1 febrero 2022, martes de la 4ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel 18,9-10. 14b. 24-25a. 30-19, 3 (18,9-10. 14b. 24-25a. 30-19 3)

En aquellos días, Absalón se encontró frente a los hombres de David.

Montaba un mulo y, al pasar el mulo bajo el ramaje de una gran encina, la cabeza se le enganchó en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que montaba siguió adelante.

Alguien lo vio y avisó a Joab:

«He visto a Absalón colgado de una encina».

Cogiendo Joab tres venablos en la mano y los clavó en el corazón a Absalón.

David estaba sentado entre las dos puertas.

El vigía subió a la terraza del portón, sobre la muralla. Alzó los ojos y vio que un hombre venía corriendo en solitario.

El vigía gritó para anunciárselo al rey.

El rey dijo:

«Si es uno solo, trae buenas noticias en su boca».

Cuando llegó el cusita, dijo:

«Reciba una buena noticia el rey, mi señor: El Señor te ha hecho justicia hoy, librándote de la mano de todos los que se levantaron contra ti».

El rey preguntó:

«¿Se encuentra bien el muchacho Absalón?».

El cusita respondió:

«Que, a los enemigos de mi señor, y a todos los que se han levantado contra ti para hacerte mal les ocurra como al muchacho»

Entonces el rey se estremeció. Subió a la habitación superior del portón y se puso a llorar. Decía al subir:

«¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!».

Avisaron a Joab:

«El rey llora y hace duelo por Absalón».

Así, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, al decir que el rey estaba apenado por su hijo.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 85, 1-2. 3-4. 5-6
R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti.
R.

Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
R.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (5, 21-43)

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».

Se fue con él, y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con sólo tocarle el vestido curaré».

Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:

«¿Quién me ha tocado el manto?».

Los discípulos le contestaban:

«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».

Él seguía mirando alrededor, para ver quién había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.

Él le dice:

«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

«No temas; basta que tengas fe».

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:

«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida».

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:

«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor. 

1 febrero 2022, martes de la 4ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Nuestra oración de hoy es una invitación a renovar nuestra fe: “tu fe te ha curado”; “no temas, basta que tengas fe”. La fe que se nos pide es acogida del don de Dios, vínculo personal con Jesucristo. Como en el pasaje de la tempestad calmada también se nos exhorta a vencer el miedo con la fe.

Una autoridad entre los judíos, venciendo prejuicios, se acerca a Jesús para suplicarle; una mujer desesperada quiere tocar el vestido de Jesús con la confianza de que con solo eso se curará. Sus expectativas son colmadas y superadas. 

Nosotros nos acercamos a Jesús con nuestra fe cristiana, nos toca en los sacramentos. Necesitamos escuchar su palabra: “¡levántate!”. Reconocer que nuestra vida es “en Cristo” y así afrontar cada momento, con amor cristiano; ¡ven Espíritu Santo! Haznos creer en la presencia de Jesucristo, aumenta nuestra fe. 

30 enero 2022, domingo de la 4ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (1, 4-5. 17-19)

En los días de Josías, el Señor me dirigió la palabra:

«Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré:
te constituí profeta de las naciones.

Tú cíñete los lomos: prepárate para decirles todo lo que yo te mande.

No les tengas miedo, o seré yo quien te intimide.

Desde ahora te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y al pueblo de la tierra.

Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte - oráculo del Señor -».

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab y 17
R. Mi boca contará tu salvación, Señor.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
R.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú,
Dios mío, líbrame de la mano perversa.
R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.
R.

Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.
R.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31-13, 13 (12, 31-13 13)

Hermanos:

Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente.

Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.

Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.

Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.

El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor no pasa nunca.

Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.

Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; más, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.

En una palabra: quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (4, 21-30)

En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír»

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.

Y decían:

«¿No es éste el hijo de José?»

Pero Jesús les dijo:

«Sin duda me diréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún»

Y añadió:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se seguía su camino.

Palabra del Señor. 

30 enero 2022, domingo de la 4ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

La oración es abrirse a la mirada de Dios sobre nosotros y dejar que nos hable, escuchar para amar más y seguirle mejor.

“La oración es la llave maravillosa que nos abre todos los tesoros del cielo”. (San Agustín)

Hoy es domingo, un día de descanso. Podemos preparar nuestro encuentro con Dios con mayor paz.

Jesús, que acababa de comenzar su vida pública, en el Evangelio de hoy vuelve a Galilea, donde lee el pasaje del profeta Isaías y declara: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”. Los oyentes se levantaron indignados y le expulsaron de la ciudad. Estas palabras que Jesús dijo en la sinagoga pueden aplicarse a cualquier tiempo y nos recuerdan que Jesús nos trae la salvación. José, hombre fiel y justo, y María, llena de gracia, fueron valientes y creyeron al Señor, dejando de lado las voces de orgullo y duda humanos.

Nos dices, Señor, que ningún profeta es bien mirado en su tierra. A veces hacemos más caso a lo que vemos en televisión que a los consejos que nos dan nuestros familiares o nuestros amigos. En ocasiones damos menos importancia a las personas que tenemos más cerca. Jesús, Tú hablas en lo profundo de mi corazón, estás más cerca de mí que yo mismo. Por eso te amo, te escucho y te sigo.

Cuántas veces he leído la segunda lectura en bodas y momentos de entrega a Jesús. Realmente cuando uno está enamorado de alguien, todo cambia. Por eso decía San Agustín: “Ama y haz lo que quiera”. 

“El amor es la perfección del espíritu y la caridad es la perfección del amor” (San Francisco de Sales)

Pasar mi vida por el corazón de Dios en este domingo y dar gracias a Dios por todo lo que me regala. Que viva el domingo como un regalo del Señor. Es la fiesta del Señor. Hoy que todo parece ir cambiando, donde se organizan actos deportivos, culturales y se va perdiendo recordar el día que celebramos: la resurrección de Jesús. Preparar la eucaristía y vivirla con amor.

Que yo lo viva con mucha, fe, esperanza y amor, y que todo lo vida desde el amor de Jesús.

Mañana celebramos la festividad de San Juan Bosco, patrón de la juventud y fundador de la Formación Profesional. “Os amo porque sois jóvenes”. “Dadme almas y llevaos todo lo demás”. Hizo descubrir a muchos jóvenes el sentido del domingo. 

29 de enero de 2022, sábado de la 3ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (12, 1 7a. 10-17)

En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y le dijo:

«Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y vacas. El pobre, en cambio, no tenía más que una cordera pequeña que había comprado. La alimentaba y la criaba con él y con sus hijos. Ella comía de su pan, bebía de su copa y reposaba en su regazo; era para él como una hija.

Llegó un peregrino a casa del rico, y no quiso coger una de sus ovejas o de sus vacas y preparar el banquete para el hombre que había llegado a su casa, sino que cogió la cordera del pobre y la aderezó para l hombre que había llegado a casa».

La cólera de David se encendió contra aquel hombre y replicó a Natán:

«Vive el Señor que el hombre que ha hecho tal cosa es reo de muerte. Resarcirá cuatro veces la cordera, por haber obrado así y por no haber tenido compasión».

Entonces Natán dijo a David:

«Tú eres ese hombre. Pues bien, la espada no se apartará de tu casa jamás, por haberme despreciado, y haber tomado como esposa a la mujer de Urías, el hitita, Así dice el Señor: “Yo voy a traer la desgracia sobre ti, desde tu propia casa. Cogeré a tus mujeres ante tus ojos y las entregaré a otro, que se acostará con ellas a la luz misma del sol. Tú has obrado a escondidas. Yo, e, cambio, haré esto a la vista de todo Israel y a la luz del sol”».

David respondió a Natán:

«He pecado contra el Señor»

Y Natán le dijo:

«También el Señor ha perdonado tu pecado. No morirás. Ahora bien, por haber despreciado al Señor con esa acción, el hijo que te va a nacer morirá. sin remedio».

Natán se fue a su casa.

El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó enfermo.

David oró con insistencia a Dios por el niño. Ayunaba y pasaba las noches acostado en tierra.

Los ancianos de su casa se acercaron a él e intentaban obligarlo a que se levantara del suelo, pero no accedió, ni quiso tomar con ellos alimento alguno.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 50, 12 -13. 14-15. 16-17
R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
R.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
R.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 35-41)

Aquel día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos:

«Vamos a la otra orilla».

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.

Lo despertaron, diciéndole:

«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:

«¡Silencio, enmudece!».

El viento cesó y vino una gran calma.

Él les dijo:

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».

Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:

«¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas lo obedecen!».

Palabra del Señor. 

29 enero 2022, sábado de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Vivimos un tiempo de increencia generalizada y esta nos afecta, sin duda. Nuestra fe es sometida a la duda y a la prueba de la increencia y el materialismo dominantes. Brota a veces espontánea y radical la inseguridad, la incertidumbre. Tal vez recordamos que, a santa Teresita, la santa de los tiempos modernos, en sus últimos meses de vida y estando en el carmelo desde los 16 años, le asaltaron terribles dudas de fe, que ella calificó como un “sentarse en la mesa de los pecadores”.

El evangelista Marcos, hoy, muestra cómo la fe es compatible con las dudas y el miedo. La fe es confiar en Dios, en que Él dirige mi vida desde el amor. A veces, los sentidos nos apremian en dirección opuesta. Solo queda orar y esperar a la acción salvadora del Señor, a quien el viento y el mar obedecen. Pedimos hoy en la oración, ojalá en consolación, la perseverancia en la fe y en la esperanza contra toda esperanza. Lo pedimos por todos los que oramos juntos en el Movimiento de santa María.

El libro de Samuel nos invita en la persona del rey David a reconocer nuestro pecado, que camuflamos con orgullo y falsas razones. El fruto del pecado es la muerte, el fracaso. La redención del pecado es el amor perdonador y sanador de Dios en Jesucristo. A su misericordia infinita nos encomendamos. 

28 de enero de 2022, viernes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (11, 1-4a. 5-10a. 13-17)

A la vuelta de un año, en la época en que los reyes suelen ir a la guerra, David envió a Joab con sus servidores y todo Israel. Masacraron a los amonitas y sitiaron Rabá, mientras David se quedó en Jerusalén.

Una tarde David, se levantó de la cama y se puso a pasear por la terraza del palacio. Desde allí divisó a una mujer que se estaba bañando, de aspecto muy hermoso.

David mandó averiguar quién era aquella mujer.

Y le informaron:

«Es Betsabé, hija de Elián, esposa de Urías, el hitita».

David envió mensajeros para que la trajeran.

Ella volvió a su casa.

Quedó encinta y mandó este aviso a David:

«Estoy encinta».

David, entonces, envió esta orden a Joab:

«Mándame a Urías, el hitita».

Joab se lo mandó.

Cuando llegó Urías, David le preguntó cómo se encontraban Joab y la tropa y cómo iba la guerra.

Luego le dijo:

«Baja a tu casa a lavarte los pies».

Urías salió del palacio y tras de él un regalo del rey. Pero Urías se acostó a la puerta del palacio, con todos los servidores de su señor, y no bajo a su casa.

Informaron a David:

«Urías no ha bajado a su casa».

David le invitó a comer con él y le hizo beber hasta ponerle ebrio.

Urías salió por la tarde a acostarse en su jergón con los servidores de su señor, pero no bajo a su casa.

A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab, que le mandó por Urías.

En la carta había escrito:

«Poned a Urías en primera línea, donde la batalla sea más encarnizada. Y luego retiraos de su lado, para que lo hieran y muera».

Joab observo la ciudad y situó a Urías en el lugar en el que sabía que estaban los hombres más aguerridos.

Las gentes de la ciudad hicieron una salida. Trabaron combate con Joab, y hubo bajas en la tropa, entre los servidores de David. Murió también Urías, el hitita.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 50, 3-4. 5-6a. 6bc-7. 10-11
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
R.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.
R.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
R.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
R.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 26-34)

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:

«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Dijo también:

«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar en su sombra».

Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Palabra del Señor. 

28 enero 2022, viernes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia. Puntos de oración

1. Un día, al atardecer, se levantó de dormir y se puso a pasear por la terraza del palacio; desde ahí vio... (2 Sam 11)

Conocemos lo que viene después: un adulterio, un asesinato, y todo sin conciencia de pecado. Necesitó al profeta Natán que les cantase las cuarenta para darse cuenta. 

Lección vista, lección aprendida. Cuidado de los pequeños detalles, sobre todo si -como David- eres rey y estás destinado a cosas grandes: la santidad. 

2. Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. (Salmo 50) 

Después de contemplar a David pecador, nos enternecemos con su conmovedora conversión, su arrepentimiento, su entrañable salmo miserere…Paladea sus palabras una y otra vez hasta sintonizar con los sentimientos del desagradecido, traidor y… a pesar de todo es perdonado, “misericordiado” en frase del Papa Francisco. 

3. El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra […] como una semilla de mostaza (Mc 4,26-34) 

Con qué belleza, paciencia y sencillez nos explica el Señor cómo es su Reino. Lo expone al alcance de todos. Basta con abrir el corazón. Jesús, Rey, Sembrador generoso cien por cien, me elige como tierra en la que siembra su semilla, deposita su mostaza… 

Gracias, Señor, por tu elección; gracias por tu siembra generosa; Tú lo sabes todo, Tú lo puedes todo y me amas como nadie. Riega, abona la semilla para que dé frutos de santidad y caridad. 

En vísperas de la fiesta de san Juan Bosco te pido obreros como él para que surjan nuevos jóvenes entusiasmados con el atractivo de la virtud y el gozo de ser santos. 

María, Reina y Madre, ¡totus tuus! 

27 de enero de 2022, jueves de la 3ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (7, 18-19. 24-29)

Después de que Natán habló a David, el rey vino a presentarse ante el Señor y dijo:

«¿Quién soy yo, mi Dueño y Señor, y quién la casa de mi padre, para que me hayas engrandecido hasta tal punto? Y, por si esto fuera poco a los ojos de mi Dueño y Señor, has hecho también a la casa de tu siervo una promesa para el futuro. ¡Esta es la ley del hombre, Dueño mío y Señor mío!

Constituiste a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios.

Ahora, pues, Señor Dios, confirma la palabra que has pronunciado acerca de tu siervo y de tu casa y cumple tu promesa. Tu nombre sea ensalzado por siempre de este modo: “¡El Señor del universo es el Dios de Israel y la casa de tu siervo David permanezca estable en tu presencia!”.

Pues tú, Señor del universo, Dios de Israel, has manifestado a tu siervo: “Yo te construiré una casa”. Por eso, tu siervo ha tenido ánimo para dirigirte esta oración. Tú, mi Dueño y Señor, eres Dios. tus palabras son verdad y has prometido a tu siervo este bien.

Dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca para siempre ante ti. Pues tú, mi Dueño y Señor, has hablado, sea bendita la casa de tu siervo para siempre».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 131, 1-2. 3-5. 11. 12. 13-14
R. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob.
R.

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob».
R.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractara:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono».
R.

«Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono».
R.

Porque el Señor ha elegido a Sion,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo».
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (4, 21-25)

En aquel tiempo, Jesús dijo al gentío:

«¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero?

No hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no haya nada oculto, sino para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga».

Les dijo también:

«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».

Palabra del Señor. 

27 enero 2022, jueves de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Después que el profeta Natán anunciara la fidelidad de Dios para con David y su descendencia, hoy escuchamos una hermosa oración de David, llena de humildad y confianza, dando gracias a Dios, reconociendo su iniciativa y pidiéndole que le siga bendiciendo a él y a su familia. Nosotros debemos reconocer la actuación salvadora de Dios, dar gracias a Dios porque todo nos lo da gratis y sentir la preocupación de que su Nombre sea conocido en todo el mundo. Que la gloria sea de Dios y no nuestra. Nos podemos inspirar orando el Magnificat de la Santísima Virgen.

La parábola o comparación del candil nos indica que el Reino de Cristo Jesús no quedará oculto, sino aparecerá como manifestación de Dios, pues Él mismo dijo “yo soy la Luz del mundo”.

La medida que utilicemos con otros será usada para nosotros y con creces. Estamos llamados a acoger en nosotros mismos la semilla de la Palabra para vernos llenos, generosamente llenos, de los dones de Dios y repartirlos. Sobre todo, al final de los tiempos poder experimentar cómo Dios recompensará con el ciento por uno lo que hayamos hecho por Él y por las demás personas. 

26 enero 2022, miércoles de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. San Timoteo y san Tito, obispos

Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,1-8)

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, para anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido: gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Doy gracias a Dios, a quien sirvo como mis antepasados, con conciencia limpia, porque te tengo siempre presente en mis oraciones noche y día.

Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría. Evoco el recuerdo de tu fe sincera, la que arraigó primero en tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy seguro que también en ti.

Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por imposición de mis manos porque, pues Dios no nos ha dado un espíritu cobardía, sino de fortaleza, amor y de templanza.

Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 95, 1-2ª. 2b-3, 7-8a.10
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe,
y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente».
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 1-9)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”.

Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.

Si entráis en una ciudad y os reciben, comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”».

Palabra del Señor. 

26 enero 2022, miércoles de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. San Timoteo y san Tito, obispos. Puntos de oración

La primera lectura, el salmo y el Evangelio de hoy tienen un tema claro que nos da materia de oración más que suficiente: la misión. Ofrezco algunas ideas sobre las cuales poder guiar nuestra oración:

1) La misión de anunciar es de toda la Iglesia. Todo bautizado debe ser misionero, sino está faltando a su deber como bautizado. Puedes hoy hacer un examen de tu misión: ¿tengo compartimentos estancos o soy cristiano siempre y en todo lugar y tengo conciencia de ello? ¿Me preocupa SALVAR ALMAS? ¿Soy original en mi labor misionera o como cristiano o me conformo con “cositas cristianas”?

2) La misión parte de saberse enviado. Pablo se sabe enviado por Jesús y Pablo envía a su vez a otros en nombre de Cristo. Todo envío parte del Espíritu: ¿Me encomiendo asiduamente al Espíritu? ¿Reavivo el Espíritu que hay en mí? ¿Me preocupo por saber qué quiere Dios de mí? ¿Vivo mi día en comunión con Dios, que me envía? ¿Me siento hijo de la Iglesia, misionero de su parte?

3) Las lecturas pueden tener también una clara lectura sacerdotal. ¿Doy gracias a Dios por los sacerdotes? ¿Reconozco toda la grandeza del sacerdocio o los considero solamente “dispensadores de sacramentos”? ¿Rezo por las vocaciones? 

4) La misión parte de saberse salvado por el Señor, de saberse objeto de las gracias y de las “maravillas del Señor” (salmo) que son las que he de contar a toda la creación. Y la misma misión pone paz en mi corazón y en los demás: ¿soy mensajero de la paz? ¿Busco la paz del Señor? “El alma que anda en amor ni cansa ni se cansa”.

Feliz oración, pequeño siervo del Señor, pequeño misionero. 

25 de enero de 2022, martes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. La Conversión de san Pablo, apóstol

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22, 3-16)

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo:

«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad; me formé a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto celo como vosotros mostráis hoy. Yo perseguí a muerte este Camino, encadenando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres, como pueden atestiguar en favor mío y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todo el consejo de los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y me puse en camino con el propósito de traerme encadenados a Jerusalén a los que encontrase allí, para que los castigaran.

Pero yendo de camino, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía:

“Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?”.

Yo pregunté:

“¿Quién eres, Señor?”.

Me respondió:

“Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues”.

Mis compañeros vieron el resplandor, pero no oyeron la voz que me hablaba.

Yo pregunté:

“¿Qué debo hacer, Señor?”.

El Señor me respondió:

“Levántate, continúa el camino hasta Damasco, y allí te dirán todo lo que está determinado que hagas”.

Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.

Un cierto Ananías, hombre piadoso según la Ley, recomendado por el testimonio de todos los judíos residentes en la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo:

“Saúl, hermano, recobra la vista”.

Inmediatamente recobré la vista y lo vi.

Él me dijo:

“El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, veas al Justo y escuches la voz, de sus labios, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Ahora, ¿qué te detiene? levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre”».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 116, 1. 2
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.
R.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (16, 15-18)

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:

«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y sea bautice se salvará; el que no crea será condenado.

A los que crean, los acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Palabra del Señor. 

25 enero 2022, martes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. La Conversión de san Pablo, apóstol. Puntos de oración

La oración de hoy puede transcurrir en varias composiciones de lugar. Me voy a referir a dos solamente: 1ª Hoy concluyen las jornadas dedicadas a la oración por la unión de los cristianos. Es necesario rezar para que se acabe esta situación de escándalo en nuestro mundo. Los cristianos debemos ser uno como uno es Cristo. Ya sé que el desánimo por no ver fruto nos hunde, pero no por eso debemos dejar de rezar y en la medida que podamos actuar.

Pero la segunda composición a la que te quiero invitar hoy es a acercarte un poco más a la figura de san Pablo. Este hombre fue el artífice de la organización primera de la Iglesia; él es la mente prodigiosa que piensa lo que hay que hacer y con sus viajes, con sus cartas, sus sermones anima, ilumina, construye la Iglesia de los primeros tiempos.

Pero no sólo es el gran organizador de la Iglesia, además también pone el corazón en todas sus obras: el amor apasionado que tiene Pablo a Cristo no es fácil de igualar. Todos los momentos de su vida son para el Señor y sus preocupaciones no son otras que el Señor Jesús. Todo el ardor que pone en la difusión del Evangelio se une al enorme afecto que profesa por todos los discípulos. En sus escritos se ocupa de las grandes líneas y doctrinas, pero a la vez se preocupa de mínimos detalles de la vida de los fieles. Pablo era tan odiado por los judíos como amado por los cristianos y cuando es apedreado por su fe, se levanta y sigue su camino sin más.

Pidámosle a la Virgen hoy que nos dé un poco del celo apostólico de Pablo y un mucho del gran amor que tenía a Cristo. 

24 de enero de 2022, lunes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (5, 1-7. 10)

En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón y le dijeron:

«Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearas a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”».

Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.

David tenía treinta años cuando comenzó a reinar. Y reinó cuarenta años; siete años y seis meses sobre Judá en Hebrón, y treinta y tres años en Jerusalén sobre todo Israel y Judá.

David se dirigió con sus hombres a Jerusalén contra los jebuseos que habitaban en el país. Estos dijeron a David:

«No entrarás aquí, pues te rechazarán hasta los ciegos y los cojos».

Era como decir: David no entrará aquí. Pero David tomó la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David.

David iba engrandeciéndose, pues el Señor, Dios del universo, estaba con él.

Palabra del Señor

Salmo Responsorial
Sal 88, 20. 21-22. 25-26
R. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.

Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado de entre el pueblo».
R.

«Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso».
R.

«Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río».
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (3, 22-30)

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:

«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».

Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:

«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.

En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».

Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Palabra del Señor. 

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