28/2/2014, Viernes de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (5, 9-12)

No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta. Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor. Llamamos dichosos a los que tuvieron constancia. Habéis oído ponderar la paciencia de Job y conocéis el fin que le otorgó el Señor. Porque el Señor es compasivo y misericordioso. Pero ante todo, hermanos míos, no juréis ni por el cielo ni por la, tierra, ni pronunciéis ningún otro juramento; vuestro sí sea un sí y vuestro no un no, para no exponeros a ser juzgados.

Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 11-12)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba. Se acercaron unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: -«¿Le es licito a un hombre divorciarse de su mujer?» Él les replicó: -«¿Qué os ha mandado Moisés?» Contestaron: -«Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio. » Jesús les dijo: -«Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.» En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: -«Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»

28 febrero 2014. Viernes de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Puestos en la presencia de Dios, e invocando la ayuda del Espíritu Santo, comenzamos este rato de oración diaria.

1.- El Apóstol Santiago, en la primera lectura nos invita a tener como ejemplo la paciencia de los profetas.

Hace unos días el Papa Francisco nos hablaba de esta virtud, tan necesaria, y sus palabras pueden acompañarnos hoy:

"La paciencia no es resignación, es otra cosa". "Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas". "Parece una invitación a hacer el faquir" - observa -, pero no es así. La paciencia, soportar las pruebas, "las cosas que no queremos", hace "madurar nuestra vida. Quien no tiene paciencia quiere todo enseguida, todo de prisa. Quien no conoce esta sabiduría de la paciencia - subraya el Santo Padre - es una persona caprichosa, como los niños que son caprichosos", que nada les parece bien. "La persona que no tiene paciencia - explica - es una persona que no crece, que se queda en los caprichos del niño, que no sabe tomarse la vida como viene: o esto o nada. Esta es una de las tentaciones: convertirse en caprichosos". "Otra tentación para aquellos que no tienen paciencia - afirma el Pontífice - es la omnipotencia" de querer enseguida una cosa, como acurre con los fariseos que piden a Jesús una señal del cielo: "querían un espectáculo, un milagro”

Ya nos bastaría para considerar delante del Señor estas indicaciones del Papa. Dice la Escritura: “Por la paciencia salvaréis vuestras vidas y las de los demás”

2.- En el Evangelio tenemos una enseñanza clara de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio. Al declararlo así, afirma rotundamente la dignidad de la mujer, para una época donde apenas tenía derechos, y para siempre.

No nos viene nada mal considerar, al calor de la oración, estas verdades que hoy para algunos no parecen tan firmes. Jesús no anda con rodeos, llama a las cosas por su nombre:

Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con toro, comete adulterio”. (Mc. 10, 12).

También en este ámbito del matrimonio hay que ejercitar la paciencia. Y no una vez, sino muchas a lo largo de la vida.

Pidamos al Señor y a Santa María que nos concedan tres cosas en este día:

  • Paciencia en todas las situaciones de la vida
  • Claridad para entender los mandatos de Jesús
  • Fuerza para mantenernos estables en las dificultades

Acabamos haciendo un coloquio con nuestro Señor y con María.

27/2/2014, Jueves de la séptima semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (5,1-6)

Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.

Salmo responsorial (Sal 48,14-15ab.15cd-16.17-18.19-20)
R. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos

Éste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor. R.

Y bajan derechos a la tumba; se desvanece su figura,
y el abismo es su casa. R.

Pero a mí, Dios me salva, me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo. R.

No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada, su fasto no bajará con él. R.

Aunque en vida se felicitaba: «Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados, que no verán nunca la luz. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,41-50)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros.»

27Jueves de la séptima semana del Tiempo Ordinario – Puntos de meditación

Te doy gracias, Señor, por todo lo que he recibido: mis ojos, mis pies, mis manos…, por el agua que quita mi sed y por la sal que me la provoca y sazona los alimentos... Te pido, Señor, que mi boca sea verdadera, y esté sellada para la mentira y la maledicencia; que mi vida sea coherente con lo que pienso y lo que digo, y que no escandalice a nadie con ella.

Las palabras de Jesús, del buen Jesús, son hoy duras e incisivas. Cuando meditamos en estas cosas es bueno empezar con una acción de gracias como hemos hecho nosotros con el párrafo anterior. Todo lo de la tierra es bueno, y todo lo del hombre también, pero el mal y el Maligno están acechando siempre para hacernos caer. Ellos consiguen que todo lo hermoso y bueno de la creación se convierta en asqueroso y malo. Las cosas de la creación son medios para conseguir el fin principal de nuestra vida que es la salvación para la otra vida, la vida eterna. Por eso, si un medio no nos ayuda a alcanzar el fin es mejor dejarlo de lado, cortarlo.

Que no nos lleve a pecado nada de lo que es bueno en sí mismo. Que tampoco lleve a otros a pecado algo del mal que hacemos nosotros. El pecado se contagia. Por eso nos dice Jesús que hay que cuidar de no pecar, primero por Dios mismo, luego por uno mismo, pero en tercer lugar porque escandaliza a otros y los puede confundir y hacer caer también.

Y recemos un rato con el consuelo de la última frase de Jesús. Que no falte en nosotros la sal. La sal de la gracia. La sal del buen humor. La sal del sabor de los alimentos. La sal de la propagación del evangelio. Y que reine la paz entre unos y otros. Que seamos instrumentos de paz en cada rincón de este mundo lleno de guerras.

Hoy, nuestra oración tiene que ser positiva, vibrante de emoción, agradecida, salerosa. Sí, Jesús nos ha dicho cosas preciosas. ¡Qué grande eres Señor!

26/2/2014, Miércoles de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (4,13-17)

Queridos hermanos: Vosotros decís: "Mañana o pasado iremos a esa ciudad y pasaremos allí el año negociando y ganando dinero". Y ni siquiera sabéis qué pasará mañana. Pues, ¿qué es vuestra vida? Una nube que aparece un momento y en seguida desaparece. Debéis decir así: "Si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro." En vez de eso, no paráis de hacer grandes proyectos, fanfarroneando; y toda jactancia de ese estilo es mala cosa. Al fin y al cabo, quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable.

Salmo responsorial (Sal 48, 6-8. 9-10. 17-18. 19-20)
R. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.

Oíd esto, todas las naciones; escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres. R.

¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas? R.

¿Si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará

para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. R.

Mirad: los sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 38-40)

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro."

26 febrero 2014. Miércoles de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en pie en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

2. Petición: hacemos nuestra la oración colecta de la misa y le pedimos al Señor: “Dios todopoderoso y eterno, concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir, de palabra y de obra, lo que a ti te complace.”

3. Puntos para orar: hoy la carta de Santiago nos avisa de la fugacidad de la vida y de cómo todo plan fuera de la voluntad de Dios es vanidad. El Salmo 48 insiste en la misma idea. Puede ser un texto adecuado para leerlo y meditarlo despacio en la oración de hoy. Los salmos son la oración privilegiada de la Iglesia. En este salmo se insiste en que el fin de la vida es seguro aunque incierto. Los que confían en su dinero y en sus dones, a pesar de sus éxitos y de sus grandes riquezas y poder, morirán sin remedio. A los que confían en Dios y ponen en sus manos su vida, él les salva de las garras del abismo.

SALMO 48

Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.

4. Unos minutos antes del final de la oración: Dialogo con Jesús: sálvame Señor del deseo de poseer dones y riquezas fuera de tu voluntad. Avemaría a la Virgen y diálogo filial con ella.

5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.

25/2/2014, Martes de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (4, 1-10)

Queridos hermanos: ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios? El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal.» Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes.» Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.

Salmo responsorial (Sal 54, 7- 8. 9 10a. 10b 11. 23)
R. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará.

Pienso: « ¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme!
Emigraría lejos, habitaría en el desierto.» R.

«Me pondría en seguida a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.» R.

Violencia y discordia veo en la ciudad: día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas. R.

Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 30-37)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: -«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: -«¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: -«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado. »

25 febrero 2014. Martes de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Podemos definir la oración como el encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva. Esta definición coincide con el epígrafe de los números 264 al 267 de la  Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco.  El papa nos habla de la primera motivación para evangelizar que es el amor de Jesús que hemos recibido.

Hoy, también nos pueden ayudar las palabras del Papa como motivación para la oración: “Puestos ante Él con el corazón abierto, dejando que Él nos contemple, reconocemos esa mirada de amor… ¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o de rodillas delante del Santísimo, y simplemente ser ante sus ojos! ¡Cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva! Entonces, lo que ocurre es que, en definitiva, «lo que hemos visto y oído es lo que anunciamos» (1 Jn 1,3).

En la primera lectura el Apóstol Santiago reprende a los primeros cristianos porque no acaban de dejar las actitudes paganas, les llama: ¡Corazones adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios? El apóstol no refiere evidentemente a todo el bien que hay en el mundo sino a las pasiones desordenadas que están en el corazón del hombre. “Pedís y no recibís, porque pedís mal. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones”…”Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes”.

El Evangelio es de san Marcos y comienza con el segundo anuncio de la Pasión del Señor mientras va de camino con sus discípulos hacia Cafarnaún. Todo el evangelio de san Marcos nos encamina hacia la cumbre del Calvario. La vida de Jesús es un subir a la cruz donde morirá por nuestros pecados. Esto cuando Jesús se lo anuncia a sus discípulos no lo entienden. “Y les daba miedo preguntarle”. ¿No nos pasa a nosotros lo mismo? ¿No tenemos también miedo a la verdad? Invoquemos al Espíritu Santo, siempre, pero más durante la oración para que nos explique el misterio pascual, el misterio de Cristo muerto y resucitado.

Y cuando llegaron a Cafarnaún fue Jesús quien preguntó a los discípulos: “¿De qué discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante”. El Evangelio no ensalza a los apóstoles, no oculta su pobre condición humana, más bien insiste en calificarles de mente cerrada y estrecha. Tampoco oculta sus pasiones, sus deseos de mandar, de ser estimados, de ser importantes.  Aquí Jesús les da una lección práctica. “Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado. Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.”

Meditemos lo que significa ser servidor de todos, como nos pide Jesús. No es fácil en medio del mundo, de este mundo que busca la comodidad, el ser servido, la vanidad, las apariencias…

Y terminemos también con unas palabras del Papa Francisco, de la misma Exhortación Apostólica, nº 267: “Unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama. En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre, vivimos y actuamos «para alabanza de la gloria de su gracia» (Ef 1,6).

24/2/2014, Lunes de la séptima semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (3, 13 18)

Queridos hermanos: ¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad. Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica. Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.

Salmo responsorial (Sal 18, 8. 9. 10. 15)
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R.

Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 14-29)

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: -«¿De qué discutís?» Uno le contestó: -«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.» Él les contestó: -«¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.» Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: -«¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?» Contestó él: -«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.» Jesús replicó: -«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.» Entonces el padre del muchacho gritó: -«Creo, pero ayuda mi falta de fe.» Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: -«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.» Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: -«¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?» Él les respondió: -«Esta especie sólo puede salir con oración.»

24 febrero 2014. Lunes de la séptima semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El Apóstol Santiago nos haba de una “sabiduría que viene de arriba”, cuyos frutos son la amabilidad, la misericordia, la justicia y la paz. Para recibirla es preciso tener el corazón libre de envidias, de rivalidades y amarguras. Iniciemos nuestra oración pidiendo al Señor un corazón sencillo y humilde en el que el Espíritu Santo pueda derramar sus dones. ¡Ven, Espíritu de sabiduría! Guía nuestro corazón por la senda de la paz.

En el evangelio, vemos a Jesús escuchando la necesidad de un padre que pide por su hijo. Se interesa por su caso, le presta atención, le pregunta… Con esta actitud, Jesús nos da confianza para contarle nuestras necesidades y problemas. Nada de lo nuestro le es indiferente. Orar es exponerle a Jesús nuestra angustia y preocupación.

La humilde súplica de aquel hombre –“si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos”- provoca en Jesús una invitación a poner en Él toda la confianza: “Todo es posible para el que cree”. Jesús lo puede todo, pero necesita de nuestra fe plena en Él. Hace unos días nos decía también el apóstol Santiago que teníamos que pedir a Dios sin titubear nada, para no ser como las olas sacudidas por el viento (St 1,6). Aquel padre da de nuevo muestras de una gran humildad cuando reconoce que tiene fe, pero que su fe no es perfecta; por eso le pide al Señor que aumente su fe para que sea firme: “Creo, pero ayuda mi falta de fe”. De alguna manera, le pide a Jesús que ponga Él la fe que le falta para obrar el milagro y con ese gesto de confianza en Cristo completa su fe. Entonces Jesús puede actuar y liberar del demonio a su hijo.

El pasaje termina con una exhortación a sus discípulos a orar, para alcanzar esa fe capaz de dejarle a Dios las manos libres para actuar y derramar su misericordia sobre el mundo. Oremos con palabras llenas de humildad: ¡Señor, yo también soy de esos discípulos a los que les falta fe para que Tú puedas hacer grandes cosas en nosotros! Dame la gracia de la perseverancia en la oración para que mi fe crezca y sea como una roca en medio del oleaje, de modo que todo lo espere de tu amor: “¡Creo, Señor, pero ayuda mi falta de fe!”

23/2/2014, Domingo de la séptima semana Tiempo Ordinario (Ciclo A)

Lectura del libro del Levítico (19, 1-2.17-18)

El Señor habló a Moisés: Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor. "

Salmo responsorial (Sal 102,1-2.3-4.8 y 10. 12-13)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3, 16-23)

Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: “Él caza a los sabios en su astucia.” Y también: “El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.” Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 38-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -“Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.”

23 febrero 2014. Domingo de la séptima semana Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

Me pongo en presencia del Señor. Le pido luz para  meditar en el día de hoy.

Muchos estaremos haciendo un día de Retiro Espiritual. No sé si estos puntos nos servirán, pero con la fuerza de Dios los escribo.

Nos dice el catecismo de la Iglesia católica en el número 1166: “La Iglesia desde la tradición apostólica en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón ‘día del Señor’ o domingo”

El día del Señor, es el día de la Resurrección, el día de los cristianos, es nuestro día. Por eso es llamado día del Señor: porque es en este día cuando el Señor subió victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman el día del sol, también lo hacemos con gusto; porque hoy ha amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justicia cuyos rayos traen la salvación (s. Jerónimo)

Señor, pones el acento en lo especifico del amor cristiano: no solo perdonar al enemigo, sino amarlo, hacerle el bien y pedirle lo mejor para él. Tú no viniste a fundar una nueva religión, sino un estilo nuevo de vida que, si los cristianos lo pusiéramos en práctica, cambiaría el mundo: no resistirse al mal, ser compasivo, aspirar a la perfección haciendo el bien a todos, amigos y enemigos.

Recuerdo aquella frase: Si quiere ser feliz un instante véngate de una persona, si quieres ser feliz siempre perdona.

Cristo va más allá. No solo nos pide perdonar no al amigo, sino al enemigo, no solo perdonarle, sino amarle. Esto, si no es por gracia suya, es imposible.

Ayer, en mi centro educativo, una compañera fue a decirle al responsable que una zona de la cocina había quedado sucia. Lo vieron desde cargos directivos, profesores e incluso alumnos. Lo debería haber realizado un alumno y revisado el profesor el día anterior. Esto otras veces lo había hecho yo al finalizar el trabajo. Este día no lo hizo y se formó una revolución.

Me dice la compañera: ‘tráeme unos guantes que lo hago’. Cogí, lo hice y les dije a algunos alumnos cómo se debe limpiar. Voy a la cocina y veo un montón de platos sin lavar; los había dejado otro compañero y se le había olvidado lavarlos. Los lavé y los sequé. Luego había una charla  y una profesora me dijo que ella no podía quedarse. Me ofrecí. Total, si uno quiere amar cada día, puede. Es verdad que estas cosas en plan educativo tienen su camino. Pero al final me dice una persona: ‘¿Tú por qué haces esto?’ Le dije: ‘tú lo sabes, porque es mi centro y me gusta sentirme contento y, si quieres algo más, porque soy cristiano.’

Que disfrutemos del domingo. Que demos gracias y que gocemos de la paz, del descanso, de la comida, del amor de los que comparten vida con nosotros y del gran amor con mayúscula, Jesús.

¿Puede existir mayor gozo que el creernos de verdad que somos hijos amados, que el Señor nos ha encontrado? Y todavía muchas veces no somos felices.

22/2/2014, La Cátedra del Apóstol San Pedro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5, 1-4)

Queridos hermanos: A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y participe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Salmo responsorial (Sal 22, 1-3. 4. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara, mis fuerzas:
me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

22 febrero 2014. La Cátedra del Apóstol San Pedro – Puntos de oración

* Nos orienta hoy este texto del Papa emérito Benedicto XVI,  en la Audiencia general del día 22-2-2006, en la sala Pablo VI:

«Queridos hermanos y hermanas: La liturgia latina celebra hoy la fiesta de la Cátedra de San Pedro. Se trata de una tradición muy antigua, atestiguada en Roma desde el siglo IV, con la que se da gracias a Dios por la misión encomendada al apóstol san Pedro y a sus sucesores.

La “cátedra”, literalmente, es la sede fija del obispo, puesta en la iglesia madre de una diócesis, que por eso se llama “catedral”, y es el símbolo de la autoridad del obispo, y en particular de su “magisterio”, es decir, de la enseñanza evangélica que, en cuanto sucesor de los Apóstoles, está llamado a conservar y transmitir a la comunidad cristiana. Cuando el obispo toma posesión de la Iglesia particular que le ha sido encomendada, llevando la mitra y el báculo pastoral, se sienta en la cátedra. Desde esa sede guiará, como maestro y pastor, el camino de los fieles en la fe, en la esperanza y en la caridad.

¿Cuál fue, por tanto, la “cátedra” de san Pedro? Elegido por Cristo como “roca” sobre la cual edificar la Iglesia (cf Mt 16, 18), comenzó, después de la Ascensión del Señor y de Pentecostés, su ministerio en Jerusalén. La primera “sede” de la Iglesia fue el Cenáculo, y es probable que en esa sala, donde también María, la Madre de Jesús, oró juntamente con los discípulos, a Simón Pedro le tuvieran reservado un puesto especial.

Sucesivamente, la sede de Pedro fue Antioquía, ciudad situada a orillas del río Oronte, en Siria (hoy en Turquía), en aquellos tiempos tercera metrópoli del imperio romano, después de Roma y Alejandría en Egipto. De esa ciudad, evangelizada por san Bernabé y san Pablo, donde “por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de cristianos” (Hc 11, 26), por tanto, donde nació el nombre de cristianos para nosotros, san Pedro fue el primer obispo, hasta el punto de que el Martirologio romano, antes de la reforma del calendario, preveía también una celebración específica de la Cátedra de San Pedro en Antioquía.

Desde allí la Providencia llevó a Pedro a Roma. Por tanto, tenemos el camino desde Jerusalén, Iglesia naciente, hasta Antioquía, primer centro de la Iglesia procedente de los paganos, y todavía unida con la Iglesia proveniente de los judíos. Luego Pedro se dirigió a Roma, centro del Imperio, símbolo del “Orbis” –la “Urbis” que expresa el “Orbis”, la tierra-, donde concluyó con el martirio su vida al servicio del Evangelio. Por eso, la sede de Roma, que había recibido el mayor honor, recogió también el oficio encomendado por Cristo a Pedro de estar al servicio de todas las Iglesias particulares para la edificación y la unidad de todo el pueblo de Dios.

Así, la sede de Roma, después de estas emigraciones de san Pedro, fue reconocida como la del sucesor de Pedro, y la “cátedra” de su obispo representó la del Apóstol encargado por Cristo de apacentar a todo su rebaño. Lo atestiguan los más antiguos Padres de la Iglesia, como por ejemplo san Ireneo, obispo de Lyon, pero que venía de Asia menor, el cual, en su tratado Contra las herejías, describe la Iglesia de Roma como “la más grande, más antigua y más conocida por todos, que la fundaron y establecieron los más gloriosos apóstoles, Pedro y Pablo”; y añade: “Con esta Iglesia, a causa de su origen más excelente, debe necesariamente estar de acuerdo toda la Iglesia, es decir, los fieles de todas partes” (III, 3, 2-3). A su vez, un poco más tarde, Tertuliano afirma: “¡Cuán feliz es esta Iglesia de Roma! Fueron los Apóstoles mismos quienes derramaron en ella, juntamente con su sangre, toda la doctrina” (La prescripción de los herejes, 36). Por tanto, la cátedra del Obispo de Roma representa no solo su servicio a la comunidad romana, sino también su misión de guía de todo el pueblo de Dios.


Celebrar la “Cátedra” de san Pedro, como hacemos nosotros, significa, por consiguiente, atribuirle un fuerte significado espiritual y reconocer que es un signo privilegiado del amor de Dios, Pastor bueno y eterno, que quiere congregar a toda su Iglesia y guiarla por el camino de la salvación.

Entre los numerosos testimonios de los santos Padres, me complace recordar el de san Jerónimo, tomado de una de sus cartas, escrita al Obispo de Roma, particularmente interesante porque hace referencia explícita precisamente a la “cátedra” de Pedro, presentándola como fuente segura de verdad y de paz. Escribe así san Jerónimo: “He decidido consultar la cátedra de Pedro, donde se encuentra la fe que la boca de un Apóstol exaltó; vengo ahora a pedir un alimento para mi alma donde un tiempo fui revestido de Cristo. Yo no sigo un primado diferente del de Cristo; por eso, me pongo en comunión con tu beatitud, es decir, con la cátedra de Pedro. Sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia” (Cartas I, 15, 1-2).

Queridos hermanos y hermanas, en el ábside de la basílica de San Pedro, como sabéis, se encuentra el monumento a la Cátedra del Apóstol, obra madura de Bernini, realizada en forma de gran trono de bronce, sostenido por las estatuas de cuatro doctores de la Iglesia, dos de Occidente, san Agustín y san Ambrosio, y dos de Oriente, san Juan Crisóstomo y san Atanasio. Os invito a deteneros ante esta obra tan sugestiva, que hoy se puede admirar decorada con muchas velas, para orar en particular por el ministerio que Dios me ha encomendado.

Elevando la mirada hacia la vidriera de alabastro que se encuentra exactamente sobre la Cátedra, invocad al Espíritu Santo para que sostenga siempre con su luz y su fuerza mi servicio diario a toda la Iglesia. Por esto, como por vuestra devota atención, os doy las gracias de corazón».

ORACIÓN  FINAL:

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

21/2/2014, Viernes de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 14-24. 26)

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por si sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe. » Tú crees que hay un solo Dios; muy bien, pero eso lo creen también los demonios, y los hace temblar. ¿Quieres enterarte, tonto, de que la fe sin obras es inútil? ¿No quedó justificado Abrahán, nuestro padre, por sus obras, por ofrecer a su hijo Isaac en el altar? Ya ves que la fe actuaba en sus obras, y que por las obras la fe llegó a su madurez. Así se cumplió lo que dice aquel pasaje de la Escritura: «Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación.» Y en otro pasaje se le llama «amigo de Dios.» Veis que el hombre queda justificado por las obras, y no por la fe sólo. Por lo tanto, lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver.

Salmo responsorial (Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6)
R. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.

Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R.

En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. R.

Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 34-9, 1)

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles.» Y añadió: -«Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.»

21 febrero 2014. Viernes de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”. Hoy os propongo como hilo conductor de la oración la lectura del Evangelio y el siguiente comentario del monje trapense san Rafael Arnáiz, recogido de Escritos Espirituales 07/04/1938:

Si alguien quiere venir detrás de mí, que se niegue a mismo, que tome su cruz y me siga" ¡Qué bien se vive en el Corazón de Cristo! ¿Quién se puede quejar de padecer? Sólo el insensato que no adore la Pasión de Cristo, la Cruz de Cristo, el Corazón de Cristo, puede desesperarse en sus propios dolores… ¡Qué bien se vive, junto a la Cruz de Cristo! Cristo Jesús, enséñame a padecer... Enséñame la ciencia que consiste en amar el menosprecio, la injuria, la abyección... Enséñame a padecer con esa alegría humilde y sin gritos de los santos... Enséñame a ser manso con los que no me quieren, o me desprecian... Enséñame esa ciencia que Tú desde la cumbre del Calvario muestras al mundo entero. Mas ya sé..., una voz interior muy suave me lo explica todo..., algo que siento en mí que viene de Ti y que no sé explicar, me descifra tanto misterio que el hombre no puede entender... Yo, Señor, a mi modo, lo entiendo..., es el amor..., en eso está todo... Ya lo veo, Señor..., no necesito más, no necesito más... es el amor, ¿quién podrá explicar el amor de Cristo?... Callen los hombres, callen las criaturas... Callemos a todo, para que en el silencio oigamos los susurros del Amor, del Amor humilde, del Amor paciente, del Amor inmenso, infinito que nos ofrece Jesús con sus brazos abiertos desde la Cruz. El mundo loco, no escucha...

Madre Inmaculada ayúdanos a cargar con la cruz de cada día, siguiendo al Señor y aceptando lo que Él quiere de nosotros, qué es lo mejor para nuestra vida.

20/2/2014, Jueves de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 1-9)

Hermanos míos, no juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo. » Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman? Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre. Y, sin embargo, ¿no son los ricos los que os tratan con despotismo y los que os arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que denigran ese nombre tan hermoso que os impusieron? ¿Cumplís la ley soberana que enuncia la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo?» Perfectamente. Pero, si mostráis favoritismos, cometéis un pecado y la ley prueba vuestro delito.

Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7)
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 27-33)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: -«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: -«Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: -«¡ Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! »

20 febrero 2014. Jueves de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

  • Nos preparamos para el encuentro con Jesús. 
    Invocamos al Espíritu Santo, pedimos ayuda a la Madre y la intercesión de San José.
  • Aprovecharnos de nuestra imaginación, buscar el contexto.
    Hoy podemos representarnos a Jesús andando con sus discípulos dirigiéndose a los alrededores de Cesárea de Filipo, ciudad situada a los pies del monte Hermón, zona periférica, fronteriza y fértil, donde se encuentra el nacimiento del río Jordán.

El Monte Hermón es el pico más alto de Israel, su belleza ha sido fuente de inspiración de poetas árabes y hebreos. En sus laderas se han encontrado numerosos templos de la antigüedad.

Se cree que el salmo 42 fue escrito en este lugar. “Como busca la cierva corrientes de agua…”. “Cuando mi alma se acongoja te recuerdo, desde el Jordán y el Hermón…”.

El Jordán en su nacimiento, es un conjunto de arroyos de aguas cristalinas, donde se ven los peces nadando en sus aguas, después se transforma en un río de curvas, que va cargando mucho sedimento. Cuando se acerca al Mar Muerto, ya no es cristalino; se pone oscuro pues lleva mucho barro.

Hay quien ha escrito que este río, es imagen de la historia de la Iglesia.

  •  Meterme en la escena como si presente me hallase.
    En este contexto me debo situar como uno de sus discípulos, uno de sus ungidos.

Jesús les hace una pregunta fundamental:

  • “¿Quién dice la gente que soy yo?”.

Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas. (La gente dice que  eres un gran hombre).

Jesús deja las opiniones ajenas y ahora les interpela directamente. Eleva el nivel de comunicación pasando de “hablar de los demás”, a que manifiestes lo que lleva tu corazón:

  • “Y vosotros, ¿quién decís que soy?”.

Antes de escuchar la respuesta de Pedro, deberíamos parar la escena. Este es  el momento,  en el que interiormente cada uno de nosotros debemos responder.

Si nuestra respuesta está en línea con la del líder de los elegidos, entonces estamos en el buen camino.

  • “Tú eres el Mesías”.

Después Jesús hablará de la cruz y la resurrección e increpará  a Pedro.  Si crees que hay otro camino,  Satanás te engaña: “¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!”.

Jesús ha elegido un lugar donde se adoraron ídolos ancestrales, para ser reconocido como el Mesías, como el “Hijo del Dios vivo”.

En la cercanía de un manantial de aguas claras: ha confirmado a sus elegidos, ha señalado a su cabeza y ha indicado nítidamente el camino a su Iglesia: la Cruz. No como fin, sino como medio necesario para llegar a la Resurrección.

  • Hacer examen de la oración y ver qué luz nos ha trasmitido de forma más perceptible el Espíritu Santo.

A modo de quinta semana de Ejercicios, recordar a lo largo de la jornada esta luz, para elevar de vez en cuando, nuestro corazón a Dios. Usar la jaculatoria como medio de poder elevar rápidamente nuestra alma al Señor.

Pedir  la  gracia de escuchar a Pedro indicándonos quién es el Mesías y pedir la gracia de escuchar a los santos que una y otra vez vuelven a los orígenes, señalando dónde está el manantial de aguas claras.

19/2/2014, Miércoles de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (1, 19-27)

Tened esto presente, mis queridos hermanos: sed todos prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira. Porque la ira del hombre no produce la justicia que Dios quiere. Por lo tanto, eliminad toda suciedad y esa maldad que os sobra y aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos, pues quien escucha la palabra y no la pone en práctica se parece a aquel que se miraba la cara en el espejo y, apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era. Pero el que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será dichoso al practicarla. Hay quien se cree religioso y no tiene a raya su lengua; pero se engaña, su religión es vacía. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.

Salmo responsorial (Sal 14, 2 3ab. 3cd 4ab. 5)
R. ¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor?

El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 22-26)

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: -«¿Ves algo?» Empezó a distinguir y dijo: -«Veo hombres; me parecen árboles, pero andan.» Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a casa, diciéndole: -«No entres siquiera en la aldea.»

19 febrero 2014. Miércoles de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Llama la atención en las lecturas del día de hoy lo verdaderamente claro que nos habla el apóstol Santiago. Nos habla de un fenómeno universal que ya en su tiempo se daba y que ahora podemos afirmar que mucho más todavía: la crítica, el chismorreo.

Su rechazo a este vicio es tan fuerte que se atreve a afirmar: “Hay quien se cree religioso y no tiene a raya su lengua; pero se engaña, su religión es vacía.” Y esto es porque quien no tiene a raya su lengua es como quien esparce un virus o un tóxico que envenena el ambiente. Es como quien comparte su pecado con otro, haciéndole pecar también.

Es cierto que a menudo lo hacemos de una manera casi inconsciente, por eso dirá que el que así obra, se engaña, pensando que no tiene importancia o que no es moralmente relevante, que todo el mundo lo hace. ¡Es tan fácil justificarse! Muchas veces nuestra crítica nace del juicio negativo que hacemos sobre los demás, la mayor parte de las veces un juicio injusto o cuando menos no misericordioso, sin benevolencia. Por eso también nos dice que tenemos que ser: “prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira. Porque la ira del hombre no produce la justicia que Dios quiere”. La ira del hombre no es como la de Dios, no es una ira santa. Suele ser una ira que critica las pasiones ajenas partiendo de las propias pasiones. Por eso casi siempre nos equivocaremos, porque contemplamos la enfermedad del prójimo con nuestro ojo enfermo. En la crítica ajena seguramente hay la misma cantidad de razones objetivas criticables como de pasiones subjetivas que incitan a la crítica y al juicio ajeno. Es como si intentásemos coser una herida abierta con una aguja infectada. La herida quedaría cerrada pero también quedaría infectada por lo que no produciría el bien deseado. Hay que desinfecta la aguja, purificar el propio corazón para que nuestra crítica no sea dañina, para que no vaya infectada y contamine aquello que pretende curar o corregir. Por lo tanto, nos dirá el apóstol: “eliminad toda suciedad y esa maldad que os sobra”.

Ese es el primer paso para poder hacer el bien. La Palabra de Dios es viva y eficaz, por eso, meditemos en este día en esta lectura de la Sagrada Escritura y luego: “Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla”.

18/2/2014, Martes de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol Santiago (1, 12-18)

Queridos hermanos: Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie. A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte. Mis queridos hermanos, no os engañéis. Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni periodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas.

Salmo responsorial (Sal 93, 12-13a. 14-15. 18-19)
R. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.

Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros. R.

Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón. R.

Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene;
cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 14-21)

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: -«Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.» Ellos comentaban: -«Lo dice porque no tenemos pan.» Dándose cuenta, les dijo Jesús: -«¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?» Ellos contestaron: -«Doce.» -«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?» Le respondieron: -«Siete.» Él les dijo: -«¿Y no acabáis de entender?»

18 febrero 2014. Martes de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Iniciamos nuestra oración poniéndonos en la presencia de Dios y haciendo la ofrenda de nuestras cosas y personas. Hoy le vamos a pedir al Señor por el Papa Francisco. Cuando leemos los escritos del Papa, parece que va mucho más delante de nosotros, como que ve cosas que no somos capaces de imaginarnos. Le pedimos al Señor que nos ayude a comprender la alegría del Evangelio.

El evangelio de la misa de hoy duele porque vemos quejarse a Jesús. Pocas veces Jesús se queja en el Evangelio pero en esta ocasión salta porque ya no puede más. Le duele la desconfianza de los más cercanos. Cuando alguien nos hace daño o desconfía de nosotros; si es de alguien lejano, no nos duele demasiado, pero si ese daño viene de alguien que está cerca, que convive todos los días con nosotros, nos duele mucho más.

Cuando Jesús se duele tan profundamente, como nos lo narra el evangelio de hoy, es porque Él ha puesto toda su confianza en los discípulos. La confianza es una de las pocas cosas que tenemos que poner de nuestra parte en la relación con Dios, casi todo lo demás nos lo da Él. La falta de confianza es dolorosa porque indica que falta el amor.

Si falta la confianza en Dios es imposible ser cristianos enteros: haz en este rato de oración actos continuos de confianza. Utiliza en numerosas ocasiones esa letanía que tantas veces se ha repetido en la oración de la Iglesia:

CORAZÓN DE JESÚS: ¡EN VOS CONFÍO!

Repítela muchas veces, una y otra vez, hasta que se haga parte de tu vida.

Termina este rato de oración pidiéndole a la Virgen Madre que aumente tu confianza en Dios. Ella es el ser humano más grande porque siempre confió en el Señor. ¡Madre danos tu confianza, danos tu fe!

17/2/2014, Lunes de la sexta semana de Tiempo Ordinario

Comienzo de la carta del apóstol Santiago (1, 1 -11)

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus dispersas. Hermanos míos, teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna. En caso de que alguno de vosotros se vea falto de sabiduría, que se la pida a Dios. Dios da generosamente y sin echar en cara, y él se la dará. Pero tiene que pedir con fe, sin titubear lo más mínimo, porque quien titubea se parece al oleaje del mar sacudido y agitado por el viento. Un individuo así no se piense que va a recibir nada del Señor; no sabe lo que quiere y no sigue rumbo fijo. El hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su pobre condición, pues pasará como la flor del campo: sale el sol y con su ardor seca la hierba, cae la flor, y su bello aspecto perece; así se marchitará también el rico en sus empresas.

Salmo responsorial (Sal 118, 67. 68. 71. 72. 75. 76)
R. Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.

Antes de sufrir, yo andaba extraviado, pero ahora me ajusto a tu promesa. R.

Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes. R.

Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos. R.

Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R.

Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. R.

Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 11-13)

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: -«¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.» Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

17 febrero 2014. Lunes de la sexta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El 11 de Febrero del año pasado, el Papa Benedicto XVI anunció oficialmente que renunciaba al pontificado por su "edad avanzada". Horas después..., un rayo hacía impacto en el pararrayos de la Basílica de S. Pedro. La imagen fue captada en su momento y dio la vuelta al mundo... ¡No fueron pocos los que vieron.., lo que no vieron después..!

¡Un signo... Una señal...!

¿Quién de nosotros en esta vida no ha pedido a Dios alguna vez, un signo o una señal para certificar una oración.., una decisión a tomar.., o una verdad a seguir..? Creo que todos, y es que todos nos movemos, queramos o no queramos, en las coordenadas de los sentidos, más que en las de la Fe.

Nos pasa a nosotros y les pasó a los contemporáneos de Jesús: Ellos pensaban que el Mesías, cuando viniera, lo haría de una forma estentórea..., llamativa…, deslumbrante... Tendría que realizar algo insospechado..., increíble..., fascinante... Se tendría que repetir la división de las aguas..., o la caída de los muros..., a la voz de su palabra...

No se dieron cuenta de que Dios se les estaba apareciendo desde su cotidianidad.., su vida ordinaria…, su quehacer vulgar...

Ahora yo te pregunto y me pregunto... ¿Es que la vida que nos rodea y de la que somos partícipes cada mañana..., no está llena de signos y señales de Dios…? Pensemos un poco..., hagamos memoria de experiencias pasadas.., miremos a nuestro interior y recordemos algunas de las maravillas percibidas por nuestros sentidos como: el pan nuestro de cada día.., el agua que nos quita la sed..., el sol que nos calienta.., la amistad de un amigo.., la sonrisa de un niño o el candor de una madre... La vida está "poblada" de señales capaces de conmover el corazón más duro y la mente más obtusa... Cierro esta oración con una imagen, que nos ofrece la vida, como muestra de que la vida misma, es un signo de Dios en medio de nosotros...

16/2/2014, Domingo de la sexta semana de Tiempo Ordinario (Ciclo A)

Lectura del libro del Eclesiástico (15, 16-21)

Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.

Salmo responsorial (Sal 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34)
R. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. R.

Tú promulgas tus decretos para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus consignas. R.

Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu voluntad. R.

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2, 6-10)

Hermanos: Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 17-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto. Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»

16 febrero 2014. Domingo de la sexta semana de Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

Mt 5 17 -37

Al empezar la oración debo pedir luz al Espíritu Santo, ponerme en la presencia de Dios siendo consciente ante quién estoy y qué voy hacer para que ese encuentro con Él sólo sea, como todo el día, ordenado en su servicio y alabanza.

El método de enseñar por contraste, que usaban los rabinos en la sinagoga Jesús lo utiliza cuando dice: “Habéis oído que se dijo a los antiguos…, pero yo digo”. Cristo compromete en cada afirmación toda su autoridad mesiánica superando al Antiguo Testamento. La clave del sentido de la nueva ley radica en dos frases:

1ª. “No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir sino a dar plenitud”. Jesús no es revolucionario que tira todo por la borda, no desautoriza la ley antigua, sino que le da plenitud, es decir, una mayor exigencia mediante la enseñanza de la ley nueva: “…pero yo os digo”.

2ª. “Os aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos”. Es decir, si vuestra fidelidad al Señor no es mayor que la de ellos, no seréis hijos del Padre de los Cielos, ésta es la diferencia que Jesús señala entre el Antiguo y Nuevo Testamento. El amor sin límites a Dios y a los hermanos es la plenitud de la Ley de Cristo, pues “amar es cumplir la ley entera” (Rom 13,10).

La frase de Jesús “pero yo os digo…” debe significar hoy para nosotros el tener la fortaleza de no adaptarnos sencillamente a lo que sucede a nuestro alrededor, a lo que es normal y acorde con lo que vive nuestra sociedad pagana. Como nos dice la primera lectura del libro del Eclesiástico hay que elegir entre la vida y la muerte; entre agua y fuego. El cristiano tiene que saber elegir ese fuego que Jesús vino a traer a la tierra, para derretir nuestros egoísmos y nuestras indiferencias, nuestro acomodarnos al estilo de vida que nos rodea. Hay que suplicar la fuerza para ser capaces para elegir vida y no muerte, porque tenemos que hacer la experiencia de que una vida centrada en el disfrute y en el bienestar no nos hace más felices.

Hay que optar por esa sabiduría escondida, que no conoce y no puede dar el mundo, la sabiduría del “pero yo os digo”, la sabiduría de Jesús, la sabiduría del Sí de María por el cual hoy la llamamos Bienaventurada todas las generaciones.

Al terminar este rato de oración alegrémonos de que el Corazón de Jesús,  manso y humilde de corazón es el que nos da estas enseñanzas, no sólo con palabras sino con su ejemplo y fuerza para poder cumplirlas.

15/2/2014, Sábado de la quinta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de los Reyes (12, 26-32; 13, 33-34)

En aquellos días, Jeroboán pensó para sus adentros: «Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá; me matarán y volverán a unirse a Roboán, rey de Judá.» Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y dijo a la gente: « ¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto! » Luego colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan. También edificó ermitas en los altozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribu de Levi. Instituyó también una fiesta el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar que había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho. En Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido. Jeroboán no se convirtió de su mala conducta y volvió a nombrar sacerdotes de los altozanos a gente de la plebe; al que lo deseaba lo consagraba sacerdote de los altozanos. Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra.

Salmo responsorial (Sal 105, 6 7a. 19-20. 21-22)
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

Hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas. R.

En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. R.

Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 1-10)

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.» Le replicaron sus discípulos: «¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?» Él les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos contestaron: «Siete.» Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

15 febrero 2014. Sábado de la quinta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Mi primer momento para hacer estos minutos de oración personal con el Señor es ponerme en su presencia y hacer el ofrecimiento de todas las obras de este día. Siguiendo a san Ignacio de Loyola, nos pide que al momento de iniciar nuestra oración lo hagamos así: “Es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”.

  • “Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá”. La actitud de querer volver a Dios, eso es lo que se nos pide en el día a día, estar siempre empezando con una energía más positiva, como cuando comienzas una actividad que te encanta, siempre buscando el lado más sencillo y agradable.
  • “Jeroboán no se convirtió de su mala conducta y volvió a nombrar a gente de la plebe como sacerdotes de las ermitas de los altozanos”. Buscar en que hemos fallado, para volver a empezar no como Jeroboan.
  • “Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer”. La lástima es como la paciencia, la que Jesús tiene con nosotros, lo hace encantado por el gran amor que nos tiene, como no responderle con nuestro amor, teniendo serenidad para comenzar después de un desliz.
  • “Mandó que la gente se sentara en el suelo: tomó los siete panes, pronunció la Acción de Gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran”. Como Jesús reparte la comida, también reparte su amor para con nosotros, ese amor que es capaz de dar la vida, debemos dejarnos arrastrar de este amor y repartirlo allí donde estemos.
  • “La gente comió hasta quedar satisfecha”. Tener la esperanza de que siempre Dios nos va a dar todo lo que le pidamos, con una fe en la confianza todo se puede debemos pedir, como no pedir por todos nuestras familias y conocidos.

14/2/2014, Santos Cirilo y Metodio

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 46-49)

En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: -«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."» Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.

Salmo responsorial (Sal 116, 1. 2)
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 1-9)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: -«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»

14 febrero 2014. Santos Cirilo y Metodio – Puntos de oración

Ofrecemos nuestras vidas al Corazón de Cristo, por medio del Corazón Inmaculado de Santa María, nuestra Reina y Madre, todos nuestros trabajos, alegrías y sufrimientos. Y lo hacemos uniéndonos por todas las intenciones por las que se inmola continuamente sobre los altares.

Las lecturas que nos propone hoy la Iglesia recogen una llamada al anuncio del Reino de Dios. Es llamativa la cerrazón de la mente y el corazón de los judíos para no querer ver la salvación en la persona de Jesucristo. Como dice San Pablo, rechazan la vida eterna. También llama la atención la respuesta inmediata de los gentiles, de aquellos que no conocían la persona de Cristo ni la historia de la salvación. Nada más oír el mensaje, se alegraron y alababan la palabra del Señor. Esta frase recuerda a aquella misma respuesta que, algunos años atrás, dieron aquellos otros gentiles en Belén, los pastores: “Los pastores se llenaron de alegría y volvieron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían oído y visto”.

Cuando un corazón es sencillo y no se enrevesa en sus prejuicios y propios criterios sino que acoge la palabra y la deja crecer en su interior, brota en él la vida eterna. Cuántos ejemplos hemos visto de hombres no creyentes que, tras conocer a Jesucristo dejan crecer su palabra en el corazón y transforma su vida (buena tierra); y cuantos otros (quizá yo mismo) ahogo la Palabra sembrada en mi interior por los afanes de la vida, siempre con la lengua fuera. Pegunta: ¿me llena de alegría el haber conocido a Jesucristo, el que Dios me haya elegido o, por el contrario, no soy consciente de esa gracia e incluso, a veces, me supone una carga “poco llevadera”…?

Del Evangelio de hoy (el envío de Cristo) resaltaría 4 ideas:

  • Hay que trabajar por el Reino de Dios, sí o sí.
  • Caminar en confianza (Él nos envía), sabiendo que nos rodean dificultades.
  • Seamos creadores de paz, como decía Francisco de Asís: allí donde no haya paz, ponga paz.
  • No busquemos cosas extraordinarias, simplemente ser capaces de manifestar la alegría de haber sido llamados al Reino de Dios. Como propósito (sencillo y complicado) para ser apóstoles: ser capaces de hacer lo que debo de hacer en cada momento (pedir luz para verlo y fuerza para poder hacerlo).

Poner todo en manos de María.

13/2/2014, Jueves de la quinta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de los Reyes (11, 4-13)

Cuando el rey Salomón llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras dioses extranjeros; su corazón ya no perteneció por entero al Señor como el corazón de David, su padre. Salomón siguió a Astarté, diosa de los fenicios, y a Malcón, ídolo de los amonitas. Hizo lo que el Señor reprueba; no siguió plenamente al Señor como su padre David. Entonces construyó una ermita a Camós, ídolo de Moab, en el monte que se alza frente a Jerusalén, y a Malcón, ídolo de los amonitas. Hizo otro tanto para sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y sacrificaban en honor de sus dioses. El Señor se encolerizó contra Salomón, porque había desviado su corazón del Señor Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y que precisamente le había prohibido seguir a dioses extranjeros; pero Salomón no cumplió esta orden. Entonces el Señor le dijo: -«Por haberte portado así conmigo, siendo infiel al pacto y a los mandatos que te di, te voy a arrancar el reino de las manos para dárselo a un siervo tuyo. No lo haré mientras vivas, en consideración a tu padre David; se lo arrancaré de la mano a tu hijo. Y ni siquiera le arrancaré todo el reino; dejaré a tu hijo una tribu, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, mi ciudad elegida.»

Salmo responsorial (Sal 105, 3-4. 35-36. 37 y 40)
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia.
Acuérdate de mí por amor a tu pueblo, visítame con tu salvación. R.

Emparentaron con los gentiles, imitaron sus costumbres;
adoraron sus ídolos y cayeron en sus lazos. R.

Inmolaron a los demonios sus hijos y sus hijas.
La ira del Señor se encendió contra su pueblo, y aborreció su heredad. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7, 24-30)

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Se alojó en una casa, procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era griega, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: -«Deja que coman primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los hijos.» Pero ella replicó: -«Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.» Él le contestó: -«Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija. » Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

13 febrero 2014. Jueves de la quinta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Preparamos nuestra oración en presencia del Padre, del Hijo y de Espíritu que es todo amor. Con la ayuda de nuestra Madre tratamos de entrar en el corazón del evangelio que hoy deseamos meditar.

Oración preparatoria

Señor, quiero aprender a vivir con la fe de esa mujer siria que supo romper esquemas para encontrarse con tu misericordia. Permite que esta meditación me ayude a hablar contigo con los mismos sentimientos de aquella mujer, con gran fe y esperanza.

Petición (gracia/fruto que se busca)

Señor, ¡enséñame a orar!                                                                                                                        

Texto base para entablar el diálogo con Dios

Del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30

En aquel tiempo, Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se encuentra Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido. Una mujer, que tenía una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies.

Cuando aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara el demonio a su hija, Él le respondió: «Deja que coman primero los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos». La mujer le replicó: «Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».

Entonces Jesús le contestó: «Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya de tu hija». Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en la cama, y ya el demonio había salido de ella.

Meditación (profundización propuesta, si bien se sugiere sea algo personal)

Insistir y convencer.

«De hecho Jesús alaba a la mujer siro-fenicia que insistentemente le pide la curación de su hija. Insistencia que es ciertamente muy agotador, pero esto es una actitud de la oración. Santa Teresa habla de la oración como una negociación con el Señor, y esto es posible solo cuando hay familiaridad con el Señor. Es agotador, es verdad, pero esta es la oración, esto es conseguir de Dios una gracia. ¡Convencer al Señor con las virtudes del Señor! ¡Esto es hermoso! La exposición de Abraham va al corazón del Señor y Jesús nos enseña lo mismo: ‘El Padre sabe las cosas. El padre --no se preocupen--, hace llover sobre los justos y los pecadores, el sol para los justos y para los pecadores’. Con este argumento, Abraham continúa. Yo me detendría aquí: orar y negociar con el Señor, incluso volverse inoportuno con el Señor. Orar y alabar al Señor en las cosas buenas que tiene, y decirle que estas cosas bellas que tiene, las envíe a nosotros. ¡Y si Él es tan misericordioso, tan bueno, que nos ayude!» (S.S. Francisco, 1 de julio de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta).

Diálogo con Cristo

Dedicar unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, a partir de lo que haya llegado al propio interior, de lo que te haya dicho Dios.

Propósito

Leer y reflexionar el salmo 102. «Ejercitad vuestra fe y pedid con insistencia el don de vivirla, de incrementarla, de perseverar en ella hasta el último día»

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