1/1/2020. Santa María, Madre de Dios


Lectura del libro de los Números (6, 22-27)
El Señor habló a Moisés: «Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con que bendeciréis a los hijos de Israel: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».
Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8)
R. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. 
R.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. 
R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4, 4-7)
Hermanos: Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡“Abba”! Padre». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 16-21)
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacía Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto; conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

1 enero 2020. Santa María, Madre de Dios – Puntos de oración


Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos ayude a seguir adentrándonos en el misterio de la Navidad.
Para la oración de hoy os invito a leer con calma el evangelio de hoy y hacer oración con algunas de las siguientes claves que aparecen en él.
La primera clave que os propongo es la clave de la adoración, los pastores fueron corriendo al portal y se admiraron al ver lo que allí había. Hoy tu oración puede ser ese ir al portal, quedarte contemplándolo, tranquilamente, adorándolo con cariño para adentrarte todavía en el misterio que allí ocurre.
La segunda clave es la de alabanza, los pastores después de contemplar a Jesús se fueron dando gloria a Dios por lo que habían visto. Hoy podemos dar gloria a Dios por muchas cosas, por nuestra vida, nuestra familia o el nuevo año, lo importante es que todo ha sido posible gracias a ese pequeño niño que nos ha venido.
La tercera clave es que vivimos en la tierra, en la segunda lectura se menciona que el Hijo de Dios vino bajo la ley y el evangelio acaba comentando que a los 8 días llevaron a circuncidar al niño. Jesús viene al mundo a meterse dentro a formar parte de él. Os invito a darle vueltas a esta idea, pensar que papel quiere Jesús que tengamos en nuestro ambiente cada uno de nosotros cuando Él vino como el último de nosotros.
Para acabar nuestro rato de oración simplemente recordar a María nuestra madre, ella que como dice el evangelio de hoy siempre guardaba todo lo vivido en su corazón, pues que reservemos unos minutos de nuestro rato de oración para compartir con ella nuestras inquietudes y todas esas cosas que se pasan por nuestro corazón después de hacer oración.

31/12/2019. Séptimo día de la Octava de Navidad – San Silvestre I


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2, 18-21)
Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.
Salmo responsorial (Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. 
R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. 
R.
Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. 
R.
Comienzo del santo evangelio según san Juan (1, 1-18)
En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.  Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

31 diciembre 2019. Séptimo día de la Octava de Navidad – San Silvestre I – Puntos de oración


En este último día del año en que hemos despedido a nuestro Abelardo, que ha pasado a la casa del Padre, os propongo orar con la bella canción carmelitana que tantas veces, algunos de nosotros, oímos cantar a Abe. También la propia vida de Abelardo ha sido una misericordia del Señor para todos los cruzados y militantes.
“Gracias Señor, por tus misericordias que me cercan en número mayor
que las arenas de los anchos mares
y que los rayos de la luz del sol.
Porque yo no existía y me creaste,
porque me amaste sin amarte yo,
porque antes de nacer me redimiste,
¡Gracias, Señor!
Porque bastaba para redimirme un suspiro
una lágrima de amor,
y me quisiste dar toda tu Sangre.
¡Gracias, Señor!
Porque me diste a tu Bendita Madre y te dejaste abrir el Corazón
para que en él hiciese yo mi nido.
¡Gracias, Señor!
Porque yo te dejé y Tú me buscaste
porque yo desprecié tu dulce voz
y tu no despreciaste mis miserias.
¡Gracias, Señor!
Porque arrojaste todos mis pecados en el profundo abismo de tu amor
y no te quedó de ellos ni el recuerdo...
¡Gracias, Señor!
Por todas estas cosas y por tantas
que sólo conocemos nada más Tú y yo
y no pueden decirse con palabras...
¡Gracias, Señor!
¿Qué te daré por tanto beneficios?
¿Cómo podré pagarte tanto amor?
Nada tengo, Señor, y nada puedo, mas quisiera desde hoy
que cada instante de mi pobre vida,
cada latido de mi corazón,
cada palabra,
cada pensamiento,
cada paso que doy
sea como un clamor que te repita
lleno de inmensa gratitud y amor
gracias, Señor, por tus misericordias
¡Gracias, gracias, Señor!”

30/12/2019. Sexto día de la Octava de Navidad


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,12-17)
Os escribo, hijos míos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os repito, hijos, porque conocéis al Padre. Os repito, padres, porque ya conocéis al que existía desde el principio. Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero -, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Salmo responsorial (Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10)
R. Alégrese el cielo, goce la tierra.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. 
R.
Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda. 
R.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2, 36-40)
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

30 diciembre 2019. Sexto día de la Octava de Navidad – Puntos de oración


“Hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación”
El evangelio nos muestra dos momentos: por un lado, el gozoso encuentro de Ana, una mujer consagrada al servicio de Dios día y noche, con Jesús niño, en el templo. Eso le hace alabar a Dios y hablar del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén, imagen del pueblo elegido. Y, en segundo lugar, nos muestra en breves pinceladas, la vida oculta de Jesús.
Son dos momentos de contraste; por un lado, el cumplimiento de las promesas: la llegada del Mesías esperado. Pero ¿cómo es ese Mesías? ¿Se ajusta a las expectativas de los hombres de entonces y de ahora? ¿Quiénes son capaces de reconocerlo? En este caso se nos habla de una mujer anciana. En otros serán unos pastores… El mismo Jesús, ya adulto, dirá: Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla (Mt 11,25).
Por otra parte, el ocultamiento de ese “Mesías esperado” en la cotidianidad de la vida, en el desarrollo y evolución de un niño sometido a sus padres y al cumplimiento de la ley, nos muestra el misterio de la Encarnación de Dios que desmonta todas las falsas imágenes y expectativas que podemos tener de Él. Se esperaba un Mesías poderoso en obras, que iba a venir sobre un trono, con su ejército... y lo que llega es un niño. Parece que el sueño de todos se ve esfumado.
Señor, danos un corazón nuevo y sencillo para acogerte. Para acogerte y quererte tal cual vienes. Sencillo humilde, para ser grande y posteriormente, acabar humillado y solo en la cruz (también resucitará sí, pero todo esto nadie se lo quita). El Dios que espero en mi vida quizás viene así, y tengo que quererle y amarle así. Aunque a mí me hubiera gustado que fuera grandioso desde el principio...

29/12/2019. La Sagrada Familia


Lectura del libro del Eclesiástico (3, 2-6. 12-14)
El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos. Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros. Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado. Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor. Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor. Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.
Salmo responsorial (Sal 127, 1-2. 3. 4-5)
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. 
R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. 
R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (3,12-21)
Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-15.19-23)
Cuando se retiraron los magos, el ángel del señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atacaban contra la vida del niño». Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.

29 diciembre 2019. La Sagrada Familia – Puntos de oración


Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.
Mañana, primer domingo después de Navidad, celebraremos en la Iglesia la Fiesta de la Sagrada Familia y debería tener especial resonancia en nuestra vida familiar personal y como miembros de un Movimiento. En concreto, la primera y la segunda lectura que nos propone la liturgia nos dan claves importantes para encarnar día a día una cultura familiar, donde quiera que estemos. Pero vamos a enfocarnos en el Evangelio y meternos en la circunstancia particular de la familia de Jesús. Para ello nos ayudará el discurso del Papa Francisco dado durante el Ángelus en la Plaza de San Pedro el 29 de diciembre de 2013, donde se destaca una realidad actualmente alarmante, las familias inmigrantes:
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este primer domingo después de Navidad, la Liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret… Dios quiso nacer en una familia humana, quiso tener una madre y un padre, como nosotros.
Y hoy el Evangelio nos presenta a la Sagrada Familia por el camino doloroso del destierro, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los refugiados, marcada por miedo, incertidumbre, incomodidades… Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad…
En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre los refugiados y los inmigrantes encuentran auténtica acogida, respeto, aprecio por los valores que llevan consigo. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que a veces parecen insuperables. Por ello, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que se ve obligada a huir, pensemos en el drama de los inmigrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación, que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo…
Jesús quiso pertenecer a una familia que experimentó estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La huida a Egipto causada por las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde huye, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios está también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en libertad, proyecta y elige en favor de la vida y la dignidad suya y de sus familiares.
Hoy, nuestra mirada a la Sagrada Familia se deja atraer también por la sencillez de la vida que ella lleva en Nazaret. Es un ejemplo que hace mucho bien a nuestras familias, les ayuda a convertirse cada vez más en una comunidad de amor y de reconciliación, donde se experimenta la ternura, la ayuda mutua y el perdón recíproco. Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: permiso, gracias, perdón. Cuando en una familia no se es entrometido y se pide «permiso», cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir «gracias», y cuando en una familia uno se da cuenta que hizo algo malo y sabe pedir «perdón», en esa familia hay paz y hay alegría. Recordemos estas tres palabras…
Invoquemos con fervor a María santísima, la Madre de Jesús y Madre nuestra, y a san José, su esposo. Pidámosle a ellos que iluminen, conforten y guíen a cada familia del mundo, para que puedan realizar con dignidad y serenidad la misión que Dios les ha confiado”.
Feliz oración.

28/12/2019. Los Santos Inocentes


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)
Queridos hermanos: Este es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Salmo responsorial (Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8)
R. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. 
R.
Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas impetuosas. 
R.
La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2, 13-18)
Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

28 diciembre 2019. Los Santos Inocentes – Puntos de oración


Jesucristo, la luz y la sangre
Junto a este verbo hecho carne, verdadero Dios al que adoramos, seguimos pasando largos ratos de oración. Silencio y oración son, en Navidad, el clima necesario para escuchar la “elocuencia” de este silencioso niño. ¡Cuánto bien nos hace vivirla así!
El Papa nos invita a acogernos a S. José y aprender de él pues; “era un hombre que siempre sabía escuchar la voz de Dios, era profundamente sensible a su secreta voluntad, un hombre atento a los mensajes que le llegaban desde lo más profundo del corazón y desde lo alto”. En efecto, obediente a esa voz, “José se levantócogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó allí”, nos precisa la Escritura. Todo, para colaborar a los planes del Padre del cielo.
La luz que ha aparecido, Jesús mismo, es generadora de unión de los corazones. Por ello, meditar en su pequeñez, cercanía, pobreza y el hacerse dependiente, junto a su entrega, hasta derramar la propia sangre, puede cambiar nuestra vida. Son luces que nos limpian de los pecados, según S. Juan. Porque, de esta condición, “de pecadores”, no podemos librarnos sino por la sangre de Jesús.
Sangre de inocentes que hace teñir, la liturgia de hoy, de rojo. Porque, en el origen de toda sangre derramada, está el pecado de cada hombre, “montó en cólera y mandó matar”, nos dice el evangelio. Ese pecado, tuyo y mío, es el que Dios, hecho ahora niño indefenso, viene a reparar y sanar.
¿Qué pensaría la madre de Jesús-niño de esa persecución que surge de inmediato? Y, ¡qué dolor no sería el suyo al enterarse posteriormente de la muerte de aquellos inocentes!
Santa María, madre de la vida, intercede para que nos arrepintamos de nuestros pecados que causan muerte. También de aquellos llamados “terrorismo de los chismes”. Alcanza misericordia para todos aquellos que, mirando su interés, faltándoles escrúpulos o, por múltiples razones, atentan contra la vida inocente.

27/12/2019. San Juan, apóstol y evangelista


Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1, 1-4)
Queridos hermanos: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo.
Salmo responsorial (Sal 96, 1-2. 5-6. 11-12)
R. Alegraos, justos, con el Señor.
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. 
R.
Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. 
R.
Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 2-8)
El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

27 diciembre 2019. San Juan, apóstol y evangelista – Puntos de oración


Comenzamos la oración de este 3er día de la octava de Navidad poniéndonos en presencia de Dios Niño, haciéndolo visible de alguna manera en un sencillo Nacimiento, y ofreciéndole este momento especial de cada día, donde oramos, clamamos, meditamos, rogamos al Señor, por intercesión de su Madre y hoy también del apóstol san Juan.
Le pedimos una vez más al Espíritu Santo que en todos nuestros pensamientos y acciones tengamos rectitud y pureza de intención, “plenamente ordenados al servicio y alabanza de su divina majestad”. Hoy podríamos dirigir también a san Juan la petición, ya que en los dos textos que nos presenta la Palabra de Dios no se descubre otra cosa que un deseo de ser fiel a Jesucristo.
Nacido Jesús en Belén de Judá, hecho carne el Verbo de Dios, ayer la Iglesia nos presentaba al primer mártir, al primer testigo que con su sangre selló su fe en Cristo. Hoy nos presenta probablemente al último mártir -testigo- de la era apostólica.
En el comienzo de su primera carta el testimonio de Juan es impresionante. Me ha recordado, al releerlo, a alguno de esos testimonios de conversiones que se nos vienen ofreciendo por los medios digitales y que son verdaderos aldabonazos para nuestra vida, a veces mediocre, de cristianos. El más reciente, el de la fisioterapeuta de Bilbao convertida en el Nepal cuando había ido allí con la intención de suicidarse, hace tal sólo dos años.
Juan narra en primera persona, con fuerza, su testimonio, insistente y convincente. Releámoslo despacio:
“Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos”.
Y no lo narra porque se sienta bien al hacerlo, sino como una obligación ineludible, para transmitir lo que vive y siente, la “unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo”, pretendiendo con ello llenar de alegría hasta el fondo el corazón de los cristianos a los que dirige su carta.
¿De dónde nace esa convicción, esa fuerza, que detectamos claramente en el discípulo amado del Señor? El evangelio de hoy nos da la clave principal, que podemos completar con otros textos del mismo evangelio de Juan: el primer encuentro con Jesús, los momentos de especial intimidad, cuando lo separaba de los demás junto a Pedro y Santiago para mostrarles los secretos más íntimos de su corazón.
Y es que el evangelio de hoy termina con una frase lapidaria: “vio y creyó”, porque hasta entonces no habían creído, apostilla el propio evangelista.
Es el gran testimonio de los convertidos: han visto y han creído. Han creído de verdad, y se han comprometido con lo que han visto y creído.
Ahora nos podemos preguntar nosotros: ¿hemos visto? Entonces, ¿por qué no terminamos de creer? De ahí surgen dos peticiones a elevar al cielo en esta mañana de oración:
·         Señor, que vea. Que descubra, tras las apariencias de un niño acostado en un pesebre, la realidad de un Dios que quiere conquistar mi corazón por la pobreza y la humildad.
·         Señor, que tenga la fuerza para creer de verdad, lo que significa renunciar a las niñerías que esclavizan mi vida, poner mi miseria en las manos del Niño de Belén y arrojarme con confianza en los brazos de su Madre. Significa dar testimonio con mi vida, de palabra y de obra, especialmente en las cosas sencillas y pequeñas, de que Cristo ha resucitado y vive hoy, llenando mi corazón de vida y esperanza.

26/12/2019, San Esteban, protomártir


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6, 8-10; 7, 54-60)
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo sus palabras, se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Salmo responsorial (Sal 30, 3cd-4. 6 y Sab. 16bc-17)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. 
R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. 
R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10, 17-22)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán. Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».

26 diciembre 2019. San Esteban, protomártir – Puntos de oración


Purifico mi oración antes de comenzar, le pido a Dios que haga Él lo que deseo pero soy incapaz de conseguir por mí mismo: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
Día siguiente a Navidad. Ayer todo eran alegrías, villancicos y turrón. Hoy la Iglesia nos presenta la figura de S. Esteban, protomártir. ¿Por qué? Porque acoger a ese Niño Dios que nació ayer, lleva al martirio sí o sí. ¿Puede esperar el discípulo ser más que su Maestro? Si Tú, Señor, terminaste crucificado, yo, ¿espero morir en un pedestal?
El Evangelio de hoy nos pone ante la pregunta: ¿cómo vivo la prueba? Llega un momento en la vida en el que Dios deja de conceder golosinas espirituales, y comienza a darnos a probar el sabor amargo de la prueba. Y es un momento muy importante en la vida de fe, pues aquí es cuando los que se buscaban a sí mismos, desertan. Quien es cristiano principalmente para llenar los agujeros de la propia vida, nunca conocerá el verdadero rostro de Dios. Es necesario estar dispuesto a ser privado de los consuelos de Dios si el mismo Dios permite la prueba en nuestra vida, y parece callar. Si nos purifica, es para dársenos Él mismo. Entonces, ¡bendita prueba! Él comenzará a ser nuestra verdadera riqueza… Dios quiere ser nuestro Dios, no un ídolo más entre muchos. Yo seré tu Dios, y tú serás mi pueblo, si guardas mi Alianza (cf. Gn 17, 7)
No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.
Ya lo decía Benedicto XVI, al concluir los ejercicios espirituales para la curia romana, el 23 de febrero de 2013, antes del final de su pontificado.
Creer no es otra cosa que,
en la noche del mundo,
tocar la mano de Dios,
y así, en el silencio,
escuchar la Palabra,
ver el Amor.
Señor, que el misterio de la Navidad no sea para mí una historia pía y romanticona, sino que descubra que la madera del pesebre es la madera de la Cruz. Tu vida, de principio a fin, Señor, estuvo marcada por la pobreza, el abandono, falta de acogida… Y todo por mí… San Esteban, que arrancaste con tu sangre derramada a Pablo de Tarso de la incredulidad, intercede para que nuestras vidas sean derramadas en sacrificio por la salvación de la humanidad entera.

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