25/12/2011, La Natividad del Señor

Lectura del libro de Isaías 52, 7-10

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.

Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo. de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mi un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Lectura del santo evangelio según san Juan (1. 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra habla vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

25 diciembre 2011. La Natividad del Señor – Puntos de oración

Introducción:

Cuando nos reunimos los cruzados para la cena de Nochebuena es costumbre que se lea al principio un breve texto compuesto al efecto para ambientar ese momento de celebración fraterna. A la luz de 4 velas, símbolo de las cuatro semanas de Adviento en que hemos preparado el corazón para la recibir al Señor, se escucha en silencio una lectura o grabación. Durante varios años, el P. Morales compuso esos textos que son ahora un tesoro que los cruzados conservamos y leemos con veneración. Aún siendo quizá un poco largo para unos puntos, ofrezco íntegro el texto que nos escribió el Padre para leer en la Nochebuena de 1982.

La Virgen caminando hacia el Belén de la tierra, y la Virgen caminando hacia el Belén del cielo... La Virgen buscando la Navidad temporal, y anhelando la eterna... Y María contagiando a San José, el esposo virginal, su único y encendido deseo...

La Virgen simboliza y precede a la Iglesia en este caminar. No sólo es su Madre, también es su ejemplar y modelo. Es modelo de lo que la Iglesia, el alma esposa de Jesús, anhela y aspira ser. María, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es imagen purísima y principio de la Iglesia. Antecede con su luz al Pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo maternal.

Dos Advientos, dos expectativas de encuentro en la Virgen. Y también dos anhelos de plenitud en nosotros, añorando un abrazo perfecto de duración eterna, una Navidad temporal que nos conduzca a la definitiva. María vive suspirando y cantando la primera expectativa desde la Anunciación del ángel a la noche venturosa de Belén. Y la vive como nadie...

Encendidos deseos, confianza inquebrantable, ardores de amor derritiendo su corazón virginal. Es la Reina de los Patriarcas, ha nacido de su noble y santa prosapia. El Hijo que lleva en su seno es la Promesa hecha carne. Es también Reina de los Profetas. Dará a luz el Verbo que ellos anunciaron... ¡Nadie como María vivió el primer Adviento!

La expectación de la segunda venida de Jesús la vivió también como nadie desde la Ascensión de su Hijo hasta su propia Asunción. Ese día vino para Ella por segunda vez su Hijo. Vino de nuevo como no vino para nadie jamás, para glorificarla, no sólo en el alma, sino también en su cuerpo virginal...

El Espíritu Santo la ilumina y enciende mientras camina hacia ambos encuentros. La luz del Amor va marcando sus pasos hacia el abrazo con el Señor. Un Amor con múltiples resonancias en su Corazón, como el rumor de muchos torrentes que desembocan en un mismo mar.

Es un amor de Madre, de la Madre más Madre al Hijo más bueno. Es un amor de Hermana que le hace llamar Padre a la misma Persona divina a Quien su Hijo invoca como Padre. Es un amor de Esposa asociada con Él para dar al mundo la nueva Vida que El trae a la tierra. Es un amor de Hija siempre dócil, como esclava rendida al beneplácito del Padre.

El mismo Espíritu de Amor que la conduce a Belén va guiando también su Corazón en los últimos años de su vida. Recta y decidida, sin desvíos ni apegos a cosas o personas que nos aprisionan, avanza con limpieza virginal hacia el encuentro definitivo y pleno por el camino del amor.

Sus ansias maternales por volver a ver a su Hijo se apoderan avasalladoras de su corazón... En alas de ese anhelo, su vida es más celestial que terrena. Un día se romperán por fin los lazos. La fuerza misma del Amor los desatará. No tendrá que esperar como nosotros al fin de los siglos para que sus ojos virginales contemplen a su Hijo en los esplendores del cielo.

El alma esposa, Iglesia, no gozará de ese privilegio hasta después de la resurrección de los cuerpos. Pero ya desde ahora anhela el retorno del Maestro divino, quiere unirse con el Esposo querido. Suspira con San Juan de la Cruz. Pide que se rompa al fin la tela del dulce encuentro.

Ven, Señor Jesús, no tardes... Es el grito del Adviento mientras la Iglesia-esposa, peregrina por la tierra. Es la súplica predilecta de la liturgia en los días que preceden a la Navidad. La Iglesia, crucificada en el destierro, espera las bodas eternas anunciadas por el Apocalipsis, que se cierra con anhelo ardiente: Ven, Señor Jesús.

Ven, Señor Jesús..., y pase este mundo, añadimos los cruzados glosando a los primeros cristianos, mientras "vivimos acá como peregrinos, desterrados, huérfanos, secos, sin camino y sin nada, esperando allá todo..." Ven, Señor Jesús, no tardes. Sólo a Tu llegada se consumarán en plenitud las bodas eternas que el alma-esposa, todavía peregrina, inició en la tierra.

Es posible que la espera se prolongue aún largo tiempo, que sus ojos se cubran de lágrimas muchas veces, que tenga qué purificarse todavía en la gran tribulación de la tierra... Pero por larga que sea la espera, aunque tenga que caminar entre espinas, crucificada por las persecuciones del mundo, el alma-esposa sabe con la Iglesia que el Señor está cerca. Mirando-a María, avanza confiada en su Cruzada hacia el Belén del cielo.

¡Cercanía del Señor! Éste es, en definitiva, el verdadero motivo de la misteriosa y profunda alegría que inunda a la Iglesia siempre, no sólo en este "nuevo Adviento de la humanidad, en esta etapa, de la historia que se está acercando al segundo, milenio" (Juan Pablo II. Redemptor hominis 22)

Estad, pues, siempre alegres en el Señor mientras peregrináis. La alegría del Adviento no sólo es la alegría más o menos duradera que nos depara la fiesta de Navidad primero, y luego las grandes solemnidades del Año Litúrgico contemplando la vida de Jesús.

Esa alegría del Adviento es también el gozo eterno que nos, traerá el último día del mundo. Día del Señor, día de la consumación hasta sus últimos perfiles de la obra de nuestra redención. Día que nos asocia para siempre, en cuerpo y alma, a la vida de la Familia Eterna.

Estad, pues, siempre alegres,.. Os lo repito: Alegraos... Tomad a María como Madre, sed dóciles como Ella a las insinuaciones del Espíritu de Amor. Los sentimientos de su Corazón inspirarán los vuestros. María os, enseñará a vivir desprendidos de un mundo que pasa. No olvidéis que "por su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias, y luchan contra el pecado hasta qué sean llevados a la patria feliz" (Lumen Gentium 62)

1. Oración preparatoria:

Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad. (EE 46)

2. Petición:

"Conocimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, hoy hecho Niño tierno, y gracia para le imitar." (cf EE 139)

3. Puntos para orar.

Hoy es muy fácil contemplar al Niño. Llenos de la alegría que nos contagia la Navidad, contemplar a María con el Niño que se ha hecho hombre para salvarme.

4. Unos minutos antes del final de la oración:

Avemaría a la Virgen e invocación: "Santa María, enamórame de tu Hijo que nace en Belén, pequeño, y lleno de ternura, para salvarme de mis pecados".

5. Examen de la oración:

Ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

Cuadro: “La adoración de los pastores” de Bartolomé Esteban Murillo (1617−1682).

24/12/2011, Sábado de la cuarta semana de Adviento

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16)

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: -«Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda». Natán respondió al rey: -«Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo». Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: “Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”».

Salmo responsorial (Sal 88, 2-14-5. 27 y 29)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije:
«Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad». R.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades». R.

Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora».
Le mantendré eternamente mi favor, y mí alianza con él será estable. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

24 diciembre 2011. Sábado de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración.

Hoy vendrá el Señor y nos salvará, y mañana veremos su gloria.

¡Hoy. Esta noche. Enseguida. Ya…! Llevamos cuatro semanas de Adviento esperando que llegue este día. Como nos ocurre cuando avanzamos en coche hacia de un paso a nivel: hemos sobrepasado ya las señales de tráfico de proximidad, de aproximación y de cercanía, y sabemos que en cuanto doblemos el recodo de la carretera nos encontraremos con la vía y el tren… Las oraciones de la misa de hoy nos advierten de esta inmediatez de la llegada del Señor, y nos impulsan a un sprint final de amor. “Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra” (antífona de entrada). “Apresúrate, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor” (oración colecta).

Hoy es el día más indicado para contemplar en nuestra oración un detalle del evangelio de san Lucas: la llegada de José y María a Belén. El evangelista lo narra en breves pinceladas, pero muy ricas en contenido. Pidamos a María y a José que nos hagan penetrar en sus sentimientos más profundos, y que nos ayuden a orar como ellos, en el camino de la vida.

1. “Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador…” Seguro que María y José se habían imaginado muchas veces cómo iba a ser el nacimiento de Jesús. José, como buen carpintero, habría preparado una cuna sólida, amplia, bien lijada, con remates en madera de la mejor calidad… Y María habría reservado ya el lugar de la pequeña casa para esa cuna, limpiaría una y otra vez el lugar con esmero, y lo tendría todo preparado… Pero los planes de un emperador lejano vienen a interferir con los propósitos de la humilde familia. ¡Cuántas veces nos ocurre a nosotros algo parecido! ¡Cuántos “decretos” vienen a alterar nuestros planes, y nos llenan de inquietud! Y nos preguntamos: «¿Cómo es posible? ¿Cómo puede permitir Dios esto? ¿Qué va a pensar la gente? ¡Estos “decretos” nos van a hundir!» Aprendamos a reconocer los planes de Dios, y aprendamos a obedecer como María y José: no entienden, pero saben que Dios actúa en los acontecimientos, y se dejan conducir.

2. José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, a Belén, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta”. Los caminos de Dios son desconcertantes. Si fuéramos asesores de un gran rey que estuviera esperando el nacimiento de su heredero, ¿cómo le habríamos aconsejado que preparase el acontecimiento? Seguro que le recomendaríamos que la reina no viajase, que no cogiera frío, que evitase el contacto con desconocidos, para impedir cualquier posible contagio de enfermedades… Los caminos del Señor distan de los nuestros, como el cielo de la tierra… ¿Y yo? ¿Quiero tenerlo todo preparado antes de decir “sí” al Señor? Señor: que te descubra siempre en los acontecimientos en los que me introduces, en los líos en que me metes.

3. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto”. El acontecimiento más importante de la historia va a suceder de un modo imprevisto a los ojos de los hombres. El “aquí” y el “hoy” de Dios no coinciden con los nuestros. Nosotros no programamos los acontecimientos. “Tú entre tanto te reías”.

4. No había sitio para ellos en la posada”. Nos dirá también el prologo del evangelio de san Juan: “Vino a su casa, y los suyos no le recibieron…” (Jn 1, 11). José -y por tanto Jesús también-, eran “de la casa y familia de David”; Jesús vino a su casa y familia, pero no le recibieron. ¿No nos puede pasar esto hoy? En vísperas de Navidad todos estamos como acelerados, con miles de preparativos… Pero ¿seremos capaces de descubrirle cuando llame a la puerta de los de su casa y familia? ¿Estamos preparados para rasgar las apariencias con las que venga? ¿Encontrará Jesús sitio en la posada de nuestro corazón? Y en este caso, ¿qué sitio encontrará?: ¿el trastero, o el centro de nuestra casa, de nuestra familia y de nuestro corazón?

Oración final. Santa María de Belén: enséñanos a vivir de fe, a rasgar las apariencias de los acontecimientos, “decretos” y personas, para descubrir en todo, en todos y siempre la realidad de un Dios Padre providente que gobierna el mundo sirviéndose de sus criaturas. Enséñanos a decir como tú “amén”, “sí”, “aquí estoy”. Prepara nuestros corazones para que le recibamos y en ellos nazca Jesús y se encuentre en su casa y en su familia.

23/12/2011, Viernes de la cuarta semana de Adviento

Lectura de la profecía de Malaquías (3,1-4. 23-24)

Así dice el Señor: «Mirad, yo os envió a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos. Mirad: os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra.»

Salmo responsorial (Sal 24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14)
R. Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos.
E1 Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -«¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: -«Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.

23 diciembre 2011. Viernes de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

1. No sé a vosotros, pero a mi personalmente, me encanta contemplar el nacimiento de Juan a solo 24 horas del nacimiento de Jesús…; como nos lo presenta la Liturgia de la Palabra en este día. ¡Es el precursor del Señor! Y como tal, vendrá a este mundo un poco antes que Él, para anunciar a todos los hombres, desde el primer momento, que el Señor ya está cerca…
2. La narración es sobria… Los vecinos y los parientes se congratulaban con Isabel por su maternidad, que revestía para ella, como para todos, una bendición.
a. A Isabel le desaparece el "oprobio" de la esterilidad.
b. Elísabet se regocija, porque se ha cumplido la predicción del ángel Gabriel…
c. Y los vecinos y parientes se regocijan con ella…
i. "El nacimiento de los santos produce la alegría de muchos, porque es un bien general. La justicia es una virtud común; por esto, en el nacimiento de un justo procede algún signo de lo que será su vida y se designa la gracia de la virtud que ha de seguir (figurada en la alegría de los vecinos)." (S. Ambrosio).
3. Al octavo día se practicaba la circuncisión. Era el rito por el cual un judío se incorporaba al pueblo de Israel. Todo ello en conformidad con la ley (Gen.17,12; Lv. 12,3).
a. Se le podía practicar por cualquier persona, hombre o mujer, y dentro de casa.
b. Dispensaba del reposo sabático.
4. Y aunque al principio no se hacía así, en la época neotestamentaria, se ponía el nombre al niño el día de la circuncisión.
a. Se solía elegir el nombre del abuelo, aunque más tarde, en la época que nos ocupa, también era factible poner el nombre del padre. Dada la avanzada edad de este.., resultaría normal el elegir su nombre…, Zacarías…
i. El nombre de Zacarías tenía un hermoso significado: Zacarías significa el que se acuerda de Dios…
ii. Además los misteriosos acontecimientos que habían ocurrido, la visión en el Templo, podrían haber aumentado el deseo de que el niño se llamara como su padre…
iii. ¡Pero era más hermoso el significado de Juan: "el que manifiesta a Dios…"! (Orígenes).
b. Es el momento en que Isabel interviene, manifestando que el nombre del niño será Juan.
i. ¡Extrañó este nombre por no haber nadie en la familia que así se llamase…!
ii. Pero Isabel no vacila…
iii. Ella sabría, por su esposo, que Dios mismo ya había dado nombre su hijo (Lc. 1,13).
c. Ante las dudas que se suscitan, preguntan por señas al padre, cual será su nombre… Este pide una tablilla de cera y escribe sobre ella: Juan es su nombre… Y al momento recuperó su voz…
i. Con razón se desató en seguida su lengua, porque aquella a quien había atado la incredulidad, debía ser soltada por la fe.
ii. Creamos también nosotros, para que nuestra lengua -que está ligada con los vínculos de la incredulidad- se desate por la voz de la razón.
iii. Escribamos en el espíritu los misterios, si queremos hablar; escribamos al Precursor de Cristo, pero no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón. Pues el que nombra a Juan, vaticina a Jesucristo. Sigue, pues: "Y hablaba bendiciendo a Dios". (S. Ambrosio).
5. Los vecinos, que fueron testigos del prodigio operado en el padre, "quedaron sobrecogidos", y pronto corrió la noticia por la montaña de Judea. Todo el mundo se preguntaba: "¿Qué va a ser este niño..?" pues nadie podía negar que "la mano del Señor estaba con él"
Admirémonos también nosotros al contemplar el evangelio de este día… Pues quien se admira ante el niño Juan, no podrá por menos de admirarse ante el Niño Jesús que ya llega y nos salvará…

22/12/2011, Jueves de la cuarta semana de Adviento

Lectura del primer libro de Samuel (1,24-28)

En aquellos días, cuando Ana hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aun muy pequeño. Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo: «Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.» Después se postraron ante el Señor.

Salmo responsorial (1S 2,1.45.6-7.8abcd)
R. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación. R.

Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía. R.

El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 46-56)

En aquel tiempo, María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

22 diciembre 2011. Jueves de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

Nos presenta el evangelio de hoy a María alabando la grandiosa obra de Dios, especialmente en los humildes, en los débiles, en los hambrientos, en los sencillos, en los pobres, y también en ella.

El canto de Magníficat merece la pena aprenderlo de memoria e irlo repitiendo cuando vamos por la calle, al comenzar o terminar un rato de oración, o en cualquier momento en que sintamos en el corazón que Dios ha estado grande, desconcertante, misterioso o silencioso, en el dolor o en la alegría, siempre que surja la necesidad de ponernos delante del Señor.

Comencemos la oración recitándolo lentamente. Varias veces. Poniendo el corazón en cada una de las frases.

Podemos imaginarnos, a la vez que vamos recitando esta bellísima oración, a María volviendo de casa de Isabel a Nazaret, o cuando percibe las dudas y el sufrimiento de José, o cuando descubre con gozo que Dios le desvela el misterio que hay en su interior, o camino de Belén, con el parto ya cercano, o recorriendo la pequeña ciudad de David casa por casa buscando donde alojarse por una noche.

En todas esas circunstancias, difíciles o gozosas, María no dejaría de repetir:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador”.

Así sería la oración de María. Vamos a pedirle que nos la contagie. Que nos conceda una oración en la que no nos miremos a nosotros mismos, sino a ella y a Jesús en ella.

María no aprendió sola a orar. Lo hizo a través de la Sagrada Escritura. Los pasajes del profeta Samuel que hoy presentan la primera lectura y el salmo seguro que los habría meditado muchas veces. Ahora con Jesús en su interior, las últimas palabras de la primera lectura cobrarían en ella un sentido especial:

“Este niño… se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo”.

Esa oración la concretará más adelante, cuando 40 días después de su nacimiento presente a Jesús en el templo. Pero ya desde ahora, desde el primer momento, su corazón está abierto totalmente a lo que Dios quiera. Sigue repitiendo lo que le dijo al ángel: “Aquí la esclava, hágase”.

El salmo de hoy es también otra manera de decir lo que María expresa en el Magníficat. Una oración que conocería muy bien y habría orado muchas veces. Ella lo expresa con sus propias palabras, inspiradas por Dios para que cada hijo de María las haga plenamente suyas.

Esa sencilla oración llenará todo nuestro día. Que la terminemos también nosotros con el “hágase”, a imitación de nuestra Señora. Que, en vísperas de Navidad, llenemos el zurrón con nuestras miserias, nuestros proyectos, nuestro corazón, y nos pongamos en camino con María hacia el portal, para dárselo todo.

¡Feliz Navidad!

21/12/2011, Miércoles de la cuarta semana de Adviento

Lectura del libro del Cantar de los cantares (2, 8-14)

¡Oíd, que llega mi amado, saltando sobre los montes, brincando por los collados! Es mi amado como un gamo, es mi amado un cervatillo. Mirad: se ha parado detrás de la tapia, atisba por las ventanas, mira por las celosías. Habla mi amado y me dice: «¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Porque ha pasado el invierno, las lluvias han cesado y se han ido, brotan flores en la vega, llega el tiempo de la poda, el arrullo de la tórtola se deja oír en los campos; apuntan los frutos en la higuera, la viña en flor difunde perfume. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz, porque es muy dulce tu voz, y es hermosa tu figura»

Salmo responsorial (Sal 32, 2-3. 11-12. 20-21)
R. Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo.

Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. R.

El plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. R.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 39-45)

Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

21 diciembre 2011. Miércoles de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

¡Que llega mi amado! ¡¡Que ya llega!!

Mira que estoy a la puerta y llamo… estoy a la puerta de tu corazón, esperando que me abras para entrar y hacer morada en ti.

Ya falta menos, apenas unos días para que recordemos el nacimiento de Jesús.

Nuestras calles están de fiesta, nuestras aulas se quedan ya vacías, la mesa de todas las familias se están preparando. Y la liturgia expectante nos grita: ¡¡Que llega mi amado!! ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Porque ha pasado el invierno. Es verdad, el invierno de las almas ha pasado y Cristo, con su calor, con su luz, está ya reinando en nuestras vidas.

Por ello debemos cantar de gozo y alegría como hace la liturgia en la primera lectura con el cantar de los cantares, como hace María en el evangelio en el encuentro con su prima.

Cantemos hoy de gozo en nuestra oración en esa expectante espera. Y leamos el cantar de los cantares sabiendo que el amado, el esperado no es otro que Jesús. Y con palabras prestadas, digámosle, apremiemos al Señor que ya llega, diciéndole ‘déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz, porque es muy dulce tu voz, y es hermosa tu figura’

Sí, Señor. Queremos verte, queremos tocarte, abrazarte en ese niño pequeño, demostrarte nuestro amor. Queremos oír tu voz y reconocer en esa voz, sin palabras todavía, la Palabra del Padre.

Ansiamos verte, y te lo decimos hoy con las palabras del Cantar de los cantares, con el alma henchida de gozo y alegría, que rezuman todas las lecturas.

20/12/2011, Martes de la cuarta semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (7,10-14)

En aquellos días, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: -«No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: - «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Salmo responsorial (Sal 23, 1--2 3-4ab. 5-6)
R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38)

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, Maria, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

20 diciembre 2011. Martes de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

Bombardeados por el mensaje consumista de la Navidad necesitamos dejarnos empapar por las lecturas de estos días en la liturgia. Es otro idioma, es otra forma de ver la existencia.

En un primer momento da la sensación de ser muy sosa, demasiado tranquila para la vida que estamos acostumbrados a vivir. Faltan luces, canciones, movimiento, ruido. Pero cuando te acercas y esperas un rato empiezas a oír el verdadero rumor de la navidad.

Párate en tu rato de oración y contempla una vez más la escena más increíble de la historia de la humanidad. Contempla la Virgen, el anuncio del ángel, la propuesta de Dios y la increíble respuesta de María. Ahora sí, ahora empiezo a sentir el verdadero “ruido” de navidad: Dios, compadecido del extravío de la humanidad, viene a entrar de lleno en nuestras vidas.

Ya nunca estaré solo. Gracias Madre.

19/12/2011, Lunes de la cuarta semana de Adviento

Lectura del libro de los Jueces (13, 2-7. 24-25a)

En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: - «Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, ' porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer, El empezará a salvar a Israel de los filisteos.» La mujer fue a decirle a su marido: - «Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte."» La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.

Salmo responsorial (Sal 70, 3-4a. 5-6ab. 16-17)
R. Que mi boca esté llena de tu alabanza y cante tu gloria.

Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve,
porque mi pena y mi alcázar eres tú. Dios mío, Líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. R.

Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 5-25)

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: - «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.» Zacarías replicó al ángel: - «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.» El ángel le contestó: - «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero n*a: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.» El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: - «Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»

19 diciembre 2011. Lunes de la cuarta semana de Adviento – Puntos de oración

El que viene llegará sin retraso y ya no habrá temor en nuestra tierra, porque Él es nuestro Salvador” (Heb 10,37)

Estas palabras de la antífona de entrada de la Misa de hoy nos pueden servir de inicio a nuestro rato de oración.

El que viene llegará sin retraso. Estos tiempos de Dios son distintos de los nuestros, y por eso la esperanza se nos apaga en ciertos momentos. Pero Dios es fiel y cumple siempre sus promesas. Es preciso esperar confiadamente, como lo hicieron:

  • Ana, la madre del profeta Samuel
  • Sara, la esposa de Abrahán y madre de Isaac
  • La esposa de Manoj y madre de Sansón
  • Isabel, la madre de Juan el Bautista
  • María, la Madre de Jesús

Dios rompe los esquemas habituales y, para realizar el plan salvador de su pueblo, se sirve de criaturas humanamente descartadas. Se verifica así la constante bíblica de la preferencia de Dios por los instrumentos pobres.

Dios es el totalmente otro, desconcertante con frecuencia, imprevisible a veces, pero siempre el que ama al hombre.

La invitación del Apóstol Santiago: “Sed contantes, hermanos, hasta la venida del Señor”, nos recuerda que la certeza de la gran esperanza del mundo se nos da y que no estamos solos. Dios no está lejos del hombre, sino que se ha inclinado hacia él y se ha hecho carne (Jn 1, 14).

Con esta confianza hagamos nuestra oración, sabiendo que, a su tiempo, Dios hará que se cumplan nuestras esperanzas, lo mismo que se cumplieron las de las mujeres que se nos proponen en este día.

¡Feliz Navidad a todos!

Abramos el corazón a Cristo y se llenará de vida nuestra existencia.

Que la Virgen Madre nos enseñe el arte de meditar todas loas cosas guardándolas pacientemente en el corazón.

18/12/2011, Domingo de la cuarta semana de Adviento (Ciclo B)

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16)

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: - «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.» Natán respondió al rey: - «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.» Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: - «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mí presencia; tu trono permanecerá por siempre.

Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

«Sellé una alianza con mí elegido, jurando a David, mi siervo:
'Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.'» R.

Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor, y mi afianza con él será estable. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (16, 25-27)

Hermanos: Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38)

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: - «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: - «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: - «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: - «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

18 diciembre 2011. Domingo de la cuarta semana de Adviento (Ciclo B) – Puntos de oración

(Lc 1,26-38)

Estamos cerca de la celebración de la Navidad. En estos domingos han pasado por delante de nosotros las dos grandes figuras del Adviento: Isaías y Juan el Bautista. En este último domingo, ya en el pórtico de la Nochebuena, aparece la gran figura del Adviento; la Virgen de la Esperanza, la mujer que fue bendita porque creyó.

El Antiguo Testamento, para expresar que un gran personaje ha sido don y regalo de Dios, afirma frecuentemente que su concepción tuvo lugar en una madre estéril o en edad avanzada. La concepción de Jesús fue en una pobre aldea perdida, a la que nunca antes había citado la Biblia, en el seno de una muchacha que probablemente no sabía leer ni escribir, pero fue donde la Palabra de Dios se hizo carne, donde Dios y el hombre se hicieron uno.

Jesús es el don definitivo de Dios a la humanidad. Pero cuando la Iglesia, desde los primeros tiempos, confiesa asombrada la Virginidad de María, lo hizo al caer en la cuenta de que Jesús no es el resultado del querer de los hombres. Jesús es el resultante de una iniciativa explícita de Dios y de una confianza plena de María. “La fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el santo que va a nacer se llamará hijo de Dios”. Jesús es inseparablemente Dios y hombre: es Dios-con-nosotros. Jesús pertenece al Padre y nos pertenece a nosotros; es de Dios y es uno de nosotros. En Jesús vemos al padre y en Jesús vemos al “hombre”.

Vamos a celebrar una nueva Navidad; quizás marcada por una absurda espiral de consumo. Una Navidad que, para no pocas personas, es una fiesta pagana, incluso una fiesta más triste que alegre por estar vaciada de las raíces de fe, por eso se puede convertir en una celebración chabacana y de mal gusto, en un anticipo del Carnaval.

Celebrar cristianamente la Navidad significa saber que Dios se ha hecho compañero en nuestro camino; que Dios no es el inaccesible y distante Creador de Universo, que se desentiende de nuestros problemas y preocupaciones. Dios forma parte de nuestra historia, es uno de nosotros.

Celebrar cristianamente la Navidad significa saber que hay que salir a buscar a Dios en las calles, en nuestros trabajos, en nuestros encuentros personales. Necesitamos silencio y paz para buscar a Dios en los corazones que sufren y están solos, pues Él vino a decir una palabra de consuelo a los corazones abatidos.

Al terminar nuestra oración examinarnos de cómo me he preparado durante este Adviento para que Jesús vuelva a nacer en mi corazón y si nos vemos que no estamos preparados pedírselo a María y Ella convertirá nuestros deseos en realidad llenándonos con su esperanza con su fe y con su caridad.

17/12/2011, Sábado de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro del Génesis (49,1-2.8-10)

En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel: A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos.»

Salmo responsorial (Sal 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.

Que los montes traigan paz, y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre. R.

Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar, el Gran Río al confín de la tierra. R.

Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,1-17)

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz al Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amás, Amos a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaguín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquirn, Aquim a Eflud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matan, Matan a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

17 diciembre 2011. Sábado de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Este sábado, coinciden muchas cosas: Por una parte es sábado que para un militante, es un día especial, el corazón anda más ligero en las cosas del Señor pues es su madre quien lo mueve. Pero además, la Iglesia en la liturgia nos propone lecturas especiales hasta el día de Navidad. Tanto es así que ya se celebraba la fiesta de la Expectación del Parto, en la que nos la presenta para dar a luz inmediatamente.

Y no podemos separarnos ni un instante de la Virgen, se está tan bien a su lado ponderando con Ella al que lleva en su ser. Así con este fondo podemos decirle todas las cosas que dice Isaías de Él y que hemos escuchado y seguimos escuchando en las lecturas de la misa:

- “Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado y nosotros fracasamos; aparata nuestras culpas y seremos salvos.” (Is 6316b-17)

“Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: El nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor. Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas” (Is 2,1-5).

  • “Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios. Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor y la verán todos los hombres juntos -ha hablado la boca del Señor-
  • Toda carne es hierba y su belleza como flor campestre se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.”(Is 40,1-11)

Son muchas las imágenes que pone el profeta para preparar la venida del Mesías, ninguna alcanza a la realidad del acontecimiento pero nos dan una idea para que nosotros caigamos en la cuenta a Quién esperamos.

Puede ayudarnos en este rato de contemplación al lado de María embelesado con la criatura que lleva dentro, ir repasando estas ideas del profeta bien que salgan de nuestros labios o mejor ponerlas en los labios de la Virgen que las pondera en su corazón y sin prisas se las dice a sí misma para que las oiga Jesús que es el protagonista principal de la obra que desde siglos se ha ido preparando para nacer del Espíritu Santo primero; luego escogiendo un pueblo, unos profetas que lo anunciaran con Juan Bautista que le señalara: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” y María en quien se encarna y nace como hombre.

Todo esto para salvarnos; nos trae la salvación, nos trae la paz, nos trae la vida eterna, hace brillar nuestro rostro, nos salva.

Vamos a acabar dando gracias porque nos ha salvado: “Te daré gracias, porque me has salvado”. Ven para que con tu venida alcancemos la libertad verdadera porque: “Dichosos los que esperan en el Señor”. AMÉN.

16/12/2011, Viernes de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (56, 1-3a. 6-8)

Así dice el Señor: «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. Dichoso el hombre que obra así, dichoso el mortal que persevera en ello, que guarda el sábado sin profanarlo y guarda su mano de obrar el mal. No diga el extranjero que se ha dado al Señor: "El Señor me excluirá de su pueblo" A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.» Oráculo del Señor que reúne a los dispersos de Israel, y reunirá otros a los ya reunidos.

Salmo responsorial (Sal 66, 2-3. 5. 7-8)
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro so1re nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.

La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (5,33-36)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.»

16 diciembre 2011. Viernes de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

En este periodo de Adviento nos centramos hoy en la disposición de actitud de oración que nos pide la Iglesia para preparar la llegada del Señor. Porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.

Es bonito ver cómo el Señor llama a su templo en el Antiguo Testamento, ‘mi casa’, que es algo tan sencillo como el lugar en que habito. Hay una íntima unidad entre el lugar en que habitamos y nosotros mismos. Nuestro hogar, nuestra casa, es algo más que el sitio donde puedo tener unas necesidades satisfechas.

La casa es, casi, parte de mí. En ella, en su decoración, en los espacios, en cada pequeño detalle hay rasgos de mi personalidad, de mi forma de ser. El hogar es lugar de encuentro, convivencia, seguridad, amistad. Es el sitio al que siempre puedo volver, mi lugar en el universo, mi hueco donde soy yo sin problemas, sin imágenes que dar, sin tener que dar una talla, ofrecer un rendimiento, estar ante el escaparate.

Mi casa.

Mi casa es casa de oración.

También mi casa, lo más íntimo de mí mismo ha de estar configurado por la oración. ¡¡La oración misma debe ser mi casa!! Entrar en mi interioridad, en mi castillo interior, en mi verdadera casa, y encontrarme a gusto allí. A gusto conmigo mismo. Y a gusto con los otros moradores de mi casa, la Trinidad misma en el alma en gracia. Entrar al interior, cerrar la puerta y quedarme a solas con Dios.

Porque es a mi casa, a mi interior, a donde debe llegar Cristo estas navidades. Es en mi alma donde debe nacer. Es en mi ser donde Dios tiene que hacerse un hueco y ser Dios con migo, Dios con nosotros, verdadero Emmanuel.

Y esto se hace por la oración.

Por ello hoy la lecturas nos invitan a preparar nuestra ‘casa’ y hacerla casa de oración. A que nuestra alma se ponga a la escucha de Dios.

Como Juan el bautista, como María en Nazaret.

Quizás hoy sea tan sencillo hacer oración como contemplar a la Virgen orando en su casa de Nazaret.

Mirándola se te pegará su estilo, si forma de ser, su vida entera que es comunión y comunicación con Dios.

15/12/2011, Jueves de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (54, 1-10)

Alégrate, la estéril, que no dabas a luz, rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada -dice el Señor-. Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo tus lonas, alarga tus cuerdas, hinca bien tus estacas, porque te extenderás a derecha e izquierda. Tu estirpe heredará las naciones y poblará ciudades desiertas. No temas, no tendrás que avergonzarte, no te sonrojes, que no te afrentarán. Olvidarás la vergüenza de tu soltería, ya no recordarás la afrenta de tu viudez. El que te hizo te tomará por esposa: su nombre es Señor de los ejércitos. Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios-. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu redentor-. Me sucede como en tiempo de Noé: juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni amenazarte. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará -dice el Señor que te quiere-.

Salmo responsorial (Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b)
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí, Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas; Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7, 24-30)

Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿0 qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. El es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti." Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.» Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que habían recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.

15 diciembre 2011. Jueves de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

Iniciamos nuestra oración con la súplica ardiente del Adviento: “¡Ven, Señor Jesús!”. Y nos ponemos espiritualmente junto a la Virgen Inmaculada, que “en la soledad de Nazaret, a solas con su tesoro, adora, ama y espera”. María es el amor que espera. Recordamos unas palabras del Papa sobre el sentido en que hemos de orientar la esperanza del Adviento: “es el tiempo en el que los cristianos deben despertar en su corazón la esperanza de renovar el mundo con la ayuda de Dios”. Pidamos que verdaderamente despertemos, dejando atrás nuestros desánimos, para preparar caminos a la venida del Salvador.

En la Palabra de Dios nos sale al paso nuevamente la figura de Juan Bautista. Es Jesús quien invita a considerar cómo vivía el Bautista: “¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?... ¿Un hombre vestido con lujo?”. Si queremos preparar la venida del Señor, hemos de parecernos un poco a él cuestionando nuestras veleidades y comodidades. En este adviento, Benedicto XVI ha invitado a la Iglesia a seguir el ejemplo del precursor de Jesús: “El estilo de Juan Bautista debería impulsar a todos los cristianos a optar por la sobriedad como estilo de vida, especialmente en preparación para la fiesta de Navidad, en la que el Señor —como diría san Pablo— «siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza» (2 Co 8, 9)” (Ángelus 4-12-11).

Pero Juan Bautista es algo más que una invitación a la austeridad para no quedarnos en lo puramente exterior de la celebración de la Navidad. Dice el evangelio que los fariseos al rechazar a Juan, frustraron el designio de Dios para con ellos. ¿Cuál es el mensaje que tenemos que recibir de este personaje para no frustrar los planes de Dios sobre nosotros? Así lo sigue explicando el Papa: “La llamada de Juan va, por tanto, más allá y más en profundidad respecto a la sobriedad del estilo de vida: invita a un cambio interior, a partir del reconocimiento y de la confesión del propio pecado. Mientras nos preparamos a la Navidad, es importante que entremos en nosotros mismos y hagamos un examen sincero de nuestra vida. Dejémonos iluminar por un rayo de la luz que proviene de Belén, la luz de Aquel que es «el más Grande» y se hizo pequeño, «el más Fuerte» y se hizo débil” (Ángelus 4-12-11).

Así Juan nos marca el camino para experimentar esa misericordia infinita de Dios que el profeta Isaías ensalza en la 1ª lectura: “Con misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu redentor-… Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia”. No tengamos miedo a entrar en nuestro interior y a reconocer nuestra necesidad de conversión, porque la confesión sincera de nuestras miserias e incoherencias, de nuestros pecados, nos arrojará al abismo de la misericordia de Dios. La luz de la navidad es la luz del Amor y de la Misericordia de Dios que se han revelado en la dulzura de un Niño en brazos de su Madre. Dejémonos conquistar por esta misericordia.

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14/12/2011, Miércoles de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (45 y 6b-8. 18. 21b-25)

«Yo soy el Señor, y no hay otro: artífice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia; yo, el Señor, hago todo esto. Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad la victoria; ábrase la tierra, y brote la salvación, y con ella germine la justicia; el Señor, lo he creado.» Así dice el Señor, creador del cielo -él es Dios-, él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó; no la creó vacía, sino que la formó habitable: «Yo soy el Señor, y no hay otro. No hay otro Dios fuera de mí. Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más. Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra, pues yo soy Dios, y no hay otro. Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: "Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua"; dirán: "Sólo el Señor tiene la justicia y el poder" A él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él; con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.»

Salmo responsorial (Sal 84, 9ab-10. 11-12. 13-14)
R. Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al justo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará la lluvia, nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7, 19-23)

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: -«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?» Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron: -«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"» Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Después contestó a los enviados: -«ld a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»

13/12/2011, Martes de la segunda semana de Adviento

Lectura de la profecía de Sofonías (3,1-2.9-13)

Así dice el Señor: ¡Ay de la ciudad rebelde, manchada y opresora! No obedeció ni escarmentó, no aceptaba la instrucción, no confiaba en el Señor, no se acercaba a su Dios. Entonces daré a los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor, para que le sirvan unánimes. Desde más allá de los ríos de Etiopia, mis fieles dispersos me traerán ofrendas. Aquel día no te avergonzarás de las obras con que me ofendiste, porque arrancaré de tu interior tus soberbias bravatas, y no volverás a gloriarte sobre mi monte santo. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos.»

Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 6-7. 17-18. 19 y 23)
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

Pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (21, 28-32)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a ancianos del pueblo: -«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor.” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?» Contestaron: - «El primero.» Jesús les dijo. -«Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»

13 diciembre 2011. Martes de la segunda semana de Adviento – Puntos de oración

Teniendo presente: la presencia del Señor, invocación al E. Santo, humillarnos ante El… Pidamos ayuda a nuestra Madre y a los santos que nos acercan más a Dios.

Jesús, haciéndose al entender de sus oyentes, les expone el mensaje de salvación.

Habla de un padre que manda a dos hijos una tarea. Uno al principio se niega y luego obedece.

El otro, primero afirma y luego no obedece.

Trayéndolo al lenguaje de hoy diríamos: los drogadictos, alcohólicos, abortistas, prostitutas, terroristas, pederastas, políticos corruptos, dictadores sanguinarios, gnósticos… pueden llevarnos la delantera en el Reino de Dios. Cuando recibieron una señal en su alma y dándose cuenta de sus suciedades en la vida, de las mentiras que sembraron, y de la falsedad con que actuaron… ellos, en el momento exacto, le piden el aliento para sus pasos, y descubren que Dios es el único Señor.

Casos conocemos de estas personas convertidas que se hacen apóstoles en aquellos ambientes en los que antes vivían de espaldas a Cristo. Baste citar a Eduardo Berástegui, Esperanza Puente, Juan M. Cotelo, Ayrton Senna…

Podemos reflexionar además de la estrecha relación entre reconocerse pecador y ser apóstol; “he conocido a uno que me ha dicho mis pecados… ¿no será éste el Mesías?” dijo la Samaritana.

Y nosotros, dice Jesús, “aun después de ver esto no recapacitamos ni le creemos”.

Fustigantes palabras a nuestra irreflexión y dureza de corazón.

Hoy estamos a tiempo para convertirnos:

  • Recapacitar y reconocernos pecadores, (apatía, falsedad, pereza, orgullo, sensualidad, consumo incontrolado, mentiras, dureza de corazón, individualismo…) como los publicanos y las prostitutas (¡Ay va¡ En esto son mejores cuando reconocen, y en público, lo que son).
  • Creer en Jesús-Salvador que me puede liberar el corazón de toda la suciedad que convive en mi interior y en el desorden de mis operaciones.

Podemos orar y pedir luz y fuerza para que el Espíritu nos ilumine: qué cambiar, cómo hacerlo, cuando y con qué ayudas debemos contar…; quizás para curar nuestra ceguera se nos diga lo que a Pablo: “vete a Damasco y allí se te dirá lo que debes hacer”.

Así podemos liberarnos de dos obstáculos al concretar la conversión:

  • El voluntarismo manifestado en la exageración de los propósitos (y por tanto condenado al fracaso).
  • Individualismo: yo me basto y sé lo que debo hacer, “soy buen juez en causa propia”. Con esto, apartamos al Señor que normalmente actúa por mediaciones humanas para curarnos donde más nos duele; la falta de humildad por un exceso de orgullo.

Es curioso cómo a veces si un Padre manda algo no se le hace caso. Pero si es la Madre, entonces cambia la cosa.

Dios Padre sabía esta pasta de la que estamos hechos y por eso nos regaló a María. Obedecer porque es distinta persona es algo imperfecto… pero si al final se obedece…; aquí vemos también ese querer de Dios para, a toda costa, salvarnos; ¿cuántos inventos no ha tenido con este fin?

Si al mirarnos nos vemos incapaces, si al pensar en el Padre nos da respeto, si al pensar en el Hijo tememos su justicia… Acudamos a nuestra Madre para hacerle las preguntas de antes sobre el contenido, el modo y la concreción de mi conversión.

¡Qué dulzura y sencillez en sus palabras. Qué semblante sereno, qué comprensiva. Qué manera de escuchar. Qué ternura para animar… quizás sea eso, que nos desarma (perdonadme) con esa exquisita feminidad divinizada: irresistible, que nos enamora, para decir sí al querer de Dios.

¿Quién va a rechazar a ésta Madre? Nadie.

Acuérdate, ¡oh piadosa Virgen María que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido…

Termina, en tu rato de oración, ésta súplica pasando por el corazón cuanto el Espíritu vaya sugiriendo.

Que no le contristemos.

12/12/2011, Lunes de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de los Números (24, 2-7.15-17a)

En aquellos días, Balaán, tendiendo la vista, divisó a Israel acampado por tribus. El espíritu de Dios vino sobre él, y entonó sus versos: Oráculo, de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: Qué bellas las tiendas de Jacob y las moradas de Israel! omo vegas dilatadas, como jardines junto al río, como áloes que plantó el Señor o cedros junto a la corriente; el agua fluye de sus cubos, y con el agua se multiplica su simiente. Su rey es más alto que Agag, y su reino descuella.» Y entonó sus versos: «Oráculo de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios y conoce los planes del Altísimo, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza la constelación de Jacob, y sube el cetro de 1srael.»

Salmo responsorial (Sal 24, 4-5ab. 6-7bc. 8-9)
R. Señor, instrúyeme en tus sendas.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R.

El Señor es bueno y es recto, enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humilles con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (21, 23-27)

En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: -«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?» Jesús les replicó: -«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?» Ellos se pusieron a deliberar: -«Si decimos "del cielo", nos dirá: "¿Por qué no le habéis creído?" Si le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.» Y respondieron a Jesús: -«No sabemos.» Él, por su parte, les dijo: -«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

12 diciembre 2011. Lunes de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

PRIMERA LECTURA:

El adivino pagano Balaam había sido llamado por el rey de Moab, Balac, para que maldijera a Israel en su camino hacia la tierra prometida. Pero Balaam no pudo cumplir su cometido. Cuando intentaba maldecir a Israel, el Señor le cambiaba la maldición por una bendición. A la cuarta vez, Balaam pronuncia un oráculo que habla de un futuro rey que habrá de surgir de Israel. Balaam contempla en el futuro cómo de Jacob se levanta una estrella y cómo surge un cetro de Israel. Este oráculo se refiere al rey David quien le da seguridad al reino, al liberarlo de sus enemigos. Pero David es sólo tipo del verdadero rey. Es el Señor que viene a reinar en el corazón de todos los hombres. En Cristo, Hijo de Dios y descendiente de David se cumple plenamente esta profecía. Él se ha convertido en luz que ilumina a todas las naciones; Él es el Camino que nos conduce al Padre; Él es, para nosotros, la fuente de agua que nos da vida eterna. Quien posea su Espíritu no podrá, jamás pasar haciendo el mal, sino el bien, que procede de Dios. Ese es el fruto que Dios espera de quienes creen en Él.

SALMO RESPONSORIAL:

Pedimos al Señor que nos descubra sus caminos para conocerlos y seguirlos, o mejor, seguirlo a Él. Aunque parezca que podamos perdernos en el laberinto de nuestras miserias, sin embargo, quienes confiamos en el Señor, seremos guiados por su Palabra para encontrar el camino de salvación. Dios jamás se olvidará de nosotros, pues el amor y la ternura que nos tiene son eternos. Que abramos nuestro corazón y escuchemos su voz y todo esto desde una actitud humilde y sencilla, porque Él es nuestro Dios y Salvador.

EVANGELIO:

El evangelio de hoy describe el conflicto que Jesús tuvo con las autoridades religiosas de la época después de haber echado a los vendedores del Templo. Los sacerdotes y los ancianos del pueblo quieren saber con qué autoridad Jesús hacía esas cosas como entrar en el Templo y expulsar a los vendedores (cf. Mt 21,12-13). Los sacerdotes están preocupados por el poder y la autoridad con que actúa Jesús. Ha realizado la purificación del templo y este gesto profético los llena de miedo. Temen perder su influjo en la gente. Las autoridades se consideraban dueños de todo y pensaban que nadie poder hacer nada sin su permiso.

Siguiendo el método rabínico de controversia, Jesús les responde a su vez con otra pregunta. Ante el dilema que les plantea Jesús, ellos nos son capaces de acertar con la respuesta ni se atreven a tomar posición frente a la autoridad de Juan. Jesús les muestra así que tiene más autoridad que ellos.

También a nosotros los cristianos del siglo XXI se nos puede preguntar por la autoridad que tenemos para predicar. Nuestra autoridad a través de Jesús que nos ha enviado, viene de Dios. Nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, sino que nuestra tarea es dar testimonio de Quien nos ha amado hasta entregar su vida. Estamos llamados a ser testigos de Dios en medio del mundo.

ORACIÓN FINAL:

Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

11/12/2011, Domingo de la tercera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (61,1-2a.10-11)

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor. Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

Salmo responsorial (Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54)
R. Me alegro con mi Dios.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. R.

A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (5,16-24)

Hermanos: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.

Lectura del santo evangelio según san Juan (1, 6-8. 19-28)

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: - «¿Tú quién eres?» Él confesó sin reservas: - «Yo no soy el Mesías.» Le preguntaron: - «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?» El dijo: - «No lo soy.» - «¿Eres tú el Profeta?» Respondió: - «No.» Y le dijeron: - «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?» Él contestó: - «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.» Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: - «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió: - «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.» Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

11 diciembre 2011. Domingo de la tercera semana de Adviento – Puntos de oración

En las Vísperas de los días inmediatos a la Navidad, la liturgia no hace suspirar por la venida del Salvador por medio de las “Antífonas en O”, así denominadas por iniciarse cada una de ellas con la exclamación “Oh”. Meditemos en una de ellas, que dice así: “Oh llave de David y cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir. Ven a librar a los cautivos que viven en tinieblas y en sombras de muerte”.

Cristo, por supuesto, es la “llave de David”, Señor de la vida y de la muerte. Con el Nacimiento de Dios, revestido de humanidad, Dios abre definitivamente las puertas de la divinidad a los cautivos en sombras de muerte. Son muchas las puertas, efectivamente, que Dios pone al alcance de la humanidad, para que podamos vivir un encuentro con él.

La Vida está dentro. El cielo, Dios, habita en tu interior. Dios ha querido hacer de nosotros su casa, su morada. La gloria habitará en nuestra tierra, j la paz le seguirá sus pasos... (Sal 85,10). Nuestra verdad, la verdad auténtica de la humanidad ya no es sólo lo terrestre, no es sólo nuestra fragilidad y limitaciones... es también la presencia de lo divino. Por esto Dios ha venido a su casa, la ha dejado abierta, que es también nuestra casa. Dios está en tu casa. Dios espera siempre en tu corazón. El hombre es una casa habitada por Dios. Pero, en principio, no nos atrae introducirnos dentro de casa. Acostumbrados al bullicio de la calle, al ritmo de los medios de comunicación, nos lanzamos a la acción. Hoy la vida es prisa, ritmo frenético, mo-vimiento de masas... El vacío, el silencio, de momento asusta. Pero es preciso, momentáneamente, dejarlo todo y entrar, suavemente ir entreabriendo la puerta que "la llave de David" ha dejado abierta, e ir descubriendo que hay Alguien esperándonos.

Es preciso, pues, entrar. Entrar suavemente, pero con decisión, con confianza... como nos sugiere la Cantata de Bach(n° 61):

Ábrete del todo, mi corazón
para que Jesús venga y se aloje dentro de ti.
Aunque yo soy sólo polvo y tierra,
Él no me desprecia,
sino que disfruta
al ver que me convierto en su morada.
¡Oh, qué feliz seré entonces!

Al ver que entro en su casa que es mi casa; en mi casa que es la suya. Dios está dentro de tu casa, de la mía, dentro de la casa de cada hombre. Entró y la dejó abierta. Nadie puede cerrarla. Solo podría cerrarla él mismo. Pero ya no puede, porque nos ha dicho que es Amor. Y el amor es compasivo. Y la compasión siempre fue y será abertura amorosa, que lo espera todo, que lo da todo...

Podríamos pensar que Dios nos ha dejado muchas puertas para encontrarnos con él. Que no todas ellas estén bien abiertas, pero nos ha dejado una ayuda singular para llegar a él por cualquiera de las puertas: santa María.

Santa María: la llave de Dios, la estrella que nos guía, la puerta que abre el mundo a Dios, la que da acceso a la Casa de la Luz, la ventana abierta a las estrellas, el camino trazado y preparado para servir con alegría, la carta que —cada día— recibo, escrita con caracteres imborrables de amor y que me convoca al encuentro, al servicio, a la comunión, al compromiso, a la entrega, a la alegría y a la fiesta... Porque es una carta que, en sus trazos siempre trae dibujado el rostro del Hijo, del Amado. No podría ser de otra forma la carta de la Madre.

Una carta que invita a la alegría, la alegría de llevar a Cristo que invita al "Sí", "hágase tu voluntad". Es la llave de Dios porque tiene guardada en su corazón la Palabra, la Llave de David; y es mujer, y como tal colaboradora íntima de Dios; como toda mujer, colaboradora del Dios de la Vida. Con ella corremos hacia las fuentes de la Vida.

Santa María, puerta del cielo: ruega nos nosotros. Santa María del Adviento: tráenos al Salvador.

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