1/10/2010, Viernes de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro de Job (38,1.12-21.40,3-5)

El Señor habló a Job desde la tormenta: "¿Has mandado en tu vida a la mañana o has señalado su puesto a la aurora, para que agarre la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados, para que la transforme como arcilla bajo el sello y la tiña como la ropa; para que les niegue la luz a los malvados y se quiebre el brazo sublevado? ¿Has entrado por los hontanares del mar o paseado por la hondura del océano? ¿Te han enseñado las puertas de la muerte o has visto los portales de las sombras? ¿Has examinado la anchura de la tierra? Cuéntamelo, si lo sabes todo. ¿Por dónde se va a la casa de la luz y dónde viven las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su país o enseñarles el camino de casa? Lo sabrás, pues ya habías nacido entonces y has cumplido tantísimos años." Job respondió al Señor: "Me siento pequeño, ¿qué replicaré? Me taparé la boca con la mano; he hablado una vez, y no insistiré, dos veces, y no añadiré nada."

Salmo responsorial (Sal 38, 1-3.7-8.9-10.13-14)
R. Guíame, Señor, por el camino eterno.

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.

¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R.

Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. R.

Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras. R.

Lectura del santo evangelio según San Lucas (10,13-16)

En aquel tiempo dijo Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. T tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado".

1 octubre 2010,viernes de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. ¡OCTUBRE, UN MES DESBORDANTE!

Preparados, listos, ¡ya! Mes del Rosario, mes de las misiones, día de Santa Teresita, aniversario de la partida para el Cielo del Padre Morales, primer viernes, y en Perú ¡comienzo del Mes Morado! (Cuaresma Limeña, Señor de los Milagros). Con que hagamos memoria (mejor “memorial”, lo que sucedió me sucede a mí) de alguna de estas celebraciones, podemos disparar a la eternidad como gustaba repetir a San Alberto Hurtado.

2. ¡SOY TAN POCA COSA!

Palabra de Job que a mí me recuerda lo que tanto nos repetía el P. Morales de Santa Catalina de Siena: “El día en que te convenzas de que eres nada comienza la salvación en tu vida”. Sí, soy nada “y del polvo nací, pero Tú me amas y moriste por mí”.

3. TÚ CREASTE MIS ENTRAÑAS

Me sondeas y me conoces como nadie, hasta le fondo de mi alma. Tú vences mis miedos. Me quieres portentosamente a pesar de ser como soy.

4. AY DE MÍ, QUE SOY UN MILAGRO VIVIENTE

Tengo bastante con lo que le has dicho a Corozaín, a Betsaida, a Tiro y a Sidón. ¡Cuántos milagros has hecho en mí! Gracias, Dios mío por tanto bien recibido. En todo amar y servir.

5. SEÑOR DE LOS MILAGROS

Sé que es una advocación peruana, pero extendida ya por todos los lugares donde hay peruanos. Deja que te cante con todos los millones que peregrinan a lo largo del mes:

SEÑOR DE LOS MILAGROS

AQUI VENIMOS EN PROCESION

TUS FIELES DEVOTOS

A IMPLORAR TU BENDICION

FARO QUE GUIA

A NUESTRAS ALMAS

LA FE, ESPERANZA, LA CARIDAD

TU AMOR DIVINO

NOS ILUMINE

NOS HAGA DIGNO DE TU BONDAD

CON PASO FIRME

DE BUEN CRISTIANO

HAGAMOS GRANDE NUESTRO PERU

Y UNIDOS TODOS

COMO UNA FUERZA

TE SUPLICAMOS,

NOS DES TU LUZ

30/9/2010, Jueves de la XXVI semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de Job (19, 21-27)

Job dijo: "¡Piedad, piedad de mí, amigos míos, que me ha herido la mano de Dios! ¿Por qué me perseguís como Dios y no os hartáis de escarnecerme? ¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y en plomo se escribieran para siempre en la roca! Yo sé que está vivo mi Redentor, y que al final se alzará sobre el polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán. ¡Desfallezco de ansias en mi pecho!"

Salmo Responsorial (Sal 26)

R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: "Buscad mi rostro." R.

Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches. R.

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 1-12)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."

30 septiembre 2010, jueves de la XXVI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El Evangelio de hoy corresponde al comienzo del capítulo 10 de San Lucas, donde se nos narra que el Señor envió a “otros setenta y dos”. De esta expresión se deduce que tuvo que haber otros enviados anteriormente. Efectivamente, el miércoles 22 se nos leía el comienzo del capítulo 9 del mismo Evangelio, donde también se nos narra cómo Jesús reúne a los doce apóstoles y “los envió a proclamar el reino de Dios”. En estos últimos podemos ver reflejada la misión de los apóstoles y de sus sucesores los obispos, puesto que, además “les dio poder y autoridad” y “luego los envió a proclamar el reino de Dios”

Frente a este grupo minoritario de discípulos escogidos, encontramos hoy un segundo grupo más numeroso de discípulos que fueron enviados “por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y ciudades adonde pensaba ir él”. En este grupo de seguidores de Jesús es donde nos encontramos nosotros. Aquí cabemos todos aquellos que, sin ser sacerdotes ni monjas, somos enviados por el Señor.

Nosotros, al igual que aquellos, somos enviados por delante del Señor. Es decir, somos su avanzadilla. El Señor nos manda a todos aquellos lugares donde él quiere hacerse presente: tu facultad, tu colegio, tu familia, tu pandilla, tu equipo de fútbol, tu barrio, tu pueblo, etc. Tu eres el que, con tu palabra, tus obras, tu ejemplo, tienes que preparar el camino al Señor. Y en este curso 2010-2011 con más motivo, con el horizonte de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid en este mes de agosto.

Este verano vendrá nada menos que el Papa Benedicto XVI, el representante de Cristo en la tierra, y a ti y a mí nos envía el Señor por delante a preparar los lugares y los corazones donde quiere hacerse presente.

La mies es abundante y los obreros pocos, nos dirá el Señor; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. La misión es ingente, la tarea nos desborda, por eso hemos de suplicar al Señor que mande más obreros, pues son muchos los que están llamados a colaborar en la extensión del reino, no sólo los setenta y dos del Evangelio. Son muchos los voluntarios que se necesitan, todas las manos son bienvenidas y muchos amigos y compañeros nuestros están esperando que alguien les diga: “Está cerca de vosotros el reino de Dios”, tan cerca que… ¡es este verano!

¡Poneos en camino! No perdáis el tiempo, pues agosto está encima y cuando os queráis dar cuenta puede ser tarde. Pero, ¡atención! “que os mando como corderos en medio de lobos” Las dificultades no van a faltar. No siempre seréis bien recibidos, pero no dejéis que la desesperanza ni la mediocridad del mundo que pisáis se os peguen. Sacudiros el polvo de la indiferencia y el escepticismo que se os pegará como se pega el polvo del camino, y proclamad a los cuatro vientos que está cerca el reino de Dios.

Que Santa María, en este mes del rosario que comenzamos, nos ayude.

29/9/2010, Santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Lectura del libro de Daniel (7,9-10.13-14)

Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Salmo Responsorial (Sal 137)
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.

Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,47-51)

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."

29 septiembre 2010. Santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael – Puntos de oración

A SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA PEDIR LA PROTECCIÓN DEL CIELO

Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.

Apocalipsis 12, 7-8

Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales. Humildemente te rogamos, te digne librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable protección adelantemos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad. Amén.

ORACIÓN A SAN GABRIEL

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

Lucas 1, 26-28

Dios Señor nuestro, imploramos tu clemencia para que habiendo conocido tu Encarnación por el anuncio del arcángel San Gabriel, con el auxilio suyo consigamos también sus beneficios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN A SAN RAFAEL

«Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor».

Tobías 12, 15

Arcángel San Rafael, que dijiste: «Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis en el mal. Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor que atesorar oro», te suplico me acompañes en todos mis caminos y me alcances gracias para seguir tus consejos. Amén.

28/09/2010, Martes de la XXVI semana de tiempo ordinario

Lectura del libro de Job (3, 1-3. 11-17. 20-23)

Job abrió la boca y maldijo su día diciendo: «¡ Muera el día en que nací, la noche que dijo: "Se ha concebido un varón"! ¿Por qué al salir del vientre no morí o perecí al salir de las entrañas? ¿Por qué me recibió un regazo y unos pechos me dieron de mamar? Ahora dormiría tranquilo, descansaría en paz, lo mismo que los reyes de la tierra que se alzan mausoleos, o como los nobles que amontonan oro y plata en sus palacios. Ahora sería un aborto enterrado, una criatura que no llegó a ver la luz. Allí acaba el tumulto de los malvados, allí reposan los que están rendidos. ¿Por qué dio luz a un desgraciado y vida al que la pasa en amargura, al que ansía la muerte que no llega y escarba buscándola más que un tesoro, al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir sepultura, al hombre que no encuentra camino porque Dios le cerró la salida?»

Salmo responsorial (Sal 87, 2-3. 4-5. 6. 7-8)
R. Llegue hasta ti mi súplica, Señor.

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor. R.

Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido. R.

Tengo mi cama entre los muertos, como los caldos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano. R.

Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 51-56)

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: -«Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

Martes de la XXVI semana de tiempo ordinario – Puntos de oración

El otoño va entrando en nuestras ciudades que da al tiempo atmosférico días con un cierto toque desapacible. La liturgia se va acomodando también a ese tiempo y pone a nuestra disposición unas lecturas que tienen un poco de dureza. Le dejan a uno con cierto malestar.

1. La lectura del libro de Job es descarnada: Job abrió la boca y maldijo su día… Cuando todo se pone en contra qué fácil es maldecir. Necesitamos protagonismo de una forma o de otra, y preferimos hacernos víctimas y quejarnos de todo antes que pasar desapercibidos. Menos mal que Job cuando descubre que es el Señor, es capaz de reconocer que si él se lo dio, él se lo puede quitar, y aquí no ha pasado nada. ¿Qué dicen mis labios habitualmente: maldiciones o bendiciones? ¿Es que acaso hoy, no en época de Job, no sabemos ya que en todo está Dios?

Sería bueno dedicar un rato de la oración a bendecir a Dios, y a los hombres. Dar gracias a Dios por cada uno de los hombres que se cruzarán conmigo hoy por los caminos.

2. El salmo también es desgarrador, patético. El alma se siente muerta de penas y desgracias. Quizá exagere un poco el salmista. Quizá nunca hayamos estado en una situación de este calibre, o sí, quién sabe. Lo que se nos quiere transmitir es que el único que nos puede socorrer es el Señor. Los hombres podemos ayudarnos unos a otros en algunos momentos. Otras veces son los propios hombres los que crean nuestro mal. Pero lo que está claro es que Dios está con nosotros a nuestro lado, siempre. Dios no falla nunca. En todo caso, a veces nos parece que se retrasa, pero nunca abandona.

Otro buen rato de la oración lo podemos dedicar a suplicar a Dios. Así, con tonos desgarradores, si nos lo pide nuestra situación. Él nos escucha a la primera, pero quiere oírnos un rato más. Sabe que cuando estamos indefensos y nos sentimos débiles, entonces le vamos a rezar, y a él le encanta que le recen: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor.

3. El evangelio, para acabar nos presenta otro texto ciertamente desapacible. Jesús regaña a sus discípulos. Dirían los discípulos: ¡Encima que le decimos que porqué no arrasamos a estos impíos, encima nos regaña! Y eso que eran de los discípulos predilectos. Pero Jesús les quiere demasiado como para no regañarles. La fuerza, la espada, la violencia… no van a convertir a los pecadores. Los discípulos lo fueron entendiendo después. Sólo con la muerte propia y con la propia muerte –o dicho en lenguaje de Abelardo: sólo muriendo al yo- se conquistan almas. Sólo bajando a la humildad de la propia miseria se puede ser testimonio para los otros pecadores.

Así que el último momento de oración podría ser para pedirle al Señor que me enseñe a morir a mí mismo. A menos matar a otros con nuestro “celo” y más aplicar la misericordia al mundo.

Parece que ya llueve menos.

27/09/2010, Lunes de la semana XXVI de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de Job (1, 6-22)

Un día, fueron los ángeles y se presentaron al Señor; entre ellos llegó también Satanás. El Señor le preguntó: -«¿De dónde vienes?» Él respondió: -«De dar vueltas por la tierra.» El Señor le dijo: -« ¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y se aparta del mal.» Satanás le respondió: -« ¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido, a él, a su hogar y todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se ensanchan por el país. Pero extiende la mano, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldecirá en tu cara.» El Señor le dijo: -«Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques. » Y Satanás se marchó. Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job y le dijo: -«Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a los mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo.» No habla acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: -«Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido tus ovejas y pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo.» No habla acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: -«Una banda de caldeos, dividiéndose en tres grupos, se echó sobre los camellos y se los llevó, y apuñaló a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo.» No habla acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: -«Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo.» Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.» A pesar de todo, Job no protestó contra Dios.

Salmo responsorial (Sal 16, 1. 2-3. 6-7)
R. Inclina el oído y escucha mis palabras.

Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño. R.

Emane de ti la sentencia, miren tus ojos la rectitud.
Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego, no encontrarás malicia en mí. R.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 46-50)

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: -«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mi; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.» Juan tomó la palabra y dijo: -«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.» Jesús le respondió: -«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»

Lunes de la semana XXVI de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy vamos a servirnos de la primera lectura para preparar la oración de mañana. Es un pozo sin fondo. Después de leerla un par de veces por lo menos, conviene descalzarse para entrar en terreno sagrado, y ponerse en presencia de Dios (Señor, Tú estás aquí, y me ves. Señor, aquí me tienes), pidamos la gracia de jugar limpio con Dios: “Concédeme la gracia Señor, de ordenar todas mis acciones, intenciones y operaciones, en servicio y alabanza de su Divina Majestad” (Ejercicios Espirituales).

Sin este primer momento de entregarse a Dios con confianza, la oración de hoy nos sonará a música celestial, y no cambiará nuestra vida.

La composición de lugar será el encuentro entre Dios y Satanás. El Demonio se presenta ante Dios, después “de dar vueltas por la tierra”. Siempre enredando, y buscando la perdición de la Creación, en especial del hombre.

Dios va al choque, confía en la criatura, y habla de Job a Satanás. Es como si tentase al Tentador, poniendo de relieve su maldad en contraposición a la vida de su siervo Job: “¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay otro como él…”

Es posible que Satanás proyecte en Job su propia rebeldía, que no entre en sus esquemas la aceptación de que ese Dios sea merecedor de la voluntad de una criatura. El grito ¡No serviré! del pecado de los ángeles, enciende la cólera en él. Reta a Dios a que lo fulmine, poniendo en duda la sinceridad del amor y entrega de Job “¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si Tú mismo lo has cercado y protegido! Extiende tu mano sobre él, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldecirá en tu cara”. Es la actitud de alguien resentido, cegado por el odio. Y esto, nos puede pasar a nosotros también. Señor, desarme esos criterios tan asentados en mí, que son distintos a los tuyos. Transfórmame.

Sorprende la confianza del Criador en la criatura. Después de haberle salido rana la criatura más perfecta (Satanás), ¿debería volver a arriesgarse a confiar, esta vez, en alguien todavía más imperfecto?

Si el libro de Job sorprende por la fidelidad de éste para con Dios, la oración de hoy, debe asombrarnos el amor y la confianza incondicionales de Dios para con el hombre.

Dios no fracasa nunca. ¡Señor, que crea en tu amor para conmigo! ¡Transforma mi corazón para que edifique mi vida sobre la roca firme de tu fidelidad, de tu confianza en mí!

Este amor incondicional de Dios, que no abandona en la prueba, que sostiene en la noche de la fe, debe ser el pilar del Bautizado que vive día a día en el mundo tendiendo con todo su corazón a la santidad: para el niño, que funda su vida en la seguridad del amor de sus padres; para el militante adolescente que escucha la invitación del joven rico, y la sigue; para el joven que busca su vocación, que recibe el ciento por uno; para el matrimonio, que ve en él el modelo de fidelidad a construir en su vida; para el consagrado, que es testigo del Eterno en medio del mundo; para el anciano, que puede esperar con paz y confianza el descanso eterno…

Que mañana en la oración, delante del sagrario, sea un continuo y encendido acto de fe en el amor incondicional de Dios para conmigo.

Tomando a San Juan de la Cruz como maestro de noches oscuras, y profundo conocedor del amor de Dios, en respuesta a esta predilección, digamos con él:

“Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio, ya no guardo ganado ni ya tengo otro oficio que ya sólo en amar es mi ejercicio”.

Señor mío y Dios mío, “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. Tú me lo diste, Tú me lo quitaste. Bendito sea tu nombre, Señor”.

A ti, María, Madre buena, acudimos: engendra en tu familia Cruzada-Milicia de Santa María, una nueva vida en Cristo.

26/09/2010, Domingo de la XXVI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Amós (6, la. 4-7)

Así dice el Señor todopoderoso: «¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaría! Os acostáis en lechos de marfil; arrellenados en divanes, coméis carneros de] rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José. Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos.»

Salmo responsorial (Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10)
R. Alaba, alma mía, al Señor.

Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos,
él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

Lectura de la primera carta apóstol san Pablo a Timoteo (6, 11-16)

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (16, 19-31)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: - «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas.” Pero Abrahán le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.” El rico insistió: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.” Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen.” El rico contestó: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.” Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.”»

Domingo de la XXVI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Primera Lectura: El profeta Amós denuncia las falsas seguridades de quienes de sus creencias se hacen ídolos. Así la idolatrización de las ciudades santas. Pone en evidencia las cortas aspiraciones de quienes optan sólo por el bienestar cercano, limitado por la finitud y la caducidad inmediata. Intenta despertar la conciencia sobre la pequeñez que hay en todo ello; porque concienciar de las deficiencias de esa situación es principio de salvación. Relación con el Evangelio de hoy.

Salmo Responsorial: Felicidad de los que esperan en Dios

El salmo 145, que acabamos de escuchar, es un "aleluya", el primero de los cinco con los que termina la colección del Salterio. Ya la tradición litúrgica judía usó este himno como canto de alabanza por la mañana: alcanza su culmen en la proclamación de la soberanía de Dios sobre la historia humana. En efecto, al final del salmo se declara: "El Señor reina eternamente" (v. 10). De ello se sigue una verdad consoladora: no estamos abandonados a nosotros mismos; las vicisitudes de nuestra vida no se hallan bajo el dominio del caos o del fatalismo; los acontecimientos no representan una mera sucesión de actos sin sentido ni meta. A partir de esta convicción se desarrolla una auténtica profesión de fe en Dios, celebrado con una especie de letanía, en la que se proclaman sus atributos de amor y bondad (cf. vv. 6-9). Concluimos esta breve meditación del salmo 145 con una reflexión que nos ofrece la sucesiva tradición cristiana. El gran escritor del siglo III Orígenes, cuando llega al versículo 7 del salmo, que dice: “El Señor da pan a los hambrientos y liberta a los cautivos", descubre en él una referencia implícita a la Eucaristía: “Tenemos hambre de Cristo, y él mismo nos dará el pan del cielo. "Danos hoy nuestro pan de cada día". Los que hablan así, tienen hambre. Los que sienten necesidad de pan, tienen hambre". Y esta hambre queda plenamente saciada por el Sacramento eucarístico, en el que el hombre se alimenta con el Cuerpo y la Sangre de Cristo (cf. Orígenes-Jerónimo, 74 omelie sul libro dei Salmi, Milán 1993, pp. 526-527). (L'Osservatore Romano - 4 de julio de 2003)

Segunda Lectura: Pablo exhorta a Timoteo a llevar una vida de piedad e integridad. En esto el tema de fondo es actuar rectamente ante Dios y vivir con autenticidad lo que debemos vivir, no importa cuáles sean las circunstancias. Cuando nos encontramos con una persona con ese tipo de integridad - el hombre que hace lo correcto cada día, le vean o no - tenemos la impresión de que hay algo (y mejor dicho, Alguien) en su vida que ilumina a los demás y se transforma en fermento de salvación en la masa de los hombres... Sabemos que estamos en presencia de un hombre que vive su vida ante los ojos de Dios.

Evangelio:

Algunas breves reflexiones: la mera descripción que hace Jesús es ya una denuncia. Cabe interpretar -tal vez- de qué manera y hasta qué punto se hallarían incapacitados para escuchar el Evangelio quienes viven en la abundancia, porque no pueden abrir el corazón a la “buena noticia”. Asimismo no se trataría tampoco de inducir a los pobres a la resignación y consolarlos sólo con la promesa de una justicia ultraterrena. ¿Por qué es tan difícil que los que ponen su confianza en la riqueza escuchen el Evangelio? No escuchan el Evangelio por la misma razón que no escucharon a los profetas. Porque se encuentran bien y no se preocupan de los demás, porque han puesto su corazón más en las riquezas que en Dios y no tienen otras aspiraciones, o sea, como decir que no necesitan de Dios ni de los demás. El Evangelio hay que aceptarlo como Palabra de Dios y al prójimo como hermano, abrirle la puerta del corazón y sentarle en la misma mesa de la vida. Por eso quienes sólo ponen su confianza en las riquezas se hacen incapaces de escuchar el Evangelio, aunque Jesús resucite a los muertos.

ORACIÓN FINAL

Concede, Señor, a tu pueblo perseverancia y firmeza en la fe, y a cuantos confiesan que tu Hijo, Dios de gloria eterna como tú, nació de Madre Virgen con un cuerpo como el nuestro, líbralos de los males de esta vida y ayúdales a alcanzar las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

25/9/10, Sábado de la XXV semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiastés (11,9–12,8):

Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón, de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo. Rechaza las penas del corazón y rehúye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras. Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud, antes de que lleguen los días aciagos y alcances los años en que dirás: «No les saco gusto.» Antes de que se oscurezca la luz del sol, la luna y las estrellas, y a la lluvia siga el nublado. Ese día temblarán los guardianes de casa y los robustos se encorvarán, las que muelen serán pocas y se pararán, las que miran por las ventanas se ofuscarán, las puertas de la calle se cerrarán y el ruido del molino se apagará, se debilitará el canto de los pájaros, las canciones se irán callando, darán miedo las alturas y rondarán los terrores. Cuando florezca el almendro, y se arrastre la langosta, y no dé gusto la alcaparra, porque el hombre marcha a la morada eterna y el cortejo fúnebre recorre las calles. Antes de que se rompa el hilo de planta, y se destroce la copa de oro, y se quiebre el cántaro en la fuente, y se raje la polea del pozo, y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio. Vanidad de vanidades, dice Qohelet, todo es vanidad.

Salmo responsorial (Sal 89,3-4.5-6.12-13.14.17)
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. R.

Los siembras año por año, como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,43b-45):

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.» Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

25 septiembre 2010, sábado de la XXV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Introducción:

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús que hace a los discípulos un anuncio de su próxima pasión. Los apóstoles no entienden lo que les quiere manifestar e incluso les da miedo preguntarle. Jesús no redimió al mundo sólo por su predicación o sus milagros, sino fundamentalmente por su pasión. Toda su vida fue hacer la voluntad del Padre.

En la oración de hoy sábado, podemos tomar pie de este pasaje y pensar en la Pasión de Nuestro Señor acompañando a la Virgen. El día 15 de este mes fue la Virgen de los Dolores. Tenemos relativamente cercana todavía esta fiesta. Podemos repetir la secuencia de la Virgen Dolorosa y hacer la oración así.

1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en pie en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

2. Petición: Virgen Dolorosa: haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more.

3. Composición de lugar: imaginar a la Virgen que sostiene a Jesús muerto en sus brazos.

4. Materia de la oración: repetir despacio mentalmente o si no la sabemos de memoria, vocalmente con la secuencia delante, las estrofas del Stabat Mater. Si en alguna me siento más impresionado, o como dice San Ignacio, “si hallo gracia”, detenerme en ella y repetirla varias veces.

5. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría o salve a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de Dios, ruega por mí, pobre pecador.”

6. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

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STABAT MATER

(Versión de Lope de Vega)

La Madre piadosa estaba

junto a la cruz y lloraba

mientras el Hijo pendía.

Cuya alma, triste y llorosa,

traspasada y dolorosa,

fiero cuchillo tenía.

¡Oh, cuán triste y cuán aflicta

se vio la Madre bendita,

de tantos tormentos llena!

Cuando triste contemplaba

y dolorosa miraba

del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara,

si a la Madre contemplara

de Cristo, en tanto dolor?

Y ¿quién no se entristeciera,

Madre piadosa, si os viera

sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,

vio a Jesús en tan profundo

tormento la dulce Madre.

Vio morir al Hijo amado,

que rindió desamparado

el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!,

hazme sentir tu dolor

para que llore contigo.

Y que, por mi Cristo amado,

mi corazón abrasado

más viva en él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime,

en mi corazón imprime

las llagas que tuvo en sí.

Y de tu Hijo, Señora,

divide conmigo ahora

las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar

y de veras lastimar

de sus penas mientras vivo.

Porque acompañar deseo

en la cruz, donde le veo,

tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!,

llore ya con ansias tantas,

que el llanto dulce me sea.

Porque su pasión y muerte

tenga en mi alma, de suerte

que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore

y que en ella viva y more

de mi fe y amor indicio.

Porque me inflame y encienda,

y contigo me defienda

en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte

de Cristo, cuando en tan fuerte

trance vida y alma estén.

Porque, cuando quede en calma

el cuerpo, vaya mi alma

a su eterna gloria. Amén.

24/9/2010, Viernes de la XXV Semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiastés (3, 1-11)

Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol:

tiempo de nacer, tiempo de morir;

tiempo de plantar, tiempo de arrancar;

tiempo de matar, tiempo de sanar;

tiempo de derruir, tiempo de construir;

tiempo de llorar, tiempo de reír;

tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar;

tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras;

tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse;

tiempo de buscar, tiempo de perder;

tiempo de guardar, tiempo de desechar;

tiempo de rasgar, tiempo de coser;

tiempo de callar, tiempo de hablar;

tiempo de amar, tiempo de odiar;

tiempo de guerra, tiempo de paz.

¿Qué saca el obrero de sus fatigas?

Observé todas las tareas que Dios encomendó a los hombres para afligirlos: todo lo hizo hermoso en su sazón y dio al hombre el mundo para que pensara; pero el hombre no abarca las obras que hizo Dios desde el principio hasta el fin.

Salmo responsorial (Sal 143)
R. Bendito el Señor, mi Roca.

Bendito el Señor, mi Roca, mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio. R.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?;
¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo; sus días, una sombra que pasa. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 18-22)

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: -«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas». Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: -«El Mesías de Dios». Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

24 septiembre 2010, viernes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El evangelio de hoy es muy sugerente. Además, hoy es la fiesta de Santa María de la Merced. Podemos fijarnos en cuatro puntos para nuestra oración

Composición de lugar. Ver a Jesús orando a solas, pero en presencia de sus discípulos. Puedo verme entre ellos. Contemplo a Jesús, y percibo su voz: cómo me pregunta con confianza. Ver después a la Virgen rompiendo las cadenas que me esclavizan.

1. “¿Quién dice la gente que soy yo?” En tiempos de Jesús había ideas distintas sobre su identidad, algunas de ellas muy peregrinas (el mayor líder espiritual de la historia, el mejor defensor de los pobres, un aguafiestas...). Lo mismo ocurre hoy. Viene bien que repase lo que se dice a mi alrededor sobre Jesús, porque lo que dicen los demás también me afecta a mí. ¿Cómo reacciono cuando personas queridas para mí expresan un concepto de Jesús tan fuera de lugar?

2. “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Una pregunta muy parecida me planteó una vez en un examen mi profesor de Religión: ¿quién es Jesucristo para ti? Me pasé todo el examen escribiendo abiertamente lo que era Jesucristo para mí, como si fuera un rato de oración: mi Dios, mi Señor, mi Redentor, mi amigo, mi médico y mi medicina, mi pastor... (No sé lo que pensaría mi profesor de esa respuesta tan particular). En la oración de hoy tengo la oportunidad de responderle al Señor quién es, y quién es para mí. No he de temer: en el silencio ningún otro me va a escuchar. Le hablaré abiertamente, con confianza, o como diría santa Teresita, con amor audaz.

3. “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado, ser ejecutado y resucitar al tercer día”. Jesucristo me prepara para la vida. Me dice lo que “la gente” –aquellos por los que ha preguntado qué opinión tenían de Él-, le tiene preparado, y por tanto lo que me espera, si uno mi vida a la suya. Si quiero vivir como Él tendré que padecer mucho, como Él, y ser desechado, y prolongar su muerte... Pero la historia no termina ahí: sólo Cristo padeció en soledad; yo sufriré con Él, y resucitaré con Él.

4. Hoy es la fiesta de Santa María de la Merced. Ella es la liberadora de los cautivos, ayer y hoy. En el siglo XIII, del cautiverio de los sarracenos; hoy, del ambiente de materialismo y ateísmo práctico que nos envuelve. Escribe el P. Morales: “Viene a rescatar almas, a romper grilletes que me esclavizan. La primera y más necesitada es mi alma cautiva de egoísmo, padre de orgullo y pereza”. Y continúa: “Cada creyente debe hacer un pacto con la Virgen y decirle: mira, Madre, soy cegatón, no veo. Cuando el enemigo me enrede con el primer hilillo, tú Madre de la Divina Gracia, envíame el impulso divino que me dé luz para ver el truco, y fuerza para sacudirlo”. Debemos tener tres actitudes en la fiesta de hoy. Con palabras del P. Morales: alegría y confianza, pero también ofrecimiento. Entrega a María en la Iglesia para redimir personas de tantas despóticas cautividades. Nos ofrecemos a luchar, a sufrir, a ponernos en lugar de nuestros hermanos, como Jesús se puso en el nuestro.

Oración final. Madre: dirige tú mi corazón y mis labios para que responder sincera y valientemente a la pregunta que me hace Jesús: quién es Él para mí. Prepárame para seguirle en la pena, para que también pueda seguirle en la gloria. En este día y siempre, concede a tus hijos no caer en redes y cautividades.

23/9/2010, Jueves de la XXV Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiastés (1, 2-11)

¡Vanidad de vanidades, dice el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol? Una generación se va, otra generación viene, mientras la tierra siempre está quieta. Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir. Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el viento. Todos los ríos caminan al mar, y el mar no se llena; llegados al sitio adonde caminan, desde allí vuelven a caminar. Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír. Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice: "Mira, esto es nuevo", ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.

Salmo responsorial (Sal 89)
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: "Retornad, hijos de Adán."
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. R.

Los siembras año por año, como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 7-9)

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.

23 septiembre 2010, jueves de la XXV Semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración.

“En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.”

I. Es curioso, pero parece que sucede lo mismo en casi todas las épocas de la historia.

  • “Los hombres de la época de Jesús tenían una cierta tendencia a la exageración. Ponen a Juan entre los profetas antiguos, dicen que ha resucitado, no se sabe bien si él es Elías…
  • ¿Qué ocurría hoy? Pensemos en cuántos artículos saldrían.., o en cuanto se vendería la exclusiva a la televisión…
  • Y es que “el exceso de comunicación de las cosas religiosas a través de los medios de comunicación, incluso cuando se trata de revelaciones verdaderas y de milagros auténticos, suele dañar el sentido del mensaje cristiano, que es completamente interior y es la invitación a seguir a Jesús…” (Tomás Spidlik).

II. “Es inconcebible la envidia de los judíos contra Jesús, dice Beda. Creen que Juan, que no obró milagro alguno y que no tenía en su favor ningún testimonio, resucitó; en cambio, no quisieron creer la resurrección de Jesús, varón aprobado por Dios con milagros y prodigios, y cuya resurrección atestiguaron los ángeles, los apóstoles, hombres y mujeres.

  • Los prejuicios personales o de escuela ocasionan grandes y fundamentales errores: La historia del cristianismo y de las herejías está llena de ellos. En la discusión de hechos y doctrinas hemos de atender siempre los criterios de verdad objetiva, deponiendo el nuestro personal, aun cuando entren en juego nuestros intereses o conveniencias.” (Cardenal Gomá).

“Herodes se decía: “A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.

III. Esta voz de Herodes es la del remordimiento

  • Cuando hemos faltado a la justicia que debemos al prójimo, el clamor que sube de nuestra conciencia no cesa de atormentar nuestro pensamiento.
  • El remordimiento, ha dicho el poeta, se enrosca como una sierpe sobre nuestro pecho, y nos ahoga, estrechando sus implacables anillos.
  • El abuso de la libertad lleva siempre como contragolpe esta opresión espiritual causada por el mal cometido.

“Y tenía ganas de verlo…”

IV. No se sabe si su curiosidad era mayor que sus temores.., o sus temores mayores que su curiosidad…

  • Lo cierto es que también él tuvo su oportunidad de ver a Jesús, pero lo vio en unos momentos y circunstancias, en que tenía que definir su condena o su libertad, su inocencia o su culpabilidad…
  • No son pocos los que quieren ver a Jesús, pero que esto no les vincule, ni obligue a nada, lo cual es imposible, pues ante Dios siempre hay que tomar partido…

22/9/2010, Miércoles de la XXV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de los Proverbios (30, 5-9)

La palabra de Dios es acendrada, él es escudo para los que se refugian en él. No añadas nada a sus palabras, porque te replicará y quedarás por mentiroso. Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: "¿Quién es el Señor?"; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.

Salmo Responsorial (Sal 118)
R. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.

Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad. R.

Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R.

Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. R.

Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra. R.

Considero tus decretos, y odio el camino de la mentira. R.

Detesto y aborrezco la mentira, y amo tu voluntad. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 1-6)

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: "No llevéis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa". Ellos de pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

22 septiembre 2010, miércoles de la XXV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El primer paso necesario para iniciar la oración es hacer silencio. Silencio exterior; a ser posible elegir un lugar recogido, sin ruidos que me distraigan. El silencio interior, es otro paso vital si quiero encontrarme con el Señor, escuchar su palabra, reflexionar para sacar algún provecho, como nos propone san Ignacio de Loyola.

Otro momento de la oración es encontrarme directamente con la Palabra de Dios, en concreto con la que nos propone hoy la Iglesia. Y después de leerla con sosiego y sin prisas, preguntarme: ¿Qué sentimientos han brotado del corazón y cómo orientarlos?

“Jesús reunió a los doce y les dio autoridad… luego los envió”

¿Me siento yo llamado y elegido? Sí, he sido llamado y elegido para estar con Él y seguirle. Por tanto, gozo de ese poder y autoridad que me regala.

Es una realidad espiritual, que por ser espiritual, con frecuencia, se nos escapa de las manos. El Señor me ha dado poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.

Si, Jesús vive en mí por la gracia y además lo he recibido en este día en la Eucaristía. Y con Jesús en mí, he recibido gratuitamente y realmente ese poder y autoridad.

Si fuera consciente de ello palparía con sencillez que por donde paso a lo largo del día, en medio del centro de estudio, universidad, profesión, en mi casa y familia… Jesús se hace presente. Y la presencia de Jesús por mi medio, transforma los corazones por donde pasa. ¿Le doy posibilidad de que se manifieste o soy simplemente yo, y separado de la verdadera vid, y como consecuencia sin fruto?

“Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes”.

Mejor que no me de cuenta del bien que voy haciendo (Él en mí) por donde paso, por donde discurre en este día mi vida al ser portador de Cristo, “cristóforo”. A veces no soy consciente de que llevo dentro de mí a Cristo y le hago presente. Su poder y autoridad se manifiesta. Sigue expulsando demonios de las personas que están dominadas por él y va sanado a muchos de sus enfermedades. Se compadece de todos los mendigos, emigrantes, que caminan por las calles y por los enfermos que ya no pueden caminar…

No me ha elegido a mí porque reúno las condiciones, sino que me ha elegido porque me ama y me siento siervo inútil y pequeño y, consciente de me debilidad me dejo manejar en sus manos.

Madre nuestra Santa María: Concédeme la gracia en este día de sentirme elegido para hacer presente a Jesús en medio de las actividades que hoy debo de hacer con mayor perfección, en olvido de mí, para que el Señor sea alabado.

21/9/2010, San Mateo apóstol y evangelista

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4, 1-7. 11-13)

Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vinculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9, 9-13)

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: - «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: -«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: -«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

21 septiembre 2010, san Mateo apóstol y evangelista – Puntos de oración

Querría hoy proponeros hacer la oración sobre la primera lectura.

Pablo, desde la cárcel, apresado, para ser condenado a muerte, habla a quienes desde la vida gastada por ellos y desde su ancianidad, siente como hijos.

Y como padre les lanza un testamento para que 'se lleven bien'. ¿Qué más puede desear un padre que sus hijos se mantengan unidos? ¿Qué más hace sufrir a un padre que ver desunidos a sus descendientes?

Y les da varias claves para ello. Me gustaría destacar dos y llevarlas a la oración ante el Señor.

1.- En pasiva.

'Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vinculo de la paz'.

Les lanza unas cuantas cualidades que deberían tener unos con otros. Ser comprensivos, amables, sobrellevarse, esforzarse en la unidad... Y haciendo examen de conciencia ante Dios, con la ayuda del Espíritu, que es Espíritu de unidad, me pregunto: ¿Soy humilde? ¿Soy amable? ¿Soy comprensivo? En definitiva ¿genero unidad o tensión a mi lado?

En mi familia, con mis padre y hermanos.

En el hogar, con los militantes, mayores y más pequeños. Con los cruzados.

En mi universidad o colegio, en mi trabajo.

Porque, sin darme cuenta, puedo ser en todos esos ámbitos alguien que desune, critica, pone a unos en contra de otros, crispa el ambiente...

2.- En activo.

'Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo;'

A cada uno nos ha dado un don, para que lo pongamos al servicio de los demás.

¿Qué dones me ha dado el Señor? ¿Los utilizo para mi propio beneficio, para subir yo por encima de los demás o para el servicio, para ayudar a otros?

Porque una actitud crea unidad y la otra genera tensión y competencia.

Hoy el Señor, con san pablo, nos pide ser hombres de unidad, constructores de familia.

3.- Propósito

De la oración de hoy ha de nacer un propósito. Contemplo a Jesús lavando los pies a sus discípulos. Después de que me he dejado lavármelos a mí, le pregunto en qué puedo servir hoy a mis hermanos. Y con él lo concreto en un aspecto que pondré hoy en práctica.

Y cuando lo haga recordaré que lo que haga a uno de mis hermanos se lo estoy haciendo al mismo Cristo.

20/9/2010, Lunes de la XXV semana de Tiempo Ordinario

Lectura del libro de los Proverbios (3, 27-34)

Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: "Anda, vete; mañana te lo daré." No trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño; no envidies al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado; se burla de los burlones y concede su favor a los humildes; otorga honores a los sensatos y reserva baldón para los necios.

Salmo Responsorial (Sal 14)
R. El justo habitará en tu monte santo, Señor.

El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R.

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8, 16-18)

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener".

19/9/2010, domingo de la XXV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Amós (8, 4-7)

Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: "¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?" Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.

Salmo Responsorial (Sal 112)
R. Alabad al Señor, que alza al pobre.

Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R.

Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2, 1-8)

Querido hermano: Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: este es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (16, 1-13)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. " Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero."

19 septiembre 2010, domingo de la XXV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“No podéis servir a Dios y al dinero”

Al acercarnos hoy a la oración, inmediatamente el Señor nos interpela con la proclamación de las lecturas del domingo.

Puestos en su presencia captaremos mucho mejor el mensaje que nos quiere transmitir para nuestra vida, para que vivamos mejor.

Que este rato de oración nos coloque en sintonía con el Señor, que vibremos con sus mismos sentimientos, que son y van más allá de la sola interioridad. Dios nos coloca en la relación con el hombre y con la realidad, pues es ahí donde le amamos y servimos.

El profeta Amós es tajante con los que exprimen al pobre y despojan al miserable, lo mismo que con los que cambian las medidas y los precios. Nos dice que el Señor no olvida estas acciones, pues lo que hacemos o dejamos de hacer con cualquiera de nuestros hermanos, con el mismo Señor lo hacemos. Es un buen espejo donde contrastar nuestras acciones de este día. No vale decir ¡Señor! ¡Señor! Si luego marginamos al que vive a nuestro lado.

Por eso nuestra oración dominical tiene que estar dirigida a Dios, pero también hemos de ofrecer plegarias y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, tal como le escribe San Pablo a Timoteo.

Somos administradores de grandes tesoros y talentos. No somos dueños. Así nos lo muestra gráficamente el Evangelio del día. Por tanto tendremos que dar cuenta de la gestión que realizamos.

Que este rato de intimidad con Dios nos abra el corazón hacia todos los hombres y veamos la forma de hacer fructificar al máximo los talentos que se nos han dado totalmente gratis.

María, mujer sencilla y llena de fe, fue dócil al Señor y, de esta forma, su tesoro dio fruto abundante, el mayor fruto de la historia de la humanidad: el mismo JESUCRISTO.

Que la oración de hoy nos abra el corazón a toda la humanidad.

Acabamos con una acción de gracias y recitando pausadamente la oración dominical, la misma que nos enseñé Jesús: el Padrenuestro

18/9/2010, Sábado de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 35-37. 42-49)

Hermanos: Alguno preguntará: "¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?" ¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: "El primer hombre, Adán, fue un ser animado." El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Salmo Responsorial (Sal 55)
R. Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.

Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. R.

En Dios, cuya promesa alabo, en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo; ¿qué podrá hacerme un hombre? R.

Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8, 4-15)

En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" El les respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando".

17 septiembre 2010, sábado de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Lc 8, 4-15

Al iniciar la oración caer en la cuenta de que Dios me está esperando, ponerme en su presencia, escuchar lo que Él quiere decirme y contarle lo que yo tengo en mi corazón.

Hoy la Iglesia nos propone para nuestra meditación la parábola del sembrador y además es el mismo Jesús el que nos hace la explicación, lo que quiere decirnos por medio de esta parábola es que la semilla echa raíces en la tierra, no es la tierra la que la crea. Que no basta con esparcir la semilla de la Buena Nueva sino que es necesario también el preparar la tierra para que esa semilla dé fruto.

Con esta forma de hablar de Jesús, de explicar su mensaje por medio de parábolas se nos hace asequible. Orígenes pone un ejemplo: los adultos cuando hablan con los niños, usan el leguaje de los niños, incluso imitan sus errores de léxico, balbuciendo como ellos. Dios hace lo mismo con nosotros: nos revela sus misterios con expresiones de lenguaje humano, con parábolas y sugerencias. Son como semillas destinadas a crecer y a echar raíces profundas.

Sólo un labrador experto reconoce la planta por la semilla y sabe qué tipo de tierra necesita para que dé mucho fruto. Dios es un labrador experto, sabe qué pensamientos nos debe inspirar. Para Él, nuestro corazón es como tierra buena. Nosotros dudamos de nosotros mismos, pero Dios tiene buena opinión de nosotros.

Si nos diéramos cuenta de cuánto nos puede transformar en bien, a nosotros, al ambiente en que vivimos y a todo el mundo, dejaríamos de tener razones para ser pesimistas. Todo tipo de tierra puede hacer crecer una buena cosecha, pues el Señor nos ha dicho que con nuestra paciencia salvaremos nuestra alma.

Sí, aunque nos veamos llenos abrojos, duros y resecos como un camino, la misericordia del Señor es más poderosa que todos esos obstáculos y puede hacer brotar la buena semilla con la condición de que no nos casemos nunca de estar empezando siempre.

Al terminar la oración hacer un pequeño examen para saber qué tipo de tierra hay en mí y así poder ir quitando los obstáculos que impiden que las semillas que va sembrado el Señor de una cosecha del ciento por uno.

Pedir a la Madre que me dé las fuerzas para anunciar a todos los que el Señor pone en mi camino que por muchas piedras que haya en su campo si se encomiendan a Ella se las quitará y también ellos darán una cosecha abundante.

17/9/2010, Viernes de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 12-20)

Hermanos: Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que lo muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo. Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo, cosa que no ha hecho, si es verdad que los muertos no resucitan. Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

Salmo Responsorial (Sal 16)
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño. R.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha. R.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (8, 1-3)

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

17 septiembre 2010, viernes de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy 17 de septiembre, la Iglesia nos presenta la figura de San Roberto Belarmino, obispo defensor de la fe y que fue uno de los que apoyó a Galileo desde su posición tan problemática.

Pero nos vamos a centrar en las lecturas del día que tenemos más arriba y que hemos escuchado en la Misa o vamos a oír si preparamos con anterioridad la oración y la misa la noche anterior que es la mejor forma de prepararla.

El tema de la primera lectura es la Resurrección y como no meditamos mucho en esta verdad de fe “Creo en la resurrección de los muertos y la vida eterna”, lo vamos hacer hoy, no solo hoy, tendría que ser todos los días. ¿Acaso no nos acusaban de no tener cara de resucitados?, ¿Qué ocurriría si como a los primeros cristianos les decían : “Mirad como se aman”, a nosotros nos dijeran: “Tienen cara de resucitados, creen en la vida eterna, viven esperándola y aquí ya la gozan”.

San Pablo les pregunta a los de Corinto: “¿cómo es que algunos dicen que los muertos no resucitan?” Y les da esa respuesta tan gloriosa que nos tiene que dar ganas de llorar de alegría: Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado y nuestra predicación el vana y nuestra fe lo mismo, además somos embusteros… porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado”

“¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.”

Esta es nuestra fe, es la que consolidamos en nuestra oración de cada día y con nuestra vida y en la Eucaristía. ¿Nos damos cuenta de que recibimos a Cristo Resucitado? Es Cristo vivo dentro de mi corazón. Qué verdad tan grande para abismarse en adoración después de la comunión.

Digamos con Santa Teresita: “Yo soy un pincelito, que Jesús ha escogido para pintar su imagen-de resucitado- en las almas que me han sido confiadas. Un artista tiene muchos pinceles y desde luego necesita dos por lo menos: uno que es el más útil para dar los colores generales y cubrir completamente el lienzo en poco tiempo; el otro más pequeño para los detalles”. Tiene que poner esta mañana Jesús en la oración esos detalles que nos muestran su Resurrección: La alegría desde los primeros momentos, venciendo la pereza al levantarnos, diligencia, puntualidad, no quejarnos, estar atentos a las necesidades de los demás, poner dos oídos para escuchar y la lengua para hablar poco y si esto conviene más que callar, y aprovechar las oportunidades para ser testigos de la Resurrección.

Termino con otra anécdota de Santa teresita sobre el Caleidoscopio: “Este aparatito causaba en mi gran admiración y me preguntaba qué podía ser lo que producía un fenómeno tan encantador. Cuando un día después de un detenido examen, advierto que no se trataba más que de unos pequeños trozos de papel cortados de cualquier manera puestos sin orden alguno en el interior de un tubo. Seguí examinando y encontré tres cristales en el interior del tubo. Había dado con la clave del problema.”

Dios nos ha puesto para que seamos esos cristales pero dispuestos a no ver el fenómeno encantador que nuestra vida puede producir en otros.

Por eso María es ese espejo modelo que en todo momento vivió en ambiente de Resurrección, permaneció en la Cruz, celebrábamos estos días de atrás y fue asunta al cielo.

16/9/2010, Jueves de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 1-11)

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí. Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

Salmo responsorial (Sal 117, 1-2. 16ab-171. 28)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R.

«La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa.»
No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. R.

Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (7, 36-50)

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: -«Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora. » Jesús tomó la palabra y le dijo: -«Simón, tengo algo que decirte.» Él respondió: -«Dímelo, maestro.» Jesús le dijo: -«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debla quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?» Simón contestó: -«Supongo que aquel a quien le perdonó más.» Jesús le dijo: -«Has juzgado rectamente.» Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: -«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.» Y a ella le dijo: -«Tus pecados están perdonados.» Los demás convidados empezaron a decir entre sí: -«¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: -«Tu fe te ha salvado, vete en paz.»

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