31/1/2013, Jueves de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (10, 19-25)

Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura. Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa; fijémonos los unos en los otros, para estimularnos a la caridad y a las buenas obras. No desertéis de las asambleas, como algunos tienen por costumbre, sino animaos tanto más cuanto más cercano veis el Día.

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Este es la generación que busca tu rostro, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 21-25)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: -«¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Les dijo también: -«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.

30/1/2013, Miércoles de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (10, 11 – 18)

Hermanos: Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo. En efecto, después de decir: Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente; añade: ´Y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus crímenes. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.

Salmo responsorial (Sal 109, 1. 2. 3. 4)
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies. R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.

Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora. R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 1-20)

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: -«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.» Y añadió: -«El que tenga oídos para oír, que oiga.» Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: -«A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."» Y añadió: -«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

30 enero 2013. Miércoles de la tercera semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

En la primera lectura se dice: Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente, algo que tanto desearíamos. Porque luego la realidad de todos los días es que nuestros deseos y proyectos están un poco lejos de los de Dios. Lo dice claramente la parábola del evangelio, los hombres responden de muy diverso modo a la palabra de Dios. Hoy el campo del mundo no es precisamente un jardín de tierra buena donde es fácil crecer. Más bien es tierra árida donde es todo un triunfo enraizarse y llegar a florecer.

Pidamos al Señor que grabe a fuego su ley en nuestros corazones de modo que los engaños del mundo no nos desvíen de la verdadera felicidad.

29/1/2013, Martes de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (10, 1-10)

Hermanos: La Ley, que presenta sólo una sombra de los bienes definitivos y no la imagen auténtica de la realidad, siempre, con los mismos sacrificios, año tras año, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan a ofrecerlos. Si no fuera así, habrían dejado de ofrecerse, porque los ministros del culto, purificados una vez, no tendrían ya ningún pecado sobre su conciencia. Pero en estos mismos sacrificios se recuerdan los pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite las pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: “Tú no quiere sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no acepta: holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad." Primero dice: No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias, que se ofrecen según la ley. Después añade: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad. Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación de cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Salmo responsorial (Sal 39, 2 y 4ab. 7-8a. 10. 11)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Yo esperaba con ansia al Señor; Él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: Aquí estoy. R.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.

No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 31-35)

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo:- “Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.” Les contestó: -“¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” Y, paseando la mirada por el corro, dijo: - “Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.”

29 enero 2013. Martes de la tercera semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Comenzamos como siempre poniéndonos en la presencia de Dios. Esa es la mejor composición de lugar para la oración de cada día.

La ofrenda de la voluntad

Si nos preguntaran qué ofreció Cristo en su sacrificio del calvario, lo más probable es que digamos: su sangre o su vida, y esto es cierto; pero puede hacernos olvidar la dimensión interior de su oblación. El sacrificio del Señor es ante todo el sacrificio interior de su voluntad. Nosotros hemos sido salvados por un acto colosal de obediencia amorosa.

En realidad, la grandeza de la obediencia y del sacrificio de la voluntad era ya conocida en el Antiguo Testamento: "¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, mejor que la grasa de carneros (1 Sam 15, 22).

Cristo nos invita hoy a que también nosotros hagamos nuestra propia oblación, que puede consistir en cosas aparentemente insignificantes y que nos preparan para oblaciones de mayor calado

La familia de Cristo

La familia de Cristo no viene de los nacidos de la carne y la sangre. Viene de otra realidad, que enlaza bellamente el texto del evangelio con la primera lectura, pues dice el Señor: "El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mc 3,35). Así como por la obediencia a la voluntad del Padre Cristo es Cristo, por esa obediencia nosotros somos cristianos.

No dejemos de notar un hecho muy bello, cuando Jesús dice que su "madre" será quien haga la voluntad de Dios no estaba descartando ni dando la espalda a María, que precisamente definió su vida con una consigna nunca quebrantada: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (Lc 1,38). De modo que el evangelio de hoy, lejos de disminuir la figura de la Madre del Señor, la presenta en su hermosa y formidable proporción.

Por eso acabamos nuestro rato de oración mirando de cerca a la Virgen María, como modelo de oblación y de escucha de la voluntad de Dios.

28/1/2013, Lunes de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (9, 15. 24-28)

Hermanos: Cristo es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. Pues Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres - imagen del auténtico,- sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a si mismo muchas veces - como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo -. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 22-30)

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: -«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.» Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: -« ¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra si mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre. » Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

27/1/2013, Domingo de la tercera semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)


Lectura del libro de Nehemías (8, 2-4a. 5-6. 8-10)

En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en un puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: - «Amén, amén.» Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: - «Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis. » Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron: - «Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.»
Salmo responsorial (Sal 18, 8. 9. 10. 15)
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 12-30)

Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo»,¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso. Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan. Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían. Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿0 todos son profetas? ¿0 todos maestros? ¿0 hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 1-4; 4, 14-21)
Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: - «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

27 enero 2013. Domingo de la tercera semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración


Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Así como la Palabra, el Verbo, se encarnó y pudo exclamar “He venido, Padre, a hacer tu voluntad”, así cada palabra que Dios nos envía ha de encarnarse en nosotros, ha de tomar cuerpo, ha de hacerse vida para el bien de nuestros hermanos. Y es una palabra dirigida a cada uno, pero una palabra que es espíritu y vida, que es luz y fuerza, que es demanda e impulso.

Hemos de llegar a sentir esa palabra como el profeta Jeremías, que exclamaba: “Había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude” (Jer 20,9).

Si guardamos su palabra en nuestro interior, queda estéril. Ha de subir a nuestros labios, ha de hacer vibrar nuestro corazón, ha de hacerse vida en nuestras manos.

Jesús, Camino, Verdad y Vida, ha de ser el cauce por el que la palabra del Padre llegue hasta nosotros. Y el Espíritu Santo la Luz, Fuerza y Amor que posibilite la encarnación de aquella palabra en nuestras vidas para la redención del mundo.

¿No es esto lo que con más belleza y con más hondo sentido expone el poeta?
NACE, idea, en la cúpula, colmena fecundísima
de Dios Uno y Eterno.
Baja a tu corazón, invisible latido;
y a tu cabeza sube, fulgurante destello.
Dos alas musicales le presta tu garganta,
y en tus labios estalla, fecha viva en el viento.
Vibración en mis tímpanos,
cala en mi corazón donde ya es brasa de oro,
y es verdad y exigencia en mi cerebro.
Pero yo lo traiciono y lo secuestro
si en exclusiva estéril
me lo guardo en mi pecho.
Subir debe a mi boca y a mis labios
fiel amplificador de sus urgentes ecos.
Debe bajar hasta mis fuertes manos
y ser entre mis palmas testimonios con hechos.
Tu palabra, Jesús, infinito camino
del Padre a Ti y a mí, perderá el derrotero,
si no es grito valiente entre mis labios,
si no es pan repartido entre mis dedos.

26/1/2013, Sábado de la segunda semana de T.O. Santos Timoteo y Tito

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1, 1-8)

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

Salmo responsorial (Sal 95, 1-2ª. 2b-3, 7-8a.10)
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 20-21)

En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

26 enero 2013. Sábado de la 2ª semana de T.O. Santos Timoteo y Tito – Puntos de oración

Al iniciar la oración es conveniente comenzar con una cierta preparación externa que nos llevará a la actitud interna del conocimiento del Señor, siendo consciente de qué es lo que voy hacer y ante quién lo voy a hacer poniendo en práctica las 5 adiciones ignacianas.

El evangelio de hoy, en su brevedad, nos narra con gran crudeza lo difícil que es la misión de Jesús. Ni las multitudes que acudían a oírle, ni sus discípulos ni tan siquiera sus propios parientes entendieron quién era él. Hoy son sus parientes quienes vienen a hacerse cargo de él y llevárselo, “porque decían que no estaba en sus cabales”.

Debió de ser duro para Jesús vivir en la más absoluta soledad e incomprensión, hasta ser un loco incluso para los suyos. “Ni siquiera sus familiares creían en él” (Jn 7,5). A este juicio despectivo se sumará el de los letrados que dirán que está endemoniado. El pasaje evangélico de hoy remite a aquel otro en el que dirá Jesús que el verdadero vínculo familiar con él será el cumplimiento de la voluntad del Padre.

            Sin duda alguna que no “estaba en sus cabales”, según los criterios del mundo, quien en el discurso del monte proclama la paradoja de las bienaventuranzas, llamando felices a los pobres y perseguidos por amor al Reino de los Cielos, el que manda poner la otra mejilla al que nos abofetea, el que nos anima a perdonar las injurias y el amor al enemigo en vez de la venganza, el que acoge a todo el mundo sin preguntar quién es, el que da su vida para la salvación de todos.

La incomprensión que sufrió Jesús por parte de todos nos debe alertar de que el discípulo no es más que su maestro, de que si a Él lo tuvieron por loco no nos debe extrañar de que hoy también se mofen de nosotros y nos tengan por débiles mentales, no debemos olvidar nunca que seguimos a un crucificado y que, si el mundo nos aplaude, no vamos por buen camino.

No es fácil asimilar muchas páginas del evangelio. Por eso los cristianos que se toman en serio el evangelio, los santos de todos los tiempos, tuvieron que escuchar la misma censura que él: está loco. Así le ocurrió a san Francisco cuando leyó el evangelio “sin glosa ni comentario”. Si no arriesgamos nuestras seguridades razonables, no llegaremos muy lejos porque, por desgracia, lo razonable, lo común, lo que se lleva, lo que todo el mundo hace, no pasa de la mezquina mediocridad.

Al terminar nuestra oración pedirle a la Madre con toda la fuerza de nuestro ser que nos ponga junto a su Hijo para que jamás nos salgamos del camino verdadero que lleva a la vida eterna.

25/1/2013, La conversión de San Pablo


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22, 3-16)

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: -«Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crie en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues." Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo pregunté: "¿Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: 'Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer. “Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: "Saulo, hermano, recobra la vista." Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: "El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."»

Salmo responsorial (Sal 116, 1. 2)R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (16, 15-18)

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: -«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño, impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

25 enero 2013. La conversión de San Pablo – Puntos de oración

Fiesta de la conversión de san Pablo en el Año de la fe, en el que la Iglesia nos ha convocado de manera especial a la conversión (Porta fidei 6). Así pues, este día podemos en nuestra oración pedir a Dios la gracia de dar un paso de conversión, por intercesión del apóstol san Pablo. Una de las moniciones al acto penitencial de la Misa nos dice: “Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios la conversión de nuestros corazones, así se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos”. Si tengo oportunidad de ir en este día a la Eucaristía, que no deje de pedir esta gracia de conversión que ahora, en la oración, quiero alcanzar de la misericordia de Dios.El Año de la fe nos invita a recorrer la historia de nuestra fe, en la Iglesia y en nuestras vidas. Al hacerlo nos encontramos con el entrecruzarse de la santidad y del pecado: si lo primero nos invita a la gratitud, lo segundo “debe suscitar en cada uno un sincero y constante acto de conversión, con el fin de experimentar la misericordia del Padre que sale al encuentro de todos” (Porta fidei 13).
 
San Pablo nos sirve en este día de modelo y de intercesor de nuestra conversión. ¿En qué consistió su conversión? Él no era una persona que vivía de manera inmoral, pues cumplía la Ley de Moisés a rajatabla; tampoco era incrédulo, pues creía en el Dios de Abrahán. Su conversión fue “creer en el Evangelio”: el encuentro con Cristo resucitado a las puertas de Damasco cambió radicalmente su existencia. Así lo describe Benedicto XVI:
 
“En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado, y en abrirse a la iluminación de su gracia divina. En aquel momento Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho de que Jesús había muerto también por él, el perseguidor, y había resucitado”.
“Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús ‘se entregó a sí mismo por mí’, muriendo en la cruz (cf. Ga 2, 20) y, resucitado, vive conmigo y en mí. Confiando en la fuerza de su perdón, dejándome llevar de la mano por él, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y de toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor”.
 
San Pablo nos enseña a creer en el Evangelio, a creer en el amor de Cristo por mí y a dejarnos cambiar el corazón por esta verdad. Después él se convirtió en el gran apóstol de los gentiles. Hagamos a Jesús la pregunta que él le hizo al descubrir su presencia: "¿Qué debo hacer, Señor?". Jesús, ¿qué quieres que haga por ti en este día?

24/1/2013, Jueves de la segunda de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (7, 25-8, 6)

Hermanos: Jesús puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día - como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo -, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. En efecto, la ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre. Esto es lo principal de toda la exposición: Tenemos un sumo sacerdote tal, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre. En efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios; de ahí la necesidad de que también éste tenga algo que ofrecer. Ahora bien, si estuviera en la tierra, no sería siquiera sacerdote, habiendo otros que ofrecen los dones según la Ley. Estos sacerdotes están al servicio de un esbozo y sombra de las cosas celestes, según el oráculo que recibió Moisés cuando iba a construir la tienda: «Mira - le dijo Dios - te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña.» Mas ahora a él le ha correspondido un ministerio tanto más excelente, cuanto mejor es la alianza de la que es mediador, una alianza basada en promesas mejores.

Salmo responsorial (Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17 9
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R.

«-Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.

Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; digan siempre:
«Grande es el Señor» los que desean tu salvación. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 7-12)

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: - «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

24 enero 2013. Jueves de la segunda de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Éste es uno de los momentos de la vida de Jesús en que más seguidores tiene, aunque le siguen por sus milagros, sin entender sus enseñanzas. En Él podemos observar tres características que resaltan en su personalidad:

La soledad: A Jesús le gusta apartarse de la ciudad para poder estar más en contacto con la tranquilidad de la naturaleza y así conseguir un clima más austero y poder entrar mejor en oración; además se lleva a sus amigos para que valoren esta naturaleza y hablarles más en profundidad de las Manos que la crearon; luego volverán a la ciudad siguiendo con la actividad y preparándose para transmitir posteriormente el mensaje de verdad; pero Jesús siempre encuentra algún hueco para orar a solas con el Padre en medio de la naturaleza.

El servicio: En esta ocasión les sigue mucha gente porque se corrió la voz por diferentes pueblos de que Jesús era un hombre bueno, un hombre diferente y que sanaba las enfermedades con sólo desearlo. Nunca rehuía de atender a alguien; todos le importaban y no descansaba o se tomaba días de vacaciones al menos que fueran dirigidos a orar intensamente con el Padre para volver a la carga; era dejarse sorprender por la aventura de una misma rutina en diferentes lugares sirviendo a distintas personas, viviendo el “No he venido a que me sirvan, sino para servir”.

La humildad: Él sabía el buen equilibrio entre el aprovechar el tiempo que tenía en el Mundo para convertir a sus coetáneos y saber observar para darse cuenta de ciertas situaciones que a primera vista sin detenimiento ni reflexión no se ven. Cuando le quieren proclamar rey, sabe que no han comprendido su mensaje y que aún no le conocen; por eso en alguna ocasión humildemente se retira solo, para orar, ante la incomprensión hasta de sus más íntimos; una humildad parecida a la del silencio ante las inoportunas preguntas que le formula Herodes.

Llevemos estas tres virtudes de Jesús a nuestras vidas, para irnos pareciendo cada vez un poco más a Él.

23/1/2013, Miércoles de la segunda semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (7, 1-3. 15-17)

Hermanos: Melquisedec, rey de Salen, sacerdote del Dios altísimo, cuando Abrahán regresaba de derrotar a los reyes, lo abordó y lo bendijo, recibiendo de él el diezmo del botín. Su nombre significa «rey de justicia», y lleva también el título de rey de Salen, es decir, «rey de paz». Sin padre, sin madre, sin genealogía; no se menciona el principio de sus días ni el fin de su vida. En virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Y esto resulta mucho más evidente si surge otro sacerdote a semejanza de Melquisedec, que lo sea no en virtud de una legislación carnal, sino en fuerza de una vida imperecedera; pues está atestiguado: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»

Salmo responsorial (Sal 109, 1. 2. 3. 4.)
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 1-6)

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: -Levántate y ponte ahí en medio.» Y a ellos les preguntó: -«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: -«Extiende el brazo.» Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

23 enero 2013. Miércoles de la segunda semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

* Primera lectura: Para que los cristianos procedentes del judaísmo no tuvieran añoranza de la institución sacerdotal del Templo, el autor de la carta demuestra la superioridad total del sacerdocio de Jesús.

Le presenta como «sacerdote según el rito de Melquisedec». Este misterioso personaje, que salió al encuentro de Abrahán cuando volvía de una de sus salidas de castigo contra los enemigos (Génesis 14), presenta varios rasgos que hacen su sacerdocio muy diferente del que luego sería el sacerdocio hereditario de la tribu de Leví:

- no tiene genealogía, no constan quiénes son sus padres,

- tampoco se indica el tiempo, su inicio o su final: apunta a un sacerdocio duradero,

- es rey de Salem, que significa «paz»,

- el nombre de Melquisedec significa «justicia»,

- es sacerdote en la era patriarcal, antes de la constitución del sacerdocio de la tribu de Leví.

Todo esto se aplica aquí a Cristo para indicar su superioridad. No es como los sacerdotes de la tribu de Leví. No ha heredado su sacerdocio de una familia. Jesús es laico, no sacerdote según las categorías de los judíos. Tiene genealogía humana, pero sobre todo es Hijo de Dios. No tiene principio y fin, porque es eterno. Y es el que nos trae la verdadera paz y justicia.

* Salmo responsorial: Cuando rezamos con el Salmo 109, «tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec», queremos significar esta singularidad de Jesús en su misión de Mediador entre Dios y la humanidad: es sacerdote no según unas leyes humanas, sino de un modo muy especial. Melquisedec aparece así como figura y profecía de Cristo, el verdadero sacerdote que Dios nos ha enviado en la plenitud de los tiempos.

* Evangelio: Jesús nos enseña que hay que obrar el bien en todo tiempo: no hay un tiempo para hacer el bien y otro para descuidar el amor a los demás. El amor que nos viene de Dios nos conduce a la Ley suprema, que nos dejó Jesús en el mandamiento nuevo: «Amaos unos a otros como yo mismo os he amado» (Jn 13,34). Jesús no deroga ni critica la Ley de Moisés, ya que Él mismo cumple sus preceptos y acude a la sinagoga el sábado; lo que Jesús critica es la interpretación estrecha de la Ley que han hecho los maestros y los fariseos, una interpretación que deja poco lugar a la misericordia.

Jesucristo ha venido a proclamar el Evangelio de la salvación, pero sus adversarios, buscan pretextos contra Él: «Había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle» (Mc 3,1-2). Al mismo tiempo que podemos ver la acción de la gracia, también vemos la dureza del corazón de unos hombres orgullosos que  se creen poseedores de la verdad. ¿Sintieron alegría los fariseos al ver aquel pobre hombre con la salud restablecida? No, todo lo contrario, se obcecaron todavía más, hasta el punto de ir a hacer tratos con los herodianos —sus enemigos naturales— para buscar acabar con Jesús.

Con su acción, Jesús libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo habían atado los maestros de la Ley y los fariseos, y le devuelve su verdadero sentido: día de comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la esclavitud, día de la salvación de las fuerzas del mal. Escribe san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo.

Oración final:

Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

22/1/2013, Martes de la segunda semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta a los Hebreos (6, 10-20)

Hermanos: Dios no es injusto para olvidarse de vuestro trabajo y del amor que le habéis demostrado sirviendo a los santos ahora igual que antes. Deseamos que cada uno de vosotros demuestre el mismo empeño hasta el final, para que se cumpla vuestra esperanza, y no seáis indolentes, sino imitad a los que, con fe y perseverancia, consiguen lo prometido. Cuando Dios hizo la promesa a Abrahán, no teniendo a nadie mayor por quien jurar, juró por sí mismo, diciendo: «Te llenaré de bendiciones y te multiplicaré abundantemente.» Abrahán, perseverando, alcanzó lo prometido. Los hombres juran por alguien que sea mayor y, con la garantía del juramento, queda zanjada toda discusión. De la misma manera, queriendo Dios demostrar a los beneficiarios de la promesa la inmutabilidad de su designio, se comprometió con juramento, para que por dos cosas inmutables, en las que es imposible que Dios mienta, cobremos ánimos y fuerza los que buscamos refugio en él, asiéndonos a la esperanza que se nos ha ofrecido. La cual es para nosotros como ancla del alma, segura y firme, que penetra más allá de la cortina, donde entró por nosotros, como precursor, Jesús, sumo sacerdote para siempre, según el rito de Melquisedec.

Salmo responsorial (Sal 110, 1-2. 4-5. 9 y 10c)
R. El Señor recuerda siempre su alianza.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. R.

Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza. R.

Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible. La alabanza del Señor dura por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2, 23-28)

Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: -«Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» Él les respondió: -«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.» Y añadió: -«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

22 enero 2013. Martes de la segunda semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Encontramos hoy a Jesús, con sus discípulos, siendo criticado por los fariseos. Contemplémoslo en nuestra oración; escuchemos lo que dice; veamos lo que hace. Pidamos luz al Espíritu Santo para que le conozcamos más y mejor, para que le amemos más y mejor, y para que le sigamos y le imitemos cada vez más y mejor.

Composición de lugar. Jesús, rodeado de sus discípulos, va de camino. Es el comienzo del verano. Las espigas están formadas y todo apunta a la siega. Es sábado. La mañana está avanzada y los discípulos tienen hambre. Completan la escena dos detalles que aportan los sinópticos: los discípulos tenían hambre (Mt 12, 1), y por eso empezaron a arrancar y comer espigas, frotándolas con las manos (Lc 6, 1).

Puntos de oración. Podemos fijarnos en tres detalles tomados de las lecturas.

1. “Atravesaba el Señor un sembrado...Jesús, de camino, va pasando entre las espigas granadas ¿Qué pensamientos traería? ¿A qué le recordaría el trigo en su sazón? Pensaría:

- La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos, rogad pues al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies... (Mt 9, 37-38).

- Salió el sembrador a sembrar... Al sembrar, una parte cayó... Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta... (Mt, 13, 3, 8).

- Y, viendo cerca a los fariseos: El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó... Dejadlos crecer juntos hasta la siega... (Mt 13, 24 y ss.).

- Si el grano de trigo no muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto... (Jn 12, 24).

- El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega. (Mc 4, 26ss).

¿Y nosotros? ¿En qué vamos pensando mientras vamos de camino? ¿Rasgamos las apariencias de las cosas y de los acontecimientos, para descubrir la presencia del Señor? ¿Y a nosotros, qué nos dicen las palabras de Jesús que hemos ido recorriendo? ¿Nos evocan la Eucaristía?

2. “Oye, ¿por qué hacen lo que no está permitido?” En cuanto Jesús y sus discípulos se mueven, son reprochados. En la lectura de ayer era porque no ayunaban. Ahora es porque “trabajan” en sábado (para los fariseos frotar una espiga con la mano era ya un “trabajo”). Jesús y los suyos son censurados ayer y hoy. ¿Nos extrañan las críticas que recibe Cristo en su Iglesia hoy? ¿Y nosotros? ¿No seremos hoy nuevos fariseos que, en lugar de aceptar a Jesús, le reprochamos y le pedimos cuentas de cómo actúa con nosotros y con nuestro mundo?

3. “El Hijo del hombre es también señor del sábado”. Para los judíos, el sábado era una institución divina. La afirmación de Jesús acerca de su señorío sobre el sábado era por tanto una declaración de su divinidad. ¿Cómo reaccionarían los fariseos ante esta provocación? No tenemos que imaginárnoslo; seis versículos más adelante nos lo dice el evangelista: “los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él”. ¿Hasta dónde alcanza el señorío de Cristo? “¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!” (Mc 4, 41). Y como aparece aquí, es también señor del tiempo y de los preceptos... Pero si no le abro mi corazón no podrá ser Señor mío. Digámosle hoy una y otra vez a lo largo del día, como Tomás: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28), y como Juan a la orilla del lago: “¡Es el Señor!” (Jn 21, 7).

Oración final. Santa María: Tú que eres tierra buena que has dado el mejor de los frutos -el fruto bendito de tu vientre, Jesús- enséñanos a abrirnos como Tú a su voluntad, en silencio, a aceptarle sin críticas, y a proclamar con nuestra vida y palabras: “Jesús, Señor mío y Dios mío”.

21/1/2013, Lunes de la segunda semana de Tiempo Ordinario


Lectura de la carta a los Hebreos (5, 1-10)

Hermanos: Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec.

Salmo responsorial (Sal 109, 1. 2. 3. 4)
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.R.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora. » R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2, 18-22)

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: -«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?» Jesús les contestó: -«¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»

21 enero 2013. Lunes de la segunda semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e influye en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

"¿Por qué nosotros ayunamos, y tus discípulos no?" ¿Por qué? Porque para vosotros el ayuno es un asunto de ley. No es un don espontáneo. El ayuno en sí mismo no tiene valor; lo que cuenta es el deseo del que ayuna. ¿Qué provecho pensáis sacar de vuestro ayuno, si ayunáis contrariados y forzados por una ley? El ayuno es un arado maravilloso para labrar el campo de la santidad. Pero los discípulos de Cristo están situados de lleno en el corazón del campo ya maduro de la santidad; comen el pan de la cosecha nueva. ¿Cómo se verían obligados a practicar ayunos que ya son caducados?" ¿Pueden, acaso, ayunar los amigos del Esposo mientras el Esposo está con ellos?". El que se casa se entrega por completo a la alegría y participa en el banquete; se muestra afable y alegre con los invitados; hace todo lo que le inspira su amor por la esposa. Cristo celebra sus bodas con la Iglesia mientras vive sobre tierra. Por eso, acepta participar en las comidas a donde se le invita, no se niega. Lleno de benevolencia y de amor, se muestra humano, asequible y amable. ¿No viene para unir al hombre con Dios y hacer de sus compañeros los miembros de la familia de Dios?. Asimismo, dice Jesús, " nadie cose una pieza de la tela nueva en un traje viejo". Esta tela nueva, es el tejido del Evangelio, que está tejido con el vellón del Cordero de Dios: un vestido real que la sangre de la Pasión pronto teñirá de púrpura. ¿Cómo aceptaría Cristo unir esta tela nueva con la antigua del legalismo de Israel?. De la misma manera, "nadie pone vino nuevo en odres viejos, sino el vino nuevo se pone en odres totalmente nuevos". Estos odres nuevos, son los cristianos. Es el ayuno de Cristo el que va a purificar estos odres de toda mancha, para que guarden intacto el sabor del vino nuevo. El cristiano se convierte así en odre nuevo preparado para recibir el vino nuevo, el vino de las bodas del Hijo, pisado en la prensa de la cruz.

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