10 noviembre 2017. Viernes de la XXXI semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Empezamos nuestro rato exclusivo con el Señor invocando al Espíritu Santo. Recordamos que siempre en nuestro rato diario de oración estamos acompañados por la presencia maternal de María. A san José, siguiendo un consejo del padre Morales, le pedimos por nuestra perseverancia.
Las lecturas de hoy nos hablan de dos tipos de administradores, el que “sirve” y el que “se sirve”.
En la carta a los Romanos Pablo muestra su celo por evangelizar, por cumplir con pasión la tarea encomendada: “Me da pie el don recibido de Dios, que me hace ministro de Cristo Jesús… mi acción sacra consiste en anunciar la buena noticia de Dios.”. Pablo se declara “Ministro de Cristo” en el sentido de ministrar como equivalente a servir. Servir al jefe, en este caso al Señor.
Y servir no de cualquier manera sino con pasión, entregado totalmente al servicio, no quedándose nunca quieto. Haciendo cuatro largos viajes predicando el evangelio, en todo el mundo conocido, para acabar en Roma, traicionado por algunos de los suyos.
“¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!”. Podemos aprovechar para dar gracias a Dios por aquellas personas de las que se ha servido para trasmitirnos la fe: empezando por nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros maestros, hermanos, sacerdotes o seglares y cómo no dar gracias por nuestro padre Morales y Abelardo. Estas personas que han servido desinteresadamente al Señor.
En contraste, el evangelio de san Lucas (16 1-8) nos habla de un administrador deshonesto. Jesús nos cuenta una parábola, una narración no real pero sacada del día a día, con datos que la hacen posible y verosímil. Habla del aceite y del trigo, dos productos que  los judíos usaban con frecuencia en sus préstamos, al estar excepcionados del pecado de usura. Se entendía que estaban al alcance de todos. Jesús habla en un lenguaje que todos entienden, se adapta a la cultura del oyente.
La parábola habla de un hombre que en lugar de servir a los demás, se sirve de ellos. De un hombre que se mueve con astucia, para quedarse en su puesto. ¡Cuántas veces hemos visto esto en el mundo del trabajo!, en el mundo de la política… y también en el mundo de la Iglesia.
Aquel administrador había alcanzado un estatus, una zona de confort y ahora se mueve para mantenerlo como sea, honesta o deshonestamente.
Hoy celebramos a un gran administrador de la Iglesia del Señor: san León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia. Un servidor fiel que supo ser humilde, creando colegialidad, entendió que la autoridad es servicio, predicó el evangelio en un lenguaje inteligible. Su hecho de vida más conocido es su entrevista en Mantua con Atila, rey de los hunos, donde le convence para que no entre y saquee  Roma. Entendió que su deber, era salir de su comodidad y proteger a su prole. Pidamos su intercesión.

Acabemos nuestra oración con un coloquio con el Maestro, recordando que no nos predicamos a nosotros mismos, no somos divos que nos diría Abelardo, predicamos a Cristo y a este en la integridad de su vida, reflejada en el evangelio.

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