1/3/2019. Viernes de la VII semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (6, 5-17)
Una palabra amable multiplica los amigos, y aleja a los enemigos, y la lengua afable multiplica los saludos. Sean muchos los que estén en paz contigo, pero tus confidentes, solo uno entre mil. Si haces un amigo, ponlo a prueba, y no tengas prisa en confiarte a él. Porque hay amigos de ocasión, que no resisten en día de la desgracia. Hay amigos que se convierten en enemigo y te avergüenzan descubriendo tus litigios. Hay amigos que comparten tu mesa y no resisten en el día de la desgracia. Cuando las cosas van bien, es como otro tú, e incluso habla libremente con tus familiares. Pero si eres humillado, se pone contra ti y se esconde de tu presencia. Apártate de tus enemigos y sé cauto incluso con tus amigos. Un amigo fiel es un refugio seguro, y quien lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio y su valor es incalculable. Un amigo fiel es medicina de vida, y los que ten al Señor lo encontrarán. El que teme al Señor afianza su amistad, porque, según sea él, así será su amigo.
Salmo responsorial (Sal 118, 12. 16. 18. 27. 34. 35)
R. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Bendito eres, Señor, enséñame tus decretos. R.
Tus decretos son mi delicia, no olvidaré tus palabras. R.
Ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley. R.
Instrúyeme en el camino de tus mandatos, y meditaré tus maravillas. R.
Enséñame a cumplir tu ley y a guardarla de todo corazón. R.
Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo. R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 112)
En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según su costumbre les enseñaba. Acercándose unos fariseos, le preguntaron para ponerlo a prueba: «¿Le es licito al hombre repudiar a su mujer?». Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?». Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

1 marzo 2019. Viernes de la VII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Para comenzar oración nos ponemos en la presencia del señor y pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine en este rato y sepamos escuchar lo que Dios nos quiere decir hoy.
Tras leer las lecturas de hoy, me gustaría proponer tres ideas que me han sonado con fuerza.
En primer lugar, se nos presenta en la primera lectura la figura de la amistad y de lo que no es amistad. Mientras leía esta descripción me venía a la mente recuerdos de como he ido actuando yo con otros en muchas ocasiones o como otros han actuado conmigo. Pero después me vino mi historia de fe, mi historia de amistad con Dios. En ese sentido os invito a mirar vuestra a mistad con Dios con las claves que da esta lectura. Ver el gran tesoro que tenemos, ver que nunca falla, que siempre está ahí hasta cuando nosotros mismos le fallamos a ÉL.
En segundo lugar, en el salmo aparece la idea del camino que el Señor nos prepara para que recorramos juntos. Aquí sobre todo me gustaría resaltar los tres verbos que aparecen hacia el final, estos son: Instrúyeme, enséñame y guíame. Fijémonos que son una petición directa para que nos muestre las cosas como las ve Él y dirija nuestros caminos hacia donde Él quiera. Os invito a repetirle con confianza durante el día de hoy estas tres peticiones.
En tercer lugar, el evangelio de hoy nos presenta un pasaje de Jesús con los Fariseos en el que le preguntan para ponerlo a aprueba. Yo, de este pasaje, me quedo como Jesús ejemplifica esas virtudes de la amistad que se enunciaban en la primera lectura y esos verbos de instruir, enseñar y guiar que aparecen en el Salmo. Jesús, a pesar de la mala intención de los fariseos, les explica para enseñarles. Y también con los apóstoles sus amigos Jesús vuelve a explicárselo de manera más clara y directa. Sin duda toda la vida de Jesús fue un ejemplo de cómo Él nos acompaña y nos cuida a día de hoy en nuestras vidas.
Os invito a reflexionar en estas ideas de la amistad con Dios y como nos cuida en nuestra vida. Y, por último, podemos acabar la oración con un coloquio con la Virgen, que hablemos y le contemos nuestras inquietudes y sueños.

28/2/2019. Jueves de la VII semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (5, 1-10)
No confíes en tus riquezas, ni digas: «Con esto me basta». No sigas tu instinto y tu fuerza, secundando las pasiones de tu corazón. Y no digas: «¿Quién puede dominarme?», o bien: «¿Quién logrará someterme por lo que he hecho?», porque el Señor ciertamente te castigará. No digas: «He pecado, y ¿qué me ha pasado?», porque el Señor sabe esperar. Del perdón no te sientas tan seguro, mientras acumulas pecado tras pecado. Y no digas: «Es grande su compasión, me perdonará mis muchos pecados», porque él tiene compasión y cólera, y su ira recae sobre los malvados. No tardes en convertirte al Señor, ni lo dejes de un día para otro, porque de repente la ira del Señor se enciende, y el día del castigo perecerás. No confíes en riquezas injustas, porque de nada te servirán el día de la desgracia.
Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. 
R.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. 
R.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 41-50)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”. Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros».

28 febrero 2019. Jueves de la VII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“…El que quiera venir conmigo ha de trabajar conmigo, porque si me sigue en la pena también me seguirá en la gloria”. (EE 95) Es uno de los textos que nos propone san Ignacio en llamamiento del Rey eternal.
Cuando leemos con detenimiento el texto del Evangelio que hoy nos propone la liturgia me ha venido a la memoria; “Si quieres sígueme”. Es una propuesta en libertad. Pero claro para seguir a Jesús, hay que conocerle.  Pero a Jesús se le conoce y se le sigue también descubriéndole en las personas más cercanas: en mi familia, en aquellos con los que convivimos en medio del trabajo, del estudio, del ocio…
Pero para seguirle, nos propone dos maneras bien concretas: “El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa”. Esta generosidad tan sencilla, tan de la vida corriente que se traduce en una sonrisa,  en adelantarse a abrir la puerta a una persona que llega con el peso de la compra, dejar la habitación ventilada y ordenada antes de marchar al trabajo, el levantarte de la mesa cuando vea que falta algo sin hacer ruido, sin quejarse, que son muchas si las contáramos a lo lardo del día…) pero por amor a Cristo, a quien sigo, me prepara una buena recompensa, vivir ahora con Él y seguir siempre en su compañía  cuando termine mi vida aquí en la tierra.
Pero después viene una advertencia muy severa. De tal manera que la recompensa ante una actitud perversa, como es el escándalo especialmente a los más pequeños que creen en Él, “más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar…”
Y todavía es más concreto, “Si tu mano… si tu pie, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar, manco, cojo y tuerto en el Reino de Dios que ser echado al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”. No, el Señor no anda con paños calientes ni con eufemismos.
¿Pero esto cómo lo podemos pasar del símbolo tan gráfico que Jesús nos propone a la vida real?
Al terminar el día, cuando dedicamos unos minutos al balance o “examen del amor”, a lo mejor hemos sido causa de escándalo por las “afecciones desordenadas” de nuevo nos recuerda san Ignacio que las podemos traducir; por apegos de cualquier tipo, dependencias de los medios de comunicación dejándome llevar de la curiosidad y perdiendo mucho tiempo, de juzgar severamente a cualquier persona sin conocer las verdaderas intenciones de esa persona. La aplicación personal es clara por lo que hacemos u omitimos en nuestra forma de vivir.
Y terminamos con un fragmento del Magníficat en labios de la Virgen: “Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”.

27/2/2019. Miércoles de la VII semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (4,11-19)
La sabiduría educa a sus hijos y se cuida de los que la buscan. El que ama, ama la vida, y los que madrugan por ella se llenarán de gozo. El que la adquiere heredará la gloria y dondequiera que vaya, el Señor lo bendecirá. Los que la sirven, sirven al Santo, y a los que la aman, los ama el Señor. El que la escucha juzgará a las naciones, y el que a ella se aplica vivirá seguro. Si confía en ella, la recibirá en herencia, y sus descendientes la tendrán en posesión. Porque al principio lo lleva por caminos tortuosos y lo escrutará con cuidado; le infunde miedo y temblor, lo atormenta con su disciplina, hasta que pueda confiar en él, y lo pone a prueba con sus exigencias. Pero luego vuelve a él por el camino recto, lo colma de alegría y le revela sus secretos, y lo enriquecerá de ciencia y de conocimiento recto. Si él se desvía, lo abandonará y lo dejará a merced de su propia ruina.
Salmo responsorial (Sal 118, 165.168.171.172.174.175)
R. Mucha paz tienen los que aman tu ley, Señor.
Mucha paz tienen los que aman tus leyes, y nada los hace tropezar. R.
Guardo tus preceptos y tus mandatos, y tú tienes presentes mis caminos. R.
De mis labios brota la alabanza, porque me enseñaste tus decretos. R.
Mi lengua canta tu promesa, porque todos tus preceptos son justos. R.
Ansío tu salvación, Señor; tu ley es mi delicia. R.
Que mi alma viva para alabarte, que tus mandamientos me auxilien. R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 38-40)
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros.» Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

27 febrero 2019. Miércoles de la VII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

¿Qué saco de mi oración diaria? ¿Por qué no la dejo de hacer todos los días de mi vida? ¿Qué tiene que no me desengancho? ¿Por qué procuro cuidarla y si puedo aumentarla?
Estas y otras muchas que me puedo hacer, al comenzar y/o acabarla es la mejor inversión que puedo hacer para aumentar los beneficios que se desprenden de este tesoro descubierto un día en Ejercicios desde que me encontré con el Señor que salió a mi encuentro más interesado que yo mismo en ello.
El P. Nieto recién declarado venerable muy amigo del P. Morales, muy amigos cuando el P. Morales subía a Comillas para tener los cursillos de formación de militantes que duraban ocho meses, con uno de Ejercicios y otro de Marcha Evangélica y dialogaban, aconsejaba a los que hacían Ejercicios con él “no dejéis ningún día la oración, no os vayáis a la cama sin hacerla por lo menos un rato de examen para poner solución”.
Y es que la oración es la respiración del alma, si no oras te asfixias, las cosas que tienes que hacer te ahogan; te abruman de tal manera te enredan que ni siquiera las que tienes que hacerlas haces dándote vueltas. Pones un rato de oración en medio la vorágine que te rodea y sales poniendo en su lugar cada cosa y haciéndolas por orden de importancia y es que le Señor te ordena cuando a Él te acercas y le tocas el corazón. Cuantas experiencias tenemos todos de esto.
Por eso, quién tiene experiencia de Dios y hoy se acera a la primera lectura, siente una paz: “La sabiduría – mira a Jesús, Sabiduría del Padre de los cielos-educa a sus hijos y se cuida de los que la buscan. El que la ama, ama la vida y los que madrugan - en la oración- por ella, se llenarán de gozo. El que la adquiere, hereda la gloria y donde quiera que vaya, el Señor lo bendecirá.
Aquí tenemos las respuestas a las preguntas que nos hacíamos al empezar y podemos seguir leyendo el texto, mirando a Jesús en el Sagrario si estaos en su presencia o le hemos hecho presente al comenzar con una Comunión Espiritual de la que era tan amiga Santa Teresa y empujaba a sus monjas a hacer muchas a lo largo del día para no perder esa presencia a lo largo del día. Los que la (e) sirven, sirven al Santo, y a los que la aman, LOS AMA EL SEÑOR.
Y sigue el texto, dándonos lecciones para la vida en, en los caminos tortuosos para conducirte a él; en los miedos y temblores, en las pruebas que puedan venir o esté teniendo; en las exigencias de una vida ordenada, austera, comprometida... y tantas cosas que ocurren en la vida y por las que tenemos que pasar, para luego volver al camino recto, a sentir el gozo de la alegría plena, del conocimiento y ciencia para la vida y la Vida.
Pero atención: “Si él se desvía, lo abandonará y lo dejará a merced de su propia ruina”. ¡Qué peligro este del que se abandona a su propia vida, a sus criterios, que no se fía del guía, del director espiritual, de las inspiraciones que Jesús pone en su corazón, cuando pone por delante su “ego” su manera de ver, su protagonismo y no busca el de los demás que lo están ansiando descubrir en una acción apostólica eficaz!
Acudamos a María, Trono de la Sabiduría como la invocamos en las letanías, porque la llevó en sus entrañas y le dio su corazón. Que intercede con su súplica omnipotente porque como sabemos, “Nunca falla”.

26/2/2019. Martes de la VII semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Eclesiástico (2, 1-13)
Hijo, si te acerques a servir al Señor, permanece firme en la justicia y en el temor y prepárate para la prueba. Endereza tu corazón, mantente firme y no te angusties en tiempo de adversidad. Pégate a él y no te separes para que al final seas enaltecido. Todo lo que te sobrevenga, acéptalo y sé paciente en la adversidad y en la humillación. Porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la humillación. Confía en Dios y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él. Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia y no os desviéis, no sea que caigáis. Los que teméis al Señor, confiad en él, y no sé retrasará vuestra recompensa. Los que teméis al Señor, esperad bienes, gozo eterno y misericordia. Los que teméis al Señor, amadlo, y vuestros corazones se llenarán de luz. Fijaos en las generaciones antiguas y ved: ¿Quien confió en el Señor y quedó defraudado?, o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?, o ¿quién lo invocó y fue desatendido? Porque el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia, protege a aquellos que lo buscan sinceramente.
Salmo responsorial (Sal 36, 3-4. 18-19. 27-28. 39-40)
R. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.
Confía en el Señor y haz el bien: habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. 
R.
El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán. 
R.
Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados, la estirpe de los malvados se extinguirá. 
R.
El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 30-37)
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

26 febrero 2019. Martes de la VII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Cuando vayas a orar pide gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones, se ordenen puramente a su servicio y alabanza, más aún cuando llega la prueba.
Movidos por el Espíritu Santo, mirando y siendo mirados por el Señor Jesús, digámosle: ¡enséñame a caminar tras de Ti, cargando con la cruz!
Jesús nos invita a acompañarle en la subida última a Jerusalén y a estar presente en su pasión, muerte y resurrección: anuncia su destino final. Esto no lo podemos perder de vista nunca.
Los discípulos reaccionan desde el miedo, el temor…quizás también nosotros.
Se anuncia claramente el padecimiento de Hijo del hombre; pertenece esencialmente al Reino, es voluntad del Padre.
El seguidor de Jesús necesita acoger este aspecto en su vida. Jesús nos llama a ello, nos enseña a asumirlo. Hemos de confiar totalmente en Él. 
Nuestras maneras de entender el Reino frecuentemente tienen poco que ver con lo que Dios hace.
Pero Jesús insiste a los discípulos: Seguidme. Tomada la cruz, salir de vuestro propio amor, querer e interés y caminad tras de mí.
Seguir y confesar a un Cristo sin cruz significa que no somos discípulos de Jesús.
En nuestra oración es importante dejarse enseñar por Él, especialmente en las situaciones duras y difíciles, inesperadas que no nos traen éxitos, alabanzas, sino contradicción y fracaso.
Jesús los va y nos va introduciendo en el misterio de Dios, del Dios de las sorpresas. Un camino de servicio, de infancia espiritual, no de poder y vanagloria.
Nosotros, asiduos al encuentro con Él en la oración, ¿seguimos teniendo capacidad de sorpresa? ¿de admiración?  ¿de confianza?
Que Nuestra Señora nos haga capaces de recibir y admirar siempre ese misterio de dolor y gozo que es su Hijo, nuestro, mi Salvador.

25/2/2019. Lunes de la VII semana del Tiempo Ordinario

Comienzo del libro del Eclesiástico (1, 1-10)
Toda sabiduría viene del Señor y está con él eternamente. La arena de los mares, las gotas de la lluvia y los días del mundo, ¿quién los contará? La altura de los cielos, la anchura de la tierra y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará? ¿Quién ha escrutado la sabiduría de Dios, que es anterior a todo? Antes que todo fue creada la sabiduría, y la inteligencia prudente desde la eternidad. La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas y sus canales son mandamientos eternos. La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada? y sus recursos, ¿quién la conoció? La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelad? y su mucha experiencia, ¿quién la conocía? Uno solo es sabio, temible en extremo: el que está sentado en su trono. El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió y la derramó sobre todas sus obras. Se la concedió a todos los vivientes y se la regaló a quienes lo aman.
Salmo responsorial (Sal 92, lab. Ic-2. 5)
R. El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad; el Señor, vestido y ceñido de poder. R.
Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. R.
Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9, 14-29)
En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: «¿De qué discutís?». Uno de la gente le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen, no han sido capaces». Él, tomando la palabra, les dice: «¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?». Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos». Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe». Entonces el padre del muchacho gritó: «Creo, pero ayuda a mi falta de fe». Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él». Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?». Él les respondió: «Esta especie solo puede salir con oración».

25 febrero 2019. Lunes de la VII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El Evangelio de hoy nos habla sobre nuestra fe en Cristo, las posibles actitudes ante esta falta de fe y cómo poder recobrarla.
En este texto se pueden destacar varias ideas:
- Los discípulos, aquellos que conocen a Jesús y que han expulsado demonios antes, no han sido capaces de expulsar el demonio del niño.
Nosotros los cristianos, que hemos experimentado la vivencia de Cristo en nosotros, podemos dejar de ser testigos de Jesús para ser únicamente nuestros propios testigos. Deja que sea Jesús quien llegue a los corazones de aquellos que te rodean, no busques solo tus buenas acciones.
- La falta de fe de los discípulos hace que la gente empiece a dudar también de su Maestro. “Si algo puedes ten compasión de nosotros y ayúdanos”.
Nuestra falta de fe puede afectar la fe en los demás. “La fe es un regalo de Dios a quienes lo aman” (1ª lectura) Ama y confía en Jesús, y esa confianza y amor llegará también a quienes te rodean.
- El pasaje del Evangelio de hoy nos presenta dos posturas ante nuestra falta de fe:
o Una actitud de confianza única en nosotros mismos. “¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?”
o Una actitud humilde, que reconoce la falta de fe y pide ayuda a Jesús. “Creo, pero ayuda mi falta de fe”
Jesús quiere hacer obras grandes en nosotros, pero solo es posible desde la fe. La fe en Jesús nos lleva a actuar en su nombre, no en el nuestro; nos lleva a reconocer que estamos necesitados de Jesús y que, aun siendo nuestra fe pequeña, Él puede obrar el milagro en nosotros. 
- Jesús no solo les está contando como se puede expulsar a una especie de demonio, sino el remedio para su falta de fe: La oración.
Jesús nos muestra el camino de la fe: la oración. La oración por si sola es un acto de fe, que nos conduce a amar más a Jesús y a nuestro prójimo. La oración es el cimiento de la comunión de los santos, desde la que es posible la intercesión de unos por los otros. Pide por aquellos que Dios ha puesto y pone en tu vida, serás testigo del poder de la oración en tu vida.

24/2/2019. Domingo VII del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura del primer libro de Samuel (26, 2. 7-9. 12-13. 22-23)
En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia al desierto de Zif, llevando tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David allí. David y Abisay llegaron de noche junto a la tropa. Saúl dormía, acostado en el cercado, con la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa dormían en torno a él. Entonces Abisay dijo a David: «Dios pone al enemigo en tu mano. Déjame que lo clave de un golpe con la lanza en la tierra. No tendré que repetir». David respondió: «No acabes con él, pues ¿quién ha extendido su mano contra el ungido del Señor y ha quedado impune?» David cogió la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, ni se despertó. Todos dormían, porque el Señor había hecho caer sobre ellos un sueño profundo. David cruzó al otro lado y se puso en pie sobre la cima de la montaña, lejos, manteniendo una gran distancia entre ellos, y gritó: «Aquí está la lanza del rey. Venga por ella uno de sus servidores. Y que el Señor pague a cada uno según su justicia y su fidelidad. Él te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender mi mano contra el ungido del Señor».
Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. 
R.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. 
R.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. 
R.
Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 45-49)
Hermanos: El primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante. Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual. El primer hombre, que provienen de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 27-38)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué merito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué merito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

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