Equipo de la Oración del Militante
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Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (17, 1. 9-10. 15-22)
Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le
dijo:
«Yo soy el Dios todopoderoso, camina en mi presencia y sé perfecto».
El Señor añadió a Abrahán:
«Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas
generaciones. Esta es la alianza que habréis de guardar, una alianza entre yo y
vosotros y tus descendientes: sea circuncidado todo varón entre vosotros».
El Señor dijo a Abrahán:
«Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te
dará un hijo, a quien también bendeciré. De ella nacerán pueblos y reyes de
naciones».
Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonrió, pensando en su interior:
«¿Un centenario va a tener un hijo y Sara va a dar a luz a los
noventa?».
Y Abrahán dijo a Dios:
«Ojalá pueda vivir Ismael en tu presencia».
Dios replicó:
«No, es Sara quien te va a dar un hijo, lo llamarás Isaac; con él
estableceré mi alianza y con sus descendientes, una alianza perpetua. En cuanto
a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré crecer
sobremanera, engendrará doce príncipes y lo convertiré en una gran nación. Pero
mi alianza la concertaré con Isaac, el hijo que te dará Sara, el año que viene
por estas fechas».
Cuando el Señor terminó de hablar con Abrahán, se retiró.
Palabra del Señor
Salmo responsorial
Sal 127, 1-2. 3. 4-5
R. Esta es la bendición del hombre que
teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 1-4)
Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:
«Señor, si quieres, puedes limpiarme».
Extendió la mano y lo tocó, diciendo:
«Quiero, queda limpio».
Y en seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo:
«No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la
ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Palabra del Señor.
Llegamos al final de curso y nos despedimos hasta septiembre con el
propósito firme de reservar un tiempo para la oración durante estos días de
descanso (incluso más largo). El Señor le dijo a Abrahán y nos dice ahora a
nosotros que guardemos su alianza. No es momento de cerrar nuestra relación con
Dios como cerramos los libros de texto, las carpetasde apuntes o los infor
Contamos con mucha ayuda para
Vamos a pedir al Señor que hag
Escuchemos cómo nos dice: ¡
Que Santa María nos ayude a pe
Feliz verano.
Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 1-11)
En aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de
la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de
Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Eran los
días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a
la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de
presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en
la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro
durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia
a la puerta de la cárcel.
De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda.
Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:
«Date prisa, levántate».
Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió:
«Ponte el cinturón y las sandalias».
Así lo hizo, y el ángel le dijo:
«Envuélvete en el manto y sígueme».
Salió y lo seguía sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el
ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de atravesar la
primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la
ciudad, que se abrió solo. ante ellos. Salieron, y anduvieron una calle y de
pronto se marchó el ángel.
Pedro volvió en sí y dijo:
«Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de
las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».
Palabra de Dios
Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 4-5.
6-7. 8-9
R. El Señor me libró de todas mis
ansias.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4, 6-8. 17-18)
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida
es inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la
fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor,
juez justo, me dará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que
hayan aguardado con amor su manifestación.
Mas el Señor me estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de
mi, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui
librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mal y me salvará llevándome a su reino
celestial.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (16, 13-19)
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús
preguntó a sus discípulos:
- «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
- «Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de
los profetas.»
Él les preguntó:
- «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
- «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
- «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado
nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del
infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra
quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el
cielo».
Palabra del Señor.
Jesús le cambió el nombre a Simón por Pedro, dándole una nueva tarea, y vio la capacidad en él para ser la roca, los cimientos sólidos sobre los cuales construir la frágil fe de las primeras comunidades. Le fueron dadas las llaves de la casa con la autoridad y responsabilidad de la toma de decisiones. Dios puede trabajar a través de gente frágil para traernos el Reino. Si Pedro va a ser una roca, es porque él ha encontrado la roca que es Jesús. Todos necesitamos fundaciones fuertes y firmes para nuestra fe y para nuestras vidas. Necesitamos peldaños firmes que nos dirijan a través de la vida. Jesús es el camino y los peldaños. Con Él no necesitamos temer para el futuro ni perder la confianza en el presente. Ser capaz de decir que Jesús es el Dios vivo, es una gracia que debe ser atesorada. Jesús me hace esta pregunta hoy: “¿Quién dices tú que soy yo?”. Esta pregunta me fuerza a considerar lo que yo realmente creo. ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué creo sobre Él? ¿Por qué soy cristiano?
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11, 18.21b-30)
Hermanos:
Puesto que muchos se glorían de títulos humanos, también yo voy a
gloriarme.
A lo que alguien se atreva - lo digo disparatando -, también me atrevo
yo.
¿Que son hebreos? También yo. ¿Que son israelitas? También yo. ¿Que son
descendientes de Abrahán? También yo. ¿Que son siervos de Cristo? Voy a decir
un disparate: mucho más yo.
Más en fatigas, más en cárceles, muchísimo más en palizas y,
frecuentemente, en peligros de muerte. De los judíos he recibido cinco veces
los cuarenta azotes menos uno; tres he sido azotado con varas, una vez he sido
lapidado, tres veces he naufragado y pasé una noche y un día en alta mar.
Cuántos viajes a pie, con peligros de ríos, con peligros de bandoleros,
peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad,
peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos,
trabajo y agobio, sin dormir muchas veces, con hambre y sed, a menudo sin
comer, con frío y sin ropa.
Y aparte todo lo demás, la carga de cada día: la preocupación por todas
las Iglesias.
¿Quién enferma sin que yo enferme? ¿Quién tropieza sin que yo me encienda?
Si hay que gloriarse, me gloriaré de lo que muestra mi debilidad.
Palabra del Señor
Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 4-5.
6-7
R. El Señor libra a
los justos de sus angustias.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (6, 19-23)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la
carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos
tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los roen, ni
ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro, allí está tu
corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero
tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si,
pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».
Palabra del Señor.
Las lecturas de hoy nos presentan una curiosa conexión entre pobreza
de espíritu (en esta vida) y riqueza en el Reino (en
la eterna). Para dar fuerza a esta idea, se nos presenta el modelo de vida de
S. Pablo, y luego las palabras de Jesús, que corroboran la propuesta; mejor
que atesorar en la tierra, es hacerlo para el cielo. Porque el corazón
anida en aquello a lo que da más importancia.
Quizá pueda ayudarnos repasar, en la presencia del Señor, qué pobrezas
vivo o estaría dispuesto a vivir por amor al Reino, de qué manera YA me están
enriqueciendo o dando vida a otros, qué dificultades encuentro para ello. Esto
sería para afianzar lo que nos dice Jesús de atesorar de cara al Cielo.
Será preciso mirar y dejar que se impregnen en nuestro interior las
actitudes del Maestro, y contar con su gracia a cada momento. Y siendo
honestos, tenemos que reconocer que desear vivir desde la pobreza de espíritu
se nos hace insuperable cuando las debilidades, las atracciones de la
mundanidad y el desaliento son capaces de entrar en nuestras vidas.
Que santa María interceda por nosotros ante su Hijo, para que nos alcance del Padre la gracia de convertir nuestras pobrezas, debilidades y miserias, en nuestra mayor fortaleza. Siempre puesto nuestro corazón en el tesoro del Cielo.
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9, 6-11)
Hermanos:
El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra
abundantemente, abundantemente cosechará.
Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues
Dios ama “al que da con alegría”.
Y Dios tiene poder para colmaros de toda clase de dones, de modo que,
teniendo lo suficiente siempre y en todo, os sobre para toda clase de obras buenas.
Como está escrito:
«Repartió abundantemente a los pobres, su justicia permanece
eternamente».
El que proporciona “semilla al que siembra y pan para comer”
proporcionará y multiplicará vuestra semilla y aumentará los frutos de vuestra
justicia.
Siempre seréis ricos para toda largueza, la cual, por medio de nosotros,
suscitará acción de gracias a Dios.
Palabra del Señor
Salmo responsorial
Sal 111, 1-2. 3-4. 9
R. Dichoso quien teme al Señor.
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad. R.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (6, 1-6. 16-18)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser
vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre
celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante
ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser
honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo
que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de
pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los
hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a
tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo
recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que
desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os
digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para
que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido;
y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Palabra del Señor.
1. Dios ama “al que da con alegría” (2 Cor 9).
Madre Teresa decía que sólo nos llevaremos a la otra vida lo que dejemos
y sembremos aquí. Y san Pablo no lo puede decir mejor: Dios ama al que ama,
¡bueno!, también al que no ama, para que ame; ya que si no ama, no se enterará
nunca de nada. Un corazón egoísta nunca saldrá del infierno del aburrimiento.
Sólo el que ama descubre el cielo de la donación, del darse con alegría. Y Dios
es puro don, donación gozosa y permanente. Y si hemos recibido TANTO TANTO y
GRATIS, demos todo todo ¡gratis!
2. Dichoso quien teme al Señor. Dichoso quien teme al Señor y ama de
corazón sus mandatos (Salmo 111).
El temor de Dios, principio de la sabiduría y del amor. El santo temor
de Dios. ¡Qué delicadeza en el amor cuando nos preocupa no estar a la altura
del amor recibido, cuando tememos no amar lo suficiente… El remedio está claro:
la medida del amor es AMAR SIN MEDIDA, cumplir sus leyes, aceptar totalmente
sus mandatos.
3. Velad y orad para no caer en la tentación” (Mt 26).
¡Cómo no conmoverse con este cuadro evangélico en el que el mismo Jesús nos pide que le acompañemos! Él tiene miedo y no lo oculta, y solicita ayuda para enfrentar la tormenta interior. Metámonos en la escena como si presente nos hallásemos, en el Huerto de Getsemaní: soledad, silencio, noche, sinsentido, dolor, se avecina la Pasión y Jesús teme, siente la traición, la desbandada, el desamor… Y es entonces, en la noche, cuando acude a la oración, cuando clama al Padre, y aparece la estrella del consuelo, de la paz, del sentido de su cruz y de su sufrimiento… ¡Gracias, Jesús, porque por tu cruz nos has ganado la luz, el Cielo!
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8, 1-9)
Os informamos, hermanos, de la gracia que Dios ha concedido a las
Iglesias de Macedonia: en las pruebas y tribulaciones ha crecido su alegría, y
su pobreza extrema se ha desbordado en tesoros de generosidad.
Puesto que, según sus posibilidades, os lo aseguro, e incluso por encima
de sus posibilidades, con toda espontaneidad nos pedían insistentemente la
gracia de poder participar en la colecta a favor de los santos.
Y, superando nuestras expectativas, se entregaron a sí mismos, primero
al Señor y la demás a nosotros, conforme a la voluntad de Dios.
En vista de eso, le pedimos a Tito que concluyera esta obra de caridad
entre vosotros, ya que había sido él quien la había comenzado.
Y lo mismo que sobresalís en todo - en fe, en la palabra, en
conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado - sobresalid
también en esta obra de caridad.
No os lo digo como un mandato, sino que deseo comprobar, mediante el
interés por los demás, la sinceridad de vuestro amor.
Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo
rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Palabra del Señor
Salmo responsorial
Sal 145, 2. 5-6. 7.
8-9ª
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él. R.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 43-48)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu
enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os
persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su
sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo
mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué
hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto,
sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor.
En hebreo, “Amén” designa la solidez del granito. ¡Bella y significativa
relación! Jesucristo es el Amén de Dios, la prueba de que sus promesas son tan
inquebrantables como una roca. En esta solidez de Cristo podemos nosotros
apoyarnos para decir sí a Dios.
Todo el que por el bautismo se ha convertido en otro Cristo es, a su
vez, un apoyo para los otros. Que nuestro "sí" sea para la
gloria de Dios. Que nos transforme en luz y sal de la tierra.
Se trata de llegar a ser un tipo de persona de la más alta exigencia y
perfección: amar a los enemigos, rezar por los que nos persiguen. Dar y darse
del todo sin reservas. Sin medida. ¡Más, más y más!
Que no se vuelva sosa la sal, que no se apague la luz. Señor, que demos
sal y luz al mundo.
En tu invitación hay una advertencia: la vocación puede debilitarse,
perder su vigor después de un tiempo de generosidad. Entonces nos volvemos
sosos, inútiles.
Madre nuestra de la Visitación, que no perdamos el sabor de Dios.
Vosotros sois la Luz del Mundo. Sin ella. no hay color, ni belleza, ni
vida. Los militantes tenemos que ser luces en la noche.
Lo seremos en la medida en que seamos transparentes y penetrados de la
luz de Cristo.
¿Qué oración me sugiere esto? El discípulo, el militante, es un hombre
que irradia luz. ¡Sé mi luz, enciende mi noche!
Lo que el mundo y tus compañeros esperan son actos: la luz de la que
habla Jesús es una vida. Él en ti. Tú en el mundo, pero sin ser del
mundo.
Madre nuestra de la Visitación, que no perdamos la luz de Dios.
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (6, 1-10)
Hermanos:
Como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia
de Dios. Pues dice:
«En tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé».
Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la
salvación.
Nunca damos a nadie motivo de escándalo, para no poner en ridículo
nuestro ministerio; antes bien, nos acreditamos en todo como ministros de Dios
con mucha paciencia en tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles,
motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza,
ciencia, paciencia y amabilidad; con el Espíritu Santo y con amor sincero; con
palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a
derecha e izquierda; a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como
impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra,
moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos pero
siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados,
pero poseyéndolo todo.
Palabra del Señor
Salmo responsorial
Sal 97, 1. 2-3ab.
3cd-4
R. El Señor da a conocer su victoria.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 38-42)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero os
digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en
la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para
quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una
milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo
rehúyas».
Palabra del Señor.
Te propongo leer despacio parte del texto de san Pablo a los Corintios
al inicio del capítulo 6. “Hermanos: como cooperadores suyos, os
exhortamos a no echar en saco roto a gracia de Dios. Pues dice:
- En tiempo favorable te
escuché,
- En el día de la
salvación te ayudé. Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día
de la salvación…”
Seguimos con el texto de san Pablo: “Nos acreditamos como ministros de
Dios con mucha paciencia, en tribulaciones… cárceles, noches sin dormir y días sin
comer. Procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad…”.
Esta es la actitud que nos propone Pablo para vivir como bautizados
coherentes. La prueba nunca nos va a faltar si queremos ser testigos del Señor,
porque ahora, en este día, es el tiempo favorable, es el día de la salvación.
Es el momento de vivir de fe y confiados en el amor de Dios Padre. Como Padre,
no nos puede abandonar en situaciones personales y sociales en que nos invade
la desesperanza.
En el Evangelio de san Mateo nos lo recuerda de nuevo. No apliquemos la
ley de “ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os
digo: no hagáis frente al que os agravia… a quien te pide, dale, y al que te
pida prestado no le rechaces…” ¿Estamos dispuestos a dar
parte de nuestro tiempo a las personas que más lo necesitan y, a veces, son las
más cercanas?
También nos suenan estas palabras del Señor: “Perdonad a
vuestros enemigos… haced el bien a los os persiguen y calumnian”.
Pues para no desfallecer ante la prueba y vivir confiando en la
misericordia del corazón de Cristo, os recuerdo un texto de Abelardo en su
librito dedicado al Corazón de Jesús (pág. 45) en este mes de junio.
“Estamos detenidos en nuestro caminar hacia Dios por la falta de
confianza… Esta confianza arranca toda de nuestra fe en Jesucristo… Es preciso
tocar a Jesús con fe y confianza, como la hemorroísa. La gracia viene según la
confianza que tengamos en Jesús. Llenémonos de confianza”.
Pidamos a María, estrella en la noche y luz de la mañana, que vivamos siempre iluminados por este versículo del Salmo 119, que hoy nos recuerda la liturgia: “Lámpara es tu PALABRA para mis pasos, luz en mi camino”.
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (61, 9-11)
La estirpe de mi pueblo será celebre entre las naciones, y sus vástagos
entre los pueblos.
Los que lo vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha
puesto un traje de salvación, y me ha envuelto con un manto de justicia, como
novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra del Señor
Salmo responsorial
Sal 1 Sam 2, 1. 4-5.
6-7. 8abcd
R. Mi corazón se regocija en el Señor,
mi Salvador.
Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (2, 41-51)
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de
Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre
y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin
que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un
día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no
encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en
medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le
oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos
angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de
mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Palabra del Señor.
La madre de Jesús “guardaba todas estas cosas en su corazón”. Ese
corazón inmaculado quiere ser nuestro refugio y estímulo para nuestra vida
cristiana. Late al unísono con el de su hijo Jesucristo, fuente de vida y
santidad. Guardemos nosotros también las cosas de Jesús en nuestro corazón, sus
palabras, sus sentimientos y actitudes, sus promesas. Jesús nació antes de los
siglos del corazón del Padre, fuente y origen de todo. Así, el corazón es el
núcleo de la persona, su intimidad y vida. Dios nos ha hecho con corazón, como
Él.
“Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios”. Nuestra oración
es oración desde el corazón; las ideas solo son buenas cuando pasan por el
corazón, y ahí está el trabajo de la oración: “reflectir sobre uno mismo para
sacar algún provecho”, dirá san Ignacio de Loyola.
Madre, como en Fátima, enséñanos a orar con sencillez, con la vida, con el corazón.
Te damos gracias por tu Encarnación; eres el Hijo Eterno de Dios, pero no te importó rebajarte y hacerte hombre. Te damos gracias por tu Muerte y Resurrección; obedeciste la voluntad del Padre hasta el final y por eso eres Señor de todos y de todas las cosas. Te damos gracias porque en la Eucaristía te has quedado entre nosotros; tu Presencia, tu Sacrificio, tu Banquete nos invitan siempre a unirnos a Ti. Nos llamas a trabajar contigo Queremos ir adonde Tú nos envíes a anunciar tu Nombre, a curar en tu Nombre, a acompañar a nuestros hermanos hasta Ti.(De la Carta Pastoral del Emmo. y Rvdmo Sr. D. Antonio Mª Rouco Varela, Cardenal-Arzobispo de Madrid dirigida a los jóvenes con ocasión de la Cuaresma)