30/11/2016, San Andrés, apóstol

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10, 9-18)
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación,- y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: « ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio! » Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»
Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. 
R.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4, 18-22)

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

30 noviembre 2016. San Andrés, apóstol – Puntos de oración

Empezamos nuestro rato exclusivo con el Señor invocando al Espíritu Santo. Recordamos que siempre en nuestro rato diario de oración estamos acompañados por la presencia maternal de María. A san José, siguiendo un consejo del padre Morales, le pedimos por nuestra perseverancia.
Las lecturas de hoy nos hablan de la grandeza de la obra de Dios, de cómo ayudar a los hombres a reconocer en ella la labor de un Padre que les ama y de los apóstoles que dedican su vida a hacerlo.
“¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!”. Podemos aprovechar para dar gracias a Dios por aquellas personas de las que se ha servido para trasmitirnos la fe: empezando por nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros maestros, hermanos, sacerdotes o seglares y cómo no dar gracias por nuestro padre Morales y Abelardo.
Esa fe recibida nos habla de la “otra orilla” y  nos da fuerza para nuestro día a día. Nos da la energía para construir un mundo basado en el amor y nunca en el odio. Nos da la convicción de que no tenemos enemigos, que todos los hombres son nuestros hermanos.
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás”. Alguien que tenga un corazón asentado en la certeza de que Dios resucitó, se salvará. No solamente por esa convicción intelectual, sino porque habrá llevado una vida coherente con la misma. “El hombre piensa más con el corazón que con la cabeza” nos repetía el padre Morales.
El salmo 18 nos lleva a la oración en la naturaleza, la casa común. Con la vista imaginativa, representémonos en la oración, unas imágenes del universo con cientos o miles de estrellas y nosotros viajando a través de ellas. Mientras paladeamos y repetimos despacio: “El cielo proclama la gloria de Dios”.  La naturaleza no necesita palabras para predicar la grandeza de Dios.
El evangelio nos narra la elección de los cuatro primeros apóstoles dedicados a predicar: “Jesús es el Señor”. Jesús es Dios, siendo el pobre del pesebre, el humilde artesano de Nazaret, es el que ora y pasa hambre en el desierto, el que se humilla y guarda cola para ser bautizado por Juan, el que predica las bienaventuranzas, el que no tiene donde reclinar la cabeza, finalmente el que pasa haciendo el bien y muere despojado de todo en una cruz. Nuestra fe no es una ideología, es el encuentro con una persona que nos enseña “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
Hoy celebramos a san Andrés, Patrón del Patriarcado Ecuménico. Él  nos alienta a salir de nuestros límites y comodidades para buscar y escuchar a los “otros”. “Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan”.

Acabar nuestra oración con un coloquio con el Maestro, recordando que no nos predicamos a nosotros mismos, no somos divos, predicamos a Cristo y a este en la integridad de su vida, reflejada en el evangelio.

29/11/2016, Martes de la primera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (11, 1-10)
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará de oídas; juzgará a los pobres con justicia, sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra; pero golpeará al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia será ceñidor de sus caderas, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, el leopardo se tumbará con el cabrito, el ternero y el león pacerán juntos: un muchacho será su pastor. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león como el buey comerá paja. El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente, y el recién destetado extiende la mano hacia la madriguera del áspid. Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los pueblos: se volverán hacia ella las naciones y será gloriosa su morada.
Salmo responsorial (Sal 71, 1-2, 7-8. 12-13. 17)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. 
R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. 
R.
Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. 
R.
Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 21-24)

En aquella hora Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar». Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: - «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

29 noviembre 2016. Martes de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

Nos encontramos ya en la primera semana de adviento y con ella se inicia el nuevo año litúrgico. Atrás quedó ya la semana entre la fiesta de Cristo Rey y el primer domingo de adviento.
La vida litúrgica del creyente discurre a lo largo del año como un puente que se sostiene entre estos dos pilares: La Encarnación y la fiesta de Cristo Rey. Son las dos conmemoraciones que nos recuerdan, por un lado, el inicio de nuestra salvación y, por otro, el fruto de esta, lo que estamos llamados a ser.
Las semanas pasadas se nos hablaba del triunfo del Reino de Dios, de su victoria sobre el maligno, de la glorificación de los justos y de la llegada de Cristo resucitado. Todo esto es lo que nos espera, a lo que estamos llamados los creyentes.
Pero con el comienzo de este nuevo año litúrgico se nos recuerda también cuál es el camino para llegar a ese Reino de Dios, y ese camino no es otro que el de Belén. Y en eso consiste el Adviento, en preparar el camino al Señor en nuestros corazones y en los de los que nos rodean. El reino de Dios es para los que se hacen como un niño, para los pobres y sencillos. En definitiva, Cristo es nuestra meta pero también nuestro camino. Nos muestra la meta, la Gloria, y también el camino, que no es otro que su humanidad, su vida terrena, su vida como hombre.

Para prepararnos a esa venida del Niño Dios  nada mejor que fijarnos en la Virgen Inmaculada. En la soledad de Nazaret, escribe el P. Morales dirigiéndose a María, adoras, amas, esperas. (…) Santa María del Adviento: Junto a ti en el Nazaret de la vida oculta… Estudio, oración, entrega, trabajo, olvido. Este es el camino para llegar a la Gloría, el camino que siguió Él, el que siguió su Madre.

28/11/2016, Lunes de la primera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (2, 1-5)
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén. En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas. Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos y dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén». Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor.
Salmo responsorial (Sal 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9)
R. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. 
R.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. 
R.
Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.» 
R.
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8, 5-11)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: - «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: - «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

28 noviembre 2016. Lunes de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

Antes de iniciar nuestro rato de oración, en este tiempo de Adviento, es imprescindible caer en la cuenta de que estamos y vivimos en la presencia de Dios. Por ello nos disponemos a ese diálogo con el Señor, que muchas veces se puede transformar en un quedarse embobado mirando el rostro de Dios.
Quiero proponerte hoy un momento de contemplación sobre la venida del Señor. Hay dos venidas en las que no podemos influir: una ya se ha realizado y ha consistido en la venida de Jesús en Belén hace ya más de 2.000 años. Dicho momento ha sido el centro de la historia de la humanidad y el centro de la historia de nuestra salvación.
La segunda será al final de los tiempos, cuando Dios quiera; Jesús vendrá como juez y el tiempo de los hombres habrá concluido en su primera etapa para comenzará otra en la presencia de Dios que ya no tendrá fin.
Después hay otras venidas del Señor que se dan en nuestra vida y todos podemos contar algunas ya. Yo me quiero referir hoy a otra venida que se dará en el momento de la muerte. Todos nosotros estamos en el tiempo de merecer, en el tiempo de hacer muchas obras. San Ignacio se preguntaba en cierta ocasión: ¿Qué debo pedirle al Señor, que me lleve ya, a través de la muerte, a su descanso eterno? ¿O bien debo pedirle seguir en este mundo haciendo el bien y salvando almas? San Ignacio optó por dejar al Señor que haga lo que quiera y mientras tanto seguir haciendo el mayor bien al mayor número de personas: Que todas mis acciones y operaciones sean para la mayor gloria de Dios.
No quiero dejar pasar este momento sin hacer una especial mención a la carta apostólica que nos ha mandado el Papa Francisco: “Misericordia et misera”. Nos la ha mandado con ocasión de la clausura del año de la misericordia. En ella quiere destacar que no ha terminado la misericordia en el mundo con el final de este año; sino que debe seguir y con mayor fuerza. Surge una invitación de la que quiero hacerte partícipe: ser misionero de la misericordia. Puede ser una de las mejores definiciones de un militante: ser misionero de la misericordia.

Pídele a la Virgen que te haga cauce para hacer llegar a todos la misericordia de Dios. Quédate anonadado viendo la misericordia de Dios pero a la vez hazte tú misericordioso.

27/17/2016, Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo A)

Lectura del libro de Isaías (2, 1-5)
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: - Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor. Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.
Salmo responsorial (Sal 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9)
R. Vamos alegres a la casa del Señor
Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”.
Ya están pisando nuestros pies, tus umbrales, Jerusalén. 
R.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor.
Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor.
En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. 
R.
Desead la paz a Jerusalén: “Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios”. 
R.
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: "la paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (13, 11-14)
Hermanos: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de espabilarse, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo y que el cuidado de nuestro cuerpo no fomente los malos deseos.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (24, 37-44)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.

27 noviembre 2016. Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo A) – Puntos de oración

Comenzamos un nuevo año litúrgico, y la Iglesia suele invitarnos a ponderar lo que será el fin del mundo, cuando vuelva definitivamente Jesucristo. Lo hace así para que nos preparemos adecuadamente.
La pregunta nos surge en automático: ¿cómo hacerlo?
Creo que la segunda lectura que hemos escuchado nos ha dado la clave para ello: Abandonando las obras de las tinieblas, y vistiéndonos de las armas de la luz... Como en pleno día procedamos dignamente; basta ya de excesos en la comida y en la bebida, basta ya de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revistámonos del Señor Jesucristo...
El P. Morales en una de sus obras se hace eco de estas palabras, y nos invita a vivirlas con la mayor plenitud posible. Permitidme que me haga eco de ellas:
· "Hora es ya de despertar del sueño": Hora es ya de que cada uno de nosotros sacudamos el letargo en que podemos encontrarnos... Hora es ya de olvidarnos de nuestros problemillas para dejarnos obsesionar por el gran problema: ¡Un mundo que necesita un salvador: «Despierta, Señor, tu poder y ven a salvarnos.» Hora es ya de superar nuestras pequeñeces ridículas, de nuestras preocupaciones tontas, de nuestras niñerías espirituales. Hora es ya de despertar del sueño y empezar a ser santos ¡Madre, hazme despertar del sueño...! ¡Sacúdeme para que no siga dormitando...! Quiero decirte con San Bernardo: «Es ya tiempo de que yo deje de jugar a la vida y me ponga a vivir realmente... Voy en busca de Dios, voy a hacerme santo; para eso fui creado.»
· "La noche va pasando": Noche sobre el mundo que va destruyéndose hasta consumarse la catástrofe final que nos anuncia el Evangelio: «Habrá señales en el sol, luna, estrellas… y se secarán los hombres de espanto por el temor de lo que amenaza a todo el universo.» «No quedará piedra sobre piedra», ha estado repitiendo la Iglesia en estos últimos días del año litúrgico. Simbolizan el final de los tiempos, la liquidación de la historia humana y el comienzo de la eterna para unos y para otros. «E irán los justos a la vida eterna, y los réprobos al suplicio eterno.» Unas palabras finales nos aseguran que la noche de la muerte y de la destrucción acabará envolviendo todo lo que captan nuestros sentidos: «Los cielos y la tierra pasarán, pero mi palabra no pasará.»
· "El día se acerca": ¡El día de la eternidad..., el día del nacimiento de la vida eterna entre nosotros.., Dios niño en Belén que viene a buscarnos para arrastrarnos a lo definitivo y eterno. ¡Va a romper la aurora del gran día...!  La vida eterna aparecerá entre nosotros, nacerá en nuestros corazones.  Adviento es preparación para un doble nacimiento: histórico de Jesús en Belén; actual, en nuestros corazones. El día se acerca, el de nuestro nacimiento definitivo en Dios al verle cara a cara, cuando el alma victoriosa rompa las ataduras de cuerpo y vuele hacia Él.  «Ahora está más cerca nuestra salvación que cuando empezamos a creer.» Cuando empezamos a creer, éramos niños de pocos años. Ahora han pasado muchos. Nos queda menos para llegar al término. Dios, nuestra salvación, está más cerca, muy cerquita...  Quizá dentro de este Adviento, de esta Navidad, de este nuevo año de salvación.

· Santa María del Adviento, Reina y Madre nuestra; Queremos hacer nuestros los anhelos de Isaías..., y la purificación predicada por Juan Bautista, que nos prepara por caminos de penitencia al encuentro con Jesús, que nace. Queremos, sobre todo, el amor con que tú, con Dios en tu seno, te preparabas para el nacimiento. Que así sea.

26/11/2016, Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Apocalipsis (22, 1-7)
El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, un río de agua viva, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de su plaza, a un lado y otro del río, hay un árbol de vida que da doce frutos, uno cada mes. Y las hojas del árbol sirven para la curación de las naciones. Y no habrá maldición alguna. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le darán culto. Y verán su rostro, y su nombre está sobre su frente. Y ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios iluminará y reinarán por los siglos de los siglos. Y me dijo: -«Estas son palabras fieles y veraces; el Señor, Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para que mostrase a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Mira, yo vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras proféticas de este libro».
Salmo responsorial (Sal 94, 1-2. 3-5. 6-7)
R. Maranathá. ¡Ven, Señor Jesús!
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. 
R.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. 
R.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 34-36)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

26 noviembre 2016. Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Antes de comenzar a meditar la Palabra, conviene siguiendo el consejo de San Ignacio de Loyola purificar nuestra intención y caer en la cuenta de lo que quiero. Puede ayudar para ello repetir con el corazón, muy despacio, la siguiente oración del mismo Ignacio: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.
Pero reflexión o hacerse preguntas, no es hacer oración. Un monólogo con uno mismo no es oración. La oración es diálogo, apertura y comunicación con Dios. La oración es un camino de amistad, que no consta sólo de palabras y conceptos, sino sobre todo de miradas, afectos, llamadas y respuestas. Oración es intimidad.
Por eso, para entrar en amistad y en el servicio de nuestro Señor, lo mejor será sumergirse en la escena del Evangelio, contemplar la mirada con que Jesús acaricia a sus amigos (hoy, aquí, ¡a mí!), y hablar con Él de amigo a Amigo, de corazón a Corazón.
El Adviento está llegando. Renuncias y sacrificios alguno habrá que hacer, pues nos ayudará a tomar conciencia de que el Amigo viene buscándonos, y es necesario que nos encuentre disponible: vino a los suyos, y los suyos no le recibieron (Jn 1, 11).
Pero la clave siempre será hacer espacio interior para acoger su Amor, para acogerle a Él. “Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero...”
Llevar a la oración, para ganar libertad interior sobre ello, presentando con confianza ante el Señor por medio de la Virgen, todo lo que nos preocupa (nos ocupa espacio interior) impidiendo acoger al Señor que ya llega.
Adviento es llegada. Adviento es espera. Adviento es recibir a un Dios débil que se hace cercano. Adviento es ver cómoda noche de la humanidad se abre al Amanecer del Sol que resplandece en  lo alto. Comenzar el adviento en nuestras vidas es descubrir que, junto al Señor, todo, siempre, acaba bien: “Ya no habrá más noche, porque el Señor irradiará luz sobre ellos”.
Hermoso comienzo de Adviento: pedir que el Dios que viene, nos encuentre disponibles para acoger su llegada. “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de vuestra divina majestad”.

Hacer espacio, para dejarnos encontrar...

25/11/2016, Viernes de la XXXIV semana de T. O. – Sta. Catalina de Alejandría

Lectura del libro del Apocalipsis (20, 1-4. 11-21, 2)
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una cadena grande en la mano. Sujetó al dragón, la antigua serpiente. o sea, el Diablo o Satanás, y lo encadenó por mil años; lo arrojó al abismo, echó la llave y puso un sello encima, para que no extravíe a las naciones antes que se cumplan los mil años. Después tiene que ser desatado por un poco de tiempo. Vi unos tronos y se sentaron sobre ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente ni en la mano. Éstos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años. Vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. De su presencia huyeron cielo y tierra, y no dejaron rastro. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro libro, el de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros. El mar devolvió a sus muertos, Muerte y Abismo devolvieron a sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después, Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego - el lago de fuego es la muerte segunda -. Y si alguien no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego. Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.
Salmo responsorial (Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a)
R. Ésta es la morada de Dios con los hombres.
Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. 
R.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. 
R.
Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza: caminan de baluarte en baluarte. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 29-33)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola: -«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano. Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

25 noviembre 2016. Viernes de la XXXIV semana de T. O. – Sta. Catalina de Alejandría – Puntos de oración

Esto nos dice la Palabra de Dios hoy:
- …y luego se abrió otro libro, que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus obras. Y el mar devolvió los muertos que guardaba, la Muerte y el Hades devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras. (apocalipsis)
- Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza:
caminan de baluarte en baluarte (salmo)
- El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. (evangelio)
Toda la semana llevamos dándole vueltas a la esperanza. Cada párrafo del apocalipsis, los salmos y el evangelio de Lucas, nos han traído una palabra de esperanza, de consuelo, de paz. No nos hemos dejado llevar por las dificultades que se presentaban, las catástrofes, las persecuciones, los odios y crueldades, porque hemos ido palpando quién tiene la última palabra sobre todo acontecimiento: el Dios de la gloria. Hemos ido pasando por el corazón nuestra vida y la vida de los que queremos y hemos presentado al Señor cada situación, al hilo de la Palabra.
Os invito a leer esta descripción del sufrimiento del mundo que hace el Papa Francisco en su última carta titulada “misericordia et misera” ya que es la misma descripción del libro del apocalipsis en nuestro tiempo:
“… No tener trabajo y no recibir un salario justo; no tener una casa o una tierra donde habitar; ser discriminados por la fe, la raza, la condición social…: estas, y muchas otras, son situaciones que atentan contra la dignidad de la persona, frente a las cuales la acción misericordiosa de los cristianos responde ante todo con la vigilancia y la solidaridad. Cuántas son las situaciones en las que podemos restituir la dignidad a las personas para que tengan una vida más humana. Pensemos solamente en los niños y niñas que sufren violencias de todo tipo, violencias que les roban la alegría de la vida. Sus rostros tristes y desorientados están impresos en mi mente; piden que les ayudemos a liberarse de las esclavitudes del mundo contemporáneo. Estos niños son los jóvenes del mañana; ¿cómo los estamos preparando para que vivan con dignidad y responsabilidad? ¿Con qué esperanza pueden afrontar su presente y su futuro?”
Y os invito también a ver el camino que el Papa ofrece en la carta:
“…la consolación, enjugar las lágrimas, una palabra de ánimo, un abrazo que te hace sentir comprendido, una caricia que te hace percibir el amor, una oración que te permite ser más fuerte…. Y termina el Papa con un llamamiento: “estamos llamados a hacer que crezca una cultura de la misericordia”.
Es el tiempo de la misericordia, el que nos presenta esta última semana del año litúrgico y nos abre las puertas del adviento. Abrámonos desde la palabra de Dios de hoy a soñar y desear este tiempo, como lo sueña el Papa:
“…Este es el tiempo de la misericordia. Cada día de nuestra vida está marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar. Es el tiempo de la misericordia para todos y cada uno, para que nadie piense que está fuera de la cercanía de Dios y de la potencia de su ternura. Es el tiempo de la misericordia, para que los débiles e indefensos, los que están lejos y solos sientan la presencia de hermanos y hermanas que los sostienen en sus necesidades. Es el tiempo de la misericordia, para que los pobres sientan la mirada de respeto y atención de aquellos que, venciendo la indiferencia, han descubierto lo que es fundamental en la vida. Es el tiempo de la misericordia, para que cada pecador no deje de pedir perdón y de sentir la mano del Padre que acoge y abraza siempre”

Que la oración de hoy te llene se deseos…

24/11/2016, Jueves de la XXXIV semana del T. Ordinario – San Andrés Dung-Lac y co.

Lectura del libro del Apocalipsis (18,1-2.21-23;19,1-3.9a)
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo; con gran autoridad, y la tierra se deslumbró con un resplandor. Y gritó con fuerte voz: «Cayó, cayó la gran Babilonia. Y se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en guarida de todo pájaro inmundo y abominable». Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la precipitó al mar diciendo: -«Así, con este ímpetu será precipitada Babilonia, la gran ciudad, y no quedará rastro de ella. No se escuchará en ti la voz de citaristas ni músicos, de flautas y trompetas. No habrá más en ti artífices de ningún arte; y ya no se escuchará en ti el ruido del molino; ni brillará más en ti la luz de lámpara; ni se escuchará más en ti la voz del novio y de la novia, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones». Después de esto oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía: «Aleluya. La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus fornicaciones, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos». Y por segunda vez dijeron: -«Aleluya». Y el humo de su incendio sube por los siglos de los siglos. Y me dijo: «Escribe: "Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero"».
Salmo responsorial (Sal 99,2.3.4.5)
R. Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero
Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. 
R.
Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. 
R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. 
R.
«El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción. Entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo. “Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por los gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación».

24 noviembre 2016. Jueves de la XXXIV semana del T. O. – San Andrés Dung-Lac y co. – Puntos de oración

Después de haber vivido el domingo pasado la fiesta de Cristo Rey, seguimos prologando durante la semana el final del año litúrgico y es en esa orbita en la que debemos ubicar las lecturas que nos ofrece la liturgia en estos días. A diferencia de lo que la mayoría podría pensar, a mí me parece que las lecturas de hoy son muy esperanzadoras. Y en esta clave os propongo hacer la oración de hoy… alimentando la virtud teologal de la esperanza. El salmo 99 no nos podría ofrecer mejor ayuda: “Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos”, meditar en esta realidad es sin duda un aliciente eficaz en esta espera confiada. En el mismo texto encontramos: “El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades”… con darle vueltas a esta frase podríamos tener ya la oración hecha.
Pero las lecturas nos sugieren más cosas. Después de hacer una descripción muy gráfica de los “últimos tiempos”, van a lo fundamental del mensaje.
1. “Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero”. La imagen del banquete de bodas tiene un simbolismo de muy antigua tradición en los escritos bíblicos y hace referencia al final de los tiempos y a la llegada del Reino de Dios. La representación de esta realidad es muy consoladora. Después de la tormenta viene la calma, llega un Reino de Paz. Es el banquete de bodas, una gran fiesta. Pero hemos de estar preparados e ir con el traje de bodas, ya nos lo dice Jesús en las parábolas de “las diez vírgenes” y la del “banquete de bodas”. Esto nos invita a examinarnos continuamente en el amor. Para hacerlo os propongo repasar las siete obras de misericordia espirituales, que quizá sean las que más nos cuesten practicar, y proponernos practicar una de ellas en este día.  
2. “Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”... Esta frase nos pone en sintonía con el tiempo litúrgico que empezaremos a vivir dentro de poco. Precisamente el Adviento nos estimula a cultivar con mayor intensidad la virtud de la esperanza. Las guerras y calamidades que anuncia el evangelio de hoy son figura también de nuestras dificultades y luchas diarias, imprescindibles para nuestra santificación personal. Pero ahí no acaba todo, el Reino de los cielos está cerca, más cerca de lo que imaginamos, está en nuestro corazón. Que salgamos de la oración con el deseo de construir un mundo más fraterno, para que “el de al lado” se entere que el Reino también se encarna en personas concretas aún con sus múltiples fallos y limitaciones.

En plena Campaña de la Inmaculada, pidamos a Santa María de la esperanza nos ayude en estos propósitos.

23/11/2016, Miércoles de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – San Clemente I

Lectura del libro del Apocalipsis (15, 1-4)
Yo, Juan, vi en el cielo otra signo, grande y maravilloso: siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, pues con ellas se consuma la ira de Dios. Vi una especie de mar de vidrio mezclado con fuego; los vencedores de la bestia, de su imagen y del número de su nombre estaban de pie sobre el mar cristalino; tenían en la mano las citaras de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, rey de los pueblos. ¿Quién no temerá y no dará gloria a tu nombre? Porque vendrán todas las naciones y se postrarán ante ti, porque tú solo eres santos y tus justas sentencias han quedado manifiestas».
Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 7-8. 9)
R. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. 
R.
El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. 
R.
Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. 
R.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 12-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

23 noviembre 2016. Miércoles de la XXXIV semana de T. Ordinario – San Clemente I – Puntos de oración

Vemos hoy, en las lecturas, esa alternancia de la ira de Dios con el canto de los vencedores que alaban su  justicia y santidad. También nos muestran las persecuciones con el contraste de la fortaleza y las grandes motivaciones, “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
En Lucas 21, Jesús nos muestra, con realismo y esperanza, lo que, a causa de su nombre, puede ocurrirnos en algunas ocasiones; os echarán mano, os perseguirán… haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores. Y no excluye, del grupo de instigadores a los familiares, aunque todos os odiarán por mi nombre.
Hasta aquí podrían ser motivos de desesperanza. Pero nos anima, pues esto nos servirá de ocasión para dar testimonio. Pensar que dar testimonio es algo nuestro sería un error. Jesús nos anima, no tenéis que preparar vuestra defensa. Porque podría parecer que convencer depende o no de nuestras palabras. Sin embargo, nos dice yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Llama la atención cómo el Señor cuenta con nosotros y nos lanza a la arena del testimonio. Nos avisa y predice el sufrimiento que vamos a tener. Pero sin dejarnos de su mano, yo os daré.Estas palabras serían para grabarlas a fuego y repetirlas ante cada impotencia, miedo o egoísmo que nos veamos incapaces de vencer.
Todo lo anterior, podríamos decir que son como “anécdotas” que es probable que nos ocurran. Pero, lo realmente decisivo, es el amor que nos mueve en las situaciones de contradicción y olvido de nosotros mismos que van a  requerir. También en esto Jesús ha ido por delante y sabe de lo que nos habla. Y me refiero, no tanto a la fortaleza en el sufrimiento, cuanto al amor que debe mover el deseo de testimoniarle. El acogerse al Padre para, en todo, recibir y mostrar lo que él nos va dando.
Luchar, dar la cara, tener fortaleza en el testimonio (ante amigos o enemigos, familiares o alejados),  y vivirlos con paciencia, nos preparan a algo grande, salvaréis vuestras almas. Hoy día, tenemos muchos y admirables ejemplos de esta entrega en paciencia y amor. Ahí está Asia Bibi, desde hace varios años en la cárcel y tantos hermanos perseguidos, arrestados, ajusticiados sin causa por el nombre de Cristo.
Como a San Juan de la Cruz, la persecución y el dolor pueden dejarnos más abajo y rendido que nos haga pensar: no habrá quien alcance. Pero de aquí surge la maravilla:
Abatíme tanto tanto/ que fui tan alto tan alto/ que le di a la caza alcance. No nos veremos defraudados porque esperanza del cielo/tanto alcanza cuanto espera.
Podemos pensar en María y cómo, haciéndose pequeña, pudo alcanzar esa fortaleza para estar junto a la cruz. Cómo, por su paciencia de madre, fue coronada como reina y señora…porque se hizo pequeña, la que es madre de Dios. Y en abajarse y hacerse pobre esclava, la gran lección te daba de amar la humillación (Abelardo de Armas- Para vivir la santidad)

Campaña de la Inmaculada para hacerse pequeños. Campaña de amor, hecho testimonio, mirando a Jesús y la Virgen.

22/11/2016, Martes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Santa Cecilia

Lectura del libro del Apocalipsis (14, 14-19)
Yo, Juan, miré y apareció una nube blanca; y sentado sobre la nube alguien como un Hijo de hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada. Salió otro ángel del santuario clamando con gran voz al que estaba sentado sobre la nube: «Mete tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues ya está seca la mies de la tierra». El que estaba sentado encima de la nube metió su hoz sobre la tierra y la tierra quedo segada. Otro ángel salió del santuario del cielo, llevando él también una hoz afilada. Y del altar salió otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y le gritó con gran voz al que tenía la hoz afilada, diciendo: «Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque los racimos están maduros» El ángel metió su hoz en la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
Salmo responsorial (Sal 95, 10. 11-12. 13)
R. El Señor llega a regir la tierra.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» 
R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. 
R.
Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 5-11)

En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra caliza y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?». Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "Está llegando el tiempo"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida». Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».

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