23 abril 2010, viernes de la 3ª semana de Pascua – Puntos para la oración.

Os transcribo el esquema que hace el P. Tirso Arellano, S.J. en una de sus obras, al comentar el versículo 56 del capítulo 6 de S. Juan: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.” Pidamos “que pasemos a ser aquello que recibimos” (L.G.26).

I. SENTIDO DE ESAS PALABRAS:

A. Son la síntesis de todo el discurso de Cafarnaum.

B. Son el resumen de todos los efectos de la Eucaristía.

C. Son el ápice de todos los frutos que podemos sacar:

1. Permanencia habitual y continua.

2. Toma de posesión mutua por ambas partes.

3. Alimento que da vida, vida que da inmortalidad.

II. “ESTÁ EN MI”:

A. Me incorpora El a mí en su propio ser.

B. Me cambio yo en el alimento que tomo.

C. Quedo yo fundido en El:

1. Más que por la incorporación en el Cuerpo Místico.

2. Más que por el mero estado de gracia.

3. Distinto de la permanencia de las especies.

D. Cuando Cristo toma posesión de mi alma:

1. Cuando viene a mí y me penetra.

2. Cuando me lo asimilo y me transforma.

3. Cuando desaparezco yo y queda El…

III. “Y YO EN EL”:

A. La comparación con lo que sucede entre El y el Padre.

1. “así como me envió mi Padre vivo, y vivo yo por mi Padre,

2. así también el que me come vivirá por mí”: Jn. 6,57

3. “y vendremos a él y en él haremos morada”: Jn. 14,23

B. Consecuencias:

1. El cuerpo del cristiano se hace Cuerpo de Cristo: Unión con Cristo.

2. La sangre del cristiano se hace Sangre de Cristo: Amor a Cristo.

3. La vida del cristiano se hace vida de Cristo: Vivir a Cristo.

I. NOTAS Y COMENTARIO:

A. “Es propio del Apóstol el que Cristo viva en él y hable a través de él; pero haciendo abstracción de la función y de la misión, esto es también lo esencial de la existencia cristiana en general. (Guardini: El Señor, Tomo II, p. 264).

B. “Jesucristo es interior al hombre y atrae al hombre hacia su propio interior. El hombre participa de Cristo, el cual es, a su vez, la Vida de su vida. (Ib. p. 228).

C. “La forma que convierte al cristiano en verdadero cristiano, la que debe manifestarse en todas sus acciones, unificar las diversas actividades de su vida y ser reconocida en todo lo suyo, es el Cristo viviente en él”. (ib. p. 271).

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