1/5/2019. San José obrero (memoria libre)


Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (5, 17-26)
En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles: «Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida». Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la celda, y volvieron a informar, diciendo: «Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro». Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando: «Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo enseñando al pueblo». Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.
Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9)
R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. 
R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. 
R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. 
R.
El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (3, 16-21)
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

1 mayo 2019. San José obrero (memoria libre) – Puntos de oración


Para comenzar oración nos ponemos en la presencia del señor y pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine en este rato y sepamos escuchar lo que Dios nos quiere decir hoy.
Tras leer las lecturas de hoy, me gustaría proponer tres ideas que me han sonado con fuerza.
En primer lugar, la primera lectura relata el encarcelamiento de los apóstoles. Este pasaje pone de manifiesto la vivencia tan fuerte de la fe por parte de los apóstoles. Esta fe los llevaba a enseñar y predicar a pesar de las consecuencias. En el pasaje aparece como no dudan en seguir enseñando tras salir de la cárcel porque lo importante era vivir y transmitir el mensaje. Sin embargo, a pesar de acabar de vivir la Semana Santa nos sigue constando vivir con esa fuerza, ser reflejo de lo que hemos celebrado y dar a conocer la gran noticia. Pidamos luz y constancia para que esa alegría y esa fuerza aparezca en nuestra vida diaria para ser reflejo del resucitado.
En segundo lugar, el principio del evangelio nos recuerda la razón de todo. Dios entregó a su único hijo por amor a nosotros. Dios nos tiene un amor infinito y lo demuestra cada día dando su vida por nosotros. Que época tan bonita como la pascua y este mes de mayo que comienza para profundizar en el amor. Dios te ama, cada día y cada minuto a ti tal y como eres. Por eso os invito a reflexionar en ese amor, tranquilamente, en silencio, a dejarnos querer por Dios en este rato de oración.  También el evangelio nos habla del Juicio que se podría resumir en una frase de la escritura: Al final de la vida seremos juzgados en el amor. Y es que al igual que Dios nos ama y nos salva, nosotros debemos ser reflejos de ese amor que Dios nos tiene.  Un estilo de vida muy sencillo pero que necesitamos recordar día a día para vivirlo.
Por último, después de haber reflexionado sobre las lecturas de hoy hay que recordar que es primero de mayo. Hoy empieza el mes de María, nuestra madre que con su sencillez y su entrega amó tanto a Jesús y nos ama tanto a nosotros. Seamos generosos con ella estos días, para poder aprender y recibir todas las gracias que está deseando concedernos.
Antes de acabar, recordar tener un coloquio con María. Simplemente contadle como os ha ido la oración, vuestras inquietudes o deseos de cara a este mes tan bonito que comienza hoy.

30/4/2019. Martes de la II semana de Pascua


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4, 32-37)
El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.  Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba. José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.
Salmo responsorial (Sal 92, 1ab. 1c-2. 5)
R. El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. R.
Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. 
R.
Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. 
R.
Lectura del santo Evangelio según san Juan (3, 5a. 7b-1 5)
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?» Le contestó Jesús: «¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hable de las coas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

30 abril 2019. Martes de la II semana de Pascua – Puntos de oración


El Señor nos llama y nos reúne en torno a si en este día de Pascua, nos invita a dejar de lado el ajetreo de nuestras vidas y caminar junto a Él en este rato de oración.
Simplemente unas ideas.
¿Cuánta Misericordia vemos en nuestras vidas? ¿Soy consciente de las gracias diarias que el Señor me va regalando? Cada persona que nos encontramos, una frase que leemos, un detalle material... Tantas y tantas cosas que en este tiempo de Pascua el Señor nos regala sin medida.
La Pascua es el tiempo de la Misericordia, el tiempo en el que celebramos con gozo y alegría exultante que el Señor nos ha salvado, que Cristo ha dado su vida para redimirnos de nuestros pecados, que ya el pecado no tiene la última palabra.
Pascua es ese tiempo de esperanza cierta y fe firme, eso no quita que nuestra debilidad no siga apareciendo, pero ya tenemos en quien apoyarnos cuando caemos, ya tenemos Alguien que está dispuesto a dar su vida por nosotros para perdonarnos una vez más, sin medida. No perdamos la alegría de la Pascua.
La primera lectura nos habla, en última instancia, de la caridad para con mi hermano. Siempre que leemos esta lectura tendemos a pensar que esos eran otros tiempos, que ya no se puede hacer eso de compartirlo todo. Pero en el fondo estamos evitando la pregunta que nos atormenta: ¿sería yo capaz de hacer lo mismo? ¿De darlo todo para compartirlo todo?
Siempre nos reservamos cosas para nosotros, siempre queda algo que es "mío" y que nos cuesta desprendernos de ello. Analicemos hoy eso ¿a qué sigo atado? ¿Qué sería incapaz de dejar para los demás? Recémoslo hoy y pongámoslo ante el Señor.
Porque el Señor en el Evangelio también nos hace un reproche, que todavía pensamos demasiado en nosotros, que no entendemos. Pidamos luz para entender lo que Él hoy nos quiere decir en el Evangelio. Que tenemos que nacer de nuevo, ser como esos niños que viven la vida sorprendiéndose ante todo lo que observan.
Pero nuestras almas viejas, curtidas en mil batallas espirituales ya se han hecho mayores y nos creemos que somos maduros espiritualmente y no somos conscientes de que la madurez está en ese "nacer de nuevo", ser como niños, confiar más en el Señor que en nuestra propia debilidad, cerrar los ojos y decirle "Señor, me fío, llévame donde quieras". Repitámosle esto hoy en la oración: "Señor, me fío, llévame donde quieras".
Y, ya por último, reseñar que lo que dice la primera lectura de compartirlo todo no sólo se refiere a lo material, sino también nos anima a compartir con el hermano nuestras luchas y fatigas, nuestras opiniones y nuestra vida porque "en el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo".
Ojalá sepamos vivir todos estos retos que el Señor nos lanza en este día, se lo pedimos para terminar a la Virgen Nuestra Madre.

29/4/2019. Santa Catalina de Siena


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)
Queridos hermanos: Este es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a).
Bendice, alma mía, al Señor.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. 
R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. 
R.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. 
R.
La misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre, para aquellos que le temen;
su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11, 25-30)
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

29 abril 2019. Santa Catalina de Siena – Puntos de oración


En la fiesta y celebración eucarística de hoy se hace presente santa Catalina de Siena, terciaria dominica italiana. Nació en 1347 y falleció en 1380, a los 33 años de edad. Desde su infancia vivió en gran intensidad la presencia espiritual de Dios, de Cristo y de María en todas sus acciones. El misterio de la Iglesia de Cristo, que es comunión de los creyentes, teniendo al Papa como a su principal pastor y guía, fue una de sus dulces ‘obsesiones’ y por ella daba su vida.
Pasó por años de retiro, soledad y contemplación, en su “celda interior”. Esta celda era como el ámbito en el que ella veía a Dios como a quien lo es todo, sintiéndose la pequeñez amada, la casi nada, pero que ama, adora, sirve a su Señor.
Movida por el Espíritu hacia la acción apostólica, al mismo tiempo que escalaba el monte de la perfección, sirvió a pobres y enfermos, fue pacificadora de pueblos, y contribuyó altamente al retorno del Papa Gregorio XI desde Aviñón a Roma. Su libro EL DIÁLOGO, sus CARTAS y sus ORACIONES o SOLILOQUIOS son exquisito alimento espiritual.
Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia, con santa Teresa de Jesús (en la actualidad hay cuatro mujeres doctoras de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús y Santa Catalina de Siena fueron proclamadas por Pablo VI en 1970, santa Teresita de Lisieux en 1997 por Juan Pablo II, y santa Hildegarda por Benedicto XVI, en 2012). Y Juan Pablo II la nombró copatrona de Europa. Pidámosle que en estos tiempos difíciles y a la vez prometedores interceda por Europa y por todo el mundo en la búsqueda de la Verdad, la Paz y el Amor.
* Primera lectura:  La luz es una forma de decir que Dios Padre se ha manifestado en Cristo Jesús con el fin de que las personas tengamos la mejor orientación y la viva experiencia de un Dios cercano. Éste se ha manifestado tal cual es en su Hijo, portador de luz para toda la humanidad. Caminar en las tinieblas, equivalente a mentira, es negar el quehacer de Dios con sus hijos y oponerse al plan amoroso del Padre; al igual que afirmar conocer a Dios y no seguir sus mandatos es, en el mejor de los casos, pura ilusión, engaño evidente.
* Evangelio:  Esta breve oración de Jesús nos revela su relación íntima con su Padre.  Los sabios y entendidos no están excluidos de la fe, por supuesto, pero la gloria de Dios requiere que la fe nunca aparezca como un privilegio de los sabios. Jesús alaba a Dios por revelarle a los sencillos lo que permanece oculto a los sabios; revela su unidad con Dios y su conocimiento íntimo de Dios; e invita a quienes se sientan agobiados a que “vengan a Él”. Esta es una de las frases más alentadoras, estimulantes y transformadoras del Nuevo Testamento. ¡Corazón de Jesús, descanso en la lucha, refugio en la adversidad, consuelo de nuestras almas...Ten misericordia de nosotros! ¡En ti confiamos!
ORACIÓN FINAL
Dios todopoderoso, confírmanos en la fe de los misterios que celebramos, y, pues confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero, te rogamos que por la fuerza salvadora de su resurrección merezcamos llegar a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

28/4/2019. Domingo II de Pascua o de la Divina Misericordia (Ciclo C)


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,12-16)
Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a las plazas, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Acudía incluso mucha gente de las ciudades cercanas a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos eran curados.
Salmo responsorial (Sal 117,2-4.13-15.22-24)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. 
R.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. 
R.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor.
El Señor es Dios, él nos ilumina. 
R.
Lectura del libro del Apocalipsis (1,9-11a. 12-13. 17-19)
Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. El día del Señor fui arrebatado en espíritu y escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta que decía: «Lo que estás viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias». Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y ceñido el pecho con un cinturón de oro. Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, diciéndome: «No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que estás viendo: lo que es y lo que ha de suceder después de esto».
Lectura del santo Evangelio según san Juan (20,19-31)
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».  Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».  Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».  A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».  Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»  Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».  Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

28 abril 2019. Domingo II de Pascua o de la Divina Misericordia (Ciclo C) – Puntos de oración


Todos los días de esta primera semana de recitamos este texto antes de la lectura del Evangelio:
“Este es el día que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”. Jesús ha resucitado, Jesús ha penetrado en nuestra vida, a lo mejor todavía no soy muy consciente de ello. Pero mi vida ha cambiado. No se debe a mi esfuerzo sino, que ha actuado el Señor y a él se debe nuestra alegría y gozo.
Pero es fácil que dediquemos un rato a la oración diaria, a la de este día y Cristo siga fuera de mí. El esfuerzo para estar en la presencia Dios consiste en abandonarme, a dejarme invadir por este gozo imparable de la Resurrección. No pasa nada porque no lo sientas sensiblemente lo importante es estar en esta disposición, atento a ese deseo del Señor que se quiere colar y transformarme todo el día. Si creo en Jesús tengo que comunicarlo. Si no soy testigo de palabra y de obra, esta oración está vacía, no me he encontrado todavía con la mirada de Jesús.
Nos puede suceder como a los discípulos en la mañana de la resurrección; no creen en el anuncio de María Magdalena, ni al testimonio de los discípulos de Emaús… “Por fin Jesús se apareció a los Once, cuando estaban a la mesa y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado”
Nos ayudará a recibir a Cristo resucitado, vivir unidos, aunque sea en la distancia por tantas personas que tratan de unirse con nosotros y, entonces Se manifiesta y con mayor realismo si participamos cada día en la Fracción del Pan, como los discípulos de Emaús.
Entonces sí escucharemos su mandato: “Id al mundo entero y proclamad en Evangelio a toda la creación”.
Pedimos a María, la mujer fuerte que nos alcance, ¡casi nada!: “El gozo de la Pascua. Fe creciente, esperanza cierta, alegría desbordante, paz imperturbable amor ardiente
(P. Morales SJ)

27/4/2019. Sábado de la Octava de Pascua


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4, 13-21)
En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, estaban sorprendidos. Reconocían que habían sido compañeros de Jesús, pero, viendo de pie junto a ellos al hombre que había sido curado, no encontraban respuesta. Les mandaron salir fuera del Sanedrín, y se pusieron a deliberar entre ellos, diciendo: «¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente que todo Jerusalén conoce el milagro realizado por ellos, no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos con amenazas que vuelvan a hablar a nadie de ese nombre». Y habiéndolos llamado, les prohibieron severamente predicar y enseñar en nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo: «¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él? Juzgadlo vosotros. Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído». Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron, sin encontrar la manera de castigarlos a causa del pueblo, porque todos daban gloria a Dios por lo sucedido.
Salmo responsorial (Sal 117,1 y 14-15.16-18.19-21)
R. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
El Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos. 
R.
«La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. 
R.
Abridme las puertas de la salvación, y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. 
R.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (16, 9-15)
Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

27 abril 2019. Sábado de la Octava de Pascua – Puntos de oración


Estamos en la SEMANA GRANDE, Semana de Pascua, es tan grande lo que empezamos a celebrar en la Vigilia Pascual, que la Iglesia que ha acumulado a lo largo de tantos siglos la experiencia de esta celebración, que decide que no solo una vigilia ni el primer día de la semana, el Domingo de Resurrección; sino que durante una semana estemos celebrando esta Victoria sobre la muerte y el pecado, el mundo y sus concupiscencias, el mal y el sufrimiento. Pero, es más, para prepararnos se dedican cuarenta días de la Cuaresma, para que caigamos en la cuenta del significado de la Resurrección, es una cincuentena hasta el Domingo de Pentecostés con el envío del Espíritu Santo.
Resuena el aleluya del “Regina” todos los días oración y canción con mil interpretaciones que los compositores se deshacen por superarse, como el que escuchamos los militantes en la Catedral de Vitoria en la Vigilia presidida por nuestro querido obispo D, Juan Carlos Elizalde en la que nos invitó a resucitar a todos de todas las encrucijadas que tengamos o hayamos tenido en la vida. “Regina” Es una oración que faltan días para saborearla en la oración durante esta cincuentena, al lado de la Virgen Reina en la que invitamos a que se alegre y nos contagie su alegría de ser la preferida en visitar el Señor la primera. ¡Qué encuentro! No hay pueblo español que no lo celebre con una procesión el domingo en la mañana, en que la Virgen cambia el negro por el blanco ante tanto resplandor al mirar al Hijo que le dice: ¡Madre!
Qué “Madre” sería aquél si ya el “María” que le dice a la Magdalena poco después cuando se le aparece, le hace exclamar como fuera de sí: ¡Rabonní! -   Maestro mío y se quiso abrazar toda eufórica. Algo así y quizá más sublime fue lo que pasó en el encuentro de Jesús con su Madre. No lo podemos imaginar, se nos llena el corazón de emoción y Ella le respondería: “¡Hijo!”  Hijo mío, llena de fe esperanza y amor segura de que iba a encontrarse con Él.
Puedes quedarte saboreando las palabras del “Regina”, meditándolas despacio y contemplando la escena: Alégrate, María, ALELUYA (Que no deje de resonar en tu corazón y vida en estos días el Aleluya, alegría inefable de os que creen que resucitaran con ÉL) Aleluya, Aleluya, arrebatador como Haendel en Londres que siendo alemán puso en pie a todos los que escuchaban y desde entonces en Inglaterra se escucha de pie. No hace falta que nos pongamos de pie si no es esa la posición en la que estás haciendo la oración, pero entendamos el gesto del público que arrebatado por el momento se levanta. Qué impresionante es incluso cuando lo oímos, aunque ya lo hemos hecho muchas veces, pero siempre nos sobrecoge.
“Llena de gracia, porque el que mereciste llevar en tu seno, resucitó, Aleluya” Y no sigo porque debes de saberte esta oración breve que sustituye al Ángelus durante todo este tiempo, o debes aprender, es tan dulce, llega tanto al corazón, te acerca tanto a Ella y junto a ella repites con Ella. Y verás cómo se pasa el rato de oración sin darte cuenta y durante todo el día la llevas presente y con su Hijo saltas de alegría porque esa resurrección salta a todos los que desean salvarse.

26/4/2019. Viernes de la Octava de Pascua


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4, 1-12)
En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, después de que el paralítico fuese sanado, se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y lo saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de los muertos. Los apresaron y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Muchos de los que habían oído el discurso creyeron; eran unos cinco mil hombres. Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas; junto con el sumo sacerdote Anás, y con Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer en medio de ellos a Pedro y a Juan y se pusieron a interrogarlos: «¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso vosotros?». Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».
Salmo responsorial (Sal 117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a)
R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor: eterna es su misericordia. 
R.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. 
R.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (21, 1-14)
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

26 abril 2019. Viernes de la Octava de Pascua – Puntos de oración


¡Verdaderamente ha resucitado el Señor!
Con este gozoso anuncio de la Pascua, que debe iluminar toda nuestra vida y todos los momentos de oración, nos ponemos en la presencia de Dios. Pedimos el don de su Espíritu, para que siga renovando nuestros corazones, llenándolos de alegría.
Confiadamente acudimos al encuentro de Aquel que se acerca a cada uno, como a los discípulos en la orilla del lago.
Los discípulos están juntos. Forman comunidad. Nuestra oración siempre tiene que estar enmarcada en esa conciencia de pertenecer a l pueblo de la Nueva Alianza, a la familia de los redimidos, los hijos en el Hijo.
Entonces y ahora somos una comunidad abierta al mundo. Reconocemos el don que el Señor resucitado nos ha concedido. ¡Somos suyos! Una comunidad en misión, nosotros somos testigos. Puede ser que haya momentos sin fruto, pero Él nos anima a echar las redes, a fiarnos de Él. ¿Lo hacemos?
Esta mención de la noche, en relación con el trabajo de los discípulos, y en muchos momentos, con el nuestro, nos recuerda que la noche significa la ausencia de Jesús, luz del mundo, que hace infecundo todo trabajo. 
En Pascua le reconocemos, más que nunca -y nuestra fe es una fe pascual- como luz del mundo.
La obediencia a la palabra de Jesús, la fidelidad a su mensaje, es la condición necesaria para que el trabajo apostólico tenga fruto. Somos invitados a descubrir la presencia del Señor. En muchos momentos deberemos decir: ¡Es el Señor!  Solamente el que tiene experiencia del amor de Jesús sabe leer las señales, sabe que la fecundidad de la misión es señal de que Jesús está presente.
"Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan". Es la expresión de su amor a ellos. Jesús sigue siendo el amigo que se pone al servicio de los suyos. La eucaristía es el don de Jesús a sus amigos, a ti y a mí. El pan de vida es su carne, dada para que el mundo viva. Ese es el alimento que ahora ofrece. Después de haber dado su vida, puede dar su pan, que es él mismo. Es don gratuito.
Recordémoslo al oír: "Bendito seas, Señor, Dios del universo por este pan -fruto de la tierra y del trabajo del hombre-, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida".
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos. La definitiva, la que va a durar para siempre. Por eso, esta manifestación es modelo para la vida de la comunidad. Esta tercera vez es todo un programa para la vida de la comunidad en su misión en el mundo y en la eucaristía.
María, madre del Pan de vida eterna, llévanos a Jesús.

25/4/2019. Jueves de la Octava de Pascua


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3, 11-26)
En aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico de Salomón, donde estaban ellos. Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente: «Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. Por la de en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a vista de todos vosotros. Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus santos profetas. Moisés dijo: "El Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido del pueblo." Y, desde Samuel, en delante, todos los profetas que hablaron anunciaron también estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: "En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra." Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».
Salmo responsorial (Sal 8, 2a y 5. 6-7. 8-9)
R. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Señor, Dios nuestro, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? 
R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. 
R.
Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. 
R.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (24, 35-48)
En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.  Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.  Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

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