30 de junio de 2021, miércoles de la 13ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (21, 5. 8-20)

Abrahán tenía cien años cuando le nació su hijo Isaac.

El chico creció, y lo destetaron. Abrahán dio un gran banquete el día que destetaron a Isaac

Al ver que el hijo de Agar, la egipcia, y de Abrahán jugaba con Isaac, Sara dijo a Abrahán:

«Expulsa a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada con mi hijo Isaac».

Abrahán se llevó un disgusto., pues era hijo suyo. Pero Dios dijo a Abrahán:

«No te aflijas por el muchacho y la criada; haz todo lo que te dice Sara, porque será Isaac quien continúe tu descendencia. Pero también al hijo de la criada le convertiré en un gran pueblo, pues es descendiente tuyo».

Abrahán madrugó, tomó pan y un odre de agua, lo cargó a hombros de Agar y la despidió con el muchacho. Ella marchó y fue vagando por el desierto de Berseba. Cuando se le acabó el agua del odre, colocó al niño debajo de unas matas; se apartó y se sentó a solas, a la distancia de un tiro de arco, diciendo:

«No puedo ver morir a mi hijo».

Se sentó aparte y, alzando la voz, rompió a llorar. Dios oyó la voz del niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, le dijo:

«¿Qué te pasa, Agar? No temas, que Dios ha oído la voz del chico, allí donde está. Levántate, toma al niño y agárrale fuerte de la mano, porque haré que sea un pueblo grande».

Dios le abrió los ojos, y vio un pozo de agua; ella fue, llenó el odre de agua y dio de beber al muchacho.

Dios estaba con el muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero.

Salmo Responsorial
Sal 33, 7-8. 10-11. 12-13
R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
R.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.
R.

Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 28-34)

En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos.

Desde el sepulcro dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.

Y le dijeron a gritos:

«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?».

A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron:

«Si nos echas, mándanos a la piara».

Jesús les dijo:

«Id».

Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y se murieron en las aguas.

Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.

Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.

30 junio 2021, miércoles de la 13ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Las lecturas de estos días parece que siguen una misma dirección. Todas de una manera o de otra hablan de salir y de lo que puede pasar en el camino. Salir es siempre arriesgado. El que sale se tiene que enfrentar a lo desconocido y eso siempre nos resulta difícil. Preferimos atenernos a lo conocido, al ámbito en el que nos sentimos seguros y a salvo. 

A veces las circunstancias de la vida nos empujan a salir de nuestro ámbito de seguridad, de nuestra casa. Es el caso de Agar y su hijo. Abraham se ve forzado, aunque eso no le exime de culpa, de su casa por los celos de Sara que quiere asegurar el futuro de su hijo: pretende que sea el único heredero. Situados en la perspectiva del Reino, quizá debamos pensar que se perdió en aquel momento una magnífica oportunidad para que los pueblos viviesen unidos. Quizá si Agar se hubiese quedado en la casa de Abraham con su hijo, que convivía normalmente con el hijo de Sara, hoy serían diferentes las relaciones entre los israelitas y los árabes. Quizá. Porque son dos pueblos que son hermanos (¡qué pueblos no son hermanos si partimos de la base que todos somos hijos de Dios!).

Pero eso es hacer política ficción. Lo cierto es que Agar se ve empujada al desierto con el agua justa para sobrevivir. Llega a una situación de desespero. Pero, como dice el refrán: “Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana.” En el mismo desierto en el que pensaba morir, se encuentra con un poco que le da la vida. Dios no deja que mueran ni ella ni el niño. En el camino ha encontrado la esperanza. Lo desconocido se torna amigable para ella. Se ha encontrado con el Dios de la vida donde ella esperaba ya sentada la muerte.

Claro que no siempre nos gusta que nos saquen de nuestra seguridad. Los gerasenos vivían muy tranquilos. Sus endemoniados eran un problema, pero lo tenían localizado al haberlos encadenado en el cementerio. Los gerasenos vivían tranquilos. No habían pensado que, para Jesús, el enviado de Dios, la salud, la vida, de aquellos endemoniados era más importante que todos los cerdos del pueblo. Quizá fuera posible que los gerasenos deseasen verse libres de los endemoniados. Pero no al precio de perder su riqueza, su comodidad, su seguridad. Era preferible que aquellos hombres sufriesen si ése era el precio a pagar por vivir bien. Lo que hace Jesús no les gusta. Por eso, le echan del país. Sin contemplaciones. Sería interesante examinar en qué zonas de nuestra vida no queremos que entre Jesús porque, aunque un poco endemoniados, preferimos no movernos de donde estamos.

29 de junio de 2021, martes de la 13ª semana de Tiempo Ordinario. San Pedro y san Pablo, apóstoles

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 1-11)

En aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.

De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:

«Date prisa, levántate».

Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió:

«Ponte el cinturón y las sandalias».

Así lo hizo, y el ángel le dijo:

«Envuélvete en el manto y sígueme».

Salió y lo seguía sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad, que se abrió solo. ante ellos. Salieron, y anduvieron una calle y de pronto se marchó el ángel.

Pedro volvió en sí y dijo:

«Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».

Salmo Responsorial
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R. El Señor me libró de todas mis ansias.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
R.

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
R.

Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4, 6-8. 17-18)

Querido hermano:

Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.

He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.

Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.

Mas el Señor me estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mi, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.

El Señor me librará de toda obra mal y me salvará llevándome a su reino celestial.

A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».

Ellos contestaron:

«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Jesús le respondió:

«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

Ahora te digo yo:

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».

29 junio 2021, martes de la 13ª semana de Tiempo Ordinario. San Pedro y san Pablo, apóstoles. Puntos de oración

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

Hoy es el día del Papa. Día grande en que elevamos nuestra oración por las intenciones de nuestro Santo Padre y de sentirnos orgullosos de pertenecer a la Iglesia Católica, la única Iglesia fundada por Jesucristo y donde se ha mantenido la sucesión apostólica a lo largo de los siglos, muy unida precisamente a la figura del sucesor de Pedro. Siempre me ha impresionado esta realidad. A veces nos cuesta ver en nuestra jerarquía, el Papa y los obispos, el signo visible e indiscutible de Pedro y los apóstoles, pero es una realidad gozosa.

Por otro lado, la liturgia nos ofrece unas lecturas preciosas. “Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él” … Ya en estas primeras comunidades cristianas se reconoce el liderazgo de Pedro y la unidad que creaba en torno a todas ellas, sobre todo para la oración. Que experimentemos también nosotros hoy, al saber que en muchas partes del mundo hay un cristiano rezando por el Papa, ese sentimiento de unidad y de identidad en torno a la figura del Santo Padre.

En el salmo 33 vemos los frutos de esa oración confiada: “El Señor me libró de todas mis ansias” … “El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él”. Aprovecharía mucho a nuestra oración que podamos repasar despacio este salmo.

Pero también recordamos a San Pablo, este apóstol incansable del Señor y con gran celo por las almas… “Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo” ... Pablo sabe que su partida es inminente y desde ya pone su confianza absoluta en el Señor, quien le librará de todo mal, le salvará y le llevará a su reino del cielo. Aprendamos de Pablo a suspirar por el cielo.

Y en el Evangelio se nos presenta la escena que fundamenta el encargo de Jesús al primer Papa de la historia “Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Fue voluntad de nuestro Señor contar con Pedro, hombre con múltiples limitaciones, pero plenamente enamorado del Señor.

Terminamos pidiéndole a la Virgen nos conceda, a ejemplo de San Pedro y San Pablo, la fidelidad y la perseverancia en la misión que nos ha encomendado el Señor.

28 de junio de 2021, lunes de la 13ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (18, 16-33)

Los hombres se levantaron de junto a la encina de Mambré, miraron hacia Sodoma. Abrahán los acompañaba para despedirlos.

El Señor pensó:

«¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que voy a hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, y en él se bendecirán todos los pueblos de la tierra. Lo he escogido para que mande a sus hijos, a su casa y a sus sucesores que guarden el camino del Señor, practicando la justicia y el derecho; y así cumplirá el Señor a Abrahán lo que le ha prometido».

El Señor dijo:

«El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré».

Los hombres se volvieron de allí y se dirigieron a Sodoma, mientras Abrahán seguía en pie ante el Señor. Abrahán se acercó y le dijo:

«¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?».

El Señor contestó:

«Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos».

Abrahán respondió:

«Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?».

Respondió el Señor:

«No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco».

Abrahán insistió:

«Quizá no se encuentren más que cuarenta».

Le respondió:

«En atención a los cuarenta, no lo haré».

Abrahán siguió hablando:

«Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta? ».

Él respondió:

«No lo haré, si encuentro allí treinta».

Insistió Abrahán:

«Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran sólo veinte? ».

Respondió el Señor:

«En atención a los veinte, no la destruiré».

Abrahán continuó:

«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez? »

Contestó el Señor:

«En atención a los diez, no la destruiré».

Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su lugar.

Salmo Responsorial
Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 10-11
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura.
R.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.
R.

No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 18-22)

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla.

Se le acercó un escriba y le dijo:

«Maestro, te seguiré adonde vayas».

Jesús le respondió:

«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».

Otro, que era de los discípulos, le dijo:

«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».

Jesús le replicó:

«Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos». 

28 junio 2021, lunes de la 13ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Nos situamos ante la oración en este día de san Ireneo. Contamos con el auxilio del E. Santo, de nuestra Madre…, procurando despertar, desde las ideas (las lecturas), al corazón (sentimientos), para que, a su vez, sea la voluntad que mueva a la acción (que vaya cambiando nuestra vida).

El diálogo, que nos ofrece el Génesis, del Señor con Abraham, es ¡tan sugerente!, nos invita ¡a tanta confianza! Porque la situación de partida es muy, muy desalentadora, “el Señor dijo: «La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave”. No era para menos al ver la corrupción de costumbres y mala vida de sus habitantes.

Pero ahora vemos una clave (un argumento) que cambiará por completo la sentencia previa de condena: “entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: ¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?”. Sólo puede plantearse así cuando hay un trato frecuente hecho de respeto, confianza y que conoce la misericordia eterna, infinita de nuestro Señor.

¿Nos planteamos esa actitud de maternidad-paternidad sobre cada persona que nos rodea? Es decir, que no nos sea indiferente cómo viven nuestros vecinos, compañeros, etc. El Señor baja, ¡ojalá a diario!, a nuestro corazón en la Eucaristía. Este momento es precioso para hablar con Jesús de ¡tanta necesidad que vemos a nuestro alrededor!

Santa María de la Visitación. Haz de mi corazón un aljibe que recibe amor y misericordia, para que mi vida sea fuente que no deja de ofrecer agua de paz, confianza y verdadero interés por cada persona que llega o a la que me acerco.

Si lo deseas, puedes profundizar en todo esto con los salmos 102 y 117. 

27 de junio de 2021, domingo XIII del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24 (1, 13-15; 2 23-24)

Dios no hizo la muerte ni se complace destruyendo a los vivos.

Él todo lo creó para que subsistiera y las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo reina en la tierra.

Porque la justicia es inmortal.

Dios creó al hombre incorruptible y lo hizo a imagen de su propio ser; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los de su bando.

Salmo Responsorial
Sal 29, 2 y 4. 5 6. 11 y l2 a y 13b
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
R.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
R.

Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8, 7. 9. 13-15)

Hermanos:

Lo mismo que sobresalís en todo - en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado -, sobresalid también en esta obra de caridad.

Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.

Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos remedie vuestra carencia; así habrá igualdad.

Como está escrito:

«Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (5, 21-24. 35b-43)

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».

Se fue con él y lo seguía mucha gente.

Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

«No temas; basta que tengas fe».

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:

«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:

«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. 

27 junio 2021, domingo XIII del Tiempo Ordinario (Ciclo B). Puntos de oración

Desde mitad de la naturaleza, desde una cumbre de montaña, desde una pequeña capilla o desde una habitación de casa, elevemos hoy de nuevo nuestro corazón hacia el Corazón de Cristo, pidamos luz al Espíritu Santo y abramos la Sagrada Escritura, para enriquecernos en este domingo con el alimento de su Palabra.

Las lecturas de hoy nos hablan de muerte y de vida, del Señor que nos salva, nos despierta de un sueño profundo, nos libera de una muerte eterna y nos conduce a la vida verdadera. Camino que no recorremos solos, sino unidos, en comunión, en fraternidad, con los que tenemos más cerca, pero abrazando en el deseo y encomendando las necesidades de todos los hombres.

La primera lectura, del libro de la Sabiduría, nos habla del plan original de Dios: todo lo creó para que subsistiera, creo al hombre para la inmortalidad. Pero, más todavía, nos hizo a imagen de su propio ser.

Por la envidia del diablo, dice la lectura, entro la muerte, el mal ha llegado hasta nosotros, pero la confianza en Cristo, el Salvador, nos lleva a decir con el salmo: te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

En un primer momento de oración contemplemos cualquiera de las dos escenas que nos presenta el evangelio: la de la mujer que con solo tocar el manto de Jesús quedo curada de su larga enfermedad, y la de la niña -12 años- que creían muerta y de la que Jesús dijo: está dormida. Para luego despertarla diciendo: Talitha qumi. Que era como decir: muchacha, ¡levántate!

Cómo no recordar aquí, para los que la conocéis, la canción de Rogelio. Cómo no volver nuestra mirada hacia tantos jóvenes que parecen muertos, que dejamos a un lado porque pensamos que no quieren saber nada de Dios, y que para Jesús están solo dormidos, esperando que una voz les diga: ¡Levántate! ¡Cuántos jóvenes y familias participaremos este verano en actividades del Movimiento de Santa María y escucharemos de nuevo esas palabras de Jesús, que nos invitan a volver a la tarea evangelizadora con nuevos ánimos, despertando nuestros corazones y ayudando a despertar a otros!

En ese camino de misión las palabras que san Pablo nos dirige hoy nos ayudan a salir de nosotros mismos, a dar desde el fondo del corazón, a dar de nosotros mismos. Nos pide distinguirnos por nuestra generosidad, con la vista puesta en el que, siendo rico, por nosotros se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Nos marca la ruta en la vivencia de la Campaña de la Visitación, en la imitación del veraneo de María: hacernos pobres para enriquecer a los que nos rodean, buscar el último lugar, acercarnos sin miedo a los mas necesitados de ayuda, luz, cariño.

Podemos terminar la oración volviendo los ojos al Padre y recitando despacio el Salmo 29 que nos propone hoy la liturgia:

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. 

Amen. 

26 junio 2021, sábado de la 12ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (18, 1-15)

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:

«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».

Contestaron:

«Bien, haz lo que dices».

Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:

«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».

Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comían.

Después le dijeron:

«¿Dónde está Sara, tu mujer?».

Contestó:

«Aquí, en la tienda».

Y uno añadió:

«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».

Sara estaba escuchando detrás de la entrada de la tienda.

Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus periodos.

Sara se rió para sus adentros pensando:

«Cuando ya estoy agotada, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo?».

Pero el Señor dijo a Abrahán:

-«¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: "De verdad que voy a tener un hijo, yo tan vieja”?

¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».

Pero Sara, lo negó:

«No me he reído», dijo, pues estaba asustada.

Él replicó:

«No lo niegues, te has reído».

Salmo Responsorial
Le 1, 46-47. 48-49. 50 y 53. 54-55
R. El Señor se acuerda de la misericordia.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
R.

Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.
R.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
R.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
- como lo había prometido a nuestros padres -
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 5-17)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:

«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».

Le contestó:

«Voy yo a curarlo».

Pero el centurión le replicó:

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: "Ve" y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:

«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac: y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».

Y dijo al centurión:

-«Vete; que te suceda según has creído».

Y en aquel momento se puso bueno el criado.

Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; le tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle.

Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:

«Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades». 

26 junio 2021, sábado de la 12ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Espíritu Santo…, ven. Santa María, Virgen, Madre y discípula…, intercede.

Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras dificultades, decía Isaías.

¿De qué van hoy nuestro alimento de la Palabra de Dios? De personas que están sufriendo una dificultad, y que se acercan a Yahvé/Jesús para que les conceda lo que le piden. Es decir, de cada uno de nosotros.

Aunque también hay historias (Sara, la suegra de Pedro) en las que es Dios quien se acerca y cura por pura iniciativa. ¿No será también nuestro caso?

Parecería que las lecturas de hoy van del genio de la lámpara mágica y los tres deseos que pedimos a nuestro Dios, capaz y dispuesto siempre a concedernos todo. ¡Cuántas veces es esa nuestra actitud con Dios un tanto egoísta y aprovechada!

Y, sin embargo, parece que la invitación que hoy recibimos va más de lo del centurión romano (quizás aún no cristiano, seguro no cristiano viejo con derechos adquiridos) que se aproximó con sagrado respeto al Señor. Y Este, acogió su plegaria por la fe que mostró: En verdad os digo que en Israel nunca he encontrado tanta fe. ¡Cómo te agradaría, Señor, la fe de este hombre…!

Fe: confianza, fiarse de…, ponerse en sus manos, dejarse hacer sin pedir explicaciones, reconocer su poder, no creerse con derechos, reconocerse pobre y necesitado, ponerse a su escucha, disponibilidad interior…

Reviso mis peticiones al Señor: ¿me busco a mí mismo aprovechándome de Él? ¿o pongo en sus manos mis necesidades, en un movimiento de adoración, servicio y donación para con Él? Pedir puede ser un acto de egocentrismo o de adoración. Solo pide el jeta, o el que se sabe pequeño y confía en la bondad gratuita del otro. El primero, vuelve a su ombligo después de recibir lo que necesitaba; el segundo permanece agradecido y se dona al Donante, en la pobre medida de sus capacidades.

Saco conclusiones, reflecto sobre mí mismo, y pido la gracia de encarnar la máxima ignaciana: en todo amar y servir. Que en la fortaleza y en la necesidad, seamos todo del Señor.

Terminar con el examen de la oración. La vida queda siempre marcada por una oración virginal, no podemos abalanzarnos de la misma forma que antes sobre las cosas, después de descubrirnos mirados por Cristo.

¿Señor, qué mandas hacer de mí? 

24 de junio de 2021, jueves de la 12ª semana de Tiempo Ordinario. Natividad de san Juan Bautista

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (49, 1-6)

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:

El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre.

Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».

Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas».

En realidad, el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios.

Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.

Y mi Dios era mi fuerza:

«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.

Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Salmo Responsorial
Sal 138, 1-3. 13-14. 15
R. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
R.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras.
R.

Mi alma lo reconoce agradecida,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
R.

Segunda lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 22-26)

En aquellos días, dijo Pablo:

«Dios suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”.

Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegará Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida decía:”Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”.

Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a vosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación».

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 57-66. 80)

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.

A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:

«¡No! Se va a llamar Juan».

Y le dijeron:

«Ninguno de tus parientes se llama así».

Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre» Y todos se quedaron maravillados.

Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.

Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:

«Pues ¿qué será este niño?».

Porque la mano del Señor estaba con él.

El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel. 

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