San Esteban mártir – Segundo día de la Octava de Navidad – Puntos de oración


Tiempo de Navidad Ciclo C

Al iniciar nuestra oración en estos días de la Navidad podemos hacerla con las indicaciones que nos dice san Ignacio cuando propone esta escena del evangelio en la experiencia del mes de Ejercicios Espirituales:

1ºVer las personas, la Virgen, san José y el Niño, metiéndome en la escena; y después reflectir en mí mismo para sacar algún provecho.

2ºMirar, advertir y contemplar lo que hablan; y reflitiendo en mí mismo.

3ºMirar y considerar lo que hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza y, al cabo de tantos trabajos de hambre, de sed, de calor y de frio, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí.

Comentando la encarnación de Cristo, san Alfonso Mª de Ligorio se vale de esta alegoría: Un joven rey, estando de cacería, trabó conversación con un pastorcillo que le había caído simpático. Pasando adelante, el rey quiere entablar amistad con el pastorcillo; pero este, consciente de la distancia social que los separa, declina tal amistad. Entonces el monarca discurre una manera eficaz para la próxima ocasión: se disfraza de pastor, como uno más del valle. Y así surgió la amistad. Eso mismo hace Dios para ganarse el corazón del hombre. Pero en Jesús el “disfraz” es real. Dios asume nuestra naturaleza y condición, se hace hombre, se convierte en niño para que lo amemos.

Dios está con nosotros, Cristo se hace Niño en esta Navidad para que los cristianos podamos mostrarlo con nuestra vida a un mundo que en la riqueza, en la pobreza, en la alegría y en el dolor no lo conocen, en una sociedad que ha puesto su confianza en el tener, en gastar empieza a darse cuenta que ahí no está la felicidad que ansía su corazón.

Presentemos a todos nuestros hermanos a este Niño-Dios nacido en suma pobreza que quiere regalarnos la verdadera paz, alegría y riqueza.

Al terminar la oración recitemos conscientemente y con autentica fe las palabras del Credo: “Por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo carne”.

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