30/04/2010, Viernes de la 4ª semana de Pascua.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 26-33)

En aquellos días, habiendo llegado Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga: -«Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las profecías que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que lo habían acompañado de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. Nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a los hijos resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy."»

Salmo responsorial (Sal 2,6-7.8-9. 10-11)
R. Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.

Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.» Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.» R.

«Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra: los gobernarás con cetro de hierro, los quebrarás como jarro de loza.» R.

Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra: servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (14, 1-6)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» Tomás le dice: -«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: -«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»

30 abril 2010, viernes de la 4ª semana de Pascua – Puntos de oración

Hay en las lecturas de este día una frase que me ha impactado. Posiblemente no sea la más importantes, ni la principal del texto, pero quizás es por eso por lo que me ha llamado la atención, porque veo que en la frase aparentemente menos importante, más sencilla y secundaria, el Señor también nos está diciendo algo.

De la segunda lectura la frase que me impactó es la que dice: “Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí”. Así comienzan las palabras de Jesús. En un tiempo de ansiedad y zozobras como el que vivimos, el Señor nos sale al paso diciendo que no tiemble nuestro corazón.

A los estudiantes que empiezan su época de exámenes, el Señor les dice: “Que no tiemble vuestro corazón”.

A los que se ven agobiados por la crisis económica y el paro, el Señor les dice: “Que no tiemble vuestro corazón”.

A los que no le ven salida a un conflicto matrimonial, el Señor les dice: “Que no tiemble vuestro corazón”.

A los que se ven aplastados por la enfermedad, el Señor les dice: “Que no tiemble vuestro corazón”.

Y, ¿cómo hacer para que no tiemble nuestro corazón Señor? Creed en Dios y creed también en mí -nos contestará- y así viviréis en la paz que transmite Cristo resucitado. En muchas ocasiones temblamos y nos asustamos ante los acontecimientos adversos de la vida por nuestra poca fe. En definitiva es un problema de confianza, de fiarse de Dios. En alguna ocasión he comentado en público que, a medida que pasan lo años… ¡vivo menos de fe!. Ante la expresión de desconcierto de los que me escuchan tengo que explicarme mejor. Quiero decir con esto que según van pasando los años, miro para atrás y veo que me vida está tachonada de acontecimientos o hechos concretos del amor de Dios. Quizás no grandes cosas pero sí hechos constatables con día y hora concretos. A medida que pasan los años mi experiencia del amor de Dios ha ido aumentando de tal modo que no es la fe la que me hace confiar en El, sino el recuerdo de los hechos pasados, la memoria de su Amor. “Haz conmigo siempre Señor como sabes y quieres porque no puedo dudar que me amas” dice la canción. Ya no, Señor, ya no puedo dudar de Tu amor, ¡me lo has demostrado tantas veces!

El problema es que no siempre nos enteramos del amor infinito con el que el Señor guía nuestros pasos. Y esto nos pasa porque quizás no nos hemos dejado sorprender por el Señor. A menudo preferimos la seguridad de nuestros raquíticos planteamientos al vértigo de dejarse llevar por los planes del Otro. Y a veces hay que atreverse a poner a Dios en un compromiso, a “obligarle” a demostrarnos su amor. Como hizo María en las bodas de Caná; que se acercó a su Hijo a decirle que no tenían vino y a continuación les dijo a los criados: “haced lo que El os diga” adelantándose a la hora prevista por Jesús para empezar a manifestarse. María le forzó a “mojarse” (por decirlo de alguna manera) a implicarse en la vida cotidiana de aquella joven pareja de Galilea. No tuvo miedo de quedar en ridículo, de ser tachada de ingenua, de ser reprendida porque tenía fe, porque tenía una confianza ciega en Su misericordia.

¡Atrevámonos a confiar, arriesguemos en el nombre del Señor, que no tiemble nuestro corazón! ese es el Camino de la Verdad que nos lleva a la Vida plena.

29/04/2010, Jueves de la 4ª semana de Pascua

Santa Catalina de Siena, virgen y doctora, patrona de Europa

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)

Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Sí decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a)
R. Bendice, alma mía, al Señor.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades, él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.

Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. R.

Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11, 25-30)

En aquel tiempo, exclamó Jesús: -«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mí yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

29 de abril, Santa Catalina de Siena – Puntos de oración

Nuestra oración tiene hoy como intercesora y modelo de contemplación a Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia. Vivió en el siglo XIV consagrándose a Dios como seglar en la Tercera Orden Dominicana. Movida sólo por un ardiente amor a Cristo y a la Iglesia promovió la paz en su tiempo y la unidad de la Iglesia. Así la define el P. Morales en las Semblanzas: “Cristiana auténtica, bautizada coherente, siente el derecho y el deber de defender la pureza del mensaje de Cristo… Apunta incansable a cambiar el corazón de las personas. Sabe que la crisis del mundo son crisis de santos. Lo que Cristo quiere es un puñado de hombres suyos en cada una de las actividades humanas”.

Hacemos nuestra una oración de Santa Catalina en la que expresa su sed de Dios: “Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo en el que cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco. Tú sacias al alma de una manera en cierto modo insaciable, pues en tu insondable profundidad sacias al alma de forma que siempre queda hambrienta y sedienta de Ti, Trinidad eterna, con el deseo ansioso de verte a Ti, la luz, en tu misma luz”.

La primera lectura de este día habla de la Sangre de Cristo, signo del amor hasta el extremo con que hemos sido amados: “Si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados”. En su amor apasionado a Cristo, Santa Catalina veneraba el misterio de la Sangre de Cristo, que nos ha alcanzado la redención y el perdón de los pecados. Así escribía en una carta unas palabras impresionantes: “Ahogaos en la sangre de Cristo crucificado, y bañaos en la sangre, embriagaos de la sangre, revestíos de la sangre. Y si hubierais llegado a ser infiel, bautizaos de nuevo en la sangre; si el demonio hubiese ofuscado el ojo del intelecto, lavaos en el ojo con la sangre; si hubierais caído en la ingratitud de los dones no conocidos, sed gratos en la sangre… En el calor de la sangre disolved la tibieza, y en la lumbre de la sangre caiga la tiniebla y sed esposo de la verdad”. Si ahora volvemos a leer estas encendidas palabras y donde pone “sangre de Cristo”, leemos “amor de Cristo”, comprenderemos plenamente su sentido, pues el amor a Cristo ha llegado hasta derramar su sangre en la Cruz por nosotros.

La humilde Doctora de Siena es la mística de la Iglesia, sobre la que ve fluir continuamente la sangre del Salvador en el sacrificio de la Misa y en los sacramentos. Pidamos ese mismo amor capaz de hacerse servicio a la Iglesia. Meditemos estas frases de la santa:

  • Por amor a Jesucristo, debemos apasionarnos por la santa Iglesia
  • El más agradable a Dios de todos los servicios es servir a su dulce Esposa, la Iglesia
  • La Iglesia no es otra cosa que Cristo
  • El Papa es el dulce Cristo en la tierra.

Concluyamos nuestra oración ofreciéndonos en este día por la Iglesia, Esposa de Cristo, renovando nuestros compromisos de militantes o nuestra consagración de cruzados en servicio de la Iglesia. Oremos por el Papa Benedicto XVI, “dulce Cristo en la tierra”, que está sufriendo en estos momentos el acoso injustificado del ateísmo militante.

28/04/2010, Miércoles de la 4ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 24-13, 5)

En aquellos días, la palabra de Dios cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos. En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Círeneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: -«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado.» Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como asistente a Juan.

Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines de orbe. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (12, 44-50)

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: -«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»

27 abril 2010, miércoles de la 4ª semana de Pascua – Puntos de oración

Por el camino de Emaús dos de los seguidores de Cristo regresan a su pueblo. Emaús es una pequeña aldea de Judea, dista unos once o doce kilómetros de Jerusalén. Está atardeciendo. Van llenos de amargura y decepción. Saben que Cristo, el Maestro ha muerto. Han oído algo que han dicho unas mujeres de su Comunidad pero no quieren prestar oídos; piensan: si hubiera resucitado lo hubiéramos visto.

María Magdalena con su amor vivo y esperanzado lo ha visto ya, ellos tendrán que "calentar el corazón" como nos dice San Lucas.

Mientras ellos van conversando de todo lo sucedido, un caminante se les ha unido y les va hablando con voz cálida y persuasiva: - “Oh, insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas ¿no era preciso que Cristo padeciera eso y entrara así en la gloria? Y empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó todo lo que había sobre él en todas las escrituras” (Lucas 24, 25-27).

Lo oían y estaban embelesados pero no lo reconocían. No queremos saber que camina en nuestro mismo camino y siempre junto a nosotros. No vaya a ser que sus palabras y su mirada nos hagan sus prisioneros.

Pero hay veces que es una enfermedad, un accidente, una pena, un momento especial en nuestras vidas que hacen que lo veamos, que la venda caiga de nuestros ojos, y ahí está, frente a nosotros, junto a nosotros, es El, "sus manos están partiendo el pan" y la gracia se hace viva en nuestros corazones.

Y los apóstoles que están cenando con el caminante, al reconocerlo se levantan, corren y regresan a Jerusalén. No guardan para sí su alegría, tienen que comunicarla y repartirla. Así nosotros, si el compañero de nuestro diario vivir es Jesús, no podemos esconder ni guardar para nosotros solos esa gran verdad, hemos de proclamarla para que todos los hombres estemos conscientes de esa maravillosa compañía.

Él sabe lo testarudos que somos, lo difícil que le es al hombre creer en lo que no ve. Más aún, en lo que no palpa. Y cuando se vuelve a aparecer al resto de los apóstoles adivina sus pensamientos y les dice: -“¿Por qué os turbáis y por qué sube a vuestro corazón esos pensamientos? Ved mis manos y mis pies. Si soy yo. Palpadme y ved, los espíritus no tienen carne y huesos como veis que tengo yo” (Lc, 24, 38-43). Y les va mostrando sus manos donde están sus heridas aún abiertas. Abre su túnica y ven su carne rota por larga y profunda herida, allí donde late el corazón. No hay misterios ni fantasías. Es Él, y con una sonrisa tierna les dice: -“¿Tenéis algo de comer?”

Tomás no estaba con ellos en ese grandioso momento. Y cuando Jesús le dice: -“Tomás trae tu dedo y mételo en las llagas de mis manos, trae tu mano y métela en mi costado” (Jn 20,27). Tomás toca, palpa y deslumbrado y aplastado, cae de rodillas y dice: -“Señor mío y Dios mío”. Y Jesús responde ante esta bellísima oración: -“Tomás porque has visto has creído, dichosos los que han creído sin ver”.

No nos empeñemos en "tocar y ver". Amémosle, que es mucho más sólido nuestro amor que nuestras manos. La humildad y profundidad de nuestra fe hará que haya una llama ardiente en nuestro corazón porque sabemos, porque creemos que Cristo es el compañero fiel en todos los instantes de nuestra vida.

27/04/2010, Martes de la 4ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26)

En aquellos días, los que se hablan dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquia, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquia, se pusieron a hablar también a los helenistas, anunciándoles la Buena Noticia del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos.

Salmo responsorial (Sal 86, 1-3, 4-5. 6-7)
R. Alabad al Señor, todas las naciones.

Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R.

«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.» Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.» R.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.» Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.» R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (10, 22-30)

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: - «¿Hasta cuando nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.» Jesús les respondió: - «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

27 abril 2010, martes de la 4ª semana de Pascua – Puntos de oración

El amor es más grande y más definitivo que la muerte

La Pascua es la explosión definitiva del amor. Del amor de un Dios que en Jesucristo –verdadero Dios y verdadero hombre- se hace pascua para nosotros, se hace dolor, injusticia, muerte por nosotros para derrotar definitivamente al dolor, a la injusticia y a la muerte. Y si su paso –ya pascua- entre nosotros fue el paso del amor, su cruz y su pascua son la exaltación, la glorificación del amor. El amor llevado hasta el extremo, hasta el abismo y hasta lo más sublime.

Y la Pascua –la cruz y la resurrección de Jesucristo- no es magia: “La Pascua –exclamó el Papa Benedicto XVI en su mensaje urbi et orbi del día de la Pascua 2010- no consiste en magia alguna. De la misma manera que el pueblo hebreo se encontró con el desierto, más allá del Mar Rojo, así también la Iglesia, después de la Resurrección, se encuentra con los gozos y esperanzas, los dolores y angustias de la historia. Y, sin embargo, esta historia ha cambiado, ha sido marcada por una alianza nueva y eterna, está realmente abierta al futuro. Por eso, salvados en esperanza, proseguimos nuestra peregrinación llevando en el corazón el canto antiguo y siempre nuevo: “Cantaré al Señor, sublime es su victoria»”.

¿Qué es entonces la Pascua?

La Pascua es la verificación de que el amor vence al odio, de que la justicia triunfa sobre la injusticia, de que el sufrimiento está cuajado de valor redentor, de que el mal no tiene la última y acaba sucumbiendo ante el bien, de la que la muerte es siempre derrotada por la vida.

La Pascua la respuesta a los interrogantes que siempre inquietan y acongojan el corazón del hombre. La Pascua es la certeza en el encuentro que tanto se busca y persigue. La Pascua es el clamor de eternidad y de felicidad que late en el alma humana. La Pascua es la demostración de que procedemos de Dios y a El nos encaminamos. La Pascua es la vocación y la heredad de la sufriente y anhelante humanidad de hoy, de ayer y de siempre, la brújula de su caminar vacilante, entre gozos y sombras, entre esperanzas y frustraciones.

Tenía que ser así. Ni sido hemos creado de la pura y material nada, ni por nadie, ni nos dirigimos a la destrucción y al olvido. La vida no es un absurdo insoportable, una imposible utopía. La vida no es quimera. La vida tiene sentido. La historia tiene esperanza. La humanidad tiene futuro, futuro para siempre. Somos ciudadanos de los cielos nuevos y de la tierra nueva, de la humanidad nueva y definitiva inaugurada por Jesucristo. La existencia terrena no es una inmensa farsa, sujeta a los vaivenes y a los vientos de la suerte, del destino y de la casualidad. La Pascua es la causalidad de un Dios que nos creó, que nos remidió y que nos santifica. Somos el pueblo de la Pascua. Y para ello necesitamos ser, en primer lugar, discípulos de ella, aprender en ella, nutrirnos en ella; y después, testimoniarla con nuestras vidas y con nuestras obras.

Y si la Pascua es la luz que alumbra sobre las tinieblas, la belleza que emerge sobre tantas fealdades aun maquilladas, el bien que supera el mal, el perdón que elimina el rencor, la justicia que se impone sobre la injusticia, la esperanza que desvanece la desesperanza, la paz que vence a la violencia, la vida que derrota a la muerte, el amor que es más grande que el odio, a nosotros, Pueblo de la Pascua, nos corresponde aprender de esa luz, de esa belleza de ese bien, de ese perdón, de esa justicia de esa esperanza, de esa paz, de esa vida y de ese amor. Y solo así y luego seremos testimonios vivos de ella.

26/04/2010, Lunes de la 4ª semana de Pascua

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2, l-l0)

Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

Salmo responsorial (Sal 118, 99-100. 101-102. 103-104)
R. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.

Soy más docto que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes. R.

Aparto mí pie de toda senda mala, para guardar tu palabra; no me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido. R.

¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca! Considero tus decretos, y odio el camino de la mentira. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 13-16)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

26 abril 2010, lunes de la 4ª semana de Pascua – Puntos de oración

De la primera lectura, vamos a contemplar con tranquilidad estas palabras: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.»

Tenemos que agradecer a Dios lo que tiene preparado para los que le son fieles, lo que tiene preparado para nosotros, pues nos ha hecho sus hijos adoptivos por la gracia santificante. Acordarse del Cielo ante las dificultades que se presentan en nuestra vida cristiana, nos ayuda para seguir por este camino “estrecho” y a la vez, “del yugo llevadero y suave carga”, si estamos unidos a Cristo.

El Cielo es muchísimo más de lo que pensamos, porque Dios nos ha preparado la felicidad para siempre, y nunca nos cansaremos de gozar de ella. El Cielo consiste en ver, amar y gozar de Dios eternamente. Y gozar de Cristo en esta vida, vivir y aumentar la vida de la gracia en el alma, ya es adelantar el Cielo. Ahora Gracia, luego Gloria. Merece la pena ser santos.

Del Evangelio nos ayuda esta cita de San Juan Crisóstomo:

«Es como si les dijera: “El mensaje que se os comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habéis de transmitirlo a todo el mundo. Porque no os envío a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os envío a toda una nación, como en otro tiempo a los profetas, sino a la tierra, al mar y a todo el mundo, y a un mundo, por cierto muy mal dispuesto”. Porque al decir: “Vosotros sois la sal de la tierra”, enseña que los hombres han perdido su sabor y están corrompidos por el pecado. Por ello exige sobre todo de sus discípulos aquellas virtudes que son más necesarias y útiles para el cuidado de los demás» (San Juan Crisóstomo).

La sal sirve para preservar los alimentos de la corrupción y para dar sabor, mezclándose con los alimentos; pues así, de este modo debe ser nuestra vida de apostolado: discreta, con el ejemplo (“bien predica fray ejemplo sin alborotar el templo”, dice el refrán popular), con simpatía, afecto, sencillez, amistad, con virtudes humanas y sobrenaturales, irradiando al Señor.

Y ahora reflexionar que también somos «la luz del mundo.» La luz sirve para ver mejor la realidad, para distinguir lo verdadero de las sombras falsas, permite marchar por el camino -a veces oscuro- de la vida y con la luz se puede distinguir la belleza de los colores. Tenemos que ser para los demás: un punto de referencia -de luz- donde encontrar la verdad divina; un vivero de doctrina segura que enseñe el camino verdadero; una roca en el oleaje de la vida; un ejemplo de vida cristiana imitable, amable, que descubra la belleza y la profundidad y los colores de la enseñanza de Cristo, para que el Padre sea glorificado.

Oración final:

ORACIÓN DE SAN ALFONSO MARIA LIGORIO Doctor de la Iglesia. 1696 - 1787

“Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos. Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás. Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia! Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo. Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén”.

25/04/2010, Domingo de la 4ª semana de Pascua.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 14. 43-52)

En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquia de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios. El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: -«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."» Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Salmo responsorial (Sal 99, 2. 3. 5)
R. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. R.

Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

«El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.» R.

Lectura del libro del Apocalipsis (7, 9. 14b-17)

Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: - «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.»

Lectura del santo evangelio según san Juan (10, 27-30)

En aquel tiempo, dijo Jesús: - «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

25 abril 2010, domingo de la 4ª semana de Pascua – Puntos de oración

Domingo del buen Pastor.
1. Introducción: Hoy domingo es un día especialmente dedicado al Señor. En la Cruzada-Milicia de la Virgen, una vez al mes tenemos por norma dedicar un fin de semana (generalmente desde el sábado por la noche hasta el domingo por la tarde) a la oración. Es lo que llamamos hacer un retiro. Este fin de semana en algunas ciudades donde estamos nos reunimos en una casa de ejercicios para hacer el retiro juntos cruzados y militantes. Ayudados por el ambiente de silencio y de oración que creamos entre todos es más fácil dedicar este día a la intimidad con el Señor. Si todavía no hacemos cada mes retiro en silencio, no obstante, cada domingo es el día adecuado para dedicar algún rato más a la oración, a la lectura de la Biblia y de otros libros espirituales, que son una buena forma de descansar del trabajo de la semana.
2. Oración preparatoria hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
3. Petición: Dame Señor: “Conoscimiento de los engaños del mal caudillo y ayuda para dellos me guardar, y conoscimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para le imitar. (EE 139)
4. Composición de lugar: hoy IV domingo de Pascua es el domingo del Buen Pastor. En la lectura de la misa se nos ofrecen las palabras de Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
5. Puntos para orar:
a. Leer despacio el evangelio del día. Allí donde halle gracia allí detenerme y no tener prisa por pasar adelante en la lectura.
b. Llenarnos de asombro al pensar que Jesús me prepara una vida eterna. El me conoce por mi nombre. Yo conozco su voz y le sigo. Llenarme de confianza en que Dios me quiere y me quiere llevar al Cielo. Ninguna fuerza podrá separarme ya de él. Nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
c. El evangelio se expande por el poder del Espíritu. Como a San Pablo y San Bernabé, Dios me quiere utilizar para llevar la salvación a muchos en mi ambiente. Pedirle que sea dócil a su llamamiento a traerle ovejas que ahora no están en el redil de la Iglesia.
6. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de Dios y Madre mía, ayúdame a seguir al buen pastor que ha ofrecido su vida por mí, oveja que él ama”.
7. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

24/04/2010, Sábado de la 3ª semana de Pascua.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9, 31-42)

En aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo. Pedro recorría el país y bajó a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla. Pedro le dijo: -«Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y haz la cama». Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarán, y se convirtieron al Señor. Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacia infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba. Lida está cerca de Jafa. Al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle que fuera a Jafa sin tardar. Pedro se fue con ellos. Al llegar a Jafa, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela cuando vivía. Pedro mandó salir fuera a todos. Se arrodilló, se puso a rezar y, dirigiéndose a la muerta, dijo: -«Tabita, levántate». Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él la cogió de la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, se la presentó viva. Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.

Salmo responsorial (Sal 115, 12-13. 14-15. 16-17)
R. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R.

Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. R.

Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 60-69)

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: -«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?» Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: -«¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen». Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: - «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede». Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: - «¿También vosotros queréis marcharos?» Simón Pedro le contestó: -«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios».

23 abril 2010, sábado de la 3ª semana de Pascua – Puntos de oración

¿También vosotros queréis marcharos?... ¡Señor, ¿a quién vamos a acudir?!

Hoy Jesús nos abre su interior. Nos muestra el sufrimiento que siente a causa de las huidas de los suyos –de nuestras huidas-, y nos interpela en la oración. Busca nuestra respuesta. Mirémosle cara a cara, y hablémosle de corazón a corazón.

1) “Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?” Asistimos hoy al triste espectáculo del “deporte” más practicado por los enemigos de la Iglesia: denostar, criticar, tergiversar... Hoy, orquestados contra el papa; ayer, contra Pío XII, o contra la Conferencia Episcopal, o contra algún obispo, o... ¿Mañana...? Pero los ataques más graves que recibe la Iglesia no son los que proceden del exterior (éstos en definitiva la mantienen purificada, despegada de los estilos del mundo; la hacen más semejante a su Señor, que también fue atacado por unos y otros, hasta entregarle a la muerte, y una muerte de cruz). Los ataques más graves contra la Iglesia provienen de las críticas de sus propios hijos, que se escandalizan de las exigencias que proceden de las palabras del Señor. En el evangelio de hoy comprobamos que estos ataques no son nuevos: también en tiempos de Jesús muchos discípulos le criticaban y se escandalizaban de El.

2) “Desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él”. El paso que da el discípulo después de la crítica es “echarse atrás”, renunciar al estilo de vida bebido al contacto con Jesús, acogido al descubrir su cercanía -como los dos de Emaús-, al escuchar su voz y ser encandilados por su palabra y por su figura entera; al reconocerle en la fracción del pan de la Eucaristía y al ver encendida la fe.

Y tras los escalones de la crítica y del echarse atrás en el estilo de vida, llega al escalón más peligroso: dejar a Jesús y a la Iglesia: “no volver a ir con él”. Podemos preguntarnos, como de pasada: los que no vuelven a ir con Jesús, ¿dónde vuelven? La respuesta es ¡con los buitres, donde está la carroña! (cf. Mt 24, 28). Ahora les parece apetecible lo que un día abominaron. Como dice la segunda carta de san Pedro (2, 20-22): “Más les valdría no haber conocido los caminos de la santidad, que después de haberlos conocido, apartarse de la santa doctrina que les fue enseñada. Se les aplica con razón lo que dice el proverbio: «El perro vuelve a su propio vómito», y «el cerdo lavado se revuelca en el barro».

3) “¿También vosotros queréis marcharos?” Jesús no es indiferente ni a las críticas ni a las “rapiñas en el holocausto” de la propia vida, ni a las huidas de los suyos. A Jesús le duelen los pasos que damos para irnos alejando poco a poco de él. Escuchemos dirigida a nosotros esta pregunta directa de Jesús.

4) Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Digámosle al Señor con todo el corazón: “Señor: nadie me ha amado como Tú. Nadie me ha elegido, sino Tú. Tú eres mi vida, mi Dios y mi todo. Sin Ti mi vida no vale nada. Termina siendo carroña, de tanto consumir carroña. Porque sin Ti todo termina en la muerte ¡Sólo Tú tienes palabras de vida, y de vida eterna!

Oración final: Madre nuestra Santa María: enséñame a decir “sí” al Señor, como Tú. Con todo el corazón, con toda mi mente, con todas mis fuerzas. Enséñame a desterrar la crítica de mis labios, y sobre todo, de mi corazón. Ayúdame a no echarme para atrás, a ser fiel al estilo de vida del Evangelio ¡soy tan débil y tan miope! Y sobre todo, no dejes que me aleje de Jesús. Que no se enfríen ni mi fe ni mi amor. Mantennos a todos apiñados, bajo tu manto, junto al Señor. 

23/04/2010, Viernes de la 3ª semana de Pascua.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9, 1-20)

En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor. Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres. En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: -«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Preguntó él: -«¿Quién eres, Señor?» Respondió la voz: -«Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer.» Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber. Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: -«Ananías.» Respondió él: -«Aquí estoy, Señor.» El Señor le dijo: -«Ve a la calle Mayor, a casa de judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.» Ananías contestó: - «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.» El Señor le dijo: -«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre.» Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: -«Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.» Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.

Salmo responsorial (Sal 116, 1. 2)
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 52-59)

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: -«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: - «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

23 abril 2010, viernes de la 3ª semana de Pascua – Puntos para la oración.

Os transcribo el esquema que hace el P. Tirso Arellano, S.J. en una de sus obras, al comentar el versículo 56 del capítulo 6 de S. Juan: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.” Pidamos “que pasemos a ser aquello que recibimos” (L.G.26).

I. SENTIDO DE ESAS PALABRAS:

A. Son la síntesis de todo el discurso de Cafarnaum.

B. Son el resumen de todos los efectos de la Eucaristía.

C. Son el ápice de todos los frutos que podemos sacar:

1. Permanencia habitual y continua.

2. Toma de posesión mutua por ambas partes.

3. Alimento que da vida, vida que da inmortalidad.

II. “ESTÁ EN MI”:

A. Me incorpora El a mí en su propio ser.

B. Me cambio yo en el alimento que tomo.

C. Quedo yo fundido en El:

1. Más que por la incorporación en el Cuerpo Místico.

2. Más que por el mero estado de gracia.

3. Distinto de la permanencia de las especies.

D. Cuando Cristo toma posesión de mi alma:

1. Cuando viene a mí y me penetra.

2. Cuando me lo asimilo y me transforma.

3. Cuando desaparezco yo y queda El…

III. “Y YO EN EL”:

A. La comparación con lo que sucede entre El y el Padre.

1. “así como me envió mi Padre vivo, y vivo yo por mi Padre,

2. así también el que me come vivirá por mí”: Jn. 6,57

3. “y vendremos a él y en él haremos morada”: Jn. 14,23

B. Consecuencias:

1. El cuerpo del cristiano se hace Cuerpo de Cristo: Unión con Cristo.

2. La sangre del cristiano se hace Sangre de Cristo: Amor a Cristo.

3. La vida del cristiano se hace vida de Cristo: Vivir a Cristo.

I. NOTAS Y COMENTARIO:

A. “Es propio del Apóstol el que Cristo viva en él y hable a través de él; pero haciendo abstracción de la función y de la misión, esto es también lo esencial de la existencia cristiana en general. (Guardini: El Señor, Tomo II, p. 264).

B. “Jesucristo es interior al hombre y atrae al hombre hacia su propio interior. El hombre participa de Cristo, el cual es, a su vez, la Vida de su vida. (Ib. p. 228).

C. “La forma que convierte al cristiano en verdadero cristiano, la que debe manifestarse en todas sus acciones, unificar las diversas actividades de su vida y ser reconocida en todo lo suyo, es el Cristo viviente en él”. (ib. p. 271).

22/04/2010, Jueves de la 3ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (8, 26-40)

En aquellos días, el ángel del Señor le dijo a Felipe: -«Ponte en camino hacia el Sur, por la carretera de Jerusalén a Gaza, que cruza el desierto.» Se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido en peregrinación a Jerusalén. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo el profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: - «Acércate y pégate a la carroza.» Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó: -«¿Entiendes lo que estás leyendo?» Contestó: -«-Y cómo voy a entenderlo, si nadie me guía?» Invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste-' «Como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de los vivos.» El eunuco le preguntó a Felipe: -«Por favor, ¿de quién dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?» Felipe se puso a hablarle y, tomando pie de este pasaje, le anunció el Evangelio de Jesús. En el viaje llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco: - «Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?» Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, y Felipe lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su viaje lleno de alegría. Felipe fue a parar a Azoto y fue evangelizando los poblados hasta que llegó a Cesarea.

Salmo responsorial (Sal 65, 8-9. 16-17. 20)
R. Aclamad al Señor, tierra entera.

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas, porque él nos ha devuelto la vida y no dejó que tropezaran nuestros pies. R.

Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua. R.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,44-51)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

22 abril 2010, jueves de la 3ª semana de Pascua – Puntos de oración

Las lecturas que hoy nos propone la liturgia nos alienta a la esperanza, al testimonio, a la alabanza y acción de gracias.

Pidamos luz al Espíritu Santo para que nos abra el entendimiento y el corazón al significado de estos textos que hoy nos propone la Iglesia.

En los Hechos de los Apóstoles nos anima a dar testimonio, a comunicar la gracia de la resurrección.

Se puede leer en paralelo con el encuentro de Jesús resucitado con los dos discípulos de Emaús. Les hace caer en la cuenta explicándoles las Escrituras que Él tenía que padecer la pasión y muerte en la cruz para resucitar, para la salvación de todas las personas, de todo el cosmos… Le reconocen en la fracción del pan y al punto desaparece dejando encendido su corazón… y se convierten en testigos de la resurrección de Cristo.

En los Hechos de los Apóstoles aparece un pasaje que puede ser un reflejo del anterior. El tesoro de la fe que he recibido, debo de repartirlo.

“En aquellos días, el ángel del Señor le dijo a Felipe: Ponte en camino hacia el sur, por la carretera de Jerusalén a Gaza, que cruza el desierto”. Se puso en camino y de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía… “El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y pégate a la carroza”. Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías, y le preguntó:

¿Entiendes lo que estás leyendo? Contestó- ¿Y cómo voy a entenderlo, si nadie me guía?”… Después de este dialogo el eunuco le dijo a Felipe: “Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice? Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, y Felipe le bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su viaje lleno de alegría…

Pidamos al Señor resucitado nos comunique su espíritu para que en todo lo que realicemos a lo largo de este día sea una llamada a dar testimonio de que Jesús vive en mí, y ha resucitado. Despertemos en los que nos rodean, para muchos que viven al margen de la fe y para otros que desean encontrarla, el deseo del bautismo y de la conversión.

Y por último, unidos a María en estos días de Pascua. Que nos aumente la esperanza a la luz del Aleluya, antes del Evangelio: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo – dice el Señor- el que coma de este pan vivirá para siempre”.

21/04/2010, Miércoles de la 3ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (8, lb-8)

Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaria. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo se ensañaba con la Iglesia; penetraba en las casas y arrastraba a la cárcel a hombres y mujeres. Al ir de un lugar para otro, los prófugos iban difundiendo el Evangelio. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.

Salmo responsorial (Sal 65, 1-3a. 4-5. 6-7a)
R. Aclamad al Señor, tierra entera.

Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras!» R.

Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. R.

Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna enteramente. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 35-40)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: “que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”.

21 abril 2010, miércoles de la 3ª semana de Pascua – Puntos de oración

Petición inicial: Jesús, que no me sea indiferente la persecución de mis hermanos en los países islámicos o comunistas.

Introducción a la oración.- Al hilo de la primera lectura y de la persecución que desde el principio se alzó contra la Iglesia, abrimos nuestro corazón y nos hacemos eco de nuestros hermanos cristianos que también hoy están siendo perseguidos por causa de su fe en Jesucristo. De manera especial nos acordamos de los que viven en países musulmanes, a los que sólo el hecho de convertirse al cristianismo es ya causa de pena de muerte. ¡Qué olvidados les tenemos en nuestras cómodas iglesias de occidente!

Sería bueno que como preparación a la oración buscase alguna noticia relacionada con este tema y la leyese.

Imagino la escena.- Imagino la escena de la persecución y el martirio de Esteban, apedreado. Y de otros hombres y mujeres cristianos de entonces… y de ahora. Mezclo las escenas de la Biblia con las que he leído en la prensa. Y veo a mis hermanos perseguidos, torturados, asesinados por Cristo.

Me fijo en sus ojos y en sus labios.

¡Están alegres! ¡Y transmiten alegría! ‘La ciudad se llenó de alegría’ nos dice hoy la Escritura. Y me pregunto.

¿De dónde sacan esa fuerza y esa alegría? La respuesta no tarde en llegarme desde Jesucristo mismo en el Evangelio. Leo despacio el evangelio de hoy acordándome de los cristianos perseguidos y sintiendo que Jesús se lo dice a ellos –y a mí, si también yo soy de alguna forma perseguido-.

Y entiendo que la fuerza para vivir así en medio del martirio es doble:

                        - La esperanza en la resurrección

                        - La comunión con Cristo en la eucaristía

 

Y pienso en mis comuniones, a veces tan tibias. Y en lo poco que me acuerdo de que estamos de paso, que somos ciudadanos del cielo, peregrinos en esta tierra. Y renuevo mi amor a Cristo y mis deseos de partir al cielo y encontrarme con él.

Comunión.- Si puedo, incluyo hoy en mi plan la asistencia a misa y la comunión, acordándome también de mis hermanos perseguidos.

 

20/04/2010, Martes de la 3ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (7, 51-8, la)

En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas; -«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado.» Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: -«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: -«Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: -«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró. Saulo aprobaba la ejecución.

Salmo responsorial (Sal 30. 3cd-4. 6ab y 7b y 8a. 17 y 21 ab)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás; yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 30-35)

En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: -«¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."» Jesús les replicó: -«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.» Entonces le dijeron: -«Señor, danos siempre de este pan.» Jesús les contestó: -«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»

20 abril 2010, martes de la 3ª semana de Pascua – Puntos de oración

Los hombres buscamos a Dios, de una u otra forma, pero le buscamos. Uno de los medios que tenemos son las personas que conviven a nuestro lado.

Nosotros somos referentes para tantos de nuestros compañeros que se cuestionan si Dios es verdad, si la Iglesia es auténtica,… Es una gran responsabilidad por nuestra parte el ser coherentes con nuestra forma de vida. San Esteban no tuvo problemas, llevo hasta el final las consecuencias de seguir a Jesús.

Aprendamos nosotros de él. Que sepamos ser profetas en nuestros ambientes, que tengamos el valor de denunciar lo que está mal. Quizá nos compliquemos así la vida. Pero qué más da si Cristo es nuestro pan de vida. Ya no pasaremos hambre, nuestra vida será un surtidor que calmará la sed de los hombres que buscan a Dios.

19/04/2010, Lunes de la 3ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 8-15)

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Indujeron a unos que asegurasen: -«Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios.» Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, agarraron a Esteban por sorpresa y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían: -«Este individuo no para de hablar contra el templo y la Ley. Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá el templo y cambiará las tradiciones que recibimos de Moisés.» Todos los miembros del Sanedrín miraron a Esteban, y su rostro les pareció el de un ángel.

Salmo responsorial (Sal 118, 23-24. 26-27. 29-30)
R. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí, tu siervo medita tus leyes; tus preceptos son mi delicia, tus decretos son mis consejeros. R.

Te expliqué mi camino, y me escuchaste: enséñame tus leyes; instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas. R.

Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad; escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,22-29)

Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no habla habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» Jesús les contestó: -«Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.» Ellos le preguntaron: -«Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?» Respondió Jesús: -«La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.»

19 abril 2010, lunes de la 3ª semana de Pascua – Puntos de oración

Seguimos envueltos en este ambiente de Pascua, alentados por las apariciones del Resucitado y por los prodigios que nos van narrando los Hechos de los Apóstoles.

Nos adentramos en nuestra oración invocando al Espíritu Santo, verdadero artífice de nuestra vida interior.

Vemos cómo este Espíritu se derrama profusamente sobre Esteban, de tal manera que le hace ser testigo valiente y claro de la Resurrección de Jesús, incluso entre sus mismos enemigos, que declaran falsamente contra él.

“Lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo”. “Todos los miembros del Sanedrín miraron a Esteban, y el rostro les pareció el de un ángel”.

¿Qué le hacía a Esteban aparecer como un ángel o realizar grandes prodigios y signos? Su unión con Jesucristo, no hay otra explicación. Esteban no era un “mago”, sino un enamorado.

Si yo entronco en esta relación profunda con el Señor, también podré desarrollar esta tarea de dar a conocer el Evangelio como lo hacía el primero de los mártires que ha tenido la Iglesia.

Es lo mismo que Jesús pide en el Evangelio a aquellos que le han seguido buscando después de la multiplicación de los panes. “La obra que Dios quiere es que creáis en el que Él ha enviado”

Creer en Cristo es la clave de nuestra salvación, de nuestro apostolado, de nuestro testimonio. Es el punto focal de nuestra vida.

Cada rato de oración, cada recepción de los sacramentos, cada lectura de la Palabra de Dios, cada vivencia de los acontecimientos humanos, cada relación con otras personas, tiene que conducirnos a este punto. De lo contrario erraremos en nuestro camino, andaremos dando tumbos y nos angustiaremos más de lo debido.

Jesús nos marca un camino que se convierte en alimento: “Trabajad por el alimento que perdura para la vida eterna” ¿Cuál es este alimento?: LA EUCARISTÍA.

Que Nuestra Madre la Virgen nos enseñe a acercarnos a Cristo como centro focal de nuestra vida y que le recibamos con un corazón abierto en el Sacramento del Amor.

 

17/04/2010, Sábado de la 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 1-7)

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron: -«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra.» La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía, Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando. La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Salmo responsorial (Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19)
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 16-21)

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: - «Soy yo, no temáis.» Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

17 abril 2010, sábado de la 2ª semana de Pascua – Puntos de oración

Si es tiempo fuerte la Cuaresma y el Adviento, lo es más, el Tiempo Pascual. En los anteriores celebramos algo que históricamente ocurrió, pero ahora en el tiempo de Pascua comenzamos a vivir lo que viviremos para siempre, la vida eterna, el Reino de los Cielos, apuntamos hacia la meta definitiva. Por eso yo me quedo asombrado de la exuberancia de la Liturgia en los textos de todo este tiempo, de lo atrevido de sus oraciones donde de una manera descarada le pedimos a Dios, por medio de Jesucristo, que ahorráis está como salvador, intercediendo: La Vida Eterna, La Resurrección, también para los recién bautizados, en fin el Reino de los cielos, pues con su Resurrección y Ascensión, nos ha abierto de para en par las puertas.

Y parece que toda la naturaleza, los seres vivos estaban expectantes: Por ejemplo hace una semana nos decía el Evangelio: Jesús resucitado, al amanecer se aparece a María Magdalena,…Hoy nos dice el Evangelio: Al oscurecer, los discípulos se embarcaron,… Van a tener una tempestad en el lago y Jesús se les acerca a la barca:

“SOY YO, NO TEMÁIS”

¡Cuántas veces estas palabras nos han servido para seguir adelante!

Se quitan todos los miedos de las entregas a medias, de las raterías, disculpas, gustos, quejas. Sólo teme el que no se entrega del todo, pues “Dios no se da del todo sino a quien del todo se entrega a Él”.

Por eso qué bueno es empezar con la oración de san Ignacio: “Tomad, Señor y recibid,…nos pone en órbita para reconocerle y no sentir ningún temor.

Es la valentía que vemos en los apóstoles en estos días cuando confiesan “Tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres” o bien, cuando les dice san Pedro a los jefes del pueblo y senadores explicando laceración del tullido a la puerta del templo: “…quede bien claro, que ha sido en el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos: por su nombre se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros los arquitectos, que se ha convertido en piedra angular:

NINGÚN OTRO PUEDE SALVAR; BAJO EL CIELO NO SE NOS HA DADO OTRO NOMBRE QUE PUEDA SALVARNOS.”

Estas palabras no pueden quedar escritas, hay que proclamarlas con todas nuestras fuerzas, como testigos para nuestro tiempo, continuadores de los apóstoles, en medio del mundo, en la calle, en el trabajo y en la diversión, en todo momento.

La oración en este tiempo nos aumenta la fe, la esperanza, el amor, nos da seguridad. Nos hace caminar con la estrofa del Cántico de san Juan de la Cruz:

Buscando mis amores

Iré por esos montes y riberas,

Ni cogeré las flores

Ni temeré las fieras

Y pasaré los fuertes y fronteras.

¡Que Santa María nos conceda el Espíritu Santo para gozar de la Pascua!

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