* Primera lectura:
El episodio del banquete del rey
Baltasar le sirve al autor del libro de Daniel para seguir reflexionando sobre
el sentido de la historia humana.
Ante Dios, el orgullo no vale
nada. La orgía de la corte real, y además con
los vasos sagrados fruto del pillaje en el templo de Jerusalén, no puede acabar
bien. Daniel, en su papel de intérprete de las visiones, es valiente en
anunciar lo que significan las letras que aparecen en la pared: "Dios ha
contado tus días", "no has dado el peso en su balanza" y
"tu reino se ha dividido".
Los excesos se pagan, pronto o tarde.
"Te has rebelado contra el Señor... has adorado a dioses de oro y
plata". Ahora ha llegado el juicio de Dios. Es un mensaje que tienen que
saber leer los poderosos de la tierra: en concreto, Antíoco Epífanes, que en el
tiempo en que se escribe este libro de Daniel está haciendo lo mismo que el
libro atribuye -con una proyección hacia siglos pasados- al rey Baltasar.
Pero también va para cada uno de
nosotros, que también deberíamos escarmentar en cabeza ajena de
las consecuencias que traen nuestros fallos y desviaciones, porque cuando
nos olvidamos de Dios, no nos pueden ir bien las cosas en nuestra vida.
* Salmo:
Que toda la naturaleza bendiga al Señor,
pues Él ha hecho resplandecer su Rostro sobre todas las cosas. La
Creación vive en la esperanza de ser también ella liberada de la servidumbre de
la corrupción y participar así en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
La Creación debe estar al servicio del bien de todos, pues todos tienen el
mismo derecho a disfrutar de los bienes de la tierra para vivir con dignidad y
decoro. Cuando la naturaleza cumpla con la función que el Señor le ha asignado
estará, con ello, bendiciendo al Señor, pues estará, finalmente, al servicio de
la vida y no de la muerte.
* Evangelio:
“Os echarán mano y os
perseguirán; os llevarán a las sinagogas y os meterán en la cárcel”.
Jesús anuncia que sus discípulos serán
perseguidos, antes de la destrucción de Jerusalén y del Templo. Cuando Lucas
escribía su evangelio, ¡eso ya había sucedido! «Pedro y Juan hablaban al
pueblo... El jefe del Templo y los saduceos fueron hacia ellos. Les echaron
mano y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente», cuenta el mismo san
Lucas en los Hechos de los Apóstoles (4, 1-3; 5, 18; 8, 3; /2 4).
“Os harán comparecer ante Reyes
y Gobernadores a causa de mi Nombre”. El Nombre. Jesús, que es:
signo de contradicción. Nombre que se escarnece. Nombre que se
rechaza. El «nombre» es símbolo de la persona. Los mismos apóstoles, algunos
años más tarde “saldrán del Gran Consejo contentos de haber merecido
aquel ultraje por causa del nombre de Jesús” (Hechos 5, 41).
La persecución es una suerte, un gozo,
porque es una ocasión de anunciar la «buena nueva» de Jesús, es una
evangelización. San Pablo repetirá a menudo cuán útiles fueron para él sus
encarcelamientos para evangelizar: paganos influyentes oían así hablar de Cristo:
Agripa II (Hechos 26, 1). Los procuradores Galión en Corinto (Hechos 18, 12), y
Felix, y Festo en Cesarea (Hechos 24, 1; 25, 1)... y los jueces y los guardias
de la cárcel. «Se ha hecho público en todo el Pretorio que me hallo en cadenas
a causa de Cristo» (Filipenses 1, 12)
Testimoniar. Ser testigo. “Todos
seréis detestados por causa de mi Nombre. Pero ni un solo cabello de vuestra
cabeza se perderá. ¡Con vuestro aguante y perseverancia conseguiréis la Vida!”
Perseverancia. Paciencia. Gozo, a pesar
de todo.
ORACIÓN FINAL
Dios todopoderoso, concede a los fieles,
que se alegran bajo la protección de la Virgen María, verse libres, por su
intercesión, de todos los males de este mundo y alcanzar las alegrías del
cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.