31/12/2012, Séptimo día de la Octava de Navidad

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 18-21)

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Salmo responsorial (Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. R.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles bosque. R.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.

Comienzo del santo evangelio según san Juan (1, 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: -«Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

31 diciembre 2012. Séptimo día de la Octava de Navidad – Puntos de oración

La oración de este día, el último del año, tiene unos cauces habituales que pueden repetirse, sin desgastarse y produciendo notables frutos, pues simplemente se basan en un impulso natural de mirada retrospectiva, de echar la vista atrás, cuando concluimos un período de la vida. Lógicamente, lo hacemos desde la perspectiva de la fe.

Por ello, puede ser muy útil espiritualmente hacer un balance de las gracias y dones recibidos, tantos y tan variados en este año 2012 que hoy despedimos. Y lo podemos hacer teniendo presente, como nos indica la contemplación para alcanzar amor de los Ejercicios, que esas gracias y regalos son expresión de un don mayor, pues Dios mismo se quiere dar y entregar a cada uno de nosotros. ¡Es un misterio de amor! (que no se descubre más que por la fe y que habitualmente pasa desapercibido para nuestra sensibilidad).

Pero, un misterio de amor que la navidad nos ayuda a creer y sentir, pues en el Niño con los brazos tendidos hacia nosotros, mendigando nuestra atención, nuestro cariño y simplemente nuestra acogida,  se expresa de la manera más sensible y afectiva cómo el mismo Dios se entrega y quiere ser recibido por cada persona.

La mirada retrospectiva también hace balance de nuestra respuesta al amor de Dios. Cuando se ama, normalmente, se descubren las insuficiencias y ambigüedades de la propia respuesta al amor. Y mucho más, si nuestro amor es débil y debe florecer “en tierra hostil”. Pero también es cierto, que la insuficiencia personal alimenta el deseo del crecimiento si de verdad se quiere amar. Y mucho más, en el caso del amor de Dios, pues éste es un amor incondicionado y gratuito que posibilita nuestra respuesta de amor. Entonces, incluso, descubrir y sentir el perdón de Dios amor nos impulsa a un mayor deseo de amor. Así que sabernos necesitados del perdón de Dios, de su sanación renovadora –sin duda, tantas veces experimentada en el año que hoy cerramos- es un motivo para el amor agradecido.

En definitiva, debemos acabar este año 2012 con la mirada fija en Jesucristo, pues de Él nos vienen todos los bienes. Dejar atrás el propio interés, superar la mirada miope y encerrada en sí mismo para dilatar nuestra visión con la perspectiva del amor de Dios. Éste es el consejo que nos brinda San Juan de Ávila y que hacemos nuestro como el mejor regalo para el año nuevo:

“Ensanche vuestra merced su pequeño corazón en aquella inmensidad de amor con que el Padre nos dio a su Hijo, y con Él nos dio a sí mismo, y al Espíritu Santo y todas las cosas. Reciba esta gracia con hacimiento de gracias y goce de Dios, pues Dios se le da”.

30/12/2012, Domingo dentro de la Octava de Navidad – La Sagrada Familia

Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor y siguen sus caminos.Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusaléntodos los días de tu vida. R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3, 12-21)
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 41-52)
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: - «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» Él les contestó: - « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

30 diciembre 2012. Domingo dentro de la Octava de Navidad – La Sagrada Familia – Puntos de oración


En los puntos de este día de la octava de Navidad podemos meditar en el mensaje navideño del Papa Benedicto XVI a todos los cristianos en la mañana del 25 de diciembre, centrado en el Año de la fe:

«Veritas de terra orta est» - «La verdad ha brotado de la tierra» (Sal 85,12)

Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero, feliz Navidad a todos vosotros y vuestras familias.

Expreso mi felicitación esta Navidad, en este Año de la fe, con estas palabras tomadas del Salmo: «La verdad brota de la tierra». En realidad, en el texto del Salmo las encontramos en futuro: «La verdad brotará de la tierra»; es un anuncio, una promesa, acompañada de otras expresiones que juntas suenan así: «La misericordia y la verdad se encontrarán, / la justicia y la paz se besarán; / la verdad brotará de la tierra, / y la justicia mirará desde el cielo; / el Señor nos dará la lluvia, / y nuestra tierra dará su fruto. / La justicia marchará ante él, / la salvación seguirá sus pasos» (Sal 85,11-14).

Hoy, esta palabra profética se ha cumplido. En Jesús, nacido en Belén de la Virgen María, se encuentran realmente la misericordia y la verdad, la justicia y la paz se han besado; la verdad ha brotado de la tierra y la justicia mira desde el cielo. San Agustín explica con feliz concisión: «¿Qué es la verdad? El Hijo de Dios. ¿Qué es la tierra? La carne. Investiga de dónde nació Cristo, y verás que la verdad nació de la tierra… la verdad nació de la Virgen María» (En. in Ps.84, 13). Y en un sermón de Navidad afirma: «Con esta festividad anual celebramos, pues, el día en que se cumplió la profecía: “La verdad ha brotado de la tierra, y la justicia ha mirado desde el cielo”. La Verdad que mora en el seno del Padre ha brotado de la tierra para estar también en el seno de una madre. La Verdad que contiene al mundo, ha brotado de la tierra para ser llevada por manos de una mujer… La Verdad a la que no le basta el cielo, ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre. ¿En bien de quién vino con tanta humildad tan gran excelsitud? Ciertamente, no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición de que creamos» (Serm. 185, 1).

«A condición de que creamos». Ahí está el poder de la fe. Dios ha hecho todo, ha hecho lo imposible, se ha hecho carne. Su omnipotencia de amor ha realizado lo que va más allá de la comprensión humana, el Infinito se ha hecho niño, ha entrado en la humanidad. Y sin embargo, este mismo Dios no puede entrar en mi corazón si yo no le abro la puerta. Porta fidei. La puerta de la fe. Podríamos quedar sobrecogidos, ante nuestra omnipotencia a la inversa. Este poder del hombre de cerrarse a Dios puede darnos miedo. Pero he aquí la realidad que aleja este pensamiento tenebroso, la esperanza que vence el miedo: la verdad ha brotado. Dios ha nacido. «La tierra ha dado su fruto» (Sal 67,7). Sí, hay una tierra buena, una tierra sana, libre de todo egoísmo y de toda cerrazón. Hay en el mundo una tierra que Dios ha preparado para venir a habitar entre nosotros. Una morada para su presencia en el mundo. Esta tierra existe, y también hoy, en 2012, de esta tierra ha brotado la verdad. Por eso hay esperanza en el mundo, una esperanza en la que poder confiar, incluso en los momentos y en las situaciones más difíciles. La verdad ha brotado trayendo amor, justicia y paz.

29/12/2012, Quinto día de la Octava de Navidad


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 3-11)
Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Salmo responsorial (Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.


Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.


El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. R.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 22-35)

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

29 diciembre 2012. Quinto día de la Octava de Navidad – Puntos de oración


LUZ PARA ALUMBRAR A LAS NACIONES
Hacer oración en estos días de Navidad es muy sencillo, basta con acercarnos a María, a José y a Jesús para entrar en un diálogo fructífero que llena a fondo nuestra alma.
Pero veamos algunas consideraciones que nos ayuden un poco a centrar este día acompañados por la Palabra de Dios.
San Juan, en su primera carta, nos habla del conocimiento de Dios, que no es otro que cumplir sus mandamientos, en especial el del amor. Así se unen fe y obras. Porque quien dice que está en la luz y no ama a su hermano, vive todavía en las tinieblas y no camina en la luz de Dios, que brilla en Jesucristo, luz para alumbrar a las naciones, como nos dice el Evangelio de hoy con las palabras del anciano Simeón.
Dichoso el anciano Simeón, a quien el paso de los años, en vez de apagar la pupila, le dio una visión más penetrante y descubrir al Mesías, porque el Espíritu Santo moraba en él.
Esto es lo que nosotros venimos buscando a la oración, una mirada capaz de descubrir a Dios, que se presenta en las diversas situaciones de la vida y en las distintas personas con las que nos encontramos.
El Espíritu Santo también mora en nosotros y podemos romper las apariencias de lo que observan nuestros ojos. Vamos a Belén y vemos un Niño, pero como los demás. La fe nos hace descubrir que ese infante es el Hijo de Dios. Miramos a María y a José, y al ver cómo se comportan con el Niño, nos hacen saltar al mundo de lo sobrenatural. Todo nos habla de Dios en medio de una gran sencillez y “normalidad”.
Estos ojos que se nos van abriendo progresivamente nos conducen hasta la contemplación y la adoración.
Una bandera discutida
La intervención de Simeón contiene una proclamación en la primera parte y una profecía en la segunda, y es un compendio de cristología, pues llama a Jesús salvador, luz del mundo y gloria de Israel, prediciendo finalmente su pasión gloriosa.
Este Cristo, que se nos muestra pequeño e indefenso en Belén, está puesto como piedra de escándalo, bandera discutida y signo de contradicción. Que dejará en evidencia la actitud de muchos corazones. Algo que el paso del tiempo ha constatado, pues el Evangelio y Cristo siguen siendo contestados y dividen a los hombres.
Acabemos pidiéndole a nuestra Madre que nos conceda descubrir a Jesús con un ojo limpio y lleno de fe y que seamos valientes a la hora de mostrarlo ante un mundo  que se mueve en la indiferencia religiosa y en el agnosticismo.

28/12/2012, Santos Inocentes – Cuarto día de la Octava de Navidad


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)

Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por os nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo responsorial (Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8)
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.


Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. R.


La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (2, 13-18)

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta. «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

28 diciembre 2012. Santos Inocentes – Cuarto día de la Octava de Navidad – Puntos de oración


Dentro de la octava de Navidad, esta fiesta tan solemne en la que celebramos el comienzo de nuestra salvación, la Iglesia a través de su liturgia nos propone, justamente después del día 25  al primer mártir, San Esteban, el día 27 nos ha propuesto al apóstol y evangelista san Juan y hoy 28 nos presenta a los  Santos Inocentes, mártires que murieron en la persecución de Herodes de la que se libró Jesús por el aviso del ángel saliendo huyendo a Egipto.
Dejando aparte todo lo que se ha convertido este día de bromas e inocentadas en familia y en la sociedad, si nos adentramos en lo que quiere que vivamos en este día y a lo largo de toda nuestra vida, la Iglesia, es el carácter martirial de nuestra vocación que recibimos a partir del bautismo.
Cuando nos enseñaron en catequesis, el Bautismo, la puerta  de entrada en la Iglesia, limpia todos los pecados por la fe que profesamos en ese momento, nos hacemos hijos de Dios y herederos del cielo, por lo cual tenemos que estar dispuestos a dar la vida con tal de no perderlo, nos hablaban de los tres modos de Bautismo: De agua que es el que normalmente hemos recibido todos, de deseo, que es aquel que hubieran deseado recibir todos aquellos que no lo han conocido y el de sangre, cuando estamos dispuestos a dar “la sangre”, es decir, la vida, consciente o inconscientemente como es el caso de estos niños, por la fe en Jesús, por la salvación propia o de los hombres.
En uno de nuestros himnos, cantamos “que más gloria que ser mártir, mártir, a mayor gloria de Dios”. Esto es lo que hacen estos niños en la eternidad, dar gloria a Dios y así nos lo indica la antífona de entrada: “Los niños inocentes murieron por Cristo, son el cortejo del Cordero sin mancha, a quien alaban diciendo: “Gloria a ti Señor”
Pero para insistir más en ello, la oración colecta comienza de lamisca forma: “Los mártires inocentes proclaman tu gloria en este día, Señor, pero no de palabra, sino con su muerte; concédenos por su intercesión testimoniar con nuestra vida la fe que confesamos de palabra”.
Por eso, hoy que “todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean orientadas en servicio y alabanza (gloria) de tu divina Majestad” y así podamos darte gloria como ellos con nuestra vida y quiero arrancarte la gracia de merecerlo”
¿Cómo nos preparamos a ello? Por el martirio blanco de cada día, cumpliendo ejemplarmente con nuestro deber, horario, estudio, trabajo, no poniendo dificultades ni pegas, resolviéndolas; obedeciendo, buscando en todo y siempre la voluntad de Dios que se presenta en el momento presente por lo que tengo que hacer o un imprevisto ante el cual no pongo mala cara sino una sonrisa y un decir interior” “Eres Tú Señor quien estás detrás, Señor”.
El P. Morales en la semblanza para este día, nos invita a testimoniar con nuestra vida: “El cristiano no se contenta con seguir a Jesús con solo palabras que se las lleva el viento. Ni con solo sentimientos que van  y que vienen como la marea. Es roca y no corcho que se agita a merced de los latigazos de las olas.”
San José a quien podemos contemplar a través del texto del Evangelio cuando se le aparece el ángel y a la orden del ángel: “Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto,…” nos enseña con una obediencia pronta, sin cavilaciones, pegas, quejas a miles que se le podían haber ocurrido, a ejecutar lo que se le manda. Sabe que Dios dispone las cosas para que  seamos santos y todas las dificultades de la vida y del camino, no son más que peldaños.
Mientras, María conservaba todas estas cosas en su corazón en silencio amoroso de Madre que calla, sufre y ama.

27/12/2012, San Juan Evangelista – Tercer día de la Octava de Navidad


Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1, 1-4)

Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.

Salmo responsorial (Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12)
R. Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R.

Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 2-8)

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que habla llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

27 diciembre 2012. S. Juan Evangelista – Tercer día de la Octava de Navidad – Puntos de oración


En este año en que san Juan de Ávila ha sido proclamado Doctor de la Iglesia, estoy seguro de que Abelardo, tan enamorado de la figura y doctrina de este santo, habría acudido a sus escritos para iluminar la presente Navidad. Fundamentemos, pues, nuestra oración de mañana en las ideas clave de uno de los sermones de san Juan de Ávila para este tiempo litúrgico.

Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre” (Lc 2, 7).

- Señora, ¿por qué quitasteis el Niño de vuestros brazos y lo pusisteis en el pesebre? ¿No veis que no hay almohada? ¿No estaba más caliente y más blando en vuestros brazos que en el duro pesebre?

El mismo Hijo la inspiró y la enseñó que le pusiese en el pesebre. Pues que Él lo hace, preguntémosle a Él:

- ¿Por qué queréis, Niño, quitaros de los brazos de vuestra Madre y poneros en el pesebre?

- Para condenar vuestra tibieza, vuestros regalos, vuestros deseos de honras y riquezas.

- Niño, ¿por qué lloráis?

- Para que entiendan los pecadores que arrepentidos pueden llegarse a Mí sin temor.

Desde su concepción tuvo conocimiento de Dios y sabía todos nuestros pecados, y allí estaba llorando como cada uno de nosotros. Allí se acordaba de ti y lloraba tus pecados. Pues si está llorando por nuestros pecados, ¿qué pecador habrá que no tenga confianza, si quiere enmendarse? ¿Hay cosa en el mundo que dé más confianza que es ver estar a Cristo en un pesebre llorando por nuestros pecados?

¿Qué hará el cristiano que está mirando con ojos de fe cómo llora Cristo por sus pecados? ¡Ah, qué tarde os conocí, Señor! ¿Por qué tantos años se me gastaron sin conoceros? ¿Quién habrá que quede tibio viendo a Dios humanado llorar?

- Señora, ya sé, pues, por qué quiso vuestro Hijo que le pusieseis en un pesebre. Mas me queda la duda de por qué lo hicisteis Vos así. ¿Por qué quitáis de los brazos a Aquel cuyo Padre está verdaderamente en los cielos? ¿Por qué perdéis tanto gozo y dicha en tenerle y abrazarle?

- ¿Queréis que os lo diga? Dios os dé gracia para saberlo entender y pensar, y que no se os olvide. Quitole de mí para dároslo a vosotros. Es un Cordero que yo mantendré y cuidaré para vuestro provecho. Yo trabajaré, tejeré e hilaré de mis manos para mantenerlo para los hombres.

Y para dar a entender que lo quita de sí para dártelo a ti, se lo arranca de sus brazos para ponerlo en un pesebre. Él es el Cordero que quita los pecados del mundo.

¡Enhorabuena venga tal día en el cual el Padre Eterno nos da a su Hijo, y su santa Madre también, y el Niño lo acepta de corazón!

¿Qué resta sino que, desechando de mí los pecados, reciba yo a este Niño y me atreva a decirle de aquí en adelante con gran regocijo: Niño mío y Dios mío?

26/12/2012, San Esteban mártir – Segundo día de la Octava de Navidad


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 8-10; 7, 54-60)

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: -«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: -«Señor Jesús, recibe mi espíritu.»Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: -«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró.

Salmo responsorial (Sal 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. R.

A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. R.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10, 17-22)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.

San Esteban mártir – Segundo día de la Octava de Navidad – Puntos de oración


Tiempo de Navidad Ciclo C

Al iniciar nuestra oración en estos días de la Navidad podemos hacerla con las indicaciones que nos dice san Ignacio cuando propone esta escena del evangelio en la experiencia del mes de Ejercicios Espirituales:

1ºVer las personas, la Virgen, san José y el Niño, metiéndome en la escena; y después reflectir en mí mismo para sacar algún provecho.

2ºMirar, advertir y contemplar lo que hablan; y reflitiendo en mí mismo.

3ºMirar y considerar lo que hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza y, al cabo de tantos trabajos de hambre, de sed, de calor y de frio, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí.

Comentando la encarnación de Cristo, san Alfonso Mª de Ligorio se vale de esta alegoría: Un joven rey, estando de cacería, trabó conversación con un pastorcillo que le había caído simpático. Pasando adelante, el rey quiere entablar amistad con el pastorcillo; pero este, consciente de la distancia social que los separa, declina tal amistad. Entonces el monarca discurre una manera eficaz para la próxima ocasión: se disfraza de pastor, como uno más del valle. Y así surgió la amistad. Eso mismo hace Dios para ganarse el corazón del hombre. Pero en Jesús el “disfraz” es real. Dios asume nuestra naturaleza y condición, se hace hombre, se convierte en niño para que lo amemos.

Dios está con nosotros, Cristo se hace Niño en esta Navidad para que los cristianos podamos mostrarlo con nuestra vida a un mundo que en la riqueza, en la pobreza, en la alegría y en el dolor no lo conocen, en una sociedad que ha puesto su confianza en el tener, en gastar empieza a darse cuenta que ahí no está la felicidad que ansía su corazón.

Presentemos a todos nuestros hermanos a este Niño-Dios nacido en suma pobreza que quiere regalarnos la verdadera paz, alegría y riqueza.

Al terminar la oración recitemos conscientemente y con autentica fe las palabras del Credo: “Por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo carne”.

25/12/2012, La Natividad del Señor


Lectura del libro de Isaías (52, 7-10)

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»!Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.

Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Lectura del santo evangelio según san Juan (1. 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

 

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