Hace unos días, llegó la noticia de la
masacre terrorista en un templo en Península del Sinaí, en Egipto. Es una
visión real y dramática de la vida misma. Se repite casi todos los días, tanto
en Oriente como en Occidente.
¿Qué nos querrá decir el Señor en el evangelio
de hoy? El núcleo central son estas palabras lapidarias del Señor, al
contemplar la magnificencia del templo de Jerusalén: “Esto que contempláis,
llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea
destruida”.
Vamos a intentar penetrar en los
sentimientos del Corazón de Cristo. Seguramente piensa en su interior: “Qué
pena, he venido a los míos y no me reciben”. “Yo soy el Reino de Dios, se hace
presente en Mi”, “He visto para que las almas tengan vida y la tengan en
abundancia…me abandonaron a mí que la fuente de aguas vivas para hacerse
cisternas agrietadas, incapaces de contener el agua…”
Estas expresiones nos deben llenar de
esperanza a pesar de esa sensación de tristeza. Aunque parece que la
maldad y la soberbia se apoderan de multitud de personas, por encima de ese mal
resplandece la bondad de Dios. El Señor nos ha creado para salvarnos. Todo
depende de nuestro deseo de ser salvados, de ser perdonados de admitir lo que
somos en realidad, criaturas que dependemos de Dios Padre. Con frecuencia lo
olvidamos y preferimos ser creador a criaturas. Nos ponemos en el lugar que
sólo corresponde a Dios. Y cuando arrinconamos a Dios, destrozamos al hombre. Y
nos encontraremos con la realidad de las palabras de Jesús en el evangelio de
hoy. Los mismos hombres son capaces de provocar cataclismos y
masacres: “no quedará piedra sobre piedra”.
Hace unos días me escribía una
madre de familia, muy enferma de cáncer, estas palabras llenas de
esperanza. “No tengas miedo al dolor y al sufrimiento. Déjate cuidar. En esto
el sufrimiento se parece al amor: hemos nacido al mundo por amor; para amar y
dejarnos amar; con frecuencia para sufrir y dejarnos consolar. Ofrece tu
tiempo, tu presencia, a veces sin palabras, pero siempre en disposición de
servir. Evita todo tipo de queja. En la queja falta el amor, manifestamos
nuestra miopía, no sabemos lo que esto significa a lo largo del camino”.
Las incógnitas se irán despejando. Nos encontraremos con la Madre,
capaz de enjugar todas las lágrimas de sus elegidos.