29 noviembre 2017. Miércoles de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Primera lectura:
El episodio del banquete del rey Baltasar le sirve al autor del libro de Daniel para seguir reflexionando sobre el sentido de la historia humana.
Ante Dios, el orgullo no vale nada. La orgía de la corte real, y además con los vasos sagrados fruto del pillaje en el templo de Jerusalén, no puede acabar bien. Daniel, en su papel de intérprete de las visiones, es valiente en anunciar lo que significan las letras que aparecen en la pared: "Dios ha contado tus días", "no has dado el peso en su balanza" y "tu reino se ha dividido".
Los excesos se pagan, pronto o tarde. "Te has rebelado contra el Señor... has adorado a dioses de oro y plata". Ahora ha llegado el juicio de Dios. Es un mensaje que tienen que saber leer los poderosos de la tierra: en concreto, Antíoco Epífanes, que en el tiempo en que se escribe este libro de Daniel está haciendo lo mismo que el libro atribuye -con una proyección hacia siglos pasados- al rey Baltasar.
Pero también va para cada uno de nosotros, que también deberíamos escarmentar en cabeza ajena de las consecuencias que traen nuestros fallos y desviaciones, porque cuando nos olvidamos de Dios, no nos pueden ir bien las cosas en nuestra vida. 
Salmo:
Que toda la naturaleza bendiga al Señor, pues Él ha hecho resplandecer su Rostro sobre todas las cosas. La Creación vive en la esperanza de ser también ella liberada de la servidumbre de la corrupción y participar así en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. La Creación debe estar al servicio del bien de todos, pues todos tienen el mismo derecho a disfrutar de los bienes de la tierra para vivir con dignidad y decoro. Cuando la naturaleza cumpla con la función que el Señor le ha asignado estará, con ello, bendiciendo al Señor, pues estará, finalmente, al servicio de la vida y no de la muerte.
Evangelio:
 “Os echarán mano y os perseguirán; os llevarán a las sinagogas y os meterán en la cárcel”.
Jesús anuncia que sus discípulos serán perseguidos, antes de la destrucción de Jerusalén y del Templo. Cuando Lucas escribía su evangelio, ¡eso ya había sucedido! «Pedro y Juan hablaban al pueblo... El jefe del Templo y los saduceos fueron hacia ellos. Les echaron mano y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente», cuenta el mismo san Lucas en los Hechos de los Apóstoles (4, 1-3; 5, 18; 8, 3; /2 4).
 “Os harán comparecer ante Reyes y Gobernadores a causa de mi Nombre”. El Nombre. Jesús, que es: signo de contradicción. Nombre que se escarnece. Nombre que se rechaza. El «nombre» es símbolo de la persona. Los mismos apóstoles, algunos años más tarde “saldrán del Gran Consejo contentos de haber merecido aquel ultraje por causa del nombre de Jesús” (Hechos 5, 41).
La persecución es una suerte, un gozo, porque es una ocasión de anunciar la «buena nueva» de Jesús, es una evangelización. San Pablo repetirá a menudo cuán útiles fueron para él sus encarcelamientos para evangelizar: paganos influyentes oían así hablar de Cristo: Agripa II (Hechos 26, 1). Los procuradores Galión en Corinto (Hechos 18, 12), y Felix, y Festo en Cesarea (Hechos 24, 1; 25, 1)... y los jueces y los guardias de la cárcel. «Se ha hecho público en todo el Pretorio que me hallo en cadenas a causa de Cristo» (Filipenses 1, 12)
Testimoniar. Ser testigo. “Todos seréis detestados por causa de mi Nombre. Pero ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá. ¡Con vuestro aguante y perseverancia conseguiréis la Vida!”
Perseverancia. Paciencia. Gozo, a pesar de todo.
ORACIÓN FINAL

Dios todopoderoso, concede a los fieles, que se alegran bajo la protección de la Virgen María, verse libres, por su intercesión, de todos los males de este mundo y alcanzar las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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