A través de las lecturas de la Misa de este
domingo preparamos nuestra oración. Vamos a centrar nuestra reflexión en las
personas a las que el Señor llama a tener una relación muy estrecha con él,
y digan lo que yo te mande. Quizás conocemos a jóvenes que están
preguntándose si Jesús los está llamando. O bien, han sentido la llamada, pero
no saben bien hacia qué lugar. O, tal vez, sienten aún grandes resistencias
para seguir algo que ya han visto con claridad.
La vocación a través de una llamada no
es invención humana, pues, antes de formarte en el vientre, te
elegí. Se puede decir que lo único invariable es quién llama o elige y
quién debe dar una respuesta. La concreción (tipo de vocación) queda en segundo
lugar. En el fondo, como indica la primera lectura, se trata de llevar, eso
que él manda. Y además contando con todas las resistencias (internas y
externas) que van a surgir. Es preciso no tenerles miedo, aunque
luchen contra nosotros, pues, yo estoy contigo para librarte. Permanecer
pues en fidelidad, viviendo la vocación que se nos pide, es experimentar al
Señor como roca oalcázar. Es promover la justicia
y la salvación que vienen de él.
En la segunda lectura se nos aclara el bien superior al que el
elegido está llamado a vivir y promover. Mi vocación es el amor, nos
dejó como testimonio Santa Teresita. Mejor que hablar las lenguas de
los hombres y de los ángeles, o que tener el don de profecía,
incluso que tener fe como para mover montañas, o fuese capaz de repartir
todos mis bienes entre los necesitados; o también pudiese entregar
mi cuerpo a las llamas… Mucho mejor que todo esto ES EL AMOR. Aquel
que goza con la verdad de las cosas y personas. Que es delicado y respetuoso.
Sin duda, que este núcleo esencial de toda llamada, despeja cantidad de
malentendidos y nos evita mil excusas para no comprometernos.
¡Qué bien se reflejan estas ideas en el evangelio de hoy! Jesús se encuentra en
su pueblo y con su autoridad y conocimiento de la escritura les
sorprende, ¿no es este el hijo de José? Con valentía les
expone que, al no hacer allí milagros, puede ser rechazado. Y pone el ejemplo
de la viuda de Sarepta y Naamán el sirio a los que, no siendo del pueblo
elegido, les alcanza la salvación de Dios. Entonces experimenta el rechazo y la
burla, al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y,
levantándose, lo echaron fuera del pueblo.
Podemos meditar estas cosas, teniendo a nuestra Madre y Señora presente. Ella
fue llamada a ser esposa de José, madre virginal de Jesús y madre de la Iglesia.
Ella comprendió muy bien que el Amor sería la mejor disposición para llevar a
cabo y, momento a momento, los grandes retos que el Señor le ponía por delante.
Vamos a pedirle que alcance luz, gracia y fuerza, para todos los que están
siendo llamados a tareas especiales en la Iglesia. Para que respondan con
generosidad, confianza y apoyados sólo en Él.