Cuando tenemos interés en que algo quede claro, no nos cansamos de
repetirlo. Es lo que sucede hoy en el evangelio, que nos repite hasta tres
veces esta frase de Jesús: “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de
otro poco me volveréis a ver”. Pero a pesar de la insistencia parece que los
discípulos no entienden este anuncio de su pasión.
Parece bastante evidente, aunque tiene algo de acertijo… La pasión se
acercaba y el Señor iba a revelar a todos su victoria, como dice el salmo, pero
tampoco muchos fueron capaces de comprender que la muerte en la cruz era la
victoria definitiva de Cristo. Ahora, en la Pascua, todo cobra sentido:
“vuestra tristeza se convertirá en alegría”.
Los discípulos no podían comprender el significado porque no imaginaban que pudiese morir ni mucho menos resucitar después. Nosotros tenemos todas las piezas del puzle. Nos hemos encontrado personalmente con el resucitado, por eso la Pascua es un motivo de gozo tan grande. Sigamos pidiendo a la Virgen que nos alcance la alegría que nace de encontrarnos de nuevo con su hijo.