios,
preparó para los pobres.
R.

Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan (17, 1-11a)

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:

«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le dado sobre todo carne, dé la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.

Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.

He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.

Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».

Palabra del Señor.

23 mayo 2023, martes de la 7ª semana de Pascua. Puntos de oración

En el evangelio, Jesús, orando al Padre (Jn 17, 1-11), parece que está pensando en san Pablo. Y nosotros también podemos tomar fuerzas de esa oración, para nuestra tarea de testimonio ininterrumpido, en lo cotidiano. 

Y es que Pablo llega a despreciar la vida por seguir la vocación a la que fue llamado: ser testigo del Evangelio. Se dice pronto, pero él reconoce lo que supone: sirviendo al Señor con toda humildad, con lágrimas y en medio de las pruebas que me sobrevinieron… Dando solemne testimonio a judíos como a griegos, para que se conviertan a Dios.

Coherencia, valentía y testimonio que le conducen irremediablemente a la entrega total: me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu, de ciudad en ciudad, y me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones. ¿Dónde residía entonces su fortaleza? Bendito el Señor cada día/ Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. / Nuestro Dios es un Dios que salva, / el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. (Salmo 67)

Qué bonito que Jesús haya pedido “por ellos, que están en el mundo”. Ahí estamos cada uno de nosotros y nuestra vida cotidiana. Como sabe de nuestras debilidades, nos hace un inmenso regalo: Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros.

Santa María, alcánzanos coherencia entre lo que creemos y vivimos, llevando con sencillez y valentía el precioso regalo de la fe que hemos recibido.

22 de mayo de 2023, lunes de la 7ª semana de Pascua

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (19, 1-8)

Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó:

«¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?».

Contestaron:

«Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo».

Él les dijo:

«Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?».

Respondieron:

«El bautismo de Juan».

Pablo les dijo:

«Juan bautizó con un bautismo de conversión, y diciendo al pueblo que creyesen en el que iba a venir después de él, es decir, en Jesús».

Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas extrañas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.

Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses hablaba con toda libertad del reino de Dios, dialogando con ellos y tratando de persuadirlos.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab
R.
Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios.
R.

En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor.
R.

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan (16,29-33)

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús:

«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios».

Les contestó Jesús:

¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Palabra del Señor.

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