30/11/2017, San Andrés, apóstol

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10, 9-18)
Hermanos: Si profesas con tus labios que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación. Pues dice la Escritura: «Nadie que crea en él quedará confundido». En efecto, no hay distinción entre judío y griego; porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; y ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?; y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: « ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!». Pero no todos han prestado oído al Evangelio. Pues Isaías afirma: «Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y viene a través de la palabra de Cristo. Pero digo yo: «¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras».
Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. 
R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4, 18-22)

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

30 noviembre 2017. San Andrés, apóstol – Puntos de oración

Oración preparatoria: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.
Como puntos de oración, y celebrando así la fiesta del apóstol, os propongo hoy seguir la guía del Papa Benedicto XVI cuando desarrolló la semblanza biográfica de San Andrés. Seleccionaré una serie de textos de la Audiencia General del 14 de junio de 2006.
“Era verdaderamente un hombre de fe y de esperanza; y un día escuchó que Juan Bautista proclamaba a Jesús como "el cordero de Dios" (Jn 1, 36); entonces, se interesó y, junto a otro discípulo cuyo nombre no se menciona, siguió a Jesús, a quien Juan llamó "cordero de Dios". El evangelista refiere:  "Vieron dónde vivía y se quedaron con él" (Jn 1, 37-39).
Así pues, Andrés disfrutó de momentos extraordinarios de intimidad con Jesús. La narración continúa con una observación significativa:  "Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Encontró él luego a su hermano Simón, y le dijo:  "Hemos hallado al Mesías", que quiere decir el Cristo, y lo condujo a Jesús" (Jn 1, 40-43), demostrando inmediatamente un espíritu apostólico fuera de lo común.
Andrés, por tanto, fue el primero de los Apóstoles en ser llamado a seguir a Jesús. Por este motivo la liturgia de la Iglesia bizantina le honra con el apelativo de "Protóklitos", que significa precisamente "el primer llamado". Y no cabe duda de que por la relación fraterna entre Pedro y Andrés, la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla se sienten entre sí de modo especial como Iglesias hermanas.
(…) Los Evangelios nos presentan, por último, una tercera iniciativa de Andrés. El escenario es también Jerusalén, poco antes de la Pasión. Con motivo de la fiesta de la Pascua —narra san Juan— habían ido a la ciudad santa también algunos griegos, probablemente prosélitos o personas que tenían temor de Dios, para adorar al Dios de Israel en la fiesta de la Pascua. Andrés y Felipe, los dos Apóstoles con nombres griegos, hacen de intérpretes y mediadores de este pequeño grupo de griegos ante Jesús. La respuesta del Señor a su pregunta parece enigmática, como sucede con frecuencia en el evangelio de Juan, pero precisamente así se revela llena de significado. Jesús dice a los dos discípulos y, a través de ellos, al mundo griego:  "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo:  si el grano de trino no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto" (Jn 12, 23-24).
¿Qué significan estas palabras en este contexto? Jesús quiere decir:  sí, mi encuentro con los griegos tendrá lugar, pero no se tratará de una simple y breve conversación con algunas personas, impulsadas sobre todo por la curiosidad. Con mi muerte, que se puede comparar a la caída en la tierra de un grano de trigo, llegará la hora de mi glorificación. De mi muerte en la cruz surgirá la gran fecundidad:  el "grano de trigo muerto" —símbolo de mí mismo crucificado— se convertirá, con la resurrección, en pan de vida para el mundo; será luz para los pueblos y las culturas. Sí, el encuentro con el alma griega, con el mundo griego, tendrá lugar en esa profundidad a la que hace referencia el grano de trigo que atrae hacia sí las fuerzas de la tierra y del cielo y se convierte en pan. En otras palabras, Jesús profetiza la Iglesia de los griegos, la Iglesia de los paganos, la Iglesia del mundo como fruto de su Pascua.
Según tradiciones muy antiguas, Andrés, que transmitió a los griegos estas palabras, no sólo fue el intérprete de algunos griegos en el encuentro con Jesús al que acabamos de referirnos; sino también el apóstol de los griegos en los años que siguieron a Pentecostés. Esas tradiciones nos dicen que durante el resto de su vida fue el heraldo y el intérprete de Jesús para el mundo griego.
Una tradición sucesiva, a la que he aludido, narra la muerte de Andrés en Patrás, donde también él sufrió el suplicio de la crucifixión. Ahora bien, en aquel momento supremo, como su hermano Pedro, pidió ser colocado en una cruz distinta de la de Jesús. En su caso se trató de una cruz en forma de aspa, es decir, con los dos maderos cruzados en diagonal, que por eso se llama "cruz de san Andrés".
Según un relato antiguo —inicios del siglo VI—, titulado "Pasión de Andrés", en esa ocasión el Apóstol habría pronunciado las siguientes palabras:  "¡Salve, oh Cruz, inaugurada por medio del cuerpo de Cristo, que te has convertido en adorno de sus miembros, como si fueran perlas preciosas! Antes de que el Señor subiera a ti, provocabas un miedo terreno. Ahora, en cambio, dotada de un amor celestial, te has convertido en un don. Los creyentes saben cuánta alegría posees, cuántos regalos tienes preparados. Por tanto, seguro y lleno de alegría, vengo a ti para que también tú me recibas exultante como discípulo de quien fue colgado de ti... ¡Oh cruz bienaventurada, que recibiste la majestad y la belleza de los miembros del Señor!... Tómame y llévame lejos de los hombres y entrégame a mi Maestro para que a través de ti me reciba quien por medio de ti me redimió. ¡Salve, oh cruz! Sí, verdaderamente, ¡salve!".
Como se puede ver, hay aquí una espiritualidad cristiana muy profunda que, en vez de considerar la cruz como un instrumento de tortura, la ve como el medio incomparable para asemejarse plenamente al Redentor, grano de trigo que cayó en tierra. Debemos aprender aquí una lección muy importante: nuestras cruces adquieren valor si las consideramos y aceptamos como parte de la cruz de Cristo, si las toca el reflejo de su luz. Sólo gracias a esa cruz también nuestros sufrimientos quedan ennoblecidos y adquieren su verdadero sentido.
Así pues, que el apóstol Andrés nos enseñe a seguir a Jesús con prontitud (cf. Mt 4, 20; Mc 1, 18), a hablar con entusiasmo de él a aquellos con los que nos encontremos, y sobre todo a cultivar con él una relación de auténtica familiaridad, conscientes de que sólo en él podemos encontrar el sentido último de nuestra vida y de nuestra muerte.

29/11/2017, Miércoles de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28)
En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus nobles, y se puso a beber delante de los mil. Bajo el efecto del vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey junto con sus nobles, sus mujeres y sus concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Y mientras bebían vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoque del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía el dorso de la mano que escribía. Entonces su rostro palideció, sus pensamientos le turbaron, los músculos del cuerpo se le aflojaron, y las rodillas le entrechocaban. Trajeron a Daniel ante el rey, y este le preguntó: «¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey mi padre? He oído decir de ti que posees el espíritu de los dioses, y que en ti se encuentran inteligencia, prudencia y una sabiduría extraordinaria. He oído decir de ti que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y exponerme su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás al cuello un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino». Entonces Daniel habló así al rey: «Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le expondré su interpretación. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer a tu presencia los vasos de su templo, para beber vino en ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Has alabado a dioses de plata y oro, de bronce y hierro, de madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y tus empresas no lo has honrado. Por eso él ha enviado esa mano para escribir este texto. Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido." La interpretación es ésta: "Contado": Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el final; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas».
Salmo responsorial (Dn 3, 62. 63. 64. 65. 66. 67)
R. ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!
Sol y luna, bendecid al Señor. R.
Astros del cielo, bendecid al Señor. R.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor. R.
Vientos todos, bendecid al Señor. R.
Fuego y calor, bendecid al Señor. R.
Fríos y heladas, bendecid al Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 12-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

29 noviembre 2017. Miércoles de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Primera lectura:
El episodio del banquete del rey Baltasar le sirve al autor del libro de Daniel para seguir reflexionando sobre el sentido de la historia humana.
Ante Dios, el orgullo no vale nada. La orgía de la corte real, y además con los vasos sagrados fruto del pillaje en el templo de Jerusalén, no puede acabar bien. Daniel, en su papel de intérprete de las visiones, es valiente en anunciar lo que significan las letras que aparecen en la pared: "Dios ha contado tus días", "no has dado el peso en su balanza" y "tu reino se ha dividido".
Los excesos se pagan, pronto o tarde. "Te has rebelado contra el Señor... has adorado a dioses de oro y plata". Ahora ha llegado el juicio de Dios. Es un mensaje que tienen que saber leer los poderosos de la tierra: en concreto, Antíoco Epífanes, que en el tiempo en que se escribe este libro de Daniel está haciendo lo mismo que el libro atribuye -con una proyección hacia siglos pasados- al rey Baltasar.
Pero también va para cada uno de nosotros, que también deberíamos escarmentar en cabeza ajena de las consecuencias que traen nuestros fallos y desviaciones, porque cuando nos olvidamos de Dios, no nos pueden ir bien las cosas en nuestra vida. 
Salmo:
Que toda la naturaleza bendiga al Señor, pues Él ha hecho resplandecer su Rostro sobre todas las cosas. La Creación vive en la esperanza de ser también ella liberada de la servidumbre de la corrupción y participar así en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. La Creación debe estar al servicio del bien de todos, pues todos tienen el mismo derecho a disfrutar de los bienes de la tierra para vivir con dignidad y decoro. Cuando la naturaleza cumpla con la función que el Señor le ha asignado estará, con ello, bendiciendo al Señor, pues estará, finalmente, al servicio de la vida y no de la muerte.
Evangelio:
 “Os echarán mano y os perseguirán; os llevarán a las sinagogas y os meterán en la cárcel”.
Jesús anuncia que sus discípulos serán perseguidos, antes de la destrucción de Jerusalén y del Templo. Cuando Lucas escribía su evangelio, ¡eso ya había sucedido! «Pedro y Juan hablaban al pueblo... El jefe del Templo y los saduceos fueron hacia ellos. Les echaron mano y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente», cuenta el mismo san Lucas en los Hechos de los Apóstoles (4, 1-3; 5, 18; 8, 3; /2 4).
 “Os harán comparecer ante Reyes y Gobernadores a causa de mi Nombre”. El Nombre. Jesús, que es: signo de contradicción. Nombre que se escarnece. Nombre que se rechaza. El «nombre» es símbolo de la persona. Los mismos apóstoles, algunos años más tarde “saldrán del Gran Consejo contentos de haber merecido aquel ultraje por causa del nombre de Jesús” (Hechos 5, 41).
La persecución es una suerte, un gozo, porque es una ocasión de anunciar la «buena nueva» de Jesús, es una evangelización. San Pablo repetirá a menudo cuán útiles fueron para él sus encarcelamientos para evangelizar: paganos influyentes oían así hablar de Cristo: Agripa II (Hechos 26, 1). Los procuradores Galión en Corinto (Hechos 18, 12), y Felix, y Festo en Cesarea (Hechos 24, 1; 25, 1)... y los jueces y los guardias de la cárcel. «Se ha hecho público en todo el Pretorio que me hallo en cadenas a causa de Cristo» (Filipenses 1, 12)
Testimoniar. Ser testigo. “Todos seréis detestados por causa de mi Nombre. Pero ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá. ¡Con vuestro aguante y perseverancia conseguiréis la Vida!”
Perseverancia. Paciencia. Gozo, a pesar de todo.
ORACIÓN FINAL

Dios todopoderoso, concede a los fieles, que se alegran bajo la protección de la Virgen María, verse libres, por su intercesión, de todos los males de este mundo y alcanzar las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

28/11/2017, Martes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (2, 31-45)
En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: «Tú, oh rey, viste estabas mirando y apareció una gran estatua. Era una estatua enorme y su brillo extraordinario resplandecía ante ti, y su aspecto era terrible. Aquella estatua tenía la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. Mientras estabas mirando, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y los hizo pedazos. Se hicieron pedazos a la vez el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano; el viento los arrebató y desaparecieron sin dejar rastro. Y la piedra que había deshecho la estatua creció hasta hacerse una montaña enorme que ocupaba toda la tierra». «Este era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú,¡ oh rey, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha entregado el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado todos los territorios habitados por hombres, bestias del campo y aves del cielo, para que reines sobre todos ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata menos poderoso; después, un tercer reino de bronce, que dominará a todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro; como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido, aunque conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede fundir el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido, ni su dominio pasará a otro pueblo, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, y él durará por siempre. En cuanto a la piedra que viste desprenderse del monte sin intervención humana, y que destrozó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro, este significa lo que el Dios poderoso ha revelado al rey acerca del tiempo futuro. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta».
Salmo responsorial (Dn 3, 57. 58. 59. 60. 61)
R. ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor. R.
Cielos, bendecid al Señor. R.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor. R.
Aguas del espacio, bendecid al Señor. R.
Ejércitos del Señor, bendecid al Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 5-11)

En aquel tiempo, algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "Está llegando el tiempo"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el final no será enseguida». Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambre y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».

28 noviembre 2017. Martes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hace unos días, llegó la noticia de la masacre terrorista en un templo en  Península del Sinaí, en Egipto. Es una visión real y dramática de la vida misma. Se repite casi todos los días, tanto en Oriente como en Occidente.
¿Qué nos querrá decir el Señor en el evangelio de hoy? El núcleo central son estas palabras lapidarias del Señor, al contemplar la magnificencia del templo de Jerusalén: “Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”.
Vamos a intentar penetrar en los sentimientos del Corazón de Cristo. Seguramente piensa en su interior: “Qué pena, he venido a los míos y no me reciben”. “Yo soy el Reino de Dios, se hace presente en Mi”, “He visto para que las almas tengan vida y la tengan en abundancia…me abandonaron a mí que la fuente de aguas vivas para hacerse cisternas agrietadas, incapaces de contener el agua…”
Estas expresiones nos deben llenar de esperanza a pesar de esa sensación de tristeza.  Aunque parece que la maldad y la soberbia se apoderan de multitud de personas, por encima de ese mal resplandece la bondad de Dios. El Señor nos ha creado para salvarnos. Todo depende de nuestro deseo de ser salvados, de ser perdonados de admitir lo que somos en realidad, criaturas que dependemos de Dios Padre. Con frecuencia lo olvidamos y preferimos ser creador a criaturas. Nos ponemos en el lugar que sólo corresponde a Dios. Y cuando arrinconamos a Dios, destrozamos al hombre. Y nos encontraremos con la realidad de las palabras de Jesús en el evangelio de hoy. Los mismos hombres son capaces de provocar  cataclismos y masacres: “no quedará piedra sobre piedra”.

Hace unos días me escribía  una madre de familia,  muy enferma de cáncer, estas palabras llenas de esperanza. “No tengas miedo al dolor y al sufrimiento. Déjate cuidar. En esto el sufrimiento se parece al amor: hemos nacido al mundo por amor; para amar y dejarnos amar; con frecuencia para sufrir y dejarnos consolar. Ofrece tu tiempo, tu presencia, a veces sin palabras, pero siempre en disposición de servir. Evita todo tipo de queja. En la queja falta el amor, manifestamos nuestra miopía, no sabemos  lo que esto significa a lo largo del camino”. Las incógnitas se irán despejando. Nos encontraremos con la Madre, capaz de enjugar todas las lágrimas de sus elegidos.

27/11/2017, Lunes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario

Comienzo de la profecía de Daniel (1, 1-6. 8-20)
El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén y la asedió. El Señor entregó en su poder a Joaquín, rey de Judá y todo el ajuar que quedaba en el templo. Nabucodonosor se los llevó a Senaar, al templo de su Dios, y el ajuar del templo lo metió en el depósito del templo de su dios. El rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos hijos de Israel de sangre real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formados en la sabiduría, cultos e inteligentes, y aptos para servir en el palacio real; y ordenó que les enseñasen la lengua y literatura caldeas. Cada día el rey les pasaba una ración de comida y de vino de la mesa real. Su educación duraría tres años, al cabo de los cuales entrarían al servicio del rey. Entre ellos, había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Daniel hizo propósito de no contaminarse con los manjares, ni con el vino de la mesa real, y pidió al capitán de eunucos que lo dispensase de aquella contaminación. Dios concedió a Daniel encontrar gracia y misericordia en el capitán de los eunucos, y este dijo a Daniel: «Tengo miedo al rey mi señor, que os ha asignado la ración de comida y bebida; pues si os ve más flacos que vuestros compañeros, ponéis en peligro mi cabeza delante del rey». Daniel dijo al encargado que el capitán de los eunucos había puesto para cuidarlos a él, a Ananías, a Misael y a Azarías: «Por favor, prueba diez días con tus siervos: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Después, que comparen en tu presencia nuestro aspecto y el de los jóvenes que comen de la mesa real y trátanos según el resultado». Él les aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Después de los diez días tenían mejor aspecto y estaban más robustos que cualquiera de los jóvenes que comían de la mesa real. Así que el encargado les retiró la ración de comida y de vino, y les dio legumbres. Dios les concedió a los cuatro inteligencia, comprensión de cualquier escritura y sabiduría. Daniel sabía, además interpretar visiones y sueños. Al cumplirse el plazo señalado para presentarlos al rey, el capitán de los eunucos los llevó a Nabucodonosor. Después de hablar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y quedaron a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, los encontró diez veces superiores al resto de los magos y adivinos de todo su reino.
Salmo responsorial (Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56)
R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. 
R.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 1-4)

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas y dijo: «En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

27 noviembre 2017. Lunes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

En plena Campaña de la Inmaculada, nos podemos acoger a las ideas que están en el folleto que  se acaba de publicar que al comenzar, nos lo resume con palabras del Padre Morales: “arder en amor a la Virgen y hacer arder a los demás”. A esto apuntan los objetivos, a esto debe apuntar nuestra oración de estos días. Siempre ella en el fondo de la oración invocándola al comienzo, que nos guíe y encienda y nos haga arder en su amor.
Acabamos de celebrar ayer, domingo, la fiesta de Cristo Rey del Universo. En ella el evangelio es del Juicio Final (Mt, 31-36) “Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos sus ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá a las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer,…”
Hemos entrado en una semana del fin de los tiempos, como el año que acaba, la figura de Cristo Rey celebrando el Juicio Universal que hemos visto tantas veces representado en los pórticos de nuestras iglesias y catedrales, pinturas y esculturas que nos han llamado la atención, también hoy en la oración nos llevan a meditar en el final: muerte, juicio, infierno y gloria. Verdades eternas que a veces nos pasan desapercibidas pero que debemos tener presentes pues la muerte es cierta, aunque no sabemos el momento; el juicio, seremos juzgados por el mejor de los amigos, para los que la han buscado pero los que han preferido las tinieblas a la luz, gozarán de ellas y no verán a Dios. El pecado es el que nos aparta de Dios por eso tenemos que espolearnos para no pecar y llevar las almas a la gracia mediante el sacramento de la penitencia. Por eso nada mejor que esta Campaña de la Inmaculada para muchos se conviertan tengan vida y la tengan en abundancia.
Continuemos contemplando mañana  a Cristo Rey en la cruz, nos tiene que decir tantas cosas. Vayamos recorriendo su cuerpo de arriba abajo. La inscripción INRI, la corona de espinas, la sangre que sale y empieza a correr. El rostro, la mirada, las manchas de sangre, las llagas de las manos, la del costado abierto de donde sale sangre y agua. “Sangre del costado de Cristo, embriágame” como decimos en la oración de acción de gracias de la comunión…
Y así impera, es rey de reyes y señor de señores, a Él la gloria, el honor y el imperio que le da el Padre para que corramos a esta fuente de salvación todos los hombres. Mirada de amor que salva, que purifica, cura como la del estandarte del desierto que levantó Moisés.
“Es Rey que hace reyes a Sus seguidores, galardonándolos con el cielo” (S. Buenaventura) Cristo Majestad, cristo románico o Cristo  paciente gótico, Cristo de siempre invitando: “Mi voluntad es conquistar todo el mundo y todos los enemigos…” “¡Cristo, reina, Cristo, vence, Cristo resucita,  Cristo Impera!

Al lado de la Virgen que nos introduce en el  Reino de su Hijo, bajo capitán tan colosal al que se someten todos los imperios, vencedor de la muerte, no nos faltará las fuerzas para seguirle y gritar hasta la muerte como tantos mártires: ¡Viva Cristo Rey! ¡Venga a nosotros tu Reino! Y así entrar un día en la Gloria. Amén.

26/11/2017, Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario – Solemnidad de Cristo Rey (Ciclo A)

Lectura de la profecía de Ezequiel (34, 11-12. 15-17)
Esto dice el Señor Dios: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar - oráculo del Señor Dios -. Buscaré la oveja perdida, recogeré a las descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia». En cuanto a vosotros, mi rebaño, esto dice el Señor: «Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío».
Salmo responsorial (Sal 22, 1-2a. 2b-3. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar. R.
Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. 
R.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. 
R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término. 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 20-26. 28)
Hermanos: Cristo ha resucitó de entre los muertos y es primicia de los que han muerto. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después en final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte. Y, cuando le haya sometido todo, entonces también el mismo Hijo se someterá al que se lo había sometido todo. Así Dios será todo en todos.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25, 31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme". Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos, más pequeños conmigo lo hicisteis". Entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también estos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Él les replicará: "En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo". Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

26 noviembre 2017. Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario – Solemnidad de Cristo Rey (Ciclo A) – Puntos de oración

Quizá nos da pudor utilizar esta palabra y llamar “rey” a nuestro Dios, pues puede parecer una proclama triunfalista, al modo en que los humanos rendimos homenaje a los ganadores, a los que tienen el poder, y que tantas veces obedece a un movimiento arribista y un tanto especulador.
Hay quienes por ideología se pueden sentir violentos ante algunos términos con los que invocamos a Jesucristo.  Incluso a alguno a quien le es grato tratar con Jesús como con un amigo, como compañero de camino y humano, le puede violentar el tratamiento de Señor y de Rey aplicado al Nazareno.
Ante la revelación bíblica, que nos muestra a Jesucristo como Rey del universo, no debemos interpretar esta denominación real con los parámetros políticos y protocolarios humanos, sino desde las mismas Sagradas Escrituras.
Es verdad, y nos da alegría, la afirmación de que “el Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder” (Sal 92). A la vez, también es verdad que el momento en el que Jesús acepta ser proclamado rey es justamente el momento en el que es juzgado ante Pilato, quien manda poner sobre la Cruz: “Este es el Rey de los judíos”.
Así describe el Evangelio la escena: “Pilato le dijo: -«Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: -«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz»” (Jn 18, 37). En Cristo se cumplen las profecías: “Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán (Dn 7, 14).
La fiesta de hoy nos invita a tratar a Jesús con consideración, por más que Él ha pasado por este mundo como un hombre cualquiera, y ha tomado la condición de esclavo. “Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra” (Ap 1,5). Jesucristo es el príncipe de la Paz, el Rey de Reyes, y a su nombre doblan la rodilla los cielos y la tierra, y hasta los abismos. Él es el Señor del universo. A Él la gloria, y el honor por los siglos de los siglos.

Santa Teresa de Jesús no tiene reparo en tratar a Jesucristo como Hombre, y así se lo representaba siempre ella, pero a la vez lo considera como a su Rey y Señor, el primero en el padecer, por lo que ella enseña: “¡Oh Hijo del Padre Eterno, Jesucristo, Señor nuestro, Rey verdadero de todo! ¿Qué dejasteis en el mundo? ¿Qué pudimos heredar de Vos vuestros descendientes? ¿Qué poseísteis, Señor mío, sino trabajos y dolores y deshonras, y aun no tuvisteis sino un madero en que pasar el trabajoso trago de la muerte? En fin, Dios mío, que los que quisiéremos ser vuestros hijos verdaderos y no renunciar la herencia, no nos conviene huir del padecer. Vuestras armas son cinco llagas” (Fundaciones 10, 11).

25/11/2017, Sábado de la XXXIII semana del Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de los Macabeos (6, 1-13)
En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte cuando se enteró de que había en Persia una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas depositadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, primer rey de los griegos. Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle. Antíoco tuvo que huir y emprendió apesadumbrado el viaje de vuelta a Babilonia. Cuando él se encontraba todavía en Persia, llegó un mensajero con la noticia de que la expedición militar contra Judea había fracasado y que Lisias, que en un primer momento se había presentado como caudillo de un poderoso ejército, había huido ante los judíos; estos, sintiéndose fuertes con las armas, pertrechos y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado la abominación de la desolación construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y habían hecho lo mismo en Bet Sur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama y enfermó de tristeza, porque no le habían salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más triste. Pensó que se moría, llamó a todos sus Amigos y les dijo: «El sueño ha huido de mis ojos y estoy abrumado por las preocupaciones y me digo: "¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, que era feliz y querido cuando era poderoso! Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando todo el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase sin motivo a los habitantes de Judea. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera”».
Salmo responsorial (Sal 9, 2-3. 4 y 6. 16 y 19)
R. Gozaré con tu salvación, Señor.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. 
R.
Porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y perecieron ante tu rostro.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío y borraste para siempre su apellido. 
R.
Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
Él no olvida jamás al pobre, ni la esperanza del humilde perecerá. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (20, 27-40)

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer». Jesús les dijo: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos». Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro». Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

25 noviembre 2017. Sábado de la XXXIII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Para los puntos de mañana nos vamos a centrar en el texto que aparece en el App sobre la Campaña de la Inmaculada. Empieza diciendo: LA UNIÓN CON DIOS SE ALIMENTA Y CRECE EN TU TRABAJO.
La unión con Dios. ¿Qué es eso de la Unión con Dios? En una primera opción es sentir continuamente (o muchas veces) la presencia de Dios, que me mira, que Jesús está a mi lado, que María está en el cielo, como asomada a un balcón y me está mirando. Pongo dos imágenes para este apartado. La primera es humana. Cuando se murió mi padre y durante mucho tiempo, mi madre, viuda, se le imaginaba continuamente a su lado, cuando entraba en la cocina, cuando iba al comedor… Yo, a veces, me imagino como si fuese un niño que está jugando en la plaza y desde un balcón me está viendo mi Madre: la Virgen. No me dice nada, pero no me quita el ojo. Cuando estoy jugando y me caigo, además de dar un suspiro, espera anhelante ver como reacciono: lloro o me enfado o me limpio y sigo corriendo. Lo mismo mira mi reacción ante un pobre que pasa por la plaza o ante un chico que me empuja u otro al que yo le atropello. Vivir con alguna idea de este tipo en el subconsciente es lo que suelen llamar sentir la presencia de Dios y es gracia mística para la que me puedo preparar, poro no merecer. Es un regalo que a Dios le gusta dar a los que están preparados.
Hay otro tipo de Unión con Dios que es el de la unión de voluntad: Hacer lo que Él quiere y querer lo que Él hace. En esta, sí que podemos dar pasos, aunque siempre con su ayuda.
Para posibilitar mejor la oración pondré un ejemplo tomando la imagen de San José en el trabajo. Tú puedes ir completando el ejemplo, o ponerte otros o intercalar peticiones… Su horario era trabajar de sol a sol. En eso que está arreglando una puerta: a la solana del medio día y cansado. Ahora piensa en Dios, ¿le gustará lo que está haciendo? Si, seguro. Las circunstancias le dicen que es lo que tiene que hacer, entonces le lanza una jaculatoria y sigue con el martillo.
Es la hora de la tarde, momento en el que los judíos rezan ¿Seguirá trabajando? Levanta los ojos por dentro, se sonríe y…
Ahora van a salir con el Niño a no sé qué visita importante y cuando ya estaban en la puerta de casa, el Niño se cae y se araña la piernecita y se mancha del todo. ¡Vaya! Ya que íbamos a salir para ir… pero levanta la vista y piensa: ¿Lo he hecho mal a posta, le he llevado por un camino malo? No, fueron cosas de la vida o cosas de los niños. Entonces esto es lo que Dios quiere dicho a través de las circunstancias. “Gracias Señor por expresar tan claramente tu voluntad y poder saber con precisión lo que tengo que hacer: limpiar al Niño…” y sonreír porque estoy practicando la unión de voluntad con Dios.
¿Qué pensar cuando un ángel le dice: levántate… y huye a Egipto? ¿Enfadado o contento porque sabes cuál es la voluntad de Dios y tienes fuerzas para cumplirla? ¿Qué pensar cuando te empieza a doler el pecho y a toser y ves que no puedes trabajar? Levantas la vista al Padre y cuando te acuestas por pura necesidad, lo haces unido a Dios de voluntad.

Santa María, así me gustaría vivir a mí. Consíguemelo Tú.

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