“Sí, en verdad os digo.
Cuanto pidiereis al Padre, os lo dará en mi nombre”.
En este mes de mayo, y siempre, mi oración tiene que ser así: rogar
"en nombre de Jesús". Orar en la fe reconociéndome infinitamente
amado del Padre. Sostenido por Jesús. ¡Que crea en su amor para conmigo!
Es pasar tiempo en la contemplación, en la quietud, en Dios. Como lo
haría María. Como lo haría José. Hay un mundo divino, próximo, cercano a ti,
que te envuelve por todas partes.
En la oración caen las distancias. ¡Tú estás aquí! Hay una comunicación
directa. Dios amándome, yo siendo amado. ¡Es de locos! Y esto porque me habéis
amado y habéis creído en mí. ¡El cielo en la tierra!
Todo se resume en que Dios ama. Dios es Padre. Tradúcelo a primera persona.
Dios me ama. Dios es mi Padre. ¡Qué feliz soy!
Pedid y recibiréis, a fin de que vuestro gozo sea completo. Madrecita
del cielo, enséñame a pedir.
Y de la oración a la misión. Mi trabajo, ¿es para mí ocasión de ser tu
testigo, Señor? Ayúdame a hablar de Ti lo mejor que pueda. Alma a alma.
Un hogar cristiano, unos laicos cristianos se encargan de Apolo para
ayudarle a avanzar en su fe. La maravilla del Espíritu Santo ardiendo en los
corazones.
Señor, pon cerca de los que andan buscando a hombres y mujeres
apasionados por Ti. Ayúdanos a poner nuestros dones personales al servicio del
evangelio.
Pedid y recibiréis, a fin de que vuestro gozo sea completo. Madrecita del cielo, enséñame a pedir.