Comenzamos nuestra oración haciendo presente a Jesús de una forma especial y hoy, sábado, tenemos a la Virgen muy presente y le pedimos nos ayude a sentir de cerca al Señor en este rato de oración.
En el Evangelio leemos hoy el relato de la conversión de Leví, que luego fue el apóstol Mateo. En realidad no viene el relato de la conversión, lo que indica que en otras ocasiones anteriores se había relacionado con el Maestro. Jesús pasa y sólo le dice: “Sígueme”. Mateo era un publicano, es decir, un judío que se encargaba de recolectar los impuestos que los judíos debían pagar a los romanos; por este motivo era especialmente odiado por los judíos.
La palabra de Jesús entra penetrante en su vida: la reacción de Mateo es “se levantó y lo siguió”. Para demostrar que es segura y definitiva su vocación, da un banquete en su casa al que invita a Jesús y además al grupo de amigos suyos, es decir publicanos y pecadores. Los escribas y fariseos ven en ello una nueva ocasión de criticar al Maestro; pero la intención de Mateo es hacer patente la ruptura con su vida anterior y de paso intentar acercar a Jesús, sus amigos, con inquietud apostólica.
¿Has escuchado en alguna ocasión esa palabra de Jesús: “sígueme”? Si escucharas esta palabra esta mañana en el rato de oración, ¿qué harías? El joven rico del evangelio también la escuchó, y “volviendo sobre sí mismo, se alejó”. La verdad es que una vida corriente, vulgar no tiene nada malo; pero la vida está hecha para gastarla por lo más noble. Hoy hace falta mucho valor para seguir a Jesús con todas las consecuencias, pero es sin duda la respuesta más noble. Termino con un texto del papa Juan pablo II a los jóvenes:
“Cada vocación es un acontecimiento personal y original, pero también un hecho comunitario y eclesial. Nadie es llamado a ir solo. Cada vocación es suscitada por el Señor como un don para la comunidad cristiana de la que poder sacar un provecho.
Es sobre todo a vosotros, los jóvenes, a quienes me quiero dirigir: ¡Cristo tiene necesidad de vosotros para llevar a cabo su proyecto de salvación! ¡Cristo tiene necesidad de vuestra juventud, de vuestro entusiasmo generoso para el anuncio del Evangelio! Responded a esta llamada con el don de vuestra vida Dios y a los hermanos. Confiad en Cristo que nunca va a decepcionar vuestros deseos y vuestros proyectos, sino que los llenará de sentido y de gozo. Él mismo dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. ¡Abrid confiadamente vuestro corazón a Cristo! Dejad que se refuerce en vosotros su presencia a través de la escucha cotidiana y llena de adoración de las Escrituras, que es el libro de la vida y de las vocaciones llevadas a término.