17 noviembre 2016. Jueves de la XXXIII semana de T. O. – Santa Isabel de Hungría – Puntos de oración

Si has leído los textos que pone  la Iglesia en la liturgia de la misa para este día, después de hacer las recomendaciones iniciales de ponerse en la presencia del Señor, poniendo en sus manos todas nuestras intenciones, acciones y operaciones, cerquita de la Virgen Inmaculada, en su campaña que nos pone en marcha junto con san José, “gran padre de mi alma” como escribe santa teresa, tu oración puede discurrir sin necesidad de lo que voy a escribir: La imagen del Cordero –nadie es osado de abrir el libro de la vida, el rollo  con los  siete sellos ni en el cielo ni en la tierra- el ÚNICO que lo puede abrir,  quien lo tiene todo para poderlo hacer, pues viene con las señales propias de degollado,  los siete cuernos de Poder,  los siete ojos de ver y conocer todo, los siete espíritus quizá de los siete dones, esta repetición del número siete como diciendo de quien lo tiene todo de forma perfecta y delante  los testigos del Antiguo y Nuevo testamento: “Eres  digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado, y con tu sangre has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación”
A qué precio nos ha comprado para que nos demos cuenta de cuánto está interesado en que seamos gloria suya, participemos de su reino, para el que nos había destinado desde un principio.
Ahora podemos añadir lo que nos dice el salmo: “Nos hiciste para nuestro Dios”. Siempre el salmo es como una aclamación para responder  todos a la lectura primera que se ha proclamado aceptando, alabando, cantando, recibiendo,…lo narrado en la primera lectura.
Pero Jesús en el Evangelio llorando nos habla y nos dice: “Si al menos tú comprendieras… Pero no reconociste el momento de mi venida”. Esto es lo que más le duele al Señor,  el ser rechazado, no ser reconocido como el enviado para salvarnos.
Nos tiene que mover a volvernos hacia Él y decirle: “Si,  tu eres el que tenía que venir, el Cordero,  que nos muestra el libro de la Vida,  el camino que conduce a la paz, quien merece un cántico nuevo que resuene en mi corazón, en todos los hombres, en todos los pueblos, en todas las lenguas. Tu eres el Rey del Universo”.
Y lo hacemos con una oración  como santa Teresita: “Para mí la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en el interior de la prueba, como cuando me invade el gozo, en fin es una cosa muy grande, sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús”

Para acabar, mira si tu oración responde a alguna de estas notas características que señala Santa Teresita: impulso, mirada, grito de agradecimiento y de amor,… y dale gracias al Espíritu Santo que te ha guiado y verás multiplicada la gracia en ti. Así seremos hombres de oración, gracia  que nos puede conceder la Inmaculada en esta Campaña.

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